|| CAPÍTULO VEINTISEIS ||
CAPÍTULO VEINTISEIS
APOLO
No pasó nada.
Xan es muy bueno evitando tener cualquier conversación referente a lo que pasó y yo estoy tratando de ser relajado, nada de intensidad como le prometí a Érica, pero tengo el presentimiento de que, si no lo menciono, él no lo hará. ¿Cuánto tiempo vamos a seguir así? ¿Fingiendo que no follamos hace una semana? Cada vez que nos vamos a dormir, la tensión es palpable en el silencio de mi habitación, aún así, ninguno de los dos dice nada. Esto es una tortura.
¿Soy el único que no puede dejar de pensar en esa noche?
Ya estamos en la semana de acción de gracias y mañana, miércoles, me iré a casa para pasar la cena del jueves con mi familia, ir de compras el viernes negro e ir a la playa o el lago el sábado. No regresaré al apartamento hasta el domingo. Me emociona mucho volver a casa, sin embargo, la idea de irme con este asunto sin aclarar con Xan me atormenta, no me quiero pasar todo el descanso pensando en él y en lo que ha significado lo que pasó. Odio no estar del todo presente en momentos familiares como esos.
Así que esta noche, voy a hablarlo con él.
En mi defensa, le he dado tiempo, he sido lo más normal posible, pero hasta yo tengo un límite.
Decidido, voy a la cocina después de darme una ducha. Me pongo mis pantalones de pijama y esta vez una camisa para cubrirme completo, ninguna conversación seria debe tenerse con el torso desnudo o bueno, eso creo yo. Xan está de espaldas a mí, revolviendo con una cuchara algo en una olla sobre la estufa. Me aclaro la garganta y él se gira ligeramente, llevando la cuchara a su boca para probar lo que sea que está preparando, por el olor, creo que es una salsa de pasta.
—Ya casi está lista —informa antes de volver a enfocarse en ello, echándole sal y un poco de pimienta.
Me siento en las sillas altas del mesón y descanso mis codos sobre la superficie para verlo hacer lo suyo. El azul de su cabello está mas radiante, más vivo, su cabello está creciendo muy rápido, y ya no tiene las raíces negras de antes, se lo ha pintado de nuevo. ¿Fue hoy?
—¿Por qué azul? —La pregunta deja mis labios y casi maldigo internamente porque se suponía que venía a hablar de lo que pasó, no a tener una conversación variada más, de esas ya hemos tenido muchas estos días.
—Mamá... tenía unos ojos azules preciosos. —La nostalgia en su voz es clara, él se da la vuelta para mirarme mientras se enjabona las manos en el lavaplatos—. Los cuales no heredé como puedes ver.
—No los necesitabas, tienes unos ojos marrones muy bonitos.
—Gracias —dice, bajando la mirada al lavaplatos.
Y ahí está la jodida tensión que nos ha estado consumiendo, esto de verdad es una tortura.
—Xan.
—¿Te sirvo ya? Debes tener hambre. —Otra vez me quedo viendo su espalda mientras se mueve por la cocina hasta que pone un plato de espaguetis con salsa y queso frente a mí en el mesón—. Extra-queso, como te gusta.
—Gracias —digo con una sonrisa no del todo genuina porque lo menos que quiero hacer ahora es comer.
Juego con el tenedor dándole vuelta a los espaguetis una, dos hasta tres veces y aún así no como. Me pongo de pie y le doy la vuelta al mesón porque ya mañana me voy y el momento es ahora. Me paro frente a él y Xan se sorprende un poco, dando un paso atrás.
—¿Qué pasa? ¿Necesitas algo? ¿Agua?
—Xan, no podemos seguir así. Tenemos que hablarlo en algún momento.
Él me mira y se lame los labios antes de quitarse el delantal.
—Es tarde, come, me voy a dormir.
Le agarro la muñeca con delicadeza, deteniéndolo. Él no se gira del todo, quedando de perfil frente a mí, su mirada clavada al frente.
—Xan.
Él me mira y nos quedamos en silencio, nuestra única conexión es mi mano alrededor de su muñeca, juraría que puedo sentir su pulso descontrolado con mis dedos, pero lo atribuyo a mi imaginación. Y no sé que decir o por donde empezar, me aterra el hecho de que lo que sea que diga primero decidirá el tono de esta conversación. Tal vez me apresuré ante esto porque he estado tan enfocado en querer hablar, sin saber aún exactamente que es lo que quiero decir o como expresarlo.
—Xan, lo que pasó—
Me quedo a mitad de oración porque Xan se acerca y me besa. Él se agarra de mi cara y mueve su boca sobre la mía con desesperación y todo pensamiento se va de mi cabeza, la familiaridad de sus besos y su sabor me envuelven y alejan cualquier cosa que quisiera decir. Le respondo con la misma necesidad casi al instante. Pongo mis brazos a su alrededor y lo pego a mí con gentileza. Si algo es seguro es que este chico sabe besar muy bien, sabe como encender a alguien con un beso, sabe con aniquilar mi razonamiento porque ya no quiero hablar, ahora solo quiero repetir lo de la otra noche.
Lo giro y cuando su espalda choca con la isla de la cocina, despego mi boca de la suya para bajar y meter mis manos detrás de sus rodillas para subirlo y sentarlo ahí. Me meto entre sus piernas abiertas y lo beso de nuevo, mis dedos escabulléndose dentro de su camisa, rozando la piel de su cintura, su espalda, todo de él. Nos volvemos un caos de besos húmedos y respiraciones erráticas.
—Xan —murmuro contra sus labios, recuperando un poco de claridad—. Esto no era lo... que...
—Lo sé. —Él me muerde el labio y susurra—: No tenemos que hablar, Apolo. —Otro beso, nuestras lenguas rozándose, tanteando, él se separa de nuevo—. Solo sentir.
—Oh, créeme que quiero sentirte de nuevo, Xan, pero—
Me tenso y jadeo cuando su mano baja para acariciarme por encima de mis pantalones de pijama. Él me toca aun besándome y esto va a terminar en los dos follando de nuevo si dejo que la lujuria me controle, y me iré mañana al descanso con las mismas preguntas.
Contra toda voluntad, lo suelto y doy un paso atrás. Xan queda ahí sentado, sus mejillas más rojas que nunca, su camisa arrugada y desordenada. Mi pecho sube y baja, y no tengo que mirar mis pantalones para notar que una parte de mi se ha endurecido mucho durante esos besos.
—No puedo, Xan, soy un intenso —digo sin aire—. Lo sé, pero no soy de los que anda por ahí... follando como si nada.
Xan se impulsa de ambas manos y se baja del mesón, cuando está frente a mí me besa de nuevo y no puedo negarme, no quiero hacerlo porque una parte de mí aleja a ese Apolo que lo analiza todo y deja entrar al quiere sentir a este chico de nuevo porque los últimos días han sido un tormento, compartiendo cama con él, recordando lo que pasó y lo mucho que quiero que pase de nuevo.
—Hablaremos, lo prometo —susurra sobre mis labios—. No ahora, por favor, Apolo.
Y sus labios me dejan para besar mi cuello y bajar, Xan se arrodilla frente a mí, y cuando lo veo ahí, mi erección se sacude, anhelando, deseándolo. Él baja mis pantalones y me libera, Xan no duda en lamerlo desde la base hasta la punta antes de metérselo por completo en la boca. Ahogo un gemido que se mezcla con un gruñido de placer porque lo hace tan bien que esto será muy rápido de nuevo.
—Xan... —gimo y me agarro de su cabello azul, cometiendo el error de mirarlo, nuestros ojos se encuentran mientras él chupa, lame y vuelve a metérselo todo en la boca—. Xan... voy a....
Odio lo rápido que soy en cuanto se trata de terminar, y solía ser algo que me avergonzaba mucho hasta que me di cuenta de que es más común de lo que parece y que le pasa a más chicos de lo que pensé.
—Xan... voy a... tienes que—Xan no se detiene, sino que mueve su boca de manera más agresiva, más violenta y es todo lo que necesito para correrme. Cierro los ojos, echando la cabeza hacia atrás mientras gimo y muevo las caderas, empujando dentro de su boca húmeda y cálida.
La presión en mi abdomen bajo se desliza por completo a mi miembro con toda la fuerza y lo siento sacudirse mientras me corro. Mis hombros suben y bajan con cada respiración y cuando abro los ojos, Xan está de pie frente a mí, lamiéndose los labios.
—Tenía tantas ganas de hacer eso —admite con una sonrisa juguetona—. Desde el primer día que te vi.
Alzo una ceja, sin aliento.
—No eres tan inocente como te ves, Xan.
—Lo dice el chico que se acaba de correr en mi boca.
Eso me hace sonreír un poco apenado y cuando intento acercarme a él para tocarlo o devolverle el favor de alguna forma, él retrocede.
—No, suficiente por hoy.
—¿Es en serio?
—En serio. —Él pone sus brazos alrededor de mi cuello con una confianza y espontaneidad que me gusta—. Ahora, ¿de qué querías hablar, Apolo?
Lo miro a los ojos, y le quito un mechón de pelo de la cara. Sus ojos son hermosos, de verdad que no necesitaba que fueran de otro color.
—Espera, aún no me vuelve del todo la sangre al cerebro.
Xan se ríe abiertamente y me besa. No me importa saborearme a mi mismo en sus labios. Cuando nos separamos, le doy un beso en la nariz y acaricio su mejilla.
—¿Qué estamos haciendo, Xan? —pregunto con suavidad.
Este momento, la luz tenue de la cocina, los platos de comida servidos, el chico en mis brazos, cómodo, relajado y feliz es perfecto. Xan se ve suelto y brilla de una forma que nunca ha hecho antes, jamás cuando estaba con Vance.
—No lo sé, Apolo —dice con honestidad—. Pero se siente... bien.
—¿Te gusto? —Tengo que preguntar.
Xan bufa.
—¿Crees que se la chuparía alguien que no me gusta?
—Xan.
—Bien, sí, me gustas mucho, Apolo. —Me da un beso corto—. Pensé que ya era obvio.
—Xan, no follo—
—Por follar, ya lo sé. —Él suspira—. Y pedirte que dejemos esto fluir, sin etiquetas, sin presiones es demasiado, pero acabo de salir de una relación, Apolo. No puedo mentirte y decir que estoy listo para algo serio contigo cuando tengo tantas cosas que trabajar en mi mismo, tanto que sanar.
—No soy bueno con eso de dejar fluir las cosas, Xan.
—Lo sé, y no voy a pedirte que cambies por mí. Puedes considerar lo que acaba de pasar una despedida entre nosotros. —Arrugo las cejas y él se separa de mí—. Podemos ser amigos, Apolo, si eso es lo que quieres.
—¿Eso es todo? —Lo miro, incrédulo—. No puede ser nada serio y sino acepto, ¿podemos ser amigos? ¿De verdad?
—Lo siento, no puedo prometerte imposibles. No estoy listo para lanzarme a otra relación seria.
—Pero ¿si estas listo para besarme y dejarme correrme en tu boca?
La expresión de Xan se contrae, herido, no se lo esperaba, pero ya me he cabreado porque yo quería hablar cuando vine a la cocina, no terminar haciendo todo lo que hicimos si él solo quiere divertirse. Me paso la mano por la cara porque no sé que decir.
En mi mente, recuerdo todas las veces que las personas a mi alrededor me han dicho que deje de tomarme la vida tan en serio, que viva, que disfrute mi juventud. Imagino ser amigo de Xan, no poder besarlo, ni tocarlo ni sentirlo de nuevo y estoy seguro de que eso no es lo que quiero. Es una decisión que va muy en contra de mis principios, pero lo veo ahí parado y todo lo necesito en esto momento es a él en mis brazos.
—De acuerdo —digo, alzando las manos en derrota.
Xan ladea la cabeza, confundido.
—¿De acuerdo?
Me acerco a él y tomo su rostro entre mis manos.
—Lo dejaremos fluir.
Xan me sonríe y sus labios encuentran los míos.
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Nota de la autora: ¿Apolo prometiendo no ser intenso? ¿Qué sigue? ¿Ares sin decir que la honestidad es una de sus cualidades? ¿Artemis siendo cálido antes de Claudia? hmm, no lo sé, Rick.
Disculpen, esta semana estuve en Miami y vengo llegando hoy. PIEDAD, ALMAS EN DESGRACIA.
No hay meme time porque aja llegando tarde, pues, pero llegando.
Muakatela,
Ariana G.
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