2-Tigris Bertinovsqui.

Me costó entender lonque eso era. Me decidí, por el momento, que adrenalina. Y creo que de eso también había. Adrenalina ante la situación, pero no sólo porque no podía moverme. Porque sus ojos, aunque rehuían, volvían a buscar encontrarse con los míos.

Recuerdo que noté que atardecía porque los rayos del sol daban a su cabeza y a su vista un halo dorado. Ambos inspiramos profundo el aire de la montaña que se filtraba hasta nosotros.

No cpntaba con que sintiera esa molesta opresión en el pecho de sólo verla.

-¿Estás bien?

Me preguntó, mirándome ya a los ojos. Yo asentí, mirándola a ella y tratando de levantarme. Mis brazos por fin reaccionaban y con un poco de su ayuda logré incorporarme. La volví a mirar. Busqué entre su ropa algún distintivo o algo similar. Porque sabía que lo que nos había noqueado había sido un ninjutsu. Pero en su kimono sencillo, sus babuchas, en sus guantes o sandalias no había nada. Ninguna insignia de ningún tipo. De hecho, ni siquiera estampados. Sólo colores llanos: celeste verdoso, blanco y negro.

No entendía.

Ella me miró y me ofreció agua.

-Lamento lo de hace rato. En casa, la política contra ladrones es muy clara. Pero me quedé pensando en lo que preguntaste, Sabaku no Gaara.

-¿Me conoces....?

Ella asintió.
-Estaba visitando a una amiga en Konoha en época de chuunings y ví tu encuentro con el Uchiha.

Admito que no me gustó saber eso. Que me había visto así. Prácticamente poseído por la sed de sangre, por el miedo, por haberme visto a mí mismo sangrar.....

-¿Después de eso...?

Ella se ruborizó.

-No me lo vas a creer, pero ¡me quedé dormida! Escuché que hubo una tremenda pelea y una invasión, pero no me enteré de nada.

"...entonces no nos vio a Naruto y a pelear...." el alivio de saber eso hizo que incluso hoy recuerde que lo pensé. Y entonces noté que eso lo hacía aún más ilógico: después de todo, fue gracias a esa pelea que empecé a cambiar.

-¿Me viste pelear contra Uchiha Sasuke..... Y no me temes?

-No. No te temo... -ella me sonrió, con algo de vergüenza- Pero no me sorprendería que el resto del auditorio te temiera.

-¿Pero tú no?

-Ya te lo dije: no- respondió segura, mirándome amablemente. No le temo al dolor o a la muerte. No me enojaría contigo incluso si me hieres.

-¿Por qué?

-Creo que el dolor es necesario. Para recordar que seguimos vivos. Para apreciar a tiempo o destiempo aquello que nos importa. Por eso, aunque nos volvamos civilizados, el hombre no se desprende de esos impulsos de violencia. Por otro lado, todos queremos lastimar a alguien a lo largo de nuestra vida... Es natural. Y no me molesta.

Era una postura extraña, que venía de alguien extraña. Pero lo cierto era que no me temía.

-Si no te molesta ¿Por qué nos atacaste al ver que éramos ladrones? ..... ¿Y dónde están mis hermanos?

-Que no me moleste no significa que me deje. Y tus hermanos están dentro, hablando con mi abuela-señalando dentro- Yo dí la alarma de ladrones, pero... Ustedes en realidad no sabían que vendíamos las pociones, ¿cierto?

No le respondí. Era claramente cierto, pero.... ¿Cómo lo había sabido?

Antes que pudiera preguntarle, mis hermanos salieron del edificio, acompañados de una anciana de quien si me creería lo de los cien años.
Ellos me indicaron que nos iríamos. La chica a mi lado protestó, argumentando que de noche las montañas eran peligrosas. Que, aunque más no fuese, la dejáramos acompañarnos hasta el bosque al pie de las montañas.

Mis hermanos no estaban muy seguros de eso. Yo acepté. Le pedí que nos guiara. Ella, gustosa, aceptó.

La verdad, admito que en parte debía ser ella. Porque yo así lo quería. Pero si ella no se ofrecía, yo hubiese pedido un guía. Mi cuerpo seguía algo entumido por el jutsu y yo estaba pensando en muchas cosas como para hacer la nube de arena, que apenas dominaba. Conocía el tipo de roca del que esta montaña estaba construída. Demasiado traicioneras para bajar de noche a menos que conozcas el lugar.

Ella nos guió todo el camimo hasta la linde del bosque. El sol teñía el cielo de rojo sangre cuando los tres nos giramos a ella.

-Gracias... Etto...

-Tigris. Bertinovsqui Tigris.

Se presentó ella, con una sonrisa. Estaba alegre de que se lo agradecimos. Eso me generó una cierta ternura.

Lo siguiente fue demasiado rápido, mis recuerdos se vuelven borrosos: una cadena sujetándola. Dos manos de hombre atrayéndola, sujetándola y huyendo. La sed de sangre más absorbente que haya intentado soportar en mi vida cegándome. El Shukaku instigándome a preseguir al culpable y asesinarlo.

Ahora que vuvo a pensar en eso.... No estoy del todo seguro que la sed de sangre haya provenido del bijuu. Quizás sólo aprovechó la situación. Quizás, esa vez.... Era mía y sólo mía.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top