7. La Beca Honorífica (1)
Capítulo 7
La Beca honorífica
Desde las alturas, el campus universitario Vanlongward se extendía como un mosaico que mezclaba las modernas y elegantes estructuras de la universidad con el esplendoroso salpicón colorido de su inmensa pradera.
La brisa de la tarde arrastraba consigo una llovizna caribeña que acariciaba a los árboles, cuyas hojas se desplazaban en un vals silencioso, mientras que, los estudiantes, como hormigas curiosas, se apresuraban hacia distintas direcciones.
En la plaza central, un enjambre de jóvenes se congregaba luego de haber culminado con los exámenes preliminares. Algunos de ellos festejaban su triunfo al pasar a la siguiente etapa del concurso, mientras que otros, una enorme mayoría, se lamentaba por no haber podido hacerlo.
En el epicentro de la efervescencia, una enérgica profesora de enrulado cabello cobrizo oculto por un bonito sombrero blanco, se ocupaba de mantener el humor de los alumnos con pláticas y ocurrencias divertidas, incitando a todo aquel que se le cruzara a presentarse al auditorio para presenciar del concurso.
Algunos estudiantes se acurrucaban en los bancos de la plaza, hojas de apuntes en mano, mientras otros paseaban con aire de confianza, como si ya pudieran sentir la suave caricia del laurel académico en sus manos.
A juzgar por los resultados, la segunda parte de la competencia de este año tendría más del doble de alumnos que la del año anterior. Lo que volvía esta etapa todavía más reñida y entretenida para todos.
Al pasar unas horas, los pasillos, ahora salpicados con delgados charcos brillantes, reflejaban las luces de las farolas que delineaban los senderos que conectaban hacia el auditorio principal. El aroma de la lluvia fresca se mezclaba con el olor a la tinta y el papel de las mochilas cargadas de los estudiantes.
Finalmente, para cuando todos los preparativos fueron culminados; los espectadores ubicados en sus respectivos asientos; los profesores aguardando sobre el escenario; los carteles numéricos pegados en las camisetas de los concursantes; y los micrófonos, parlantes y luces en funcionamiento, la nueva etapa de la beca honorífica dio por comenzado.
Observándolo todo en segunda fila, porque la primera era reservada para algunos familiares de los concursantes, se hallaban dando su aliento a sus allegados: Emma Clark, Julia Suárez, Brenda Lagos, Mikael Becker y Natasha Sinclair.
Una chica que usaba una gorra de lana azul oscuro, que contrastaba muy bien con su nuevo estilo de cabello teñido de rojo, se volteó desde un asiento delante del grupo y sonrió a las chicas.
-Muy bien. Ya casi empieza. ¿Quién quiere apostar? -bromeó la muchacha de gorra de lana.
Emma sonrió al verla. Se trataba de Flavia Anderson. Hija del rector y estudiante de tercer año. Ella y Zoey se habían vuelto muy amigas luego de trabajar a la par en la pizzería de los padres de Ulises, y por consecuencia, habían compartido muchas fiestas y salidas con ella.
-¡Hey! -espetó Emma-. Ese look te sienta increíble. ¡Casi no te distingo!
-¡Gracias!
-No hay apuestas que hacer, todos sabemos quién va a ganar... -Compartió Julia-. Será Zoey, sin ninguna duda.
-¿En serio? -preguntó Brenda, esbozando una mueca de incredulidad-. Antes de las vacaciones no querías ni verla. ¿Ahora pones las manos en el fuego por ella?
-Tampoco exageres, Bren. Siempre serás mi favorita -dijo Julia abrazándola-. Pero una apuesta es una apuesta. ¿Le irás a Leonard?
-Obvio... -contestó la muchacha, echándole una miradita rápida a su novio en el escenario-. Lo vi esforzándose tanto. Estudió todos los días desde el año pasado y estuvo tan cerca de ganar aquella vez... -Luego, recordó que la ganadora vigente estaba a su lado-. No es que me arrepienta de que tú lo hayas hecho.
Emma le guiñó el ojo, restándole importancia.
-Bueno... -Flavia retomó-. Aunque adoro a Zoey, también he visto a Ulises esforzarse muchísimo. Creo que me arriesgaré y apostaré por mi jefe. Si gana, espero que me aumente el sueldo.
Todos rieron ante el comentario, seguido de eso, Emma se inclinó hacia Natasha y Mikael, quienes estaban al fondo, junto a Julia.
-¿Y ustedes? ¿Se suman a la apuesta?
Natasha lo meditó un momento.
-Bueno, la verdad es que no estoy muy segura de a quién podría apostarle. Hay muchos alumnos esta vez y todos son excelentes. Quizás... -Nat compartió una mirada con Mikael-. ¿Tu amigo, Wegee?
Mikael asintió.
-Supongo. También es muy listo. Aunque yo apostaré por Leonard.
Natasha sonrió.
-Claro que si... -susurró, luego, se volvió hacia Flavia-. Sí, yo voto por Weege y él por Leonard.
-Muy bien. -Flavia se dirigió a la última persona que todavía no había lanzado sus apuestas al cielo-. Creo que no hace falta que te pregunte, pero lo haré de todas formas. ¿A quién le vas?
Emma sonrió y echó un vistazo hacia los concursantes. Luego, volvió la mirada hacia sus compañeros.
-A nadie -respondió, finalmente-. Que el destino me sorprenda.
Todos echaron a reír.
-Seh, claro... -espetó Julia con evidente sarcasmo.
Finalmente, la profesora Sámara Rotingham tomó el habla para presentar a los concursantes e iniciar de una buena vez la competencia por la beca honorífica. Para sorpresa de nadie, quien fue galardonada con el denominador más bajo, portando el número «01» con orgullo en su pecho, fue ni más, ni menos, que Zoey Fisher.
Al igual que había sucedido en el año anterior, había un total de cinco profesores encargados de formular las preguntas que los concursantes debían de responder. En este caso, los profesores asignados eran los mismos que el año anterior, salvo una ligera excepción.
Sámara Rotingham, orientada a la cultura general y popular.
Sahir Sabagh, orientado a las matemáticas.
Teodoro Fisher, orientado a las ciencias.
Ángel Anderson, orientado a conocimientos específicos y periodismo.
Y reemplazando a la retirada profesora Lucrecia Chambers, cuya orientación primaba la filosofía, la nueva profesora, orientada a las ciencias de la mente, era, ni más, ni menos, que la licenciada María Barrientos.
Los aplausos agasajaron a la ojiazul al pasar al centro del escenario.
-Buenas tardes, ¿nos dice su nombre, por favor? -saludó la profesora Rotingham-. ¡Uy! Creo que he tenido un déjà vu.
Todos rieron. La concursante esbozó una sonrisa que conectó con todos los profesores, hasta llegar a cruzarse con su hermano. Suspiró. Quizás las cosas con él no estaban tan bien como ella quisiera, pero intentó no pensar en ello ahora.
-Zoey Fisher.
Sámara mostró sus dientes en una cándida sonrisa.
-¡Un placer conocerla, señorita Fisher! -bromeó-. Ya se sabe la modalidad, así que... ¿Anderson? -dijo desviando su mirada hacia el rector-. ¿Está preparado?
El rector no hizo más que negar con un deje de escepticismo.
-Oh, no... -interrumpió Zoey, divertida-. No me gustaría poner nervioso a Anderson de entrada. Además, ya saben como soy, me gusta empezar fuerte. Así que, en este caso, elegiré a la Licenciada Barrientos.
Todos en el auditorio compartieron unas risas. Emma contempló a su alrededor, en busca de Bárbara, pero la cantidad de personas que había allí era abrumadora. La profesora Barrientos se aproximó al micrófono que descansaba en la mesa frente a ella.
-Buenas tardes, inadaptada. Hace un tiempo que no nos vemos. Me siento halagada de ser la primera de su selección.
-¡Ja! ¡Más le vale que lo haga interesante, profesora!
-¿Está segura? Podría eliminarla ahora mismo. No me gustaría cargar con ese peso.
-Dispare, Barrientos. -Zoey subió el mentón y posó una mano en su cadera-. Nos estamos aburriendo.
La profesora sonrió.
-Muy bien, como guste. -La profesora torció el labio, meditando la pregunta-. En ese caso, dígame: ¿Cuál es la función principal que tiene la corteza prefrontal en el control ejecutivo? También quiero que me explique cómo es que el desarrollo de la corteza prefrontal afecta, en la adolescencia, a la hora de la toma de decisiones.
Zoey se tentó y desvió su mirada, negando repetidas veces.
-¿Se está burlando de mí?
-¿Yo? ¡Claro que no! ¿Cómo podría...?
Zoey echó una risita.
-Voy a ignorar que ya ha mencionado una de las funciones en la formulación de la pregunta. Así que, en fin, la corteza prefrontal tiene como funciones la planificación, el autocontrol y, como usted dijo, la toma de decisiones. -Suspiró-. Y durante la adolescencia, como la corteza continúa en desarrollo, eso puede llegar a provocar tener actitudes de carácter impulsivas y toma de decisiones... arriesgadas. -Sonrió-. La odio, ¿lo sabe?
-Lo sé -contestó Barrientos con jocosidad-. Excelente, Fisher. Puede continuar. Y ojalá su corteza se desarrolle pronto.
-¡Esto es bullying!
-Demándeme, inadaptada.
El escenario estalló en risas y Zoey volvió a la fila. Los siguientes concursantes fueron pasando de uno en uno. Leonard, como era de esperar, respondió con excelencia y liviandad. Wegee, por su parte, hizo un despliegue radical de conocimientos. A su vez, fueron la mayoría de los concursantes quienes demostraron estar en un excelente nivel intelectual para sortear la primera ronda sin inconvenientes.
De repente, el auditorio guardó silencio mientras una chica de cabello oscuro y lacio, ropa elegante, gafas de sol y un bastón de guía que golpeteaba los tablones del suelo en su andar, se arrimó hacia el centro. Ulises era el último de los concursantes, y como previamente había acordado con Rotingham, le ayudó a colocarse frente al micrófono.
Emma sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal. Definitivamente, a la última persona que esperaba a ver aquí, era a ella. Y entonces su mente le recordó un detalle que había quedado borrado de su memoria hasta este preciso momento.
¿Isaac no había dicho que también asistiría a Vanlongward este año? Eso la hizo voltear a los lados con incomodidad, pero sintió un poco de alivio al no verlo cerca.
-Buenas tardes. ¿Nos dice su nombre?
La chica sonrió apenada.
-Macarena Baute. Es un placer.
-El placer es todo nuestro, señorita Baute.
-¿Cómo hizo ella para hacer el examen virtual? -susurró Julia, pero fue acallada por un, muy potente codazo de Brenda-. ¡Auch!
-No seas inmadura.
-Pero quiero sab... -La mirada de Brenda, definitivamente cerró los labios de Julia-. Ok, ok.
-Oh, tuve que hacer un examen oral -respondió Macarena, perfilando levemente su cabeza hacia el escenario-. Anderson se tomó las molestias, pero las preguntas fueron las mismas. Por cierto, gracias, Rector Anderson.
Julia sintió las miradas acusativas de todos sus compañeros, y de todo el auditorio al completo, posándose sobre sus hombros y la vergüenza le tiñó el rostro de rojo.
Ahora, fueron los ojos de Anderson quien escrutaron con una fiereza y aterradora sagacidad hacia Julia. La muchacha no volvió a emitir sonido alguno.
-Primero, no tiene por qué agradecerme, señorita Baute. -Anderson fue quien tomó la palabra-. Segundo, le ruego que nos disculpe la intromisión de algunos infortunados y muy irrespetuosos espectadores.
-Ah, no hay problema con eso.
-Muy bien. ¿Ya ha pensado a qué profesor elegirá?
La chica se lo meditó un momento y se arrimó a Ulises.
-¿Me repites los nombres? Estoy un poco nerviosa, perdón.
-Descuida... -Ulises indicó, de uno en uno, a todos los profesores.
-Ok, creo que elegiré al Licenciado Fisher.
-Aquí al habla, el licenciado Fisher... -bromeó Teodoro-. ¿Cómo la está pasando?
-¡Oh, excelente! Gracias. Son todos muy amables.
-¡Eso me alegra! -espetó Teodoro-. Bien. Supongo que le haré una pregunta sencilla, ya que estamos comenzando. ¿Sabe de qué continente es originario el café? Recuerde que tiene...
-¿No ha hecho esa pregunta ya? -interrumpió Macarena-. Si no recuerdo mal, creo que se la hizo a la antigua ganadora de la beca.
Emma, en ese momento, sintió unas poderosas ganas de golpearse la cabeza contra la butaca que tenía delante. Todavía recordaba cuando había trabajado con Macarena, y en una de sus pláticas, ella le había contado cómo había ganado la beca y alguna de las preguntas que le habían hecho. Jamás pensó que ella lo recordaría con tanta certeza.
-Oh... ¿En serio? -preguntó Teodoro, observando al resto de los profesores. Solo Sabagh asintió-. Bueno. ¿Quiere que cambie la pregunta?
-Como desee. Puede hacer una pregunta difícil, no se contenga, por favor.
-Claro. Lo siento. ¿Qué le parece si me dice en breves palabras de qué trata la teoría de cuerdas?
Macarena pasó la pregunta de manera excepcional. Ulises fue el siguiente, y una vez más, la ronda volvió a comenzar.
El tiempo pasó, los concursantes fueron decreciendo en número, hasta que, finalmente, fueron cuatro personas las que permanecieron sobre el escenario.
Entre ellos, dos repitieron su llegada a la semifinal: Ulises Rojas y Zoey Fisher. Por desgracia para Brenda, Leonard no había sido capaz de sortear a una pregunta de Barrientos que lo llevó a marcharse casi a la mitad de la competencia.
Quedando así, como los nuevos semifinalistas: Macarena Baute y Anthony Falling, o Weege, para los amigos.
Para esta etapa, a pedido de Anderson, Ulises y Zoey fueron obligados a no conformar grupo juntos, con el pretexto de «separar» a los antiguos semifinalistas y así otorgar oportunidades igualitarias a todos los concursantes.
Por lo mismo, Rotingham sugirió que, en esta ocasión, los equipos fuesen mixtos. De esa manera, Zoey hizo pareja con Wegee, mientras que Macarena permaneció junto a Ulises.
La etapa, al igual que el año pasado, fue con una modalidad lúdica que empleaba el uso de comodines mediante tarjetas: una que permitía dar una pregunta por correcta, y otra que habilitaba a cambiar a una pregunta cuya respuesta se desconociera. Al lanzar la moneda al aire, el equipo ganador fue el de Zoey y Weege; quienes comenzaron la contienda.
Ulises fue audaz y respondió sin temor a la primera pregunta que Wegee enunció. Con la balanza a su favor, Macarena se dio a la tarea de poner a su equipo a la cabeza, pero Zoey respondió correctamente sin ningún reparo.
En la siguiente ronda, Ulises se arriesgó con una pregunta que dificultase las cosas a su mejor amiga, respecto a la cultura popular, pero Wegee respondió con una soltura y tenacidad envidiable.
Para la siguiente ronda, el equipo de Ulises perdió su primera carta, y al igual que el año anterior, optó por dar una pregunta muy compleja y difícil por correcta, ya que ni él, ni Macarena pudieron sortearla.
Los siguientes turnos tuvieron respuestas correctas desde ambos equipos, hasta que una asertiva pregunta de Macarena logró que Zoey y Weege tuviesen que gastarse su primera carta. Por desgracia, solo estuvieron equiparados durante un turno, puesto que Zoey arrasó con ellos con una pregunta que dejó a su equipo, de nuevo, a la delantera.
Ulises y Macarena la tuvieron muy difícil en la siguiente ronda. Por suerte, Uli había podido lograr recordar la fórmula de Dirac, casi por los pelos.
Hace tiempo que él se había preparado para este momento, sabía que las probabilidades de encarar una final con Zoey eran muy elevadas, así que se había estado guardando una pregunta en el bolsillo para agenciarse el triunfo en la siguiente etapa, pero ya no podía darse ese lujo, así que, tomando en cuenta la plática que había tenido con Zoey y Emma el día anterior, preguntó:
-En la mitología griega, Perseo, enfrentándose a la Gorgona Medusa, optó por utilizar un escudo pulido en lugar de mirar directamente a los ojos de la criatura. ¿Cuál podría ser el simbolismo arquetípico de esta elección y cómo podría estar conectado con aspectos más profundos de la psicología humana según la perspectiva mitológica?
-¡Hijo de perra! -espetó Zoey, divertida-. ¿Así que ahora preguntas sobre mitos, eh? Qué atrevido.
-Señorita Fisher... -Irrumpió Anderson-. ¿En serio me hará repetirlo?
-Ah, sí, sí... vocabulario. -Zoey se dirigió a Weege-. ¿Lo sabes?
-Vagamente. Conozco la historia de la medusa. Pero de ahí a sacar una conclusión psicológica, no creo poder acertar. Lo siento.
-Bueno. Bien jugado, Rojas. -Zoey levantó la carta que canceló aquella pregunta. Lo que permitía al equipo de Ulises de formular otra-. Supongo que ahora es a todo o nada. ¿Eh?
-¿Qué pasó? -preguntó Macarena.
-Levantó la carta de cancelación -dijo Ulises-. Ahora estamos en ventaja. Si tienes una pregunta guardada, realmente difícil y específica que se te pueda ocurrir, y que no involucre el tema de la pregunta anterior, es momento de usarla. Quizás podamos ganarles.
-Wow... ¡Genial! -dijo Macarena divertida-. De hecho, creo que tengo una muy difícil. La busqué por internet. Ok, mi papá la buscó por internet, pero te aseguro que no la sabrán. Es muy específica y muy random. No importa lo listos que sean.
-¿De verdad? -preguntó Ulises, emocionado-. ¿Lo quieres intentar?
-Sí, sé que ganaremos. Estoy segura.
-Adelante -dijo Zoey, cruzándose de brazos con confianza-. Sorpréndeme, lindura.
Macarena asintió esbozando una diminuta sonrisa. Carraspeó la garganta y, ante el silencio que copaba todo el escenario y el anfiteatro, preguntó:
-¿Cuál es la particularidad del animal: Turritupsis nutrícula?
El silencio fue certero y brutal.
Zoey y Ulises esbozaron la misma mueca de sorpresa ante una coincidencia abrumadora. Aquella, aunque formulada de manera distinta, era la misma pregunta que Zoey había hecho el año pasado. Por supuesto, eso Macarena no lo sabía, y aparentemente, Emma tampoco se lo había mencionado.
-No tengo idea... -espetó Wegee-. Aunque ese nombre me parece familiar, sinceramente, no tengo nada. ¿Y tú, Zoey?
La ojiazul contempló a Wegee, luego, dirigió su mirada hacia Ulises. Su semblante había decaído tras aquella pregunta y su espíritu se había derrumbado por completo. Luego cambió la mirada hacia los profesores, sus semblantes parecían ciertamente decepcionados.
Volvió la vista hacia su amigo, no, su mejor amigo.
Solo fueron unos segundos, pero sus recuerdos la trasladaron al año anterior. Pensar que se habían conocido en este mismo auditorio y luego de todo lo que habían pasado juntos, ahora eran, prácticamente, inseparables.
Ulises Rojas había sido la única persona en todo el campus que jamás le había fallado. A sus ojos, era alguien increíble. Jamás había conocido nadie con un corazón y una dedicación tan grandes como la de él.
Recordó todas las tortuosas dificultades que él había tenido que experimentar el año anterior por su culpa, debatiéndose en una balanza entre la vida y la muerte, por seguir a una atemorizada y extremadamente egoísta chica que se hacía llamar «Adaline».
Suspiró, y finalmente, con una mirada que no mostraba otra cosa más que orgullo, los labios de Zoey dibujaron una enorme sonrisa.
-No... -respondió ella-. No se me ocurre nada.
-¿Qué...? -El rostro de Ulises se deformó por la incertidumbre-. ¡No! ¡Es mentira! Sabes la respuesta, Zoey. ¡Sé que lo sabes! -Se dirigió a los profesores-. ¡Ustedes saben que ella sabe! -Volvió la mirada hacia Zoey-. ¡Yo sé que tú sabes!
-Uy... -exclamó Macarena, confundida-. ¿Lo arruiné? Esperaba que solo los profesores supieran, pero nunca imaginé que tú también sabrías que ella supiera sobre una pregunta que pensé que solo yo sabría.
-¿Qué puedo decir? -dijo Zoey rascándose la cabeza con soltura-. Me quedé en blanco. Una lástima.
-¡Vamos! No es justo... -prosiguió Ulises, notoriamente alterado-. No hagas esto.
Zoey no dejó de regalarle una sonrisa cándida a Ulises en ningún momento.
-Felicidades, amigo. -Le guiñó el ojo-. Te deseo mucha suerte en la final. Por lo que veo, no te será fácil.
Ulises intentó protestar de nuevo hacia sus profesores, pero ninguno pudo hacer nada para cambiar la respuesta de Zoey. Así que, finalmente, Sámara decretó a los nuevos finalistas como: Ulises Rojas y Macarena Baute.
Y el público estalló de la emoción.
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