❻ Auxilio

Se podría decir que era un día horrible para HueningKai, ¿por qué? Había recibido un gran regaño de parte de su jefe Kim Namjoon por haber confundido las USB’s de sus compañeros.

El pequeño chico sabía que estaba apunto de ser despedido de aquel genial trabajo. Incluso le había tocado quedarse hasta las ocho de la noche en la oficina ordenando todos y cada uno de los discos de música que tenía el jefe Kim en su oficina. ¡Eran miles de discos!

Así que, cuando terminó de ordenar los discos, tomó sus cosas y se decidió a dejar la oficina. Sin embargo, el teléfono comenzó a sonar y tuvo que contestar.

—Revista “The Rolling Stone”, estamos cerrados por el momento. —habló con algo de fastidio y sólo escuchó una respiración pesada del otro lado de la línea.

—Pon a MinMin en el teléfono. —habló una voz profunda y floja. El chico frunció el ceño, estaba completamente confundido.

—¿MinMin? Lo lamento, aquí no trabaja nadie con ese nombre. Ahora, si me disculpa-

—No, no, no. El chico que entrevistó a Kim Taehyung el viernes pasado. —volvió a hablar esa voz al otro lado de la línea. HueningKai no tenía ni idea de que, quien estaba al otro lado de la línea, era el mismísimo Kim Taehyung.

—Oh... te refieres a Park Jimin.

—Sí, él. Ponlo al teléfono. —ordenó la estrella que estaba de incógnita.

—Mira, ya son las ocho y el periodista se encuentra descansando. Pero si quieres dejar un mensaje- —se preparó con una pluma y una servilleta que tenía a la mano.

—No. Necesito su número, tú puedes dármelo, ¿cierto?

—En realidad... no lo conozco; por lo tanto, no puedo darle el número del señor Park. —habló con algo de nerviosismo.

—Dámelo y te consigo dos boletos para el próximo concierto de Kim Taehyung —habló el cantante, esta vez un poco desesperado.

—¿Acaso tú eres Kim Taehyung? —preguntó con un tono de burla. Parecía que era muy bruto, pero en realidad no lo era tanto.

—Sí.

HueningKai no pudo evitar tragar duro. ¿En realidad estaba hablando con su ídolo?

—Si me das el número de Jimin ahora, te prometo que te daré dos boletos gratis a mi próximo concierto, en realidad es urgente. —habló recargándose contra la pared de su casa.

¿Qué habría hecho el resto del mundo? Eran dos entradas gratis al concierto de su estrella favorita, el número de Jimin valía mucho menos que eso. Por supuesto que se lo dió.

—Gracias, ¿cuál es tu nombre? —preguntó finalmente el cantante.

—HueningKai. —casi no podía hablar. Su voz se quebró al final y se recargó contra la mesa cuando la llamada fue terminada.

¿En serio se había ganado dos entradas gratis?


La noche era tan tranquila, sin embargo, Taehyung no estaba tranquilo. Había terminado de beber una botella de un fino vino y sostenía su guitarra roja mientras observaba la cuidad.

Necesitaba hablar con alguien. No quiera seguir siendo ignorado, no quería que la gente siguiera dándolo por hecho. Necesitaba contar todo lo que había en su corazón. Se sentía completamente vacío por dentro, pero de alguna manera, lleno de cosas que lo atormentaban.

Había pensando en llamar o no al entrevistador. Necesitaba hacerlo, necesitaba verlo de nuevo; era casi una necesidad volver a ver a ese hermoso rubio.

A ese hermoso rubio que lo besó pasionalmente el día de su debut y destruyó por completo su mundo.

—Ah, ¿qué mierda, Taehyung? —se habló a sí mismo y dejó la guitarra sobre el sillón. No podía seguir teniéndole miedo a una llamada.

Marcó el número y cuando contestaron, sintió su garganta seca.

—¿Diga? —se escuchó una voz baja pero dulce para Kim del otro lado de la línea.

—Jimin... —habló con dificultad —. Soy Taehyung.

—Oh... Taehyung —se presentó un silencio atormentador, Kim no podía hablar —. ¿Se te ofrece algo? —el rubio tenía que distraer al otro, era probable que le reclamara acerca del artículo. No creía poder vivir con un regaño de su ídolo en su memoria.

—Necesitamos vernos.

—¿Ahora? —preguntó incrédulo y miró por la ventana de su habitación. La luna ya estaba brillando sobre la cuidad de Seúl —. Un momento... ¿cómo conseguiste mi número?

—Sí, ahora. Veme en la cafetería “Rocking Coffee” en quince minutos. —y la llamada fue terminada.

Por supuesto que iba a ir a encontrar a su ídolo a cualquier cafetería. Sería mentira decir que no lo extrañaba y no añoraba estar junto a él. Por consiguiente, tomó su chaqueta blanca y salió de su apartamento.

Por supuesto que se sentía completamente ansioso y confundido. No entendía cuál era la verdadera razón por la que aquel hermoso cantante lo había citado en esa cafetería, mucho menos a esa hora. Pero ahí estaba él, sentado en una de las mesas de aquel lindo lugar.

Cuando entró, una chica le había dicho que estaban a punto de cerrar; por lo cual, se preocupó de que la llegada del artista demorara mucho más.

Estaba jugando con sus manos mientras observaba por la ventana. ¿Cómo llegaría el cantante? Tal vez en una limusina... o en una motocicleta. En realidad no tenía una mínima idea de qué esperar.

Pero bueno, después de tres minutos desde el último vistazo por la ventana, escuchó un grito agudo fuera de la cafetería y se alarmó. Volteó en aquella dirección y lo primero que vió fue a una rubia y a una chica pelirroja sonriéndole a un chico azabache que usaba lentes oscuros.

Este chico tomó un marcador —que le había dado la rubia— y comenzó a trazar su firma sobre el voluptuoso pecho de esta. Jimin frunció el ceño involuntariamente, era obvio que Taehyung era una estrella, pero... ¿era necesario?

Cuando terminó, la chica se lanzó a darle un beso en la boca, sin embargo, Kim giró el rostro y éste acabó en su mejilla. Al girar, pudo divisar al reportero rubio que lo miraba expectante; se despidió de las chicas y entró a la cafetería.

—Jimin... —habló casi en un susurro cuando lo tuvo frente a él. Se retiró los lentes oscuros y conectó miradas con el periodista.

—Taehyung —le sonrió estúpidamente y se perdió en esos hermosos ojos. Estaba comenzando a descubrir que había un gran enamoramiento de por medio.

—¿Pediste algo? —se sentó en la silla frente a él. Jimin negó con la cabeza y pudo percibir un aroma intenso a alcohol, era claro que el dueño de aquel olor era Kim.

—Podemos pedir un café. —dijo el rubio antes de levantarse y acercarse al mostrador para pedir dos tazas de café. Se sentía completamente atacado por el hombre que lo había ido a ver. Sólo esperaba que todo saliera bien.

Después de cinco minutos, regresó a la mesa con dos tazas de café. Kim tomó un sorbo y la mueca de disgusto no se hizo esperar, Park comenzó a reír por lo bajo.

—Jimin —el azabache llamó la atención del rubio; si bien había tomado antes de ir a su encuentro, no estaba para nada borracho —, no estoy aquí para reclamarte acerca del artículo, pero lo que sí quiero saber es, ¿qué piensas de mí?

—Taehyung, el artículo no lo escribí yo, lo juro. Fue una terrible equivocación del asistente del editor. Yo... no tuve nada que ver con el artículo que se publicó. —confesó el rubio con rapidez. De verdad no quería que el azabache de ojos profundos se molestara con él.

—Ahorita eso me tiene sin cuidado, Jimin. Pero necesito que me digas lo que piensas de mí. —rogó el mayor cuando sostuvo las pequeñas y delgadas manos del periodista entre las suyas.

Jimin se sintió en las nubes con ese simple toque. Amó verlo a los ojos, era lo mejor del mundo. De verdad estaba completamente perdido en la infinidad de las galaxias diminutas que encontraba en los ojos contrarios.

—Yo... creo que tú- eres un gran artista. —pudo apenas pronunciar el chico antes de que sus sentidos le jugaran en contra y buscara más contacto del correcto. Su cuerpo estaba traicionándolo y lo obligó a acercarse mucho más al artista.

—Te mentí. —soltó antes de que el rubio lo besara —. Te mentí, Jimin. No me conozco a mí mismo; no tengo una mínima idea de quién soy. Estoy tan perdido en este personaje y en este mundo que he olvidado por completo mi persona. —el rubio lo miraba confundido y puso los pies sobre la tierra, por fin —. Lo peor de todo es que a nadie le importa una mierda.

El cantante soltó un golpe a la mesa de la cafetería y Jimin se sobresaltó. ¿De qué diablos estaba hablando el cantante?

—A mí me importa. Quiero saber toda la verdad, Taehyung. Necesito que me cuentes tu historia. —pidió mientras acariciaba con parsimonia la mano del azabache. Lo miraba profundamente a los ojos y sentía una fuerte y abrumadora conexión entre los dos.

—MinMin... —suspiró mientras negaba con la cabeza —. Mírame. Soy un desastre, soy la burla de todos. Todos buscan algo de mí, siempre lo hacen. Me he perdido a mí mismo en este jodido mundo. La música ya no se escucha igual, ¿me entiendes?

—Claro. —el rubio sacó la grabadora de su bolsillo y la colocó sobre la mesa. Sin embargo, el cantante la apagó y acarició el suave cabello de su acompañante.

—Sin grabaciones. Yo te contaré todo si tú pones completa atención. —Jimin asintió y miró atento al contrario —. Tal vez no sepa quien soy, pero sé lo que las personas piensan de mí.

*—Todos ellos se refieren a mí como un símbolo sexual. Un cantante el cual no puede vivir un día sin meterse algo al organismo o follarse a lo que se mueva. Al final, me he dado cuenta de que no importa quien soy, importa lo que los demás piensen de mí.

*—Para ellos, esto es lo que soy. —se señaló a sí mismo con las manos —. Soy sexo. A la gente le tiene sin cuidado que sea buen músico o no; no les importa una mierda si he pasado por violaciones o demandas. Soy sexo para ellos, yo vendo sexo, ¿comprendes?

Jimin comenzaba sentirse triste, miraba esos ojos negros completamente adoloridos y sus ojos color café se inundaban con lágrimas. No quería imaginar por las cosas que había pasado el chico que lo tenía a sus pies.

—A ellos no les interesa mi música, ni siquiera las letras que escribo. Ellos se enfocan más en lo que ven; hace años hice la promesa de que haría lo posible porque me vieran, terminé siendo esto.

Las lágrimas comenzaron a salir de los preciosos ojos del rubio. Apoyo su rostro con la mano y prestando atención trató de respirar.

—Tenía tantas ganas de ser una estrella de rock. Con sólo diecisiete años era capaz de hacer todo lo posible por mi sueño. Mi manager en ese tiempo, el señor Choi me- —su voz se quebró, para él era horrible tener que recordar eso —, él me convirtió en esto que soy ahora. YugYeom y DongMin eran todo lo que una estrella de rock debía ser, pero yo no.

*—Primero fue una primera cerveza, la primera guitarra eléctrica, los primeros seguidores. Después fue vodka, tequila y whisky. No podía parar de tomar, no puedo incluso ahora, Jimin —confesó el cantante —. A la gente comenzaba gustarle nuestra manera de cantar y actuar en el escenario, querían mucho más.

*—Con cada presentación, la ropa sobre nosotros comenzaba a escasear, el delineador negro en nuestros ojos era cada vez más abundante. DongMin estaba apunto de rendirse cuando ganamos nuestro primer premio. Yo- —suspiró pesado y sintió sus ojos picar —, jamás imaginé que terminaríamos así. Las drogas comenzaron a llenar nuestras habitaciones, pronto, no pudimos parar.

El agarre que mantenía el rubio sobre la mano contraria se hizo mucho más fuerte y firme, su corazón se estaba destrozando.

—La gente cada vez quería más de nosotros. La música dejó de ser verdaderamente importante, ellos creían que nosotros vendíamos imagen, que éramos simples símbolos sexuales sobre el escenario. Y fuera de él... a nadie le importaba una mierda quienes éramos.

*—Yo- —quería seguir relatando su historia pero su corazón no lo permitía. Y sí, sí tenía corazón. Sentía un nudo enorme en la garganta y tenía unas inmensas ganas de limpiar las lágrimas en el bello rostro del hombre frente suyo —, supe que todo estaba mal cuando... al terminar un concierto, se metieron a mi camerino. No recuerdo exactamente cuántos chicos eran, pero tomaron todo de mí. La poca inocencia que me quedaba...

—No... —dijo en un susurro lastimero el rubio. No quería pensar que alguien había abusado sexualmente de aquel hombre.

—YugYeom y DongMin estuvieron ahí para mí, el alcohol y las drogas también me ayudaron a olvidar. Pero es que la gente jamás se cansa de pedir; piden y piden. Nosotros se los damos sin esperar nada más que apoyo de su parte.

*—Jamás esperé nada de parte del público, sólo su aprobación y cariño. Pero DongMin recapacitó y se dió cuenta de que nos habíamos convertido en personas que no éramos. Demandó a nuestro manager y llegamos con Seokjin.

*—Yo quiero mucho a Seokjin. Más que mi manager se ha vuelto mi mejor amigo. Y él nos ayudó un poco con el proceso legal de la demanda. Del señor Choi ya no supe nada. Y, ¿quieres saber cual es la verdadera razón por la que decidimos separarnos?

Jimin asintió y notó lágrimas delgadas y cristalinas recorriendo las mejillas del artista. El café comenzaba a enfriarse pero no tenía ganas de tomarlo; no ahora que tenía el estómago hecho un completo nudo.

—Ellos se hartaron de que el público nos estuviera destruyendo. Nos perdimos a nosotros mismos y olvidamos que la verdadera razón para aguantar todo eso, era la música. Simplemente los conciertos y el rock ya no lograban llenar el tremendo vacío que tenían adentro. Ellos fueron más inteligentes que yo y se salieron a tiempo.

—¿Por qué dijeron que tú tuviste la culpa? —preguntó el rubio poniendo su total atención en las palabras que iban a salir de la boca del cantante.

—Jimin, ellos no querían que los demás supieran que estaban hartos del rock. Ellos preferían quedar bien con todos los fanáticos y críticos; al final, el que decidió permanecer en este mundo fui yo. Se les hizo sencillo decir que el culpable había sido yo, que yo tenía la culpa. —dijo con rabia el azabache, las lágrimas salían con cada vez más velocidad y el moreno tenía ganas de abrazarlo y de consolarlo.

*—¿Alguna vez te imaginaste que un artista estaría al borde del suicidio? Estaba tan perdido que la única solución para mí, era esa. Terminar con esta vida tan miserable... pero decidí volver a intentarlo. En realidad quería salir de aquel hoyo negro en el que me había hundido. Pero todo cambió la noche que te ví. —el cantante se sinceró.

—¿A mí? —preguntó incrédulo el menor.

—Sí, MinMin. Cuando fuiste a entrevistarme destruiste todo mi mundo y lo volviste a armar. No sé cómo lo hiciste, pero pasó. De repente la música volvió a ser la misma que tanto adoraba, el espíritu del rock volvió a mi cuerpo y me sentí poderoso, Jimin. Sentí que sí podía seguir.

Una gran sonrisa resplandeciente comenzaba a aparecerse en el rostro del rubio. Estaba tan enamorado de aquel hombre que, el hecho de saber que sus sentimientos eran correspondidos, lo llenaba de gozo.

—No sé qué mierda pasó, pero al tenerte cerca y saber que estabas ahí escuchándome... sé sintió tan bien. Pude sentir una conexión, ¿comprendes? —Jimin asintió frenéticamente —. Agradezco que me estés escuchando incluso ahora. Una historia tan patética como la mía no es-

—Espera. No es patética, Taehyung; es una gran historia por el contrario. Dios mío... si todos supieran esto, no pensarían como lo hacen. —mencionó el periodista tratando de analizar todo lo que acaba de escuchar.

—Pero MinMin, ellos no dan una mierda por quien soy en realidad. Ellos decidieron que soy una porquería de persona, alguien que destruyó el rock and roll y que debería de estar muerto. No les interesa una historia como la mía. —habló el mayor mientras mostraba una sonrisa adolorida y limpiaba las mejillas húmedas de su enamorado.

—Claro que les va a interesar. Taehyungie, si me das permiso, puedo escribir un nuevo artículo sobre ti. Puedo lograr recuperarte tu prestigio —tomó su mano y acercó su rostro al contrario. Tenía que dejar su tan ansiado beso en los belfos del azabache antes de seguir
—. Si confías en mí, puedo hacerlo.

Kim sonrió y asintió antes de tomar el precioso rostro contrario y devolverle el beso. Era algo lento, algo sumamente diferente a cualquier sensación que hubiera sentido antes. El intercambio de saliva era delicioso para las dos partes, había un perfecto equilibrio entre dar y recibir en medio del beso. Los sentidos de Park se encendieron por completo y sintió que con un sólo beso, Kim podía iniciar el fuego en su interior.

—Disculpen, cerramos la cafetería en cinco minutos. —habló una empleada y los dos chicos se separaron. También le había parecido algo incómodo ver a dos chicos tragándose entre ellos en su cafetería, digamos que en esos años la homosexualidad no estaba muy bien vista.

El azabache miró a la empleada y ésta pareció derretirse ante esos bellísimos ojos. ¡Por el amor de dios! Era Kim Taehyung en su restaurante.

—Señor Taehyung... —habló casi en un suspiro —. ¿Podría darme su autógrafo?

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