✨La hechicera y el pintor, prt II✨
Para la noche de la apertura, le pidió a una antigua amiga que le confeccionara un vestido para la ocasión.
Como no podía darse el lujo de pagar una exquisita pieza de diseño, le prometió leer su fortuna una vez a la semana por tres meses seguidos.
Estaba dispuesta a lo que sea con tal de lucirse.
También se encargó de que le dieran libre ese mismo día y el siguiente en el trabajo, a lo que el doctor Ramírez accedió sin problemas. No le iba negar dos noches a quien no le gusta tomarse los francos que le corresponde.
La mañana marchaba de maravilla, en pocas horas volvería su hermano de viaje, y ambos se arreglarían para ir a la apertura.
No era una persona que le gustara el arte, vio demasiados pintores a lo largo de su vida, y la vanguardia de la época no le llamaba la atención. Según ella nada se comparaba con los años del barroco, nadie entendía como a una mujer como lo era Circe le gustaba el arte oscura del principios del siglo XVI
En realidad mucho no entendían casi nada de ella, porque solo se dedicaba a trabajar, y no hablaba de mas, nunca.
Hisirdoux había llegado, almorzaron fuera, el pago lo que comieron y Circe no le cuestionó de donde saco el dinero. Se dedico a disfrutar, estaba feliz y segura que Frederick le pediría que fueran pareja, lo que no le disgustaba.
Al menos así se sintió antes de verse abrumada por su emociones y un futuro tan cierto como no.
-Entonces... - comenzó Hisirdoux mientras la veía ponerse los ruleros.-¿Te casaras con él?
Circe, que no solo estaba arreglando su cabello, y comiendo algo al mismo tiempo, se atragantó ante su pregunta. Con Frederick eran solo amigos, o personas que coqueteaban, pero nada mas que eso, y pensar en casarse, otra vez, le alteraba los sentidos.
-Ay, Douxie ¿Qué dices?- dijo nerviosa volviendo su mirada al espejo.-Ni siquiera somos
-Pero te gusta, y estoy seguro que él siente lo mismo.- reflexionó Hisirdoux.-Tambien se que sabes su condición.
-Si, es por eso que no voy a decir nada.- dijo con un deje de enojo Circe.-No quiero ser la hechicera que se enamoro del humano, al menos no quiero que lo sepan.- agrego cabizbaja.
Dejar caer la venda era lo que mas le disgustaba de enamorarse. No confiaba mucho en los de su clase como para tener sentimientos, y le desilusionaba cuando estos recaían en los humanos.
No había pasado por ese terrible momento en donde un ser humano amado dejaba el mundo, pero vio en lo que algunos se convirtieron a causa de eso. Tenia como ejemplo a Arabella y Galaga.
¿Cómo reaccionaria su mente, su alma y cuerpo si alguien a que ama dejara la tierra porque ya le llegó el momento? Con Nenet no lo recuerda, y estaba en lo cierto que eso era una mala señal.
-Circe.- la llamó el pelinegro. -No lo debes pensar mucho, si así lo sientes, entonces hazlo.
Circe se acercó a él y lo abrazo.
-¿En qué momento maduraste tanto?- le preguntó.
-Oye, soy el causante de todo esto, y por experiencia se que a veces es mejor no pensar tanto.- respondió dándole un fuerte apretón.-Así como puede ser malo, también puede ser de ayuda.
Terminaron de arreglarse. Circe le acomodaba la corbata a su hermano mientras que él le terminaba de poner el rimel que le faltaba. Quien los viera pensaría que llevaban la relación de hermandad a otro nivel, y no se equivocaban. Les gustaba que la gente los viera como un gran equipo.
Llegada la hora, iban lento a la galería que solo estaba a una cuadra y media del departamento de Circe.
No quería llegar porque eso implicaba verlo, suspirar enamorada en cuestión de segundo, y pensar que no merecía nada de eso lindo que estaba viviendo.
-¿Entramos?- preguntó al notar que Circe no daría un paso mas.-Vamos Cir, todo ira bien.
Asintió y dio un paso al frente seguido de varios para ingresar a la galería.
El lugar era amplio y bien iluminado, había una pequeña banda invitada que tocaba suaves melodías que iban a corde con lo que pintaba Frederick. Era paisajistas, y cada tanto se colaba algún retrato con temática mitológica.
Tampoco le gustaba las vanguardias, o al menos no pintar segun la corriente del momento, el prefería el impresionismos, y se notaba en todas las pinceladas de sus obrar. Los colores claros, las sombras coloridas y esa composición donde uno se pregunta donde termina lo que comienza el frente.
Eso era lo que cuestionaba Circe que estaba parada frente aun paisaje con dos mujeres bebiendo el té. No era una asidua seguidora del arte pero se dispuso a ser un poco mas analítica en si visión por Frederick.
El dueño de todas las obras la vio a lo lejos. Su mirada se detuvo en cada uno de los detalles que componían a Circe, o al menor la parte que podía divisar. Su cabello anaranjado iba recogido en un moño, que dejaba ver su espalda cubierta por un hermoso vestido acampanado de color morado.
Mientras mas se acercaba una pregunta le acechaban ¿Cómo sería su piel bajo toda esa tela? No era tanto por perversos sino mas bien por curioso, puesto que desde el día en que la conoció solo podía apreciar sus manos y cuello, a demás de su suave rostro.
No la hacia tan decorosa, menos en un evento donde la mayoría de las mujeres presente aprovechaban para lucirse en muchos sentidos.
-¿Disfruta la obra?- preguntó sacándola del trance.
-Lo hago, aun que claro no soy la mejor espectadora.- respondió sin quitar los ojos del cuadro.-Pero puedo decir con seguridad que esta muy bonita.- agrego ahora si viendo a Frederick.
-Es la mejor crítica que me han dado.- comentó haciendo reír a Circe.-¿Puedo decirle que se ve encantadora esta noche?
Circe no iba a negar que se sentía como él la veía, y esperaba que la alagara al menos una vez.
-Claro que puede, sino el objetivo del vestido seria erróneo.- respondió sin poder controlar su lengue.
Sentía que su hermano la contagio de esa seguridad coqueta, y que le era inevitable decir esa clase de tonterías.
-Se ve hermosa esta noche.- dijo Frederick tomando la mano de Circe para darle un beso.-Y no me importa que opaque mis obras.- agrego dándole una sonrisa coqueta.
Las rodillas de la pelirroja temblaron, y su interior cosquilleo, erizando su piel. Sentía que iba a explotar si la volvía a tocar o siquiera mirar.
-Ire a buscar algo para beber.- dijo aclarando su voz ante la sequedad que le produjo los nervios.-¿Quiere algo?
A ella quería, mas que a nada en esa noche, pero se guardo el comentario para evitar una situación incómoda.
-No, no puedo beber, pero mas tarde espero poder acompañarla.- respondió a lo que Circe solo asintió.
Frederick la vio trastabillar mientras se alejaba de su lado. Dio un suspiro de alivio, en definitiva lo primero que pensó estando solo fue que se comportó como un idiota.
Por un lado imaginaba (y tenía un gran deseo de que así fuera) que Circe sentía lo mismo que él, por otro lado no podía evitar pensar que estaba haciendo el ridículo y que solo la espantaba.
-Ay amigo, debes ser mas disimulado.- comentó Hisirdoux acercándose en compañía de Casandra.
-Si señor Vanhause, todo el mundo ha notado que la come con la mirada.- agregó la rubia afirmando con la cabeza.
-Ustedes dos no ayudan en nada.- respondió a sus comentarios.-¿Estare toda la noche haciendo el ridículo frente a ella?
-No, quizás ella haga el ridículo frente a usted.- respondió el pelinegro dándole un toque en el hombro.
-Bueno, pero pueden hacer el ridículo uno frente al otro, eso me es sensato.- agregó Casandra.-Es lindo cuando los que se gustan hacer el ridículo juntos, así funciona la ley de atracción.
-Señorita Johannes, no solo es hermosa, sino que es inteligente.- le alago el pelinegro.
-Pienso lo mismo, usted no es solo una cara bonita.- dijo un tanto burlona la rubia.
Frederick los veía con confusión, se notaba que estaban hecho el uno para el otro, los dejó solo antes que el azucar se le subiera y se le notara en la cara de disgusto.
La noche paso gloriosa para la re apertura de la galería, aunque no tanto así para Circe y Frederick quienes se esquivaban, pese a que sus deseos gritaban todo los contrario.
Al final Circe tomo algo de valor para poder enfrentarse al castaño, y no huir sin despedirse. Por suerte para ella ya no quedaban persona, solo Frederick, Hisirdoux y Casandra, los tres juntos en alguna clase de charla.
-Hola, al fin los encuentro.- mintió con una leve sonrisa.
Se unió a la charla, tomo una copa con el pequeño grupo y al cabo de unos minutos se podía oír sus risas. Tanto Circe como Hisirdoux tenían anécdotas graciosas de las cuales hablar.
Así como entre charlas de todo tipos, los minutos se hicieron horas, y sin que se dieran cuentas el reloj ya marcaba las doce de la noche.
-Vean la hora.- exclamó sorprendió el pelinegro.-Creo que aun le debo un trago a la señorita ¿Cierto?- dijo extendiendo una mano que Casandra no dudo en tomar.
-Vamos que la noche recién empieza. - respondió con una gran sonrisa.
Sin mas que decir, porque todo estaba planeado de manera meticulosa, se marcharon.
El silencio entra las únicas persona del amplio salón no se hizo esperar. Era la primera vez que estaban a solas en un mismo sitio sin nadie alrededor.
Circe río nerviosa ante la situación, debía justificar aquello antes que Frederick la creyera loca, pese que, según él, tenía la risa mas sonora y hermosas que escucho.
-Lo siento, es que no se como le hace.- dijo entre risas.
-¿Hacer que?- preguntó confundido Frederick, sin poder evitar sonreír ante la frase.
-Conquistar a la gente, Douxie tiene ese don.- respondió Circe.-Ya sabe, siempre encuentra la manera de robarle el corazón a alguien.
Frederick tenía muchas ganas de decirle que justo eso es lo que ella hizo con su corazón, pero otra vez se callo.
Solo la invito un trago, a lo que Circe accedió con gusto, puesto que le gustaba beber debes en cuando sin tanta gente a su alrededor.
-¿Quiere bailar?- preguntó tras el tercer vaso de whisky.-Después de doce en la radio toca la mejor orquesta de la ciudad.- agregó ante la intrigante mirada de Circe.
Circe tomo la mano que Frederick le ofrecía, y este la acerco con suavidad. Le gusta esa sensación de calidez y seguridad que le transmitía aquel hombre.
No solo el whisky le era embriagador, sino que su fragancia, y su esencia en general. Se había perdido en su mirada color miel, y no le faltaban ganas de pasar sus dedos por su cabellera castaña.
-¿Puedo repetir algo que ya dije?- preguntó haciendo que Circe saliera del trance del que se encontraba.
-Claro, lo siento ¿Qué me perdí?
-Esta noche luces encantadora, creo que nunca esta de mas decirlo.- respondió deslizando su mano por la cintura.-Y me gustaría repetirtelo siempre, en la mañana, la tarde y la noche.
Aquellas palabras, el lento moviento, el calor de su cuerpo, y sobre todo el alcohol hizo que todo ahí diera vuelta. Las ganas de vomitar y llorar no se hicieron esperar.
Se apartó, y cubrió su rostro.
-Lo siento Fred, no puedo hacer esto, no de nuevo.- exclamo agitada.
Ahora estaba segura que no se trataba del alcohol, sino de sus propios sentimientos, esos que no estaba dispuesta a aceptar.
-¿Qué ocurre?- preguntó preocupado acercándose lento a Circe.
-Hay mucho que no sabes de mi, y no se como decirlo, pero no puedo quererte Frederick.- respondió al borde del llanto, tratando de contener su malestar.
-¿Qué podría ser tan terrible para no permitirte querer a alguien mas?- insistió, ahora mas confundió que preocupado.
Circe solo pudo pensar en dos posibles camino, decirle la verdad y borrar su mente, o evitar el malestar y borrar sus recuerdos, e irse de ahí. Estaba segura que a la larga le iba a dejar de doler o quizás nunca lo recuerde.
Para protegerse estaba dispuesta a hacer eso de lo que siempre estuvo en contra.
-Por favor, no te quedes callada ¿Qué ocultas?- volvió a preguntar tomando su mano.
Circe desabotono el puño de su manga y la enrolló hasta la altura del codo, dejando al descubierto, bajo la tenue luz del salón, sus marcas de tribu.
Frederick tomo su muñeca, y vio aquello sin mostrase sorprendido, paso un pulgar sobre esas líneas rosadas, llevándose una mirada de confusión por parte de Circe.
-Estos no son tatuajes comunes ¿Cierto?- preguntó sin poder dejar de verlos.
-¿Cómo lo sabes?- preguntó Circe con un hilo en voz sin querer retirar su mano de la de él.
-¿No te he dicho antes que soy amante de la lectura?- respondió con otra pregunta, viendo a Circe.-Estaba seguro que algo ocultabas, pero no sabia que era algo tan magnífico.
-¿Han escrito sobre mi?- preguntó angustiada ignorando todo lo demás.
-No no, no te preocupes, es sobre curanderas y nombran a una antigua mujer con marcas de la muerte que sanaba a la gente.- contestó a la preocupación de Circe.
Solo pensó en algún etnógrafo que se cruzo el siglo anterior y nunca creyó que le haya puesto ese nombre a sus tatuajes menos después de haberle salvado el trasero.
-Circe.- la llamó al notarla distraídas.-Todo estará bien, puedes confiar en mi.
Y tenía razón, lo podía hacer, pero también estaba segura que él iba a morir tarde o temprano y que ella no lo iba a poder resistir.
Aun sus sentimientos no germinaban como una gran flor, y se sentía a tiempo para volver a empezar de nuevo, sola.
-Se que puedo, pero tu, nosotros no somos iguales, y eso nos hará doler.- explicó con una extraña tranquilidad, pese a que su mirada estaba inundada de lágrimas.
No lo iba hacer, pero ignoró la voz en su cabeza que decía que era una mala idea. Se acercó a un mas, deslizó sus manos temblorosas por su pecho, pasando por la firmeza de sus hombros hasta llegar a lo alto de su nuca; aunque tuvo que hacer un esfuerzo para llegar a él, solo lo beso.
Frederick recibió sus labios como si se tratara de la última gota de agua en el desierto. Circe lo refrescaba, a la vez que se volvía su perdición, y descontolaba cada parte de su ser.
No entendía en que momento una mujer así lo podía tomar, desarmar y volverlo a construir con tanta delicadeza y pasión.
La hechicera deseaba detener aquella locura, porque si lo hacia seguramente su mañana sería otra, la siguiente, y así hasta que el curso de la naturaleza humana hiciera lo suyo.
Pero no quería ese dolor en su corazón.
Susurro un lo siento en su labios, y sus manos comenzaron a brillar con una extraña luz violenta.
Todo dejo de ser claro.
★★★
Holis ¿Cómo les va?
Buen domingo para ustedes, no tanto para la prota.
#Amoqueseanmuypasionales
Creo que Circe es de esas personas que verían hasta la película mas ridícula por la persona que ama. A ella no le gusta el arte y ahí la tenés viendo un cuadro sin entender nada.
En fin el amors.
Y obvio, te amo Fred, pobre tonto enamorado.
En fin, el próximo domingo estará la 3er y última parte porque esto tiene solución.
Besitos besitos, chau chau.
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