¿Quien es Vic's?
Estaba por irme cuando fui asaltado por mis amigos.
—¿A dónde vas Jens? —preguntó Vic's.
—A donde voy después de acabar la escuela —contesté obviando— a casa.
<Se supone que me ayudarías en química hoy> —se quejó Percy.
—Te dije que a las seis Percy —le recordé.
El castaño solo lo pensó y me sonrió con una sonrisa torpe, todo se le olvidaba.
—Te acompaño a casa —se ofreció Vic's.
—No es necesario —me adelanté.
—Anda ya —dijo pasando de mí y tomando mi mano para llevarme.
Cade no era el único niño rico de la ciudad, sus padres y los padres de Vic's eran dueños de una gran cadena de hospitales, por lo que sus padres insistían en que se llevarán bien.
Nos metimos en el coche que habían mandado sus padres por ella.
—¡Qué tal si pasamos por un helado! —ofreció emocionada.
—Tengo un poco de prisa —contesté abrumado.
—¿Por? —preguntó confundida.
Suspiré abrumado.
—Solo estoy cansado y quiero ir a casa —respondí nervioso.
—¿Cansado de que? —cuestionó intrigada.
—De la vida —dije sin pensarlo.
Entonces le di hilo para que comenzara a terapearme, oh si, sería una gran psicóloga si me dejara hablar más de lo que habla ella.
Yo solo asentía suponiendo ponerle atención mientras veía mi oportunidad de bajar.
—Puedes dejarme aquí —pedí nervioso.
—Pero estás muy lejos de casa —contestó extrañada.
—Necesito hacer más ejercicio —mentí.
—¡Estas en los huesos! —recriminó.
La miré feo y pedí bajar al conductor.
—Grosera —gruñi saliendo del auto.
Aunque estaba lejos de mi casa no estaba tan lejos de la de Cade.
Camine un par de cuadras y aunque ciertamente era delgado tenía una condición física pésima.
Llegue cansado a la casa de Cade, esperaba verlo tirado en la cama suponiendo que no había llevado a Vic's, pero en su lugar estaba en la piscina sobre un gigante inflable.
Un total idiota.
Lo vi llegar con él ceño fruncido, sinceramente nunca lo había visto de otra forma, siempre con la pose de chico malo, el ceño fruncido y unas botas negras grandes para darle un poco más de altura, era inútil ni con tacones alcanzaba una estatura promedio.
—Deberías sonreír más —recomendé mientras me miraba desde el borde de la piscina.
Él reaccionó levantando el dedo medio y dando una pequeña sonrisa.
—Te apuras tengo cosas que hacer —gruñó.
—Relájate un poco chico —le calme— anda métete a nadar.
—¡No! —exclamó molesto.
Suspiré aburrido, me salí de la alberca dejando mi pato inflable en la orilla.
—Es parte del trabajo —insistí.
—Mi trabajo es grabarte no ser tu puta marioneta —dejó en claro molesto.
—Si tu lo dices —sonreí.
No fue tan difícil empujarle pues el puro aire pudo hacerlo, salpicó más de lo esperado.
Siempre pensé que los huesos flotaban pero cuando salió y se volvió a hundir entendí que no sabía nadar.
—Carajo —susurre.
Me tiré para sacarlo del agua, lo tome del brazo para sacarlo y en cuanto su cara salió del agua se aferró a mi.
—¡Qué mierda te pasa! —me gritó.
—No es mi culpa que no sepas nadar —me defendí.
Lo ayude a salir para tirarnos en la orilla, me había cansado demasiado.
—Me debes una —comenté mirándole a los ojos.
—Casi me matas —se quejó entre dientes.
—Pero te salve —aclare— tienes dieciséis como es que no sabes nadar.
—No me gusta —murmuró.
Después de un momento se sentó para tomar sus cosas.
—Imbecil —me llamó sacando sus cuadernos mojados.
Tal vez me había propasado un poco.
Sacó su teléfono pero estaba empapado, su cara cambió cuando no prendió.
—Es todo me largo —dijo empujándome.
—Tranquilo pequeñín te compro otro —lo calme acercándome a él.
Él se giró molesto tomándome de la playera mojada y acercándome a él.
—No me vuelvas a llamar pequeñín —sentenció.
Nos quedamos así por un segundo.
—Bien, ahora me vas a soltar o besar porque estás muy cerca de mi —insinué, mi prima tenía razón desde esta distancia se podían ver perfectamente muy bien sus ojos.
El chico me soltó aún mirándome con molestia.
—Te compraré un teléfono nuevo y te paso mis apuntes, no soy el mejor de la clase por nada —guiñé.
Él lo pensó por un momento más.
—Esto te costará cincuenta más por cada video —se aprovechó.
Lo pensé y es que no tenía más opciones, de no hacerlo podía ir con el chisme por ahí.
—Bien —acepté— ahora andando ya me canse de ver tu feo rostro.
—Lo mismo digo —concordó.
Entramos a casa, el chico estaba temblando así que decidí darle ropa seca.
—Toma —aventé— seguro te queda la de mi hermano.
Una vez más me miró con esa mirada de quiero matarte, empezaba a creer que solo tenía esa.
Y aunque odiaba que yo tuviera razón siempre la tenía, la ropa de mi hermano le quedaba perfecta.
—Tus padres biológicos debieron ser realmente pequeños —comenté.
Él me miró levantando una ceja.
—Mi madre mide 1.70 y mis padres son altos —aclaró— mi estatura no es por ellos y agradecería que dejaras de preocuparte por ella.
—¿Tus padres? —pregunté confundido.
—Si, rentaron un vientre —contestó acomodando la cámara— mi hermano y yo venimos de la misma madre y el mismo padre.
—Genial —dije, siempre pensé que era adoptado— ¿Quién es tu padre?, el verdadero.
—Los dos son mi padres verdaderos, pero no se nunca me lo dijeron —reconoció— ahora dejemos de hablar de mi e iniciemos contigo.
—Bien —acepté.
—¿Para quien es? —preguntó.
Suspiré pensándolo bien.
—Para Sammy —decidí.
Sammy, mi rubia favorita.
Hermano yo se que me vas a odiar por no habértelo dicho antes, sé que hubieras estado conmigo en todo momento pero al final te hubiera lastimado demasiado.
Se que mi muerte será perder tu hogar pre electo para pasar las tarde pero después de esto espero puedas encontrar apoyo en tus padres, dales la oportunidad Sammy de que conozcan lo grandioso que eres, lo inteligente y gracioso también.
No tengas miedo de levantar la voz, eres fuerte solo demuestraselos.
Rubia no pases desapercibido tienes mucho que dar, eres y siempre serás mi mejor amigo.
Sigue rubia Sammy.
No sabía que decir, era raro escuchar abrirse sin problemas frente a mi.
—Puedes hacer algo por mi —pidió.
—No —dije, aún estaba enojado por lo del agua.
—Ayuda a Vic's a superar mi muerte, se arrepentirá de todo lo malo que me haya dicho —murmuró.
—Lleva todo una vida hablando mal de ti, será difícil —reconocí.
—Trataré de darle menos razones —aceptó riendo.
—¿Por que no fuiste hoy? —pregunté — no te veías tan mal cuando llegué.
—Me sentí mal por la mañana, mi hermano me dijo que me pondrán un tubo en el pecho... resulta que no puedo nadar con esa cosa en el pecho así que fue la ultima vez que lo haré— confesó.
—Que mierda —suspiré.
Bajamos las escaleras para ver a su hermano llegar, bañado en pintura y brillantina de colores y lo supe, el artista de esta obra era mi hermano.
—Dee —lo llamó su hermano.
—Necesito una ducha —suspiró pasando de nosotros.
—Hablaré con mi hermano...
—No, si lo seguimos defendiendo nunca aprenderá hacerlo y el día que se dé cuenta le romperá la madre a tu hermano —dijo lo que era verdad.
—Estoy seguro que se lo merecerá —acepte.
Y es que era verdad, mis padre nos habían dicho toda la vida que no temiéramos defendernos pero al parecer mi hermano había escuchado jode a todos y era tiempo de que le dieran un alto.
Me fui de su casa incómodo, dejando un rastro de agua tras de mí.
Al llegar mis padres estaban regañando a mi hermano.
—¡Un día, no puedes comportarte ni un día! —regaño mi padre.
—Es su culpa para que me irrita con su estupida voz —se defendió.
—No puedes ser más como tu hermano —dijo Pa.
—¿Chaparro, aburrido o débil? —preguntó mirándome.
—Tranquilo —estableció mi padre— ahora a tu habitación.
Mi hermano subió molesto.
Suspiré abrumado.
—Yo no soy él y él no es yo así que no deberían pedirle que sea como yo —establecí algo molesto.
—Lo se, solo... esta es su segunda expulsión y ya lleva cuatro escuelas, si sigue así solo quedará meterlo en un internado —explico mi padre.
—Denle un respiro —aconseje.
Mis padres se miraron presionados.
—No ibas vestido así esta mañana —notó Pa confundido.
Solo sonreí y subí a mi habitación la que compartía con mi hermano mientras remodelaban la suya.
—¿Por qué? —le pregunté confundido.
—Porque he querido y podido —contestó mientras jugaba su consola.
—Puedes solo bajarle un poco con el chico —pedí mientras me cambiaba de ropa.
—No —gruñó.
Lo empuje para que se moviera de mi cama a lo que respondió con una patada, ni a mi me respetaba.
Me dormí un rato hasta que mi padre me despertó.
—Percy llegó —anunció.
—Ya voy —dije medio dormido.
Baje para ver al castaño mirándome molesto.
<Llevo horas llamándote> —se quejó.
—Mi teléfono murió —explique— vamos mientras más rápido té ayude más rápido vuelvo a dormir.
Me senté junto a él para ayudarle, Percy era un dolor de cabeza pues era más fácil enseñarle hablar un perro que enseñarle química.
Miré su respuesta para después golpear su cabeza.
—De verdad, tu respuesta es siete —miré molesto— si me vas hacer perder el tiempo no te ayudo.
<Lo siento, solo estoy distraído> —se quejó.
—Cuando no —murmuré.
<¿Te puedo preguntar algo?> —pidió mirándome.
—¿Por cuánto multiplicas los NADH? —le pregunté.
<2.5 >contestó correcto <¿Crees que soy lindo? > preguntó intrigado.
—Precioso cabron pero a qué va esto —dije confundido.
<Es que me gusta... Vic's> —confesó lo que en mi puta vida creí escuchar.
—¡Vic's! —señale levantando la ceja incrédulo.
Él se limitó a bajar la cabeza.
<Olvídalo aún así ella está enamorada de otro> se rindió.
—Escucha, eres de las personas mas geniales de este mundo y si no le gustas no es el fin del mundo —le recordé— todo a su tiempo Percy.
Él solo me sonrió.
—Además hacen una pareja perfecta —confesé.
<¿Si?> —preguntó confundida.
—Claro ella habla mucho y tú no hablas —me burlé.
Claro recibí mi buen golpe pero si él se burlaba de mi estatura porque yo no de él.
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