Especial 1: Princesa.
Chloé.
Hace años que me valía un bledo lo que el resto pensara o dijera de mi. ¿Qué si no sabía que todos me odiaban?, por supuesto que lo sabía, no soy tan idiota, pero es mucho mas fácil decir que todos te adoran, que asumir que eres lo peor que tiene tu salón.
Se que no soy una persona increíble, pero juro que he intentado cambiar, ser menos burlesca con todos, ser menos rencorosa... Pero es imposible, yo soy así y aunque todo el mundo me odie jamás voy a cambiar mi esencia.
De hecho, me admiro de las personas que aún siguen a mi lado, dándome su apoyo y cariño.
Se que mi padre me ama porque soy su hija, básicamente se lo imponen desde que nací al igual que a mi madre, la cuál además nunca está. Luego está Jean, mi mayordomo, desde que era una niña el ha sido la figura cariñosa para mi; si me siento mal, si estoy feliz, si quiero llorar, o gritar de rabia, siempre es él quien me escucha y me aconseja. Igualmente he sido una basura con él, ni su nombre me aprendo.
Después vienen mis amigos. Adrien y Sabrina han sido mi distracción, mis sonrisas o rabietas, ambos me conocen a la perfección y me han brindado una amistad sincera. Se que a ambos les he traído más de un dolor de cabeza, pero en el fondo los adoro con toda mi alma. Marinette y Lila me han hablado más últimamente, pero de todas formas no me fio de ellas.
Y bueno, después está uno de los hombres que más emociones extremas me ha causado en la vida, y parte de la raíz de todos mis problemas.
Claude Faure-Dumont, 18 años, castaño, ojos azul grisáceo, 1:85 cm, piel más clara que la mía, cuerpo tonificado y una sonrisa ladina que desde que tengo uso razón me ha hecho sonrojar. Agregenle eso a una actitud coqueta, directa, simpática y honesta.
[ Nos conocimos cuando yo tenía siente años; recuerdo que solía usar vestidos rosas, amarillos y blancos, amaba esos colores porque me hacían sentir linda y femenina. Era una niña particular que odiaba embarrarse, correr en exceso o saltar de un lugar a otro; prefería abrazar mi oso de felpa o pasear con mi mejor y único amigo, Adrien.
Un día hubo una cena especial, todos los socios del señor Agreste asistirían a ese evento, incluido mi padre por ser la máxima autoridad de París. En cuanto llegué a ese lugar me acerqué de inmediato al pequeño rubio tímido, además de desorientado, que era en ese tiempo adrihoney, comenzando a platicar y jugar con él en la escalera.
Fue ahí cuando lo vi entrar, acompañado de su padre y con una sonrisa encantadora, se notaba de lejos que era un niño seguro de si mismo y educado. Miraba hacia todos lados como buscando algo, hasta que sus ojos se concentraron en nosotros y yo sentí que mis mejillas comenzaban a adquirir calor. En ese momento no entendí lo que me ocurría, ingenua.
- ¡Hola! ¿Ustedes deben ser Adrien y Chloé, cierto?-. Sonrió ampliamente, acercándose a nosotros. - Mi nombre es Claude, me alegra mucho conocerlos, me aburro de que siempre hayan solo adultos en estas reuniones-. Acompañó sus palabras de un puchero y yo reí un poco, me parecía un niño divertido.
- Si, somos nosotros, gusto en conocerte Claude... Y te entiendo, estas cosas siempre son aburridas-. Dije sonriendo, mientras estiraba mi mano, queriendo tomar la suya, sin embargo mayor fue mi sorpresa cuando este hizo una reverencia y se la llevó directo a los labios, haciendo que ese calor en mis mejillas aumentara considerablemente.
- El gusto es mio... Espero podamos ser amigos-. Sonrió alzando su rostro, para luego ladear la cabeza con un gesto de preocupación, soltando mi mano con delicadeza y llevando la suya hasta mis mejillas. - ¿Estás bien?... Tienes las mejillas rojitas... Te ves muy linda, pero no estaban así-.
En ese minuto quise que la tierra me tragase y lleve de inmediato ambas manos a mis mejillas, corriendo hasta el espejo más cercano y corroborando lo que se me había dicho. Mis mejillas estaban más rojas que el cabello de alguien a quien prefiero no mencionar.
Tome mucho aire, y sonreí con la altivez que siempre me ha caracterizado, pues las princesas no andan por la vida bajando la mirada ante algo desconocido.
- No te preocupes, creo que hace algo de calor y eso me afectó-. Dije segura y el asintió con la cabeza, tranquilizado. - Una pregunta, ¿Por qué saludas así?... ¿Vienes de otro lugar?-.
- ¿Yo?, No... Solo que mi papá me dijo que las princesas se saludan de beso en la mano y tu eres igual a una princesa... Hermosa, simpática y delicada-. Sonrió de una manera que yo no entendía muy bien, pero sus palabras me causaron una sensación desconocida en el estómago.
- Oh, ya veo... Entonces estas en lo correcto, yo soy la princesa de París -. Sonreí y él tomó mi mano, corriendo por los pasillos de la enorme mansión, riendo.
- Que bueno... Siempre quise ser príncipe -.]
Sentí sus manos sostener la mía. y supe perfectamente quien era. Este hombre tiene complejo de bruja, aparece cada vez que pienso en él o lo nombro.
- Aleja tus manos de mi, Claude. No confundas las cosas, estamos aquí por Adrien, yo aún estoy enojada contigo-. Lo fulmine con la mirada, pero este ni se inmutó, siguió sosteniendo mi mano con seriedad.
- Solo quiero que me escuches. Sabes de sobra que me encantas y atraes en todos los sentidos.... Pero ten claro algo, yo jamás sería capaz de hacer algo con malas intenciones hacia ti Chloé, me conoces, sabes que te respeto más que nada en este mundo, yo te amo, y para mi amar es esperar, es respetar, es soñar día tras día con una oportunidad, es ir de frente, es ser honesto y preferir la felicidad de esa persona antes que la tuya... Por eso yo daría hasta mi vida por ti-. Soltó mi mano y acaricio mi mejilla, que nuevamente había adquirido ese tono rojizo ya propio de mi a su lado. - ¿Otra vez tienes calor?-. Sonrió de lado, alzando sus cejas. A veces me dan unas ganas de golpearlo en la cara hasta borrarle ese gesto de superioridad que tanto me enfurece y encanta de él.
- ¿Me juras que no viste nada?-. Curve mis labios en un puchero y sus manos acunaron mis mejillas, transmitiendome esa paz que siempre me ha dado, mientras asentía con la cabeza. - Te creo.
- Oye... No es que me agrade ni me convenga mucho decir esto, pero Nathaniel tampoco hizo nada de dudosa reputación, solamente buscábamos alguna prueba de que Melodie fue quien te provocó... No me simpatiza mucho, pero el tomate es honesto, además yo lo influencie -. Suspire. La zorra chillona y el tomate atrevido, otro enredo más.
- Supongo que tienes razón, pero me conoces, no le pediré disculpas por lo que hice, a ti menos-. Alcé los hombros en señal de desinterés, pues sinceramente jamás he sido de andar regalando disculpas por cada error que cometo. ¿Se imaginan si tuviera que pedir disculpas cada vez que me equivoco? ¿Yo, Chloé Bourgeois?, estaría todo el día repitiendo la misma frase. Agh, no estoy para perdidas de tiempo. - Y tengo una duda... ¿Cómo es que aún recuerdas eso de las mejillas rojas por él calor?-.
Lo miré confundida y admirada, la verdad no esperaba para nada que aún recordara una frase tan tonta de el día en que nos conocimos, aunque en el fondo eso me producía una alegría enorme, pues significaba que jamás me había olvidado.
- ¿Bromeas?... ¡Fue el día que nos conocimos!, jamás olvidaría el momento en que mi vida se llenó de amarillo y glamour-. Río y yo con él, sentándonos en un sofá del mismo lugar que hace años nos juntó por primera vez. - También recuerdo nuestro primer piquito, fue en el pasillo del hotel, exactamente...
- Afuera de mi cuarto... Por supuesto, como olvidarlo.
[Llevábamos poco más de un año juntándonos los tres cuando se celebró uno de los eventos más importantes para mi familia, el cumpleaños de mi padre.
Recuerdo a la perfección que las horas que empleo Jean en hacer que mi cabello y mi vestuario se vieran increíbles, se fueron al demonio después de la foto oficial y los chocolates que nos comimos entre los tres a escondidas.
Después de todas las típicas formalidades y el sonreír ante las cámaras como desde que tengo uso de razón hago, me alejé de mis amigos hasta refugiarme sola en la entrada de mi cuarto, pero aún fuera de este. Miré hacia todas partes, y cuando me aseguré de que nadie venía, abracé mis piernas y comencé a llorar.
Sinceramente no se cuanto tiempo estuve en esa posición, pero si puedo recordar perfectamente cuando un pañuelo se extendió frente a mi, y luego unos hermosos ojos azul grisáceo se encontraron con los míos.
- Las princesas como tu no deberían llorar... Sus ojitos hermosos se ven rojos después, y eso sería una lástima... No combinará con tú vestido-. Sonreí levemente y me lancé a sus brazos, necesitaba sentir que alguien estaba conmigo, así que solo lo abracé y comencé a llorar nuevamente.
- La esperé toda la noche Clau... Toda la noche y no llegó, nuevamente olvidó el cumpleaños de papá, o tuvo cosas que atender... ¡Siempre dice lo mismo! ¡Nunca está conmigo y yo la extraño! ¡Es mi mamá y solo la veo como 5 veces al año! ¡Y yo...! Y-yo la necesito-. Las palabras ya ni salían de mi garganta, solo pequeños sollozos ahogados en el pecho de mi "amigo" castaño.
- Ya bonita, solo piensa que quizá ella tuvo algún problema. Tu Mami es una mujer muy ocupada, pero te adora, llegará, lo juro ... No llores que me dan ganas de llorar a mi -. Levanté la mirada y efectivamente, sus ojos estaban ligeramente cristalizados, pero trató de ocultarlo, causandome una pequeña risita- ¿Ves qué igual te ríes conmigo?, si yo se que le doy alegría a tu vida, por eso me mantendré a tu lado toda mi vida... Me necesitas bebé -. Guiñó el ojo y yo reí aún más, siempre lograba lo que quería conmigo.
- Gracias Claude... Por siempre estar a mi lado-. Ambos nos tomamos de las manos y nos levantamos del suelo, abrazandonos.
- De nada... Un príncipe siempre debe apoyar a su princesa, ¿Cierto?-. Asenti con la cabeza y el amplio su sonrisa. - Por cierto, casi lo olvido... Cierra los ojos-.
- ¿Para qué?-. Pregunté curiosa.
- Solo confía en mi...-. Y por supuesto, yo lo hice, confíe en él.
En tanto cerré mi ojos sentí como el se acercaba, y en una fracción de segundo sus labios se posaron sobre los mios. Algo suave, tierno, torpe y corto, pero que siempre duraría en mi memoria.
- Este será nuestro código secreto... No lo podemos usar con nadie más... ¿Está bien?-.
- E-Esta bien -. Afirme con el rostro ardiendo y el corazón acelerado.
Una promesa que mantuve hasta hace poco totalmente intacta].
- No puedes negar que fue hermoso -.
- Jamás lo haría.
Respondí mirándolo a los ojos, sintiendo todo el peso de mis confusiones en mi mente, sin saber que demonios pasaba en mi corazón o si acaso todo era producto de mis hormonas adolescentes. Pero solo había una manera de comprobarlo, una manera de saber si aún sentía algo por él.
Lo besé. Lo besé y una explosión de sentimientos positivos fluyó en mi interior.
Ahora estaba aún más confundida.
Mierda.
•••••
¡Mil disculpas!.
Lamento mi falta de actualizaciones, ero el colegio me absorbe al máximo, lo siento :'v.
Por eso les traje un pequeño especial narrado por Chloé.
Se a la perfección que no es Nathloé, pero a mi juicio creí necesario explicar un poco el porque del amor de infancia entre Chloé y Claude, además de como surgió :3.
Los amo y nos vemos en cuanto pueda actualizar, besos.
Tanny.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top