"Heroine of Ideals"
En cuestión de segundos pero tan lento como un Slowpoke la joven de cabello castaño vio como los miembros del trío sombrío la habían arrinconado hacia el borde de la torre y el hombre de cabello verde sin una mínima pizca de arrepentimiento la había empujado hacia lo que creía que sería su final.
Touko empezó a caer y pudo ver como su bolso con sus pokeballs se había safado de su agarre y caía junto a ella. Parecía una caída sin fin y en ese momento cada pequeño recuerdo de su vida pasó frente a sus ojos.
Recordó cuando conoció a su primer amigo Pokemon al cual le había puesto un nombre que ahora veía horrible, pero aun así gracioso. Recordó como perdió al amigo y compañero a quien le había prometido proteger y estar juntos para siempre, llegar a la liga juntos y ser los mejores de todos, recordó como el pequeño snivy de aquel momento ni siquiera llegó a evolucionar y murió en sus manos. Las lágrimas se formaron en sus ojos mientras comenzó a recordar como había perdido todo en aquel momento pero aún así se había vuelto entrenadora como le había prometido al pequeño, se había vuelto la más fuerte, y quería seguir adelante sin arrepentirse. Eso era lo que había aprendido a lo largo de los años como entrenadora, aún tenía muchas cosas que hacer. Ella no podía morir, no en ese lugar, no por la mano de ese hombre, no sin cumplir su sueño.
Si era ella podía hacerlo ¿Verdad? Eso le había dicho alguien valioso, e iba a demostrar que no se equivocaba. Debía sobrevivir, sin importar como, no perdería nunca.
Y como si el fuego de su determinación hubiese aumentado una descarga eléctrica, entre una luz de color azul y negro un majestuoso dragón de ojos escarlata la rodeó con sus brazos cargandola como princesa y salvandola de su muerte segura.
Touko no cabía en asombro y alegría, tanto que pequeñas lágrimas se formaron en sus ojos cayendo por sus mejillas ferozmente a la par de que sus dos brazos trataban de asegurarse de que lo que estaba viendo era real y no una cruel ilusión de su mente. Como sea, cuando su tacto pudo rodear el cuello del poderoso dragón sus ojos se abrieron de la sorpresa y felicidad y una exclamación de la más pura dicha dejó sus labios. Era bueno verlo otra vez.
-¡Zekrom!- El pokemon de ojos carmesí al oir su nombre dio un rugido complacido mientras la cargaba un poco más cerca de su rostro para permitirse darle un gesto de afecto a la chica en sus brazos.
Consciente de la situación Zekrom descendió lentamente a donde había visto caer el bolso con las cosas de la joven y lentamente aterrizó en un claro del bosque para recoger sus pertenencias. Una vez en el suelo, delicadamente aún cargandola estilo matrimonial la bajó con cuidado asegurándose de que quedase de pie por su cuenta. Por otra parte la joven de mirada azul no quería soltar a su compañero, cosa que este notó pero igual tuvo que hacerlo.
Touko divisó su bolso colgando de la rama de uno de los árboles del lugar y rápidamente con un jadeo de preocupación corrió hasta el tratando de bajarlo de la altura en la que estaba, pero como sea, eran al menos unos buenos 3 metros por encima de su cabeza; los árboles de esa zona era tan altos como los del mismísimo Bosque Blanco.
Justo cuando la chica se disponía a intentar subir el árbol por su cuenta pudo ver como una de las garras de Zekrom trataba de alcanzar el bolso, cosa que podía hacer sin ninguna dificultad con su tamaño. Por un lado Touko se sentía feliz de que Zekrom, el pokemon el cual la había abandonado estuviese dispuesto a ayudarla, pero por otro lado quería demostrarle que podía alcanzar el bolso por su cuenta, que no necesitaba depender de otros todo el tiempo como había hecho hasta ahora con respecto a todo.
Zekrom pudo ver sus pensamientos y enseguida detuvo su movimiento permitiéndole a la contraria seguir su camino tronco arriba. Tropezó varias veces y casi caía pero seguía determinada a subir, el dragón negro por su parte se aseguraba de tener abajo sus manos por si caía en algún momento, realmente podía sentir su orgullo crecer al ver a su entrenadora perseverar. Pero como Zekrom predijo, luego de agarrar el bolso de color rosa la tira que permitía cargarlo se partió y junto a este cayó su dueña sosteniendolo para ser recibida entre dos brazos alados negros.
-Parece que a pesar de todo, Maestra Touko, su yo arrojado no ha cambiado en lo más mínimo- El de ojos rubí habló ganando la atención de la contraria que recordó la situación en la que estaba, se sentía incómoda ahora y sin saber que decir o encontrar palabras, pero un lo siento escapó de sus labios para luego volver a mencionar el nombre ajeno.
-Zekrom... realmente te extrañé- La apenas audible voz de la joven se escuchaba entrecortada y temerosa mientras el llanto estaba a flor de piel en ella. Zekrom habló otra vez tratando de calmarla.
-Yo también te extrañé Touko- Una sonrisa sincera se podía ver el el rostro tosco pero hermoso de la criatura que la cargaba entre sus brazos hasta colocarla levemente en el suelo.
Touko en cuanto tocó el suelo no dudo en hacer una reverencia inclinandose agachando su cabeza totalmente.
-Lo siento, Zekrom- El dragón pestañeó un par de veces y miró a la chica inclinada ante él, parecía sentirse culpable por algo. Quería decirle lo que pensaba pero esperó a que ella mostrase su corazón. Luego el expondria lo que piensa y siempre hará.
-Siento haber sido una mala entrenadora y a pesar de que tu me escogiste a mi como maestra no creo que merezca el título de heroína de los ideales. Yo... no soy fuerte, tampoco astuta o audaz, y definitivamente no tengo confianza en mi... Entiendo el que te fueras de mi lado, y quiero disculparme si estás molesto conmigo y lo entiendo si no me perdonas- La voz de la chica se oía cada vez más rota mientras un sincero tono de arrepentimiento se apoderaba del ambiente y Zekrom continuaba mirando a la contraria buscando una respuesta.
-Maestra Touko- El imponente dragón negro no pudo decir más que esa frase cuando dos ojos azul mar lo miraron pareciendo incendiarse en llamas de valor, no pudo evitar mirar fijamente esa mirada feroz.
-Pero, ¡Quiero que seas mi pokemon! ¡Tu me escogiste y haré que valga el haberlo hecho!- La depresión antes en el tono femenino fue sustituida por un coraje que iba creciendo a cada segundo haciendo que la voz emocionada de la chica se convirtieran en gritos de entusiasmo -¡Quiero que me mires Zekrom! Justo ahora iré a derrotar a Aza del alto mando, arreglaré todo lo que dejé en caos, remendaré mis errores, y cuando el momento llegue ¡Buscaré tu ayuda otra vez! ¡Buscaré a N, a Reshiram! ¡Hasta entonces Zekrom quiero que te fijes bien en mi, yo también puedo volar!
La sangre hervía bruscamente dentro de las venas de la joven de 18 años mientras miraba ardiendo al pokemon dragón frente a ella, quien estaba anonadado por el ferviente y bravo movimiento de determinación de la contraria. En el pecho del dragón un profundo sentimiento de orgullo se instaló para nunca abandonarlo mientras sus ojos carmesí se concentraban en la pequeña figura que miraba con llamas infernales y sonrisa brillante. Esa era la Touko que había visto la primera vez, esa era la que había escogido como heroína, y sin dudas esa era la entrenadora y ama a la que amaba.
El majestuoso gigante negro se inclinó totalmente hacia el suelo con una reverencia mientras cerraba sus ojos en señal de respeto y confianza sorprendiendo un poco a la contraria. Ya su mente estaba grabada en la piedra junto a sus ideales, y no habría nada que detuviese el fénix renacido que veía frente a sus ojos. Era espléndido.
- Sus deseos son mis órdenes, Heroína de los Ideales, esperaré hasta que me hagas tuyo otra vez.
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