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"Cuando la vida es muy dura con ellos, suelen tomar decisiones equivocadas.

Aunque no todas, terminan en un...

Bad End"

*★*

-Ya... No aguanto- susurró mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

Sintió como el fuerte aire movía su cabello incesablemente y helaba su piel mientras pegaba contra su uniforme negro. Las fuertes corrientes hacían que sus lágrimas cayeran con más rapidez.

Una sensación repleta de frustración.

Se forzó a sonreír mientras miraba la punta de sus pies las cuales estaban en el aire.

"Un paso y todo terminará"

Era lo que pensaba.

Abrazó con fuerza su libreta la cuál estaba quemada y cerrando los ojos fuertemente...

Se dejó caer.


-Hey Bakugou- le llamó al mayor el cuál a penas estaba saliendo de la escuela.

-¿Hah?, ¿Qué quieres?- respondió de mala gana.

Estaba harto, ese día había sido un asco para él.
Contando desde que despertó, hasta el final del maldito día con los mismos pensamientos.

"Deku"

-¿Crees pasar el examen de matemáticas?- preguntó.

Ese día habían tenido examen.
El examen de final de semestre.

-¿Hah?

Pero el problema no era que pensara en él varias veces a lo largo del día.
Ya que siempre le arruinaba el momento cada que lo veía.
Era como si el destino quisiera jugar con él poniéndolo enfrente por alguna extraña razón.

Lo que le molestaba era esa inquietud que sentía en su pecho.

Esa era la razón.

El que le estrujara cada que lo veía con la mirada gacha y deprimido de tal manera no era normal.

Algo... no andaba bien y eso sí que lo sabía.

-Obviamente- habló con fastidio.

El menor comenzó a reír colocando las manos en su nuca.

-Tienes razón, después de todo eres tú. El más inteligente.

El rubio al escuchar eso no pudo evitar detener su paso y fruncir el entrecejo.

¿Acaso creía que era el mejor de la clase? Seguramente sí ya que sus calificaciones lo demostraban, pero la verdad era otra y eso lo sabía él.
La persona con más intelecto, la mejor de la escuela entera, no era él, era cierta persona que ocupaba sus pensamientos.

Una persona que no destacaba por más que lo trataba.

A pesar de que nació para ser reconocido no lo era.

"Alguien invisible para todos, menos para él"

-Callate- fue lo único que pudo decir.

-Está bien, está bien- también detuvo su paso -Por cierto, ¿Cómo vas a golpearlo mañana?- le preguntó volteando para ver al rubio con una gran sonrisa en rostro.

Katsuki se mantenía con la mirada abajo controlando las fuertes ganas que tenía de golpear a "su siervo".

-En realidad me da igual- terminó por contestar- conque no se cruce en mi camino, no le irá mal- y siguió caminando pasando de largo al menor.

Ahora se encontraban en la entrada.

Era demasiado tarde para seguir en la escuela pero aún seguían ambos ahí.

Lo que no sabían es que no sólo eran ellos, si no que había uno más.
Uno en particular el cuál pensaba cambiar su vida ese mismo día...

-Bakugou...- llamó el menor desde afuera de la escuela deteniendo su paso.

-Callate, estoy pensando- era lo único que pensaba responder.

-Ese no es... ¿Midoriya?- su voz estaba temblando.

El miedo se notaba en el mismo.

Sus piernas estaban temblando.

El rubio volteó para ver qué era lo tanto que hablaba el menor.

Sus ojos carmesíes se abrieron por la sorpresa y terror al ver lo que nunca creyó ver.

Izuku ya se había lanzado.




-Hoy estamos reunidos aquí, para despedir a esta alma pura del mundo de los vivos.

En la parte del frente, donde sólo se encontraban cerca de veinte personas como máximo, se encontraba una cierta familia, en realidad dos.

Las más relevantes entre toda la gente.

Inko, Una peliverde rechoncha, la madre de la persona que el día anterior se había quitado la vida, llorando incesablemente siendo abrazada por su mejor amiga, Mitsuki, y madre del causante del suicidio del menor.

Y a un costado de ellas, una persona vestida de negro, con cabello rubio y ojos carmesíes, temblando por la situación.

No estaba llorando.

¿Cómo podría llorar por la pérdida de alguien? Eso no era de él.
Era el Gran Bakugou.

"El rey de las Explosiones" como le conocían en la escuela.

Pero aún no podía quitar esa imagen de su rostro, nunca lo haría.

-Y así desearle una buena estancia en el otro mundo.

El resto del día transcurrió con normalidad a pesar de su inusual oscuridad causada por las nubes que impedían la entrada de cualquier rayo del sol.

"Como si el mismo cielo llorara por la pérdida de uno de los suyos"

Era lo que pensaba el rubio.

Se recostó en su cama y suspiró.

No lloraría nunca por la pérdida de aquella persona.

No, nunca se aceptaría hacerlo a tal grado.

Se acostó en su cama mirando en techo. Cerró los ojos y se dispuso a dormir como todos los días hacía.

No sin antes pensar por última vez, todo lo que había pasado en el lapso de la semana.

"¿Por qué lo hiciste... Deku?"

*★*

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