54. Tal vez Roma son los amigos que hicimos en el camino (de hecho, lo es)
A la mañana siguiente desperté primero que todos, sin embargo me quedé en mi cama en la misma posición soltando lágrimas silenciosas.
No sabía cómo sentirme al respecto sobre ese sueño. Se había sentido tan, pero tan real que por un momento pensé que estaban de vuelta, entonces al abrir los ojos resultó ser que no. Es un sentimiento extraño, es tristeza mezclada con felicidad, es la sensación de haberlos recuperado y perdido al mismo tiempo.
Quiero entenderlo pero es algo que va más allá de mí, la mejor manera que tengo ahora de desatar ese nudo que se formó en mi pecho, es no reprimir mis emociones.
«Siente cuando tienes que sentir. Llora cuando tengas que llorar, aún si no lo deseas, tu corazón y alma lo querrán para poder curar las heridas que ya no quieres que te duelan» seguí el consejo de Eda. No me contuve de derramar las lágrimas que se han acumulado en mis ojos, las dejé ser libres porque así lo querían mi corazón y alma, así lo quería yo.
Alcé la mirada hacia mi mesita de noche, ahí encontré mis fotos familiares, al menos las pocas que tenía aquí. Sorbí mi nariz antes de sonreír por la mejor fotografía familiar que tenía. Es esa donde aparecen mis papás, mi abuelo y yo, la misma en la que Phoebe halagó el físico de papá. Reí por lo bajo recordando esa conversación mi primera noche aquí.
Estiré el brazo para tomarla, el cristal tiene una fina capa de polvo que limpié con mi pulgar. Una Polet de doce años muestra una enorme sonrisa de dientes medio chuecos estando en medio de sus padres aún juntos. Todavía me acordaba de ese día, también del calor horrible que había hecho esa tarde, una excusa suficiente para darnos un baño en el río cerca. La visita sorpresa a Tahlequah le vino bien al abuelo y a nosotros también.
Me pregunto... ¿Cómo sería mi vida si mis padres no se hubieran divorciado? ¿Y si el abuelo no se hubiera enfermado? ¿Mamá seguiría aquí con nosotros? ¿Papá no lo habría pasado mal lo que restó del año pasado? ¿Estaría yo aquí en Leighton?
Veo a mis amigos. Phoebe está roncando bajo en su cama con una mano colgando del borde, cerca de la mía está Aba, parece un burrito tan envuelta con su sábana. A sus pies está Percy durmiendo boca abajo pero con un brazo casi rozando la espalda de Letty, que es la que parece más normal durmiendo. Nyl está al lado de la cama de Phoebe, roncando igual que ella solo que él tiene la boca abierta y está babeando, y mucho a mi parecer. Iugh.
Aprecio mucho a estas personas, son mis mejores y más grandes amigos, si mamá nunca hubiera tomado la decisión de cambiarme de escuela, ¿Los habría conocido? Sé que la pregunta suena absurda, pero soy una fiel creyente de que, de un modo u otro, las personas que conforman tu vida llegan en un periodo determinado, ya sea en el presente o en el futuro, incluso el pasado. Algo como la frase «Siempre llegamos a dónde nos esperan» me gusta creer en eso, que terminamos llegando a lugares donde inconscientemente nos están esperando.
Si nunca hubiera ingresado a Leighton, ¿En un futuro cercano los habría conocido? ¿O de esta manera es que estaba determinado conocerlos? ¿Esta es la manera en la que está escrita mi vida, así suceden y sucederán los hechos?
Tengo que dejar ir los «¿Y si...?» y variantes de él para aceptar de lleno que así pasaron las cosas, así pasan y ya veremos cómo pasarán.
«Un día a la vez, Polet. Un paso a la vez»
Respiro profundo y vuelvo la mirada a la fotografía.
-Gracias por venir a verme -murmuré lo más bajo posible-, ahora los extraño más pero... está bien, sé que están bien -limpié mi mejilla-, yo también lo estaré.
La volví a dejar en su lugar apreciando los recuerdos que teníamos todos juntos en mi corazón.
Busqué en el último cajón de mi mesita de noche, ahí seguía teniendo la libreta en dónde Eda me recomendó hacer una lista de las cosas que me dolían. Lo dije una vez, no suelo pensar mucho en las cosas que me afectan, las dejo estar hasta que las olvido o no les doy la suficiente importancia. Tenía unas pocas cosas anotadas.
"Esto aún me duele"
Perder al abuelo.
Cambiar de escuela repentinamente.
Mamá...
No tener jamás a mi familia.
Bully's.
Injusticias.
No poder dejar ir.
Eso fue lo último que anoté, aún hay demasiadas cosas que me afectan, que duelen, pero considero que no deben estar en esta lista porque gracias a la terapia, a mis amigos, a los momentos que paso fuera, los momentos donde estoy en paz con mi mente y conmigo, hacen que empiece a sanar esas heridas.
Estoy en camino a estar bien, estoy en camino a que las cosas que tengo anotadas en esa lista empiecen a serme igual, no podría estar más orgullosa de mí por todos estos pasos que he dado. ¿Pequeños? Sí. ¿Lentos? También. ¿Temerosos? Ni dudarlo, pero pasos a fin de cuentas.
Arranqué la hoja, estaba lista para dejar ir esa lista.
Es lo que mamá, el abuelo, papá y Eda habrían querido.
-¿Tú lista?
-Mierda -murmuré sobresaltada, llevando una mano a mi pecho.
Percy al otro lado se echó una risita baja.
-No es gracioso.
-Sí, sí lo es -dijo poniéndose de pie, llegando a mi cama procurando no pisar a Aba-. Buenos días, átomo en decadencia.
-Buenos días, listillo -se hace con el espacio libre junto a mí.
-¿Tú lista? -repitió a lo que asentí.
Hace un tiempo le había contado sobre esta tarea que me dejó Eda más no se la había mostrado, son cosas dolorosas que considero íntimas. Cómo la página arrancada de un diario adolescente.
-¿Crees que la terminaste?
Doblé la hoja metiéndole de vuelta en la libreta.
-Las demás cosas que aún me duelen las estoy sanando, no creo que deban entrar a esa lista -paso mi mano por la cubierta de la libreta-. Quiero deshacerme de ella.
-Vale, yo te apoyo -sonreí-. ¿Qué quieres hacerle?
-No lo sé -pienso en una idea-, algo que no la traiga de vuelta a mí.
-Hum... ¿Por qué no la quemas?
-¿Quemarla? -volteo a verlo alzando una ceja.
-Sí, así nunca volvería a ti.
Me gusta esa idea.
-Sí, quemarla -afirmé-, pero tiene que ser en el momento adecuado.
-Luna llena o algo así -dijo con tono burlón.
Le di un golpecito con el dedo en la frente, murmuró un «¡Auch!»
-No, listillo, es solo que... tengo la sensación de que tiene que ser en un momento determinado, y eso no es ahora.
-Bueno, confío en ti. Sabrás cuando será.
Asentí, más para mí que para él.
-Sí, lo sabré.
***
Durante el almuerzo, cuando estaba esperando a mis amigos me encontré con Alexa, ella se veía muy diferente a la chica que me molestaba mis primeros días. Su estilo de ropa había cambiado de prendas caras, ajustadas y brillantes a algo más... sencillo, holgado y cómodo. Ya no tenía el pelo lacio, supongo que esos rizos han de ser la forma natural de su pelo.
Alexa ya no parecía una niña pretenciosa y mal criada, lucía más bien como... una chica normal de diecisiete años que no pretende sorprender a nadie más.
Fue ella le que me vio sentada en mi mesa de siempre, sonrió sacudiendo la mano en mi dirección poco antes de acercarse.
-¡Hola, Polet! -saludó, su tono se oía con una alegría contagiable.
-Hola, Alexa -se sienta frente a mí-. Te ves diferente.
Soltó una risita mirando su ropa y cabello. Terminó por encogerse de hombros.
-Creo que te lo debo a ti.
-¿A mí? -me señalé.
Alexa asintió sonriendo. No era solo su cambio de estilo, sino también su actitud, parecía más relajada.
-Te dije que una personalidad pura y original es lo que se necesita para que los demás sigan el cambio. Mira a tu alrededor, Polet, ¿No notas algo?
Observé a los estudiantes que hay en la cafetería y los que van llegando, no noté nada nuevo hasta que puse más atención. Alexa no era la única con un cambio de estilo, muchas chicas y chicos ya no parecían niños pretencioso y malcriados. Muchas chicas ya no iban maquilladas como si en vez de ir a clases fueran a algún concurso de belleza. Los chicos se vestían como cualquier otro de nuestra edad y no como si se tratara de la semana de la moda en Milán.
Ropas holgadas, actitudes relajadas, ví a personas que no sabía que eran rizadas, ví a chicos usando lentes de pasta con toda la comodidad, sin miedo a ser juzgado por alguien.
Era... un cambio.
-¿Pero por qué...?
-Por ti -responde Alexa.
-Oye, eso es absurdo. Yo, ¡Yo, Alexa! No pude hacer que esto pasara.
-Aunque no te lo creas, sí lo eres. Polet, has sido la única en darle frente a Malia más de una vez, a los matones de octavo grado, a no quedarse callada por las burlas que recibe. En un instituto lleno de cobardes, has sido la única capaz de no quedarse callada.
»De cierta forma eso genera inspiración y confianza. Ya nadie quiere pretender ser alguien que no es. Quieren ser adolescentes y no pequeños adultos cabezas huecas -ambas nos reímos-, eso es gracias a ti.
Parpadeé incapaz de creermelo. Tiene que ser mentira, ¡Por favor, es absurdo por todos los lados en que lo mires! ¿Yo, la chica que entró a mitad de segundo semestre causando todo este cambio radical, no solo físico sino también personal? ¿Quién se traga eso?
-Tu cara dice que no te lo crees -habla Alexa-, es la verdad, lo quieras o no. Por lo que gracias, Polet.
Resoplé volviendo a mirar. No se trata de todos los chicos pero sí una gran mayoría de ellos.
¿Yo ocasioné esto? No, imposible. ¡No tiene el mínimo sentido! ¿O quizá sí? ¿De verdad lo tiene? Ni siquiera he estado en este instituto un año entero, solo vive a completar el medio año escolar que me faltaba, hice lo que en mi otra escuela no tuve el valor: defenderme de los bullys, defender a los que son como yo, indefensos, temerosos. Me castigaron, me denigraron, arranqué greñas oxigenadas. ¿Tenía yo que pasar por todo eso para que los estudiantes de aquí abrieran los ojos? ¿Para que dejaran de aparentar lo que no quieren ser?
Vuelvo a mi pregunta de esta mañana, ¿Esta es la manera en la que está escrita mi vida, así suceden y sucederán los hechos?
Mirando alrededor a esos chicos que ya no tienen presiones, que ya no parecen querer seguir un cliché o ser unos imbéciles. Incluso algunos de ellos me saludaron, una pequeña sacudida de mano que bastó para caer en la realidad.
Eso lo había ocasionado yo.
-Una personalidad pura y original es lo que se necesita para que los demás sigan el cambio -repite Alexa-, y esa personalidad fue la tuya.
-Yo.... esto... Vaya.
Volvió a reírse.
-Sorprendente, ¿A qué si? -asentí incrédula-, alguien tenía que abrirnos los ojos.
-Sigo... sin creerlo.
-Es difícil de procesar, lo entiendo. Quería que fueras consciente de que ya no eres «la niña india» o la cherokee rarita. Eres Polet, siempre lo fuiste, y Polet nos enseñó a todos que aparentar jamás será lo mismo que ser -Alexa se levantó-. Nos vemos en la fiesta más tarde, Polet.
Formó una sonrisa de labios cerrados a modo de despedida, yéndose a la mesa donde se encuentra su grupo de amigas. Todas ellas lucen tan diferentes, quizá por ese cambio no las había reconocido en los pasillos. Ya no se visten con prendas ajustadas, no se hacen peinados extravagantes ni exageran el maquillaje en su cara. Lucen como Alexa: una auténtica versión tanto física como personal de ellas mismas.
Me saludaron desde su lugar, hice lo mismo feliz de ver que realmente habían cambiado.
Mis amigos se unieron a mi almuerzo casi cuando estaba terminando de comer. Percy vino acompañado de Josiah, me alegró muchísimo verlo. Se a recuperado muy bien desde aquella pelea, el único rastro que queda es una pequeña cicatriz sobre la ceja. También se unieron Rascal y Penn, el par de chicos que conocí en el castigo.
-¡La banda del castigo se reúne una vez más! -Rascal nos abrazó por el cuello junto a Penn.
Ellos se llevaron bien con mi grupo, Rascal y Nyl no tardaron en hacerse con un tema de conversación, había olvidado el detalle que ellos se conocen, a través de juegos online pero se conocen. Penn estuvo hablando con todos de distintas cosas, esa parte conversadora suya no la conocía, incluso charló con Josiah a través de señas.
-No sabía que conocías el lenguaje de señas -mencioné, viéndolo.
-Oh, sí, desde siempre -hace gestos hacia Josiah-, mi papá tenía problemas de audición, lo sé desde hará los cinco años.
Me dejó de lado para enfrascarse en una silenciosa conversación de señas con Josiah.
Las personas que están en esta mesa son mis amigos, no importa el poco trato que tengo con Penn y Rascal, o Josiah, los considero mis amigos, mucho más de los que fueron mis viejos compañeros de escuela.
Es algo de la lista que, en efecto, ya no me dolía.
-¿Quién está emocionado por la fiesta de Alexa? -cuestiona Letty mirándonos a todos-. Escuché que tendrá una barra de dulces, ¡Y gratis!
-Hala, que cool -responde Penn.
-Yo escuché que tendría karaoke -menciona Phoebe-, ojalá que sí, me apetece cantar.
-Pero a la gente no le apetecerá escucharte -ella le saca la lengua a Nyl-. Estoy emocionado, nunca he ido a una fiesta aquí.
-¿En tres años nunca te han invitado a una fiesta? -le preguntó su novia.
Nyl negó.
-¿Por qué me miran así?
-Es que no te creemos -contesta Percy-. ¿De verdad nunca te han invitado a una fiesta?
Nyl alzó una ceja al pelinegro, cansado.
-Amigo, me consideran un friki, soy inmigrante, soy latino. ¿Crees que con todo eso en cuenta me van a estar invitando a fiestas? Por favor.
-No creo que el que seas latino o inmigrante tenga mucho que ver -comenta Rascal.
Nyl resopló cruzando los brazos.
-En mi primer año me molieron a golpes y casi me rompen una costilla por esas dos simples cosas, no digas que no tiene nada que ver porque créeme, lo tiene que ver todo.
Cundió el silencio en nuestra mesa, por el rabillo del ojo ví que Aba le tomó la mano a Nyl sobre la superficie, haciendo que la cara arrugada en molestia del castaño se relajara. A veces paso por alto que Nyl la pasó peor en su primer año, tal como él lo dijo, por esas simples cosas de ser un inmigrante latino.
Tal vez muchos estén cambiando, pero eso jamás quitará el daño que le hicieron a otros.
-Te comprendo -dijo Penn-, no es fácil adaptarse a nuevos lugares, un nuevo país, a una cultura diferente. Lo entiendo bien -le sonrió a Nyl de labios cerrados-, jamás se sentirá como un hogar.
-Jamás será hogar -murmuró, de repente yo también me sentía identificada.
Y por las caras de todos en la mesa, creo no ser la única.
-Holbrook no es el hogar de nadie, ¿Verdad? -Rascal hizo la gran pregunta.
Aba sacudió la cabeza, seguida de Phoebe, después Percy y Penn, por último estuvimos Josiah, Nyl, Letty y yo.
-Australia -murmuró Phoebe-, ese es mi hogar.
-Louisiana -dijo Aba, sonriendo.
-Willesden -siguió Percy-, a las afueras.
-Noruega -dijo Penn-, la costa de Noruega.
-Québec -murmura Letty, su mirada está fija en la mesa-, Canadá, ese es mi verdadero hogar.
Josiah hizo señas que Percy tradujo:
-También Willesden.
-Venezuela -dijo Nyl por lo bajo.
Rascal y yo compartimos una mirada, terminó dándome el paso para hablar.
-Oklahoma, en el pueblo de Tahlequah.
-Yo sí nací aquí, pero mis raíces siempre estarán en Mauricio con mi madre y familia materna.
-¿Cómo es que todos terminamos aquí? -pregunta Nyl.
-Son las circunstancias -hablé ganándome la atención de todos-, ¿Saben esa frase «todos los caminos llevan a Roma»? -asintieron-, podría decirse que esta es la nuestra.
Penn miro alrededor con una mueca.
-Que Roma tan del asco.
Todos nos reímos.
-Una Roma del asco o no, todos terminamos aquí por motivos que solo nosotros conocemos, no todos... hemos tenido experiencias bonitas -Nyl huyó de mi mirada-, pero otras sí han sido agradables -le sonrío a mis amigos-. Nosotros. No es la Roma que queremos, pero es la que nos ha tocado; la experiencia, los amigos, los momentos, son los que hacen a Roma serlo.
»De este modo están escritas nuestras vidas, ¿Creen que si no hubiéramos estado todos aquí, en este lugar o en ese momento, nos hubiéramos conocido?
-No, la verdad es que no -respondió Phoebe.
-O tal vez sí -agregó Aba.
-Me gusta creer en una posibilidad, puede que sí o puede que no. La realidad es esta, ¿Y saben? Pese a todo, lo bueno y lo malo es lo que la conforma, y no me quejo de ello. Holbrook no es cien por ciento mi hogar, pero es donde los he conocido a ustedes, quienes forman parte de mí nuevo hogar.
No esperé oír sorbidos de nariz. Volteo a ver a Phoebe, su nariz se ha tornado roja y tiene los ojos lagrimosos.
-Yo... perdón, perdón, estoy muy sensible -se limpia la cara-. Eso ha sido muy lindo, Polet -apoya la cabeza de mi hombro aún medio lloriqueando-. Holbrook tampoco es mi hogar, pero sí que es la cuna de donde conocí a las personas que se han vuelto importantes para mí -se concentra especialmente en Percy y Nyl-. Los voy a extrañar cuando vuelva.
Apoyé mi cabeza de la suya, pensando en cómo será mi vida los próximos meses si la extrovertida compañía de Phoebe. Silenciosa y muy aburrida.
-Universidad -volteamos a ver a Letty-, ¿Qué hay de la universidad? ¿Nadie piensa cursar el semestre en Holbrook?
Rascal, Penn, Nyl y yo alzamos la mano.
-Lo mío no es tan seguro, pero lo más probable es que sí -menciona Nyl.
-¿Y ustedes?
-Quiero optar una en Willesden -dijo Percy.
-Por ti no me preocupo tanto -declara Letty, restándole importancia con un gesto-, Willesden está a cuarenta y cinco minutos, es cerca. Además, por ley si sigues con Polet tienes que venir a visitarla.
Percy quiso hacerse el ofendido, sin embargo al final terminó asintiendo con la cabeza.
-Buen punto.
-Pero ustedes dos sí me preocupan -mira a Phoebe y Aba.
-Oye, a mí me encantaría venir a cursar la universidad aquí, pero no hay nada que me lo asegure.
-Abrirán programas de becas -comentó Percy-, podrías optar.
-Y lo voy a hacer, ¿Pero y si no lo consigo?
-Por favor, Phoes, eres lo bastante inteligente como para conseguir una -le dijo Nyl.
Ella suspiró.
-No lo sé... -se llevó un rizo detrás de la oreja.
-Lo conseguirás -le aseguró Percy-, confío en que sí.
-Yo también -declaramos Nyl y yo.
Phoebe nos sonrió agradecida.
-¿Aba?
Nuestra amiga encogió los hombros.
-No lo sé -Nyl reforzó el agarre en su mano-. Estoy entre Louisiana y Holbrook, la cosa es que... no quiero pasar los siguientes años yendo y viniendo de aquí a casa.
-¿Y la diversión de la vida donde estaría? -le cuestionó Penn.
Aba se quedó en silencio, capaz pensando en las nuevas cuestiones.
Decidimos dejar el tema de conversación de lado por el bien del autoestima de todos. Ellos terminan de comer y juntos salimos de la cafetería hacia nuestras clases del día. El resto de las materias pasaron en un soplo, cuando finalizó el día Percy y yo nos encaminamos a casa de Jared para mí sesión de terapia de hoy. Tenía mucho que hablar con Eda.
Ella me recibió con su sonrisa de siempre en su salon de terapia. Me pregunto si la disposición de los muebles o el color de las paredes son específicamente así por la tranquilidad que debería transmitir la habitación. Si ese es el caso, funciona bien.
-Hola, Eda -le sonrío al entrar.
-Hola, Polet -me devuelve el gesto-. Siéntate, por favor.
Ocupé mi lugar de siempre.
-¿Cómo estás?
Inhalo y exhalo.
-Podría decir que bien.
-¿Pero dirás...?
-No lo sé.
-¿Quieres ahondar?
Jugué con mis pulgares sobre mi regazo. Sé que Eda es la que menos me juzgará por contarle mis asuntos, aún así seguía teniendo pequeñas inhibiciones.
-Anoche tuve un sueño -asintió-, un sueño con... con mi mamá y mi abuelo.
-Comprendo.
-Y se sintió tan... real que por un momento pensé que ellos de verdad habían vuelto.
-Oh, linda -Eda apoya los codos de sus rodillas, su mirada analítica pasando a ser uns empática-, sientes como si los hubieras perdido de nuevo, ¿Verdad?
Asentí.
-Es algo raro -agrego-, estoy feliz de verlos, así sea en un sueño, pero también estoy triste...
-... precisamente por eso -suspiré-. ¿Sabes algo, Polet? La estabilidad emocional jamás vive en línea recta: sube, baja, frena y aumenta, así como la naturaleza cambia de color en las estaciones, nosotros también lo hacemos. Es normal que quieras llorar, así sea de felicidad o tristeza, no está mal.
»No hagas caso a ese «ya he llorado mucho», derramar lágrimas no es malo, es la forma natural de nuestro cuerpo de desahogarse.
»Lo que no deberías hacer es quedarte siempre en esa emoción, en esa estación, en esa bajada. Cómo cada estación del año es importante, para nuestro cuerpo y nuestra mente cada emoción lo es.
»Solo tienes que...
-Expresarme.
Eda asintió, sonriendo.
-Exacto -me señaló con su lapicero, un gesto divertido que nos hizo reír-. Sé cómo son los días difíciles, Polet, el sentimiento de nostalgia y anhelo de ver a las personas que ya no están con nosotros no son sencillos de llevar, sin embargo, los días difíciles se vuelven más fáciles cuando sabes que tienes a alguien para ti. Y estoy segura de que tienes a muchas personas contigo.
Apenas bajé a la sala después de finalizar nuestra sesión de hoy, fui a darle un fuerte abrazo a Percy que lo tomó por sorpresa los siguientes cinco segundos, después me correspondió desordenando un poco mi cabello antes de separarnos.
-¿Y eso por qué?
Tiene el ceño fruncido junto a una sonrisa de confusión ligeramente ladeada. Los irises multicolores bajo los lentes ahora están de un verde avellanado, unos cuantos parpadeos después pasaron a ser grises.
Jamás podría cansarme de ver eso.
Percy sigue esperando una respuesta, por lo que sacudí la cabeza y encogí los hombros.
-Me apetecía darte un abrazo, nada más.
-¿Okey? -eché una risita por su cara aún sin entender-. Voy a creerte. Ahora, ¿Nos vamos? Los chicos esperan por nosotros para ir yendo a la fiesta de Alexa.
-Sí, claro, andando.
-¡Jared! -gritó sobresaltandome-, ¡¿Vienes o no?!
-¡Voy! -el chico apareció bajando las escaleras.
Iba con una camiseta blanca que estaba bajo una cazadora de jean, sus anteojos de siempre, el pelo cobrizo débilmente aplacado aunque aún hay mechones rebeldes viendo a diferentes direcciones. Vaqueros y zapatillas Converse que hacían juego con el resto de su ropa.
Lo admito, me quedé viendo segundos demás a Jared. ¿Para qué negarlo? El chico es bastante guapo. No te juzgo en lo absoluto, Phoes.
-Estoy listo -parpadeo desviando la mirada. Lo último que quería es que me pillaran-. Ahora sí, vamos.
Antes de salir avisó que ya estábamos de salida, Eda le respondió con un «¡Cuidense!» desde el piso de arriba. Fuera nos dirigimos a la cochera.
-Esperen un segundo -nos dijo Jared.
Quedamos solos Percy y yo, de nuevo.
-Estoy ofendido.
-¿Eh?
-Que estoy ofendido.
-¿Por...?
-Se siente como traición que te hayas quedado mirando a Jared como si fuera el último pan de la panadería -murmuró, ciertamente ofendido.
En primera estancia me sentí avergonzada, ya luego no pude evitar reírme. No por desmentir los sentimientos de Percy, es que simplemente me daba risa. Quizá porque no esperaba que expresara que se sintiera ofendido, o riéndome de mí misma para no sentir vergüenza.
-¡Ahora me siento más ofendido! -exclamó.
Hice mi mayor esfuerzo por calmar mi risa.
-Lo siento, listillo -dije. Su cara me dice que no me cree-, ¡Oye, de verdad lo siento! Fue sin intención. Sabes que a mí solo me gustas tú.
Tuvo un tic extraño en el ojo, se rascó la mejilla pareciendo nervioso.
-Sí, bueno -se aclara la garganta. Yo por mi parte disfruto del momento-, igual me ofende.
Volví a reírme, sacudiendo la cabeza. Usé su hombro como apoyo para dejar un sonoro beso en su mejilla que no tardó en colorearse.
Le pellizqué.
-Te ves lindo sonrojado.
-Mmm...
La puerta de la cochera se abrió, dejando ver a Jared en el asiento de conductor de un auto rojo.
-¿Se van a quedar ahí toda la tarde coqueteando?
Tuve que arrastrar conmigo a Percy, aún parecía fuera de sí.
-¿Estás bien, amigo? -le preguntó Jared al verlo aún actuando nervioso.
Yo me eché una risita baja sentada atrás.
-Ahm... sí, sí...
Jared me miró por el espejo retrovisor con una ceja alzada.
-Sí... todo tiene sentido.
Con eso dicho, encendió el auto y nos fuimos hacia el internado.
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Nota de la autora:
Ayer: mal internet.
Hoy: no hubo luz en Venezuela desde las 04:50 am hasta las 11:30 pm.
Eso es todo, ¡Bais!
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