33. Gracias, papá, ¡Pero no gracias, papá!

Muchas cosas cambiaron tanto para bien como para mal desde esa noche en la azotea con Percy.

Empezando por mi amistad con ese listillo, antes no estaba mal, podíamos hablar y socializar, y eso sigue ahí pero mejorado, muchas de sus actitudes ahora tienen sentido, ya no se siente como si hubiera algo a punto de explotar en medio. Todo es más... ligero, por decirlo de alguna forma, y Percy sigue contándome más cosas de su vida que aprecio mucho.

Incluso lo hace sin que se lo pregunte, si el tema de conversación que estamos llevando tiene una rama para hablar de algo que le gusta, lo hace sin inhibiciones, y no saben lo genial que se siente saber que ya no se contiene y que me tiene la suficiente confianza para hablar de sus cosas sin problemas.

Eso reforzó de una manera increíble nuestra amistad y tuvo cierto cambio en la actitud de Percy. Sí, sigue siendo un gruñón, pero ahora es un gruñón mucho más tratable.

—¿Qué fue lo que pasó esa noche, Polet? —me preguntó Phoebe una mañana durante el desayuno, tenía los ojos entrecerrados en mi dirección.

—Nada malo, tranquila —es la respuesta que siempre le daba porque yo no soy quien para esparcir lo que Percy me contó esa noche.

Mi mejor amiga siguió con los ojos entrecerrados en mí, afincando su mirada desconfiada. Yo me había reído, acto seguido meneé la cabeza y seguí con mi desayuno.

Las cosas que cambiaron para mal, fue en el internado, más específicamente, en sus estudiantes.

Creí que con la arrancada de greñas que le hice a Malia, todos tuvieran la suficiente capacidad mental para entender que no deberían de meterse conmigo. Pues no, los comentarios poco empáticos no aumentaron, sin embargo tampoco bajaron, seguían ahí, sin tanta constancia, pero seguían ahí.

Y el mayor colmo de todos es que los directivos no hicieron caso a mi petición de ahondar más en el tema de porque me peleé con Malia, solo le dieron la razón a ella, por lo que yo seguía con mi castigo de una semana, mi injusto castigo de una condenada semana.

Que injusto es el sistema aquí.

De camino a la cafetería para encontrarme con mis amigos, noté por el rabillo del ojo como varios me señalan. Los comentarios son en un cincuenta, diez y cuarenta; el cincuenta son de gente poco empática que comparten la misma neurona malvada de Malia, el diez son unos de lamento, daban su pesar y que entienden como me siento porque han pasado situaciones similares a la mía, ese diez por ciento viene de los estudiantes con los que me llevo bien. El otro cuarenta son de lástima, gente que cree que no los escucho por los pasillos decirme «pobre niña india»

Justo lo que hacen el par de chicos que ví que me señalaron, no llegué a oír lo que dijeron, no obstante, seguro que fue eso o algo parecido.

Despedí un suspiro, sacudiendo la cabeza. Intento que no me afecten como lo hizo el tema de mi media parte cherokee, y no lo ha hecho tanto pero aún es un tema sensible para mí. La sigo extrañando demasiado.

Cómo la cafetería no estaba tan llena, fue fácil encontrar a mis amigos en una de las mesas casi al final. Sonreí al ver cómo Aba y Nyl juguetean entre sí, siguen siendo lindos como pareja. Los demás, Percy, Phoebe y Letty hablan de algo lo bastante bueno como para hacer al pelinegro sonreír.

—Hey, chicos —saludo llegando con ellos.

Todos voltean a verme.

—¡Eh, Polet! —saluda Nyl—. Te estábamos esperando.

—Sí, ¿Por qué tardaste tanto? —pregunta Phoebe, yo mientras fui a sentarme en el asiento vacío que está junto a la pareja.

—Me quedé copiando una tarea para la próxima semana, pero ya estoy aquí.

—Bueno, como tú y Percy fueron los últimos en llegar, serán los que van a buscar la comida —dijo Letty.

—Eh, que ese no era el plan —refuta Percy, ceñudo.

Ella encoge los hombros.

—Cambio de planes, la vida no es justa, Adams.

Él gruñó, fastidiado, luego me hizo un gesto con la cabeza para hacer, nada más y nada menos, que buscar la comida.

Fue un poco difícil conseguir llevar seis bandejas de comidas en mano, tuvimos que hacer un segundo viaje por las bebidas que no llevamos en el primero.

—Me caen mal —dijo él con tres latas de refresco en las manos, yo llevo las otras tres.

—Eso no es cierto —desmiento, sonriendo.

—Sí, pero en ocasiones como esta, me caen mal.

Puse los ojos en blanco y solté una risita baja. Percy siendo Percy siempre me hace reír.

—Oye, por cierto, ¿Cómo estás hoy?

Una pregunta que siempre hace, no importa si es en la mañana, en la tarde o en la noche, ahí está sin falta. Sonrío como una tonta en mi interior cada que la hace, como ahora.

—Con algo de sueño, no dormí bien anoche, de resto —encojo los hombros— , todo cool.

—¿Segura?

Asentí hacia él.

—Segura, listillo.

Llegamos a la mesa donde nuestro queridos amigos nos arrebataron las bebidas, la única que nos agradeció fue Aba, de resto, los demás siguieron zampandose su comida. No los juzgo tanto, es decir, es jueves de hamburguesas, todos esperamos ansiosos este día.

—Tienes castigo hoy, ¿Verdad, Polet? —pregunta Phoebe, sacando el tomate y pepinillo de su comida, dándole ambos a Percy que por alguna extraña razón le fascina.

—Desgraciadamente —doy un sorbo a mi refresco—, odio aquí.

—Yo también —convino Nyl—, que sistema tan injusto —resopla, frustrado, para luego dar un mordisco feliz a su comida.

Aquello me hizo reír.

—Mira en lado positivo —dijo Percy, acomodándose los lentes, lleva ya varios días con ellos puestos y parece que va de largo—, solo te queda mañana.

—Sí, yei, pero aún así es injusto.

—Ni que lo digas —comenta Letty—, supongo que son las ventajas de que tu mamá sea la subdirectora, puedes mandar a la horca llamada castigo a quien te plazca solo diciendo algunas mentiras.

En cambio a Nyl, yo di un mordisco molesta a mi comida, pensando demasiado en lo injusto que es todo aquí. Para que las cosas cambien aquí, se debe de eliminar la plaga desde la raíz, y ni siquiera la pelea que tuve con esa raíz negra y dañada sirvió de algo.

Aunque quizá... la raíz no es Malia, sino la subdirectora, su mamá. ¿Qué más podría ser? Malcria a su hija a tal punto de que no ahonda en temas serios como el acoso, solo le da la razón a esa plaga y la verdadera víctima es quien sufre las consecuencias que no debería.

Esa es la raíz, no Malia, aunque es una raíz que igual debe de cortarse, sino su madre.

—¿En qué piensas, Polet? —me pregunta Nyl.

Parpadeo, volviendo a la conversación, todos mis amigos tienen la mirada puesta en mí.

—¿Qué?

—Te has quedado viendo al vacío con media hamburguesa en mano, ¿En qué piensas? —repite Aba.

Reparé en que sí tenía media hamburguesa en mano, hice una mueca cuando noté el camino de salsa que se estaba haciendo en mi pulgar, bajando directo a mi brazo.

Dejé mi comida a un lado y limpié la salsa de mi mano.

—Que la raíz no es Malia, sino su mamá.

—¿Qué? —Percy tiene la cara arrugada en confusión.

—Malia es una malcriada, como ya hemos visto todos, ¿Y por qué? ¡Por su mamá! Ella puede meterse con quién le plazca y no tener consecuencias de sus actos porque su madre es la subdirectora, claro que no le va a imponer castigo a su hija.

—De hecho...

—Eso tiene sentido —Letty interrumpe a Percy—, ¿Qué más podría ser?

—Quizá...

—Sí, vale, pero si reportar a Malia ya es difícil, imagínense a la subdirectora, ¡A la subdirectora! Sería imposible —dijo Phoebe.

—¿Puedo...?

—Difícil quizá, pero no imposible —interviene Nyl con los alrededores de la boca sucia de salsa.

—Ehm, Nyl, tienes... —Aba le señala las zonas sucias.

—Je, je —se limpia rápidamente con una servilleta antes de sonreírle cuál niño a su novia.

Aw, en serio que ellos son tiernos.

Dejo la conversación unos segundos de lado cuando siento a mi mochila en mi regazo vibrar, saco mi teléfono para ver qué se trata de una llamada de papá, sus llamadas son de las cosas que mantienen mi ánimo más o menos arriba. Estuve a punto de contestarle cuando sentí un golpe medio brusco por detrás del hombro, lo que hizo a mi teléfono salir de mis manos para caer en el suelo pantalla abajo.

Eso me dolió más que el golpe.

Me giré, furiosa, a ver quién se había chocado conmigo.

Encontré un grupo de chicos de mi edad, no están entre mis caras familiares, así que deben de ser de la otra sección de último año, el que se mantiene más cerca de mí tiene una sonrisa maliciosa en los labios, sus dos amigos, unos pasos atrás, se ríen como si lo que acabara de pasar fuera graciosísimo.

—Ay, perdona, no te ví ahí —sus disculpas suenan en exceso fingidas, me pregunté si no sería algún familiar de Malia.

—Ni te disculpes, Alhair, la india en primer lugar ni debería estar ahí —dijo uno de sus amigos.

—Vuelve a tu cueva, india huérfana.

Empezaron a alejarse, riéndose como los niños idiotas y malcriados que seguramente debían de ser.

Recogí molesta mi teléfono del suelo, me deprimió ver una línea cruzar la pantalla, fue un regalo de mamá.

—¿No piensas hacer nada? —cuestiona Percy, parece tan cabreado como yo segundos atrás.

Miré a los chicos sobre mi hombro, aún riéndose.

—Ya, no importa.

—¿Cómo que no...? ¿Cómo que no importa? ¡Claro que importa! ¡Te han roto la pantalla del teléfono!

Dónde justo entra otra llamada de papá.

—No quiero más peleas, chicos, mi castigo está por terminar. Ahora, si me disculpan, voy a contes...

—Esto no se queda así —oí mascullar a Nyl, acto seguido se levantó de nuestra mesa—. ¡Oigan, ustedes hijos de perra!

Las personas que están en la cafetería voltean a nuestra mesa, incluso las señoras que preparan la comida, todos observan confundidos a Nyl. Los chicos de minutos atrás se giran ante el llamado.

—¿Qué coño e' la madre les pasa a ustedes? —más que nunca, su acento latino resaltó—. ¿Tienen una piquiña o qué? ¿Les gusta joderles la vida a otro porque las suyas son miserables? ¡Le rompieron la pantalla del teléfono! Más les vale pagarle su mierda para que repare esa vaina o van a ver.

Ellos resoplaron, burlescos.

—¿Y qué nos va a hacer un muerto de hambre como tú?

Debo decir algo, Nyl realmente molesto no parece el amigable Nyl de todo el tiempo. El rostro se le pone rojo y serio de una manera increíble que pensarías que se trata de dos personas diferentes comparándolo con su versión de todo el tiempo. La mayor parte del tiempo él es ese tipo pacifista que intenta convivir en paz con el mundo que lo rodea, excepto cuando lo ofenden con temas sensible como lo es su situación con Venezuela.

Nadie tuvo el suficiente tiempo de reacción para detenerlo, salió de la mesa y se encontró con aquel imbécil en menos de cinco segundo, y en otro, tuvo su puño clavado en su mejilla.

—¡Nyl! —exclamó Aba, asustada, yendo a parar a su novio que se enzarzó en una pelea con aquel chico, detrás de ella le seguía Percy.

Todo eso pasó demasiado rápido, mi amigo pudo darle dos golpes más pero el chico igual se los pudo devolver justo antes de que Percy los separara.

—¡Largo! —exclamó el pelinegro, haciendo que el trío de imbéciles salieran de la cafetería.

—¡Ya me las pagarás, Kane!

Salí del estupefacto, otra llamada entra a mi teléfono, la tercera de papá, sino contesto esta seguro que se preocupará.

—Papá.

—Eh, Polet, ¿Qué pasa? ¿Estás en clase?

—Ehm... —Percy viene con un Nyl aún molesto, Aba no para de reclamarle en susurros—, más... más o menos. ¿Podemos hablar más tarde?

—Uh, claro, cielo.

Me despedí de él con una promesa de llamada. Salí de la mesa con las chicas para encontrarnos con los demás.

—... ¡Estás chiflado! —oímos decir a Aba.

—¡Lo siento! —respondió Nyl—, ¡Pero es que son unos... unos... reverendo coño e' madre, nojada. Me hubieran dejao' meterle sus cuantos coñazos!

Ninguno entendió lo que dijo, pero supusimos que era algo bastante malo, por lo que Percy aún no lo soltó.

—Sí, bueno, pero no lo valen lo suficiente como para que te castiguen, amigo.

—Sí, Nyl, relájate. No te rebajes a ese nivel.

El castaño resopló, dirigiéndome una corta mirada.

—Lamento lo de tu teléfono, Polet.

—Lamento lo de tu pómulo.

—Mejorará, tu teléfono... no.

—Se puede arreglar —le sonreí de labios cerrados—. No debiste, pero gracias, Nyl.

Encoge lo hombros, soltándose del agarre de Percy.

—Para eso estamos los amigos.

—Sí, pero para la próxima, defiende a tus amigos sin la posibilidad de que termines en el castigo, tonto —Aba cruza los brazos y frunce el ceño.

Nyl, en cambio, se ríe de la actitud de su novia, dándole un beso rápido en la mejilla. Nadie pasó por alto el sonrojo que eso produjo en ella.

—Está bien, mi negra.

***

El acontecimiento de la cafetería se esparció como la pólvora, oí murmuros tanto en el pasillo como en la clase y en el castigo, todos con diferentes versiones de lo que pasó. Unos acertaban, otros decían cosas que ni remotamente estaban cerca.

No me molesté en aclararle nada a nadie.

Cómo no podía tener mi teléfono durante mis horas de castigo, me quedé hablando con Rascal y su amigo Penn, ambos chicos son muy agradables, difícil de seguirles el hilo de la conversación, pero agradables.

—Lo de esta mañana en la cafetería —empieza Penn—, Kane, es amigo tuyo, ¿No?

—Sí, es amigo mío.

—Que gran sujeto —dijo Rascal—, no lo conozco tanto, hemos estado en algunas partidas de videojuegos online juntos, es un gran tipo.

Asentí a eso porque tiene razón, pese a lo friki que puede ser Nyl, es un gran chico y, sobretodo, un gran amigo. No cualquiera se metería en una pelea por defenderte.

—Sí, es un chico agradable.

—Es novio de... ¿Ava se llama?

—Aba, y sí, están saliendo.

Penn resopla, recostándose del apoyo de su asiento, Rascal se ríe.

—Que mal, pensaba en invitarla a salir.

—Muy tarde, amigo mío.

—Eh, que aún me queda Leticia.

Puse los ojos en blanco, meneando la cabeza y riendo también. Me he dado cuenta que Penn busca un poco de atención femenina.

Después de esa charla jugamos tres en línea, el que perdía de primero cedía su lugar para que el siguiente jugara con el ganador en la próxima ronda. Así se nos pasó la última hora del castigo. De no haber sido porque el profesor anunció que se había terminado la hora, nos habíamos quedado jugando un rato más.

—¡Nos vemos mañana, Polet! —se despidieron ese par, yéndose hacia la salida, tenía entendido que no viven aquí como muchos.

Sacudí la mano hacia ellos, viéndolos salir del pasillo.

Estuve dispuesta en subir a mi habitación, quería tomar una ducha para dormir hasta donde más no pudiera.

—¡Polet! —exclamó Percy como salido de la nada, asustándome—. Genial, ya saliste de tu castigo, tenemos que irnos.

Fruncí el ceño.

—¿Irnos? ¿Cómo que irnos?

—Hoy tendrás tu primera sesión de terapia.

Mi ceño se frunció aún más.

La única persona que sabe el tema de la terapia es papá, y porque es él quien a estado buscando un psicólogo en el área para que pueda asistir después de clases ciertos días de la semana. Nunca le he dicho a Percy, ni a Phoebe, a nadie.

—¿Cómo sabes que yo...?

—Tu papá me llamó —¡¿Que mi papá hizo qué?!—, quiere que vaya contigo. Sé dónde es, es alguien de mi confianza, así que estarás bien.

Parpadeé.

—¿Mi papá hizo qué?

Percy se rió.

—¿Vienes conmigo o no, átomo en decadencia? —extiende la mano hacia mí.

Otra cosa de que me he dado cuenta es que Percy tiene una sonrisa especial. Sí, de por sí su sonrisa es bastante linda, pero hay una que utiliza en momentos de este tipo. Es pequeña y ladeada, le marca el hoyuelo de la mejilla izquierda y no sé qué demonios hace, pero esa sonrisa le da un aire tierno, casi infantil, y más el complemento de sus ojos multicolores, solo es un plus para que cada vez que use su increíble as bajo la manga, consiga que todos accedan a sus peticiones.

Usa esa sonrisa para eso, para convencer a la gente, y el desgraciado sabe que lo consigue. También está esta cosa conmigo que no puedo decirle que no.

Suspiré.

—Vale, vamos.

***

Nos adentramos en una calle residencial bastante bonita.

—¿Dónde estamos? —le pregunté al guía.

—Ya casi llegamos, calma.

Resoplo, espantando un mechón de pelo. Volví a ver los alrededores. Era una zona linda y al parecer tranquila, ví a un montón de niños jugueteando por ahí entre ellos o con sus mascotas. Me hizo recordar la calle donde vivíamos antes, en las tardes después de la escuela cuando era pequeña salía a jugar con mis vecinos, eran buenos tiempos.

—Llegamos —anuncia Percy.

Nos detuvimos frente a una casa hacia el final de la cuadra. Era muy bonita pero confundió a mi cerebro, la casa parecía hacer contraste y a la vez no con las demás de la calle, salía de lugar y, a la vez, contrastaba. Mi cerebro no conseguía procesar como eso podía pasar, además de que me recordó demasiado al tipo de casas que hay en Boston, lo sé bien por las tantas veces que pasé por Beacon Hill y ví el montón de casas de ladrillos rojos y rejas intrincadas negras.

—Venga, nos están esperando.

Recorrimos el corto camino de adoquines hacia la entrada principal, en el jardín noté un par de bicicletas tiradas junto a una manguera goteando peligrosamente cerca de un balón de básquet. De mi lado izquierdo estaba la cochera y, oh, mira, una improvisada cancha de básquet.

Percy tocó el timbre.

Cuando la puerta fue abierta, mi cerebro volvió a confundirse.

Esa cara... se me hace familiar.

—¡Eh, amigo! —saluda nuestro anfitrión—. Al fin llegan, mamá los está esperando.

—Lo siento, es que ella tiene castigo y sale más tarde de lo normal —me señala con su pulgar, haciendo que el chico de cara familiar me mire.

Lo señalo, él me señala de vuelta.

—¡Eres la chica del ShumPox!

—Te me haces conocido.

Ambos dijimos al mimos tiempo, Percy nos mira de uno a otro, confundido.

—¿Se conocen?

Negué con la cabeza.

—La ví una vez en el ShumPox —responde el chico de pelo cobrizo, que sí, era el chico que aquella vez me deseó buen provecho.

—Vaya —balbucea nuestro amigo—. Bueno, no importa, Polet, él es Jared Mellark, un amigo mío. Jared, ella es Paulette Seavey, una buena amiga mía.

—Es un gusto, Paulette —Jared sonríe, haciendo que esas arrugas se formen en los rabillos de sus ojos azules.

—Puedes decirme Polet sin problema.

—Cool, Paulette es difícil de pronunciar. Ahora, pasen, pasen, mamá está esperando desde hace un rato.

La sala es bastante cómoda y con un delicioso aroma a galletas recién horneadas. Ahí parecía la casa de una familia feliz, eso lo confirmo cuando veo una foto sobre una de las mesas junto al sofá de lo que debe de ser la familia de Jared, un hombre alto idéntico a él, lo que debe de ser un hermano pequeño de quizá doce años y su madre, de quién claro sacó el color de ojos.

—Tú, allá —Jared señala hacia la cocina—, mamá no te quiere de entrometido.

—Pero... —intenta decir el pelinegro.

—A la cocina, hice galletas —voltea a verme—. Tú y yo, arriba.

Ví un segundo a Percy, quien asintió como una forma de asegurarme que todo va bien.

Seguí a Jared al piso de arriba.

—No te sientas presionada, eh —dijo a mitad de las escaleras—, todos están nerviosos en su primera sesión.

—Tienes experiencia.

—Mamá da sus consultas aquí, así que soy el guía de la gente —se encoge de hombros—, es normal estar nervioso, así que descuida.

Entramos a un pasillo amplio, Jared siguió caminando, ignorando las demás puertas a los lados, de una oí el sonido de esos videojuegos de aventuras que frustran a Nyl cada vez que lo eliminan, tal parece que el habitante de esa habitación también le frustra que lo eliminen.

—Ignora eso, es solo Jace.

—¿Hermano?

—Sí, siempre que pierde se molesta, por eso mejor no le hagas caso a los ruidos que oigas de allá adentro.

Adelanté el paso cuando escuché un «¡Te maldigo, @runbockster324!»

Nos detuvimos frente a unas puertas dobles al final del pasillo.

—Te irá bien —antes de irse, guiña uno de sus ojos bajo los lentes de pasta y vuelve de regreso por el pasillo.

Yo por mi lado dejé ir un suspiro para aliviar los nervios y toqué la puerta.

—¡Adelante! —permitió una voz dulce del otro lado.

La habitación era como un especie de salón, las ventanas que dan a la calle iluminan bien la estancia, hay mucho espacio para recorrer y una enorme biblioteca que incluso Percy hubiera envidiado.

Una mujer en sus cuarenta y tanto, pero que en definitiva no los aparenta, está sentada en un pequeño sofá frente a una mesita de café que tiene galletas que aún emanan un aroma de recién horneadas. El abundante pelo castaño claro lo lleva en una coleta alta y los mismos ojos azules que tiene su hijo me dirigen una mirada cariñosa y tranquila.

—Bienvenida, Polet, siéntete como en casa. Mi nombre es Edaly, y estoy aquí para escucharte, linda.

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Nota de la autora:

¡Estamos de vuelta con los jueves bonitos de A Través De Mis Ojos! ¿Qué tal están? ¿Cómo pasaron esa semana santa?

Un capítulo interesante, ese final... es obvio que en esta novela la protagonista va a tener sesiones de terapia, las necesita, y sé que soy mala, pero no tanto para negarle eso (aunque estuve a punto jkjkjkjk) ¡Y hemos conocido a Jared! ¿Qué? ¿Se creían que ese personaje random de verdad era solo un personaje random? No, mi gente, todo en esta novela está meticulosamente planeado, nada está por casualidad.

Nyl metiéndose en una pelea... todos tenemos un amigo como él, ¿A qué si? Dato extra: no saben lo que me reí poniendo esos insultos venezolanos.

En Leighton habitan los idiotas, como ya vemos. Cómo dijo Nyl, hay que darles unos cuantos coñazos y ya.

Y por último, Chris... Chris, Chris, Chris. Es todo lo que diré.

En fin, gente bonita, ese a sido nuestro capítulo de hoy, ojalá lo hayan disfrutado. Sé que se preguntarán: ¿Cuándo se vienen las cositas? ¡Pronto, pronto! Las sesiones de terapia son importantes para dar paso a eso.

Así que, nos leemos mañana con Riley Grace, ¡Bais! <3

Besos y abrazos con galletas, golpes he insultos venezolanos

MJ.

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