3. Primeras presentaciones

Estaba segura de que si esta mujer me hubiese encontrado sola, no hubiese dudado en usar su katana y cortarme la cabeza.

- ¿Cuántos más? – preguntó

- ¿Qué? – pregunté desconcertadas

- ¿Qué cuantos más sois? – repitió cada vez más cabreada

- Solo nosotras dos

- ¿Solo vosotras dos? – repitió.

- Sí, eso he dicho – dije mosqueada al ver que solo sabíamos repetir lo que la otra decía

- Entregadme vuestras armas – inquirió

- Ni en broma – le dije

Mi hermana susurró mi nombre. Estaba visiblemente nerviosa y al igual que yo también pensaba si este sería nuestro último momento juntas

- Estabais vigilando nuestro campamento

- ¿Vuestro? ¿Desde cuando en este mundo los sitios tienen dueño? Mira, no nos interesa vuestra prisión así que... – dije tirando de mi hermana para alejarnos de la mujer y la prisión pero su katana nos cortó el camino

- Solo lo repetiré una vez más: entregadme vuestras armas

- Mira, no pienso entregarte mi katana

Mi hermana volvió a decir mi nombre, presa del pánico. No quería que la mujer me matase por no entregarle mis armas. Tuve que rendirme

- Está bien – dije y ambas comenzamos a entregarle nuestras armas

No convencida del todo, también nos requisó la mochila con nuestras cosas y de haber estado sola no habría dudado en matar a esa mujer, con mi hermana conmigo y sin armas, no podía correr ese riesgo. La mujer nos pidió que caminásemos delante de ella mientras llevaba nuestras cosas y nos apuntaba con su katana. Nos llevó a la entrada de la prisión donde una joven nos abrió la puerta.

- Estaban fuera husmeando – le dijo la mujer

- Yo no lo llamaría así – contesté ganándome un codazo de mi hermana

- ¿Dónde está Rick? . – preguntó

- Con Daryl – respondió la joven – Iré a buscarlos

Nos condujo al interior de la prisión, un sitio frío, oscuro y que me producía escalofríos. La mujer tiró la mochila en una mesa y mandó salir a la gente que allí había. Un hombre de unos 30 años entró en el local. Tenía el pelo rubio oscuro corto y penetrantes ojos azules. Nos miró con atención mientras caminaba en silencio hacia la mujer. Llevaba consigo una ballesta sobre su hombro. Nos dio la espalda mientras hablaba en voz baja con la mujer. Llevaba un cuchillo y un pañuelo rojo en su bolsillo trasero del pantalón. La mujer le señaló mi mochila y salió del lugar dejándonos solo con él, sin ninguna explicación.

Vi como el hombre de la ballesta se acercaba a inspeccionar mi mochila a fondo así que lo interrumpí en el momento que abría la cremallera

- ¿No puede hacerlo una mujer? – pregunte

- ¿Por qué? – preguntó él como si lo que acababa de decir no tuviera sentido

- Déjalo – dije volviendo a recostarme en la silla. Lo que no quería es que a sacar mis bragas de la mochila o ver las cosas de higiene que llevaba. Decidí apartar la mirada. Al cabo de un minuto, oí como cerraba la mochila

- Ya está – dijo

- ¿Puedo quedármela?

- Sí – dijo tirándomela a los pies, la cual recogí del suelo .- Llevas eso desde el principio

Suponía que se refería al álbum de fotos.

- Sí. Venia de buscar a mi hermana de la casa de mis abuelos. En el camino de vuelta, había un gran accidente y fue cuando los vimos. Intentamos entrar en la ciudad pero todo era un caos – le explique – decidimos dar la vuelta e intentar volver a casa de mis abuelos. Tardamos más de un día en regresar y cuando lo hicimos, mis abuelos ya no estaban. Vivimos allí hasta que se nos acabó la comida y cogimos las cosas básicas... - me detuve y lo miré. Me estaba observando con detenimiento – No sé para qué te cuento esto – refunfuñe. La situación en general me ponía nerviosa

El simplemente se encogió de hombros. Su actitud me molestó. Primero se mostró interesado y después le dio igual mi historia.

Esperamos de pie a que volviera a entrar alguien pues el hombre simplemente cogió una silla y colocó sus botas sucias encima de la mesa. Rodé los ojos y la voz de mi hermana sonó en la habitación.

- ¿Cómo te llamas? – su voz sonó calmada y nada molesta

- Daryl – respondió sin mirarla. Jugaba con su cuchillo mientras le daba vueltas. – ¿y tú?

- Sophia. Este sitio es enorme. ¿Es todo vuestro?

- No – respondió bajando los pies de la mesa y prestándole atención a mi hermana – En algunas zonas hay caminantes. Todos estamos instalados en el bloque de celdas C.

La puerta se abrió interrumpiendo su conversación y entraron la mujer y el que parecía ser Rick. Rick lucia más mayor que Daryl, de ojos claros y cabello castaño oscuro. ¿Acaso todo el mundo tenía los ojos claros?

El hombre nos analizó a ambas y después miró a Daryl

- ¿Había algo en la mochila?

- No – respondió mientras seguía jugando con su cuchillo.

- ¿Cuánto tiempo lleváis observándonos?

- Poco – respondí secamente.

Rick asintió en silencio sin dejar de mirarme.

- ¿Habéis estado solas todo este tiempo?

- Sí.

- ¿Cuáles son vuestros nombres?

- Yo soy Sophia – habló mi hermana – y ella es mi hermana mayor... - le tapé la boca a Sophia y los tres nos miraron sorprendidos.

- ¿Por qué quieres saber eso? ¿Cambiará algo el hecho de que te digamos nuestros nombres?

- Es una mera presentación formal – respondió con calma

- ¿Para qué? ¿Para ponernos enfrente de todos y pegarnos un tiro?

- Eso atraería a los caminantes – respondió Daryl

- Oh, disculpa – le dije con ironía

- Entiendo que desconfíes. Yo estando en tu lugar también lo haría – dijo Rick – pero necesitamos saber que no os ha enviado nadie y que lleváis solas desde el principio. Entiende nuestra preocupación

- Mi hermana no miente – dijo Sophia

- Tenéis pinta de ser unas buenas chicas – dijo Rick. ¿Lo decía solo por mi hermana que logicamente se notaba que era menor de edad o por ambas? – pero no podemos dejaros marchar

- ¿Entonces pensáis encerrarnos?

- No creo que sea necesario si llegamos a un acuerdo. ¿Qué opinas Michonne?

- Yo misma las vigilaré

- Os daremos una celda para dormir y comida a cambio de que me lleves – dijo mirándome – al lugar donde habéis estado viviendo este tiempo.

- ¿y las armas?

- Solo las tendréis si salís con alguien fuera de la prisión. – respondió Michonne con contundencia.

Suspiré y observé a mi hermana que me suplicaba con la mirada que aceptara la propuesta. Si lo hacia, ella estaría protegida en el caso de que ocurriera algo. Yo, en cambio, tendría que dormir con un ojo abierto.

- Soy Elisa – me presenté y Rick sonrió. 

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