49. El terror que será la universidad
Nadie más que yo estuvo feliz cuando llegamos a nuestro destino. Bueno, yo junto con Phoebe y Jared. No hay que ser un genio para darse cuenta que algo sucede entre esos dos, algo raro. Me hice una nota mental de que debo interrogar a Phoebe al respecto después.
Cuando esos dos bajaron del auto, empujé con todo el descaro a Letty. Mis piernas estaban más que dormidas y tuve que salir con su ayuda y la de Percy.
-Creo que deberías dar una vuelta -sugirió el pelinegro.
-Lo haría, ¡Si pudiera caminar!
Ni siquiera podía mantenerme de pie, mis piernas ahora son como las de una muñeca de trapo, flácidas he inútiles. Percy es quien está cargando con todo mi peso.
-Es decir... ¿Qué no nos pueden ayudar a bajar las cosas?
Le dirigí una mala mirada a Letty.
-¡No!
Mi amiga rió, tomando dos mochilas y yendo tras Nico hacia el claro donde nos asentaríamos.
Doy unos cuantos golpecitos con el puño cerrado a mi muslo, soltando un quejido cuando no consigo sentir nada. Muy ligera será ella, pero con su trasero encima casi una hora claro que esto pasaría.
-Oh, piernas, las extraño.
-No seas dramática -rodé los ojos hacia Percy-, los chicos están bajando las cosas, vamos a buscar leña para la fogata.
-¿Tan temprano? -nos encaminamos con pasos lentos hacia los árboles. Empezaba a sentir un calambre recorrerme el pie.
Odio los calambres, es como si caminara sobre clavos, es horrible.
-Mejor a la luz del sol a que en la de luna.
Estuve tentada a decirle que me hiciera de caballito, (no perdería nada con intentarlo. Total, mi frasco de vergüenza no está tan lleno) pero me abstuve porque sé que debo caminar por mi propia cuenta, aún cuando los calambres aparecieron en mis dos pies y el dolor fue casi insoportable.
-Jamás vuelvo a llevar a Letty -dije, sacudiendo una pierna, después la otra.
Percy se rió de mí, adelantando el paso ahora que podía caminar sola. Cómo yo no sé nada de leña, ni de dónde sale o qué árbol la produce, me quedé pasos más atrás de él, viendo como da saltos para alcanzar ramas gruesas de los árboles. La mayoría fueron de roble.
-¿Por qué no me ayudas? -preguntó, viendo que yo no estaba haciendo otra cosa que mirarlo.
-No sé qué hacer.
Dejó en mis manos las ramas que llevaba.
-Sé útil al menos en esto.
Abrí la boca, indignada, mirándolo alejarse para así impulsarse y alcanzar otra rama. Ojalá se hubiera caído de trasero.
-Muy experto tú, eh -procuré no caerme con una raíz sobresaliente.
-Te lo dije, he venido a acampar muchas veces, sé qué madera de árbol es buena para la leña. Y el roble es una de ellas -lanzó la rama hacia mí, la atrapé por poco-. ¿Por qué crees que prefiero buscar leña a esta hora? Es más práctico con la luz del día, y no tenemos esa preocupación más tarde.
-Muy experto tú -repetí, ahora sin un tono sarcástico.
Su risa resonó en el parcial silencio del bosque, se subió a una roca y saltó para arrancar otra rama. Percy ahora parece un pez en el agua, como los perritos corriendo en el parque o los monos en los árboles. Parece feliz de estar aquí, más que cualquiera. Creo que este viaje para él es diferente que para nosotros. Mientras que los demás queremos un descanso de los exámenes y estrés escolar, seguro que Percy quiere... volver a un recuerdo feliz.
Y por la manera en que sonríe y salta de roca en roca, de rama en rama y trepa los árboles cuál monito, no debo de estar muy equivocada.
-Que bonito te ves siendo tú.
Perdió el equilibrio sobre la punta de la roca, se cayó al suelo duro con un ruido sonoro que hizo que siseara.
Auch.
-¡Estoy bien! -exclamó, levantándose de un salto, limpiando las hojas secas de su camisa-. Estoy bien... Tú, ah... ehm... ¿Qué has dicho?
Adelanté el paso hasta alcanzarlo.
-Que te ves bonito siendo tú -encogí los hombros, Percy parpadeó unas cuantas veces-, es difícil de explicar, solo puedo decir, que es bonito.
Pasé por su lado dejando un corto beso en su mejilla.
Mi frasco de la vergüenza ya no tenía nada dentro.
Es que ahora que ya no tenía nada que ocultar, que de forma no convencional le había dicho que me gustaba, hacer ese tipo de cosas me salen natural, es como si me naciera. Puede que sea cursi, pero me gusta ser afectiva, ya sea con mis amigos o parejas que tenga. Considero que demostrar indiferencia hacia la persona por la que sientes de todo es absurdo. Si de verdad te gusta harás lo posible por demostrarlo, así sean con acciones pequeñas, te esfuerzas por no dejar de hacer sentir especial a esa persona.
Tenía muy presente una frase que me dijo mi abuelo una vez «el amor siempre se debe de demostrar, Ocasta, jamás ocultarlo.» es una lógica que papá usa, es una que quiero usar yo.
Sus pasos se escuchan por las hojas y ramitas que rompen.
-Eh.. -balbuceó, de reojo lo ví pasarse una mano por detrás de la cabeza-, tú también...
-Percy, no es necesario -le interrumpí, recogiendo del suelo una rama de roble que sirve para nuestra fogata-. No te obligues a decir algo que no te nace.
-Pero tú...
-A mí me gusta darte cumplidos, no lo fuerzo, me nacen -agachó la mirada-. Oye, cada cosa a su momento. Esto entre nosotros es... raro, está fluyendo con las cosas, y no quiero que te sientas obligado a dar respuestas que no sientes aún.
»Yo tengo paciencia, descuida.
Suspiró dejando caer los hombros.
-Vaya, de verdad eres increíble.
Eso, eso es un comentario que le nació, que no se obligó a decirlo. Es fácil notarlo, la sinceridad en su voz y como no atropella las palabras. No creo conocer todos los detalles de Percy, él es todo un extenso mundo que aún tengo por explotar, sin embargo me alegra que él me permita conocerlo.
-¿Qué te parece si terminamos de buscar lo que nos falta? Los chicos se deben preguntar dónde estamos.
-Oh, sí, sí. Eh... -miró al frente, hay un sendero frente a nosotros, se oye el ruido de agua cayendo. Para estar algo caluroso es un lugar lindo-, allá hay un claro, solía buscar madera ahí, veamos si conseguimos algo.
-Yo te sigo, listillo.
Nos adentramos por el sendero, procurando no caernos por las raíces sobresalientes y el piso resbaladizo. Alcé la vista para observar más a los alrededores. En lo alto de un pino encontré un nido de gorriones vacío, no obstante, escuchaba sus cantos y los veía volar a toda velocidad entre los árboles. Incluso casi uno me hace popó encima.
-Oye, Polet, ¿Tú notaste lo raros que estaban...
-... Phoebe y Jared? -asintió-, todos lo notamos.
-Es como si ellos -Percy arrancó una rama-, no lo sé, se conocieran, pero es imposible, jamás los había presentado.
-Más tarde hablaré con Phoebe, necesito saber qué fue lo que... -interrumpo mis palabras cuando choco con el brazo de Percy en medio de mi camino-, ¿Por qué...?
-Sshhh -señaló hacia adelante-, lo puedes espantar más.
Lo que señalaba era una cría de ciervo, un cervato que parecía estar atrapado en una trampa de caza. Emitía bramidos fuertes pidiendo ayuda, pero nadie venía a su auxilio.
Hubo un ligero ruido de una rama rompiéndose lo que hizo alterar a la cría.
-Percy, ¿Qué haces? -pregunté al verlo avanzar.
-No pretendo dejarlo ahí -respondió, adentrándose con paso lento al claro.
No me quedó otra opción que seguirlo, tampoco quería dejar al pobre animalito ahí atrapado.
Apenas nos vio intentó escapar, pero su pata atrapada no se lo permitía. Sus balidos fueron aún más fuertes y no es necesario tener algún poder para entenderlo, se le oye asustado.
-Tranquilo, tranquilo -Percy usa su mejor voz dulce, acercándose más-, sshh, sshh, descuida. Estarás bien.
El cervato siguió emitiendo bramidos de miedo, con cada paso que Percy da para acercarse, el animal los da en retroceso, mirándolo con ojos color marrón totalmente aterrados.
Sentí un poco de pena por él.
-Tranquilo -repitió sin perder el tono-, no te haré daño, descuida.
Percy aprovechó que ya no tuvo más espacio que retroceder para acariciar su cabeza, supongo que para entre en confianza. Siguió bramando, solo que ahora un poco más bajo.
-Le está lastimando la patita -dijo sin dejar de acariciarlo-, cazadores estúpidos.
-¿Puedes soltarlo?
-Tardará un poco, es una soga gruesa -alzó la vista-, ¿A dónde estará atada?
Inspeccioné las ramas de los árboles, dejando en el suelo los palitos para nuestra leña cuando, siguiendo la cuerda en el suelo que tenía amarrada la pata del cervato, encontré a dónde está amarrada.
-Allá -señalé el árbol a un metro de nosotros-, veré si puedo soltarla.
-Yo haré lo mismo por aquí.
La cuerda estaba camuflada con musgo y ramas secas. Es como una especie de polea, en la rama más alta está la cuerda y del otro extremo está sujetando a la cría. Mi abuelo una vez me explicó el funcionamiento de este tipo de trampas de cacería pero nunca fueron de mi agrado. Podría soltar la cuerda atada al tronco si fuera más delgada, esta es un poco más complicada sin algun cuchillo para cortarla.
¿Qué puedo hacer?
-¿Lo encontraste?
-Sí -dije, analizando la situación-, pero tenemos un problema.
-No me digas que...
-Es una cuerda muy gruesa, necesitamos un cuchillo o algo -su expresión refleja decepción y frustración-, podríamos volver con los chicos y...
-No quiero arriesgarme a eso, Polet.
-Yo puedo volver.
-Te puedes perder, tampoco quiero arriesgarme a eso.
Se a sentado en el suelo y se a puesto al animalito en el regazo, que ahora parece menos nervios, al menos ya no chilla.
Ambos nos quedamos viendo su pata enroscada con la cuerda.
-Tengo una idea -declaró-, aunque no sé si vaya a funcionar.
-Hay que hacer el intento, al menos.
-Sí, sí... ehm, ¿Podrías pasarme uno de los palitos? El mas delgado, por favor.
Eso mismo hice.
Introdujo el palito entre el amarre y la pata, causando que el animalito en su regazo se sobresaltara por la repentina presión. A mí me tocó consolarlo, o consolarla.
-Tranquila, o tranquilo. Estarás bien.
Bramó, adolorido.
-Un poco... más, por favor.
Seguí acariciando he intentado hacer que no se mueva. No conseguía ver bien lo que estaba haciendo Percy allá atrás.
-Ya casi... -otro balidos, casi me da una patada a la cara-, ¡Listo!
Apenas dejé de agarrarlo, saltó del regazo de Percy y se perdió entre los árboles.
-¿Qué fue lo que hiciste? -él lanzó el palito roto.
-Mover la cuerda, papá me enseñó esa técnica una vez. No me gusta tanto porque lastima más, pero ahora a resultado muy útil.
Le regalé una sonrisa, dejando un beso en su mejilla.
-Eso a sido muy lindo, Percy.
-Nah' -restó importancia con un gesto, su voz de repente se había puesto aguda-, no fue nada.
-Claro que sí, salvaste a esa cría.
-Cualquiera lo hubiera hecho.
-Perceval -lo miré seria-, no todos tienen la paciencia para hacer lo que tú has hecho. Deja de desestimarte, déjate complacer por un rato. Haz hecho algo muy lindo y no está mal recibir cumplidos por ello, ¿Okey?
Asintió con los labios torcidos.
-Okey, capitana.
-Bien, ahora será mejor que volvamos con los chicos, no vaya a ser que empiecen a pensar cosas raras.
-¿Tú crees?
Alcé una ceja hacia él.
-Nyl es nuestro amigo, Percy, no lo dudes.
-Buen punto.
Antes de irnos, tomó la cuerda que había atrapado al cervato y la enroscó alrededor del tronco del árbol, una manera para que ningún otro animal salga herido, después me ayudó a recoger todos los palitos para la leña y así irnos de vuelta con nuestros amigos.
-¡Pero miren quienes aparecen! -exclamó Nyl-, ¿Qué hacían ustedes solitos en el bosque?
-Buscando leña, idiota -respondió Percy, dejándola caer a sus pies.
Nyl nos dirigió una divertida mirada de ojos entrecerrados.
-Ojito pues.
Señalé con la cabeza en dirección hacia Phoebe, que estaba armando sola una tienda de acampar grande, parecía concentrada en ello sin darse cuenta las miraditas que le echa Jared del otro lado donde está junto a Nico.
-Hablaré con Phoebe -le murmuré a Percy.
-Yo iré con Jared.
Llegué junto a mi mejor amiga.
-Hey.
Ella me sonrió.
-Hey, ¿Dónde estabas?
-Buscando algo de leña para la fogata de más tarde -empezó a golpear con una piedra los clavos que aguantarían la tienda-. No sabía que armabas tiendas de acampar.
-No es la primera vez que hago una acampada, mi papá, mis hermanos y yo tenemos esto como tradición en verano. Ya sé cómo es la técnica.
-Cool, cool -le pasé una varilla que tenía cerca-. Oye, Phoebe...
-¿Si?
-¿Podemos hablar de algo? -asintió, confundida-. Eso que pasó en el auto con Jared... ¿Qué fue?
-Oh, eso...
-Sí, «eso»
Parece que a mi mejor amiga se le olvidó mi presencia por cinco minutos.
-Ahora no, ¿Va? -respondió al fin, poniendo toda su atención en lo que hace-, luego.
Respeté su decisión porque hay algo en ella que no es normal, y sabes que debes darle su espacio cuando aparece, o más bien, se va. No está ese tono bromista ni divertido, esa sonrisa alegre. Es como si Phoebe de repente hubiera dejado de ser un brillante arcoiris a... una deprimente escala de grises.
-Solo dime, ¿Estás bien?
Formó una sonrisa triste de labios cerrados.
-Tengo que estarlo, ¿No?
Siguió con su tarea, ignorandome completamente.
***
Media hora después aparecieron los últimos invitados de la acampada. Un auto que ya he visto una vez se estacionó junto a la camioneta de Nico.
-¡Hola, hola, hola! -saludó saliendo del asiento de conductor-. Traje dulces a rebosar, varillas para malvavisco y también a un cuarteto de personas.
-¡Hola a todo el mundo! -exclamó un chico que debe tener unos quince años, de ojos verde primavera, pómulos y el puente de la nariz moteado de pecas y el pelo castaño rubio-, guao, cuánta gente.
La amiga de Percy, Tori, se rió de ese comentario.
-Sé libre, mariposita.
Otras tres personas bajaron de los asientos traseros, les calculaba unos veintitantos, no se veían tan mayores a nosotros. Se trataban de dos chicas, una de ellas con el mismo tono de rubio que Letty y la otra pelinegra con el pelo cortado a lo garçon, un poco más crecido de lo que suele ser ese corte. El otro es un chico con un rizado pelo castaño oscuro y muchas pulceras en las muñecas.
-Amigos de Percy, estos son mis amigos -anunció Nico-. London Belanger -la pelinegra nos sonríe cordial-. Silvania Clautier -ella es más animada que su otra amiga-, y Azai Lavoie. Chicos, ellos son los amigos de Percy.
-¡Es un gran gusto! -Silvania, la rubia y con lentes, vino a estrecharme la mano con mucho ánimo. Parecía que se hubiera consumido un litro de café ella sola.
-Sí, lo mismo digo -agregó Azai desde su lugar.
-Y este inquieto de aquí es Alexander Fierro, mi primo -el quinceañero nos saluda igual de hiperactivo que Silvania.
-También es un gusto, y sin problemas díganme Alex, Alexander es mi papá.
Cómo no esperábamos a nadie más, todos nos pusimos manos a la obra para armar lo más rápido el campamento y poder aprovechar la tarde para jugar o ir a darnos un baño al lago cerca. Percy y Nico se encargaron de armar el área para la fogata. Phoebe, London, Aba, Alex y yo de armar las tienda. Aunque, en realidad, fueron más Phoebe, London y Alex que Aba y yo. Intentamos ayudar, pero como nunca habíamos tenido la necesidad de armar una tienda de acampar, no sabíamos que hacer, de modo que nos terminaron dejando a un lado para ellos hacerse cargo.
¿Estuve ofendida? No, yo por hoy había hecho ya mucho. Cómo no estaba haciendo nada, decidí tomar fotos para el recuerdo, responderle a papá (ya lo había olvidado) y grabar a los chicos. Quería conservar este momento.
A eso del medio día ya nuestra zona de acampar estuvo lista. Letty con Nyl y Silvania estaban guardando las reservas de comida en una hielera para así no preocuparnos por animales intrusos.
-¿Ya todos están listos? -nos pregunta Percy.
-¡Dame un segundo! -exclamó Phoebe-, esta estaca no quiere -da un golpe fuerte con la piedra-, enterrarse -otro golpe.
-Puedo ayudarte, si quieres -se ofreció Jared.
-¡No! -da un último golpe lo bastante fuerte como para enterrar la estaca más de la mitad-, ya, listo.
Se acercó a la zona de la fogata, su rostro estaba mojado de sudor, algunos rizos se le pegan a las mejillas y su pelo parecía más esponjado de lo normal.
-Pareces un león -comenta Letty.
Phoebe resopló.
-Odio la humedad -se tantea los bolsillos del pantalón y la sobre camisa-, no me digas que no...
-Eh, ten -Jared le extiende lo que ella pareció olvidar: un coletero-, hace calor.
Ahí está de nuevo, esa expresión rara en mi amiga. Algo que podría ser incómodo o vergüenza, tal vez una mezcla de ambas.
-Gracias -murmuró, aceptándola y atándose el pelo.
-Bueno -habló Percy, matando el silencio-, ¿Qué hacemos? Tenemos toda la tarde.
-¡Captura la bandera! -sugirió Alex alzando los brazos.
-Es muy temprano, ¿No crees? -respondió Nico, viendo con una mano sobre los ojos al cielo azul.
El primo de Percy dejó caer los brazos y puso una expresión triste, que incluyó puchero y todo.
-Más tarde, Alex -el pelinegro le dió unas palmaditas al hombro-. ¿Qué tal ir al lago? Empieza a ser calor.
-¡Lago! -volvió a exclamar el castaño rubio, esta vez junto a Nyl y Silvania.
Hubieron risas de todos, seguidos de la misma exclamación emocionada.
Las chicas y yo nos turnamos para cambiarnos a una muda de ropa adecuada para el lago. Las cuatro compartíriamos tienda de acampar al igual que los demás. Son de tamaño familiar, por lo que cabíamos todos sin problema en nuestros sacos de dormir.
La primera en cambiarse fue Aba, salió presumiendo un bonito traje de baño de cordones en color coral. Ella es ese tipo de chica que es lo bastante segura como para salir en traje de baño sin alguna toalla o prenda encima. Admirable. Luego siguió Letty, que salió con un traje de baño de cuello Halter en negro, diferente a Aba, ella sí llevaba un short playero. De últimas estuvimos Phoebe y yo, mi mejor amiga en cambio a las otras se cambió a un bañador body con unos shorts playeros que, irónicamente hacían juego con los de Letty, estuvieron haciendo bromas al respecto por un rato. Yo estuve igual que ella, nada más usé la parte superior de mi único bañador, (verde pastel, me gusta ese color) y shorts blancos. Le dejaré el dolor de cabeza de lavarlo a la Polet del futuro.
-¿Lista? -preguntó Aba, asentí saliendo de la tienda con toalla y protector solar en mano.
No quería sufrir por una quemadura, gracias.
-Que guapa es mi novia -halagó Nyl, yendo a abrazar a Aba por la cintura, ella se puso como tomate.
-Tonto -le oí murmurar, solté una risita baja al ver que seguía nerviosa.
¿Algún día dejarás de estar nerviosa por cumplidos de Nyl, Aba? Lo dudo mucho. Aunque también, ¿Lo dejaré de estar yo alrededor de Percy? También lo dudo.
-¿Por qué no van bajando? -sugirió Nico-, los que faltamos los alcanzamos en un rato.
-¡Andando! -Alex encabezó la marcha.
Nyl le siguió como un niño emocionado al canto de «¡Lago, lago, lago» y los demás nos fuimos riendo detrás de él.
Salimos del claro cruzando unos arbustos y árboles hacia una extensa y hermosa pradera con colinas. El lago no estaba tan lejos de nuestro campamento, solo a unos cuantos metros de bajada que recorrimos tranquilamente a pie. Desde aquí podía apreciarse un muelle de madera y el agua azul que brilla al reflejo del sol.
-¿Es profundo? -le preguntó Phoebe a Percy que iba a nuestra par.
-Esa zona de ahí no, el otro lado sí, mientras nos mantengamos alejados de esa área, estaremos bien.
-¿Algún riesgo que correr?
-Si no sabes nadar, pues irte hacia allá es peligroso.
La sonrisa de Phoebe mientras se ajustaba el pelo no me gustó nada.
-¿Qué planeas hacer? -la miré con ojos entrecerrados.
-Oh, nada...
-Phoebe -advirtió Percy.
Ella se rió malvada.
-Bueno, puede que...
-¡Hey, chicos, esperenme! -exclamó Jared detrás de nosotros.
Al instante noté que Phoebe se puso tensa, Percy también lo hizo. Ambos compartimos una mirada de reojo, pensando lo mismo. «Sí, pasa o pasó algo entre esos dos»
Jared llegó con nosotros.
-¡Hey! -saludó animado-, ¿Quién emocionado por el lago?
Aunque la pregunta la hizo en general, su azulada mirada estaba puesta en mi tensa mejor amiga.
-Eh... ¿Oyeron eso? -respondió Phoebe.
-Yo no oí nada -dije.
-Sí, yo tampoco -agregó Jared.
-Sí, sí, oigan atentos -seguía sin escuchar nada-, ¡Aba me llama! ¡Los veo abajo!
Y salió corriendo pradera abajo hasta alcanzar a nuestras otras amigas.
Esta vez sí oímos algo, el suspiro de Jared.
-Vale, no soporto esto, ¿Qué demonios pasa entre ustedes? -cuestiona Percy, tan harto como yo de la actitud rara de esos dos.
Volvió a suspirar, algo más triste.
-Pasó, amigo, pasó -le vuelve a dar una mirada a Phoebe, algo que bien podría ser anhelo-, hay cosas que como ustedes, no entiendo. Phoebe también me debe respuestas.
Con eso dicho, nos adelantó el paso.
Percy y yo nos quedamos de pie unos segundos sobre una colina, los dos ahora más perdidos que nunca.
Lo que nos dijo Jared no respondió ninguna de las tantas dudas que tenemos, pero confirmó algo: sí pasó algo entre ellos dos. ¿Qué fue? Aún está en la incógnita.
-Tenemos que saber qué pasó -reafirmó Percy, yo asentí.
Volvimos al camino, nuestros amigos ya habían llegado a la orilla. Desde aquí se oyeron los gritos de Aba pidiendo a Nyl que la bajara, seguido del «¡Splash!» que resonó cuando ambos se lanzaron al agua.
-¡Bala de cañón! -gritó Letty, saltando de la orilla del muelle.
-Sabía que les agradaría -comentó el pelinegro junto a mí.
-Es un lugar lindo -observé los alrededores, la extensa cadena de árboles y colinas verdes-, deberíamos tomarnos una foto, no tenemos muchas.
-¿Ah, no? -negué-. Pues, venga.
-¿De verdad?
Honestamente, no creí que aceptaría. Solo lo había sugerido para lanzar la piedra.
-Sí, ¿Por qué no?
Pese a la sorpresa, no dejé ir esta oportunidad. ¿Percy aceptando tomarse una foto? ¡No la dejes ir, no pasa todo el tiempo! Saqué mi teléfono del bolsillo de mi short y presioné la cámara. El paisaje perfecto, el ángulo he iluminación perfecta, una sonrisa ladeada de su parte y... ¡Click! Tenía mi segunda foto con Percy Adams.
-¿Por qué no te gusta tomarte fotos? -cuestioné, volviendo a guardar mi teléfono, aprovechando también echarme bloqueador solar.
Percy encogió los hombros.
-No es que no me guste, solo no tomamos muchas fotos.
Eso también es cierto.
-Debemos perder esa costumbre, estamos en último año, tenemos que guardar cada momento.
Sonrió, aceptando bloqueador solar.
-Poco falta para irnos de ese internado, que alegría.
-Ni me digas, ¿Ya has pensado qué carrera cursar?
-Más o menos -solté una risita baja por lo tierno que se ve esparciendo bloqueador por su rostro moreno-, aún no me decido si escritura o veterinaria.
-Puedes... vivir de la escritura mientras estudias, no te va tan mal después de todo.
-Eso he pensado, ¿Pero y si con las siguientes historias no me va tan bien?
-Ya hemos hablado de eso, Perceval. La escritura se te da increíble, es un hobby que se transformó a talento y que tienes la posibilidad de pasarlo a ser una profesión. ¿No has leído en internet las críticas de tu libro?
-No me he animado, la verdad...
-A la gente le gusta, esperan una nueva historia. No te desanimes con pensamientos pesimistas, te aseguro que a tú próxima novela le irá tan bien como a El Hijo Del Mar.
-Gracias, átomo en decadencia -resté importancia con un gesto-, suficiente de mí, ¿Y tú? ¿Te has decidido por algo?
Torcí los labios, insegura. No solía pensar demasiado en eso de una carrera universitaria, no había ese «algo» como es para Percy la escritura o los animales, para Nyl la tecnología o Phoebe con su pasión por las narrativas he historias que informar, sus ganas de hablar. Consideraba que no tenía algo especial, algo en lo que era buena y lo que podía optar para estudiar, para transformarlo en una pasión.
Me gusta leer, pero no sirvo para escribir como Percy.
Me gustan los videojuegos, pero no al nivel de Nyl.
Me gusta charlar, pero no al nivel animado de Phoebe.
Las mariposas y otros insectos me parecen lindos, pero no con la misma pasión de Aba.
Imitar voces es divertido, pero no me sale tan bien como a Letty.
Entonces, ¿Eso dónde me deja?
«-Eres una justiciera, no te gusta que las cosas sean imparciales he incluso si tú pellejo está en riesgo, sigues con la insistencia de meter las manos al fuego. Lo que es muy estúpido o muy buena gente. ¿Segura que en otra vida no fuiste una abogada reconocida?»
En eso me dejaba.
-He estado pensando en eso de... abogacía -respondí bajito.
-¿Qué?
-Sí, abogacía -repetí, más alto-. Según... no se me da tan mal. Además, soy entrometida, no habría otra carrera perfecta para mí.
La mirada que Percy me dirigió hizo que estubiera incómoda unos segundos, hasta que parpadeó y sonrió mostrando los dientes junto a los hoyuelos.
-No serías una mala abogada.
-¿Crees que es una buena opción?
-Si lo crees tú.
Si podía hacer que las injusticias terminen, era la mejor opción de todas.
-Sí, me gusta.
-«Licenciada Seavey» -me reí-, no suena tan mal. Ahora vamos, quiero darme un chapuzón al lago.
Agarró fuerte mi mano y juntos corrimos hacia el lago, dónde ya nuestros amigos estaban dándose un chapuzón. Phoebe con Nyl estaban haciendo competencia de nado hacia el área más onda. Me sorprendió ver qué mi mejor amiga es una buena nadadora, eso no lo sabía.
Dejamos nuestras cosas (sandalias, toallas, mi teléfono, sus lentes y Percy la camisa que recién se sacó) junto a las pertenencias de nuestros amigos al inicio del muelle. El agua se veía increíble, Letty también prometió que estaba en su punto, igual tuve cierta duda de lanzarme. A Aba le llegaba por el pecho, y Letty estaba dando saltos constantes para no ahogarse. Vale, ellas son más bajas que yo, ¡Pero aún me da miedito!
-¿Cómo por qué no te lanzas? -Percy alzó una ceja.
-¿Y si me ahogo?
-¿Sabes nadar?
-Algo -las clases de nado a los once que tuve con el abuelo en el río cerca de la cabaña no fueron muy buenas que digamos.
En gran medida porque el abuelo se la pasó asustandome con ese cuento cherokee de los espíritus malvados del agua, que tenía que estar atenta o si no uno me agarraría del pie y me llevaría al fondo del río para ahogarme.
Puede ser que por ese pequeño trauma también esté asustada de lanzarme ahora.
Ofreció su mano que dudé en tomar.
-Nos lanzamos los dos.
Tomé su mano, saltando con él al agua que no tardó en abrazarnos. Letty tenía razón, estaba en su punto. Ni muy fría y ni muy caliente. Salí a la superficie buscando aire, mis pies tocaban el suelo sin problema y el agua me llegaba un poco más abajo del pecho, no hay posibilidades de que me ahogue.
Percy salió justo a mi lado, sacudiendo la cabeza como un perrito, provocando que gotitas cayeran en mi cara.
-¡Hey! -protesté, apartandolo con manotazos.
No se alejó o quejó, más bien se rió viniendo a abrazame por detrás para dejar reposar su mentón sobre mi hombro.
-¿Por qué tan cariñoso tú?
-Si quieres me quito...
Le di un golpecito con mi dedo a su frente, aceptando más que encantada su abrazo. ¿He dicho que me gustan sus abrazos? Porque me gustan, y mucho, podrían ser de mis favoritos.
-¡Epa! ¿Y esto qué o qué? -Nyl tiene una sonrisa ladeada de diversión en los labios-, ¿Acaso mis sospechas...
-Las sospechas -corrige Letty.
-eso, ¿Son reales?
-¡Eso era lo que me ocultabas, traicionera! -acusó Phoebe.
Percy y yo nos miramos, más entretenidos que nerviosos.
-¿Si? -contesté.
-¿O no? -agregó él.
Nyl nos salpicó agua, riéndose con los demás.
-¡Bueno, ya era hora! ¿No?
-¡Agua para la pareja!
Todos empezaron a salpicarnos, sin que se dieran cuenta huimos de la zona de ataque hacia el otro lado del muelle. Ellos estuvieron arrojándole agua a la nada mientras que nosotros nos la pasamos bien en nuestro escondite temporal.
Fue el mejor beso de todos.
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