4-Tanabatta
Quizás estuve demasiado ensimismado en mis pensamientos, durante los saludos a la feliz pareja de recién casados. Kage me dirigió una mirada de preocupación, y sentí que los Anbus se acercaban sigilosamente a mi espalda, a verificar que estuviera bien.
Y lo estaba. Pensar en ella de alguna forma me hacía bien. Así que me incliné sobre mi plato y comí. Estoy seguro que Kankuro me veía lo feliz, porque buscaba con la cabeza lo que lo generara.
Por mi parte, la cercanía de los Anbu me había transportado a otro recuerdo.
Uno de los más dulces.
La primera vez que Tigris me acompañó a Sunagakure, días antes de ser promovido kazekage.
Hubo una queja de los ninjas médicos porque, supuestamente debido a las pociones de las Bertinovsqui, había un gran número de intoxicados. Así que me mandaron a que se responsabilizaran y como fui yo, ellas enviaron a Tigris. El hospital estaba saturado de pacientes.
Ella los trató a todos los "intoxicados", antes de dar un diagnóstico general. Le hacía unas pocas preguntas a todos, y les recomendaba no usar las pociones de su clan más de una vez al mes.
Yo pensé que le agradecerían: había hecho a pie en medio día tres de viaje, para poder curarlos, pero no le agradecieron. Sólo uno o dos, con forzada y casi hipócrita amabilidad, le dijeron gracias. Todos pensaban que ella era la clara culpable de todo.
Una vez terminó, ya por la noche, estirándose, me pidió que le consiguiese una audiencia con el Concejo.Yo le dije que sería complicado..... Ya que estaba por empezar...
No le terminé de explicar, cuando los fuegos artificiales cubrieron el cielo del desierto, y las trampas de arena alrededor de la ciudad se deslindaron, y los stands y los juegos salieron, mientras los encargados de los juegos iban a terminar de preparar todo, porque al final del espectáculo comenzaría....
El festival del Tanabatta.
Era una actividad que se hacía todos los años en la Aldea. Algo sólo para la aldea. Ella me tomó el brazo al instante, mirando los fuegos artificiales. Yo primero miré el agarre y después a ella. Los fuegos pintaban su cara de multitud de colores efímeros. E incluso así se veía hermosa.
La noche era cálida, y recuerdo que los fuegos estuvieron por media hora en el cielo. En esa media hora, ella no despegó la vista del cielo, ni yo de ella. Supongo que podría decir que estaba hipnotizado. No, sólo.... embobado.... porque pensaba. Y recuerdo que lo hacía porque me dí cuenta. Ya lo sospechaba desde el secuestro, desde antes, desde que no teníamos miedo de hablarnos.
Pero nunca me había quedado así de claro. Ni cuando le había preguntado a mis hermanos, ni en ningún otro momento. Realmente, me había enamorado de ella. Perdidamente enamorado.
Las afueras de la ciudad se vestían de fiesta. La gente salió confiadamente de la aldea a los alrededores. Ese día, desde hacía años que se hacía esta celebración. El clima estaba bien, y había jutsus especiales para prevenirnos si se acercaba una tormenta repentina.
Tigris corría por los estanes con su cara de felicidad más infantil.
Ella estaba tan plenamente feliz que me pregunté por qué motivo yo no solía participar de esto....
Hasta que noté las reacciones de la gente a mi alrededor. Fue un rápido recordatoria: a mi alrededor los juegos se iban vaciando, y de hecho, algunos niños se ocultaban. Tenía ganas de volverme a mi casa, no quería recordar lo que era ser odiado y temido. Y cuando me iba a ir, ella me tomó de la mano, y me llevó a un stan y me pidió que le ganase algo. "Ya que eres un ninja debes apuntar bien", me dijo, señalando una máscara. Yo sonreí sin poder evitarlo. Ella quería una máscara de Shukaku.
Por supuesto que se la conseguí. A esa y todas las otras cosas que me pidió. Y las que pude ver que quería aunque no me pidiese también.
Ella sonreía y jugaba. Le encantaba. A pesar que algunas personas la miraban mal, ella ciertamente no se molestaba.
Me dejaba sin aire.
Habíamos estado cerca de media cuando lo sentimos por primera vez, por un segundo o menos. Ni siquiera nos quedó claro si había sido real o nuestra imaginación.
La sed de sangre de aquella vez en el bosque, y de otras veces en el medio...
Pero, repito, fue sólo un segundo. Quizás menos. Aunque quedamos alertas por varios minutos después de eso los dos. Terminamos por decidirnos que había sido nuestra imaginación, y ella siguió mostrándome los locales con brillos y su hermosa sonrisa.
Hasta el segundo espectáculo, con el que finalizaba el festival, que era la representación de la leyenda del Tanabatta, que miramos desde una duna cercana, alejados del resto. Ella dudó un poco, pero se recostó un poco en mí y me sonrió.
-Es raro que no hagan más adaptaciones de esta historia. Es hermosa....
-Quizás sea hermosa porque no hay más adaptaciones de esta historia.... cuando algo se repite mucho cansa....
Ella asintió y nos quedamos en silencio otro rato. Por mero capricho, le tomé la mano. Ella se ruborizó, pero no me la sacó. Yo la miré a los ojos. Ella tardó unos segundo más, pero me devolvió la mirada.
-¡Sabes?.... creo que... me estoy enamorando de tí, Sabaku no Gaara.
Esas palabras... no las voy a olvidar nunca. Eso lo sé.
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