|| CAPÍTULO SEIS ||

 (6)

APOLO

No es una cita.

Me repito al ver que me pongo. Usualmente me da igual, unos vaqueros y una camisa hacen el truco, pero por alguna razón, estoy sobre analizando todo esto. Pienso en la imagen que Rain debe tener de mí, la única vez que me vio, yo estaba mojado, golpeado y sangrando. Esa primera impresión fue una mierda, sin embargo, tampoco quiero irme muy formal porque se supone que... no es una cita.

<<Ah, ya deja de darle vueltas, Apolo>>.

—Sí, sí, él está por aquí.

Escucho la voz de Gregory desde el pasillo hasta que lo veo asomar la cabeza por la puerta entreabierta de mi habitación.

—¿Estás presentable? —él me ojea y nota que aún estoy en boxers—. ¿Tú no ibas a salir? Da igual.

Gregory entra y gira con su teléfono para que la pantalla quede en mi dirección y veo a la persona en la video llamada. Él está de pie, haciendo algo en la cocina. Su cabello negro es un desastre y está sin camisa, ese tatuaje nuevo que se hizo a unos meses está a un lado de su pecho.

—¡Brooo! —Ares saluda con esa sonrisa de dientes derechos y perfectos con la que fuimos bendecidos los Hidalgos.

—Ey —le saludo porque no me lo esperaba, intento buscar unos vaqueros rápidamente para que no vea la indecisión sobre que ponerme, Ares me conoce muy bien.

—Gregory dijo que tenías una cita —comenta. Yo le doy una mirada asesina a Gregory quien se hace el desentendido.

—¿Qué?

—No es una cita.

—Entonces, ¿por qué no te has vestido? —Ares nota, inclinándose sobre el mesón donde tiene puesto el teléfono.

—Porque ustedes me están interrumpiendo.

Escucho una voz al fondo.

—¿Quién es? —esa voz dulce nunca cambia. Ares le dice mi nombre y luego la veo aparecer en cámara—. ¡LOLOOOOO!

Eso me hace sonreír.

—Hola, Raquel.

Raquel empuja a Ares a un lado.

—Lolo, como has crecido.

—¡Ey! —Ares lucha por quitarla de la cámara, pero ella no se deja—. Es mi hermano.

—Guao, y a mi no me saludas —Gregory se pone la mano en el pecho—. De verdad, Raquel, no me lo esperaba de ti.

—¡Aww! Cucaracha, tú sabes que eres mi favorito —Raquel le da un beso exagerado a la cámara y se aleja, curiosa—. ¿Qué estamos haciendo hoy?

Charlar con ellos por videollamada es algo que hacemos de vez en cuando, creo que todos nos extrañamos mucho. Por eso no me incomodo al estar en boxers delante de todos.

—Apolo tiene una cita —Ares suelta y yo volteo los ojos.

—Que no es una cita —repito.

Gregory susurra:

—¡Es la chica que lo salvó! ¿No les parece súper romántico?

—¿De verdad? ¿Es Rain? No lo puedo creer —Raquel se pone cómoda, por supuesto que ella estaría enterada de todo.

—Solo voy a conocerla y agradecerle —aclaro.

—Claro —Ares nos da la espalda para revisar lo que sea que está cocinando. Y Gregory por supuesto no pierde detalle.

—¿Esos son rasguños en tu espalda, Ares? —comenta Gregory porque en la piel pálida de la espalda de Ares son bastante notables.

Raquel se sonroja y cambia el tema:

—Estamos hablando de Apolo.

—Raquel, pero que salvaje, estoy sorprendido —dice Gregory sacudiendo la cabeza.

Yo hago una mueca.

—¿Pueden dejarme solo? —les digo porque a este paso no podré escoger que ponerme.

Ares se vuelve a girar a la cámara.

—Si no es una cita, ¿por qué no te has vestido? Estás pensando que ponerte, ¿por qué dudarías tanto si no significa nada?

Odio que mi hermano sea tan observador.

—Solo quiero verme casual —mi aclaración no sirve de nada.

—¡Es una cita! ¡Qué emoción! —afirma Raquel, emocionada. Pierdo mi tiempo diciéndole que no lo es, así que me rindo.

—Dejen de actuar como si fuera mi primera cita, por favor —les regaño, un poco avergonzado.

—¿No lo es? —Ares bromea—. No puede ser, solo me descuidé un segundo.

—Ya, ya, tampoco te burles, Ares —ella me defiende con esa sonrisa gigante que tiene.

—Gracias, Raquel, la verdad, es que sigue siendo insoportable.

—El insoportable favorito de todos —Ares nos guiñe el ojo y yo hago una mueca.

—Yo voto por los vaqueros y el suéter negro con letras rojas —Raquel me recomienda—. El negro te favorece mucho, Lolo. Te ves adorable, pero sexy a la vez.

—Sigo aquí —Ares le besa la mejilla.

Ella se ríe y no puedo evitar sonreír con ellos. Lo que sea que es el amor, ellos dos lo tienen.

—¡Ey! Dejen de comer delante de los pobres —se queja Gregory con una mueca.

—¿Cómo que pobre? ¿No tenías novia? —pregunta Raquel—. Kelly, ¿no?

—Nah, no somos novios.

Yo me lamo los labios, aunque las cosas han quedado un poco tensas después de mi borrachera y mi confesión con Kelly y Gregory, todo ha seguido normal. Kelly no ha vuelto mucho al apartamento, creo que está esperando que se enfríen las cosas. Me visto y decido escuchar a Raquel. Vaqueros y suéter negro son la combinación final.

—Por cierto, dejen de hacer esos tik toks empalagosos, ya estoy harto —agrega Gregory. Raquel se ríe.

—Pero bien que te los ves todos, siempre eres el primero en darle like —Raquel le saca la lengua.

—Porque apoyo a mis amigos, pero ya es suficiente.

Me rocío un poco de colonia sobre mi suéter, ignorando los sonidos de apoyo de Raquel, Ares y Gregory y me despido de ellos para salir de ahí porque sé que se pueden pasar toda la tarde molestandome respecto a esto.

#

Para cuando llego a la universidad, me están sudando las manos. Rain ya me ha avisado que salió de clase y que nos veremos en el Café de la facultad en unos minutos. No sé porque estoy tan nervioso, quizás es porque por fin voy a ver a la chica que me salvó, la que fue calidez en tanto frío, la chica que ha estado en mi mente casi todos los días desde que aquella noche lluviosa.

Paso por debajo del gran aviso de Café Nora y entro al establecimiento. El olor a café es instantáneo y la música suave y pop resuena en los altavoces mientras yo ojeo la larga líneas de mesas, una detrás de la otra, está pegadas al vidrio de un lado del Café que da una vista bonita a las áreas verdes de la universidad. Hay dos grupos en dos mesas, pero las demás están vacías así que sé que ella no ha llegado. Un chico alto, de cabello azul y ambas orejas perforadas me recibe con una sonrisa al otro lado del mostrador.

—Bienvenido a Café Nora, el especial de hoy es un frío macchiato y galletas recién horneadas.

Yo le devuelvo la sonrisa.

—Ah, no voy a ordenar todavía. Esperaré que llegue... mi...

<<¿Tú qué, Apolo? Ni siquiera la conoces>>.

Él chico se queda esperando y mi cerebro no coordina nada así que él se apiada de mí.

—Es complicado, ¿eh? —él suspira—. Todos hemos estado en esa posición, puedes sentarte y cuando llegue esa persona, estaré aquí para tomar tu orden.

—Gracias.

Le doy la espalda, apenado y busco una mesa. Cuando me siento, me limpio el sudor de las manos en la parte frontal de mis vaqueros. Necesito calmarme. Mis ojos no se despegan de la puerta del Café ni un solo segundo. Intento pensar en otra cosa, para no obsesionarme con cada minuto que pasa, pero fallo y trago con dificultad.

Entonces, pasa. La campanita de la puerta al abrirse anuncia la llegada de alguien y me quedo congelado. No sé como sé que es ella, quizás una parte de mi recuerda su silueta o algo de su cara porque lo sé automáticamente: Rain.

Lo primero que veo es la forma en la que su cabello rubio cae alborotado alrededor de su cara, un poco ondulado de la mitad hacia abajo. Ella trae unos vaqueros y un suéter rosa pálido, ella se agarra de la correa del bolso cruzado que lleva mientras ojea el Café, buscándome. Quisiera decir que levanté la mano para guiarla, pero no lo hice, estoy embobado. Rain me encuentra y sonríe.

Y yo siento que se me va a salir el corazón.

Rain tiene algo que me da paz instantánea, su aura, todo de ella emana calidez. Y sueno como un jodido idiota al decir esto de alguien a quien acabo de ver, pero es lo que siento. Ella se acerca a mi mesa y finalmente se sienta del otro lado.

Cuando ella queda frente a mí aún sonriendo, yo lucho por encontrar mi voz porque es preciosa, y no hablo de perfección, hablo de todo de ella, de su energía, del brillo en sus ojos, de su sonrisa.

—Apolo Hidalgo —me dice, poniendo sus manos sobre la mesa, uniéndolas.

—Rain Adams.

—Finalmente, nos encontramos —ella señala el vidrio a un lado—. Aunque no llueve.

—Eres hermosa.

Suelto de golpe y mi boca se abre en una 'O'. Siento que el calor subirme por el cuello hasta mi cara mientras me disculpo:

—Perdón, eso fue...

—Gracias —me responde con una risita—. Tú tampoco estás tan mal.

Eso me hace alzar una ceja.

—¿Tan mal?

—Estás bueno, lo sabes, toda la facultad lo sabe. Creo que tu ego sobrevivirá sin mis cumplidos.

Ella se inclina hacia atrás en la silla, y su actitud relajada me hace sentir mejor, menos tenso. Así que empiezo a aflojar mis puños, sintiéndome más cómodo.

—Gracias por aceptar, de verdad quería verte, digo, quería verte para agradecerte —aclaro y Rain se ríe.

—¿Siempre eres así?

—¿Así cómo?

—Tan adorable.

Esa palabra me trae un recuerdo de un par de ojos negros y unos labios carnosos que me susurraron eso muchas veces al oído.

—No soy adorable —mi voz sale un poco más fría de lo que quiero y ella lo nota.

—Entendido.

—¿Qué quieres tomar? —le digo cambiando el tema.

—Vamos a pedir juntos —ella se levanta y yo la sigo.

De vuelta al mostrador, Rain se toca el mentón con el dedo índice una y otra vez mientras mira el menú en la pared y le pide cosas al chico de cabello azul. Yo solo pido un café porque dudo que pueda comer algo en estos momentos.

Cuando volvemos a la mesa, me sorprende la cantidad de cosas que pidió Rain: un sándwich, un panecillo, un croissant de chocolate y un pedazo de pastel. De verdad que ella tenía razón cuando dijo que este Café era su debilidad. Rain toma un sorbo de su café y me mira.

—Di lo que quieras decir, Apolo —me da ánimos—. Sé que por eso has sido tan insistente con verme, solo háblame.

—La verdad no sé como decir esto... o bueno como ponerlo en palabras —dejo salir una bocanada de aire, mis ojos en la mesa porque no puedo mirarla—. Esa noche... fue la noche más horrible de toda mi vida, algo con lo que aún estoy lidiando, y si tú no hubieras llegado, si tú no me hubieras salvado, no estaría aquí hoy. No hay palabras para explicar lo agradecido que estoy, no hay nada que pueda darte que valga tanto como lo que tú me diste esa noche —levanto la mirada para verla a los ojos—. Supongo que tendré que conformarme con esto y decirte de todo corazón: Gracias, Rain.

Sus ojos se enrojecen un poco y ella parpadea, sonriendo, pero noto lo emotiva que se ha puesto.

—Ah, no fue nada, de verdad, no merezco una gratitud tan sincera —abro la boca para protestar, pero ella sigue—. Solo me alegra mucho ver que estás bien.

Continuamos hablando mientras ella come, y me cuenta de su día de clases y sobre un debate que tuvo con un profesor. Rain no tiene problemas con hablar sin control, no hay silencios con ella y disfruto eso porque nunca he sido de muchas palabras. La escucho, la observo y memorizo cada detalle de ella. Rain tiene perforado tres agujeros en cada oreja, en los que tiene tres zarcillos que lucen como puntitos delicados y minúsculos. Sus ojos tienen un brillo cálido que te hace querer contarle todo. Sus mejillas tienen unas cuantas marcas de acné que no se ha curado bien y ha dejado huella sobre su piel, sus labios son finos, y los lame con mucha frecuencia mientras habla. No está maquillada, solo lleva labial rosa que hace juego con su suéter. Mientras más la veo, más noto que no hay de ella que no me guste.

<<Espera... espera... Apolo, no>>.

¿No hay de ella que no me guste?

<<La acabas de conocer. No te puede gustar, Apolo>>.

Cuando salimos del café, vamos caminando a un lado del área verde de la facultad y yo me armo de valor para pedírselo:

—Rain, puedes decir que no, pero ¿puedo darte un abrazo? —Siempre imaginé agradecerle y darle un fuerte abrazo.

Rain sonríe.

—Claro.

Ella es de mi tamaño así que cuando envuelvo mis brazos a su alrededor, encajamos perfectamente. Sin embargo, nada me prepara para lo que siento cuando ese perfume cítrico llena mi nariz. La calidez de Rain y su perfume me llevan a esa noche, a ese momento, a lo cálida que ella fue en medio de tanto frío y dolor.

Y me arden los ojos con lágrimas apresuradas e inesperadas, no sé de donde vienen estas emociones inestables y abrumadoras. Me aferro a ella y entierro mi cara aún más en su cuello.

—Rain... —no sé que decirle, mi voz se rompe, no sé como explicarle que su olor... que su calidez ha abierto una puerta a las emocionas que he reprimido desde esa noche, a todo ese miedo, ese dolor.

Rain solo me abraza.

—Está bien, Apolo —me da palmadas en la espalda—. Estás bien, estás a salvo, ya no hay miedo, no hay dolor, ya no hay frío.

Me despego de ella para verla a los ojos y ella toma mi rostro en sus manos para limpiar las lágrimas de mis mejillas con sus pulgares.

—Ya no llueve —me asegura con mucha paz así que solo puedo sonreír entre lágrimas y responderle:

—Ya no llueve. 


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Nota de la autora: I have no words. Volvio a A través de la lluvia, a bailar, espero que seamos pacientes y no me presionen tanto esta vez con esta historia. Pasó un par de meses en borradores para que pudiera tomar un respiro de la presión. Muchas gracias por esperarla. 

Hubo un solo cambio significativo en el capítulo cuatro: Apolo y Charlotte ya no hacen el delicioso por completo, Apolo solo la ayuda a terminar con su mano como ella lo hizo con él. La razón fue porque mientras releía esa parte, sentí que Apolo que no estaba de acuerdo con eso. No sé cómo explicarlo, pero el mismo personaje me indicó que no es algo que el haría, que si podían usar sus manos, pero que tener sexo con ella sin conocerla bien, no era algo que él haría, por lo menos no la primera vez que salían. Espero que comprendan el cambio.   

Ahora si, chismeeeee. Aquí se comenta sobre Ares y Raquel:

Aquí sobre Apolo y Rain:

YA NO LLUEVE T.T

MUAKATELA,

ARIANA G. 

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