13
Revisó su pómulo derecho frente al espejo cuando ya percibía la mejilla adormecida por la helada sensación, y confirmó con agrado que no había quedado ninguna secuela. Un calcetín con hielo dentro volvía a ser su salvación.
Suspiró con tristeza, escuchando la música proveniente del primer piso, donde el señor Jeon estaba ahogándose en alcohol completamente solo. Ya le tenía puesto el seguro a la puerta, aunque esperaba que su padre no hiciera el intento de subir luego de lo que le había pasado la última vez. Se suponía que debía mantener reposo por lo menos un par de días, pero no había tenido reparo en levantarse de un salto del sofá para abofetearle con fuerza nada más verle entrar.
Como siempre, la razón fue ninguna. Al principio le dijo que había llegado muy tarde, pero luego mencionó algo de que era por parecerse tanto a ella, así que solo era un golpe más que tenía que atribuir a su estado de embriaguez.
Dejó el hielo a un lado y se dirigió a su guardarropa para cambiarse por algo más cómodo. Miró hacia abajo, hacia la chaqueta de Taehyung que todavía conservaba aportándole calidez, y decidió que no quería quitársela tan pronto. Su encuentro de ese día no había terminado como le hubiese gustado, pero aunque fuera tonto le sentía cerca teniendo algo de él, y más si ese algo preservaba su fragancia.
Cambió su jean por una bermuda deportiva y buscó su celular, quería escribirle un mensaje para preguntarle si ya estaba en casa y si estaba bien, pero la pantalla no encendió y eso solo podía significar que el dispositivo se había quedado sin vida.
No consiguió el cargador por ningún lado, y tras varios minutos buscándolo asumió que debió dejarlo en casa de su mejor amigo. Resignado, apagó las luces de la habitación, acercándose a la ventana después con la idea de cerrarla, recordando en el acto aquel sueño en el que él había entrado por ahí. Ya casi creía haberlo olvidado, sabía que habían hablado de su padre y de ellos mismos, que le había tenido cerca, que había hallado plenitud; pero los detalles comenzaban a sentirse lejanos. Y quería verle de nuevo, aunque solo fuera producto de su imaginación como esa vez, porque se había sentido real, como todo cuando estaba con Taehyung.
Volvió a la cama y se cubrió hasta el cuello con las mantas, dejando la mirada clavada en el cristal que ahora se interponía entre su habitación y la noche. Quizá... ¿podría volver a soñar que él iba a buscarle? ¿Que se burlaba de la altura y lo imposible para llegar a donde estaba? ¿Sería tonto o infantil desear que hiciera eso?
Sin permiso, sus músculos comenzaron a adormecerse durante la cuidadosa espera, y cuando una suave pero fría brisa sacudió las delgadas cortinas blancas ya no estaba seguro de si todavía escuchaba la música del primer piso. El gélido ambiente de esa noche le acarició, importándole poco las capas de tela que llevaba encima, se envolvió en su anatomía y recorrió cada partícula de su ser, haciendo a su cuerpo sacudirse en un temblor leve tras la súbita ventisca.
Sus ojos se abrieron para descubrir un ambiente más lóbrego, como si hubiese despertado en un lugar diferente, pero no era así. El dormitorio se miraba más oscuro de lo que recordaba, tal vez por todo el tiempo en el que solo apreció las sombras de sus párpados, y había frío.
Se sentó sin prisa en el colchón, haciendo el esfuerzo por que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad. Taehyung estaba ahí de pie, apoyado en la pared al lado de la ventana abierta y con los brazos cruzados, mirándole.
—Sí viniste... —musitó, confirmando por su propio tono que en realidad no podía creerlo, y se puso de pie de inmediato para calzarse las pantuflas, caminando luego hasta detenerse enfrente suyo.
—Dime ¿tienes idea de lo preocupado que estaba? Te dije que fueras a casa. —Jungkook formó un suave puchero con sus labios, lanzando una mirada rápida a toda la habitación. Hasta le sorprendía lo mucho que conocía a su mejor amigo como para, aun de forma inconsciente, saber que él diría algo así.
—Y eso hice.
—Pero, yo me refería... —El mayor chasqueó la lengua, descruzando los brazos pero manteniendo las cejas muy fruncidas—. Ah, no importa, tampoco contestaste mis llamadas, ni un mensaje, nada.
—¡Oye! —exclamó el azabache de repente, provocando que la expresión del contrario viajara del reproche al asombro—. Es mi sueño, así que yo decido que no me regañes. Mejor hazme muchos mimos —añadió, procediendo a aferrarse a su abdomen en un apretado abrazo que dejó al vampiro absorto.
Y es que, demonios, casi había sentido cómo se le salía el alma del cuerpo, si es que todavía tenía una, al no encontrar a Jungkook ni obtener respuesta de él. Luego de todo lo que había visto antes, se le antojaba realmente surrealista la situación en la que estaba ahora. El peso de tanto estaba matándole, pero el calor de ese chico entre sus brazos seguía dándole esperanzas de vida una y otra vez, ¿cómo era siquiera posible?
—¿Qué pasó antes? ¿Por qué me pediste que me fuera? —murmuró, Taehyung le apartó un poco para verle a los ojos al detectar la pizca de tristeza implícita en su voz—. Ah, ¿pero cómo podrías saberlo? —suspiró, desviando la mirada y subiendo las manos hasta los hombros de su acompañante—. Sé que estoy soñando, porque... cerré la ventana.
Sonrió al notar la curiosidad en los orbes ámbar del muchacho, esos que se vislumbraban siempre tan brillantes, y quiso aprovechar la cercanía para tratar de encontrar el margen de los lentes, porque aun cuando estaban tan bien hechos no podían verse así de reales. Pero no había manera. Se observaban tan sublimes que se percibió embelesado, como cada vez que a sus ojos se les concedía el privilegio de apreciar su rostro con tanto detalle.
—Es un bonito sueño...
El pelivioleta solo estaba entendiendo la mitad de sus susurros, pero el resto de él estaba hablándole aunque sus palabras no le parecieran del todo claras. No dijo nada, se limitó a escudriñarle con atención, complaciéndose con la paz que le otorgaba su presencia, permitiendo que nada más que ellos dos importara por un momento.
—Y lo bueno de que no sea real es que puedo hacer esto cuanto quiera.
Lo próximo de lo que Taehyung fue consciente era de los labios de su mejor amigo toparse con los propios y a él rodeando su cuello con ambos brazos. La sorpresa le duró poco, al segundo siguiente estaba tomándolos con un brío persistente.
Se dejó guiar por el entusiasmo de Jungkook hasta la cama, donde el menor le hizo sentarse para luego acomodarse a horcajadas en su regazo, como si quisiera asegurarse de que no iba a irse, de que podía evitar que se desvaneciera con el viento. La vehemencia con la que sus bocas colisionaban acaparó todo en el ambiente de aquella noche, el espacio casi pareció reducirse, sofocar, y ambos tal vez estaban dispuestos a ahogarse en el otro sin posibilidad de retorno.
—Kookie —llamó, con la respiración pesada y los instintos al borde de la cápsula que los contenía, pero el aludido buscó de nuevo sus labios, impidiéndole decir algo más. Repartió caricias ansiosas por la espalda del azabache, sobre la tela de su propia chaqueta, perdiendo la cabeza al sentir los dedos del más joven enredándose en sus cabellos, su suave peso en sus muslos y la calidez que le bañaba de la mejor manera.
Atrapó con los dientes su labio inferior, tirando de él con cuidado, demandando un poquito más, embriagándose con su aliento, su sabor y la humedad de su boca. Entonces dio la vuelta, impulsándole con su propio cuerpo hasta dejarle acostado en la cama debajo suyo, sosteniéndose con los brazos a cada costado para no hacerle cargar todo su peso. Jungkook se aferró a su cuello, presionando con las piernas las caderas contrarias, con el corazón latiendo desbocado y la música del primer piso resonando ahogada en algún lugar.
Siguió entregado por completo a ese instante, disfrutando de la sensación de querer y ser querido. Y una explosión de fuegos artificiales se desató en su estómago cuando esos fríos aunque abrasadores besos bajaron hasta su cuello. Taehyung amaba esa zona, donde podía sentir los latidos del chico contra sus labios.
Y el menor, puede ser, que lo sintiera demasiado real como para que fuese verdaderamente un sueño. Tenía el cuerpo de su mejor amigo presionando el suyo y sus manos dejando un extenso camino de cálidas caricias, pero temía recrearse demasiado en ello y cometer el error de despertar tan pronto. Quería soñar por un rato más si eso implicaba no acabar ese momento todavía.
Sin embargo, no podía durar para siempre. Sabía que Taehyung tenía que irse y que él tenía que despertar.
✞︎
Jungkook despertó sintiéndose el tonto más grande del planeta.
Al principio solo sintió un enorme malestar cuando lo primero de lo que fue consciente al abrir los ojos era del desconsiderado volumen de la radio que seguía manteniendo su despechado padre en el piso de abajo. Luego se percató de que todavía llevaba puesta la chaqueta de cuero de su mejor amigo y fue cuando recordó esos últimos acontecimientos.
Podía diferenciar perfectamente la realidad de las invenciones de su cabeza, y lo que había pasado esa noche en definitiva no había sido un sueño como el de la primera vez. Y es que estaba sintiéndose tan avergonzado por la forma descarada en la que se le había lanzado a Taehyung que incluso olvidó el inquietante hecho de que el muchacho había entrado por la ventana, que, por cierto, había dejado cerrada previo a eso.
Cuando estuvo seguro de que sus labios se encontraban hinchados tras intensas sesiones de besos, él mismo le había conducido hasta la ventana y le había pedido amablemente que se fuera para que su estabilidad mental dejara de tambalearse. El mayor había obedecido sin refutar ni añadir algún comentario.
El calor subió hasta sus mejillas de tal forma que ya no recordaba lo que había pasado después, solo sabía que no tenía idea de cómo iba a mirarle a la cara después de eso. Y, aun así, necesitaba con urgencia ir a verle. Porque así le tenía ese chico, como un jodido adicto.
Se preparó tan rápido como pudo para no estar ahí cuando su padre se levantara malhumorado por la resaca, y dejó la casa con absoluto cuidado, asegurándose de llevar su descargado celular y las llaves consigo, así como de evitar el impulso de apagar la música porque, de lo contrario, bien sabía que le tocaría pagar las consecuencias más tarde.
En la calle la tranquilidad no se cuestionaba. La poca urbanización en el pueblo permitía que las viviendas contaran con un buen espacio entre ellas, lo que explicaba por qué los vecinos no se quejaban del ruido, en realidad apenas y habrían de percibirlo. Respirar el ambiente de ahí afuera era un cambio brusco que sus pulmones agradecían sobremanera.
Solo entonces se le ocurrió revisar la hora, no quería ir a importunar a Taehyung tan temprano un domingo, pero descubrió con incredulidad que eran pasadas las once de la mañana. ¿Casi iba a ser medio día? ¿Por qué todos seguían en sus casas? La carretera estaba despejada y no se había cruzado con nadie en el tramo que ya había caminado. Si bien Natten parecía un pueblo fantasma nunca antes lo había visto tan dormido a esas horas.
Llamó a la puerta al detenerse frente a ella y el de cabellos violáceos no demoró en abrir, invitándole a entrar de inmediato. Llevaba un buzo negro haciendo resaltar su piel pálida y los pies descalzos, como solía decir que no le gustaba porque se le congelaban los dedos, aunque, ciertamente, ahora no parecía molestarle.
—Hey, Kookie, ¿cómo estás? No sabía que vendrías, tengo esto hecho un desastre. —El menor le miró avanzar a paso rápido hasta la mesa de centro de la sala, donde se apresuró en recoger unos papeles que antes tenía desplegados.
Observó con curiosidad sus movimientos apremiantes mientras se quitaba la chaqueta ajena y la colgaba del perchero. Le encantaría quedársela un poco más, pero sabía que era la favorita de su mejor amigo y que habría de quererla de vuelta.
—¿Qué es eso? —preguntó, su acompañante levantó la cabeza para hacer encontrar sus miradas y sonreírle como si no hubiera nada de lo que preocuparse.
—El periódico, es... Pero no dice nada importante.
Jungkook se acercó como si hubiese escuchado todo lo contrario y alcanzó las páginas dobladas de entre las manos del mayor, quien no intentó evitarlo a sabiendas de que el azabache no desistiría tan fácilmente, por lo que se resignó a suspirar y observarle revisar las últimas noticias.
—Oh, no. Suzy... —musitó, atónito, nada más terminar de procesar las palabras impresas en la primera plana.
—¿La conoces? —Taehyung rodeó la mesa para detenerse a su lado, ambos detallando la fotografía de la sonriente muchacha.
—Se acercó a hablarme un día a la salida de la preparatoria, es de tu mismo año —explicó, recordando con pena ese momento. Ahora que veía su nombre en mayúsculas en el periódico local, donde se decía que no había vuelto a casa en la noche, que no podían contactarla y que no había rastro de ella, no podía evitar pensar lo peor.
—Lo sé, me pedía prestado un bolígrafo al menos dos veces en una misma clase.
—¿Crees que esté bien? —murmuró, levantando la mirada, el vampiro dejó una suave caricia en su mejilla al deparar en sus ojos tristes.
No sabía qué debía decirle, no podía solo explicarle que no, que no lo creía porque sabía exactamente dónde estaba ella ahora, que ese lugar era oscuro pero que Suzy no podía notarlo, porque estaba sellado por la tierra que él mismo había ayudado a poner. Abrió la boca pero no pudo pronunciar ninguna palabra, en el fondo estaba seguro de que Jungkook pensaba lo mismo que el resto del pueblo: que si hallaban a la chica sería como a JiUn. Y no se equivocaban, la diferencia radicaba en que a ella jamás iban a encontrarla.
—Tú le gustabas... —le dijo, con apenas un hilo de voz—. Yo... si le hubiese dado tu número cuando me lo pidió... por lo menos te lo habría podido decir por su propia cuenta.
—Hey, ¿cómo es que estás sintiéndote culpable por eso? —Taehyung le quitó el periódico con cuidado para dejarlo otra vez en la mesa, reemplazando aquellas desalentadoras páginas de las manos del menor por las suyas propias, y las acarició mientras intentaba transmitirle algo de calma. Incluso cuando por dentro hacía rato que solo llevaba una constante tormenta—. Nadie sabía que esto pasaría, ¿o sí? No te agobies, nada es seguro todavía.
El más joven asintió despacio con la cabeza, sin romper el contacto visual y sin sentirse realmente tranquilo. Con esos ambarinos ojos clavados en los suyos, se cuestionó en qué momento las cosas habían dado ese giro tan drástico.
—Tae, ¿tú crees que estamos en peligro? ¿Que hay alguien asesinando personas en el pueblo? —El pelivioleta permaneció en silencio por unos segundos, consiguiéndose confrontado por esas dos preguntas, y la escalofriante certeza de que la sangre derramada hasta ese momento era solo el principio se le antojó más innegable que nunca. Lo que pasara de ahora en adelante era tan incierto que le asustaba.
—No pienses eso —respondió al fin, se temía a sí mismo tanto como a lo que amenazaba al bosque, pero nada era más verdadero que el que protegería a Jungkook con su vida—. Estaremos bien, lo prometo.
Le atrajo para estrecharle en un fuerte abrazo consolador, cerrando los ojos y respirando de cerca su atrayente aroma. El azabache no demoró en corresponder al gesto, sintiéndose más tranquilo por el hecho de verse en sus brazos, y suspiró profundo el perfume inodoro del frío cuello contrario.
—¿Por qué ahora siempre te veo con esos lentes? —cuestionó, apartándose para observar aquellos fascinantes iris, que le regresaron una mirada profunda que casi pone a temblar sus rodillas—. Los tienes aunque sea muy tarde o muy temprano, ¿qué acaso duermes con ellos? —Se quedó callado al notar la sutil alusión a haberle visto la madrugada anterior, y creyó detectar una diminuta sonrisa ladeada curvarse en los labios de Kim.
—¿Qué acaso no se me ven bien? —terció, levantando ambas cejas repetidas veces, sonriendo con ganas después al ver el sonrojo que se apoderaba de las mejillas del chico.
—Solo me preguntaba si no se te cansan los ojos o algo así —musitó él, evadiendo el contacto visual, y su acompañante exhaló una pequeña risa mientras negaba.
—¿Ya desayunaste? ¿Quieres que prepare algo? —propuso, guardando ambas manos en los bolsillos del pantalón y dando media vuelta en dirección a la cocina.
—Mejor yo lo hago, es muy temprano para que quemes la casa —le dijo, siguiéndole desde atrás, y sonrió al escuchar que reía.
—Bien, usa lo que quieras, pero solo para ti. Yo desayuné hace un rato —se excusó, porque todavía no estaba dispuesto a descubrir si ya podía sobrellevar de nuevo su antigua dieta.
La situación transcurrió con normalidad los primeros quince minutos, con Jungkook troceando verduras y Taehyung observándole a una distancia segura, hasta que el ambiente comenzó a tornarse pesado para el vampiro, a quien le invadió la fuerte sensación de que ya no estaban solos. Sus instintos le advirtieron de la conocida presencia de una tercera persona, cuya fragancia no podía categorizar al no ser una cien por ciento humana. Parecía pedir por su atención, aunque no aparentaba denotar peligro.
—Kookie, regreso en un momento —informó, retrocediendo un paso ante la urgente necesidad de buscar a su inquilino no invitado.
—Claro.
Subió las escaleras con una velocidad asombrosa y una agilidad envidiable, sin provocar ni el más mínimo ruido con sus pisadas, dirigiéndose con exactitud al lugar donde alguien estaba respirando sin su permiso el aire que obviamente le pertenecía. Oh, estaba sintiéndose realmente amenazado por esa invasión indeseada.
Abrió la puerta de su habitación, visualizando al instante una figura delgada sentada en el alféizar de la ventana, movía las piernas despacio como si esperara impacientemente por algo, por él.
—Vaya, aleluya. Es tan aburrido esperar —dramatizó, Taehyung volvió a cerrar a sus espaldas para asegurarse de que su mejor amigo no les escuchara y se acercó al joven de anaranjados cabellos, quien le observaba con una ambigua expresión.
—¿Jimin? ¿Qué crees que estás haciendo?
—Vine a buscarte, ¿no es obvio? —inquirió, poniéndose en pie de un salto, resultando más imponente ahora que no parecía un niño pequeño pidiendo ser empujado en el columpio.
—¿Apareciendo en mi habitación de la nada? ¿A plena luz del día? —le reprochó, aprovechando para pasar por su lado y cerrar las cortinas. El lugar apenas y se oscureció un poco más, de todas formas las nubes solían pavonearse de mantener al sol tras sus cristales de hielo.
—¿Qué esperabas que hiciera? ¿Que llamara a la puerta? —se defendió, como si la sola posibilidad le pareciera una tontería.
—¡Sí! —exclamó en un susurro, y cerró los ojos para dejar salir el aire con fuerza, como si se pidiera internamente mantener la calma—. Como sea, ¿qué pasa?
—Vamos a buscar a Namjoon.
—Eso es bueno.
—No lo entiendes —le dijo, mirándole como si supiera algo que él ignoraba—. Estoy diciendo que vamos a buscar a Namjoon —repitió, haciendo énfasis en el plural de la frase y creando movimientos circulares con el dedo índice para señalarlos a los dos.
—No, olvídalo —negó—. No seré parte de esto. —Se cruzó de brazos con el ceño fruncido, el semblante del mayor oscureció.
—Prometiste lealtad al clan y necesitamos tu ayuda.
—Ustedes prometieron protección y encontré a mi compañera de preparatoria asesinada en el bosque —espetó.
—Ah, Yoongi hyung tiene razón, contigo toca el método rudo —se quejó, moviendo los brazos en señal de rendición, dejando su postura firme en el olvido por solo unos segundos—. Tus amigos seguirán siendo asesinados si no llegamos al centro de estos ataques, ¿lo entiendes?
—¿Por qué yo? —exigió saber, cansado de pasar por alto lo mucho que sabía que le ocultaban—. No soy como ustedes, no puedo arrebatar una vida más, no sé nada de este mundo y no conozco mi poder. No podré serles de ayuda.
—Lo serás, tus poderes se revelarán cuando menos lo esperes.
—Tú sabes por qué se llevaron a Namjoon —señaló, fastidiado por su evasiva—. Todos lo saben, pero hay algo que no quieres decirme. Seokjin dijo... Por eso volvieron —recordó, reviviendo ese instante a las afueras del búnker como un evento sombrío y lejano. Su acompañante titubeó antes de responder.
—Namjoon es el líder de uno de los clanes más poderosos, y esta enemistad con los licántropos ha existido desde mucho antes de lo que puedas imaginar. Como verás, las razones por las que pudieron llevárselo son fáciles de deducir y no tienen nada que ver contigo.
—Mientes. —El tono usado fue serio y crudo, con ese barítono suyo que podía encantar o intimidar a cualquiera. Jimin se quedó pasmado en su lugar, mientras que Taehyung parpadeó un par de veces.
No sabía por qué le había invadido el impulso de expresar esa afirmación, solo creyó estar seguro de que era así, como si lo hubiese escuchado del mismo chico que tenía enfrente aun cuando él se encontraba en ese momento diciendo algo completamente diferente.
—Lo siento —expresó, con una entonación mucho más suave, suponiendo que no tenía fundamentos para aferrarse a que lo que le decían no era verdad—, pero, Jimin, no sé. No quiero hacer algo que ponga en riesgo a Jungkook.
—Escucha, él estará bien siempre que permanezca en el pueblo —le aseguró el pelinaranja, de repente evitando verle a los ojos por más de tres segundos seguidos—. Natten pertenece a nuestro clan y tiene nuestra protección, ningún licántropo puede acercarse.
—Todo lo malo siempre pasa en el bosque... —murmuró el menor, pensando en cada horroroso suceso ocurrido en la espesura de ese lúgubre lugar.
—Por eso Yoongi hyung y yo queríamos evitar que pasaras tanto tiempo ahí.
—¿Entonces por qué me pides lo contrario ahora? —insistió, el contrario suspiró abatido.
—Esto ya se nos salió de las manos, V. Natten necesita al líder.
—¡Bien! —masculló, resignado—. ¿Dónde comenzamos? —Park se infló de satisfacción al escuchar que se incluía.
—Comenzaremos por buscar un lugar para buscar —le dijo, encogiéndose de hombros, y ambos volvieron la mirada hacia la puerta cerrada al mismo tiempo—. ¿Ese es Jungkook?
—Está subiendo, tienes que irte —instó, el muchacho se precipitó a la ventana, girándose para verle una última vez antes de saltar.
—Encuéntranos al anochecer en el búnker.
La voz del azabache llamándole desde el pasillo se hizo escuchar a la vez que Jimin desaparecía de su campo de visión, dio media vuelta justo para apreciar la puerta abriéndose y a su mejor amigo asomarse al interior.
—Hey, Kookie. —Pero él le ignoró olímpicamente, abriéndose paso al dormitorio mientras examinaba el alrededor—. ¿Qué estás buscando?
—Estabas hablando con alguien.
—Estaba hablando solo —replicó, mirándole abrir las puertas del guardarropa.
—Pero escuché otra voz.
—Eso es porque cambio el tono para responderme a mí mismo. —El menor se giró para darle frente con una gélida mirada.
—¿Estás jugando conmigo?
—Tal vez, un poco —le dijo con gracia, tratando de romper el hielo, aunque el más joven entornó los ojos en una expresión de sospecha—. Vamos, Kookie, es imposible que alguien estuviera aquí. No podría haberse desvanecido en el aire, ¿o sí? —El mencionado relajó su postura, aceptando que tenía razón, sin notar lo forzada que era la sonrisa que Taehyung estaba ofreciéndole.
—Umh, eso creo —musitó, con fingido desinterés, tratando de no sonreír cuando el vampiro le acercó por los hombros en un apretado abrazo.
—Confía en mí. No tendría razones para mentirte —agregó en un susurro, y apretó los labios mientras se refugiaba en la calidez del cuello ajeno, odiándose no solo por traicionar su confianza de esa manera tan infame, sino por casi exigirle algo que él mismo parecía no hacer.
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