22. No me llames Rocky. Nunca

Fui aprisionada en un sándwich-abrazo de castaños.

Phoebe fue la que más me apretujó, repitiendo que estaba feliz de volver a verme y que me había extrañado mucho aún cuando me fui solo un día. Después de que la rizada me soltara, Nyl me abrazó contra su pecho de la misma forma en que uno abraza a un perrito, recalcando también que me había extrañado mucho.

Percy por su parte está sentado en la orilla de mi cama, mirando toda la escena entretenido.

Igual no estaba nada mal, recibí gustosa sus abrazos porque aún cuando me fui un día, también los había extrañado. Son mis amigos, les tengo mucho cariño y respeto, así que no me quejé de los abrazos del par de chicos porque aunque parezcan una exageración para cualquiera, es una muestra de afecto sincera de ellos.

Nos separamos cinco minutos después cuando anuncié que traje regalos, ellos dos se sentaron en la cama de Phoebe, pareciendo niños de cinco años felices por las fiesta, busqué en la bolsa que Percy dejó sobre mi cama los regalos de esos dos envueltos.

—Este es para Nyl —le entrego su regalo envuelto en papel dorado y un moño plateado, una caja mediana—, espero te guste —ahora le pasé su regalo a Phoebe, más pequeño pero sé que le gustará—, también espero te guste, Phoes.

Ellos comparten una mirada intrigada antes de abrir sus regalos, me senté junto a Percy para ver cómo los chicos abren sus regalos. Me había esforzado mucho en ello y en serio espero que les sea de su agrado.

La primera en conseguir abrir el regalo fue Phoebe, porque ni siquiera lo abrió, solo rompió el papel emocionada.

—¡No! —exclama, levantándose de la cama de un salto—, ¡No puede ser! —me mira sorprendida, encogí los hombros con una sonrisa—, ¡Aahh, eres la mejor, Polet!

—¿Qué es? —cuestiona Percy.

Phoebe mostró orgullosa su obsequio.

—¡Es el nuevo álbum de Imagine Dragons! —chilló entre saltitos de felicidad—. ¡Me encanta!

—¡Esperen un segundo, aún no consigo abrir esto! —dijo Nyl, aún sin abrir su regalo.

—Hombre, solo rompelo —pide Percy.

—Sí, es solo papel —agregó Phoebe.

Nyl despide un resoplido por la nariz, empezando a destrozar el papel y dejando caer los retazos al suelo, algo que tendrá que limpiar él. Soy testigo en primera fila como su cara pasa a ser una de frustración por no poder sacar el papel de regalo a una de completa incredulidad.

—No... —masculla, alzando la mirada a mí—, no pudiste hacer esto.

—Puede que sí —refuté riendo.

—A ver, ¿Qué es? —curiosea Phoebe, volviendo a su lado, pasa a tener la misma cara que Nyl, incluso me dirige la misma mirada—. Polet, no puede ser.

—Bueno, ¿Pero y qué es? —pregunta Percy.

Nyl aún con la incredulidad plasmada en el rostro levanta la caja de los audífonos para mostrarsela al pelinegro a mi lado, que alza ambas cejas y parpadea, viéndome igual que ellos.

—¿Qué? —inquiero, empezando a sentir cierta incomodidad.

—Tú... esto... Polet, yo... yo no puedo recibir esto —responde Nyl, pasando su mano por el pelo castaño—, ¡Es demasiado!

—Es un regalo, Nyl. Sé lo que le pasó a tus anteriores audífonos, también sé que son importantes para ti, así que decidí comprarte unos nuevos y mejores. Mira, incluso tiene un micrófono para cuando estés jugando en línea.

No se oyó una mosca por los cinco minutos siguientes dónde esperé una reacción de los chicos, especialmente de Nyl.

No comprendo porque no puede aceptar mi regalo, ¡Es un regalo! No tiene nada de malo, mucho menos cuando es algo que te hace falta. Nyl era un apegado a sus anteriores audífonos, siempre que está haciendo sus deberes de la escuela está escuchando música, cuando tiene las tardes libres y se va a jugar al salón de computadores los tiene puestos para no perturbar a nadie con los sonidos fuertes de sus videojuegos.

Los necesita, pero él por ahora no podía costearselos ya que tiene que esperar la mesada de sus padres y esa no llegaría hasta mediados del próximo mes, y como ví la oportunidad de poder regalarle un nuevo par, no dudé en aprovecharla.

Estaba a punto de romper el iceberg que se formó en la habitación cuando escuché el sonido de una risita de parte de Nyl, su mirada color caramelo muestra un sentimiento de calidez y cariño que me dirige.

—Eres definitivamente la mejor persona que he conocido, Polet.

—No es nada, son mis amigos —los veo a los tres—, me gusta hacerle regalos a mis amigos.

—Creo que ayudarte esa mañana fue una buena decisión —comenta Nyl antes de sacar los audífonos de la caja y probarselos—. ¡Son increíbles!

—Yo necesito escuchar esto —Phoebe se levanta de su cama, introduciendo su nuevo cd en un pequeño radio que guarda en una de las gavetas de su mesita de noche, la música llena la habitación.

Observo al par de castaños que están felices como unos niñitos por sus regalos, ver esas reacciones y sincera emoción hace que sonría igual de feliz que ellos. Después volteo al chico a mi lado, que está rodando los ojos divertido por cómo Phoebe y Nyl se pusieron a bailar.

Percy nota que lo estoy viendo.

—¿Qué pasa? —cuestiona.

—Nada —respondo, agarrando el libro de su regazo—. ¿De verdad ya lo leíste?

—¿Quizá? —levanté una ceja, suspiró rendido—. Sí, lo leí hace como un mes, pero igual gracias, una releída no vendrá nada mal.

Apreté los labios, dándome por rendida. La próxima vez que le haga un regalo descartaré la idea de que sea un libro.

—Bueno, la intención es lo que cuenta —comenté, devolviéndole el libro.

Percy se ríe, una risa que tiene de acompañamiento una sonrisa sincera, acto seguido choca suavemente su hombro con el mío.

—Eh, gracias, Polet. Aportas un buen libro a mi biblioteca.

—A tu inmesa biblioteca —miré el estante dónde tenía mis libros, que ocupan solo dos filas de ella. Tengo entendido que en su habitación también tiene uno así, y estoy segurísima de que la tiene repleta—, de verdad que eres un comelibros, por eso debes de ser tan listillo.

Se rió.

—Al menos no soy un átomo en decadencia.

Le propiné un golpe en el bíceps, no con tanta fuerza porque sé que está bromeando y ya he asimilado que no dejará de llamarme así. Percy se sostuvo el área golpeada, haciendo una mueca de indignación.

—Debería de llamarte Rocky, te gusta golpearme.

—Entre Rocky y átomo en decadencia, me quedo con el segundo.

Alzó una ceja, interesado.

—¿Ah, si?

Poco tardé en darme cuenta de lo que había dicho para que mis mejillas cobren un poco de color, aclaré mi garganta evitando su atenta mirada.

—Sí, bueno... —rasco mi ceja, noto de reojo como Percy ladea una sonrisa más amplia—, tengo que acomodar mis cosas.

Me pongo de pie, tomando mi mochila y yendo a mi armario, sintiendo su mirada en el cogote. Phoebe y Nyl siguen escuchando música, ignorandonos por completo al pelinegro y a mí, lo que agradecía y odiaba a partes iguales porque no están para hacer alguna pregunta que interrumpa el raro momento.

Por sobre la música se oye una nueva risa de Percy que dejó un cosquilleo nervioso en mi pancita.

Eso... eso estaba raro.

***

—Aaww, muchísimas gracias, Polet —dijo Aba apenas abrió su regalo—. No tenías porqué haberte tomado las molestias.

Resto importancia con un gesto.

—No hay de qué, son mis amigos.

—A ella le gusta hacerle regalos a sus amigos —dijo Phoebe, pasando casualmente su brazo sobre mis hombros, el otro poniéndolo en su cintura.

—Pues, que buena amiga —todas nos reímos—, ¿Puedes ayudarme, Phoebe? Quiero ponermelo ya.

Phoebe se aleja de mí para ir a ayudar a Aba, quién volvió de Louisiana ayer en la noche. Letty por su parte avisó que volvería más tarde ya que tuvo unos pequeños problemas familiares que no quería dejar sin resolver, así que Phoebe y yo le prometimos pasarle las clases de hoy ya que somos las que compartimos la mayoría de las clases con ella.

Aba empieza a lucir su nuevo collar que fue una gran elección de mamá, ella sabe más de esos temas que yo, solo necesitó saber algo que le guste mucho a Aba y en diez minutos tuvo el collar perfecto para mí amiga. Es de plata con el dije de una bonita mariposa que tiene incrustada algunas diamantes de imitación en las puntas de las alas. Le queda increíble y muy bonito a ella.

—Está precioso, muchas gracias, Polet —vino a darme un rápido abrazo—, de mariposa, ¿Tan cansados los tengo ya?

Phoebe y yo nos reímos.

—He sido amiga de Percy y Nyl desde hace dos años y no hay día donde Nyl no hable de videojuegos o Percy no esté leyendo un libro. Créeme, es difícil hartarme de la obsesión por algo de un amigo.

—Supongo que es bueno saber eso porque estos últimos días estaba pensando en ir al mariposario que está en Rowan Avenue, planeaba invitarlos.

—Me gusta esa idea —dije.

—A mí también me gusta —conviene Phoebe, sonriendo.

—Genial, solo sería de hablar con Percy, Nyl y Letty, tal vez se los comente más tarde en la cena.

—Esperemos y el asocial de Adams quiera ir —dijo Phoebe entre dientes.

—Quizá quiera ir si Polet lo convence —Aba sube y baja las cejas subjetivamente.

—¿Por qué me miran a mí? Tú lo conoces más que yo —señalo a Phoebe, quién se encoge de hombros.

—Conozco a Percy de tiempo, pero ni siquiera yo tengo una conexión con él como la tienes tú.

—No tengo una «conexión» con Percy —negué con el ceño fruncido.

—Sí, claro —no paso por alto el tono sarcástico de Aba—, igual hablaré con ellos más tarde, eres mi plan b, Polet. Ahora, si me disculpan, debo de adelantarme al salón, el profesor tiene que revisar un proyecto que le debo.

Dicho eso, se fue del pasillo de los casilleros esquivando personas ya que empezó a irse andando con prisa.

—¿Qué clase tienes en un...? —dejo mi pregunta al aire cuando volteo hacia Phoebe, que tiene una sonrisa coqueta en los labios—, ah... ¿Todo bien, Phoes?

—Todo bien, Polet.

—¿Y entonces por qué...?

—Eh, hola, chicas... —saludó una voz extra en nuestra conversación, una voz que conocía muy bien.

La cara de Phoebe cambia en un segundo, pasando de ser una sonrisita divertida y coqueta a un ceño fruncido y los labios en una fina línea seria, suelta con el tono más helado que jamás le he oído:

—¿Qué quieres, Alexa?

La amiga de Malia despide un suspiro por la nariz, desviando su azulada mirada al suelo, empezó a juguetear nerviosa con sus pies.

—Yo... bueno... he, he venido a disculparme.

Phoebe y yo compartimos una mirada confusa, ambas tuvimos el mismo pensamiento, «¿Disculparse?»

—Muy bien, no me creo la broma. ¿Dónde están las demás? —pregunta mi amiga, viendo a los lados en busca a las demás amigas de Alexa.

Ella meneó la cabeza.

—No, no, Phoebe, estoy sola. Vengo en son de paz —hizo una pausa pensativa—, en serio he venido a disculparme contigo, Polet. Por... por todo lo que mis amigas y yo te dijimos, también... quería decirte que todas te damos las gracias por abrirnos los ojos con respecto a nuestra amistad con Malia.

»Ella es... una persona muy mala, creíamos que éramos sus mejores amigas, pero para ella solo somos un grupo de chicas que solo les importa su apariencia.

«Bueno —pensé— pues sí aparenta el cliché»

No dije nada al respecto, así que Alexa agregó:

—Gracias, y lo lamentamos mucho.

—¿Por qué lo hacían? —cuestiona Phoebe cruzada de brazos. Se ve que aún no está nada convencida.

—No... no lo sé. Supongo que nunca nos dimos cuenta del daño que le hacíamos a los demás con nuestros comentarios.

—¿Estás de coña, verdad? —Phoebe le da una mirada incrédula—, ¡Les decían cosas horribles a la gente! ¡¿Y no se daban cuenta de eso?!

—Phoebe, cálmate —le pedí.

Ella hinchó su pecho en una profunda respiración.

—No te creo, Alexa.

—Lo sé, sé que es una excusa estúpida, pero es la verdad. Sé que no es fácil perdonar a alguien que te dijo cosas tan malas, pero en representación de mis amigas, te venimos a pedir perdón de corazón.

Phoebe me dió un ligero codazo en la costilla, al verla de soslayo, ella negaba varias veces con la cabeza, como si quisiera decir «No le creas, es una víbora»

Y tal vez tuviera razón, en algún punto Alexa junto a sus amigas sí fueron un grupo de víboras venenosas, pero justo frente a mí tenía a una chica que se muestra genuinamente arrepentida. Es fácil notar cuando alguien finge arrepentimiento, y sé que Alexa no lo está haciendo, por cómo mantiene la mirada gacha, como sigue jugando con sus pies y la manera en que mantiene sus manos juntas al frente, es alguien que cometió errores por la influencia de una mala persona, y todos necesitamos una segunda oportunidad para redimirnos.

—Claro que sí, Alexa. Claro que te perdono.

Ella alzó la cabeza, Phoebe abrió la boca indignada, ambas dijeron al mismo tiempo:

—¿En serio?

Asentí a ambas haciendo un rápido encogimiento de hombros.

—Los cherokee tenemos sentido de justicia, pero también de perdón. Y si te disculpas de corazón, claro que te perdono. Solo espero que ahora tus amigas y tú ya no sean tan malas como antes.

Ella esboza una pequeña sonrisa.

—Así será. Decidimos que sería mejor... cortar los lazos de amistad con Malia. Ella de verdad es... muy mala. No entiendo cómo no nos dimos cuenta antes. Quizá sea porque es popular, linda y con padres importantes, queríamos ser parecidas a ellas —respondió su misma pregunta mientras Phoebe murmuró un «¡Puaj!»

—Espero que Malia siga su ejemplo —digo, sonriéndole.

Alexa pone sus ojos azules en mi collar.

—Si te soy sincera, Polet, me gusta tu collar. Es artesanal, natural y tiene tanto significado. La lechuza... animal sagrado para los cherokee.

Arqueo una ceja.

—¿Sabes del tema?

Suspirando, sacó del bolsillo de su chaqueta de mezclilla un juego de llaves, pero no fue precisamente eso lo que llamó mi atención, sino el decorativo que tenía.

Estaba hecho también con madera de cedro, pero en vez de tener la forma una lechuza, era una corona de laurel. Estaba mejor hecha que mi dije.

—El laurel, uno de los árboles que permaneció despierto durante las siete noches de La Creación. Es uno de los más importantes en la medicina, también en las ceremonias.

—Así es —ella asintió—, mi madre es una cherokee de Carolina del Norte. Ella no suele visitar su hogar, pero siempre me habla de esas viejas historias, no se lo había dicho a nadie por... miedo... Miedo a que... ya sabes...

Asentí comprendiendo su punto: miedo a que le hicieran lo mismo que me hicieron a mí.

—¿Sabes, Alexa? Una vez alguien me dijo que no deberíamos sentir vergüenza sobre nuestras raíces —cité las palabras de Nyl, devolviéndole el llavero—, vergüenza deberíamos sentir al hacer caso a los comentarios de la gente. Siempre habrán personas que se reirán de nuestras raíces, pero ¿Y qué? Es nuestro mundo, nuestra vida. Y aunque para mucho sea raro, esa «rareza» para otros, es tu normalidad. No sientas vergüenza de tu normalidad, porque solo debería importarte a ti y nadie más que a ti.

Alexa me toma por sorpresa cuando entra a mi espacio personal para darme un firme y fuerte abrazo, aunque no me lo ví venir, lo recibí gustosa.

—Gracias, Polet —musitó al separarse—. Oye, ¿Te puedo pedir un favor?

—Ehm... claro.

—No cambies, Polet. Sin importar los demás, las opiniones, sigue siendo tú, ¿Vale? A veces... una personalidad pura y original es lo que se necesita para que los demás sigan el cambio.

»Nos vemos después, Polet Seavey.

Se despide con un gesto de mano y una sonrisa amable antes de perderse en el pasillo lleno de alumnos.

***

—¿Cómo es que un árbol puede mantenerse despierto? —es lo primero que dice Phoebe luego de que Alexa se haya ido.

Me reí por su pregunta, sacando un libro de mi casillero.

—La verdad es que no lo sé.

—Tú conoces mucho esas historias, debes de saber algo —insiste ella, siguiéndome por el pasillo.

—En serio, te juro que no lo sé.

Phoebe resopla haciendo volar algunos de sus rizos claros.

—Vale.

Nos despedimos con un rápido abrazo cuando tuve que entrar a mi siguiente clase, Phoebe me deseó suerte y que no dude en patear traseros de gente idiota si se atrevían a meterse conmigo por ser la clase de historia.

Fui a sentarme junto a Aba y poco rato después se nos unió Percy a la conversación, dónde ella no dudó en hacerle la propuesta del mariposario. Aunque hubieron algunas excusas torpes de parte de él, Aba me usó como su «plan B» para intentar convencerlo. Debí de mantenerme al margen, pero no, no lo hice, y cuando conseguí que Percy aceptara a regañadientes la salida de Aba, ella volvió a hacer ese gesto de subir y alzar las cejas de forma subjetiva.

Para mí suerte, no recibí más bromas silenciosas de su parte porque el profesor entró al salón, así dando inicio a su materia. En esta ocasión volvíamos a hablar de los nativos americanos, y ni siquiera el idiota pesado del otro lado del salón iba a volver a rebajarme.

—¿Por qué no nos dices, Polet? —alza la voz para que ser escuchado en todo el salón—. Tú sabes del tema, ¿No? Cuéntanos, ¿Cómo llegó a ser tu tribu?

El profesor suspira dándome una mirada de «lo siento» y le dijo al chico que estaba tres filas más arriba que yo:

—Ya basta de bromas, señor Dollas. Le exijo que se disculpe con la señorita Seavey.

—No, profesor, descuide, la verdad es que no hay problemas.

—Señorita Seavey... —intenta decir, pero yo le interrumpí levantándome de mi asiento para ver al chico que hizo la broma.

Le di la espalda al profesor de historia y miré al chico al otro lado del salón, Heleo Dollas tengo entendido que es su nombre y que es un completo idiota de último año, aún cuando solo veo una clase con él me parece todo un tipejo arrogante que se cree el más bueno del instituto. No imagino lo miserables que han de sentirse los chicos que tienen más clases con él.

—Vale, déjame te explico: al parecer, hay dos teorías del origen de los cherokee. Una de ellas es que era un pueblo rezagado en relación a los Apalaches del Sur, que, al parecer, pudieron haber emigrado hace mucho tiempo a las zonas del norte, el territorio tradicional para la confederación Haudenosaunee, que son cinco naciones y otros pueblos de habla iroqués. Hace tiempo... en... ¿El siglo XIX? Creo que sí. En fin, unos investigadores registraron conversaciones con unos ancianos. Esos ancianos relataban una tradición oral de la migración del pueblo cherokee al sur de la región de los Grandes Lagos en la antigüedad.

»La otra teoría es que los cherokee habían estado en el sureste desde hace miles de años. Pero no hay nada que lo compruebe. ¿Se aclararon tus dudas o tienes más?

Se oyen risas bajas por todo el salón.

—Está todo... —Heleo se aclara la garganta—, ya está todo aclarado.

—Genial —le regalo mis más grande sonrisa y volví a sentarme.

—Muy bien —habla el profesor—, volvamos al tema: como dijo la señorita Seavey, existen dos teorías sobre el origen de los cherokee. Nosotros vamos a profundizar y aprender de la primera teoría, así que, empecemos la clase. Abran sus libros en la página veintitrés.

Todos abrimos nuestros libros de historia en la página indicada.

La clase de historia transcurre sin más problemas, nadie intenta meterse conmigo, ni siquiera Malia, que está muy callada y solitaria en las filas de más arriba. El profesor nos pide hacer un trabajo de tres personas para entregar al finalizar la clase, Aba, Percy y yo nos ponemos manos a la obra, ellos escribiendo y yo buscando la información más importante que proporciona el libro, aunque igual agrego algo de mi propio conocimiento.

—¿Cómo no se te olvida todo esto? —inquiere Aba.

—Es cierto —agrega Percy sin dejar de escribir—, tengo buena memoria pero no me daría para recordar todos estos detalles.

Pensé en la respuesta, nada tan concreto como ellos quisieran saber. Solo lo recordaba y ya, es como acordarte de los datos innecesarios de cultura general pero no de lo que comiste ayer.

—No lo sé, solo me acuerdo y ya —respondí.

Parecían no estar satisfechos con mi respuesta, pero no refutaron más.

Al final de la clase entregamos nuestro trabajo, el profesor prometió entregar la nota en nuestro siguiente encuentro. Al salir del salón tomamos diferentes rumbos, Aba y yo subimos al piso de la habitaciones y Percy se fue a la cafetería, de seguro por un snack, he notado que siempre al final del día de clases está yendo hacia allá por algo de comer.

En mi habitación ví el libro de matemáticas que dejé en mi cama esta mañana, recordé porque lo dejé ahí: tenía que estudiar para un examen de mates de la próxima semana, un examen importante según la maestra. Resoplo, teniendo pereza de estudiar, sin embargo tenía que hacerlo. Recogí el libro y saqué algunos otros de mi mochila, tomé mis auriculares de mi mesita de noche y volví a salir de la habitación, de la nada ese pasillo se había llenado de estudiantes y el ruido se colaba en mi cuarto, lo que no me permitiría estudiar cómodamente.

Salí del internado a la tarde fresca, ya en el jardín habían chicos jugando con platillos voladores y otros pocos con un balón de fútbol americano. Lo bueno de este lugar es que se te permite relajarte después de las clases, no tienes que pasar el resto del día en tu habitación, puedes salir al jardín a jugar, puedes seguir andando en los pasillos del área escolar o simplemente puedes irte a la biblioteca a leer o a la cafetería a comer de las sobras del almuerzo.

Caminé un par de calles hasta llegar al Shumpox, hace tanto que no venía aquí. A mi entrada sonó la campanilla, la cafetería no estaba tan llena como de costumbre, supongo que por la hora, así que aproveché eso para sentarme en una de las mesas de cuatro asientos junto a la ventana que da a la calle.

Ada no tardó en venir a atenderme, comentando que estaba feliz de verme de nuevo, también preguntó por mis amigos, lo que le respondí que esta vez estaba sola y que ellos se habían quedado en el internado.

—Oh, bueno, le das mis saludos —respondió—, y dile a Phoebe que su clásico le a estado esperando.

Acepté transmitir el mensaje con una sonrisa, pidiendo como orden El Clásico Phoe's, es que de verdad es una buena combinación de sabores.

Mientras espero mi merienda, empiezo a estudiar para mí examen en la tranquilidad de la cafetería, comprendo porque a los chicos les gusta venir tanto aquí, no es solo agradable para pasar el rato con buena comida, también es un buen lugar para venir a estudiar cuando los alumnos del internado están con su ruidoso desastre después de la salida.

Me cuesta un poco aprender lo del examen, matemáticas no se me daba explícitamente bien pero tampoco tan mal, estaba en un punto medio. Podía aprender fórmulas y resolver ecuaciones si se explicaba de una forma clara, no era como Letty, que aunque pudiéramos tener a la mejor profesora de mates de la ciudad a ella no le entraba en el cerebro la forma de comprender unas simples ecuaciones, a veces sospecho de que padece de discalculia.

—Aquí está tu comida, Polet —anuncia Ada, dejándola sobre la mesa.

—Gracias, Ada.

—No hay de qué, provecho.

Dejo el estudio a un lado para degustar mi merienda, me pregunto cómo Phoebe habrá conseguido saber cómo esto sabía demasiado bien junto. Deberían hacerlo parte del menú, mucha gente se degustaría con esta maravilla.

—Buen provecho —me dijo un chico, distrayendome de mi comida, está sonriendo lo que causa que sus ojos almendrados de color azul bajo unos lentes de pasta se achiquen en los rabillos.

Le sonrío devuelta, tragando el trozo de pastel que tenía en la boca.

—Uh, gracias.

—¡Eh, Jared, aquí! —le llama una chica desde los taburetes en la barra. El chico de pelo cobrizo, Jared, hace un saludo militar de dos dedos como despedida, yendo con lo que debe de ser su amiga.

¿O novia? Ese beso que le dió en la mejilla pareció más de una pareja que de amigos.

Cómo sea que sea el asunto, pasé de ellos concentrándome en mi comida y en seguir leyendo el libro de mates.

Fue una buena hora de estudio gracias a la comida, bendito sea el día que Phoebe descubrió que el batido de vainilla y el pastel de siete capaz de chocolate son una buena combinación. Conseguí aprender varias cosas para mí examen, aunque de igual forma pediré asesoramiento a la maestra, hay algo que me está resultando más difícil de lo normal.

Ya a eso de las cinco treinta decidí irme de vuelta al internado, pagué mi comida y pedí además unas galletas para llevar, dejé una propina a Ada y me fui de la cafetería con el estómago lleno y contento. En el camino de vuelta fui tarareando por lo bajo Unconditionally de Katy Perry, tarareo que se interrumpió cuando ví que en la entrada del internado Percy estaba hablando animadamente con otra persona, un chico no más alto que yo.

Él nota que estaba a solo unos metros de distancia, así que hace un gesto con su cabeza para que me acerque.

—Hey, hola —le saludo llegando con ellos.

—Hey, ¿Estabas en el Shumpox?

—Ah, sí, fui a estudiar un rato. Ada te manda saludos, por cierto.

—Tengo que ir a verla —asentí, apretando los labios. Hubo un corto silencio incómodo—. Oh, ah, cierto, Polet, este es Nico, un viejo amigo mío. Nicks, ella es Polet.

Extiendo la mano hacia Nico, como había previsto no es mucho más alto que yo pero sí parece mayor, ¿De unos veintitantos, quizá? Tiene un rebelde pelo negro que le llega hasta las orejas, ojos marrones caoba y una piel de porcelana que pinta ser natural, no como Nyl que es tan blanco como la leche porque se la pasa encerrado.

Él corresponde al estrechón de manos.

—Un gusto, Nico.

—También es un gusto, Polet —hay un muy suave acento italiano en su voz—, Percy me a hablado mucho de ti.

—¿Ah, si? —miro al otro pelinegro con una ceja alzada, soltando la mano de Nico.

Mientras que su amigo se ríe, Percy desvía la mirada a los alrededores y se pasa una mano por detrás de la cabeza.

—No te creas tan importante, átomo en decadencia, solo le comenté sobre la chica nueva del internado.

—Nah', no es lo que yo recuerdo —refuta Nico—, ¿No habías dicho algo sobre que te pare...

—¡Bueno, bueno! —le interrumpe Percy con una sonrisa bastante forzada—, ¿No que ya tenías que irte?

—No hasta más tarde —niega muy relajado.

—Nicholas —masculla Percy entre dientes.

—Perceval —refuta con una sonrisa tranquila.

Miro de uno a otro como un partido de tenis.

—De seguro que Tori te está esperando, ¿No dijiste que tenías que reunirte con ella?

—Tori puede esperar, no te veo desde hace meses, hombre.

—Sí, bueno, ya me viste. Ahora adiós.

Nico se rió.

—Vale, vale —pasa a verme—. Me habría gustado charlar más contigo, Polet, pero ves que este ingrato no me quiere aquí, pero que sepas que a sido todo un gusto.

—Sí, lo mismo digo.

—Vendré en otra ocasión y espero no me eches a patadas.

—No te estoy echando a patadas —se dan un corto abrazo, creo que es la primera vez que veo a Percy abrazando a alguien—, mis saludos a los chicos.

—Claro que sí —Nico le da unas últimas palmaditas antes de alejarse—. Hablamos luego.

—Vale, hablamos luego.

—Adiós, Polet.

Sacudí mi mano como gesto de despedida.

—Adiós, Nico, fue un placer.

—Lo mismo digo.

Uno al lado del otro vimos como su amigo cruzó la calle para subirse en un viejo Mercedes estacionado del otro lado, en una curva le hizo un gesto a Percy que lo hizo reír.

Él parecía bastante alegre con esta visita, y es que ahora que hago memoria, él no recibe tantas visitas como otros chicos del internado, nunca lo había visto venir a saludar a un amigo o familiar, nadie.

—Se te ve feliz —comenté.

—Nico es un gran amigo mío, le echaba de menos —suspira—, en fin, ¿Por qué esa repentina visita tuya al Shumpox?

—Necesitaba estudiar para mates —busqué en mi mochila la bolsa de papel y se la tendí—, te traje galletas.

—Vaya, gracias. Piensas mucho en mí.

—No te creas, solo estoy llena.

—Clarooo —rodó los ojos, divertido.

Le di un manotazo con el dorso de la mano en el brazo.

—Me estás tentando a empezarte a llamar Rocky, eh —da un mordisco a una de las galletas.

—Mejor vayamos adentro, listillo.

—Yo te sigo, átomo en decadencia.

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