A SOLAS (+18)

—Uh, rayos... —se le escapó un quejido al calvo, mientras utilizaba su mano para acariciarle sus cabellos color verde—, eres buena, mocosa, ¿Donde aprendiste a hacer estas cosas? —cerró sus ojos y tiró su cabeza para atrás.

—¡No me llames así, idiota! —dijo ella, sus mejillas ardían y su notorio sonrojo, sus ojos brillaban, el pequeño hilo de saliva que iba desde su boca hasta el pene del héroe calvo, su expresión molesta y su voz la hacían ver toda una ternura, pero también, muy sensual—, ¡Estoy harta que me llames de esa manera!. Saitama sonrió con sutileza, ya había perdido la cuenta de cuántas veces le había dicho mocosa a Tatsumaki, y supuestamente se había disculpado por eso.

La Asociación de héroes quiso celebrar que durante un buen periodo de tiempo, los héroes clase S habían logrado contener con mucho éxito todo los ataques de los kaijin en las todas las ciudades, sin pérdidas humanas y eso, en los tiempos que vivían, era una logro más que excelentísimo. Todos fueron invitados a aquella celebración en uno de los salones de la Asociación de héroes, desde el último de la clase S hasta la segunda, ya que el primero no aceptó ir, es más, difícilmente aceptaría alguna invitación.

Genos, pupilo de Saitama, llevó a su maestro como su acompañante, si alguien verdaderamente merecía estar en aquel lugar sin duda alguna era Saitama, un héroe de la clase C.

Ser un héroe clase C fué lo peor que le pudo haber pasado a Saitama, ya que, cierta mujer de cabellos verdes lo utilizó para joderlo toda la bendita noche, haciendo hincapié en que un "fracasado" de clase baja, no debería codearse con los de la clase S y mucho menos estar en esa celebración.

Saitama le respondió, en todas esas ocasiones, que una mocosa no debería estar en ese lugar, que alguien debería sacar a esa niña de ahí, y eso solo provocó que el enojo de la pequeña tornado vaya aumentando progresivamente más y más. No era una niña, en lo absoluto, era incluso un par de años más grande que Saitama.

Las horas pasaron, el licor comenzó a hacer efecto, incluso al mismo Saitama. Ya sintiéndose satisfecho, le avisó a Genos que se retiraba, y su pupilo le mencionó que quería acompañarlo. Saitama le respondió que no era necesario, la fiesta todavía seguía en pie y él debería quedarse ahí. Genos escaneó los niveles de alcohol en la sangre de su maestro y se dió cuenta que no estaba tan alcoholizado, que podía retirarse solo, por lo tanto, aceptó.

Mientras se retiraba, era observando por aquella chica de cabellos verdes. Ella entrecerró sus ojos, la había hecho enojar llamándola mocosa y niña pequeña, lo que más detestaba en toda su vida, lo que más le hacía hervir la sangre.

Saitama iba caminando por las calles, no era difícil mantener el equilibrio, no estaba tan embriagado, por lo tanto, llegaría a casa, tomaría un baño tal vez comería algo y se iría a dormir.

Todo normal de no ser porque, a unos metros más adelante, Tatsumaki aterrizó delante de él con sus brazos cruzados y tomando la postura más dominante y agresiva posible. Saitama la reconoció, era aquella chica de la fiesta.

Ella le recriminó y le dijo que la había ofendido tratándola como una niña, llamándola mocosa, y que debía pagar por eso, pero el héroe calvo le dijo que no iban a pelear en la ciudad, que los demás ciudadanos no deberían ser las víctimas de una pelea.

Entre gritos incómodos y reproches, Saitama le pidió disculpas, porque la actitud de ella ya era algo fastidioso, pero Tatsumaki no iba a calmarse con eso, para nada. Sin embargo, a Saitama se le ocurrió decir una gran estupidez, o tal vez, una gran idea, dependiendo de cómo se lo vea.

"Demuéstrame que no eres una mocosa" fué lo que se le salió al héroe calvo. Tatsumaki aceptó, a la primera, tal vez el alcohol le estaba haciendo actuar sin mucho razonamiento.

Le dijo para ir al departamento de ella, ya habían hecho escándalo en la calle, llamando la atención de algunos transeúntes, y también siendo reconocida. Sería fatal que la gente se diera cuenta que ella estaba embriagada, tenía una imagen pública que cuidar, no por nada de las heroínas más importantes y poderosas de la asociación de héroes.

Levitó y guió al calvo a su departamento. Cuando llegaron, afortunadamente nadie se dió cuenta que ella había ingresado a su departamento acompañada de un hombre.

Ni bien cerró la puerta ella le ordenó al calvo que se siente en el mueble. Saitama obedeció su orden se sentó en el mueble, y ella se arrodilló delante de él. Saitama le preguntó qué hacía, y Tatsumaki le respondió diciéndole que le iba a demostrar que no era una mocosa, y que debería dejar de tratarla así, Saitama le mencionó que no era necesario hacer eso, pero Tatsumaki actuando con oídos sordos continuó con lo suyo.

Bajó el cierre del pantalón del héroe, después de eso lo desabotonó y bajó hasta sus rodillas, su ropa interior pronto fué historia también. Tomó el pene del sujeto y comenzó a estimularlo, sus mejillas sonrojadas y un brillo en sus ojos la hacían ver adorable, no podía negarlo.

Ella abrió su boca y utilizó su lengua, deslizandola por todo el pene del calvo, despertandolo más con cada lamía. Saitama cerró sus ojos, hacía años que no le hacían algo como eso, la última vez fué cuando cumplió los dieciocho años. Tatsumaki después de lamerlo como si fuera una paleta, lo introdujo en su boca, un sabor particular. Comenzó a darle una mamada al sujeto, mientras él le acariciaba los cabellos, fué magnífico.

Cuando terminó, un pequeño hilo de saliva conectaba la boca de ella con el miembro del calvo. Sus mejillas estaban sonrojadas, pero todavía no se iba a esa expresión molesta. Saitama la agarró de la cintura y la recostó a lo largo del mueble, ella no le dijo nada, no le dijo que se detenga, su silencio quizá fué la respuesta.

Le besó el cuello, ella se estremeció, él volvió a hacerlo y ella volvió a estremecerse. Nadie sabe por qué los besos en esa zona se sienten tan exquisitos. Le miró a los ojos, tenerlos tan cerca fué una experiencia singular, continuó con lo suyo, llenando de besos el cuello de la heroína, y esos movimientos que hacía cada vez que la besaba le indicaba que lo estaba haciendo bien de momento. Llevó su mano a uno de los pechos de ella, y lo acarició, Tatsumaki observó lo que hacía y no le dijo nada, no le dijo que se detenga. Su otra mano hizo lo mismo, con ambas manos comenzó a acariciar los pechos de ella.

Ese vestido negro resultaba ahora molesta en aquella situación, por lo que tanto pronto fué historia. Tatsumaki se lo retiró por sí misma. Se encargó de estimular por pechos de ella, utilizando tanto sus manos como su boca, a cada uno le dió la atención que merecía. Su cabeza daba vueltas, dejarse hacer cosas lascivas como esas, y todavía con un fracasado como él, pero se sentía increíble, por su actitud agresiva nadie se le había acercado, y mucho menos para hacer cosas como esas.

Ahora ella se levantó del mueble, lo tomó de los hombros y lo recostó a lo largo, quedándose encina de él.

—¿Te quedó claro que no soy una mocosa, calvo estúpido?, Tengo incluso más experiencia que tú —le dijo, mirándole a los ojos.

—Ya veo, discúlpame por haberte dicho mocosa, pero tú también me trataste mal —le dijo sonriéndole, y colocando sus manos en las caderas de ella, que por cierto, su cintura no tenía nada que envidiarle a otras chicas.

—I-Idiota... —desvió su mirada. Saitama volvió a tocarle los pechos, ella se estremeció, muy fuerte y todo lo que quiera pero ese era uno de sus puntos débiles. Sus dulces quejidos eran excitante, se le estaba subiendo la calentura al calvo muy rápidamente.

Ella comenzó a moverse, comenzando a rozar su intimidad con el miembro del héroe. Pronto aquella zona quedaría húmeda por la acción. Llevada de la mano por el bendito alcohol en este caso, retiró la última prenda de ropa que le quedaba y comenzó a montar al héroe.

Un suspiro se le escapó, y Saitama se dio cuenta de eso, por lo que le mencionó que no debía ir tan deprisa sino quería, o qué incluso podían dejarlo ahí. Ello solo lo miró a los ojos, y no supo por qué escuchar aquellas palabras significaban que la seguía viendo cómo una mocosa, y ahora como una miedosa, y cómo ¡Odiaba! Eso.

Esperó unos momentos hasta acostumbrarse a tenerlo dentro suyo, no era como si apenas lo introdujera en su intimidad comenzaría a saltar como sino hubiera un mañana, no, así no funcionan las cosas. Se tomó su tiempo, la noche era jóven, y pronto empezó a moverse cuando se fué acostumbrando.

Fué lento al principio, pero ¡Cielos!, Sentir como se movía lentamente por sus paredes vaginales eran una cosa del otro mundo, y Saitama también lo disfrutó, le quedó claro que no era una mocosa. Los minutos pasaron y su velocidad fué aumentando, ahora sí podía decir que lo estaba montando como debería ser.

Se tapó la boca, era algo vergonzoso escucharse a ella misma gemir por aquello que estaban haciendo, pero Saitama le retiró ambas manos, negarse a que lo estaba disfrutando era algo absurdo, solo eran ellos dos en aquel departamento.

La escena cambió, ahora era Saitama quien la estaba embistiendo, desde atrás, el trasero de ella era perfecto, chocaba muy bien contra su cuerpo. Mordió la tela con la cubría el mueble, dejó un rastro de saliva en el mismo, debía dar gracias de que trajo al calvo a su departamento porque sino la noche terminaría de forma aburrida.

El mueble pronto fué historia, se dirigieron a la habitación de la heroína, ahí las cosas fueron distintas. Tatsumaki volvió a montar al héroe calvo, dándole la espalda, y solo puedo decir que nuestro querido calvo tuvo todo un espectáculo para el solito en ese momento observando cómo aquellas nalgas bajaban y subían cada vez con mayor velocidad. Afortunado sin duda alguna.

Volvió a acostarla en el mueble, bajó hasta su intimidad y comenzó a estimularla de nuevo, Tatsumaki maldijo que Saitama no tuviera cabello, porque de tenerlo, le hubiera dado unos buenos jalones. Logró hacer que ella termine, un logro para el calvito sin capa ahora. Pero su éxtasis no bajaba, verla en ese estado lo encendió más y quería continuar, por qué bien sabía él que difícilmente volvería a tener algo de acción como esa en un largo tiempo.

La colocó boca abajo y comenzó a besarla por toda la espalda, en sus hombros, deslizó la punta de su lengua desde la nuca de aquella mujer peliverde hasta la parte baja de su espalda, parecía que hacía un buen trabajo ya que Tatsumaki se estremecía con las cosas lascivas que el calvo le estaba haciendo, pero negar que le gustaba era inútil. Agarró su trasero separando sus nalgas y comenzó a lamer su intimidad. ¡Hum!, Muy agresiva y todo, pero verla permitir que le hagan algo como eso, que irónico.

Tomó su miembro y lo introdujo en su intimidad, comenzó a embestirla en esa posición, estando acostada ella boca abajo, y Saitama apoyando su peso con ambos brazos cerca de la cintura de ella. Pero más temprano que tarde Tatsumaki pidió voltearse, ahora teniendo al calvo frente suyo, le pidió que continúe. Le acercó a su cuerpo, dándole un fuerte abrazo, aquella chica se estaba desesperando, tanto que le dió unos rasguños al calvo en su espalda, un grato recuerdo de aquella noche.

Le dió un beso en los labios, eso la tomó por sorpresa, pero al diablo todo ya no podía pensar en nada más, le siguió la corriente besándolo también. Logró terminar sobre los pechos de ella, no sería conveniente acabar dentro no quería quedar embarazada, aunque a decir verdad un humano con los poderes del calvo y los de ella, sería imparable.

Ambos quedaron acostados en la cama quedándose dormidos, una noche bastante particular a decir verdad.

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