10

Taehyung lanzó una última mirada al reloj de pared mientras guardaba el uniforme en el gabinete que estaba marcado con su nombre, ya eran las doce en punto y solo quedaban él y la dueña. Habían cerrado hacía unos cuarenta minutos, más o menos el tiempo que tardaron él y su compañero en limpiar bien todo, aunque había decidido esperar ahí a que se diera la hora de encontrarse con Jimin y Yoongi.

Se despidió de su jefa luego de recibir el pago, y ella se quedó contando el dinero que habían hecho en el día. Al salir se acomodó la chaqueta de cuero, puesto que la brisa del exterior le recibió desordenando sus cabellos, pero lo hizo por inercia porque el frío ya ni siquiera le afectaba.

Avanzó a un paso apurado, las calles estaban apenas iluminadas por las farolas y se mantenían silenciosas, como era costumbre a esas horas aunque ya fuera fin de semana. Caminar por el andén al límite del bosque le recordó a esa noche en la que todo cambió para él, pero se rehusó a pensar demasiado en eso porque arrepentirse de lo que estaba por hacer era lo último que podía permitirse.

Le tomó poco tiempo alcanzar el punto de encuentro, lo bueno de que todo quedara cerca al ser un pueblo pequeño. Sus ojos buscaron en medio del arbolado y a través de la intensa penumbra, detectando las figuras de dos personas que se acercaron a la zona iluminada al verle llegar.

—Justo a tiempo —le dijo el mayor, tal vez a modo de saludo.

—Ten, esto es para ti, trabajar en una pizzería no ha de ser fácil para mantener controlados tus instintos. —Jimin le extendió una botella de acero, el vampiro más joven no tenía que ser un genio para saber de qué se trataba.

—Te lo agradezco —respondió con sinceridad, abriendo la tapa para beber el contenido, su respiración acelerándose de repente nada más percibir el sabor de la sangre. Se sentía desesperado cada vez que la consumía, aunque hubiese pasado poco tiempo desde la última vez, era como si nunca se sintiera del todo satisfecho.

—Bien, vamos a acabar con esto de una vez —instó el pelimenta, luego de que su compañero recibiera de nuevo la botella vacía para colgarla de su cinturón.

Cruzaron la carretera para rodear la instalación, examinando la fachada completa. Como todas las construcciones en Natten, el hospital no era muy grande, contaba con dos plantas y camas insuficientes en caso de que se presentara alguna plaga, pero dados los pocos habitantes en realidad no hacía falta más.

—Es ahí —indicó, apuntando hacia la ventana que les había comentado antes—. Las luces de los pasillos se encienden con censores y la iluminación es baja cuando es de noche, así que no llamaremos la atención cuando los activemos al entrar y podemos estar tranquilos de que no hay nadie deambulando por ahí.

—Y si alguien aparece de repente, les ordenas que nos pasen desapercibidos y ya está —añadió el pelinaranja.

—Claro, porque mi apariencia es tan angelical que obviamente van a obedecerme sin sospechar ni llamar a seguridad —ironizó.

—Jimin. Ve tú primero —dijo Yoongi, con un duro tono de voz que a Taehyung ya ni siquiera le sorprendió.

—Ah, sí, sí, abriré para ustedes.

Los dos le observaron retroceder algunos metros para tomar impulso y correr con constancia hacia la ventana. Sus manos se afirmaron en el alféizar sin problema, de donde consiguió empuje para propulsar el cristal y abrirse paso al interior, perdiéndose por un momento de la vista de ambos.

—¿Quieres seguir? —ofreció el mayor. Kim asintió, convenciéndose de que si ya lo había hecho antes podía hacerlo otra vez, por más que las primeras veces no hubiese sido de manera muy consciente.

Tomó distancia para imitar las acciones de Jimin, corriendo con la mirada clavada en su objetivo y sus piernas consiguieron fuerza del asfalto antes de perder contacto con él, sintiendo el cuerpo liviano y el viento mismo impulsándole. Sus manos no necesitaron apoyarse de nada, solo se sostuvo de los laterales de la ventana antes de dar el pequeño salto con el que aterrizó en las baldosas blancas, sin ningún ruido de por medio.

Yoongi le secundó en pocos segundos, dejando ver primero sus blanquecinos dedos en el filo y luego la parte superior de su cuerpo, cayó de pie junto a ellos y volvió a cerrar a sus espaldas.

—Lo ha hecho mejor que tú, hyung —se burló Park.

—Ah, te digo que no me hables de una manera tan formal y ya comienzas a faltarme al respeto —refunfuñó él.

—Vamos, hay que bajar —les dijo Taehyung, indicándoles que le siguieran.

Las luces se fueron encendiendo a medida que sus movimientos eran captados por los censores, del mismo modo en el que se iban apagando mientras avanzaban. Llegaron a las escaleras y descendieron a la primera planta, ágiles y silenciosos, evitando el lugar que alcanzaba a cubrir las cámaras de seguridad de la recepción.

—Es un hospital, ¿en realidad qué sería lo peor que podría pasar si nos ven? —comentó, encabezando la marcha por el largo corredor que llevaba a la zona que necesitaban.

—Seguramente nada, pero solo hasta que descubran que falta el cuerpo al que iban a realizar la tan esperada autopsia —obvió Yoongi.

—Vaya, casi olvidaba que estamos aquí para robar un cadáver —masculló. El de cabellos color menta miró hacia su escandaloso compañero, que por alguna razón estaba muy callado.

—¿Qué pasa? —Jimin le observó de vuelta, como si hubiese sido sacado bruscamente del país de los sueños, para luego negar con la cabeza.

—Nada.

—Llegamos —informó el menor, lanzándoles una mirada ambigua antes de empujar la puerta doble que era marcada con un cartelito que señalaba paso restringido.

Una parte de la habitación estaba vacía y unas cortinas de plástico más allá delimitaban el área que estaban buscando. El aire estaba impregnado del olor a formol, conservantes y germicidas, que ellos percibían de tal forma que arrugaron la nariz. El lugar se mantuvo oscuro aun cuando los tres se adentraron por completo, pero eso no les representó ningún problema.

Fue Taehyung quien empujó la cortina, consiguiendo una abertura con la que pudo apreciar lo que había de ese lado. Había una camilla desocupada en el centro y detrás estaban todos los depósitos cerrados, pero solo uno tenía un patrón numérico en la placa.

Caminó hasta ahí con la vista clavada en la compuerta, acercándose para abrirla y tirar de la plataforma metálica. La etiqueta en el pie le confirmó que era la persona correcta, por lo que acercó la mano para levantar el plástico que cubría el cuerpo, deteniéndose entonces para observar a sus compañeros antes de hacerlo.

Los ojos verdes de Jimin refulgían como seguramente también los suyos, y se preguntó si acaso eso se debía a que pudiesen ver con sorprendente claridad en los lugares de mayor penumbra. Los orbes negros de Yoongi, en cambio, se miraban nebulosos, como dos hoyos que no contenían más que una abismal oscuridad y, ahora que lo sabía, no pudo evitar asociarlos con la mente. Profundos, indescifrables y atrayentes.

Los dos avanzaron hasta detenerse junto a él, cada uno a un lado, por lo que finalmente levantó el protector para descubrir la pálida imagen de JiUn. Taehyung se quedó pasmado en su lugar.

Sus ojos viajaron de inmediato al cuello de la muchacha, ella no tenía dos agujeros pequeños y profundos como los que Jimin le había dejado el día que le convirtió, no. La carne estaba magullada y, al estar limpia, se notaba la atroz perforación en la piel. La había mordido de una forma tan salvaje que casi le había arrancado el pedazo. Era un monstruo, lo sabía, pero en ese momento de verdad comenzaba a asustarse de sí mismo.

—Mira esto —Yoongi fue quien le sacó de su ensimismamiento, por lo que se volvió para encontrarle revisando la ficha de JiUn—. Para tranquilidad de tu alma, la chica no registra padres.

—Al parecer vivía con su tío en Seúl, pero según esto él no respondió ante su muerte —añadió Jimin, leyendo por sobre el hombro del mayor.

—En todo caso, se vino a Natten también para alejarse de él.

—Hay que salir de aquí —les dijo, sus acompañantes se miraron entre ellos y asintieron, el pelimenta se ofreció a llevar el cadáver mientras que el de cabello naranja volvía a dejar el tablón con la información en su lugar.

Dejaron la morgue sin mirar atrás y los ojos de Taehyung se resintieron por unos segundos cuando hicieron que se encendiera la luz del pasillo. Miró hacia atrás para enfocar a Yoongi, quien cargaba el cuerpo cubierto de la muchacha con Jimin a su lado.

—¿Puedes saltar por la ventana con ella?

—Claro que puedo —contestó, rodando los ojos, manteniendo el paso rápido.

—Esperen —advirtió Park, notando que el pasillo al que debían voltear ya estaba siendo iluminado, y al mismo tiempo que el menor susurraba:

—Jungkook...

Percibiendo el familiar aroma, dobló en la esquina que conducía al área de habitaciones y se detuvo en seco, alcanzando a indicar a los otros dos vampiros que se quedaran donde estaban.

—¿Tae? —El azabache soltó la manija de la puerta y se giró hacia su mejor amigo, mirándole a la distancia, confundido—. ¿Qué haces aquí?

Taehyung se tensó cuando comenzó a acercarse, sintiéndose perdido como le pasaba cada vez que se trataba de él. De soslayo, veía las figuras de sus compañeros esperando que impidiera que les descubriera.

Su cabeza se inundó de la voz de Yoongi, reproduciéndose como si se tratara de una película, de un recuerdo viejo que se mantiene vivo en la memoria. «Detenlo».

Sus piernas reaccionaron antes de que lo hiciera toda su conciencia, moviéndose rápido para interceptarle en el camino y que no llegara a la esquina donde se mantenían ocultos sus amigos.

—Kookie, ¿estás bien? —preguntó, examinando su rostro y todo su cuerpo, sin notar nada fuera de lo común, pero sin comprender cómo es que había terminado encontrándole a esas horas en el hospital.

—Sí, él está ahí en una camilla —le dijo, señalando hacia la puerta por la que había estado a punto de entrar—. Estaba tan ebrio que ni siquiera sintió dolor al caerse, le tendrán aquí hasta que el alcohol salga de su sistema, parece que se dobló el tobillo con algún escalón. En realidad estoy seguro de que estaba subiendo a mi habitación, me encerré ahí porque sé cómo se pone cuando bebe tanto —añadió con una mueca, clavando sus curiosos ojos en los ámbar de él—. No hacía falta que vinieras, no respondiste mis mensajes y pensé que no los habías visto.

Taehyung solo tuvo que atar cabos para comprender que el señor Jeon se había caído por las escaleras y que Jungkook había optado por pasar la noche en el hospital también. Se sintió realmente detestable por decidir que debía aprovechar esa situación.

—Sí... es que dejé el celular en casa. Vamos, te llevaré ahí, porque prefieres pasar la noche conmigo, ¿cierto? —El menor solo desvió la mirada con una sonrisita nerviosa que al vampiro no pudo parecerle más adorable.

Iba a decir algo más, pero Yoongi volvió a invadir cada recóndito espacio de su cabeza con ese característico tono de voz suyo, se sentía como si su consciencia le hablara, tan extraño como imprevisto. «¿Te olvidaste de nosotros? Aléjalo de ahí, tenemos que pasar y no quiero estar aquí toda la noche».

—Bien, entonces vamos —instó, procurando sonar casual y no como alguien que encubre a dos vampiros para que puedan robar un cadáver y evitar una autopsia.

—Ah, sí, tengo que registrar que me voy. —El mayor le observó con los ojos bien abiertos cuando él pasó por su lado mientras hablaba, acercándose una vez más a la intercepción a la que definitivamente no debía acercarse—. La enfermera me dijo que él no necesitaba tener compañía durante la noche porque le dieron unas pastillas para dormir, solo dame un momento.

—Jungkook. —El aludido le miró de vuelta cuando su muñeca fue capturada por los largos y fríos dedos de él, al primer instante le sorprendió el creer que alcanzaba a percibir la temperatura por encima de la tela de su sudadera.

Iba a decir algo, pero apenas y alcanzó a levantar la mirada para buscar sus ojos cuando ya tenía las manos de Taehyung en su rostro, atrayéndole para atrapar sus labios con los de él. Bien, no entendía qué había hecho para ocasionar esa reacción, pero lo que sea haya sido tal vez debería hacerlo más a menudo.

Su cuerpo fue empujado por el de su mejor amigo hasta que su espalda entró en contacto con una sólida superficie que atribuyó a la pared, pero supo que era la puerta de alguna otra habitación cuando el contrario le presionó contra ella, besándole con fuerza y haciendo que tuviera que sostenerse de sus hombros para no ceder ante sus piernas temblorosas.

Sus labios se movieron con entusiasmo correspondiendo, sintiendo un cosquilleo en el abdomen ante el frío que emanaba de él y que solo le hacía sentir calor, toda su anatomía se regocijaba ante la manera idónea en la que encajaba con la del chico, su cuerpo solo pedía más.

El vampiro tanteó la madera hasta encontrar la manija y girarla, sosteniendo con firmeza al más joven para que no se tambaleara al momento de abrir. Cerró de nuevo detrás de sí, sin soltar sus labios, sorprendiéndose cuando esa vez fue Jungkook quien hizo que su espalda se pegara al material.

Suerte que el hospital acostumbraba a tener poca demanda de pacientes, no sería nada cómodo que hubiese algún interno en aquel cuartito observándoles cual telenovela desde la camilla.

Las inquietas manos del pelivioleta se colaron al interior de la sudadera y camiseta del azabache, acariciando su espalda, enloqueciendo con su suavidad, percibiendo que se estremecía ante el contacto mientras la diferencia en la temperatura de sus pieles se entremezclaba divinamente.

Taehyung volvió a invertir las posiciones en un ágil movimiento, acorralándole y devorando su boca, desviándose después para apresar el lóbulo de su oreja con los labios y besando un poco más abajo, sintiendo que enredaba los dedos en sus cabellos y escuchando los soniditos que soltaba junto a los desbocados latidos de su corazón como óptimo complemento.

Era él quien le tenía así, tan frágil, tan dispuesto, ese muchacho estaba temblando por su tacto, era ante su cuerpo que reaccionaba el de él. Le tenía a su merced con sus caricias, su respiración le traicionaba porque no podía contra lo que le hacía sentir, Jungkook era un desastre a su causa, un desastre tan perfecto...

Lo quería, demonios, quería tenerlo, poseer todo de él hasta que ya no quedara nada que no le perteneciera, nada que se le escapara. Quería fundirse en su piel, hacerse uno con su cuerpo, robar sus suspiros, tocar su alma si era posible, todo, de él, todo. Su energía, calor, esencia, sabor, lo quería.

Sus manos apretaron la cintura del chico y entonces mordió su cuello, sin los colmillos, solo tirando suavemente de su piel con anhelo, saboreando la tersura con sus labios, rindiéndose a la tentación, sucumbiendo ante el deseo de tener más. «V».

El azabache jadeó bajito y Taehyung se forzó a quitarle las manos de encima para retroceder algunos pasos, con el pecho subiendo y bajando de manera desenfrenada. Había escuchado eso otra vez, ese eco en su cabeza que si es que tenía una voz sin duda era la de Yoongi, recordándole que era Jeon Jungkook a quien tenía enfrente, recordándole quién no quería ser y todo en lo que había dicho no querer convertirse.

Su espalda baja se topó con la camilla y sus manos se afirmaron en las barandillas metálicas, observando a su mejor amigo con los ojos bien abiertos en pánico y la respiración pesada. Había estado tan cerca, había estado a tan poco.

—Espera —musitó—. No, no te acerques —le dijo, notando sus intenciones y haciendo que detuviera cualquier movimiento.

El menor también respiraba de manera entrecortada, tal vez incluso más, tenía los labios rojos y los ojos brillantes, que observaban los fulgurantes ambarinos de su acompañante, como dos hermosas e hipnotizantes perlas que destellaban en la oscuridad.

—Sí, lo siento —susurró, creyendo que quizá estaban yendo demasiado rápido, pero era como si perdiera el control cada vez que tenía a Taehyung así de cerca.

El mayor pasó saliva antes de volver a acercarse, manteniendo las manos quietas a los costados de su propio cuerpo aunque acercando su rostro al de él, rozando su mejilla con la nariz y cerrando los ojos. Si se trataba del azabache, sentía tantísimas cosas hasta con el más pequeño acto que le asustaba.

—Jungkook, haces que no pueda contenerme —murmuró cerca de su oído, enviando un cosquilleo que recorrió la columna del más joven, su corazón parecía querer suicidarse—. Será mejor que nos vayamos ahora.

Sus dedos alcanzaron de nuevo la manija y el menor se apartó de la puerta para que pudiera abrir, acercándose más a él en consecuencia, tal vez a propósito, tal vez en un gesto inocente. Sus ojos examinaron los contrarios con fijeza durante unos segundos, el vampiro tenía sin duda una mejor visión, pero el menor también tenía una maravillosa vista de sus encantadoras facciones.

—Vamos por la salida de emergencia, solo tiene seguro desde dentro —contó, dando la vuelta para salir, Taehyung tomó aire con fuerza ahora que no tenía su adictivo aroma cegándole la razón—. Voy a buscar mis cosas y a firmar la salida —añadió, señalando hacia el lugar donde quedaba el registro, que era donde había intentado ir antes de..., bueno, la interrupción.

—Te espero abajo, ¿sí?

—Claro. —El azabache suspiró cuando se quedó fuera de su vista, su corazón latía de excitación y felicidad, todo con ese muchacho era tan intenso que siempre le dejaba anonadado. Las cosas entre ellos habían dado un giro crucial y repentino que antes no habría podido creer si se lo contaran y eso le tenía en las nubes.

Regresó a la habitación luego de firmar la salida, agarrando sus llaves y celular, lanzando una mirada a su padre quien descansaba plácidamente en la camilla.

—Está bien, ya sé que no me echará en falta cuando despierte y no esté aquí —le dijo, por más que sabía que estaba en un sueño demasiado profundo como para escucharle. Se dirigió a la puerta, pero se volvió una última vez antes de salir—. No sé qué era lo que iba a decirme antes de caer por las escaleras —sus ojos recorrieron la figura del hombre, preguntándose por qué a pesar de todo se sentía mal verle en ese estado—, pero sea cual fuera el insulto que me tenía preparado... no soy eso.

Tomó las escaleras para bajar al primer piso e iba a girar para dirigirse a la parte trasera, pero visualizó a Taehyung en el exterior a través de las puertas de cristal de la entrada principal. No hubiese sido nada raro si no fuera porque él no estaba solo.

Entrecerró los ojos en un intento por ver mejor y supo que se trataba de ese chico de cabello naranja. Los dos parecían estarse diciendo algo con mucha prisa y vio a su hyung asentir, antes de que el desconocido diera un apretón en su hombro y se marchara.

—Solo se encontraron y se estaban saludando —razonó consigo mismo, retomando el camino a la salida de emergencia—. En la madrugada y a las afueras del hospital, obviamente.

Giró la manija pero la puerta no se abrió, lo que hizo que su ceño se frunciera al notar que tenía el pasador, ¿por dónde había salido Taehyung entonces? Eso ya catalogaba como muy extraño, ¿cierto?

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