24. Hola, tristeza y vacío emocional inevitable, mis viejas amigas
Vacío.
Tuve una sensación de vacío, algo parecido a cuando estás en coche y pasas por una bajada que no te esperabas, es como si tus órganos dieran un salto dentro de ti, dejándote una sensación extraña.
Los sonidos de mi alrededor se bloquearon, como si hubiera estado frente a una explosión y se me hubieran taponeado los oídos, escuchaba los llamados de papá detrás de un constante pitido que poco después fue reemplazado por el sonido de la risa de mi madre. Quise creer que esto no era más que una broma pesada de papá y que mamá se aparecería riendo detrás de mí, que por eso oía su risa, pero no es más que los recuerdos que estaba teniendo. Esa frase de «ves tu vida pasar frente a tus ojos» la tuve con todos los momentos que pasé con mi madre, que ahora no serían más que recuerdos.
Mi cuerpo se congeló, es como si mi cerebro se hubiera apagado ante tal noticia, incapaz de poder procesarla. Incluso creo que dejé de respirar por unos cuantos segundos hasta que me mareé, cuando trastabillo por la falta de aire, papá consigue atraparme y traerme a la realidad.
La realidad... todo fue como un golpe al estómago, supe que empecé a llorar por el sabor salado de las lágrimas pasando por la comisura de mi boca.
No, eso no era verdad.
—Es... es una broma, una mala broma tuya —digo después de un rato, alejándome de él, papá me mira dolido—. Esto... esto no es gracioso, papá.
—Polet...
—¡No es gracioso! —soy toda sollozos y lágrimas—, ella está bien, está... está bien, y esto n-no es más que una, una broma tuya...
—Polet, como quisiera decirte que es una mentira —se acerca con pasos lentos, no puedo dejar de llorar porque en el fondo algo me estaba diciendo que era la verdad—, lo siento muchísimo, cielo.
—N-no, ella... ella no... —papá me rodea con sus brazos y apoya mi cabeza de su pecho.
—Lo siento muchísimo, Ocasta —murmura acariciando mi cabello.
Entonces el dolor llega, aumentando los sollozos y lágrimas. Quería negarme a esta horrible realidad, mi mamá no pudo haberse ido, no pudo haberlo hecho, ella... ella prometió hablar conmigo, dijo que todo estaría bien, ¡Esto no es estar bien, mamá! Mis rodillas aún adoloridas por la clase de ayer ceden, haciendo que papá y yo terminemos sentados en la acera de la calle conmigo llorando a mares, negandome a la idea de que había perdido a mi mamá.
No me importa quien pueda verme ahora, qué vayan a decir la gente del internado, estaba atrapada en un pozo doloroso que se iba llenando de agua, y que esa agua pronto podría ahogarme.
Papá mantiene firme su abrazo, acaricia mi pelo he intenta dar consuelo, pero esto debía de ser difícil para él también. Aún siendo su exesposa, ellos eran amigos de la adolescencia, la madre de su hija, incluso sin un vínculo romántico que los uniera, estaban ahí para el otro, amigos pese a todo, a él debía de dolerle perder a una amiga.
—Todo —oigo como pasa saliva—, todo estará bien, Pau.
Esa declaración me pareció demasiado hipócrita en ese momento. Nada pintaba que estaría bien, todo lo que parecía bueno se fue directo al caño.
—¿Polet? —sé que es Phoebe, debe de estar preocupada, pero ahora cómo se sentía no me importaba en lo absoluto.
Escucho como papá comparte unas palabras entre Phoebe y el que debía de ser Percy, después como soy obligada a ponerme de pie para sentarme en el asiento trasero del coche de papá. Tenía las mejillas húmedas en lágrimas, un fuerte nudo en la garganta y un hipo que empezó a ser constante. Los brazos de mi padre son reemplazados por los de mi mejor amiga, que consiguió hacerse un espacio en el pequeño lugar que teníamos como asiento para abrazarme y acariciar reconfortantemente mi brazo. No me importaba llorar frente a ellos, total, ya lo habían visto antes, la diferencia ahora es que es un llanto más crudo y que no puedo parar por mucho que quiera para intentar respirar, solo no podía y conseguía oxígeno en cantidades bastante pequeñas.
—Ya, Polet, tranquila —intenta consolar Phoebe, no funcionaba—, está bien que llores, te duele, no te voy a pedir que dejes de hacerlo, solo cálmate un poco, ¿vale? Necesitas respirar.
—M-mi mamá... P-phoebe, ella...
—Lo sé —aprieto los ojos, liberando más lágrimas—, lo lamento mucho, un par de palabras no te la van a devolver, pero que sepas que cuentas conmigo en todo momento.
—Y conmigo —oí decir a Aba, seguidamente sentí su mano en mi rodilla.
—Con nosotros también —dijeron Letty y Nyl.
No aliviaba el dolor, pero agradecía mucho el apoyo de mis amigos. Empecé a seguir las indicaciones de Phoebe para poder respirar más, mi nariz estaba toda tapada así que inhalaba y exhalaba de forma entrecortada por la boca para no desmayarme por falta de aire. Ella estuvo todo el tiempo que fue necesario y no le importó que haya mojado la manga de su vestido y parte de su pecho, siguió murmurando que todo podrá estar mejor pronto.
—¿Polet? —veo entre las lágrimas a mi papá arrodillado frente a mí—, es hora de irnos, vamos a casa.
Sorbo mi nariz, limpiando mis mejillas húmedas, seguía teniendo ese dolor en el pecho, pero conseguí calmarme para acomodarme en mi asiento en la parte de atrás del coche de papá, Phoebe hizo lo mismo, abrazándome de lado.
—¿Quieres que vaya contigo? Si dices que no no hay problema, Polet —murmuró.
Asentí como respuesta, quería a mi mejor amiga conmigo en este momento. Phoebe es de las personas que me a visto hasta en mis peores momentos, a sido un gran apoyo y eso es justo lo que necesito ahora: su apoyo.
—Vale, aquí estaré —oí como cerró la puerta—, he tomado decisiones más impulsivas que esta.
Eso me sacó una pequeña risa a la que ella se sumó segundos después. Phoebe agarra mi mano para dar un suave apretón.
—Polet, no puedo decirte con seguridad que sé cómo te sientes, la pérdida es un dolor totalmente diferente a lo que conocemos, pero de lo que puedo estar segura es que cuentas conmigo para lo que sea, ¿Vale? —la miré de reojo. Sus ojos verdes que hasta ahora noto tienen líneas negras, como una flor, demuestran un sentimiento cálido, fraternal—, estaré aquí siempre que me necesites.
—Gracias, Phoebe —murmuré con la voz, algo ronca.
Ella me sonrió, acariciando el dorso de mi mano.
—Eh, que eres mi mejor amiga, esto es parte de mi trabajo.
Le abracé en respuesta, agradeciendo en mi interior a todos los dioses que conocía por hacer que ella fuera mi compañera de cuarto.
Aún no me sentía bien, todo está demasiado fresco y no quiero imaginar cómo serán los días siguientes, pero sé que si Phoebe está conmigo, ya sea a mi lado o con una pantalla de por medio, las cosas serán algo más llevaderas. Ella es de esas amistades que pertenecen a ese pequeño grupo que saben cómo hacerte sentir bien en una situación difícil.
—¿Segura que no te meterás en problemas, Phoebe? —pregunta papá en su asiento.
—No se preocupe, señor Seavey, los chicos me cubren la espalda.
Él me mira a través del espejo retrovisor, parece preocupado y dolido en partes iguales. Y es que de verdad esto no solo sería difícil para mí, lo sería para los dos.
Y aunque por ahora las cosas no se vean así, tal vez pronto lo estarían.
—Todo... todo estará bien —dije.
Papá asintió.
—Pronto, cielo.
El camino a casa fue muy silencioso, mi papá se concentraba en conducir y echarme eventuales miradas por el retrovisor, Phoebe hizo el maravilloso milagro de mantener el silencio, aunque sé que la estaba incomodando, ella no es fan de ningún momento así, pero lo estaba intentando porque sabe que los ánimos ahora no están para entablar una conversación, ni siquiera una amena.
Y yo... quería llorar a la vez que quería gritar, quería abrazar mi almohada tanto como quería arrojarla a la pared. No conseguía asimilar el hecho de que de verdad había perdido a mi mamá, ¿Por qué lo hizo? ¿No estaba feliz? ¿No confiaba lo suficiente en mí como para contarme cómo se sentía? ¿En papá o la tía Daphne? Tenía demasiadas preguntas y la única persona que podía responderlas ya no estaba conmigo.
Pensé en la última vez que la había visto, el fin de semana pasado, recordé también la promesa de la videollamada en conjunto que haríamos. Nunca pude hacerla por las clases. Bajé la mirada a la pulcera fluorescente y la acaricié con mi otra mano, ¿Por qué, mamá? ¿Por qué hacer algo así? Me... me tenías a mí, a papá, a la tía Daphne, todos estábamos dispuestos a escucharte.
Mi nariz volvió a taparse y mis ojos a llenarse de lágrimas, volví a llorar en silencio, creyendo que mi madre no tenía la confianza en mí como para haberme contado lo que le pasaba. Debí insistirle el fin de semana, la notaba mal y solo pasé de eso, debí preguntarle más al respecto, debí... yo debí...
—Ya, Polet —Phoebe me da un medio abrazo apoyando su mentón de mi pelo—, tranquila, tranquila.
No podía por mucho que quisiera, las lágrimas corrían por mis mejillas sin control y era incapaz de dejar de sollozar. Si tan solo le hubiera insistido a mamá en hablar tal vez esto no habría pasado, ella estaría en casa preparando un fin de semana de chicas y mañana ella habría ido a buscarme para pasar tiempo juntos. ¿Ahora que me queda? Solo recuerdos.
Duele... de una forma que desde hace un año no sentía. Mi abuelo, mi madre. Es un dolor que quema en el pecho y no encuentras manera de calmarlo, entonces piensas en tus memorias, los momentos que pasaron juntos y empieza a doler mucho más.
Arde y quema de una manera indescriptible cuando te das cuentas que rememorar es la única forma que te queda de ver quién perdiste.
—Cielo... —no sé en qué momento papá aparcó el coche y abrió la otra puerta de este lado.
Me arrastré en los asientos para recibir su abrazo, apreté los párpados, recordando la sonrisa de mamá, las historias del abuelo, los buenos ratos que pasamos todos juntos. Papá me abraza contra su pecho y acaricia mi cabello como consuelo.
Y es que ahora solo lo tenía a él.
Siento como da caricias rápidas en mi espalda y finaliza con un beso en la coronilla de mi cabeza antes de apartarme, acuna mis mejillas y limpia las lágrimas con sus pulgares.
—Todo esto es difícil, sé que te duele...
—Fue mamá... —sollocé—, fue mamá, papá.
Él aprieta los labios, asintiendo.
—Lo sé, Ocasta, era... era tu mamá, era Nat, pero ella no te quisiera ver así, cielo —acaricia mi pómulo izquierdo.
Pasamos así unos cinco minutos en los que consigo calmarme, cuando papá está seguro de que puede volver a su tarea de conducir, vuelve a besar mi cabeza y me deja otra vez con Phoebe, quién insistió que sería buena idea echarme un rato, así que ahí estaba yo, con los ojos hinchados, el mismo dolor en el pecho que empezaba a pasarse a mi cabeza usando el regazo de mi mejor amiga como almohada.
Lo que restó de camino me la pasé dormida, Phoebe usó esa técnica bruja suya que me había comentado una vez, consiste en acariciar el tabieque con el dedo índice, en su momento me pareció una tontería, ahora he comprobado que sí te hace dormir profundamente. Ni siquiera sé cómo terminé en mi habitación, pero ahí estaba.
Miré por la ventana, el cielo empezaba a oscurecerse, debían de ser eso de las seis.
Enciendo la lámpara en mi mesita, dando un poco más de iluminación a mi cuarto, mis ojos cayeron en mi vieja área de estudio, había decorado la pared con luces, dibujos y fotografías. Fui hasta ahí, sintiendo como se formaba el nudo en mi estómago, encima de la segunda repisa hay una foto de hace unos tres años, mi versión de catorce años se estaba riendo con los ojos cerrados a causa de las cosquillas que le hacía su madre.
Un sollozo brotó en medio de una sonrisa triste. Esa foto fue en un viaje de fin de semana a Ciudad Nevada en invierno, un año antes del divorcio y uno de los últimos viajes familiares que hicimos.
—¿Por qué, mamá? —cuestiono en un murmuro a la fotografía—, dijiste que todo estaría bien, p-pero esto no es estar bien —sorbo mi nariz, limpio mis lágrimas—, pudiste hablar conmigo, sé que... que nuestra relación no era la mejor, pero aún así p-podías confiar en... en mí.
»Lamento si hice algo para que llegaras a ese punto —abrazo la foto contra mi pecho—, debí insistir en hablar contigo el fin de semana, d-debí... solo debí...
—¿Polet? —la puerta de mi habitación se abre, Phoebe entra con prisa—, venga, necesitas gotitas para los ojos.
Dejo la foto en su lugar y sigo a mi mejor amiga al piso de abajo, me sentía en modo automático, no conseguía procesar a mis alrededores ni mucho de lo que pasaba. Zombie, era algo así como un zombie.
—Tu papá salió hace unos minutos a —se aclara la garganta, viniendo con las gotitas en la mano—, a hacer todos los trámites.
—¿En serio esto es real? —mi voz no suena como si de verdad fuera la mía—, ¿No es producto de mi imaginación?
—Comprendo que sea difícil aceptar algo así, Polet —me obliga a abrir los ojos, toma dos minutos enteros en cada ojo que ella eche las gotitas—, como te dije, no puedo decirte que entiendo cómo te sientes, pero puedo estar aquí para apoyarte.
—¿Por qué?
Ella ladea una sonrisa, sentándose en la plaza del sofá a mi lado.
—Porque eres mi mejor amiga, y eso hacemos. Es nuestro trabajo mal pagado.
—Gracias, Phoebe.
—No agradezcas nada, eso hacemos los amigos. Y hablando de amigos... —agarra su móvil de la mesita de café—, algunos quieren hablar contigo.
Marca el número de Percy, que suena hasta el tercer tono donde es contestado, del otro lado nos saludan al unísono todos los chicos.
—¿Cómo te sientes, Polet? —preguntó Letty.
—He estado mejor —apoyo mi cabeza del hombro de Phoebe.
—Lo siento mucho, Polet —dijo Aba—, no me puedo imaginar el dolor que experimentas, pero recuerda que aquí estoy contigo.
—Lo estamos todos —corrige Nyl—, para cualquier cosa que necesites, no importa qué sea ni la hora que sea, llámanos, ¿Va? Puedo hablarte de videojuegos para subirte los ánimos, o jugar una partida, Minecraft con amigos es bastante cool.
—Yo te puedo dar datos curiosos de mariposas, ¿Sabías que la mayoría de las mariposas no tienen boca? Eso porque son atrofiadas, cuando son orugas comen tantísimo para tener energía en su etapa adulta —mencionó Aba.
—Yo puedo enviarte audios graciosos con voces de caricaturas, últimamente me sale bien la de Gru —dijo Letty, por alguna razón me la imaginé subiendo y bajando las cejas.
—Yo... puedo leerte —finalizó Percy, sonando inseguro.
—Gracias, chicos, por todo.
—Para eso estamos —respondió el pelinegro—, las cosas se ven difíciles ahora, Polet, y es comprensible que sientas que... a partir de ahora nada irá bien, créeme cuando te digo que no es más que tú subconsciente deprimido y negado que cree que así serán las cosas.
—Todo mejora, siempre —agrega Nyl—, puede tardar, ni dudarlo, pero las situaciones no siempre serán malas.
—El tiempo cura las heridas —finaliza Letty con un tono delicado que no parece propio de ella—, date tu tiempo de duelo y para sanar, pero te puedo asegurar que aunque hoy duele, mañana los recuerdos de lágrimas estarán llenos de sonrisas.
—Estarás bien —asegura Percy, y aunque estábamos en llamada, sentía que había dicho esas palabras estando a mi lado—, es una promesa.
***
Tuve las semanas más agotantes, tanto física como emocionalmente.
Phoebe tuvo que irse a la mañana siguiente ya que los chicos podían cubrirla en el toque de queda, más no en las clases del día siguiente, así que papá la tuvo que llevar temprano en la mañana al internado, dejándome sola en esa enorme casa.
Sola yo con mis pensamientos.
Muchas dudas se aglomeraban en mi cabeza. ¿Por qué mamá lo hizo? ¿No confiaba en nosotros, en mí? ¿Qué... qué sintió? ¿Le dolió? ¿Le dolía algo para llevarla a ese punto? ¿Había hecho algo mal yo?
Y el pensamiento más importante y constante, debí de insistir en hablar con ella.
Una pequeña parte de mí que lentamente crecía, se sentía la culpable de la muerte de mamá. Si tan solo... debí hablar con ella del tema, pero solo lo ignoré creyendo que ella estaba bien. Sonreía, se veía sana, se veía feliz.
Todo queda en un «se veía» porque no sabía si esa era la verdad, si ella solo ocultaba cómo se sentía realmente.
No solo fueron semanas duras para mí, también lo fueron para papá y la tía Daphne, jamás había visto tan triste a mi tía y verla ahora en ese estado... era deprimente y lo único que podía hacer era abrazarla largos ratos en los que intentaba darle consuelo y, a su vez, ella darme consuelo a mí.
A todos nos dolía la pérdida de mamá.
Mis amigos no dejaron de llamarme ni de enviarme mensajes para subirme los ánimos, como lo prometieron, en cada charla que teníamos, hablaban de distintos temas. Aprendí mucho sobre mariposas en mis llamadas de las mañanas con Aba, Letty conseguía hacerme medio reír a los medio día con sus mensajes de voz imitando voces de caricaturas. Nyl y yo jugamos todas las tardes en ese videojuego favorito suyo, Minecraft, habíamos hecho juntos una bonita granja que él se encargaba de cuidar cuando mis ánimos no estaban para jugar.
Percy siempre era el último en llamarme en el día, justo después de terminar mis charlas con Phoebe, eran cinco minutos después en que entraba su llamada y todos los días la esperaba sin falta.
—Hey —saludamos como dos tontos al unísono apenas contesté.
Ambos nos reímos de eso.
—¿Qué tal estás? —preguntó.
Apoyé la cabeza del cristal de la ventana, mirando la viva ciudad, después paso a ver a mis pies estirados en el alféizar de la ventana.
—Quiero decir que bien.
—Sabes que puedes ser honesta conmigo.
Lo sabía, estas llamadas han reforzado muchísimo nuestra amistad que casi sentía a ese chico como un confidente.
—Todavía duele —murmuro—, la extraño mucho —mis ojos se van llenando de agua, inspiro aire con dificultad—, mañana... mañana será el entierro y yo... —se me escapa un sollozo—, no estoy lista para eso.
Hay silencio en la línea que por un momento creí que Percy había colgado, solo era yo sollozando negandome a la idea de que mañana meterían metros bajo tierra el cadáver de mi mamá.
¿Quién estaría preparado para algo así? Nadie. Aún el del abuelo me dolía y ya estaba por pasar otro momento así.
—Te entiendo —dijo Percy, su voz suena apagada, muy débil—, decir adiós no es fácil, nadie nunca te prepara para despedirte de alguien a quien amaste.
Limpio mis lágrimas, Percy sigue hablando.
—Yo también he perdido a gente importante para mí, Polet —dejo de sollozar al escuchar su declaración—, cuando tenía trece, también perdí a mi abuelo, así que sé demasiado, pero demasiado bien cómo te sientes.
»El dolor de perder a alguien no es algo que se cure en una semana, ni siquiera en un mes o años, está ahí, siempre, depende de nosotros en cómo nos afecte.
»Y aunque las cosas se compliquen —Percy suspira—, si necesitas un motivo para sonreír, el cielo tiene millones de estrellas.
Levanté la mirada al cielo nocturno, la contaminación lumínica de la ciudad no permitía ver tantas estrellas, solo unas pocas que eran persistentes, tal vez tercas, que querían presumir su bonita luz con los humanos.
—También me tienes a mí, sé... que no soy la gran cosa pero intento estar ahí para ti.
Sonrío como una tonta, atrayendo mis piernas hacia mi pecho.
—Gracias, Percy —dije con total sinceridad.
—No me agradezcas nada, somos medios amigos, ¿No? Nos medio apoyamos.
Los dos nos reímos de su mal chiste.
—Oye —llama Percy después de las cortas risas—, confío en que mañana estarás bien, no te prives de sentir dolor, eso es lo más normal del mundo. Llora, eso también está bien, pero no creas que eres débil, porque no lo eres, Polet, en lo absoluto.
Después de eso, empezó a leerme como lo había prometido, era un cuento que nunca antes había leído, sin embargo me gustaba mucho y junto a la narrativa tranquila de Percy, conseguía calmarme y hacer que me dé sueño, algo que en los últimos días resultaba difícil.
Percy junto a Phoebe es uno de los que más me han apoyado. Aba, Letty y Nyl claro que están ahí, pero no como los dos primeros, en serio que les agradecía mucho su compañía ahora.
—¿Percy? —le llamo en medio de la lectura.
—¿Si?
Pienso mis palabras.
—¿Cómo... cómo superaste la muerte de tu abuelo?
Suspiró.
—Nunca lo hice —murmura—, nunca «superas» la muerte de alguien, solo aprendes a vivir con su ausencia.
—¿Y no lo extrañas?
—Todos los días —hay una risa nasal de su lado—, pero sé que está bien, desde donde sea que esté, ya sea en la tierra de los muertos o el jardín de las estrellas, él está bien.
»Y tú mamá también lo está.
Cuando llegó la mañana me negaba a salir de mi cama, seguía en negación de ir a ver cómo definitivamente perdía a mi madre, pero tuve que hacerlo por una última despedida, porque sé que ella no quería que hiciera esto.
La tía Daphne en un algún momento de la mañana entró a mi habitación a dejar la ropa que tendría que usar, un vestido negro de mangas largas y zapatillas del mismo color. El pelo me lo dejé suelto y puse una diadema.
—¿Estás lista, Pau? —preguntó papá al pie de la escalera, luciendo un traje negro y una camisa blanca, llevaba una corbata con huellas de gatitos grises que era una de las favoritas de mamá.
Asentí tomando su mano.
————————————
Nota de la autora:
No todo lo malo es malo, como ven.
Jueves bonito de A Través De Mis Ojos y aquí les traigo esta bonita interacción entre nuestros protagonistas.
Conocimos algo más de Percy.
Atravesamos la situación de Polet.
Tenemos el apoyo de grandes amigos.
Cómo ven, no todo lo malo es tan malo como parece.
Bueno, sí, lo que hice sí es malo, ¡Pero necesario! Créanme, estoy conciente que no solo ustedes me odian, Polet también lo hace.
Tal vez crean que la interacción de estos dos chicos es lenta, pero de mi parte creo que va a un ritmo justo teniendo en cuenta las situaciones (es decir, Percy) aunque no se sepa mucho de él, todo tiene su motivo y por eso su interacción con Polet es algo «lenta»
¿Vamos avanzando? Ni lo duden.
Estaba pensando en hacer una doble actualización, pero creo que mejor la dejo para la próxima semana.
Eso sería todo, nos vemos mañana en El Soñador <3
Besos y abrazos con vacíos, lágrimas y apoyo
MJ.
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