Me moldeas a tu antojo.
"A ti, hermosa villana...
Ya descubrí tu secreto. Definitivamente quieres matarme de un paro cardiorrespiratorio.
¿Acaso no notas que casi me desmayo de nervios con esas palabras?. Definiste cosas que pasaron en realidad entre los dos. Nuestros besos, nada calmados, nuestra cita, mis reacciones ante ti... ¿Lo hiciste a propósito?, ¿Quisiste mostrar tu talento? ¿Fastidiar a Melodie? O ¿Recordarme que soy netamente tuyo?.
Ay mujer, casi se me sale el alma del cuerpo cuando nuestros compañeros de salón comenzaron a aplaudir, e interrumpieron nuestro momento especial, junto con mis claras intensiones.
¿Recuerdas cuando te dije que sería tu secuaz del mal?. Creo que me lo tomé muy enserio, porque me reí al ver el rostro de desconcierto en Adrien, la molestia mezclada con una ligera tristeza de Claude, y la confusión en Melodie. Es que sentir como todos se quedaban con na boca abierta al conocer nuestra historia, me hizo sentir... Orgulloso.
Cuando estoy contigo cambio de personalidad múltiples veces. Sabes como sacar mi timidez, como explotar mi lado seguro, como hacerme enojar, e incluso como hacerme sentir superior.
Me moldeas a tu antojo.
Pero eso me encanta. Adoro que saques lo mejor de mi, aunque sea involuntariamente, pero logras que deje de ser el artista del fondo, que dibuja con la cabeza baja y al cual nadie escucha, para convertirme en un hombre capaz de defenderse y de expresar su opinión.
Eres tan misteriosa y llena de sorpresas que cada día me siento más enamorado de ti.
Me enamoré de una mujer inalcanzable, lo se, pero eso no me desanima. Se que soy menos que tú, que mi personalidad sumisa, es todo lo contrario a lo explosiva que es la tuya. Se que me costaría todo un año de trabajo duro, poder comprar tan solo uno de los muebles que hay en tu cuarto. Tengo más que claro que tu eres una princesa y yo un mendigo, que tu duermes en sabanas de seda y yo en las que mi padre puede comprar en los descuentos, que tu comes con una amplia variedad de cubiertos, en cambio yo con un tenedor, una cuchara y un cuchillo soy feliz.
Pero, en el fondo, se que eso no vale de nada cuando los corazones son iguales, y los sentimientos se desarrollan con nuestras acciones. Quizá yo no te pueda llevar a cenar a restaurantes finos, pero con una comida en el campo, te hice sonreír de verdad.
Quizá tu manejas mis emociones a tu antojo, pero yo comienzo a moldear tu corazón al mío. Se que estoy logrando descongelar eso que le ocultas al resto, y que tanto me encanta a mi.
Con amor, y satisfacción.
Tu fiel artista enamorado.
Nathaniel Kurtzberg ".
El de ojos turquesa sonrió ampliamente, guardando su carta y caminando hasta la salida del instituto, cuando los sollozos de su amiga oji violeta, interrumpieron sus planes. Se acercó cautelosamente hasta el salón donde se escuchaban los sonidos y allí pudo ver una escena que jamás le gustaría haber apreciado.
Chloé mantenía su postura firme, con el ceño fruncido y gritándole insultos a Melodie, la cuál sollozaba, cubriendo su rostro.
—¡Eres una arrastrada, que se hace la cínica para causar lástima! ¡¿Crees que alguien se traga tu cuento de mosca muerta?! ¡Pues yo no! ¡Y deja de llorar que te ves totalmente patética!—. Escupía ella las palabras con enojo y una pizca de burla.
Nathaniel fruncio y el ceño y negó con la cabeza, creía que el a rubia podía cambiar, pero al parecer ésta seguía siendo la misma mujer sin escrúpulos para humillar al resto. Corrió hasta el interior del salón y se ubicó frente a la más baja.
—¡Ya basta Chloé! ¡¿Acaso no ves que las estás hiriendo?! ¡Es una alumna nueva! ¡Ni siquiera conoce bien a todos y tu vas directo a ofenderla! ¡Creí que habías cambiado!—. Gritó las palabras el pelirrojo, con la voz cargada de decepción y enojo, mientras abrazaba a la otra rubia, tratando de calmarla.
La joven Bourgeois lo miró confundida y aún más enojada. ¿Acaso o estaba recriminando algo? ¿Le estaba echando en cara su pasado? ¿Él precisamente?.
— ¡¿De que demonios hablas, Nathaniel?! ¡Ella fue quien...!—. Las quejas de Chloé se vieron interrumpidas por un grito del pelirrojo.
— ¡Basta! ¡No trates de justificarte! ¡Enserio pensé que eras diferente! ¡Que en el fondo tenías un buen corazón!... Pero ya veo que no, las personas jamás cambian, y tú siempre serás la misma chica que disfruta del sufrimiento ajeno. Que no tiene corazón y a la que solo le importa si misma—. Las palabras llenas de decepción del artista, pegaban como fuertes dagas en el corazón de la rubia, la cual luchaba por mantenerse firme y tratar de defenderse, pero las palabras no salían de su garganta.—Vete Chloé, vete y nunca vuelvas a molestar a Melodie, ella me tiene a mi, y yo la defenderé—.
La rubia de profundos orbes azul tan profundo como el océano, se aferró a su bolso, y se armó de toda la fuerza que tenía en ese instante, volviendo a su altiva postura, y fría mirada.
— Yo también creí que eras diferente Nathaniel, pero veo que eres tan imbécil como todos—. Bufo y salió rápidamente del lugar, subiendo a si limusina, y sintiendo sus ojos cristalizarse.
Mientras tanto, el pelirrojo suspiraba pesado, sintiendo que quizá había sido un poco duro, pero era lo correcto, no podía pisotear a la gente cada vez que se le antojara, alguien debía corregirla.
Por otro lado, la rubia entre los brazos de Nathaniel, sonreía disimuladamente, al parecer no seria tan difícil lograr su propósito.
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