🔪 Capítulo 42💌
Quería volver a oler ese perfume, aquel que tenía cuando lo abrazó.
Un perfume de lavanda, realmente hermoso. Había podido sumergir su nariz en su cuello.
—Budo —bajó de las nubes, cuando ella lo llamó.
—¿Qué pasa Aya-chan?
—Me gustaría saber… —tomó una pausa, reformulando en su cabeza la pregunta—¿Qué harías si mato a alguien ahora mismo?
—¿Qué es ese tipo de pregunta? ¿Vas a matar a alguien? —el pelinegro frenó el paso y la miró a los ojos.
—Solo es una hipótesis.
—Es que directamente no matarías a nadie. Yo te detendría.
—No puedes predecir si voy a matar a alguien.
—Confío en que no lo harás. Pero yo te detendría, de algún modo me enteraría.
Le sonrió a Ayano.
—¿Por qué razón me detendrías? —le pregunta ella.
—Porque eres tú. Porque quiero que progreses contigo misma.
Un silencio se formó, retomando la caminata hacia sus casas.
Budo llevaba dos bolsas, mientras Ayano lo ayudaba con una.
Antes de cruzar por la senda peatonal, Budo habló.
—Te amo, Ayano.
Y bajo el cielo nublado, que carecía de colores, sus palabras parecieron pintar aquel lienzo en blanco.
Sus palabras pintaron su monotonía.
Iluminaron su corazón.
Por pocos segundos.
—¡Budo!
(...)
Jueves, 1ro de Diciembre.
Aquella tarde había sido una locura.
Siguió a Raibaru hasta la casa donde supuestamente ayudaba, y cuando cruzó la escalinata para irse completamente del lugar, Ayano le tendió una trampa con una tanza transparente. La rubia cayó, y la pelinegra aprovechó para sedarla.
La llevó hasta quizás dos kilometros más lejos de aquella casa. Estaban en el medio de un campo.
Ayano había llevado una soga para poder atarle las manos, así que se la colocó.
Esperó al menos una hora, hasta que Raibar despertó.
—¿Qué…? —se mostraba confundida, indefensa, pues no podía escapar.
—¿Creíste que te iba a dejar viva? —le pregunta Ayano, burlándose.
—¿Creíste que me iba a quedar callada?
—¿Creíste que no te escuché hablar con Osana? —comenzaba a gustarle aquel juego de contraataques.
—¿Creíste que no le diría nada a la policía? Si me matas ahora, la policía ya sabrá todo.
—¿A quién le van a creer? ¿A una pobre chica asustada que no tiene pruebas o a una chica al margen de todo?
—No vas a matarme.
—¿Lo crees?
—Si me matas vas presa. No vas a poder ver a Budo nunca más.
—Hay un detalle que olvidas —sonríe Ayano—, que si no me atraparon hasta hoy, es que soy buena escondiendo las pruebas.
—Esto termina hoy.
—Eres fuerte y sin miedos, pero la diferencia entre nosotras es que yo soy inteligente.
Y sin más, Ayano la apuñaló en el estómago y dos veces en el pecho.
La sangre brotaba. Se deslizaba en sus manos.
Antes de que Raibaru deje de vivir y perder la consciencia, le susurró a Ayano.
—Budo no te perdonará jamás.
El cuchillo estaba bañado en sangre, el cuerpo sin vida también.
La sangre empezaba a desparramarse en el piso, por lo tanto, Ayano metió en una bolsa a Raibaru.
La llevó por todo el campo hasta llegar a un río, muy alejado de la población.
Y fue ahí donde se deshizo del cuerpo.
—No pudiste detenerme, Budo.
Se aguaron levemente sus ojos, mientras sonreía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top