CAPITULO DOS.

Psiquiátrico.


Puedo sentir las miradas inquisitorias de las otras personas en ese sitio, me gustaría saber que pasa por su mente en este momento porque seguro piensan que estoy loca, pero ¿Acaso importa? Yo pienso lo mismo de ellos, por eso estamos aquí ¿No?, para mi cotidiana mala suerte alguien con uniforme de médico se acerca a Claudia para hacerla firmar unos papeles, supongo que ella debe ser alguien importante en este lugar como para firmar papeles, cuando se aleja con aquel hombre deja un notable silencio incómodo en el círculo en el que estamos sentados los locos.

- ¡Carajo! En verdad estás loca – pronuncia con sorpresa una chica de cabello negro azabache

- ¿Disculpa? – pregunte con clara duda

- Es solo que dijiste 'intento de suicidio' con tanta tranquilidad como su hubieras dicho... – hace una pausa para encontrar su siguiente palabra – Cereal – clava su mirada azul en mí

- ¿Por qué cereal? –

- No lo sé, nadie puede decir cereal con arrepentimiento o miedo – me da una sonrisa honesta – Cereal es una palabra tranquila y así hiciste sonar el suicidio, eso fue súper raro –

Tal vez tenga algo de razón y para ser sincera no pensé con que tono pronunciara la palabra 'suicidio'.

- Pues ahora que lo pones así, si fue algo raro –

La chica de ojos azules es interrumpida por Claudia cuando regresa al círculo para decirle que ahora es su turno de presentarse.

– Me llamo Andrea, estoy nerviosa de estar aquí, pero estoy segura que me va a ir bien y estoy aquí por... – duda por un segundo – Porque en ocasiones pierdo la noción del tiempo y del espacio – finaliza sentándose nuevamente, su optimismo asusta un poco

- Gracias por compartirlo con nosotros, Andrea – dice Claudia con toda la paz del mundo

Esta chica parece estar llena de energía y optimismo, es como si no se diera cuenta en qué clase de lugar esta o tal vez esta es su manera de manejar la situación, con optimismo <eso sería muy extraño>.

– Pues mucho gusto Andrea – extiendo mi mano frente a ella

- Igualmente Rapunzel – estrechamos las manos

- ¿Rapunzel? – ella nota la evidente duda en mi rostro

- Ya sabes, por el cabello rubio y los ojos verdes – su voz es apacible

- Ah, claro –

- ¿No me digas que nunca te habían llamado así? –

- La verdad, no –

- Bueno pues me alegra ser la primera en hacerlo –

Su sonrisa se ve tan honesta que no pensarías que tiene problemas, pero los tiene y son lo suficientemente fuertes como para terminar en un maldito psiquiátrico, esto reafirma lo que siempre he creído, las personas nunca ven lo que hay en nuestro interior, prefieren conformarse solo con el exterior.

Al finalizar las presentaciones nos dan un recorrido por el psiquiátrico mostrándonos los lugares en los que podemos estar, como la sala de juegos y con eso me refiero a dos sillones, una mesa de cuatro sillas, juegos de mesa y una televisión de tres canales, también nos mostraron el jardín <que eso es lo único interesante de este lugar>, hay una fuente en el centro y unas cuantas bancas a lo largo del jardín y lo más importante hay naturaleza, árboles y pasto que es un gran contraste con lo blanco del lugar y las horribles luces fluorescentes.

- ¿Cómo se supone que nos divertiremos en este lugar? – dice Andrea mirándome

- Creo que la idea es que no lo hagamos – le respondí dándole una sonrisa

- ¡Guau! que horror, no creí que esto sería tan malo, de saberlo no hubiera aceptado – coloca las manos en su cintura

- ¿Te dieron opción? – la miro con sorpresa

- No, pero pude haber escapado –

- ¿Y adonde hubieras ido? – la cuestiono

-No lo sé - piensa por unos segundos - Debajo de un puente, tal vez –

-Eso no es para nada raro –

-Verdad que no – me dedica una sonrisa


[...]


El resto del día pasa muy aburrido Andrea y yo lo pasamos en la sala de juegos observando a los demás pacientes e intentando deducir porque están aquí.

La primera noche es... complicada, son las nueve de la noche y estoy esperando mis últimos medicamentos en un cuarto de dos metros con dos camas horribles y una pequeña ventana con rejas, por suerte comparto la habitación con Andrea <esto va a hacer menos miserable mi estadía aquí>, después de que alguien viniera a darnos nuestras ultimas pastillas que aún no se para que son, cierro los ojos y el recuerdo del día que desperté en el hospital después de mi intento de suicidio viene a mi mente de forma automática.

"La luz blanca molestando mi vista, los aparatos sonando, los cables a los que estaba conectada, las vendas en mis muñecas y el dolor de la intravenosa, tenía un dolor de cabeza terrible y apenas recordaba un poco de la noche anterior. Mateo y mi mamá estaban sentados en unas sillas a un costado de la cama, en cuanto mi hermano me ve abrir los ojos se levanta de la silla moviendo a la mujer a su lado con delicadeza.

– ¿Cómo te sientes? – pregunta mientras se acerca a la cama

- Como si alguien me hubiera pateado muchas veces – mi voz es ronca

- Bueno eso no esta tan mal – se toma unos segundos para seguir hablando – Pudo ser peor –

- O pudo haber sido mejor, creo que eso depende de la perspectiva –

- No digas eso, pudiste haber muerto – su voz tiembla

- ¡Adivinaste!, ese era el plan – hablo con indiferencia

- ¿Por qué harías algo así? – las lágrimas comienzan a salir de sus ojos

- ¿Desde cuándo te importa? Oh no, la pregunta correcta seria ¿Desde cuándo te importo? Me parece que deje de formar parte de tu vida desde hace dos años – lo miro a los ojos – Y supongo que ahora quieres una respuesta lógica porque siempre has sido así, intentando ver lo que otros no, pero esta vez fallaste y eso te duele, no yo, sino tu orgullo, pero para que estés tranquilo solo me deje llevar por los impulsos del momento y eso no quiere decir que esté arrepentida – tal vez fui muy dura con él, pero estaba enojada

- Tú si me importas, Ruby, y siempre lo has hecho, pero no entiendo por qué, yo te conozco lo suficiente como para saber que tu no harías algo como eso –

- ¿Porque estas tan seguro? –

- Te conozco – su voz es firme

- ¡No!, no lo haces –

Por el rabillo del ojo logro percibir a mi mamá bostezar, ella me mira y se apresura a levantarse de su lugar hasta acercarse a mí.

– Mi amor, despertaste ¿Cómo te sientes? – me toma de las mejillas acariciando mi cara y limpiando las lágrimas que bajaban de ella

- Estoy bien – esa es la frase a la que me he acostumbrado a decir sin sentirla.

Antes de que mi madre pueda continuar haciendo preguntas un doctor entra en la habitación acompañado de mi padre.

- Bien, veo que ya despertaste – revisa una carpeta que esta junto a la cama – Me presento, soy el doctor López y yo voy a estar a cargo de ti mientras estés en el hospital –

Continúa revisando cosas en los aparatos y ocasionalmente me pregunta cómo me siento a lo que siempre respondo diciendo "bien" pero es obvio que no está convencido de mis respuestas.


[...]


Los días en el hospital son tan monótonos, llenos de análisis, medicamentos a la misma hora cada día y enfermeras monitoreándome de igual manera y cuando pregunto algo siempre dicen la misma frase "estas en observación", es molesto que todos me traten como si fuera lo más frágil del mundo y aun peor son las miradas de mi familia, decepción, un poco de curiosidad y lástima eso es lo que ellos sienten cuando me ven y lo odio por completo.

Una semana después de mi ingreso al hospital mis papás entran en la habitación con esa mirada de molestia a la que ya me he acostumbrado, siempre tienen esa mirada cuando pelean y me parece tan normal que estén así ahora, porque cualquier pretexto es bueno para tener una pelea y esta vez no es la excepción.

El silencio incomodo que se forma en la habitación es interrumpido por mi papá.

– Escucha, hablamos con el doctor López y él dijo que las respuestas que le diste en el cuestionario que te hizo no fueron honestas, que solo dijiste lo que él quería escuchar y mientras tu sigas siendo de ese modo él no te puede ayudar y nadie más lo va a hacer – sus palabras son duras y me hacen sentir mal – Por eso creemos que la mejor opción para ti es que seas tratada por profesionales –

- ¿Eso qué significa? – mi mente intenta procesar lo que esta pasando

- El doctor nos sugirió que te internáramos en el psiquiátrico unos cuantos meses, es para que te puedan observar mejor y lo más importante es que te van a ayudar – dice mi papá mientras mi mamá me toma de la mano y le da la razón

- Escucha, mi amor, sé que tal vez pueda ser difícil esta decisión para ti, pero tampoco lo fue para nosotros o al menos no lo fue para mí – mira a mi papá de reojo – Esta es la mejor opción para ti –

Ni siquiera les contesto, aun intento procesar lo que acaban de decir, me van a meter en un psiquiátrico, que se supone que haga, que empiece a gritar que no estoy loca, eso no sería de mucha ayuda, ahora solo me queda resignarme a la decisión que evidentemente ellos ya tomaron.

El día me dan de alta mis hermanos me esperan en el auto afuera del hospital para ir a comer con ellos una última vez antes de que me internen, la comida fue bastante incomoda, nadie tuvo el valor de decir ni una palabra.

Durante el camino al psiquiátrico hay un silencio tenso y aun nadie sabe que decir y está bien ¿Qué se supone que le digas a tu hija o tu hermana cuando está a punto de ser internada en un psiquiátrico? Creo que no hay palabras para eso.

Al llegar mis hermanos se despiden de mí y prometen visitarme cada mes, eso es amable considerando que el "asilo" como ellos lo llaman, está a dos horas del pueblo, mis papás me llevan a la recepción donde me piden que me cambie y me entregan un pijama gigante de color gris claro."

Regreso a la realidad para darme cuenta que Andrea ya está en un profundo sueño, la habitación es oscura y la única luz que hay es la que se filtra por las orillas de la puerta. Realmente no me gusta este lugar, es incómodo y aterrador escuchar los gritos de los pacientes, pero solo serán un par de meses.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top