14.

Mi cumpleaños número 19 era hoy pero no me emocionaba lo absoluto.

Amaba este lugar, me dio paz cuando lo necesite. Los niños del comedero Solidario me hacían buena compañía pero no era suficiente, extrañaba a mis amigos.

Dejé de revisar mis redes sociales hace mucho tiempo, incluso había suspendido mi cuenta temporalmente para resistir el impulso de ver las historias de mis amigos y de mi hermano. Evité a toda costa ver mi WhatsApp, sabía que mi padre me había escrito. Sabía que él había llamado a mi madre y que habían discutido por haberme "llevado" nuevamente lejos de él, los había escuchado.

En cuanto a mi salud milagrosamente parecía haberme recuperado, cada día me sentía más fuerte, pero mi corazón seguía vacío. Mi collar seguía en mi cuello y jamás me lo quitaba.

Me encontraba ahora acostada en mi cuarto jugueteando indecisamente con mi celular, quería revisarlo.
Tome aire y abrí mi instagram. De inmedisto vi mi buzón de mensajes [+99] Marcaba el mismo.

Muchos de ellos eran de mi hermano, me senti mal por abandonarlo tanto tiempo. No merecía eso.

Ojalá pueda perdonarme. Pensé.

Instintivamente entré al chat de Luka.

"¿Qué pasó? ¿Quieres hablar?"

"_____, ¿por qué nos evitas?"

"¿Estas bien? Estoy preocupado."

"Nadie sabe de ti..."

"¿Sabes que te extraño, pequeña?"

"Si te envio un pack, ¿Me vuelves a hablar"

" *Foto arriba* "

Dude un poco si abrirlo pero al final lo hice.

Al abrir la imagen estallé en una gran carcajada al ver lo random de la misma. Confieso que hubiera deseado un pack.

"Caíste. ¿Pero reíste?"

"Por favor, contéstame."

El untimo mensaje rompió mi corazón.

"Ya pasaron seis meses desde que no estas y todo el grupo siente tu partida. No sabíamos que necesitábamos que seas parte del grupo para que estuvieramos completos. Espero volver a verte algún dia, te extrañamos."

Y ahí terminó el chat.

Trague pesadamente la salida y seguí con los demás chat, la mayoría expresaba cuanto me extrañaban.

Dejo mi celular a un lado y tapo mi rostro con ambas manos, ¿Cómo pude irme de esa manera? No sabía el daño que le estaba haciendo a las personas que más quería, menos a Layla.

Maldita Arpía.

Llevo una mano a mi boca y muerdo ligeramente mis uñas pensativamente.

Podría volver pero. ¿como lo tomarían? ¿me recibirían? ¿Me odiarían?

Lo analise un par de minutos y tomé la decisión, volvería a la ciudad.

—¿Estas segura? No lo sé hija ¿Y si recaes nuevamente?

Estába con mi madre cenando la mejor lasaña que nadie podrá hacer nunca, solo mi ella.

—Si recaígo volveré pero no puedo estar lejos de mi hermano ni de mis mis más tiempo, tampoco quiero que tengas problemas con papá además se que el me extraña. Lo dejamos todo en Japón para venir y ahora que me siento más fuerte quiero volver.

Mi madre piensa mis palabras y ladea la cabeza.

—Ya eres una adulta, puedes tomar tus propias decisiones y yo jamas te obligare a estar en un lugar que no quieres, mi amor. Me arrepiento tanto por haberte alejado de París que jamás volveré a negarte tu búsqueda de la felicidad—Me sonríe maternalmente  y yo chilló de emoción haciéndola reír.

—Eres la mejor madre del mundo.

Al día siguiente un autobus me llevaría directo a la ciudad nuevamente. En la misma noche mi madre me alquilo un departamento mucho más cómodo para mi y cerca del hospital por cualquier inconveniente, ya no estaría en el hotel.

Mi madre me ayuda con mis bolsos y una vez que estoy por subir noto lagrimas en sus ojos, no pensé que mi partida le afectaría.

—Te amo, mi niña.—Me susurra suavemente en el oído y deja un beso en mi frente para luego dejarme ir.

—Te amo, mamá.—La miro con mis ojos cristalizados.

Jamás me había separado tanto de ella en mi vida, siempre habíamos sido ella y yo. Nadie más.

Pero debía enfrentar todo, ya no podía ocultarme más tiempo.

Me subo al autobús y mi asiento queda en el lado de la ventanilla. Veo a mi madre secarse las lágrimas y yo la saludo con la mano con una sonrisa nostálgica.

Ella mueve sus labios y yo leo en ellos "Suerte" y un "Llamame" yo rio divertida mientras asiento con la cabeza. Extrañamente comienzo a sentir calor por lo que me saco la campera exponiendo mi cuello.

Cuando volteo a ver a mi mamá ella esta petrificada con los ojos abiertos de par en par lo que me confunde. En ese momento el bus prende su motor y poco después arranca para alejarse.

Mi madre parece no salir del shock. Entendía que esto era muy duro para ella. Hago un puchero cuando cada vez la lejanía del bus la hace ver más pequeña hasta que la pierdo de vista.

París, se amable conmigo.

Hora seas tarde me saco los audífonos de la oreja. En minutos llegaría a la terminal de buses. Era de noche por lo que me abrigue bien para bajar.
Desde mi ventana puedo ver a dos hombres que destacan entre la multitud. Mi padre estaba allí junto a mi hermano Adrien, esperándome con una gran sonrisa.

Mi corazón latió con fuerza, tanto que juraba que estaba a punto de salirse.

Estaba devuelta.

Al bajar no dude en correr hasta ambos y abrazarlos. Ellos me correspondieron de inmediato, mis lágrimas cayeron.

—Lo siento, Lo siento.—Susurré muchas veces la misma palabra.

Sentí caricias en mi cabello y espalda.

—Tranquila, ya tendremos tiempo de hablar. Ahora a vayamos por tus cosas.

Habla mi padre paternalmente y así lo hacemos. Una hora más tarde salimos de la terminal de buses para así subir al auto de mi padre, mi hermano me cedió el asiento de enfrente.

—Le dije a tu madre que no había problema en que te quedaras con nosotros pero ella insistío en que alquilaria un departamento.

Se notó  cierta molestia en su voz.

—Pá, yo le pedí el departamento.—Me apresuró a decir y el parece relajarse.—Quería tener mi espacio, lo necesito ya soy una adulta.

—No, siempre serás mi pequeña. Adulta no.—Exclama casi infantil mente lo que me hace reír.—Por cierto, feliz cumpleaños pequeña.

Adrien permaneció aislante de la conversación.

Al llegar al departamento es cuando mi hermano habla.

—Yo la ayudo con sus cosas, Pá.—Dice adelantándose en tomar mis cosas del baúl.—Esta noche me quedaré contigo.

Ahora se dirige a mi con una sonrisa ladeante. Yo suspiro sabiendo que él  quería explicaciones, claramente se las daría.

Tardamos unos diez minutos en llevar mis cosas al departamento y luego todos bajamos hasta la recepción para despedir a mi padre. El recién nombrado revisa su teléfono y luego nos mira a ambos.

—Cualquier cosa me avisan si necesitan algo.—Saca de su billetera un par de dólares y me los da.—Pidan algo de comer.

—Pero una pizza no sale 200 dolares.—exclamo divertida con una ceja levantada mirándolo.—Estones mucho.

—No es nada. Bien, los dejo hijos.

Besa mi frente y le da una palmada en la espalda a mi hermano y se marcha del lugar.

Despedimos con la mano a mi padre hasta que su auto desapareció en las calles y mi hermano sin mirarme exclama:

—Sabes que tienes muchas explicaciones que darme, ¿Cierto?

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