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YOONGI




El viento soplaba levemente, y nuestros pasos eran calmados, totalmente calmados, pero el silencio era lo incomodo, mucho más para mí de lo que pensaba, después de lo que paso en el restaurante, mi mente se había quedado prácticamente en blanco, no recuerdo cuando pedí la cuenta, no recuerdo el sabor del pastel, no recuerdo siquiera si tuve una conversación con Minseok después de su repentino rechazo.

Ese rechazo a mi propuesta de matrimonio.

No lo entendía, o tal vez no quería procesarlo ahora, pero simplemente la misma pregunta pasaba por mi cabeza una y otra vez, "¿por qué?" Eso se repetía en mis pensamientos en ese momento, y no paraba de pasar una y otra vez sin siquiera parar, no tenía una respuesta clara, y quería una respuesta, pero también no estaba seguro de sí Minseok sería el indicado para decirme la verdad.

—Minseok —su nombre salió de mis labios, en un tono de voz suave, como si no quisiera que nadie más a nuestro alrededor supiera su nombre—, Minseok —volví a repetir y esta vez él giro su rostro a mi dirección.

Me regalo apenas una sonrisa, la curvatura de sus labios era leve, como si estuviera siendo consciente de lo que acabábamos de pasar y estaba levemente incomodo y arrepentido por ello, mordí mi lengua en el interior de mi boca, y de nuevo esa pregunta paso por mis pensamientos.

"¿Por qué?"

—¿Pasa algo, Yoongi? —pasaban muchas cosas, pero solamente quería saber sus razones por las cuales me había rechazado de ese modo.

—¿Por qué me rechazaste? —parpadeo un par de veces ante mi pregunta, sus labios se entreabrieron por unos segundos para después cerrarlos y soltar un resoplido por su nariz—. Minseok... sólo dímelo.

Sus ojos viajaban a otras partes del suelo, estaba pensando en algo, lo sabía perfectamente, ¿por qué era tan difícil obtener una respuesta de parte suya? La bilis subía a mi boca, dándome un amargor intenso a mi paladar, maldita sea, ¿por qué no hablas, Minseok?

—No debe haber una razón —dijo, pero no pude evitar sentirme enojado al escuchar eso.

—¿Qué no hay razón alguna? —exclame, haciendo que él me voltease a mirar de inmediato—. Minseok, ¿cómo no puede haber una razón? Siempre hay una razón —solté un bufido.

—No es para que te molestes de ese modo, Yoongi.

—¿Cómo no quieres que me moleste, cuando ni siquiera eres claro con lo que debes decirme? —relamí mis labios, no quería enojarme, pero todo esto me estaba sacando de mis casillas.

Deje de mirarlo, no quería saber nada más, tal vez incluso había sido una estupidez de mi parte pedir una explicación.

—Te dije que no me quiero casar.

—Lo sé, lo sé —mencione—, pero quiero saber la razón por la cual no quieres...

De nuevo el silencio invadió el espacio entre él y yo, un silencio que me dejaba solamente apreciar a Minseok, a sus ojos pequeños, a sus labios gruesos, y a esas pecas pequeñas que sobresalían por arriba de sus mejillas, a esos cabellos revueltos que casi siempre eran despeinados por el viento, pero justo en su mirada, cuando vi ese leve brillo en sus ojos, supe que estaba triste, pero ¿por qué?

—Minseok, yo...

—Estoy viendo a alguien más —me interrumpió.

Me dejo sin palabras, con la boca entreabierta, y con la mirada perdida, de nuevo, aquella pregunta incesante "¿por qué?" ¿Qué hice mal?

—Yoongi, estoy viendo a alguien más —volvió a repetir y esta vez me miro a los ojos, y por más que intenté ver mentira en su mirada, no la vi—, hace tres meses que lo hago.

Solté un resoplido, hace tres meses lo hace, hace tres meses a mis espaldas él salía con alguien más, hace tres meses estaba nervioso, hace tres malditos meses ya tenía planeadas las palabras que diría a mis padres sobre nuestra boda, hace tres estúpidos meses pensé que él seguía amándome como yo a él.

—¿Y es ahora cuando pensabas decírmelo? —Minseok soltó un suspiro.

—Planeaba decírtelo después de esto —dijo él—, pero nunca pensé que...

—Que te propondría matrimonio... —complete su frase, no necesitaba escucharla de su parte—, bueno, eso ya no importa ahora —mis ojos picaban, amenazándome con la salida de mis lágrimas.

—Lo lamento, Yoongi...

Sonreí ladino, esto debía ser una broma.

—Sí de verdad lo hicieras, me hubieras dicho que lo nuestro terminaba desde hace tres meses —trague saliva, mi garganta estaba cerrándose—, y ni siquiera poner la tonta excusa de no querer casarte nunca, eso hubiera sido más fácil.

—En ese caso, hay que hacerlo fácil —lo decía tan simple, como si lo que hubiéramos tenido jamás hubiese contado en su vida—, me iré solo a casa, no es necesario que me acompañes de ahora en adelante.

No dije nada, no quería hacerlo, solamente quería que se fuera, y que me dejase tranquilo, aunque no podía evitar pensar en todo lo que pasamos juntos durante esos años, esos días en que podíamos sentirnos cómodos juntos, aunque quizás yo era el único que se sentía bien, quizás estaba tan enamorado de él que ni siquiera me percate de que él no sentía lo mismo que yo.

—Sólo vete y déjame tranquilo —dije al fin, y él no dijo nada.

Me dio un ultimo vistazo, antes de soltar un resoplido.

—Lo lamento —volvió a disculparse—, espero encuentres a alguien mejor.

Y yo deseaba jamás volver enamorarme de alguien.

—Vete —demande, no quería seguir escuchándolo—, ¡ya vete!

Volví a insistir, y él no dijo nada más, comprendía muy bien mi actitud enfurecida, no quería verlo, ni siquiera escucharlo hablar, deseaba que se largara de una maldita vez de mi vista, esto era horrible, el amor es horrible.

En cuanto sus pasos se alejaron de mí, me pude dar a la tarea de llorar, porque era lo único que me quedaba, porque mi corazón estaba destrozado por completo y sabía que nadie podría lograr repararlo, lo amaba, y él me demostró que mi amor hacia él no valía nada, ni siquiera un misero centavo, y esa era la sensación más horrible que mi corazón pudo soportar.

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