8
El dueño del hostal, que era un hombre rudo, se puso bastante feliz cuando Hisirdoux y Circe le comunicaron que no usarían mas el cuarto. Por un lado era porque se iba a desocupar una habitación doble, y por el otro era que ya estaba cansado de aquellos dos, estos eran muy alegres o ruidosos para alguien que hacían su trabajo muy en silencio.
Sus bolsas de viaje iban con comida, agua, mapas, una muda de ropa, sin llenar la mochila con cosas innecesaria, era viajar liviano.
—El libro es necesario, Circe.— le reprochó Hisirdoux cuando vio que lo estaba a punto de dejar.
Su día empezó temprano, antes de la salida del primer rayo del sol ambos jóvenes ya habían dado sus primeros pasos.
La mañana estaba fresca, el rocío sobre el pasto hacia que fuera aun más fresca. El cabellos de Circe se había esponjado más de lo normal con la humedad del día, no sabía como atarlo, estaba harta de la abundancia naranja que llevaba sobre si.
—No hay manera con esto.— se quejo.—Necesitó que me lo corten. Hisirdoux, Douxie.
—Ah no, ni loco.— se freno en seco.—No se de esas cosas.
Circe se cruzo de brazos ante la negativa.
—Lo hago yo, con la visión de Archie para la zona de atras. Solo quiero que me hagas un espejo, nada mas.
La joven se sentó sobre una piedra, removió su cabello, tomo unas tijeras, y fue cortando su cabello mechón a mechón. Lento, con precisión, el suelo se fue tiñendo de naranja.
—Oh, por mi madre, es mucho cabello.— dijo el pelinegro tapándose la cara.
Luego de casi una hora, la melena de Circe había disminuido de forma considerable. Ahora el cabello le llegaba hasta un poco por debajo de los hombros, dejando uno que otro rizo rebelde suelto.
—Toma usa esto para que el cabello no te tape la cara.
El pelinegro le colocó una vincha que tiro hacia atrás todos los cabellos mal cortados, para así despejar su cara, y su visión.
—No entiendo como nadie se quizo casar contigo en el pueblo.— río.
Después de aquel acto atroz según Hisirdoux, siguieron su camino. Sin quejas, sin nada que los estorbé.
Los días en marchan transcurrían tranquilos, debes en cuando se detenía para leer el librito de hojas suelta que traían consigo, practicar magia. Se cruzaban con otros forasteros, alguno de ellos mágicos, con los que intercambian saberes, comida, o información. Los días se hicieron semanas, y las semana meses, no sabían mucho de magia, pero cada día que pasaba algo nuevo aprendían, quizás no eran los mejores en ese momento, pero si lo fueron en comparación con aquellos dos jóvenes hechiceros que se enfrentaron a duras penas contra Morgana.
Habían perdido por completo la noción del tiempo, toda su atención se iba por completo a sobrevivir en un camino rudo e interminable. A veces la lluvia no paraba por días, otra veces el sol los castigaba de manera injusta.
—Tu cara esta muy roja.— comentaba el pelinegro mientras le pasaba un ungüento sobre las mejillas enrojecidas por el sol.—¿Cómo crees que se ve esto?— preguntó.
Hisirdoux se dio vuelta, y dejó al descubierto su espalda quemada. Circe no sabia si reír, llorar o salir de ahí espantada.
—Te dije que era una mala idea tomar sol por tanto tiempo.— le regaño con espantó.
A pesar de todos lo inconvenientes presentandos nunca perdieron el rumbo. Lo único malo era que no tenían ni un rastro de donde podría estar Arabella, se había escapado de su radar con tan facilidad que dentro suyo estaba la idea de no volverla a ver.
Una tarde de frío, con un viento que calaba hasta los huesos, dieron con una caravana, allí se podía sentir todo tipo de magia, el alivio y la alegría invadió sus espíritus. No siempre en su camino se podían encontrar con un sitio donde pudieran andar libres sin el miedo de que la gente huyan despavoridos.
Al adentrarse mas, la gente de ahí los recibió con entusiasmo, les dieron cama, comida, y techo para que descansen de la travesía. Dos gemelas tomaron a Circe por los brazon y se la llevaron. La pelirroja no entendía muy bien lo que ocurría, pero no tuvo miedo, algo hacia que pueda confiar de un ambiente tan familiar. Las chicas de cabellos coloridos le dieron un nuevo atuendo, para que dejara de usar aquel vestido tan incómodo.
—El pantalón es la mejor opción...
—Para un viaje cómodo.— finalizó la frase.—Los corsert sin varilla...
—Son la nueva moda, comoda...
—Y elegante.— finalizó una de las gemelas.
La pelirroja estaba feliz y cómoda, se sentía mas libre con sus nuevos ropajes, y bien acompañada con aquellas gemelas que vestian como arlequines. Hisirdoux al verla quedo boquiabierto, estaba tan sorprendido como ella.
—Te ves hasta mas... Brillante así.— le comento cuando la tuvo al lado.—Es bueno que brilles. Espera tengo algo mas para ti.
De su bolso saco una camisa color verde agua, liviana y sedosa.
—Para que cubras tus hombros los días fríos o con un sol que nos quiera quemar vivos.— dijo pasándole la camisa.—Ahora si, brillas. No te había visto tan alegré antes.
Brillar, algo por completo nuevo. Tanto tiempo viviendo en la oscuridad, bajo una sombra que el destino tuvo la mala gracia de poner sobre su cabeza.
Pasaron un par de día en la caramba, compartiendo secretos mágicos con otros de su clase. Circe aprendió un hechizo de curación muy básico que los quitaría de apuros. Mientras que Hisirdoux aprendió a hacer invocaciones, algo que le costo mas de lo que creía.
A sus oídos les llegó la información sobre una bruja de vasija que andaba sola, que buscaba a otras brujas y brujos.
—Hemos visto otras brujas de su tipo, pero me acuerdo de ella por el destello que desprendía.— contó una comerciante.
—Y porque no sabia nada de mapas.— dijo un hombre a su lado.—Creo que buscaba a un grupo de brujas, se la veía entusiasmada.
Ambos compañeros se vieron con sorpresa, después de tanto sabia algo de ella, quizás su rastro no estaba tan diluido como creían. Durante la cena con la familia que los recibió en un principio, planificaron como hacer para llegar a tiempo a aquéllas brujas.
—Ellas viven en un lugar muy apartado.— dijo una gemela.
—Solos los valientes se atreven a llegar a ellas.— completo la otra.
—El camino es muy peligroso.— agregó quien sería la madre.—Hay otro camino, es mas lejos, pero mas seguro.
—¿Nos diría los dos caminos? Nosotros decidiremos cual camino tomar.— pregunto decidido Hisirdoux.
Luego de una charla con la mujer y el esposo, Hisirdoux y Circe salieron a caminar, a despejar un poco, a tomar aire en una noche templada con un cielo repleto de estrellas que acompañaban a una luna brillante.
—¿Cruzar una montaña segura o ir por un bosque donde no saldremos vivos?— pregunto Circe viendo el cielo.
—No lo se ¿Mira si llegamos semi vivos y ella no esta?— respondió a su pregunta con otra pregunta.
Ambos se vieron ante la incertidumbre, quizás todo lo que estaban a punto de hacer era una mala idea; quizás existía alguna razón por la cual Arabella se había ido de sus vidas de manera tan apresurada. Sin embargo algo dentro suyo no querían, ni permitirían abandonar la idea de no verla al menos una vez mas.
—Vayamos por donde vayamos, no debemos, la vamos a encontrar.— afirmó convencida Circe, dándole una fuerte palmada en la espalda a Hisirdoux.
—Ella se porto mal contigo, sin embargo la quieres hayar igual.— dijo este sonriendo con nostalgia.
—Le voy a patear su rosado trasero, por eso.— río esta.
Los jóvenes amigos se reían de las tonterías que decían, estaban enfrascados en su mundo mágico donde no corrían peligros alguno, por momentos.
Volvieron a su carpa, durmieron tranquilos, cobijados por la idea de que si seguien bien su plan nada les saldría mal.
A la mañana siguiente abandonaron la carabana, la familia que los acogieron, otra vez le dijeron a los jóvenes aventureros que no tomen el camino corto, que ir por el bosque seria un suicidio, sin embargo aquellos dos, que todavía no habían tomado una decisión, no le aseguraron nada a la familia.
★★★
Hola jóvenes paganos, amantes de la brujería ¿Como les va?
Al final dejaron la comodidad para andar de mochilero por la antigua Inglaterra (creo)
¿Notaron el truquito de como pasar el tiempo? Siempre es ideal para cuando el recorrido de estos dos es igual.
Como siempre les dijo, gracias por todo el apoyo brindado, y bancar las historios.
Sin mas que agregar, hasta el domingo que viene, ¡Besos!
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