Capítulo 20 - Problemas y un plan
El lunes parecía ser mi día de mala suerte.
Mi despertador no había sonado, me había tenido que bañar con agua fría porque el calefón se había averiado, tuve que bajar por las escaleras por el apagón de luz en mi edificio y, además, la barista había arruinado el café que compré para llevar.
Básicamente, un día de mierda.
Clara, que parecía haber sido bendecida por Dios, todos los arcángeles y los seres de luz del universo, había zafado de todo al despertarse más temprano. Tenía que llevar a sus mellizas hasta un congreso que tendrían con la universidad; quedaba algo lejos y había salido antes que yo prometiendo que nos veríamos en la oficina.
Nada estaba saliendo como yo quería, pero la jornada de "el peor día en la vida de Leónidas" recién iniciaba.
Cuando llegué mi novia me recibió con cara seria, lista para escupirme en la cara las malas nuevas: Nicole Lawson me esperaba en la oficina.
—¿Cómo que Nicole Lawson está aquí? —le pregunté nervioso.
Nicole era una de las mujeres con la que me había encamado con regularidad para olvidarme de Clara. En su momento, dejamos de vernos porque ella se había comprometido. ¿Qué hacía allí? Y, sobre todas las cosas, ¿cuán jodido estaba como para que Clara dejase su puesto y me esperara en el hall de entrada?
—No aceptó quedarse en el área de recepción, se mandó a la oficina como si fuese su casa y tuve que salir yo. —Mi secretaria parecía echar humo y no la podía culpar.
—En una escala del 1 al 20, ¿cuán jodido estoy?
—Eso depende de cuánto tiempo te tardes en sacarla de nuestra oficina. —Su advertencia fue todo lo que necesité. Clara sabía que Nicole se había metido sin una invitación, eso ya era motivo suficiente para tirarme de rodillas a pedirle perdón... y tal vez sobrevivir.
Decidido, tiré el café quemado a la basura y luego ingresé a mi oficina. Allí estaba Nicole, con su melena brillosa hasta los hombros, sentada en el sofá como si esa fuese en verdad su oficina y no la mía. Su tez oscura como la noche lucía tan encantadora como siempre y los rulos que perfectos caían enmarcando su rostro me recordaron por un segundo por qué nos habíamos elegido como compañeros de cama.
Me recibió con un vestido ajustado negro corto que no dejaba mucho a la imaginación y unas piernas largas que, en otro momento, me habrían llamado a hacer cosas indecorosas. Todas esas cosas me habían fascinado antes y, siendo objetivo, cualquier hombre caería a los pies de semejante mujer. Sin embargo, al verla ahora, pude apreciar que no me movía siquiera un pelo. Así de mucho estaba enamorado.
—¡Leónidas Cross! —Los ojos marrones se iluminaron al verme y sus labios carnosos se curvaron en una inmensa sonrisa—. ¡El tipo que necesitaba ver!
—Nicole —saludé cortante mientras aflojaba el nudo de mi corbata, los segundos corrían y ella estaba lejos de darse cuenta que me estaba matando en vida—. ¿Qué te trae por aquí?
—Rompí mi compromiso, necesito un revolcón para sentirme mejor. Quería que quedáramos en el hotel de siempre, ¿qué opinas?
—No puedo, tengo novia ahora. Ya no ando en revolcones. —Alcé la mirada hacia la puerta, pensando cuán jodido estaría después de esa conversación.
—¿Novia? ¿Tu?
—Sí. Yo. Antes de que preguntes, es Clara.
—¡Clara! ¡¿tu secretaria?! —gritó sorprendida mientras se paraba de un salto y corría a la puerta— ¡Clara, cariño, ven por favor!
Algo muy extraño pasó después de eso. Nicole sentó a Clara en el sofá de cuero y procedió a pedirle mil disculpas por el mal entendido. Ella había venido sin avisar, porque creía que yo seguía soltero como siempre, lo último que había querido era ofendernos.
Nicole no se metía con tipos en pareja, tenía códigos que respetaba a muerte. Después de eso, salí a la cocina a buscarnos café y mi ex nos contó cómo había cancelado su compromiso de dos años porque él le había sido infiel.
—¡El desgraciado! —Clara gritó ofendida como si hubiese sido ella la engañada.
Quitando que me había acostado con ella, Nicole era una mujer muy amable que le caía bien a todo el mundo. A veces su energía era avasallante y tomaba control de situaciones sin preguntar nada antes, pero no tenía malas intenciones, nunca. Justo como había pasado esa mismísima mañana.
Un tsunami de emociones pasó por mi oficina ese día. De vergüenza y disculpas, a enojo y frustración, para luego terminar con tristeza y algunas lágrimas por parte de Lawson.
—Lo peor de todo es que lo hizo con una chica a la que llamaba su mejor amiga. Había tanta historia entre ellos que no quedaba lugar para respetar nuestra relación. Si hubiese terminado conmigo para ir con ella, no me lo habría tomado tan mal pero...
—Es una falta de respeto y un golpe directo que no hayas pasado por su mente. —Clara le dio un leve apretón de manos para que Nicole se sintiese acompañada—. Una piensa que es lo mínimo, después de tantos momentos compartidos, ¿verdad?
Nicole con una sonrisa triste asintió para luego volver a disculparse ante nosotros por haberse presentado así. Todo había ocurrido la noche anterior y se sentía demasiado dolida como para haberse detenido a pensar que mi situación podría haber cambiado. Le pidió a Clara que la disculpara por su falta de respeto, que no había sido adrede. Ya para esa altura, la décimo novena disculpa y el contexto nos habían dado vergüenza por cómo habíamos reaccionado, incluso si fue normal y lógico. Así de mal nos sentíamos por Nicole.
—No podría enojarme, no sabías y estás dolida. —Clara sonrió y me observó pidiendo un poco de ayuda para contener a mi ex.
Yo seguía sintiéndome demasiado incómodo por toda la situación. No todos los días podía uno ver a su ex y a su novia sentadas compartiendo un café y hablando de amor. Era una escena perfecta para una canción de Taylor Swift. ¿La artista me contestaría el teléfono si le contaba lo que me estaba pasando? Porque la realidad le había ganado por lejos a la ficción.
—No debería haber venido, lo lamento tanto. —Nicole se enderezó luego de unos minutos tratando de ahogar el llanto que amenazaba con ganarle la batalla una vez más.
—Ni lo menciones, no hubo maldad así que no hay daño por el cual debas sentirte culpable. —Clara se enderezó para acompañarla hasta la puerta. Se le notaba en los ojos la tristeza por lo que estaba pasando.
—Nicole, Clara te va a llamar en estos días para preguntarte cómo estás, ¿si? No dudes en avisarnos si hay algo que podemos hacer por tí.
Después de eso, con Clari nos quedamos un rato sentados hablando de lo que había sucedido. Para mi buena suerte, mi novia no me culpaba ni se sentía molesta porque una de mis ex hubiese aparecido en la oficina. Ella sabía que no había habido contacto durante esos últimos dos años y me había dejado saber que no había nada de qué preocuparse.
A pesar de todo eso, ambos nos sentíamos mal por la situación de Nicole. Se podía ver a la legua que la mujer era buena y no se merecía lo que le estaba pasando. Por un segundo, hasta pensé en no quedarme de brazos cruzados, pero sabía que Clara podía resultar lastimada si le prestaba demasiada atención a mi ex.
—Es una lástima lo que le sucedió a Nicole, ella se merece enamorarse de alguien tan bueno como ella —Clara cortó lo que estaba haciendo a media tarde para expresar sus sentimientos.
—Lo sé, pero no está ahora en momentos de conocer a alguien nuevo. Necesita un grupo de contención que pueda estar con ella y la apoye. Sanar heridas de traición cuesta horrores. Si veo al bastardo le pienso decir lo que pienso, a fuerza de golpes.
—Sí, tienes razón. Esto no se soluciona presentándole a un tipo bueno, Nicole necesita de sus amigos. ¿Por qué tu cara se puso más preocupada incluso?
—Nicole es de Francia, vino como modelo a trabajar. No sé cómo será su vida ahora, pero ella tiene más relaciones de negocios y contactos que amigos. No sé si me explico.
—Oh, por supuesto. La chica cambió de continente y sus seres queridos no están aquí. ¿Hace cuánto se mudó?
—Unos siete años...como máximo. Es un tiempo prudente para hacer amigos, seguro nos estamos preocupando por nada —me reí de mí mismo por preocuparme tanto de algo que parecía mínimo ya.
—O para trabajar mucho, divertirte un poco y después meterte en una relación con la que te terminarán haciendo añicos el corazón. Mi corazonada no me dice que sea una chica de muchos amigos, Leo.
—¡Mierda! —exclamé frustrado mientras golpeaba el escritorio con mi puño cerrado—. Me siento pésimo, pero tampoco te puedo pedir que...
—¿Que hagamos una reunión en casa con gente querida y la sumemos porque te encamaste con ella?
—Me sacaste las palabras de la boca, cariño; me preocupa Nicole pero tú siempre eres mi prioridad, no puedo ponerte en una situación tan incómoda como esa.
—Lo sé, por eso lo estoy proponiendo yo. No digo que no juegue con mi amor propio que tengas historia con alguien tan bonita como ella, pero se nota a la legua que ella no te quería como persona. Solo necesitaba liberar estrés de manera física. Ya no hay emociones entre los dos, ¿verdad?
—¡NUNCA HUBO! —vociferé con determinación pues necesitaba que ella comprendiera con claridad cómo me sentía al respecto.
—Entonces está bien. Este fin de semana podemos invitar a mis tíos, incluso a Lucius y Jeremy. ¿Crees que Sarah y Luke tengan tiempo?
—Nunca está de más una llamada express para preguntar. Sé que estaban bastante ocupados con unos problemas familiares, pero esto podría servirles. —Tomé el teléfono y procedí a escribirles para comentarles cómo venía la mano.
Para el viernes de tarde, ya teníamos todo preparado. Luke y Sarah habían dicho que sí, que estarían encantados de salir del drama familiar que estaban viviendo. Aparentemente el hermano de Luke que tenía esposa y dos hijos, había recibido una visita sorpresa de una hija no reconocida; lo cual había destapado una cadena de mentiras y traiciones bastante grande.
—¿Soy yo o todos a nuestro alrededor estaban o están pasando un tiempo de mierda? —hablé en voz alta más hablando conmigo mismo que con Clari.
—Sí, yo también estaba notando ese patrón, cielo. —Clari sonó algo preocupada y al enfocarme en ella la ví algo preocupada cómo encaminaba su andar hacia mí.
Todavía no me acostumbraba a cómo soltaba palabras tan dulces, mucho menos si eran dirigidas a mí. Sin embargo, descubrí que inconscientemente me quedaba esperándolas y que el pecho se me inflaba con su dulzura cuando las escuchaba.
Era extraño lo expresiva y dulce que podía ser mi Clari, sobre todo si pensaba en el apodo que llevaba años rondando mi oficina. ¡Qué demonios! Si hasta antes de que todo esto comenzara, hasta yo le tenía miedo a mi secretaria.
Pero mi novia había crecido a pasos de gigante este último tiempo. Sobre todo en la última semana, que había comenzado terapia. No porque algo contundente se hubiese transformado después de la primera sesión, sino porque ella misma se animó a iniciar el camino del tratamiento.
Había estado nerviosa, de mal humor, tímida y asustada. Pero al volver, agotada emocionalmente de explicar toda su historia, dijo que no había sido tan malo como ella pensaba. Por supuesto, había revuelto mucha mierda (y quedaba mucha más aún por revolver) pero era consciente de que era para vivir mejor.
—¿Tienes miedo de que sea nuestro turno? —le pregunté con la mejor voz confortadora que tenía el repertorio, todo esto mientras le rascaba la espalda con suavidad, justo como le gustaba.
—Me leíste la mente —se disculpó con una leve sonrisa. Esos gestos todavía me dolían, porque ella no tenía por qué pedir perdón por cómo se sentía, nadie debía.
—No seré sabio, mi amor, y puede que al final del día no sea ese héroe que puede salvar tu día... pero quiero que me mires a los ojos por un momento —le pedí sintiendo cómo mi amor por ella rebalsaba todo mi ser—. No pienso salir corriendo. Nunca.
—¿No importa si nos toca pasar una mala racha, Leo?
—En ese caso, me quedaré a tu lado con mucha más firmeza. Mi vida, para mí amarte era un camino de ida del que sabía jamás podría volver. Lo hago con gusto, jamás fui tan feliz como lo soy ahora. Y si tenemos que pasar malos momentos, ¿qué mejor que hacerlo con la persona que amamos al costado?
—Siempre y cuando haya amor y respeto —susurró ella abrazándome con fuerzas.
—Siempre y cuando haya amor y respeto —confirmé afianzando mis brazos alrededor de ella, necesitaba sentirla tan cerca como me fuese posible—. ¿Sigues teniéndole miedo a una futura mala racha?
—Sí. —Su respuesta honesta me golpeó algo fuerte en mi ansiedad, ¿sería que no podría jamás hacerla sentir segura?—. Pero no me paraliza. Creo que el miedo es ese sacudón de adrenalina que te deja saber que estás vivo y que tienes que luchar por cuidar lo que amas. El miedo es bueno siempre y cuando no reine en tu vida.
—A veces me das miedo —le confieso riéndome nervioso. Todo lo que nos estaba pasando todavía me generaba una gran ansiedad.
—Tu estabas rodeado por un muro muy alto y yo por otro. Pero los dos decidimos derribarlos para poder encontrarnos. Nos vimos cara a cara en la mitad del camino, con mucho tramo andado pero mucho más aún por andar. Tú con tu ansiedad, yo con mis reproches e inseguridades. Imperfectos pero perfectos el uno para el otro.
Sus manos rozaron mi rostro con ternura. Su tacto se sentía frío, pues sus manos ya eran víctimas del invierno que estaba tan solo a la vuelta de la esquina. Un año más había pasado en nuestras vidas y ya estábamos poco a poco arrancando la última parte. A pesar de la manera "normal" en que pasaba el tiempo, nosotros habíamos vivido cosas como para llenar una década; todo en cuestión de unos meros meses.
—¿Qué sería mi vida sin ti? —indagué con una pregunta retórica mientras ella sonreía encantada.
—No tendrías ni la mitad de la empresa que tienes, eso es seguro.
—¡Clara! —le reproché divertido, no pude decir más pues los dos sabíamos que ella tenía razón.
—Déjame ver si entendí bien —comentó Lucius con ceño fruncido y su mano sobre su frente, algo frustrado—: a tu ex le metieron los cuernos justo dos semanas antes de casarse, te fue a buscar porque necesitaba sentirse bien y se enteró a las malas de que estabas saliendo con Clara. Los dos se sienten mal por lo que está pasando y... ¿por eso me invitaste a tu casa?
—Invité a todos; incluso Sarah y Luke están por llegar —le comenté divertido mientras le pasaba unos vasos para llevar al comedor—. Si los recuerdas, ¿verdad? Son los canadienses que nos ayudaron a buscar a Jeremy.
—Por supuesto que los recuerdo —asintió mientras respondía seguro, pocas cosas olvidaba Lucius de ese horrendo día.
—Bueno, Nicole está pasando por un tiempo muy malo y con Clari estamos preocupados. Sé que es algo entreverado, mi ex, mi novia y yo. Pero con Nicole nunca hubo sentimientos, así que tampoco la podemos considerar en verdad como una ex. Ella es muy buena haciendo contactos de trabajo y conocidos, pero no con amigos. Está en un país que no es el de ella y estar sola en estos momentos no es bueno.
—Creo que tú y Clara a veces se pasan de buenos, lo digo en serio —respondió mi mejor amigo preocupado más por mi bienestar que por el de los demás.
—Todo está bien, lo digo en serio. Además, a Jeremy le va a hacer bien tratarse con las mellizas; sabes lo bien que le hace a los chicos estar con gente de su edad.
—Esa fue la razón primordial por la que no me negué a venir. —Lucius se encogió de hombro mirando fijo cómo su hermano menor y las mellizas se descostillaban de la risa viendo algo en el celular de él.
—Además, Nicoles es tu tipo —comenté por lo bajo divertido, mientras miraba cómo Lucius pasaba de estar blanco como un papel a colorado como un tomate; ese cambio siempre era divertido si considerábamos cuán pálido era mi amigo.
—¡¿De qué hablas?! ¡Eso no es verdad! —Lucius se quejó por mi impertinencia pero no pudo mirar de reojo hacia Nicole, la cual hablaba muy cómoda con Clara y sus tíos.
—Oh, eso es porque en tu mente la catalogaste como mi ex y no te gusta ir mezclando tantos. Pero entre Nicole no hubo ni va a haber nada. Sabes que la conocí en una época oscura, pero justamente como ya nos conocíamos, también comprendes que yo no estaba para tener nada más que un revolcón.
—¿Estás diciéndome que deje de lados mis prejuicios?
—Exacto. No es mala chica; ella solo necesita buena gente alrededor y uno que otro amigo. No te estoy pidiendo que la consideres para novia, pero ¿es que no puedes siquiera ser su amigo?
—Creo que puedo al menos intentar eso —Lucius se encogió de hombros abochornados por saber cuán rápido había juzgado toda la situación—. Supongo que si con Clara están haciendo todo eso, es porque lo han pensado bien. Ok, estoy en el plan. Busquémosle algunos amigos a esta pobre chica.
Aunque no lo crean, ¡este es el anteúltimo capítulo! Creo que el próximo les va a sorprender muchísmo, veamos si estoy en lo correcto.
Pero antes que nada, ¿quieren ir contándome qué les pareció la historia hasta ahora? Me ayudarían de corazón comentando.
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