63. Los adiós no existen, así que... hasta luego
Último capítulo •́ ‿ ,•̀
—¿Sus novias no los matarán? —es la pregunta de Phoebe mientras bajabamos las escaleras.
—Más bien fueron ellas las que nos insistieron tanto en esta idea —respondió Nyl.
Aba y yo, unos pasos más atrás y yendo con nuestros brazos cruzados, compartimos una mirada cómplice junto a una sonrisa. Nyl no mentía, cuando nos comentaron la idea de recoger a Phoebe en la habitación y pasar parte de la fiesta con ella debido a que no había conseguido una cita, estuvimos más que de acuerdo. ¡Fue una idea muy linda y dulce! No podíamos dejarla pasar. Nosotras podríamos soportar llegar al baile sin nuestras parejas, nos tenemos la una a la otra por los momentos. Si ellos no habían planeado esto, Phoebe habría llegado sola y ninguna chica merece pasar por eso.
Ahora se le ve muy feliz por su expresión iluminada.
El pasillo escolar estaba más decorado que antes, con globos, bambalinas he incluso luces. La entrada principal estaba abierta a la par, desde aquí se oía la música y podía ver a los estudiantes ir y venir emocionados. Ahí de pie junto a la puerta se encontraba Penn, buscando alrededor.
—Ha llegado mi cita —anunció Letty, adelantándose—, ¡Hey, Olsen!
Penn alzó la mirada, sonriendo hacia Letty.
—¡Pelletier!
Chocaron los cinco cuando estuvieron uno frente a otro. No escuché la conversación que llevaron, pero debió ser algún cumplido de Penn ya que Letty le dió un golpecito al brazo y desvió la mirada. Ella suele hacer eso cuando le dan cumplidos.
Ellos se nos adelantaron a la fiesta entre risas escandalosas y bromas. Jamás esperé que esos dos se llevaran tan bien, me alegra mucho que Letty haya encontrado un buen amigo en él. Me da un poco de gracia ya que, durante el castigo, Penn quería ligarse a Letty, ahora parece apreciar su amistad.
—Vale, chicos, creo que hasta aquí está bien —dijo Phoebe—, sus novias merecen tener a sus citas para llegar al baile.
—Oh, no. No, no, no —negué—, tú sigue con ellos, por ahora mi cita es Aba.
—Así es —ella empujó a Phoebe de vuelta con los chicos—, ¡Pásenla bien!
Fuimos detrás de Letty y Penn, mirando sobre el hombro como aquellos tres se estaban echando a reír.
—¿Tú crees que llegue?
Miré a los alrededores, encontré alumnos en sus más lindas prendas, profesores tomando vasos de ponche, luces en los árboles y una decoración sencilla pero preciosa para nuestro baile.
—Espero y sí —respondí.
Aba suspiró, también viendo alrededor.
—Habrá que esperar un poco. ¿Por qué no vamos a bailar? Hay que aprovechar esta noche.
—Yo te sigo.
Nos integramos al centro de la fiesta que estaba siendo de pista de baile. El ala izquierda del jardín es lo bastante grande como para abarcar dos grupos de graduados sin que se vea todo muy junto. Hay mesas con bocadillos y bebidas, también una mesa de DJ cerca de los arbustos. Luces de colores y un pequeño estudio decorado con globos para las fotos del recuerdo. Hacia frío, pero un frío agradable que no se sentirá al cabo de unos cuantos bailes. La música resuena, el ambiente es animado y festivo. No podría haber algo que arruine este momento.
—¡Venga, Polet!
Aba me arrastró al centro de la pista y juntas, con nuestros pésimos pasos de baile, empezamos a cantar y movernos al ritmo de All You Had To Do Was Stay de Taylor Swift. Canté la canción sin equivocarme ni una sola vez gracias a los recuerdos de mi yo de catorce años swiftie. Usé mi puño cerrado como micrófono, intercalandolo entre Aba y yo.
La primera mitad de la fiesta nos la pasamos bailando y cantando, refrescando de vez en cuando nuestras gargantas con ponche para seguir el improvisado karaoke que teníamos entre nosotras. A veces se nos unían Letty y Penn, el cobrizo sacando a relucir su bonita voz y conocimiento en canciones pop.
Rascal es otro que se nos unía uno que otro rato con su cita: Alexa. No imaginaba que ella podría ser su cita, pero al verlo interactuar y llevarse tan bien, las dudas se esfumaron. Son como Letty y Penn: parecen llevar una buena amistad.
En la segunda mitad, cuando estaba junto a Aba en la mesa de bocaditos comiendo unos deliciosos canapés, ella vino a darme un golpe en el brazo que lanzó mi bocadillo al suelo.
—¡Hey! —protesté, dándole una mala mirada.
—Mira —señaló a la verja de entrada.
Por el sendero se acerca nervioso el chico que estábamos esperando. No deja de ajustarse los botones de las muñecas del saco, su expresión refleja algo de ansiedad.
—Vamos por Phoebe.
Seguí a Aba a dónde Phoebe se encontraba divirtiendo con los chicos, ajena a toda la situación que pasará.
—¡Hey, hola! —saludó Aba—. ¿Qué tal la pasas, Phoes?
A mí parecer, esa era una pregunta estúpida. Ella parecía muy feliz, no deja de sonreír y la mirada le brilla de felicidad.
—¡Genial! —su voz no se queda atrás en demostrar lo que su rostro refleja—. Eh, chicas, gracias por esto. De verdad.
Desestimo sus palabras con un gesto.
—Esto fue idea de los chicos.
—Nosotras no hicimos mucho.
Ella se encogió de hombros.
—De todos modos, gracias. Ustedes... seguro habrían querido pasarla con sus novios.
—¡Que va! Todo bien, Phoes, en serio.
—Bueno, si quieren pueden llevárselos, tampoco quiero quitarles sus citas toda la noche. Estaré bien.
—Oh, claro que lo estarás —dijo Aba—, esto sí es de nuestra parte.
Alzó una ceja.
—¿Qué cosa?
—Una... ¡Sorpresa! —respondí.
—¿Y sería...?
—Tienes que venir con nosotras.
Aba y yo la tomamos de cada mano y la arrastramos hasta el último lugar donde vimos a Jared. Phoebe no parecía entender nada ya que estaba más concentrada en no tropezar y caer de boca al césped, ese no sería un recuerdo muy bonito de tu baile de graduación. Jared se había quedado de pie en medio del sendero de entrada, pasaba desapercibido porque nadie estaba para cuestionar si era o no un estudiante de Leighton.
Él fue el primero en vernos, aún con nuestra amiga despotricando y tropezando un poco, sonrió como un completo bobo. Tal vez fue idea mía pero le vi las mejillas del color de su pelo.
Nos detuvimos a dos metros de él.
—¡Gracias! —exclamó Phoebe sin darse cuenta de la presencia del cobrizo—. Ahora, ¿Pueden decirme que es lo que planean, pequeñas sabandijas?
—Esto, planeamos esto —Aba la obligó a dar media vuelta tomándola por los hombros, acto seguido la volvió a empujar con tal fuerza que chocó con Jared.
—Tienes algo con empujar a Phoebe hoy.
—No puedo hacerlo muy a menudo —se rió malvada—. Venga, dejemos a los tortolitos hablar.
Les di una última mirada por encima del hombro. Tenía la sensación de que nuestro plan saldría bien.
—¿Y cómo estás segura de que Phoebe no huirá? —cuestionó Percy a mi lado dando un trago a su ponche. Recién le termino de contar mi plan con Aba y aunque parecía entretenido, también había una pisca de preocupación en su expresión.
—Mis chakras me lo dicen.
—¿Tus... chakras?
Asentí haciendo un sonido con mi garganta.
—Así es, además, no solo eso, sino que... la inconclusión también.
—No te entiendo un pepino, Polet.
Suspiré.
—Confía en mí, ¿Vale?
—Vale, está bien —echó una mirada a la pista de baile—. ¿Qué tal si bailamos? Creo que nunca hemos hecho eso. ¿Quieres, átomo en decadencia?
Acepté su mano, entrelazando nuestros dedos.
—Claro que quiero, listillo.
Estábamos adentrándonos en la pista cuando el DJ colocó una canción que creó una tierna emoción en Percy. Su boca se abrió sorprendida y después se curvó en una sonrisa, sus ojos de mil colores se destellaron.
—¡Venga, a bailar! —exclamó arratrandome con él.
Nos hicimos con un espacio entre los alumnos que brincan, cantan y bailan. Percy me hizo dar una vuelta sobre mi eje sin dejar de sonreír. La canción que tanta emoción le está causando resuena por todo el jardín.
—I was scared of dentists and the dark —cantó—, I was scared of pretty girls and starting conversations...
—Oh, all my friends are turning green
You're the magician's assistant in their dream —continué recordando la canción.
«Ah-ooh-ooh-ooh, ah-ahh-ah-ah» sonó de fondo.
—And they come unstuck —cantamos a la par, sintiendo la emoción y ritmo de la canción correr por nuestro sistema nervioso. Percy abrió los brazos a la par, prácticamente gritando al cielo—: Lady, running down to the riptide. Taken away to the dark side. I wanna be your left-hand man —agarró mis manos—. I love you when you're singing that song
And I got a lump in my throat 'Cause you're gonna sing the words wrong...
Debido a la falta de mangas en mi vestido, sentí las gotitas de agua fría que cayeron en mis brazos. Percy y yo compartimos una mirada antes de ver al cielo, de repente se había llenado de algunas nubes grises. No tardó en caer la llovizna.
Nadie salió corriendo hacia dentro, más bien hubieron vitores de emoción, como si la lluvia mejorara la fiesta. Ambos nos encogimos de hombros, disfrutando de la música y el agua que cae del cielo bailando con nuestros mejores y peores pasos.
Casi al final de la canción volvió a tomar mi mano para darme una nueva vuelta, pero por el cesped húmedo y mis zapatillas con suela resbaladiza, perdí el equilibrio, mis pies se enredaron y casi que termino en el suelo.
—¡Eh! —Percy consiguió sujetarme de la cintura, ahorrandome una fea caída—. Con qué te gusta que te salve de caídas, ah.
Puse los ojos en blanco, aferrando mis manos a sus hombros.
—¿Y si me ayudas a subir mejor?
—¿Y mi pago es...?
—¿Agradecimiento?
—Mmm, no. Tengo algo mejor en mente.
No me dió tiempo de nada, ni siquiera de parpadear. Percy acercó su rostro al mío, terminando con la distancia que nos separaba para darme un beso.
Fuegos artificiales volaban dentro de mí mientras seguía con el beso. Aún seguimos siendo torpes y poco expertos en esto. Sin embargo, los dos lo pasábamos por alto porque, lo importante aquí era que el otro entendiera el mensaje que esa acción tiene por meta: no solo el deseo de besar al otro, sino de dar a entender el aprecio y el cariño, los sentimientos.
Fue un beso suave que nos dejó sonriendo a los dos con las mejillas sonrojadas al separarnos. La lluvia seguía cayendo sobre nosotros, mojandonos lentamente.
—Tu labial se despintó —comentó, tanteando con su pulgar el área cercana a mis labios.
—Eso es tu culpa.
Volvimos a estar de pie frente a frente. El agua le había humedecido el pelo hasta aplacarlo, aunque aún hay mechones rebeldes que se niegan a bajarse. Quité con mi mano algunos que le caen sobre la frente.
Sus ojos se encontraban del color que habían sido por quince años: una mezcla de azul y verde.
—Ojalá siempre lo sea.
Entrelacé las manos detrás de su cabeza, volviendolo a besar.
***
Voy a matar a Nyl.
—Te voy a matar, Kane —articulé en voz alta.
El chico a mi lado soltó una risa bobalicona, aún siendo muy difícil de arrastrar.
—Piú... piú... piú... —dijo picando tres veces mi mejilla.
Sí, en definitiva, voy a matar a Nyl.
—¿Po' qué... ere'... taaan... boNI —hipo—, ta...?
Respiré profundo, clamando por toda la paciencia que los dioses puedan poseer.
Quince minutos, llevo quince minutos en estas escaleras del demonio porque Percy no está colaborando para subir a nuestro piso, ¿Y por qué no está colaborando? ¡Porque no estaba en todos sus facultades mentales! Su mente debía de encontrarse dando un paseo en algún prado estúpido porque el otro estúpido de Nyl le dió otra bebida estúpida y ahora este estúpido estaba estúpidamente ebrio.
Ahora soy yo la que debe de cargar con este pobre idiota a su habitación porque «eres su novia» ¡Ahora no me gusta ser su novia!
Percy volvió a echarse una risilla, dando un paso torpe al siguiente escalón.
—Mañana te mueres, Nyl —murmuré.
Me pregunto de dónde rayos habrá sacado alcohol y como rayos lo habrá colado en el ponche que estábamos bebiendo, ¡Había maestros presentes! Mañana conseguiré esas respuestas, por ahora debo concentrarme en que este borracho del demonio no se desequilibre y se vaya escaleras a bajo de manera dolorosa.
Aunque suena muy tentador...
—Tengo... —otro hipo—, sue... ño... ¡Hip!
—Si colaboraras un poco más podríamos llegar a tu habitación —le ayudé a poner el pie en el siguiente escalón. Solo unos cuantos más y ya estaríamos en nuestro piso.
—E' que... ¡Hip! No tengo —risilla tonta—, coo... r... dina... ción...
—Ya lo pude notar.
Me hago una nota mental de por vida: nunca volver a darle alcohol a Percy, no tiene buen aguante.
Otro escalón, casi llegábamos.
—Eton... ces... —dejó la cabeza colgando a un lado, mirándome. Sus ojos estaban enrojecidos y su sonrisa pareciera de alguien drogado—, ¿Sabes... que eres muy... —dio un toque a mi nariz, haciendo que pique como si fuera a estornudar—, guaPA...? ¡Hip!
Sacudí la cabeza, echando un suspiro por la boca. Quiero estar molesta con él pero no es algo que se me esté dando bien. Sí, estoy frustrada, quiero ir a acostarme y él no está colaborando, pero me gusta su lado perdido entre las nubes y el alcohol, es adorable y sus cumplidos son... los de un ebrio pero tiernos.
Subimos otros dos escalones, ya entramos a nuestro piso. Ahora solo es de avanzar hasta su cuarto.
—Me gutas muuuchooo, como asiii —estiró ambos brazos, lo tuve que sujetar del torso y bajar la cabeza para que no me golpeara—, de así me gutas.
—Tú también me gustas de así, listillo. Ahora, colabora para llegar a tu cuarto.
Se quedó estático, ¡Estático! En medio del pasillo.
—No, no —sacudió la cabeza como un niño—, no quero mi cuarto.
—¿Y pues qué quieres? ¿Dormir en el pasillo?
Echó una mirada a mi puerta, después a mí. Sus labios formaron el intento de un puchero.
—Quero dormir con... ¡Hip! Chica guapa... tú —otra vez esa sonrisa bobalicona.
Sé por experiencia que cuando un ebrio quiere algo, quitarle la idea sería demasiado difícil. Papá se pone de insoportable cuando está tomado y se le ocurre algo por hacer, una vez tuve que encerrarlo en su habitación porque se le había metido la idea de comprar un ring de boxeo que vio en la televisión.
Y Percy tiene pinta de ser ese tipo de borrachos.
—Mientras no vomites, está bien.
—¡Yeeeii!
Pasamos a mi habitación donde lo dejé acostado en mi cama, le ayudé a quitarse los zapatos, el chaleco y también la corbata. Puse sus lentes en mi mesita de noche.
—¿Qué... vasaserme...?
Lo miré confundida de pie junto a la cama.
—¿Disculpa?
—¿Quieres... aproveCHARte de... mí?
—¡¿Qué?! —medio grité, medio susurré—. No seas idiota, Perceval.
Una nueva risilla tonta.
—Yo... para sel honeSto no... ¡Hip! Tengo problemaS... —me miró cuál chiquillo a un como de helado—, yo quero estar con... ¡Hip! tigo...
Santísima madre del maíz, ¿En serio está diciendo eso? ¡¿En serio está hablando de «eso»?!
—Creo... creo que será mejor que te duermas, Percy.
—Sí... dormir... ¿Duermes con... migo?
Realmente estaba pensando en dormir en la cama de Phoebe, no se molestaría dado el estado del borracho que se a apoderado de mi cama. Pero, como ya hemos mencionado, Percy tiene pinta de ser ese tipo de ebrios que no te deja en paz hasta obtener lo que quiere.
Así que me quité mis zapatillas y me acosté en el espacio libre que dejó. Él huele a una mezcla de natilla, colonia de bebé y alcohol. Sus ojos rojos y perdidos se conectan en los míos. Tiene sueño, lo sé por como empieza a parpadear más lentamente.
—Pú —tocó la punta de mi nariz con su dedo.
Esta vez sí me reí con él.
—No tienes aguante en el alcohol —pasé mis dedos por su pelo ahora húmedo y enredado.
—No me... guta beber...
—¿Y por qué ahora lo has hecho?
Se rascó el área de la sien, pensativo.
—¿No lo... sé...?
Acaricié su mejilla, tiene el rostro caliente.
—Tranquilo, buscaré venganza por los dos en la mañana. Nyl las pagará.
—Nyl... —saboreó—, Nyl... ¿Quién e' Nyl?
—El culpable de tu borrachera.
Asintió contra la almohada, ahora rascando su mejilla.
—¿Eso sijnifica que no soy TAn ¡Hip! merda como pen... sa... ba...?
Alcé una ceja.
—¿Qué?
Se recostó sobre su espalda, mirando al techo. Se veía más lucido, sin embargo al hablar aún arrastraba las palabras:
—Soy malo cumpliendo promeSAS... —parpadeos pesados—, yo prometí no volver a ¡Hip! Beber jamás de los jamases... poque así... murió mi helMAno, ¡Y mírame! —exclamó más alto—, soy un ASco... —sorbió su nariz—, no quero romper la otra promeSa que hice.
—Oye, no seas tan rudo contigo mismo, ni siquiera es cien por ciento tu culpa. No sabías que Nyl había adulterado el ponche.
—Yo... te quiero mucho como para dejate i'... no quero volver a se' idiota y... ¡Hip! rompe' esa promeSa...
No pude decir nada por los siguientes cinco minutos, la habitación se quedó en silencio y Percy dormido. Sus ojos se cerraron por fin y su pecho empezó a subir a un ritmo suave. Yo me quedé en la misma posición, viendo su perfil y rostro en paz, la curva de su nariz y la bolita redonda que es la punta, sus largas pestañas azabache y el contorno de sus labios medio abiertos.
«Yo... te quiero mucho» es lo que no dejo de repetir en mi cabeza. Él ha dicho que me quiere... No sé qué fue lo que empecé a experimentar, ¿Emoción? ¿Nervios? ¿Reciprocidad? Desde hace tanto que yo tengo asimilado que lo quiero mucho, creí que era un sentimiento adelantado, pero el saber que es algo mutuo, hace que me sienta aliviada y demasiado feliz.
Me acerqué para dejar un beso en su mejilla.
—Yo también te quiero mucho, Percy.
Dormí tranquilamente a su lado hasta que la alarma sonó a las ocho de la mañana.
Percy gruñó, escondiendo su cabeza bajo la almohada.
—Apaga esa cosa.
Pasé una mano por mi rostro, intentando quitar el sueño que se mantiene en mis párpados. Apagué la alarma soltando un bostezo. La habitación está semi oscuras, lo que no significó un problema ver el cuerpo inconsciente de Phoebe en su cama. Sus ronquidos bajos se escuchan aquí.
Di otro bostezo, más largo y profundo que el otro. Me encaminé hasta el botón de la luz. Los dos dormilones se quejaron.
—¡Apaga la luz! —exigió Phoebe.
—Hora de despertar —subí a la cama para correr las cortinas, recibí un golpe de Percy en el tobillo. Nada como para lastimarme pero sí para desequilibrarme—. ¡Percy!
—No grites, mi cabeza me duele —respondió contra la almohada.
—Eso no estaría pasando si alguien no hubiera bebido anoche.
—Solo déjame dormir.
Ellos se quedaron acostados por una media hora más mientras yo me cambiaba por una muda de ropa cómoda y terminaba de guardar mis cosas. Hoy era el día de retirada, el inicio del verano.
Volví a guardar mis libros en su caja, mi ropa en la maleta. Mis fotografías y otros objetos en las cajas en las que habían llegado. Poco a poco hasta que mi lado de la habitación estuvo como mi primer día: como si nadie hubiera dormido allí.
Fue algo... extraño. Triste sería la palabra, pasé la última mitad del año en esa habitación y ahora, sin más, tenía que decirle adiós.
—Es un poco nostálgico, ¿A qué si? —asentí a las palabras de Phoebe—. Imagínate pasar los últimos dos años de tu vida en un lugar que empezaste a considerar tu espacio seguro, ahora deberás dejarlo para irte a la otra punta del mundo.
Se sentó al borde de su cama, acariciando la frazada con las manos.
—Voy a extrañar mucho esta habitación.
—Sí, yo también.
Dejé a Phoebe un rato sola en el cuarto. Tuve el presentimiento de que necesitaba despedirse de la habitación. Fui a ver cómo le iban a mis demás amigos. En el cuarto que comparten Nyl y Percy solo encontré al primero. En el lado de mi novio aún se encuentran algunas de sus cosas personales.
—Tock, tock —toqué la madera, él se volteó a verme—. Hey, Nyl.
—Hey, Polet. ¿Ya terminaste de guardar tus cosas?
—Así es. ¿Cómo van ustedes?
—Casi terminando.
—¿Y Percy por qué no está aquí?
—Dijo que necesitaba un momento, no lo entendí bien —guardó unas camisas en su maleta—. Ha de estar en la azotea, por si te interesa.
Por supuesto que lo hace.
Subí de a dos los escalones hasta llegar a la puerta abierta de la azotea. El sol de las nueve de la mañana encandiló mi vista, por lo que tuve que poner una mano sobre mis ojos para no quedarme más ciega de lo que lentamente empezaba a ser. Mis oídos captaron el sonido de una guitarra, una guitarra electrica. La melodía que se me hacía un poco conocida venía de la pérgola.
—It almost feels like it was just a dream, all these memories of you and me. Blown away in the summer breeze... —su mirada se mantiene en el extenso horizonte—. It almost feels like we just never were. All this time we spent was just a blur, now it's just me and a melody...
»So what am I, supposed to do, 'Cause all these plans. We made in the sand are through...
Percy estaba demasiado concentrado tocando como para notarme ahí de pie. Jamás me cansaría de escucharlo cantar y tocar la guitarra, incluso podría convertirse en mi vista favorita de él. No obstante... hay algo en su voz, quizá en su rostro, que se me hacía familiar. No lo obvio, evidentemente, sino un sentimiento.
Entonces descubrí lo que era: la nostalgia. La misma nostalgia con la que cantó la canción de el jardín de las estrellas.
—Without you, I'm on my own. Am I'm gonna be alone, and if it's only me, myself and I. Will I be fine? So far from home, and I just don't know. Am I gonna make it. Brave enough to take this road, out on my own...
En cuánto finalizó, aplaudí adentrándome en la pérgola. Percy subió la mirada, sonrió.
—Oh, hola, Polet.
—Hey —ocupé la silla vacía—. ¿Interrumpo algo?
—No, descuida. Me apetece tu compañía.
Observé la guitarra que ahora reposa sobre su regazo, es diferente a la acústica. El azul es de un tono distinto, uno más claro y estaba bordeada de blanco. En una esquina se veía una firma en marcador negro que empezaba a desaparecer.
—Era la firma de Patch —Percy también vio el garabato—, se creía una super estrella del rock, por lo que firmó la guitarra. Escribía horrible.
—Es un lindo recuerdo. No te había visto tocar la eléctrica.
—No lo hago con mucha frecuencia, me gusta más como suena la acústica. Ahora... no lo sé, tuve la sensación de tocar algo.
—¿On My Own?
Ladeó una sonrisa.
—Es una canción personal. Podría decir que es mi favorita. Es ese tipo de canciones que, al ser tan personales, se vuelven como un espacio seguro para ti.
Traté de no pensar tanto en la letra y su significado.
—En fin, es algo que se me apetece guardar, si no te molesta.
—No, no, en lo absoluto. Comprendo que... hay ciertas cosas que deben quedarse para uno.
—Gracias, Polet, por entenderlo.
—Descuida, todo estará bien.
Tocó una melodía corta que hubiera sonado mejor en la guitarra acústica. Los rayos del sol se escurren dentro de la pérgola, las plantas colgantes se mueven por la brisa de la mañana. Puedo oir algunos claxons de la avenida y el bullerío que empieza a armarse adentro.
—¿Vienes hablar lo de anoche?
—¿Eh? —lo observé sin entender.
Percy dejó la guitarra a un lado con cuidado. ¿Lo de anoche? ¿Cómo que lo de anoche? ¿A su épica borrachera o que no dejaba de darme cumplidos?
—Anoche, lo que te dije.
—Percy, dijiste muchas cosas, la mitad de ellas innetendibles, deberías ser un pelín más específico.
Tomó aire, también tamborileó los dedos sobre sus rodillas.
—Lo de... ya sabes... —sacudí la cabeza—, que yo te dije...
—¿Que tú dijiste...?
—Que te... quería —murmuró eso último.
Oh, con que «eso»
Parecía estar esperando un golpe en la cara, mantiene los ojos apretados al igual que sus dedos en sus rodillas. ¿Yo por qué habría de golpearlo? Esa declaración no me molestaba en lo absoluto. Todo lo contrario, me parecía asombrosa.
—Vale... ¿Entonces?
Se apresuró a abrir los ojos, dándome una mirada incrédula.
—¿Cómo que «entonces»?
—Sí, ¿Qué pasa con eso?
—¿Has escuchado lo que te dije?
—Fuerte y claro, sí.
—¿Y no me vas a decir nada?
—Creo que ya dije lo suficiente yo también anoche.
Su rostro se descompuso.
—¿Eh?
Debió estar mal visto que me haya reído con tanto descaro, ¡Pero es que su cara no colaboraba!
—¡Oye!
—Va, va. Está bien, lo siento —limpié una lágrima del rabillo de mi ojo—. Seguro no me habrás escuchado anoche, pero sí te respondí, Percy.
—¿Eh?
Puse los pies en el suelo, yendo hasta donde está para acunar sus mejillas que no tardaron en tornarse rojas. Le di un breve y cariñoso beso.
—Yo también te quiero, listillo.
Parpadeó unas cuantas veces, haciéndome reír.
—O sea que tú...
—Mmjú —solté su rostro, desordené más su cabello—. ¿Cómo no hacerlo? Eres un gran chico. Amable, bromista, amargado de vez en cuando pero así ya eres tú. Yo te quería desde hace un tiempo para acá, me alegra que sea algo recíproco.
—Tú... —suspiró dejando caer los hombros—. ¿En serio te gusto tanto? Parece absurdo.
—Oh, lo es. Supongo que así funciona el romanticismo.
»Ahora vamos, listillo. Hay una habitación por vaciar.
Bajamos a nuestro piso agarrados de las manos, para nadie es un secreto que estamos saliendo, de todos modos hay uno que otro que se habrá enterado recién de la noticia ya que hubieron unos chicos que nos lanzaron miradas sorprendidas, y más cuando antes de entrar a su cuarto, Percy dejó un sonoro beso en mi mejilla. He notado que le gusta mucho eso, y a mí me gusta que le guste. Soy fan de sus mimos.
Empecé a bajar con mis cosas al pasillo principal. Fue más fácil bajar con ellas que subir con ellas como en mi primer día. Los estudiantes que hoy nos iríamos son los que estamos mudandonos, mientras los que seguirán el curso en el internado bajan nada más con una mochila y maleta en mano.
El jardín se llenó de cajas y maletas, algunos maestros ayudaron a los estudiantes a llevar sus cosas a los autos de sus padres. Hubieron abrazos de despedidas y promesas de reunirse en el verano. Aquí todos tenemos un amigo al que íbamos a extrañar.
—¿Segura que no habrá problema en dejar estas cosas en tu casa?
Phoebe dejaría al menos tres cajas con ropa y objetos personales. Trasladar todo eso en un avión a Australia o le sería difícil o sería muy caro.
—Segura, papá ya hizo un espacio en su armario. En cuanto vuelvas tendrás de regreso tus cosas.
Dejamos sus cajas junto a las mías, ya se hacía una pila de al menos ocho con las anteriores que habíamos bajado.
—Volveré, es una promesa —dijo, tanto para mí como para sus pertenencias.
Subimos por nuestras mochilas. La ventana estaba cerrada, las camas desnudas de sábanas, el piso recién aspirado. Las paredes ya no tienen pósters de sus cantantes favoritos ni de sus fotografías. Las cómodas estaban vacías, los ganchos colgando esperando la siguiente ropa que sujetar. Los estantes que antes habían llevado libros y objetos personales, ahora acumularán una capa de polvo hasta el próximo semestre.
Apagué la luz antes de salir.
Saqué mi llave del bolsillo de mi sobre camisa, Phoebe se quitó el collar y sacó la suya también. La única decoración que demuestra que esa habitación es nuestra, son las iniciales de nuestros nombres hechos en papel brillante. La P en verde pastel con flores blancas que viene siendo la mía, y la otra P en lila con corazones rosados, la de Phoebe.
Las despegamos con cuidado.
Y ahora sí, es momento de decir adiós.
—¿Hora de apagar las luces?
Apreté los labios, colgando la llave de la perilla, Phoebe hizo lo mismo.
—Hora de apagar las luces.
***
Nos terminamos reuniendo todos junto a la entrada principal con nuestras cosas a eso de las diez treinta. La parte buena de solo haber pasado medio semestre aquí es que no cargo con tantas pertenencias como ellos.
Al pasar la hora nuestros padres fueron llegando por nosotros. Primero los de Aba, que la ayudaron a subir sus cosas a la camioneta en la que iban. Le siguió el tío de Letty, después los papás de Nyl.
Ellos aprovecharon el apoyo de sus padres para la despedida. Nos hicimos una última fotografía en las escaleras de entrada con la ayuda de la madre de Aba.
—Entonces, ¿El próximo semestre? —Nyl nos mira a todos esperando respuesta.
En esos segundos de silencio se aparecieron los papás de Phoebe.
—El próxima semestre —afirmó mi amiga.
—No es por ser sentimental ni nada, pero... quien no se aparezca el semestre próximo me encargaré de que sufra los peores dolores de su vida. ¿Entendido?
—Entendido —respondimos al unísono, puede que un poquitín asustados por la amenaza de Letty.
—Bien.
No hubo señales de papá. Seguro se habrá ocupado con algo del trabajo, tengo que ser paciente. Ni remotamente soy la última, aún hay muchos chicos que faltan por irse, por ahora mantengo la calma.
—Bueno... ya está.
Solo quedan mis cosas y las de Percy, todas las demás ya estaba guardadas en los respectivos autos de la familia de mis amigos.
—¿Saben, chicos? —habló Phoebe, dirigiéndose a Percy y Nyl—, son unos insoportables desastrosos. Nyl, eres el ser humano más irritante que he conocido, y Percy, tú eres demasiado antipático como para ser un humano.
»Aún con todo eso... se volvieron mis mejores amigos de todo el mundo, y los voy a extrañar mucho.
—Aw, Phoebe.
Los tres «amigos, amigos, en el sentido literal de la palabra, pues no» se dieron un fuerte abrazo. Phoebe sollozó un poco, y puede que Nyl también.
—También te vamos a extrañar, Roberts.
—Más te vale volver para el siguiente semestre, eh, o yo mismo me encargo de ir por ti a Australia.
Phoebe se limpió las mejillas húmedas.
—Claro que sí, insoportable. Aún me debes unas arepas, pretendo volver por ellas.
—¡Phoebe, andando!
—¡Venga, Letts, que dejé a tu primo solo!
—¡Alejandro apúrate!
—¡Vamos, Aba, tu hermano nos espera!
Los seis compartimos una mirada y, como si la idea se hubiera aparecido en la mente de todos, nos dimos un último abrazo grupal.
—Hasta el próximo semestre.
Así quedamos solos Percy y yo hasta que nuestros representantes vinieron por nosotros al medio día. Distinguí la camioneta de Nico y en el asiento de acompañante a su madre, en la cajuela donde el pelinegro le había obligado a volver a la ciudad después de la acampada se encontraba su hermana. Ella nos saludó emocionada.
Percy se puso de pie, sacudiendo los costados de su pantalón. Extendió la mano.
—¿Vienes, átomo en decadencia?
Acepté.
—Yo te sigo, listillo.
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