¿Se dan una idea de a cuántas personas he intentado salvar a lo largo de mi vida?

Cientas.

De sí mismas,
de los demás,
de las decisiones,
del contexto social,
del dolor,
del miedo y la incertidumbre...

La verdad me cayó como un balde de agua fría,
cuando descubrí que no puedo y nunca podré salvarlos a todos.

Hay personas que ni siquiera quieren ser salvadas y se dejan caer en el eterno viaje oscuro de su alma.
Inclusive hay personas que si se dejan salvar, pero lamentablemente llega la ola de la desesperación y recaen al tiempo.

Muy pocos renacen de las cenizas que una vez fueron.
Otros simplemente mueren, literal o metafóricamente.

Es doloroso pensar que, en algún lugar del planeta, alguien espera a ser salvado, porque ya intentó por todos los medios hacerlo por sí solo y no lo logró.

A veces las palabras no sirven, ni tampoco la escritura.
Hoy, quizás, es un día de esos en los que me ahogo en la literatura.