🔪 Capítulo 48💌
30 de Noviembre, horas antes del asesinato de Raibaru.
—¿Entonces la vas a matar?
—Sí. Encárgate de que la cámara de seguridad de la esquina esté bloqueada. Mañana te doy el cuerpo de alguien.
—Me parece bien. Suerte, Aishi.
—Adiós, Info-chan.
Ayano se retiró, Info-Kun sale del escondite al escuchar la puerta cerrarse.
—Ya escuchaste, ¿no? Avísale a Osana.
—Sí, está bien —suspira el pelirrojo—. ¿Vas a bloquear la cámara?
—¿Qué piensas?
—Que no lo harás.
Info-Chan sonríe ampliamente, con maldad.
(...)
>Ayano va a matar a Raibaru hoy.
¿Qué?<
>Lo que leíste, hoy la
va a matar.
(...)
8 de diciembre, Jueves.
—Mamá…
—¿Budo? ¿A dónde fuiste?
—Quiero que respondas algo…
—Claro, ¿qué es? —cuestiona extrañada por el tono de voz de su hijo.
—Ayano va a morir, ¿no es así? Tú fuiste la psicóloga, tú escribiste esos expedientes, ¿verdad? —la miró a los ojos, incapaz de no derramar lágrimas—. Mamá, por favor, te lo suplico. Dime la verdad, por qué nunca me lo dijiste.
—Ryoba prefirió mantenerlos a ambos alejados. También me pidió que no te diga nada sobre su enfermedad.
—¿Entonces ella sabe que…?
—Budo, te detectaron depresión psicótica. Y también fui incapaz de decírtelo, porque ibas a estar peor.
—Tampoco… tampoco me dijiste que tenía depresión psicótica…
—Le pedí al padre de Ayano que lo mantenga en secreto. Él era tu médico —su madre suspiró—. Te enteraste de todo, ¿verdad?
—Sí. Y ahora entiendo también por qué hasta hace poco estuve alucinando.
(...)
El silencio prevalecía en el comedor. Nadie hablaba, nadie comía.
—Me voy a ir de aquí.
—¿Qué?
—Me voy con Budo.
—Hija, ¿qué estás diciendo? —le dice Ryoba, mirándola a los ojos.
—Lo conseguí a él, tengo su amor. Tengo a mi nuevo senpai —sentenció, levantándose de la mesa—. Además, también me voy a morir. ¿No quieres que disfrute el resto de mi vida? Dime mamá, ¿acaso no quieres que sea feliz…?
La manipulación, lo que mejor se le daba. La técnica que desarrolló a lo largo de su vida. Incluso su madre caía en sus engaños.
Subió a su habitación, y marcó el número de Budo en su celular.
—¿Ayano?
—El 15 de diciembre casémonos.
—¿Qué?
—Sí, vayamos al registro civil y firmemos. Vamos a casarnos, Budo.
—El 15 cumples 18, ¿estás segura? ¿Qué opinan tus padres?
—Ellos no importan. Importamos nosotros, Budo.
—Está bien, Aya-chan.
(...)
15 de diciembre, Jueves.
—Por la ley que me confiere Japón, los declaro marido y mujer.
—Es mi mejor regalo de cumpleaños, Budo.
—No te conformes solo con esto, aún tengo otra sorpresa.
Ambos firmaron. Ahora los unía tan solo un papel legal, pero siempre estuvieron unidos. Incluso antes de nacer.
Se cansaron de la filosofía del destino. Estaban unidos porque el amor los conectó.
—El 25 podría ser una luna de miel, ¿no te parece, Budo?
—Ya estás pensando las cosas, eh.
Salieron tomados de la mano. Afuera hacía frío, nevaba como si fuera la última vez que lo hiciera. El día era gris, pero ellos eran la luz.
“Dime de verdad que me quieres. Dime cuánto me amas. Dime todo lo que harías por mí. Sigamos la línea que marcamos, yo te voy a soltar, pero nunca serás capaz de dejarme atrás. Porque me amas, te amo, y somos algo, ¿no?
Somos dos personas perdidas en la oscuridad. Yo me voy al lugar más profundo, pero tú quedarás cerca de la luz.
Somos el principio y el final del amor. Cuando yo caiga, no podrás seguir en la luz que habíamos construido. Volverás a la oscuridad. Y mucho más tarde, vendrás a lo más profundo conmigo.
Porque somos un amor sin raíces, ¿te das cuenta?"
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