48. La típica escena de incomodidad en un auto
Fue fácil distraer a Percy para que no viera el carrito de juguete que pretendía regalarle. Nada más necesité que Phoebe pidiera auxilio en el estacionamiento para que él me dejara pagando en la caja.
No creí que sería tan sencillo, pero que bien.
Cuando ya las frutas estuvieran dentro de bolsas plásticas y el juguete en una de regalo que compré de último momento, salí fuera donde Percy estaba ayudando a nuestras amigas con las bolsas donde llevaban las bebidas para la salida de mañana.
Era medio desastre porque a una se le había abierto un hueco que crecía por el peso de lo que llevaba dentro, de modo que Percy cargaba la bolsa como si fuera un bebé, he incluso él parece estar cediendo al peso de las botellas de agua.
—Esto... pesa... —se quejó.
Entonces, cuando creímos que la bolsa terminaría de romperse y pasaríamos una gran pena en el estacionamiento, Nyl apareció como nuestro salvador.
—¡No teman, amigos, Nyl Alejandro Kane Romero a llegado a salvarlos!
Llegó junto a Percy sacando del bolsillo de su chaqueta una... ¿Bolsa? No, espera sí lo es, pero es una bolsa... no común.
Consiguieron meter las botellas justo antes que la bolsa plástica se terminara de romper.
Nyl dio un par de golpecitos a la parte delantera de su... ¿Saco?
—Gracias, abuela, por enseñarme a llevar siempre un saco encima.
—Gracias, amigo —dijo Percy—, ¿Pero como por qué llevas un saco encima?
Nyl encogió los hombros, muy relajado
—Es una costumbre que me pegó mi abuela, cuando viviste en una crisis, tenías que estar preparado para cuando veías harina PAN en la calle.
Todos nos quedamos viendo las caras sin entender la metáfora de Nyl.
—Okey... —dijo Aba al fin—, igual gracias, Nyl —y le dejó un beso en la mejilla a modo de agradecimiento, el castaño parecía feliz.
Él se encargó de llevar esa bolsa-saco mientras que Aba los panes que había comprado su novio. Phoebe y Letty se turnaron para llevar los refrescos.
—¿Qué es eso? —Percy preguntó agarrando la bolsa con frutas.
—Oh, es para ti —le extendí el regalito.
Frunció las cejas y me dirigió una mirada que no entendía.
—¿Para mí?
Asentí.
—Adelante, ábrelo.
Parecía dudar, mirando entre la bolsa azul brillante y mi cara.
—¿Por qué?
—Porque sí, Perceval, ¡Ahora ábrelo!
—Bien, bien —se colgó la bolsa de frutas a la muñeca y procedió a abrir el regalo. Hubo un completo cambio en su cara, pasó de estar confundido a formar una sonrisa incrédula que remarca el par de hoyitos en sus mejillas—. ¿Pero qué...?
—Noté que te lo quedaste viendo allá dentro, entonces pensé, ¿Por qué no? —no aparta la mirada del juguete—. ¿Te... te gusta?
—Es... yo... esto... es que... —alzó la mirada hacia a mí, los pliegues de sus ojos se arrugaron por la sonrisa de dientes completos que me regala, que es solo para mí—. Gracias, Polet, ¡Y claro que me gusta! No... no tenías porque.
—Ya sabes, me gusta hacerle regalos a mis amigos especiales.
Volvió a guardar el juguete en la bolsa de regalo antes de darme un inesperado medio abrazo, acompañado de un beso rápido en la sien. Parece que no le importa que nuestros amigos puedan vernos, y eso a mí me hace más que feliz.
Lo que sea que seamos ahora, si amigos raros o novios aún más raros, la etiqueta seguía sin importarme lo suficiente porque mientras tenga este trato conmigo, yo estaría bien. Siento que es su forma de demostrar cariño, una parte suya que no todos conocen, y que ahora que me lo está demostrando a mí... bueno, quiero creer que es por la reciprocidad de lo que sentimos, que para él, yo soy tan especial como él lo es para mí.
—Estará en primera fila en mi repisa —comentó, ambos empezando a caminar de vuelta al internado. Nuestros amigos iban por allá adelante muy centrados en su asunto, lo que nos permita a nosotros permanecer medio abrazados.
—Me alegra que te haya gustado.
—Me gustan tus regalos, siempre tienen significado.
—Claro que no.
—Claro que sí —replica—. La vez en que me regalaste el libro, que a Phoebe le diste el nuevo álbum de Imagine Dragons, que a Nyl le regalaste sus nuevos audífonos y a Aba y Letty collares especiales.
»Los regalos que haces siempre tienen un trasfondo, son cosas especiales para nosotros, te esfuerzas en dar algo que tenga importancia.
Hum, nunca lo había visto de esa manera. Es decir, solo pensaba en las cosas que le gustan a mis amigos y que sé les hará feliz tenerlo. Lo de Nyl fue así, sé que no podía costearse nuevos audífonos, así que, ¿Por qué no regalarle un nuevo par? Con Phoebe no fue muy diferente, ella ansiaba ese nuevo álbum en físico, tuve la oportunidad de regalarselo y lo hice.
No pensé que mis amigos lo vieran así. Es... lindo, genera un sentimiento de calidez en mi pecho. Y ahora viéndolo en este punto, es una característica que comparto con mamá, a ella también le encanta hacer regalos especiales para cada uno de sus amigos, es bonito compartir eso con ella.
—¿De verdad lo crees?
Percy asintió muy seguro.
—Eres muy detallista, átomo en decadencia, y eso es lindo. Es otra cosa tuya que puedo añadir a la lista.
Adelantamos el paso, ya separados, para ir a la par de nuestros amigos. Aba nos convidó de un pan dulce que compró su novio. Además de que emanaban un sabroso aroma similar al helado de mantecado y tenías granos de azúcar por encina, también estaban buenísimos de sabor.
—Me recuerdan a las conchas —mencionó Percy—, mi papá preparaba los fines de semanas. Son ricas con café.
—Ah, no, a mí no me vengas a ofender mi pan dulce —declaró Nyl, mirando indignado a Percy—, ni te atrevas.
—Oye, solo dije que me recuerda a las conchitas y ya. Relájate.
Nyl no le quitó la mirada de ojos entrecerrados mientras dio un mordisco al pequeño pan.
—Más te vale.
Caminamos un tramo en silencio hasta que Letty preguntó:
—¿Conchas no son las de mar?
Consiguió hacernos reír a todos.
—Es un pan dulce de México —explicó el pelinegro—, tienen la forma de una concha, por eso lo llamarán así. Son muy ricos.
—¿Y cómo sabes eso? —le cuestionó Phoebe, pasándole la bolsa a Letty, ya era su turno de llevarla.
—Mi papá es medio mexicano, mi abuela paterna era de Oaxaca, muchas de sus costumbres quedaron en la familia.
—Hala... —murmuró Letty—, es decir, ¿Que tienes ascendencia latina?
—Básicamente.
Letty miró a Nyl, riendo.
—Que ya no eres el único latino, Kane.
—Yo nací en Venezuela, Percy aquí, no es lo mismo.
—Pero cuenta —señaló Aba, de seguro solo para molestar a su novio.
—Blah, blah, blah. Jamás será lo mismo. ¿Tú hablas español?
—Algo —respondió él.
—Esa es mi lengua madre, así que váyanse pal' coño e' la madre to' el mundo —vio a Aba, que está tan confundida como nosotros. Le sonrió a su novia—, menos tú mi negra.
Y se nos adelantó, llevándose a Aba con él de la mano.
—Estoy un noventa y nueve por ciento seguro de que nos insultó —declaró Percy.
—Ni dudarlo —responde Phoebe—, andando, el sol no está agradable.
Caminamos una cuantas calles hasta llegar al internado. Pedimos el favor a una de las cocineras que nos guardara nuestra comida en la cocina hasta mañana en la mañana. Lo conseguimos prometiendo que vendríamos temprano por nuestras cosas.
Los chicos se quedaron charlando abajo y yo subí a la habitación para llamar a papá, ya era hora de nuestra llamada y estoy emocionada de contarle el evento de mañana.
—¡Hola, Pau! —saluda, parecía estar echado en el sofá de la sala—, ¿Qué tal el día? ¿Y cómo te fue hoy en la terapia?
—Genial, todo fue cool. Saqué una buena nota en el examen de química que te comenté, la cita con Eda hoy estuvo bien también, un poco corta pero aún así pudimos hablar mucho.
—¿Y eso por qué? ¿La psicóloga tenía otros labores?
—No, no, es que yo necesitaba irme temprano.
Papá alzó una ceja en mi dirección. Yo solté una risa.
—No me digas que te estás saltando las sesiones de terapia, Paulette.
—No, papá, claro que no, me gustan mucho, y sé que me hacen bien. Es que mañana con los chicos iremos de acampada —ahora arqueó las dos cejas, sorprendido—. Teníamos que ir a comprar la comida para el fin de semana.
—Con que fue por eso, eh... ¿Y quién te dió el permiso para ir a esa acampada, señorita?
Forcé una sonrisa de dientes completos.
—¿Mi papá querido al que amo mucho?
Me dió esa misma mirada que Nyl a Percy. Sé que papá me dará el permiso, han sido pocas las salidas de este tipo que he tenido, y en casi todas terminaba cancelando porque no estaba con el ánimo suficiente. Que ahora sí me vea con ese ánimo que no tuve en ocasiones anteriores, hará imposible que me niegue el permiso.
Además, le estoy haciendo mi carita especial a la cual él no sabe negarse.
Terminó suspirando por la nariz, sacudió la cabeza.
—Astuta, sabes que no puedo negarme a tu carita de bebé.
Claro que lo sé, por eso la hice.
—¿A dónde irán a acampar?
—A las afueras de la ciudad, en una pradera después del túnel entre Holbrook y Willesden.
—Quiero que me llames cuando estén saliendo y cuando hayan llegado, o en su defecto me envíes un mensaje.
—Está bien, sabes que lo haré.
—Disfruta el viaje, cielo.
—Lo haré, hace falta un poco de relajación, las cosas aquí se ponen tensas con los exámenes.
—Ya me imagino, igual me alegra que estés... divirtiéndote, siendo feliz. Tu mamá estaría orgullosa de como has mejorado, a ella no le habría gustado verte triste.
Por un segundo, miré hacia mi mesita de noche donde tenía algunas fotografías, una de las más recientes era una mía y de mamá. Es de principios de año, estábamos teniendo un día de picnic en el parque, las dos estábamos sentadas sobre la manta, ella me abrazaba desde atrás, yo estaba sentada como un yogui en medio de sus piernas. Las dos estábamos sonriendo, fue un buen día ese. Nosotras dos, los dulces de todas nuestras reuniones, bocadillos salados y un paseo en bote por el lago para alimentar peces. Mataría por repetir ese día, por repetir la última vez que la vi y haberla abrazado más fuerte.
Eso no se puede, y está más que bien. Me quedan sus recuerdos, nuestras fotos, los buenos momentos, incluso los malos. Había llorado lo suficiente y papá tiene razón, a ella no le habría gustado seguirme viendo triste. Por eso mejoro cada día, acepto que ya no está, pero que se encuentra en todos los lugares que prometió en su carta y que desde donde sea que esté, está cuidando de mí, como siempre lo hizo.
Volví mi atención a la videollamada, la Polet que se encuentra en el diminuto cuadro en la pantalla es una mejora de la anterior que había visto.
Voy mejorando, voy sanando, y puedo decir que yo, Paulette Seavey, estoy muy orgullosa de lo que he hecho para sentirme bien.
—No, no le agradaría —murmuré—, gracias, papá, por ayudarme, por la terapia, por entenderme.
—Eres mi niña, Polet, una parte importantísima de mi mundo, y mi mundo debo cuidarlo, para ello debo de cuidarte a ti.
»Recuerda que yo haría lo que fuera por ti, cielo.
—Por eso eres el mejor papá de la historia.
—¿Tú dices? —cuestiona en broma, ambos nos reímos—. Oye, Pau, a-ya ugauhiu.
Le sonríe devuelta.
—A-ya ugauhiu na-s-gi, papá.
Hablamos hasta que se hizo de noche. Me contó sus planes para este fin de semana: ir a vistar a Aldana a Ciudad Nevada ya que tenía una cena importante mañana en la noche con los padres de ella. Es tierno ver nervioso a mi papá, me recuerda al día de la cena cuando conocí a Aidan y Sam. También es lindo porque estaba formando una relación sólida con esa mujer, sus hijos y la familia de ella.
Se estaba intentando, estaba formando de a poco una nueva vida en pareja, y yo no podría estar más feliz por él.
—No metas la pata, Chris.
Mi comentario tenía el objetivo de relajarlo, hacerlo reír, pero parece que papá se lo tomó demasiado literal. Desorbitó los ojos y se pasó una mano por el pelo, preocupado.
—¿Y si meto la pata? ¿Y si Alfred piensa que no soy adecuado para su hija? Ay, santo cazador afortunado.
—Papá, papá. Oye —concentra su mirada en mí—. Relájate, no vas a meter la pata. Eres un hombre adulto, además, ¿Ya no conoces a los padres de Aldana? Será maíz comido.
—Sí, Pau, pero sabes cómo me pongo cuando estoy nervioso.
Torpe, pareciera que pierde todas sus capacidades motrices. Se tropieza, se olvida de coordinar las manos, se enreda al hablar, a veces incluso dice cosas sin sentido como si estuviera medicado. Para mí es toda una escena de risas, para él la condena a la burla.
—Vamos, te irá bien. No seas pesimista, he igual, el padre de Aldana no puede decidir si están juntos o no, no es la Edad Media.
—Eso lo sé, Ocasta, pero tampoco quiero caerle mal a sus padres.
—Ya los has visto antes, los conoces, esa cena no será tan difícil, ya lo verás —le guiñé un ojo.
Mi papá exhaló, liberando todo el aire.
—Ojalá tengas razón, hija.
—Ya verás que sí, confía en mí.
Formó una sonrisa no muy convencida, viendo a la nada por unos segundos.
—Bueno, cielo, hablamos mañana, tengo que dejar listas unas cosas del trabajo.
—Claro, te aviso cuando estemos saliendo.
—Y que no se te olvide escribirme cuando lleguen —asentí a su condición—. Adiós, Pau, pasa linda noche, ¡Y come!
—Pasa linda noche tú también, papá, ¡Y claro que comeré!
Sacudió la mano, sonriendo en despedida. Antes de que colgara, lo escuché decir un «¡Te amo!» al que respondí cuando ya había cortado la llamada, por lo que fui a nuestro chat a escribirle esa respuesta que no escuchó.
Me respondió medio minuto después con una nota de voz que fue directo a mis favoritos.
—¡Yo también te amo mucho, mucho, mucho, mi niña!
Tenía al mejor papá del mundo.
***
No me gusta despertar temprano los sábados, pero tuvimos que hacerlo para acomodar todo lo que necesitaríamos para este fin de semana.
Estuve subiendo y bajando cargando mochilas, sacos de dormir, también llevando otras cosas que estoy segura perdí unos cuantos kilos en sudor.
Para cuándo me senté en la acera del internado, con un dolor apareciendo en mis piernas, gotas de sudor corriéndome por las sienes y sin importarme absolutamente nada, ya debían de ser eso de las nueve de la mañana. Escuché a mis amigos riendo detrás de mí, ellos no estaban agotados como yo, ¿Y cómo lo iban a estar? ¡Sí fui yo la que iba y venía trayendo las cosas!
—Como los odio —murmuré para mí, limpiando el sudor.
—¿Qué dices, Polet? —preguntó Phoebe, quien tuvo la amabilidad de darme una botella de agua.
Di un gran trago dejándola a la mitad, estaba muy sedienta.
—Nada —respondí.
—Bueno —dijo ella—. ¿Y quién viene por nosotros, Percy?
La respuesta se estacionó enfrente.
La ventanilla del asiento de acompañante bajó, del otro lado nos encontramos una cara que para mí era familiar. Nos sonrió a todos.
—Muy buenos días, adolescentes —saludó, animado—. ¿Quién está preparado para una acampada?
Me puse de pie casi en un salto.
—¡Nico! —saludé, devolviéndole el gesto.
—¡Hey, Polet! —bajó del auto, viniendo con nosotros—. Que alegría verte de nuevo, ¿Qué tal estás?
—Mejor que la última vez, eso sí —ambos nos reímos—, también me alegra verte.
Uno de mis amigos se aclaró la garganta.
—Oh, cierto —habló Percy—, chicos, él es Nicholas, un amigo mío.
—Un gusto, amigos de Percy, pueden llamarme Nico.
—También es un gusto —contestó Aba.
—Nicks, ellos son Phoebe —la rizada sacudió la mano—, Nyl, Aba y Letty.
—Es genial conocerlos al fin, Percy habla mucho de ustedes.
—Aaww —decimos todos a la vez para molestarlo.
—Para quejarme nada más.
—Sí, claro —Nico usó un tono sarcástico—. Empecemos a guardar las cosas para ir de camino, así aprovechar toda la luz del sol posible.
Acomodamos nuestras cosas en la cajuela de la camioneta, dónde ya iban otros objetos que nos hacían falta, principalmente otras tiendas de acampar. Aquí nadie tiene a la mano una de esas, por lo que Percy fue el que tuvo que conseguirlas para nosotros y así no tengamos que dormir a la intemperie del bosque.
Luego de que tuvimos todo en orden, la otra cuestión fue acomodarnos en la parte de atrás. Percy iría muy cómodo en el asiento de acompañante, claro, pero nosotros teníamos que resolver cómo iríamos en los asientos traseros. Somos cinco chicos, seis sin contamos a Jared, y atrás muy espacioso no es que digamos.
Por suerte el viaje solo es de unos cuarenta y cinco minutos, he pasado situaciones peores.
—¿Qué pasó con tu auto? —Percy le preguntó a Nico.
—¿Tú crees que en un viejo Mercedes entran todas las cosas que tenemos atrás? —ironizó él.
Cuando Nico dió la vuelta para ir a su lugar, Percy le hizo una mueca infantil de la que me reí.
—Creo que no hay de otra —menciona Letty—, unos encima de otros, ¿No dices que hay que buscar a alguien más, Percy?
—Sí, y ya debe de estar esperándonos.
Mi rubia amiga dirigió sus ojos a mí.
—Yo contigo, soy más ligera que tú.
Quise protestar, no quería tener el trasero de Letty en el regazo por cuarenta y cinco minutos, pero decidí callarme porque ella tiene razón. Es mucho más ligera que yo.
—Adentro, adentro, aún nos falta un pasajero —nos apresuró.
Atrás quedamos en la siguiente posición: Nyl en la ventana izquierda con Aba en su regazo, ella pareciendo más cómoda que su novio. Después estuvimos yo, Letty y Phoebe, cuando llegue Jared, Letty se sentaría en mis piernas, dando el espacio justo para que entre el cobrizo, apretado pero entra y eso es lo importante.
—¿Tori ya fue de salida? —habló Percy por allá adelante.
—Iba por Alex y mis amigos cuando hablé con ella por última vez. Dijo que nos veríamos allá —respondió Nico.
Recordé que debía enviarle el mensaje a papá. Un simple «ya vamos de salida» que fue respondido con «¡Cuidate mucho!» «Me llamas a cualquier emergencia» «nada de locuras» y «enviame muchas fotos», para ese último mensaje tomé una selfie donde solo yo estaba viendo a la cámara.
—Entonces —dijo Aba—, ya estamos de camino a la acampada, ¿Qué planes tenemos para disfrutar el fin de semana en ella?
—Los amigos de Nico, (los conocerán allá) sugirieron algo así como carreras de saco, captura la bandera, somos varios, podemos dividirnos en equipos de dos y en el bosque no es tan espeso como para perdernos. No sería una mala idea.
—Baño en el lago, cuentos a la fogata. Cosas típicas de acampadas que por algún motivo son divertidas —agregó Nico al volante.
—Me gustan esas ideas —expresó Phoebe.
—Sí, a mí también —decimos los demás.
No son malas ideas, estábamos haciendo este viaje porque queríamos pasarla bien, divertirnos, dejar de pensar un rato en la escuela y exámenes. Merecíamos un momento de paz antes de la tormenta por los exámenes de fin de curso. Y vale, son actividades que siempre se hacen en acampadas, no estamos siendo originales, ¿Y qué? Yo quería divertirme, así sea con algo típico.
Reconocí la calle de Jared al igual que su casa hacia el final. Empecé a prepararme mentalmente a que Letty pasaría los siguientes cuarenta minutos en mi regazo.
—Eh, oigan, ¿Qué hacemos aquí? —preguntó Phoebe y de la nada, la noté nerviosa.
—Aquí vive nuestro último pasajero, en esa casa de allá al fondo.
Va, mi mejor amiga se puso rara.
—¿Estás bien, Phoes?
Giró la cabeza hacia mí como la niña de esa película de terror, hizo que diera un pequeño respingo de susto.
—¿Q-qué?
—Sí, ¿Estás bien? —repitió Letty—, pareces ansiosa.
—Es que... me empezó a doler la cabeza de la nada —se puso la mano sobre el pelo—, creo que no me siento bien...
—Oh, yo traje pastillas para el dolor —Aba le extiende una botella de agua junto a un blíster con una pastilla azul—, siempre hay que estar preparados.
—Lo aprendió de mí —declaró Nyl, sonriendo orgulloso, su novia le propinó un golpecitos al hombro.
—Je, gracias, Aba, gracias...
Nico se detuvo frente a la casa de Jared, yo noté que Phoebe se puso pálida y parecía estar encogiéndose en su asiento.
—Ahí voy, Polet.
Se me fue un quejido cuando Letty se echó sobre mi regazo. Adiós, sensibilidad de mis piernas, fueron una buena amiga.
Mientras tanto, Phoebe se había resbalado lo suficiente en su lugar como para estar por debajo de mi hombro, y eso que es más alta que yo, ya flexionaba sus rodillas contra el asiento de Percy.
—Phoebe, ¿Qué pasa? —insistí.
—Pasa que...
Su puerta fue abierta.
—¡Hola, hola, amigos de Percy, que alegría ver... —la sonrisa que Jared cargaba se congeló a media frase cuando sus ojos cayeron en la chica encogida a mi lado—, los...!
Hum, que raro silencio.
Letty se echó hacia atrás para decir a mi oído:
—Sientes la tensión, ¿Verdad?
Asentí en respuesta.
Y es que ahí dentro parecía que hubiera explotado una bomba que nos sumió en un silencio que pareció eterno. Phoebe se pegó tanto a mí que podríamos haber sido una, ella seguía con la cara pálida y encogida en su lugar. Jared no estaba muy diferente, la única diferencia entre ambos es que él aún se mantenía de pie fuera.
Nyl fue el salvador que se aclaró la garganta, matando ese incómodo momento para todos.
—Esto... ¿Esperamos a alguien más o...?
—No que yo sepa —dijo Percy, vio a Jared—. ¿Subes, amigo?
—Ah... ah... eh... sí, sí...
—Phoebe, me estás aplastando —confesé.
Jared subió con nosotros atrás, por lo que a mi mejor amiga no le quedó remedio que acomodarse.
—¿Aún te sientes mal? —le cuestiona Aba.
Primero negó, después asintió, al final fue un movimiento extraño con la cabeza que no afirmaba o negaba nada.
Nico puso el auto en marcha, ahora sí a nuestra acampada.
Rasqué mi mejilla, empezando a sentir como el ambiente ahí vuelve a ser pesado, especialmente por los dos que tengo en mi lado derecho. El núcleo de la incomodidad nacía en ellos y era como radiación quemando mi brazo y perfil.
Letty hizo un gesto de cortar el aire con tijeras.
Hubo un segundo donde compartí unas cortas miradas con Percy a través del espejo retrovisor. «¿Qué sucede allá atrás?» preguntó él. «¡No lo sé!» expresé con la mía.
—Esto... eh, Jared, ya conoces a los chicos —él nos saludó con una sacudida rápida de su mano, forzando una sonrisa—. Creo que a Phoebe no. Phoes, él es Jared, un amigo mío.
—Hey... —saludó ella.
—Jared, ella es Phoebe, la chica que nos faltó presentarte en el ShumPox —quiso bromear Percy para aligerar el ambiente.
—Hey...
Esto no es muy agradable que digamos.
—¿Y... si ponemos algo de música? —sugirió Nico.
—Sí, sí, me parece bien —Percy encendió el estéreo, pulsando algunos botones hasta dejarlos en una estación al azar.
«I know he'll change the world
'Cause he is a warrior of the mind»
—Oh, no, será mejor que...
—¡No, no, déjala! —pidió Aba—, ¡Adoro esa canción!
En la siguiente parte, nuestra amiga empezó a cantar a la par:
—Maybe one day I'll reach him and we can build his skills as I teach him —todos observamos a la feliz Aba que canta una canción que ninguno aquí conoce—. If there's a problem, he'll have the answer. He is a warrior of the mind.
Alargó la nota lo bastante bien para ganarse cortos aplausos de nuestra parte. La canción tuvo una pausa.
—Dale, Percy —dijo Nico, desde mi posición lo puedo ver sonreír y darle un codazo—, sabes que lo quieres.
—No, no lo quiero, déjame tranquilo.
—Déjate llevar, Perceval.
Él bufó, frustrado.
—Show yourself —empezó a cantar él, ¡A cantar! Cuando volvió a sonar la letra de la canción—, I know you're watching me. Show yourself —aunque no lo hace con el mismo ánimo que Aba, sino como si le estuvieran obligando, aún es un acto digno de presenciar y memorable. Volvió a resoplar—. I can see you...
—How can you see through my spell? —le siguió Aba.
—Haha! —su risa fue exageradamente forzada comparada con la de la canción—, I was lying and you fell for my bluff
Hahahaha.
—Esto es oro —murmuró Letty, hasta ahora caigo en cuenta de que está grabando.
—Well done, enlighten me, what's your name? —continua Aba.
—You first and maybe I'll do the same —Percy ya no canta forzado, empieza a ser natural.
—Nice try, but two can play this game.
Debo recordar pedirle a Letty ese video, será de mis favoritos.
—Nah, don't be modest. I know you're a goddess, so let's be honest. You are Athena!
«Athena!» coreó la radio.
—Badass in the arena —«arena»—. Unmatched, witty, and queen of —«and queen of»—. The best strategies we've seen.
El ambiente en el auto cambió por el dueto que llevan esos dos, se quedó de lado la incomodidad que habían generado Phoebe y Jared y ahora son aplausos al ritmo de la melodía de la canción en la radio que cantan Aba y Percy.
—If you're looking for a mentor, I'll make sure your time's well spent.
—Sounds like a plan. Goddess and man.
Bestest of friends.
—We'll see where it ends.
Esta risa de Percy fue más genuina.
—Okay.
«Maybe one day they'll follow me and we'll
Make a greater tomorrow, then they'll see
I know we'll change the world»
Continuó la radio, nosotros vitoreamos a nuestros amigos por su improvisada presentación de auto.
—¡Vaya! No creí que conocieras esa canción, Percy.
—Lo hago desde hace un tiempo, sí.
—¿De qué va o qué? —curioseó Jared.
—Es un musical —le responde Aba—, sobre La Odisea y tal, es genial.
—Hala, que cool —dijo Phoebe sus primeras palabras desde hace un rato.
Aba asintió, pareciendo feliz, después centró la mirada en el pelinegro de allá adelante.
—Que gran Odiseo, Perceval.
—Muy buena Atenea, Aba.
—Bueno, bueno —intervino Nyl—, un viaje de este tipo merece una playlist especial. Amigo, ¿Puedo conectarme al estéreo?
—Claro, sin problema.
Aba fue quien conectó el teléfono de Nyl al sonido del auto de Nico por razones evidentes. Unos cuantos clics después y teníamos una canción en español sonando a nuestro alrededor.
—¿Morat? —lo miré.
—¡Sí! ¿Cómo sabes?
—Mi hermanastro es fan.
—Que buenos gustos los de él, ah —particulares diría yo—. Porque solo tú sabes que se quedaron tantos besos al aire. Solo tú sabes no sé vivir, que yo sin ti no soy nadieeeee.
Con esa canción y Nyl gritándola de fondo a todo ánimo emprendimos camino a Willesden.
———————————
Nota de la autora:
¡Hola, hola, calabazas hermosas! ¡Jueves de A Través De Mis Ojos!
Hablemos del capítulo.
Polet, eres tan linda, perdóname por todo lo que te he hecho jkjkjk.
Chris, Chris, Chris, sigues siendo de mis figuras paternas favoritas (junto a Avan Ross)
¡Volvimos a ver a Nico! Ese sujeto me cae tan bien. También conoceremos a cuatro personajes nuevos que forman parte de la vida de Percy.
¿Phoebe? ¿Jared? ¿Qué pasa con ustedes? Lo averiguaremos después.
Dije que los capítulos que abarquen la acampada veremos muchas canciones, empezamos con esta. Si no conocen la de Morat, es Porfa No Te Vayas junto a Beret. La otra pertenece a mi musical favorito, (EPIC: The Musical ya sabrán los que me siguen en ig jkjkjk) y se llama Warrior Of The Mind, igual se las dejé allá arriba para que la oigan.
Se los super recomiendo porque tiene unas melodías increíbles, hoy se estrenó la sexta saga (álbum) y versiones nuevas de las dos primeras.
Eso no fue spam para que más gente conozca ese musical hermoso.
Anyways, ¡Nos leeremos la próxima semana!
Besos y abrazos con canciones, tensión y falta de sensibilidad
MJ.
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