XXVI
—Voy a reducir a cenizas ese vestido —refunfuño mirando a los cereales que flotan en la leche delante mía.
Hoy era uno de esos días en los que me levantaba de mal humor y por consiguiente conseguía poner de mal humor al resto de la gente en la casa. Una mala manía que tenía desde pequeña.
Cada vez que me levantaba de este plan mi padre me llamaba 'mosquito' y ese era mi sobrenombre durante el día. "Eres como un mosquito cada vez que estás así. Pequeño y molesto, terminas poniendo de mal humor a todo el mundo con tu revoloteo constante".
A día de hoy todavía me lo seguía diciendo y estoy segura de que si hoy me viese 'mosquito' se convertiría en mi sobrenombre del día.
Y no es que me haya levantado simplemente de mal humor, es que durante toda la noche he estado dando vueltas a lo que nos pasó ayer y todo el mundo sabe que cuanto más vueltas le das a un tema más negro se termina volviendo.
Me habían hecho un enlace unos simples nefilim. A mí, Graciella Montalbino. Hija del arcángel Rafael.
¿Cómo se habían atrevido?
Ni los arcángeles estaban exentos de que les hiciesen un enlace de búsqueda pero se sabía que simplemente era algo que no ocurría. No rastreas a un arcángel ni a nadie de su familia. Hagan lo que hagan. Es una regla no escrita.
Pero pensándolo mejor, probablemente me habían rastreado por orden del gobernador de Andorra y a su vez este por orden de mi padre, lo que me enfadaba aún más. Él siempre era el que decía que las reglas estaban para cumplirlas pero cuando a él le conviene parece que eso no significa nada.
—¿Sabes? Por muy mal que mires a los cereales ellos no tienen culpa de lo de ayer.
Fulmino con la mirada a Ryder después de su comentario, haciendo que su sonrisa socarrona crezca aún más. Parece que se regodea en mi mal humor.
—Cierto, fue tuya —todo parece quedarse quieto unos instantes, todavía sin creer lo que acabo de decir. Pero aunque no se diga en voz alta la verdad sigue estando ahí presente. Debería haber encontrado una forma de evitar esto —se supone que debías protegerme. A mí y a Samael. ¡Te jactas de ser el jefe de seguridad y ayer casi nos atrapan!
Ryder clava sus ojos azul glaciar en los míos, todavia siendo una muralla que no he conseguido destruir. Se que ese comentario no le ha sentado bien pero parece que soy la única en esta casa que es capaz de decirle en voz alta lo que hace mal.
—Mira, Graciella —se pasa las manos por la cara, todavía con la sonrisa socarrona de antes pero con el enfado contenido en el ligero temblor de ellas. Casi me alegro que la siga teniendo, hasta yo me doy cuenta de que he sobrepasado la línea con Ryder al decirle lo anterior. Me extraña que no haya explotado y por la miradas al resto también —no me culpes de tu error de principiante. Llegas a ser algo más típica y te llegas a dejar el zapato como Cenicienta.
—¿O no has pensado que se me pudo haber enganchado durante la pelea? Ya sabes, esa que tuvimos tú y yo por hacer que May envenenase a Maximilian solo para quedarte tu contento y poder decir por una vez en tu vida que habías doblegado a un futuro arcángel.
Hum, puede que ese haya sido un golpe un poco bajo por mi parte.
El silencio pesa sobre todos nosotros de una forma agobiante. Reprocharle eso a Ryder es como abrir una herida ya curada y echarle limón. Escuece y es molesto. Pero es que to todavía seguía resentida. Ni siquiera se había molestado en disculparse.
—Wow, alguien se ha levantado con los humos de princesa subiditos.
No me lo puedo creer. Esto es increíble.
¿De verdad Samael va a salir en defensa de Ryder cuando a él casi le atrapan conmigo?
—¿Enserio te vas a poner de su parte? ¿Sabes lo que te habrían hecho si te hubiesen capturado conmigo, la hija del arcángel Rafael? Deberías darme las gracias de que nos saqué de allí, de lo contrario ahora mismo estarían utilizando tus huesos para hacer un sonajero.
—Es demasiado pronto para esto —dice Ryder dejando la taza de café en la mesa, haciendo que la porcelana resuene llamando mi atención y con el semblante serio —si quieres pagar tu enfado hazlo conmigo, adelante, no me voy a enfadar. Pero no te voy a dar cancha para discutir y no voy a dejar que la pagues con el resto.
Le miro por un momento en silencio y completamente seria antes de resoplar y levantarme de la mesa —como quieras.
Dejo mi bol en el fregadero y salgo por la puerta de la cocina al jardín para subir volando al tejado con un par de aleteos. Me quedo ahí tumbada disfrutando lo que parecen ser unos escasos minutos, pero sin embargo, cuando vuelvo a abrir los ojos el sol está en su punto más álgido y la cara de Hunter a escasos centímetros de la mía.
—¿Se puede saber qué haces? —pregunto sobresaltada. En ningún momento le había escuchado subir.
—Uf, por un momento pensaba que tu alma nos había dejado. ¡Te he llamado dos veces aquí a tu lado y no respondías! De cualquier manera, tienes que bajar, hemos encontrado una solución al problema del enlace.
Me incorporo arqueando una ceja al rostro sonriente de Hunter. ¿Qué clase de solución han podido buscar para el enlace hecho por un arcángel?
—No me mires así, yo soy solo el mensajero —me responde a la vez que me agarra del brazo para ayudarme a incorporarme —no se qué clase de brujería habrá encontrado Ryder pero suele saber lo que hace.
Aún bastante escéptica a la posible solución sigo a Hunter hacia dentro de la casa con la curiosidad a flor de piel.
Bajamos las escaleras relativamente rápido y nos dirigimos al despacho donde nos esperan el resto con un nuevo acompañante, un chico de piel caoba y bastante más alto que yo que se encuentra observando mi vestido del baile de Toulouse que se encuentra extendido en el escritorio.
En cuanto nos oyen entrar todos se giran hacia nosotros pero es la mirada de este chico la que me hace quedarme completamente clavada en el suelo.
En su perfil oscuro como el café sus ojos ámbar destacan como los de un felino en la noche.
Un purasangre.
Sin duda la sorpresa debe de ser compartida ya que al verme aparecer por la puerta se incorpora con el cuerpo en tensión, analizando mis alas de arriba abajo y con una mueca casi de disgusto al figurarse quien soy.
—Es la hija de Motalbino —dice girándose hacia Ryder, casi como si esperase una confirmación por su parte —la llevan buscando meses. ¿Sabes lo que sacaríamos si se la restregásemos a su padre y hermano en la cara? Ni siquera a ellos, con mandarle un mechón de su pelo al heredero de Gabriel, a su querido prometido, les tendríamos comiendo de nuestra palma.
Avanza en mi dirección un solo paso pero acortando más de la mitad de lo que nos separa, haciendo que yo instintivamente de otro hacia atrás y poniendo tanto a Samael y Hunter en total alerta y levantándose de un brinco de su lugar.
—Ransom ni se te ocurra —avisa Samael con voz firme al ver mi reacción —Graciella, a mi lado. Ya.
Por primera vez en mi vida obedezco sin rechistar, pasando por su lado tan rápido como puedo y sentándome al lado de May en el sofá.
—Con que esto es lo que os traíais entre manos estos meses pasados... Debería haber sospechado algo del estilo.
—Ya es suficiente —habla Ryder acercándose a Ransom y encarandole. A pesar de ser casi media cabeza más alto que él, la capacidad de imponerse que tiene Ryder se nota en toda la sala. Imponente, serio, frío. El respeto no se gana a base de sonrisas me doy cuenta, al menos no aquí —si te he traído es porque necesitamos tu ayuda. Hace poco le hicieron un enlace a este vestido que Gala llevó...
—¿Gala? —le corta en mitad de la frase con la sorpresa y el desagrado vibrando en cada sílaba de mi nombre —¿así que ahora también estamos cariñosos con ella? Pero date cuenta de con quién estás tratando. No es vuestra amiga, no pertenece a nosotros por mucho que os haya comido la cabeza, ¡es una princesa de los cielos, hija del arcángel más poderoso que ha existido! Solo puede ser como mínimo la mitad de arpía que su padre.
—No hables de mí y de mi familia como si acaso nos conocieses. Podría yo decir lo mismo de ti, un purasangre.
Las palabras salen por mi boca sin yo ni siquera darme cuenta de que las estoy diciendo en alto pero por las miradas atónitas que se le quedan a todos me doy cuenta de que no solo ha sido un pensamiento —tú y los tuyos destrozais a los ángeles a la primera de cambio sin importar nada. ¿Qué te hace pensar que sois mejores que nosotros?
—¡Gala, chist! —me riñe en el odio May —no te estas haciendo precisamente un favor.
Samael se echa las manos a la cara en el gesto de exasperación más representativo que he visto nunca y Ransom, negando con la cabeza y con una sonrisa irónica, comienza a dirigirse hacia la puerta.
—¿Sabes qué? No se lo que querías de mí pero la respuesta es no. Me niego a que una niñata malcriada venga aquí y hable de cosas de las que no tiene ni idea.
—Ransom...
—Y me sigue pareciendo increíble que hayáis caído tan bajo vosotros como para dejarla en la casa, para confiar en ella.
—Ransom.
—Desde luego los polvos que os tenéis que echar con ella deben de ser maravillosos porque entonces no entiendo qué sigue haciendo aquí.
—¡RANSOM!
La voz de Ryder inunda toda la sala en el mismo instante que se mueve de su sitio a la velocidad de la luz para cerrarle la puerta del despacho en las narices que nuestro invitado. Su mirada fría como una noche de invierno le recorre de arriba abajo dejando muy claro sus órdenes y sus amenazas. Ransom retrocede y se apoya en la mesa mirándome fijamente, a mí y a mis alas.
—No necesito tu juicio de valor ni tu opinión de la situación. Respondes ante mí y no voy a volver a tolerar una falta de respeto como esta —dice firme a la vez que golpea la mesa, le tiembla la voz. Me da miedo verle así. —Tú como todos estás aquí por interés y sabes que la lealtad yo la pago mejor que nadie así que déjate tus batallas para luego.
Agarra el vestido de forma brusca y lo coloca en el centro de la sala, con un gesto de cabeza le indica donde colocarse y con otro Samael sale del despacho para casi al instante volver con una jarra de agua.
—Graciella, acércate un momento y dame tu muñeca —me levanto del sofá en el que estoy y me acerco a su lado, extendiendo mi brazo derecho a la altura de su pecho. Con cuidado, me agarra la muñeca como si de una flor se tratase y me la situa encima de la jarra de agua. Confundida voy a preguntar que hace cuando veo que está desenvainando una pequeña daga con su otra mano; casi por la sorpresa que por miedo intento escapar de su agarre, solo consiguiendo que su mano se aferre más fuerte alrededor de mi antebrazo —confía en mí —dice en el mismo instante que posa la daga en mi piel y un filo hilo escarlata comienza a salir.
Tres gotas caen sobre el agua para disolverse sin dejar rastro a lo que acto seguido vierte otras tres gotas en esta misma jarra Samael un líquido azul brillante. Un crizol.
Una vez que la jarra parece estar completa con cualquier cosa que se necesite mueve mi brazo hasta situarlo encima del vestido, sobre el cual comienza a hacer presión en mi muñeca y a conseguir que salga sangre en más cantidad.
Me estás haciendo daño.
Noto sus dedos agarrar fuertemente mi piel marfil y estoy convencida que en el momento que suelte la marca de estos quedará pintada en mi piel.
Cuando ya le parece suficiente para de hacer fuerza y me pasa un pañuelo para que me limpie a la misma vez que comienza a colocarme una pequeña venda alrededor del corte.
Sin mediar ni una palabra le pasa una daga limpia a Ransom que sin pensarlo dos veces se hace un corte en la palma de la mano y deja caer su sangre justo encima de la mía.
Casi me sorprendo a mí misma al darme cuenta de que no esperaba que su sangre fuese igual que la mía, que nada ocurría al juntarse ellas dos sobre la tela. Tantas historias había escuchado de pequeña de los purasangre que casi me decepciona saber que no hay nada de especial.
Al igual que yo se coloca una tirita en la mano cuando termina y se separa un par de pasos del vestido, mirando a Ryder curioso de lo que hará como siguiente paso. Pero este se dedica a quedarse a mi lado sin mover ni un pelo y es Samael para mi sorpresa el que saca una cerilla que enciende y deja caer sobre el vestido.
En el mismo instante que la llama hace contacto con nuestra sangre crece hasta la altura casi del techo, volviéndose de un tono cada vez más violáceo a medida que se consume el vestido. Los diferentes componentes que debe tener nuestra sangre han de ser los que están provocando esta reacción tan extraña en el fuego que en apenas unos segundos ha dejado por completo la prenda reducida a cenizas.
No quepo en mí del asombro de lo que acabo de ver, por ello cuando Samael se agacha ante el montón de cenizas y las comienza a mezclar con el agua de la jarra no me sorprende el ver que está cada vez se vuelve más y más oscuro hasta hacerse, de nuevo, una pasta violeta. Se acerca en dos pasos a la chimenea y con todo su ímpetu la lanza destrozandola en mil añicos en el fuego, seguida de su contenido.
—Bueno, pues ya estaría. No más enlace para la señorita —dice con una sonrisa mientras se sacude las manos en los pantalones.
Miro atónita a la chimenea, sorprendida de que nada raro haya pasado y que haya sido tan "sencillo" relativamente. Relativamente digo porque encontrar a un purasangre hoy en día es casi misión imposible.
Ryder se separa de mi lado y abre la puerta del despacho como indicativo a Ransom de que ya puede salir. Así salimos todos a la entrada de la casa en silencio, quedándonos los 5 en el hall mientras que el joven invitado se dirige a la puerta. No dice nada, solo parece enfadado consigo mismo.
Justo cuando está a punto de cruzar el umbral Ryder habla, captando su atención por última vez.
—Ah y Ransom —dice dando dos pasos hasta acercarse a él —gracias por tu ayuda.
—¡NOOO RYDER!
Un grito desagarrador escapa de mi garganta en el mismo momento en el que veo su cuerpo inerte caer contra el suelo de mármol, su sangre saliendo a borbotones por el cuello y creando un charco alrededor de los zapatos del jefe de espías, la daga manchada en un principio de mi sangre en la mano izquierda utilizada para degollar a uno de los pocos purasangre que quedan en el mundo y sus ojos amarillos sin vida mirándome desde el suelo, acusándome a gritos de que todo esto había sido culpa mía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top