56. Percy Adams se empeña en matarme

Clay seguía en la cocina, ahora sentado en un taburete junto a la isla ensimismado en su celular luciendo una expresión preocupada.

Aún no había escuchado mi llegada, por lo que lo detallé unos segundos para caer en cuenta de que esa persona ahí no es ni la sombra de las fotos que están en el teléfono de mamá. Los vídeos y fotografías mostraban a un hombre alegre, sonriente y de risa contagiosa, el que está sentado a dos metros de mí no es el Clay que mamá conoció, sino el que su partida dejó.

Incluso se veía más delgado, ¿Así es como le afectó perder a mamá?

—Ehm, hola, Clay.

Alzó la mirada apenas escucharme, los ojos marrones que miraron con tanto amor a mi madre ahora están llenos de una tristeza profunda.

Metida en mi propio dolor, no me había puesto a pensar en cómo lo han pasado las personas que fueron cercanas a mamá, sus amigos aparte de la tía Daphne, sus compañeros de trabajo que le tenían aprecio, incluso el propio Clay.

Mamá fue una persona apreciada por muchos, y si fue un golpe duro para mí haberla perdido, no quiero imaginar como fue para otras personas que tuvieron la dicha de tenerla en sus vidas.

Clay se bajó torpemente del taburete, parece muy nervioso, así como se pone Letty cuando va a exponer un punto frente a toda la clase. Lo ví tragar saliva con fuerza y pasarse una mano por el crecido pelo.

—H-hola, Polet.

Sonreí de labios cerrados, una forma para pedirle que se relaje.

—No estés nervioso —le dije—, no hago mucho daño.

Despidió una risita, asintiendo.

—Lo siento es que... bueno, últimamente tengo los nervios de punta.

—¿Por qué no nos sentamos? —sugerí.

Clay aceptó y ambos ocupamos los taburetes de la isla manteniendo un metro y medio de distancia entre nosotros. En esa situación tuve que ser yo la que tuviera bien puestos los pantalones, no lo culpo, comprendo que por sus razones pueda estar ansioso o nervioso. No es como que todos los días te encuentres con la hija de tu ex novia fallecida. Así cómo el entendió mi estado abrumado hace un rato, yo debo de entenderlo a él igual.

—¿No quieres algo de beber? —le pregunté—. Hay una gran cantidad de bebidas aquí.

Sacudió la cabeza.

—No, no, pero igual... igual muchas gracias.

—No hay de qué —del otro lado, la fiesta sigue animada, es muy raro que nadie haya venido a la cocina por más jugo—. Me habría gustado conocerte en otra situación, Clay.

—A mí también, Polet. Tú mamá... —suspiró ladeando una sonrisa—, ella hablaba mucho de ti.

—Ella no me contó mucho de ti —admití.

—Lo sé, no tenía problemas con eso, queríamos llevar las cosas con calma. Pero ella me habló de muchas cosas relacionadas a ti, te adoraba.

Inconscientemente sujeté mi relicario.

—¿Cómo es que mamá y tú se conocieron? —quise saber.

—Daphne me la presentó en una reunión —tiene todo el sentido del mundo, tía Daphne le gustaba hacer de Cupido con mis papás—, desde el primero momento en que la vi quedé prendado de ella. Tu madre era simplemente...

—Asombrosa —completé haciéndolo asentir.

—Eso fue a finales de diciembre y desde entonces habíamos estado hablando. Hace cuatro meses empezamos a salir de forma oficial.

—¿Por qué si ella te habló tanto de mí no me habló de ti?

—Ya te lo dije, Polet, queríamos ir con calma. Además, tu madre sabía lo angustiante que es para ti las nuevas personas en la vida de tus padres, no quería ponerte una carga más encima.

Apreté con mucha más fuerza el relicario, no me atrevía a soltarlo.

¿Ella no me presentó su relación por miedo a mi reacción? ¿Por qué eso me hace sentir egoísta?

—No es tu culpa —dijo—, así lo quisimos nosotros.

—Igual siento que...

—Polet —su expresión pasó a ser tranquila, su sonrisa transmite relajación—, U’i y yo queríamos hacer las cosas bien, dar todos los pasos necesarios, tener la suficiente estabilidad para dar grandes pasos como conocernos tú y yo.

—¿Por qué le decías así? ¿Qué significa?

Clay agachó la mirada ampliando una sonrisa cariñosa. Entendí por esa simple acción que ese apodo tenía un gran significado detrás.

—Soy de Hawaii, crecí hablando hawaiano y me parece una lengua preciosa con un montón de palabras con significados profundos. U’i es una de esas palabras, significa «hermosa» y es de las pocas que encontré para definir tanto física como personalmente a tu madre.

Imaginé a mi madre sonriendo y sonrojandose al descubrir el significado del apodo que le tenía Clay. A ella le encantaban los apodos cariñosos y estoy segura de que ese debía de ser de sus favoritos.

—Se coloreó muy bonito cuando le conté lo que significaba —recuerda Clay manteniendo su sonrisa—, es uno de mis recuerdos favoritos con ella.

—Estoy segura de que le gustaba mucho que la llamaras así.

—No lo decía, pero me daba cuenta por como reaccionaba, la hacía feliz, y lo único que yo quería era hacerla feliz —de pronto suspiró, decaído—. Supongo que no lo hice lo bastante bien.

Dudando en si era algo apropiado o no, deslicé mi mano por la superficie de la barra hasta la suya, que se había empuñado empezando a generar tensión. Di unas suaves palmaditas, sintiéndome extraña un segundo para después dejarlo pasar. Él y yo compartimos muchas cosas, si alguien aparte de la tía Daphne y papá podían entenderme en mi duelo, era él.

—Esto incluso a mí me cuesta aceptarlo, pero... no somos los culpables por la decisión de mamá, Clay.

—Es que sí tan solo yo...

—Los «¿Y si...?» junto a sus variantes no son sanos, Clay, las posibilidades y probabilidades, si las piensas mucho, comienzan a carcomerte por dentro.

—A veces no puedo ni evitarlo. La echo de menos —murmuró—, sé que mi dolor no es como el tuyo, Polet, pero de todas formas...

—No he dicho que tú dolor es menos que el mío, todos sufrimos de diferentes formas, todos perdimos a una persona increíble.

»Yo también la extraño, y muchísimo, aún siento que no era su momento de irse pero... —parpadeo unas cuantas veces para librar mis ojos de las lágrimas—, el que se suicida no quiere acabar con su vida, quiere terminar con su dolor.

Me miró de reojo.

—Es algo que dijo mi psicóloga, mamá no quería morir, solo quería dejar de sufrir.

—¿Pero así?

Medio encogí los hombros.

—En momentos como esos, lo que otros creemos drástico, para quienes lo atraviesan es la salida más cercana y fácil.

Aparté mi mano, ahora apoyando ambos brazos de la superficie de mármol.

—Ella está bien —prometí.

—¿Cómo estás tan segura? —preguntó con la mirada cristalizada.

Recordé mi sueño muy real. Quiero pensar que ellos de verdad vinieron a visitarme así sea una noche. Mamá se veía radiante, tan radiante como nunca lo había estado. Es como si nada de lo que le pesaba estuviera sobre sus hombros, es como si fuera libre de esa carga de pensamientos intrusivos.

Estaba completamente segura de que se encontraba bien en la espera del momento de volvernos a reunir.

—Tengo una corazonada —respondí a Clay. Hizo el amago de una sonrisa. Mis ojos cayeron en el collar—, ¿Ella te lo dió?

—¿Eh?

—Es es su collar, ¿Te lo dió?

Tomó el corazón de cristal entre sus dedos. Mamá amaba tanto esa película de Barbie hasta el punto de tener el vestido de la princesa Liana, lo usó dos Halloweens seguidos con la tía Daphne disfrazada de Alexa. Papá incluso una vez le siguió el juego disfrazándose de el príncipe Jeremy, en casa aún hay fotografías de esa fiesta.

Clay miró el dije como si fuera el mayor tesoro del mundo, y tal vez, para él si lo era.

—Me lo regaló una semana antes de... ya sabes. Me dijo que era especial para ella, que no importa a donde vaya, si traía el collar conmigo estaría junto a mí. Cuando... cuando Daphne me llamó, fui incapaz de quitarmelo.

»Es una de las pocas formas que tengo de sentirla a mi lado.

Saqué mi relicario, ahora notando que la forma de corazón es exactamente igual al otro collar.

—Te entiendo —le dije—, a mí me dejó este relicario —lo tomó con delicadeza, después se sacó el collar que lleva—. Mamá tenía una mala obsesión con esa película —reí, Clay también lo hizo.

—Me obligó a verla incontables veces —me devuelve mi collar—, también me enseñó su vestido.

—¡No! ¿De verdad lo hizo?

Asintió riéndose.

—Aún tengo las fotos —hace unos cuantos clicks en su teléfono mostrándome la pantalla.

Era una fotografía de mamá posando con las manos en la cintura y una sonrisa completa. Lucía su vestido de la princesa Liana, siempre me gustó como le quedaba, se veía preciosa con él. Incluso se había hecho un peinado parecido y traía puestas la tiara de halloween.

Pasé saliva, sintiendo de la nada un nudo en mi garganta y mis ojos llenarse de lágrimas. Ella no merecía pasar por todo eso, era una persona increíble que aún no debió irse.

—Se veía tan feliz —murmuré limpiando el rabillo de mi ojo.

—Por fotos como esta, por momentos que pasamos juntos, es que me cuesta creer los motivos del porqué se fue —Clay deja su teléfono de lado, acaricia el dije del collar—. ¿Tú de verdad... crees que esté bien?

—Mi corazonada me dice que sí.

—A veces me pregunto si un día su partida me dejará de doler —agachó la cabeza—, tu madre fue y es muy importante para mí, Polet, fue...

—¿El amor de tu vida? —sugerí a su falta de palabras.

—Incluso algo más fuerte que eso.

—Sé que es difícil, Clay, yo también me he hecho la misma pregunta, muchas más veces de lo que es sano —suspiré, repasando en mi mente todas las sesiones de terapia que he tenido con Eda, todas las palabras de aliento de mis seres queridos—, perder a alguien importante para ti no es algo que se supera, nada más se aprende a vivir con ello.

—¿Así y ya? ¿Aprender a vivir con una ausencia que duele?

—No dije que sea fácil, nunca lo será. Nadie te prepara para despedirte, yo no estaba lista ni esperaba despedirme de mi mamá. Pasé meses deprimida, aún lo estoy. Era mi mamá, aún tenía mucho que hacer con ella, pero luego de un tiempo entendí que... el dolor de perder a alguien no es algo que se cure en una semana, ni siquiera en un mes o años, está ahí, siempre, depende de nosotros en cómo nos afecte.

»Yo no quería que me afectara más, estaba calando en mí, dañando lo poco que me quedaba. A mamá no le habría gustado verme así, por lo que decidí empezar a sanar. No es un camino fácil, te lo digo yo que aún estoy en él, pero vale la pena, por ti y por quien se fue.

»¿De verdad crees que a ella le habría gustado vernos así? —torció inseguro los labios—, ¿Derrotados, tristes, sin motivación? Conoció nuestras partes más alegres y optimistas, ella habría querido que ese lado nunca se oscureciera.

—No, no le habría gustado —respondió por lo bajo.

—No deshonres su único deseo, Clay —él sigue cabizbajo teniendo el collar de mamá entre sus manos—, la muerte no debería de significar un adiós, es más como un «hasta luego»

Ladeó una pequeñísima sonrisa.

Hui hou —habló—, es una frase hawaiana, significa "hasta que nos volvamos a encontrar" —alzó la mirada hacia mí—. ¿De verdad crees en eso? ¿En que no es adiós, sino un hasta luego?

Puse una mano en su hombro y asentí, mucho más que segura.

—¿Sabes? Yo también tengo raíces indias, mamá debió comentarte que soy medio cherokee, y los cherokee creemos en una vida después de la muerte. Así que sí, me gusta creer que no es un adiós, sino un hasta luego. Sería...

Hui hou —decimos al mismo tiempo.

—Hasta que nos volvamos a encontrar.

—En otra vida tal vez —agregó.

Di unas palmaditas a su hombro.

—Todo estará bien, Clay, aunque no lo creas.

—Muchas gracias, Polet.

—Compartimos un mismo dolor, y creo que esto es algo que ambos necesitábamos.

Nos pusimos de pie. Clay se pasó el collar por la cabeza, dejándolo reposar sobre su cuello. Tomé el dije entre mis dedos unos segundos.

—Cuídalo mucho.

—Lo haré, no lo dudes —guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón—. Será mejor que vuelva arriba, Alexa no me quería aquí abajo, cree que «sería raro para sus amigos» —puso los ojos en blancos.

—¿Alexa es tu...?

—Sobrina, es la hija de mi hermano mayor, me dejaron a cargo para que la fiesta no se vuelva un desastre de adolescentes hormonales y ebrios.

—Eso explica porque no hay alcohol aquí.

—Puede ser, de todos modos, Alexa no es de beber. En fin, fue muy agradable hablar contigo, Polet, me habría encantado conocerte en otra situación, sin embargo... fue todo un placer.

—Lo mismo digo, Clay.

—Si me necesitan para cualquier cosa, estaré arriba.

Lo ví irse por el pasillo del que emigró hace un rato. La charla fue mejor de lo que esperaba, no creí que me sentiría tan bien después de hablar con él. Supongo que se debe a que me recuerda mucho a... mí, así estuve yo días y semanas después que mamá partiera. Sé lo que se siente, es una sensación de ahogo y oscuridad, nadie merece pasar por eso.

Hablamos de todo lo necesario, sin embargo... aún tengo el presentimiento de que aún hay algo por decir.

—¡Clay! —lo llamé sin pensar.

Volteó a verme con el ceño fruncido.

—¿Pasa algo?

¿Pasaba algo? No estaba segura. ¿Por qué lo llamaste, Ocasta? Ya has hablado todo con él.

No... no lo había hecho.

—No quiero que suene raro pero... ¿No deseas un abrazo?

Su expresión se contrajo en completa confusión, lo comprendí bien, ni yo esperaba que esa propuesta saliera de mi boca. A pesar de eso, mantuve mi firmeza porque, una parte de mí sigue teniendo el presentimiento de que eso es lo que le faltó a nuestra charla.

—Si no es mucha molestia, claro.

Fui a darle un abrazo no solo necesario para él, también lo fue para mí. Puede que para los dos es una forma indirecta de darle un abrazo a mamá.

Lo oí sorber su nariz unas cuantas veces, mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas y esta vez sí las dejé ir libremente. El aire en la cocina se volvió cálido y por los siguientes cinco minutos sentí un par de brazos extra. Puede que me haya vuelto loca, pero quise creer que fue mamá desde algún lado del más allá.

Al separarnos, ambos teníamos las mejillas húmedas y narices rojas.

—Muchas gracias, Polet.

No tienes nada que agradecer, Clay.

Se pasó las manos por las mejillas, yo hice lo mismo.

—Ahora sí, volveré arriba. Espero verte de nuevo, Polet.

—Espero lo mismo.

Sacudí la mano, viéndolo perderse en el pasillo.

Hincho mi pecho, llenando mis pulmones de aire y soltándolo en una respiración por la boca. Salí de la cocina.

En la sala los grupos de adolescentes seguían festejando tomando vasos de jugo o refresco, comiendo dulces de la barra o cantando en el karaoke. No encontré a mis amigos por ahí. Letty, Penn y Percy ya no se encontraban en el área de dulces, Nyl y Aba ya no estaban en el karaoke. ¿Dónde estaban?

—Boo —dijeron detrás de mí.

Di el peor respingo de todos que casi me manda al suelo y me genera un paro cardíaco. Percy se ríe sin vergüenza de mi reacción.

—¡Oye, no hagas eso!

—Lo siento, fue inevitable —no dejé de mirarlo mal, ¡Casi me mataba!—. Solo fue un sustito, no exageres.

Golpeé su brazo a puño cerrado.

—¡Oye, no hagas eso! —se quejó.

—Es un golpecito, no exageres —repetí sus palabras usando un tono sarcástico.

Resopló.

—Está bien, está bien. Eres resentida, ya veo.

—¿Dónde están los chicos?

—Afuera, Penn llevó a Letty a la piscina porque se estaba pasando con los dulces.

En serio que ella tiene un problema con los chocolates, galletas, gomitas y... los dulces en general. Me recuerda a Aidan.

—¿Qué tal fue tu charla con ese sujeto? —preguntó, llevándome consigo hacia el alféizar de uno de los ventanales que dan al jardín.

—Todo estuvo bien, es una charla que ambos necesitábamos.

—¿Y cómo te sientes? —tomó mi mano entrelazandola con la suya sin quitar la mirada de mi rostro.

Reforcé el agarre, asintiendo como respuesta.

—Creí que me sentiría abrumada como hace rato, pero no —agregué—, me siento bien.

—Eso me alegra mucho, Pau.

De inmediato alcé una ceja, una sonrisa inevitable se formó en mis labios.

—¿Pau? ¿Y eso?

—Te llamas Paulette, ¿No?

—Si...

—Es un buen diminutivo.

Rodé los ojos largando un suspiro. Igual no estaba mal, me gusta cuando me llaman «Pau» he incluso viniendo de él suena más bonito.

—Vale, ¿Ahora será Pau?

—Puede ser.

—¿Al fin te diste cuenta que no soy tan baja como para llamarme «átomo en decadencia»?

—Oh, no, igual eres bajita.

—Me ganas por míseros diez centímetros, Perceval —le di un toque en la frente con mi dedo índice.

—No fui yo el que dijo que eras un caniche... —recordó con burla.

Me arrepiento todos los días de esa declaración. En mi defensa, antes de que Aba y Letty se unieran al grupo, yo era la más baja de los cuatro. Con ellas presentes, es Letty (con su poderoso he increíble 1,60) la caniche del grupo, ¡No yo!

—Además —agregó—, sigo siendo más alto que tú.

—Por diez condenados centímetros —murmuré entre dientes.

Percy se encogió de hombros.

—Sigo siendo más alto.

Respiré profundo, apretando el agarre de nuestras manos a propósito para que le doliera. Tengo asimilado que, no importa si gano estatura, Percy siempre me llamará «átomo en decadencia» o me molestará porque "soy más baja que él"

Y de todos modos... eso no me fastidiaría. Sé que no lo hace en mal plan. Es su muy extraño sentido del humor, o solo le gusta molestarme.

Soltó nuestras manos haciendo una mueca adolorida.

—Está bien, está bien. Eres rencorosa, guao —abre y cierra los dedos, una manera de aliviar el dolor. Exagerado, ni que yo tuviera mucha fuerza.

Lo dejo a un lado, pasando a ver qué Alexa estaba en el área de karaoke cantando Boomerang de Walk Off The Earth.

—Alexa me dijo algo interesante ayer —mencioné. A ella se le sumó una de sus amigas para hacer dueto—, «aparentar jamás será lo mismo que ser » es imposible que yo haya conseguido cambiar la mentalidad de muchos en el internado.

—¿Por qué lo crees?

Resoplé, burlesca.

—¿Y te atreves a preguntarlo? Percy, es estúpido. Yo no soy un ente todopoderoso capaz de hacer un cambio, soy... yo —pasé a verlo, una de sus cejas está alzando y me mira en plan «¿En serio?»—. ¿Qué?

Suspiró atrayendome para un medio abrazo. No es que no me gustara pero no entiendo el motivo.

—¿Quieres un ejemplo del cambio que has generado?

—No creo que exista.

—Lo hay, Polet, y soy yo.

Le di mi mejor mirada de «No me jodas» Percy medio encogió los hombros.

—Ha de ser difícil para ti asumirlo, pero en serio has generado un gran cambio. Solo mírame a mí, ¿Tú crees que meses atrás yo habría considerado estar aquí? ¡No! Me la pasaba encerrado en la habitación leyendo, durmiendo o estando en mi teléfono. Pregúntale a Nyl si quieres. La estadía en Leighton era monótona y patética para todos, sobretodo para mí.

»Entonces llegaste tú... y las cosas cambiaron. Sigue siendo patético estar ahí pero ya no es tan monótono —recogió un mechón de mi pelo tras la oreja. Formó una pequeña sonrisa acariciando mi mejilla con su pulgar—, has sido la única en ponerle fin a los abusones, a Malia, de hablar con el director para que tome acciones, de interrumpir una pelea. No sé si eso fue estúpido o muy intrépido, pero a ayudado a los demás a qué entiendan que seguir con la personalidad que se armaron estando ahí no funciona.

»Ya nadie quiere ser quien no es, y eso, eso vaya que te lo debemos a ti.

—¿En serio lo crees? —no pude evitar cuestionar.

Dió una nueva caricia con su pulgar.

—Claro que sí.

Y dejó un suave beso sobre mis labios que puso todo en mi interior a chillar de felicidad. Cuando nos separamos medio minuto después, ambos estábamos con una sonrisa boba plasmada en los labios, como si recién nos hubiéramos metido alguna droga en el sistema. Sentía el rostro caliente y no era por la vergüenza. Poco me importa frente a quien me haya besado. Mi sonrojo se debía al simple hecho de que me gusta mucho, tanto él como sus muestras de afecto.

Sus ojos caleidoscopicos que tiempo atrás eran un vacío oscuro he inexpresivo, ahora reflejan una emoción que seguro mi mirada también transmite: cariño y amor mutuo.

El abrazo que le di nació de lo más profundo de mi corazón. La acción más honesta que he tenido con alguien, lo sé porque no lo pensé, solo actué y cuando menos lo esperé mis brazos lo estaban rodeando por el cuello, me encontraba inhalando ese característico aroma suyo de colonia de bebé y casi encima de él. Percy correspondió abrazándome por la cintura.

—Vaya, ¿Y este abrazo?

Puse un poco más de fuerza aún sin ahogarlo.

—Quería abrazarte.

—Okey... puedo vivir con esto.

Y reforzó su agarre, poniéndonos cómodos en el alféizar de la ventana sin importarle quien en la fiesta podría vernos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top