Epílogo

09 de agosto.

Dejo las flores recién compradas en el lugar designado, con la mano quito las hojas secas que reposan sobre la piedra.

Ahí seguía marcado su nombre completo y la mejor frase que pudo haber dicho.

—Hola, mami —saludé sentándome como un Yogui—, imagino que me estoy ganando un regaño de tu parte por estar aquí en mi cumpleaños, pero... quería pasar un rato contigo. Mira, incluso compré un pastelito.

Saqué la cajita de la bolsa plástica, dentro se mantiene un cupcake más grande que los normales, decorado con cremas y chispas de colores y una velita dorada.

Lo dejé sobre su lápida, buscando el encendedor para la vela.

Dieciocho años.

Vaya.

Creí que me sentiría diferente al llegar a la tan ansiada mayoría de edad, pero en realidad me sentía como la Polet de todos los días, nada más con un número diferente en la edad.

Los ansiados dieciocho años no son la gran cosa, es una edad más, la diferencia es que ahora puedes pasar más tiempo en la cárcel.

—Quería pasar al menos una parte de mí cumpleaños contigo, mi... mi primer cumpleaños sin ti.

Observo como la vela empieza a derretirse lentamente debido al pequeño fuego encendido. Esta mañana desperté emocionada, no lo voy a negar, me gusta mi cumpleaños porque paso tiempo de calidad con mi familia. Con mis papás solíamos salir a mis lugares favoritos y, al anochecer, cantabamos el cumpleaños feliz en casa con un pastel personalizado. Incluso después del divorcio esa tradición no se perdió, aún separados mis papás no me dejaron de lado y la tradición continuó.

Cada año desde que tenía cuatro ellos aparecían en mi habitación a las siete de la mañana, despertándome con besos y felicitaciones. En mi cumple quince, que cayó en medio del divorcio ellos siguieron haciendo el despertar especial de cumpleaños.

Este año, sin embargo, las cosas fueron diferentes. No fueron los dos que llegaron a mi habitación a las siete de la mañana, solo fue papá.

—Felices dieciocho, Ocasta —dijo dando un beso en mi sien y rodeandome con sus brazos.

Nos quedamos en esa posición por una media hora tal vez. Después de varios meses, se sintió más que nunca la ausencia fría de mamá en mi otro costado.

Entonces lloré, después de semanas lloré otra vez.

La seguía extrañando muchísimo todos los días, entender y aceptar que se encuentra en un lugar mejor, dónde ya no sufre no significa que las personas que dejó atrás dejen de sufrir de inmediato. Es un camino largo de sanación, soy consciente de que eventualmente caeré en ese pozo de realidad y tristeza, y no está mal, mientras no me deje consumir por ello, podré estar bien.

Y lo estaba, ahora lo estoy, solo necesitaba desahogarme en ese momento porque este es mi primer cumpleaños sin mi mamá.

Eda en nuestra cita de hace un rato dijo que está bien, que no debí sentirme mal por deprimirme. Es más que compresible, había una tradición de por medio en esta fecha, su pérdida aún es un dolor reciente, llorar por las cosas que extraño no significa una recaída.

—Es ser consciente de los cambios en tu vida, llorar es una forma de aceptación. Aceptas que las cosas cambian, y cuando lo haces, empiezas a estar en paz.

Fueron sus palabras exactas, desde que salí de nuestra sesión de hoy me sentía un poco más ligera.

Así que para distraer mi mente de la ausencia de este año, decidí salir por la ciudad sola. Comer helado, ir más temprano a mi terapia con Eda, leer un rato en la playa, pensar en el parque sobre la universidad. Mi mente no se sentía tan saturada y mis emociones están más calmadas.

Soplé la vela después de un silencioso canto de cumpleaños feliz.

El cementerio podría ser el lugar menos favorito de alguien, incluso hubo un tiempo en que me daba repelús pisar sola este sitio, pero ahora... en esta etapa de mi vida, me doy cuenta que es un sitio bastante tranquilo. No hay ruido, se escuchan los cantos de los pájaros mejor que en el parque, la brisa es fresca y el silencio es tranquilizador. Supongo que debemos perder a alguien para conocer la verdadera naturaleza de los lugares.

Quité la vela del cupcake y di un mordisco, era de chocolate relleno con jalea de fresa, mi combinación de sabores favorita.

—¿Cómo te encuentras, mamá? —observo el árbol que da sombra, sus hojas verdes se mueven suavemente gracias a la brisa—, ¿Estás al fin en paz? —di otro mordisco—. Donde sea que te encuentres, sé que estarás celebrando mi cumpleaños como era la tradición, aún en la lejanía siento tu cariño.

Acaricié su nombre tallado en la piedra.

—Te amo mucho, mamá. Estoy bien, en serio, poco a poco voy recuperándome. Sé que... la vida tiene sus cambios, tengo que aceptarlos por mucho que me asusten. Así que no te preocupes por mí, educaste bien a esta chica de aquí —despedí una risita, jugueteando con el pedazo de cupcake que queda—. Sí, por supuesto que estaré bien.

Comí de un bocado lo que quedaba de mi postre, sacudí las manos y guardé la basura en la bolsa plástica en la que había venido.

—Vendré a visitarte pronto para ponerte al tanto con el tema de la universidad, como pinta la cosa parece que sí podré entrar a la que tengo en mente.

»Nos vemos luego, mamá. Dale mis saludos al abuelo.

Sacudí las hojitas secas que se han quedado pegadas a mi pantalón y salí del cementerio.

Decidí ir andando a casa ya que no estaba tan lejos, a unos veinte minutos caminando. Estaba bien con eso porque quería tener un momento para mí.

Quedaba al menos un mes de vacaciones para disfrutar, no me quejo del descanso que he tenido. Papá también se tomó un tiempo libre del trabajo, por lo que pudimos viajar a Oklahoma a pasar una semana en la cabaña del abuelo. Terminé con las piernas llenas de puntos rojos por los piquetes de mosquitos, pero valió toda la pena. Extrañaba mi hogar. Nos pasamos las noches junto a la fogata como era costumbre, comiendo malvaviscos y contando por milésima vez las historias del abuelo Torn, visité a viejos amigos del pueblo y, en general, nos pasamos una buena semana allá.

También viajamos a Ciudad Nevada con Aidan y sus amigos que iban a pasar las vacaciones con sus familias. El pelirrojo me presentó a su grupo como su «hermanastra más guay» y aunque me sentí un poco nerviosa al principio, los amigos de Aidan resultaron ser gente amistosa, por lo que el sentimiento se esfumó al cabo de un rato.

Muy pocas veces en mi vida había visitado Ciudad Nevada, en algunas ocasiones con mamá cuando era pequeña, por lo que no recordaba mucho. Pensé que iba a encontrarme con un pueblo más grande de lo normal, no con una preciosa ciudad de clima agradable.

Ahí también pasamos una semana, hicimos un paseo turístico para mí porque era la única que no conocía la ciudad, conocí a la pequeña mejor amiga de Sam: Ava Ross, una niña encantadora de la misma edad que Sam, aunque por un momento pensé que tenía unos siete años, es bastante chiquita para tener diez. O puede que Sam sea muy alto, como sea la cosa, Ava es una niña encantadora demasiado parecida a su hermano mayor, el mejor amigo de Aidan.

No hubo un día en nuestra estancia en Ciudad Nevada que nos la pasáramos mal. Fuimos a patinar a la pista de hielo en el centro comercial, mi trasero se llevó muchos golpes contra el hielo y terminé humillada por la habilidad en el patinaje de un par de niños de diez años. También conocí la cafetería que Aidan insistió que debía de conocer, su emoción me recordó a la de Phoebe cuando me pidió (o más bien exigió) que debía conocer el ShumPox.

El CallyCafé era muy diferente al MediaLuna Café o el ShumPox, era más bien como un hogar. Se sentía como la sala de tu casa en invierno: cálida y con un aroma a chocolate en el ambiente. Me encantó ese lugar de inmediato.

Han sido dos meses asombrosos. Visité mi viejo hogar y conocí lo que sería el nuevo de mi papá. Comprendí bien porque quería mudarse: no se sentía el estrés de la gran ciudad, había tranquilidad y, lo más importante, no hacía un calor de mala muerte todos los días.

Además de que papá parecía otra versión de sí mismo, una que yo conocía bien: era el Chris hogareño y cariñoso. Papá es el típico hombre de familia, después del divorcio y haber pasado de una casa familiar a un penthouse de soltero, ese lado suyo tuvo que ocultarse hasta ahora. No dudo en que él será muy feliz allí.

Se divertía con Sam, mantenía conversaciones interesantes con Aidan y se veía totalmente enamorado de Aldana. Esta era su nueva familia, y ella me integraba a mí, no me dejaba a un lado, así que éramos esta enorme familia con muchísimas diferencias, tanto personales como raciales, pero el mismo amor y cariño.

Desde algún lado del más allá, mamá y el abuelo han de estar felices por nosotros, porque encontramos nuestro nuevo lugar.

Los pelirrojos también pasaron una semana con nosotros, aunque Aidan se pase aquí todo el año, se mostraba emocionado por nuestras salidas. Y como papá le había prometido un día a Sam, lo llevó a conocer la playa.

Mi hermanastro se pasó casi todo el día en el agua, su piel blanca pasó a ser entre rojiza y morena, las pecas de su cara, torso y espalda estaban más marcadas que nunca.

En la noche se arrepintió porque tenía la piel irritada, pero, en sus palabras «lo volvería a hacer» estuvo usando crema fría para calmar la irritación toda la semana que pasó en casa.

En conclusión, los últimos dos meses han sido geniales. Estar tiempo con la familia jamás será una mala forma de pasar tus vacaciones. Todo lo contrario, si tienes una buena relación con ellos, serán de las mejores vacaciones de todo el tiempo.

Oh, tampoco puedo dejar de lado a mis amigos. Phoebe seguía en Australia, sin embargo hablábamos todos los días por videollamada y mensajes, los fines de semana solíamos hacer una llamada grupal para ponernos al tanto de qué tal todo, cómo la íbamos pasando y qué tal iban las cosas de la universidad. Nos enteramos que Nyl se estaba mudando a Holbrook con su familia, antes vivían en el pueblito a dos horas de Ciudad Nevada: Fosberg, pero al ver las grandes oportunidades laborales y estudiantiles, la familia Kane decidió mudarse acá para el siguiente semestre escolar.

Percy mantenía su vida entre Holbrook y Willesden, más un pie allá que acá. Lo comprendo, ahí es donde creció y quería volver con ansias después del curso, también dónde pretende hacer la carrera, por lo que llegamos a un acuerdo: como era solo un viaje de cuarenta y cinco minutos, podríamos visitarnos el uno al otro después de las clases y pasar los fines de semana juntos, no importa dónde. Puede que suene difícil, pero lo haríamos funcionar, por nosotros.

A parte de las llamadas todos los días, no lo he visto mucho en persona. Quiere pasar tiempo en familia como yo. Eso sí, no hay día donde no estemos charlando por mensaje.

Durante las llamadas, tanto individuales como grupales, nunca se quedaba atrás el tema de la universidad. Algunos esperan por la aceptación de la beca y otros, como Aba, Percy, Nyl y yo, estamos en busca de la universidad perfecta. Aunque no me lo haya dicho, sé que Percy tiene una en la mira principalmente por su programa de veterinaria y trabajos al aire libre.

Sí, se decidió por la carrera de veterinaria, mientras estudia seguirá trabajando en la editorial y, por supuesto, escribiendo. «Jamás dejaría de escribir, es una de mis pasiones» fueron sus palabras al decirme lo que iba a estudiar al fin.

Yo estaré allí para apoyarlo como sé que él estará para mí.

En marcha seguía el plan de reunirnos todos en la ciudad para el siguiente semestre al igual que la amenaza de mi amiga rubia. Phoebe y ella aseguran que de un modo u otro estudiarían aquí para estar todos juntos de nuevo.

El nuevo año escolar me emociona y pone nerviosa en partes iguales. Es que, ¡Vaya! ¿La universidad ya? Hace unos meses apenas estaba entrando en último año, ¿Tan rápido pasó el tiempo? Parece irreal. Sin embargo, está esa parte ansiosa por las nuevas cosas que vivir, me emociona formarme en la carrera que sé es la ideal para mí.

Ya tengo unas universidades en mente y con la ayuda de papá podré matricularme a tiempo para el inicio del año.

Estaba contenta con lo que ha pasado en estas vacaciones y también con lo próximo que viene.

Termino por cruzar el paso de cebra y me adentro en el edificio, el portero, Gerard, sonrió deseándome un feliz cumpleaños.

Dentro del elevador fui tarareando esa canción pegadiza. Odio esa canción, así y todo la tenía grabada en el cerebro. Eso lo odiaba más.

En mi piso fui hasta la puerta de mi casa, sacando la llave de mi bolso para destrabar la cerradura. Como papá tuvo que salir de emergencia a causa del trabajo, pasaría unas horas sola. No estaba mal, podía ver series y comer el helado de chocolate que está en la nevera.

Abrí la puerta.

Entonces casi me da un paro cardíaco.

—¡¡Sorpresa!! ¡¡Feliz cumpleaños, Polet!! —gritaron como veinte personas al mismo

Llevé una mano a mi pecho, mi corazón late como si hubiera corrido una maratón por toda la ciudad. Ni siquiera mi caminata del cementerio hasta acá me aceleró el pulso así. Mis pulmones buscan aire desesperados, es como si, al escuchar ese mega grito, todo el oxígeno que contenían se hubiera evaporado. Seguro tenía el rostro pálido.

Papá vino hasta mí, riéndose.

—Calma, Pau, respira.

¡Eso estaba haciendo y no servía!

Aldana se acercó también con un vaso de agua fría, parecía muy divertida de que casi me mandaran con mamá y el abuelo.

—Lo sentimos mucho, linda. No esperábamos que te llevaras tal susto.

Bebí el agua de apio, consiguiendo relajarme.

—Está bien, estoy mejor ahora.

—Bueno, ya que lo estás, hay personas que quieren felicitarte.

—¡¡POLEEEEET!!

Reconocí esa voz tan solo pronunció la primera letra de mi nombre. Ese acento perezoso jamás pasará por alto. Dejé el vaso con papá.

—¡Phoebe!

Abracé a mi mejor amiga con toda la fuerza que tenía, incluso creo que la alcé unos centímetros del suelo. ¡¿Cómo podría estar aquí?! Espera, ¡No importa! ¡Estaba aquí! ¡La extrañaba un montón!

—¡Feliz, feliz, feliz cumpleaños, Polet! —correspondió a mi abrazo—. ¡Ahora ya puedes ir a la cárcel legalmente!

Solté una risa alejándome. ¡De verdad era ella! No una imagen en mi teléfono o computadora, ¡Era ella!

—¿Cómo es que estás aquí? ¡Creí que estabas en Australia, me dijiste eso anoche!

—Bueno, puede que te haya dado una pequeña mentira. ¿Cómo crees que estaría en la otra punta del mundo para tu cumpleaños? ¡No, no, no!

—¿Creíste que eso pasaría? Muy mal, Polet.

—¡Aba!

También la abracé fuerte, ella y Phoebe son quienes no había visto desde el día que nos mudamos del internado. Las primeras semanas del verano me reuní con Letty a comer helado, salí con Percy y Nyl a veces estaba en la ciudad debido a su mudanza. Mis otras dos amigas son las que se mantenían fuera del estado.

—Hey, ¿Y nosotros qué? ¿No hay abrazos? —preguntó Letty.

Yo di más abrazos de los que recibí en ese momento. Todos estaban ahí, Phoebe, Aba, Nyl, Letty y Percy, incluso Rascal y Penn, quienes me alzaron del suelo y apretaron hasta que volví a quedarme sin aire. Lo que hacía que mi casa se viera repleta eran los padres de mis amigos, según papá, aprovecharían mi cumpleaños para hacer una doble celebración: mi festividad y que nos hemos graduado.

No me molestó, ¡En lo absoluto! Estaba bullendo felicidad por tener a todos mis amigos aquí, ¡Hasta la pandilla de la acampada y Josiah! ¿Por qué habría de estar molesta?

—Entonces, ¿Bajamos? Tenemos todo preparado en el patio —dijo papá.

—¡A la fiesta! —exclamaron Letty y Phoebe a la vez.

El patio está decorado con flores hechas en globos blancos y bambalinas verde pastel. Hay una mesa con regalos, muchos regalos, nunca antes había recibido tantos obsequios en mi cumple. Hay otra con comida que desde la entrada huele y otra con postres, ¡Postres de Aldana! Me he vuelto fan de sus recetas, son asombrosas.

Nyl se encargó de la música, una playlist mixta con canciones en español he inglés, también están algunas de mi playlist especial de viajes con mamá. Puede que haya sido casualidad, pero agradecí internamente a Nyl por eso.

Los adultos se encargaron de la comida principal. Todos ellos se llevaban tan bien como nosotros. Recibí más felicitaciones por parte de la pandilla de la acampada he información sobre los obsequios que me han traído.

—Mejor dejen que ella lo averigüe más tarde —pidió Phoebe.

Nadie le hizo caso, por lo que siguieron spoileandome mis regalos.

Cómo no había comido nada desde el desayuno y no podía esperar hasta que las hamburguesas estuvieran listas, fui a picar un poco a la mesa de saladitos. Encontré pan que aún emana aroma, también nachos con queso, aunque estos se ven muy diferentes a los que he probado antes, y también un plato con una tapa transparente.

Al abrirla, encontré lo que debían de ser los famosos (y verdaderos) tacos mexicanos.

Debo decir algo, son muy diferentes a los que yo conocía (Taco Bell) estos se veían... apetecibles y llenos de colores.

—¡Boo!

Di un respingo, casi dejando caer la tapa sobre la comida.

—¡Percy!

Se rió culpable.

—Era inevitable, lo siento.

—Un día de estos me matarás.

—Tampoco exageres —rodé los ojos—. ¿Por qué no comes algo?

—¿Puedo?

—Por supuesto, no me pasé la noche en vela por nada.

Le fruncí el ceño.

—Espera, todo esto... ¿Lo has hecho tú?

Asintió guardándose las manos dentro de la sudadera.

—Así es.

—Tú... ¿D-de verdad?

—Claro que sí, Polet, una vez te dije que te prepararía comida mexicana, ¿No? Este día me pareció perfecto para cumplir esa promesa.

—Percy... yo...

—Hey, no tienes nada que agradecer, lo hice con mucho gusto —me dió un corto beso—. Haría lo que sea por mi novia.

Si antes estaba feliz, ahora estaba flotando entre nubes y arcoiris.

—Adelante, prueba algo.

Opté primero por el pan. Estaba crocante por fuera y suave por dentro, y también estaba relleno, ¡Relleno con queso! Eso solo le daba un mejor sabor.

Seguro que Percy se rió de la cara que puse.

—Imagino que te gustó.

Emití un sonido que no estoy segura si fue una afirmación, deleite o un «dame más de esto»

Disfrutamos de la comida de Percy, alegando lo buena que estaba. Mi chico se sonrojó un montón de veces, sigue sin estar acostumbrado a los cumplidos.

A media tarde después de las hamburguesas y reposar un rato, cantamos el feliz cumpleaños.

Rodeada de mi familia y mejores amigos, de personas a las que les agradaba y ellos me agradaban a mí, sentí como mis ojos se llenaron de una capa de lágrimas. Puede que este sea mi primer cumpleaños sin mamá, mi segundo cumpleaños sin el abuelo, pero con todas estas personas que cantan a toda voz el feliz cumpleaños para mí, no me sentí sola.

Soplé las velas al finalizar la canción, el patio se llenó de aplausos y vitores.

***

—¡Eh! ¿A dónde me llevas?

—¡Sshh!

Sigo a Percy hasta dentro del vestíbulo vacío, la fiesta ahora estaba más viva con todos bailando en el patio, algunos como Nico con sus amigos y papá con los padres de Aba están más tranquilos charlando sentados en las sillas de playa.

Percy y yo ocupamos dos sofás libres. No hay ningún residente cerca, comprensible porque a esta hora la mayoría se encuentra en casa recién llegando del trabajo. Ni siquiera Gerard estaba por ahí.

—Vale, ¿Qué tramas, listillo?

—¿Yo? Nada...

Le di una mirada de «No sabes mentirme» que lo hizo resoplar rendido.

—Bueno, puede que te tenga un segundo regalo.

—¿Otro más?

—¿Creíste que solo te daría comida mexicana? ¿Por quién me tomas? Mereces más que eso.

—Eso es muy dulce, pero no tenías las necesidad de...

—No, sí la tenía —interrumpió—. Polet, eres mi novia y sí, llevamos como unos cuatro meses saliendo, sin embargo, quería lucirme hoy. Te lo mereces, ¿Okey? Te mereces eso y más.

—Te quiero muchísimo, Percy.

Agarró mi mano, entrelazandola con la suya.

—Yo también, Polet, y porque te quiero muchísimo, y porque me gustas de así —abrió los brazos a cada lado como el día del baile de graduación. Ambos nos reímos—, es que hice esto por tí.

Antes no lo había notado, pero junto al sofá hay una bolsa de regalo blanca con rayas en diagonal de varios colores y un moño dorado. Percy la dejó sobre mi regazo, insistiendo con su mirada que la abriera.

—Okey, veamos.

Solté nuestras manos y abrí la bolsa. Adentro estaba un libro nuevo, aún tiene el plástico protector puesto. Lo miré de reojo.

—Adelante, sácalo.

Dejé la bolsa en el suelo y detallé la portada. Es de distintos tonos de morado, yendo desde el más oscuro hasta el más claro, parecían pinceladas de acuarela para dar forma a un atardecer. Hay una silueta de una pareja centrificada, el chico le estaba dando un beso a la chica en la frente, me pareció graciosa la ligera diferencia de estatura que llevan, es como la nuestra. El título está en letras blancas y corridas.

—La Magia En Tus Ojos —leí en voz alta, mi mano se congeló al ver el autor—, ¿De Percy Adams?

—Mmjú.

—Espera, ¿Este es el libro que has estado escribiendo los últimos meses?

—Estás en lo correcto.

—Pero... aún no se ha publicado.

—No, aún no.

—¿Me estás regalando la primera copia?

—Puede ser que sí, puede ser que no —se encoge de hombros—, continúa, aún hay más.

—Okey, okey.

Quité el plástico que eché en la bolsa. La página principal ponía el título ahora en letras negras, la siguiente era información de la editorial, cosas aburridas de las primeras páginas.

Fue en la siguiente que me llevé una agradable sorpresa.

Para mi mejor amiga,

mi medio incordio,

mi átomo en decadencia,

La mejor persona del mundo, la que vió con sus ojos bonitos a través de mí.

Esto es para ti, Polet.

Más abajo de la hoja ponía:

Te quiere así de muchísimo,

Percy.

—Feliz cumpleaños, átomo en decadencia —lo observé a través de una capa de lágrimas—. Quería darte un regalo especial, algo que se comparara a tu presencia en mi vida. Antes de ti, yo seguía perdido entre la oscuridad y el dolor del pasado. De no ser porque tú llegaste a la vida de todos nosotros... no sé qué habría pasado conmigo.

»Ni siquiera creo que ese libro se compare a todas las cosas buenas que has traído contigo. Eres... la mejor persona que he conocido. No deberías darme las gracias, te las debo a ti por ayudarme, directa o indirectamente, me has ayudado un montón.

»Escribí a Tallulah y Tom pensando en nosotros. Ella está inspirada en ti, ellos... ellos son nosotros. Espero te guste nuestra historia.

Me lancé sobre él soltando lágrimas y sollozos, recosté mi cabeza de su hombro, él me sostuvo de la cintura para que no cayera al suelo.

—Gracias, gracias, gracias —susurré sin parar en su oído, le oí reír.

—De verdad, los agradecimientos te los debo a ti —con sus pulgares limpia mis mejillas húmedas—, tú me viste cuando nadie más lo hizo. Estuviste ahí cuando yo ni siquiera sabía que necesitaba compañía.

»Tú viste algo en mí que yo consideraba perdido, y lo trajiste de vuelta.

Dejó un mechón de pelo tras mi oreja.

—Tú viste a través de mí, Polet, he hiciste que entendiera que el amor a primera vista sí existen.

Sorbí mi nariz, juntando su frente con la mía.

—Oye —le llamé—, te quiero mucho, listillo.

—Yo también te quiero mucho, átomo en decadencia.

~ F I N ~

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