Capítulo 7

Todavía era muy temprano, pero Elrond ya estaba de pie en medio del patio, mirando al cielo. Había sentido a las águilas cuando todavía les quedaban varias leguas para llegar.

"¿Elrond? ¿Qué ocurre?" –preguntó Thranduil.

Elrond se giró hacia él. Casi se había olvidado de que su invitado estaba a su lado.

"Son ellos... vuelven a casa volando."

Thranduil había llegado a Rivendel el día anterior justo antes de la medianoche. El rey estaba molesto con sus hijos por no volver cuando debían, así que decidió sorprenderlos. Pero el sorprendido fue él al averiguar que se habían ido con los hermanos de Rivendel.

"¿Volando? –Thranduil estaba confundido, pero lo comprendió al ver a las águilas acercándose. Con un suspiro de alivio, el rey gruñó-. ¡Mataré a esos chicos por preocuparme así! ¡Hasta he considerado navegar pronto para escapar de sus líos!"

Pero Elrond no respondió. Miró fijamente a sus hijos, sobre todo a Aragorn, y luego sus ojos se detuvieron en los hermanos del Bosque Negro. Uno de ellos estaba a punto de morir y los otros presentaban diferentes daños.

"¿Padre?" –Keldarion se quedó boquiabierto al ver a Thranduil al lado de Elrond. ¿Qué está haciendo aquí? ¡Oh, genial! ¡Ahora sí que estamos muertos!

Cuando aterrizaron, Thranduil se acercó corriendo y gritando:

"¡Esto se lleva la palma de todas las cosas irresponsables que habéis hecho! ¡Suficiente! ¡¡Los dos estáis castigados!! No más... -pero su voz se detuvo al ver la condición en la que estaban sus hijos-. ¿Legolas? Kel... ¿qué diantres os ha ocurrido?"

Keldarion no podía soportarlo más, así que se bajó de Gwaihir.

"¡Lo siento, padre! Perdóname. Fallé otra vez en protegerle."

Mientras cogía a Legolas en brazos, Thranduil miró a su hijo mayor y se sobresaltó al ver que lloraba.

"¿Qué pasó, Kel?" –preguntó, ahora con un tono más suave.

Keldarion abrió la boca para responderle... pero de repente cerró los ojos y se desplomó. El príncipe se habría estrellado contra el suelo de no ser por Elrond, que reaccionó con rapidez y lo sujetó. Ambos elfos se quedaron atónitos al ver su espalda ensangrentada y se dieron cuenta de que Legolas tenía el mismo tipo de heridas, aunque no tan graves. ¿Pero por qué Legolas se desvanece tan deprisa?

"Las bestias de los espectros del anillo nos atacaron. Nosotros no estamos heridos, pero Legolas y Keldarion no tuvieron tanta suerte –les dijo Elladan a los dos padres preocupados-. Y para empeorar las cosas, Legolas fue mordido por una serpiente."

"¡¡¿Una serpiente?!!" –exclamó Thranduil, mirando a su hijo más joven. La piel de Legolas estaba fría y húmeda.

"Tuvimos que escondernos en una charca toda la noche –dijo Elrohir-. Y por eso Estel está helado."

"¿Una charca?" –Elrond miró a Aragorn, que estaba en brazos de Elladan.

"La Ciénaga Oscura. Y eso no es todo –Elladan temía continuar-. A Legolas... bueno... se le perdió la piedra manyan."

Los dos elfos se quedaron en estado de shock, pero entonces Elrond recuperó el control. Le dijo a los sirvientes que ayudaran a sus hijos a entrar en calor y luego invitó a Thranduil a que llevara a Legolas a su habitación. Antes de seguirlos, todavía con Keldarion en brazos, Elrond se volvió hacia Gwaihir y sus amigos.

"Estamos muy agradecidos por tu ayuda, Gwaihir. Los chicos no lo habrían conseguido si no fuera por vosotros."

"No es todo gracias a nosotros, mi señor. Hawkeye nos pidió ayuda cuando vio a Legolas en peligro" –respondió Gwaihir.

Elrond buscó a la mascota de Legolas, pero no la vio por ninguna parte.

"¿A dónde ha ido?"

Cuando Keldarion despertó, se dio cuenta de que estaba acostado de lado y sin camisa mientras alguien le curaba las heridas de la espalda. Intentó darse la vuelta, pero siseó de dolor al moverse.

"No te muevas, Kel" –ordenó Thranduil mientras le ponía medicina en la herida. La habitación olía a athelas y tunsil.

"¿Legolas? –preguntó Keldarion, sentándose lentamente a pesar de las protestas de su padre. Su hermano estaba en la cama de al lado y Elrond se encargaba de él-. ¿Lo conseguirá?"

El señor de Rivendel apartó la mirada de su paciente. Había puesto a los dos hermanos en la misma habitación para tratarlos al mismo tiempo, pues sabía que Keldarion querría estar cerca de Legolas.

"No puedo prometer nada. El veneno se ha extendido por su cuerpo, pero actuó bien al atar el cinturón por encima de la mordida. Frenó un poco el veneno y le dio más tiempo."

"¿Pero...?"

"No tengo el antídoto para el veneno ahora mismo, Kel –dijo Elrond con tristeza-. Se tarda varios días en hacer uno y Legolas no tiene ese tiempo. Todo lo que puedo hacer es sacar la mayor cantidad de veneno posible y darle algunas hierbas que disminuyan el dolor."

"¿Pero eso será suficiente?" –Thranduil también lo miraba, preocupado.

Elrond no respondió. No hacía falta. Todos sabían que sin la piedra manyan, Legolas estaba condenado.

Keldarion y Thranduil observaban ansiosos cómo Elrond hacía un corte en la mordida del tobillo de Legolas. Enseguida empezó a brotar sangre negra y el señor elfo se apresuró a limpiarla con un paño. La sangre envenenada seguía saliendo del corte y Elrond seguía secándola con paciencia mientras murmuraba palabras tranquilizadoras y Legolas gemía de dolor.

El sangrado se detuvo una hora después. Elrond se enderezó, exhausto, y Keldarion se sentó al lado de su hermano y le sostuvo la mano. Thranduil se sentó cerca de la cabeza de Legolas y le pasó un paño húmedo por la frente.

"Ahora que descanse –dijo Elrond-. Y recemos para que pueda vencer al veneno que queda."

Tras apretarle el hombro a Thranduil, salió por la puerta y fue a la habitación de Aragorn.

Aragorn empujaba contra los brazos de Elladan.

"¡Suéltame! ¡Quiero verlo!"

"¡Pero todavía no estás bien!"

"¡Sí lo estoy! Por favor. Solo quiero ver si está bien –se detuvo al ver entrar a Elrond-. ¡Padre! ¿Cómo está Legolas? ¿Cómo le va?"

Elrond se sentó en la cama a su lado y lo abrazó. Aragorn se tensó al interpretar mal el gesto.

"¡No! ¡No me digas que ha muerto! Por favor, no..."

"Cálmate, hijo –dijo Elrond, separándose un poco-. Legolas todavía respira. ¿Pero qué es eso que he oído de que te niegas a descansar?"

"Ya me siento mejor. Padre, por favor, quiero verlo."

"No hay nada que puedas hacer por él, Estel. Deberías descansar, sigues temblando."

Elrond les había dicho a sus hijos que se pusieran ropa seca nada más llegar y les había enviado mantas y sopa caliente para ayudarlos a calentarse. Los gemelos se habían recuperado más deprisa, pero Aragorn tardó un poco más. Todavía temblaba, pero al menos había dejado de alucinar.

"Es culpa mía" –dijo de repente, mirando hacia el suelo.

"¿Qué? –Elrond y los gemelos se alarmaron al verlo tan desanimado-. ¿Por qué dices eso?"

"Legolas fue herido porque estaba protegiéndome. Las bestias nos atacaron porque me querían a mí. Yo soy la causa de todos estos problemas."

Elrohir se sentó al otro lado de Aragorn.

"Eso no tiene sentido, Estel. Nadie te culpa por lo ocurrido."

"¡Pero esto no habría pasado de no haber estado allí! –gritó Aragorn-. Nadie estaría herido... o muriéndose. No debería haber ido."

"Estel –lo llamó Elrond, pero el humano no lo miró. Elrond tiró un poco de su barbilla para que lo mirara a los ojos-. Aragorn, escúchame. Las cosas pasan porque tienen que pasar. No es por culpa de nadie. Es verdad que eres alguien muy importante, el futuro de Gondor y la Tierra Media. Haríamos cualquier cosa para protegerte de las fuerzas oscuras... entregaríamos nuestra vida y nuestra alma si fuera necesario."

Aragorn lo miraba fijamente a los ojos.

"Tengo el presentimiento de que Legolas ya entregó su alma por mi bien una vez."

Elrond se tensó visiblemente al oír eso, recordando la terrible tragedia de hacía unos diez años. El príncipe se había negado a entregar a Aragorn y fue castigado por ello de la peor forma posible.

"Tengo razón, ¿verdad? –continuó Aragorn-. Perdió su alma. Yo era solo un niño... demasiado joven como para entenderlo, pero todavía recuerdo cómo Legolas dejó de hablar durante días y me evitaba todo el tiempo. Algo le ocurrió... algo terrible. Ahora entiendo que fue lo que tuvo que pagar por protegerme. Legolas ya sacrificó su alma por mí... ¿y ahora también su vida? No, padre. No lo permitiré. No morirá por mi culpa, lo prometo."

Y con eso, Aragorn se puso en pie y salió de la habitación. Bien envuelto en la manta que llevaba a su alrededor, se dirigió a la habitación de invitados.

Elladan y Elrohir se miraron, incómodos, antes de girarse hacia su padre en busca de respuestas. Elrond suspiró.

"Ese chico tiene alma de rey –dijo con suavidad, evadiendo la pregunta silenciosa de sus hijos-. Es inteligente y muy perceptivo. Ha hablado como un rey."

Elrond esperaba que no perdieran a Legolas. O también perdería a su hijo humano.

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