|| CAPÍTULO FINAL ||
(30)
APOLO HIDALGO
Tienes que aprender a soltar, Apolo, a dejar ir. No puedes salvar a todo el mundo, no puedes obligar a alguien a tomar una decisión s que no quiere ni pensar. Ayudaste, brindaste un lugar seguro, hiciste lo que pudiste. Es suficiente, es hora de soltar.
Las palabras de mi terapeuta rondan mi cabeza mientras me quedo viendo mi cama y lo vacía que se ha sentido estos días. Han pasado semanas desde que confronté a Xan y a Rain en Nora. No me he pasado por ahí, ni le he enviado un mensaje a Xan.
Estoy soltando.
Y enfocándome en mi mismo, en la universidad.
Cada vez que siento curiosidad, o me provoca darle una vuelta a Nora, me recuerdo a que no vale la pena, y que ellos han tomado sus decisiones, no puedo seguir aferrándome. No es sano.
—Ah, lo extraño. —Se queja Greg apareciendo a mi lado en el marco de la puerta.
—Él tomó su decisión, Greg, no fuimos suficiente —bromeo y Greg se ríe, y luego exhala dramáticamente.
—Sabes, es extraño, Apolo.
Me cruzo de brazos.
—¿Qué?
—Xan estaba tan decidido, —Él se acaricia el mentón, pensativo, Greg ya está al día con toda la situación de Xan—. Estaba buscando la manera legal de separar lo de Nora con él, de romper toda conexión con Vance y de pronto, vuelve con él como si nada.
—No sé que decirte, al parecer, Rain lo convenció.
—Eso también me parece extraño, ¿Rain convenciendo a alguien de volver a una relación abusiva? No sé, algo está raro.
—Créeme, Rain me ha dejado muy sorprendido últimamente.
—Bueno, ¿qué tal unos vegetales salteados con camarones?
—Me leíste la mente.
—Vamos, necesito la compañía luego del día que he tenido.
—¿Érica? —pregunto y él asiente.
—Seremos amigos, me ha quedado claro que ella no quiere nada más. Lo entiendo, pero bueno, supongo que aún guardaba la esperanza.
—Pobrecito —murmuro y él me da un manotazo en el brazo.
—Creo que estoy como tú, necesito soltar.
Le sonrío.
—Bienvenido al club.
Le agarro del hombro mientras caminamos a la cocina, y comenzamos a hablar sobre el descanso de navidad que solo está a dos semanas.
#
Me despierta la vibración incesante de mi celular.
Tengo un ojo entreabierto y el otro cerrado mientras agarro mi celular, sin coordinar bien, lo suelto y me cae en la cara con fuerza. Gimo en dolor, sobándome la nariz y eso me termina de despertar. Cuando veo la pantalla, me congelo: son las cuatro de la mañana y es Rain.
Siento un gran deja vu a aquella noche que Xan apareció en mi apartamento en la madrugada. Con el corazón en la boca, contesto:
—¿Rain?
—¡Apolo! Lo siento tanto, él... —Su voz está rota, y está llorando.
—Rain, ¿qué pasó?
—Estamos en el hospital.
Me paro de golpe de la cama.
—¿Estamos? Rain, por Dios, ¿qué ha pasado?
—Es Xan.
No. No. No.
—Tienes que venir —dice y solloza—. Lo siento tanto.
Le pido la dirección, cuelgo, me pongo una camisa y unos vaqueros, casi olvido mi abrigo en el apuro. Puedo sentir los latidos en mis oídos y en la garganta al subirme en el taxi. El camino se me hace eterno y solo ruego que Xan esté bien, Rain no podía decir nada coherente entre sollozos.
Corro por el pasillo de emergencias y en la estación de enfermeras, me detiene una, alta, de sonrisa amable.
—¿Puedo ayudarte en algo?
—Xan...—digo sin aliento—. Un chico—
—¡Apolo! —La voz de Rain viene desde adentro del pasillo de emergencias y ella se apresura hacia mí, sus ojos rojos, y sus manos... están llenas de sangre, al igual que toda la parte frontal de su camisa.
Siento un vacío en el estómago, y dejo de respirar ahí mismo.
—Rain... —Es lo único que pueda soltar en un susurro ahogado, ansioso, a la expectativa de lo peor.
—Él... —La agarro por los hombros.
—¡¿Qué pasó?! ¡Habla, maldita sea!
—Fue Vance —admite entre lágrimas—. Vance lo golpeó... tanto que...
—¿Tanto qué?
—Xan me llamó... y cuando llegué al apartamento...—Ella hace una mueca como si el horror el recuerdo la atormentara—. Había tanta sangre... y la ambulancia tardó... y... llegó aquí... y tuvieron que reanimarlo dos veces y están... Apolo, lo siento tanto. —Ella se agarra de mi camisa y llora desconsoladamente—. Esto es mi culpa, lo siento, lo siento.
Quiero gritarle y hacerla sentir peor, pero estoy demasiado paralizado por la posibilidad de que Xan no sobreviva, no tengo fuerzas para nada más. Y Rain está llorando tanto que se me hace imposible atacarla cuando ya está tan mal. No le hará bien a nadie, ni devolverá el tiempo. La ayudo a sentarse en las sillas de la sala de espera y le traigo un vaso de agua de la fuente.
—Gracias —murmura, su pecho subiendo y bajando, tanto llorar le ha dado hipo.
Mi mente está atrapada en un ciclo de recuerdos de Xan: su cabello, su sonrisa, la pasión en su mirada cuando habla de Nora, lo lleno de vida que está. No, él no puede morir, este no puede ser su final. Un doctor alto emerge de la zona de emergencia.
—¿Familiares de Xan Streva? —pregunta, y Rain y yo nos podemos de pie.
Por instinto, nos tomamos de la mano.
—Somos sus amigos, Xan no tiene a nadie más —explica Rain.
El doctor nos ojea por un segundo como si decidiera la veracidad de lo que acabamos de decir, pero cuando ve la sangre en las ropas de Rain, supongo que se da cuenta que ella lo trajo.
—Xan sufrió una hemorragia interna, pudimos controlarla, pero necesita cirugía lo más pronto posible, la radiografía mostró varias costillas y dedos rotos. —Se me hunde el pecho—. Xan también tiene hematomas y moretones de días, y todas sus heridas coinciden con—
—Abuso —termina Rain.
El doctor asiente.
—Tuve que reportarlo, la policía ya viene en camino, ¿qué fue lo que pasó?
A Rain le tiemblan los labios y me aprieta la mano mientras lo dice:
—Fue su pareja: Vance Adams.
—La policía querrá hablar contigo cuando llegue. Xan está siendo llevado al quirófano ahora mismo, así que volveré cuando salga de la cirugía.
El doctor se da la vuelta.
—Espere, —pido y se me quiebra la voz un poco—. Por favor, sálvelo. Él no se merece... morir así.
El doctor me da una sonrisa de boca cerrada, de entendimiento y se va.
Sentados en la sala de espera, Rain moquea y se limpia las lágrimas que no paran de rodar por sus mejillas
—Tenías razón, Apolo, tanta razón —susurra—. Fui una mierda de persona, una idiota, esto es mi culpa. ¿Por qué pensé que podría cambiar? ¿Por qué me lo creí todo? Xan está ahí luchando por su vida y es mi jodida culpa. Siempre me creí una buena persona, con unos ideales correctos, firmes. Olvidé todo lo que soy, en lo que creo, porque quería creer que mi hermano podía ser diferente, que no era un monstruo. Y mírame ahora. —Ella señala su ropa, manchada de sangre.
—Rain, esto no se trata de ti —digo frío, ella me observa—. Xan está ahí adentro luchando por su vida, lo menos que quiero escuchar ahora es sobre tu culpa y tu tristeza. Este momento es sobre Xan y que sobreviva esa cirugía y todo esto. Ya después habrá tiempo para que lidies con tus errores.
Ella aparta la mirada.
—Tienes razón.
Nos limitamos a esperar en silencio. Cuando llega la policía, se llevan a Rain a un lugar más privado para tomar su declaración y me quedo solo por un buen rato.
Rain vuelve en el momento justo que el doctor sale de ese pasillo de emergencias. En unos segundos estamos frente a él, esperando noticias.
—La cirugía salió bien, —dice y siento que puedo respirar—. Xan se quedará esta noche en cuidados intensivos, estas primeras horas serán cruciales para él. ¿Quieren subir a verlo?
Asiento, y empiezo a seguirlo, pero Rain se queda atrás. Me giro hacia ella y la veo sacudir la cabeza.
—No puedo, esperaré aquí.
No respondo y sigo mi camino.
Nada en la vida me habría preparado para lo que veo cuando entro a la UCI y lo veo: Xan, conectado a un montón de aparatos y con vendas. Me quedo petrificado por unos segundos, asimilando esto. Una profunda tristeza me recorre y dos lágrimas gruesas me ruedan por las mejillas. Esto duele porque a pesar de que hice todo lo que pude, siento que se pudo haber evitado, que no tenía que llegar a esto.
Me acerco y envuelvo la mano alrededor su muñeca porque sus manos están llena de vendas, imposibles de agarrar.
—Hola, Xan —susurro y me limpio la nariz con la mano libre, las lágrimas no han parado—. Vas a estar bien, estoy aquí, siento mucho que haya llegado a esto, Xan. No lo mereces, nadie lo merece. No me voy a mover de aquí, lo prometo.
Y lo cumplo.
Cada día vuelvo a verlo mientras él sigue inconsciente, el doctor recomendó ligera sedación porque era mejor para dejarlo sanar internamente.
Segundo día...
—Volví —digo, y le acerco un recipiente de café recién hecho que traje de la cafetería—. ¿Hueles eso? Así es, no es el mejor café del mundo, pero supuse que te ayudaría recordar el olor. La verdad, extraño ir a Nora y verte ahí en tu elemento, preparando ese latte que tanto me gusta.
Suspiro y tomo asiento en la silla a su lado. Su rostro se ha hinchado más porque los moretones están siguiendo su curso. Hay uno inmenso debajo de su ojo izquierdo. Sus largas pestañas descansan sobre sus pómulos y echo de menos ser capaz de ver sus ojos, sus expresiones, cualquier cosa.
Extraño a Xan.
Tercer día.
—¡Xanahoria! —Saluda Greg, acercándose a Xan quien sigue dormido—. Tienes que recuperarte pronto, me hace falta mi compañero en la cocina, ya sabes que Apolo es un inútil. —Volteo los ojos—. Así que te necesito.
—Bien que te comiste mis panecillos ayer.
—Es lo único que te queda medio decente, Apolo, por favor, no lo estires.
Suspiro y aunque Greg tiene una energía alegre, es difícil mantenerla aquí. Él señala a Xan:
—¿Cuándo despertará?
Me encojo de hombros.
—No lo sé, ya le han disminuido la sedación, el doctor dice que ya debería despertar.
—Quizás no quiere despertar —murmura Greg con tristeza y se inclina sobre Xan—. Ey, Xanahoria, sé que lo que te pasó fue muy, muy malo, entiendo que no quieras volver y enfrentarlo, pero te necesitamos, y aquí estamos, no tienes que enfrentarlo solo. Recuerda eso.
Sonrío, espero que Xan pueda escucharlo.
Cuarto día.
—Encontraron a Vance —dice Rain al entrar a la habitación de Xan, lo han movido de cuidados intensivos a un cuarto, sigue sin despertar—. Está en la cárcel de la comisaria de Raleigh.
No sé que decirle, ¿qué me alegra? ¿qué no creo que haya nada que Vance pueda hacer en este mundo que sea suficiente para compensar a Xan? Me quedo callado y Rain estira su mano con un papel hacia mí. Lo tomo y ella se lame los labios.
—Es una copia de la declaración escrita que dejé en la comisaria esta mañana. —La miro, confundido e intento devolvérsela.
—Creo que puedes dársela a Xan cuando despierte.
—No, es la declaración que di sobre tu caso.
Me quedo frío.
—Decir lo siento no es suficiente, nada de lo que haga lo es, pero tú y Xan tendrán la justicia que se merecen. Vance recibirá las consecuencias de sus actos. —Ella duda por unos segundos antes de seguir—. Sé que esto no se trata de mí, pero quiero que sepas que mi error vino de un lugar de estupidez, de no querer que mi familia pasara por algo difícil. Mamá está destrozada, papá no sabe que hacer, y era lo que quería evitar, fui muy egoísta y tengo que vivir con el dolor de que todo llegó a esto. —Señala a Xan con tristeza—. En parte, por mi culpa. Así que lo siento mucho, Apolo.
Asiento porque no sé que responder, quisiera decir que la entiendo, pero cuando aún tengo a Xan al lado inconsciente, no puedo mentir. Y entonces, recuerdo las palabras de mi psicóloga, del abuelo sobre como a veces no perdonar nos hace cargar con resentimientos que terminan dañándonos por dentro, como pudre el interior de nosotros.
Me pongo de pie y la abrazo. Ese olor cítrico llega a mi nariz y aunque ya no me reconforta, no es desagradable.
—Acepto tus disculpas —digo con honestidad. Ya quedará de parte de Xan decidir si la perdona o no, pero por mi parte, ya no quiero cargar con odio, o rabia.
Quiero soltar, y ahora mismo, estoy soltando a la chica que me salvó, a esa que idealicé tanto que la ironía de la vida decidió hacerla caer del pedestal de una forma dolorosa.
Cuando nos separamos, Rain se limpia los ojos llorosos.
—Gracias.
Y se da la vuelta para irse, la veo alejarse en el pasillo, su cabello rubio moviéndose con cada paso. Y me siento en paz.
Quinto día.
Varias veces me he quedado dormido en la silla. He estado yendo a clases y viniendo al hospital apenas salgo. Agradezco que ya mañana sea sábado, así puedo pasar el día completo aquí. El doctor dice que Xan ya debería haber despertado, y eso me preocupa. ¿Por qué no abre los ojos? Creo que no podré respirar bien hasta que lo veo volver por completo.
Estoy revisando el celular cuando lo escucho:
—¿Apolo?
Salto de la silla y me paro a su lado en la cama. Sus ojos siguen un poco entrecerrados, pero puedo ver un destello del marrón en ellos.
—¿Xan? —Le hablo con suavidad y él me mira, el alivio me hace exhalar una bocanada de aire y le sonrío—. Ey, hola, bienvenido de vuelta.
Xan parpadea e intenta devolverme la sonrisa, pero hace una mueca de dolor, tiene un corte en el labio. Luego él intenta mover las manos y sacudo la cabeza.
—No es buena idea que te muevas, aún estás recuperando.
Xan vuelve a mirarme y sus ojos se llenan de lágrimas.
—Pensé que me iba a morir, Apolo. —Su voz se rompe y lucho por no llorar con él—. Pensé.... Que... él... todo... dolía tanto.
—Xan. —Le acarició el rostro, peinándole el cabello hacia atrás—. Estás bien, ya pasó, y él está preso, ya no podrá hacerte daño ni a ti, ni a nadie más, ¿de acuerdo?
Él asiente y le limpio las lágrimas de las mejillas. Le cuento sobre las visitas de Gregory y lo distraigo un poco, luego el doctor recomienda que intente comer ligero. Le ayudo a sentarse y mientras le doy la comida, Xan lo dice:
—Yo no quería volver con él, Apolo. —Lo suelta, así como si nada—. Rain sí habló conmigo, pero fue solo para darme hechos, no para convencerme, ella dejó la decisión en mis manos y yo decidí dejarle.
Bajo la cuchara y lo observo.
—¿Entonces...?
—Él amenazó con publicar un video de la pelea en el festival de otoño, dijo que te pintaría como el malo y yo no quería... afectarte.
Arrugo las cejas.
—Xan.
—Ya lo sé, no digas nada, pero simplemente no podía permitirlo. Con el pasar de los días, me di cuenta de que era insostenible estar con él y lo dejé... y esto fue lo que pasó.
—Lo siento tanto, Xan. —Y lo abrazo porque se ve tan triste en esa cama de hospital, tan herido. No sé cuanto tiempo nos quedamos así, aferrándonos el uno al otro.
#
A las dos semanas, le dan el alta a Xan. Y me las ingenió para para convencer al doctor que le ponga la salida después de las cuatro de la tarde. Una petición extraña, pero con un objetivo muy claro.
—No entiendo porque nos dejó la salida tan tarde. —Se queja Xan, caminando lentamente, tiene que ser muy cuidadoso con el vendaje alrededor de sus costillas. Algunos de sus dedos tienen un pequeño yeso para ayudarles a sanar.
Y cruzamos las puertas frontales del hospital, ya está medio oscuro, el invierno hace que se oscurezca muy temprano. Xan se detiene en seco debajo del techo que sobresale del hospital y se gira hacia mí.
—Apolo...
Le sonrío y ambos volvemos a ver los copos de nieve que han comenzado a caer ya hace rato, dándole una ligera capa blanca a las aceras.
—La primera nevada —digo con orgullo.
Xan estira su mano con menos vendajes, y deja que la nieve caiga sobre su palma. Él me mira, y es como si estuviéramos pensando lo mismo. Lo que hemos vivido estas dos semanas, como lo he cuidado, lo que nos hemos reído. Y todo lo que pasamos antes de esto, la primera vez que nos vimos, como nuestra amistad evolucionó a algo más.
Xan da un paso fuera del techo, la nieve comenzando a caer en su cabello azul. Hago lo mismo y cuando se gira, me sonríe:
—Tengo mucho que sanar.
—Lo sé.
—No puedo prometerte nada, aunque estemos viendo la primera nevada juntos.
—También lo sé.
Xan se acerca y tomo su rostro en mis manos para darle un beso en la frente.
—No hay apuro, no hay presiones. —Me separo y lo miro a los ojos. Recuerdo lo que pensé aquella vez con Dani en la playa.
El verdadero amor no ata, no asfixia, ni pone limitaciones.
El chico frente a mí tiene un largo camino de recuperación que recorrer y no me refiero solo a lo físico, sino a lo mental. Y sí hay algo que he aprendido después de todo es a soltar, a dejar de comerme la cabeza con cada cosa y cada pequeño detalle.
No más.
Y bueno, yo también tengo cosas con las que lidiar.
Le acaricio las mejillas a Xan y no puedo evitarlo, me inclino y lo beso, ahí bajo la nieve. Mis labios se mueven sobre los suyos con calidez, con mucho cariño y el miedo que tuve de perderlo se ha convertido en alivio y paz.
Mientras nos besamos, siento los copos de nieve aterrizando contra mi chaqueta, mi pelo, y mis manos sobre el rostro de Xan. Y mi mente viaja al comienzo de todo, aquella noche lluviosa, a como conocí a Rain.
La nieve también es una precipitación, pero tan diferente a la lluvia, mucho más gentil y tranquila. Y así como cambió, lo hicieron mis sentimientos.
Sin embargo, sé que no olvidaré a la chica que conocí a través de la lluvia, porque a través de ella, lo conocí a él: el chico peli azul que está en mis brazos ahora mismo y que me susurra sin aliento su promesa:
—Fluiremos juntos, Apolo Hidalgo.
[FIN]
Nota de la autora: Hay tantas cosas que quiero decirles, que no sé por donde empezar.
FELIZ CUMPLEAÑOS, LOLO <3
Todo empezó con la clave del wifi... </3
En el 2015, esta trilogía comenzó conmigo intentando aventurarme a escribir en español, llena de miedos y con la posibilidad de tener que eliminar la historia por si no me salía. Empezó con Raquel y Ares, siguió con Artemis y Claudia, y ahora termina con Apolo y Xan. Decir que estos libros me han marcado es poco, me abrieron muchas puertas, me permitieron formar la familia de lectores que hoy en día me acompaña y sobretodo, me permitieron divertirme, llorar, reír y chillar con los personajes en cada historia, cada momento. Estos libros me han visto crecer como persona y como escritora, y a ustedes como lectoras, también. Los hermanos Hidalgo siempre serán una parte de todos. Ya me puse emotiva, porque jamás imaginé terminar una trilogía... es un logro para mí, la loca que subía los primeros capítulos de A través de mi ventana con internet prestado.
Aquí estoy frente a una ventana, despidiéndome de ellos. De Raquel me queda su perseverancia, de Ares su capacidad de crecer como persona, de Artemis su determinación y calidez, de Claudia su fortaleza, de Xan su capacidad de ser luz a pesar de todo. Y de mi querido Apolo, hoy aprendo a soltar, hoy dejo ir a los Hidalgo con todo el amor del mundo.
Gracias por subirse a este bus de locura, de emociones y de mucho amor. El viaje ha sido precioso, y no puedo imaginar disfrutarlo con nadie más que ustedes.
Ahora me queda verlos con A través de la lluvia en sus manos el 27 de Octubre, ahora sí los tendrán completos en su librero. Y espero verlos pronto en persona :)
El epílogo lo subiré a finales de noviembre. <3
Mis redes: Twitter: Arix05 Instagram: Ari_godoy Tiktok: ariana_godoyc
LOS QUIERO,
ARIANA G.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top