09

Las clases de ese día terminaron por fin y para Jungkook no habían sido más que una tortura luego de tan buen momento en los baños, aunque ya suponía que había sido demasiado bueno como para que continuara de ese modo.

Sus dedos tamborileaban inquietos sobre la pasta dura de su libro de ciencias mientras esperaba en la entrada. No es como que no hubiese considerado salir corriendo para no verle, pero estaba seguro de que necesitaban hablar y no tendría sentido seguir posponiendo eso.

Taehyung llegó un par de minutos después, dedicándole una sonrisa que atrajo toda la atención del menor a sus labios, oh, casi creía que podía sentirlos todavía sobre los suyos.

—Kookie, te estuvimos esperando en la cafetería —le dijo, y el azabache apartó la mirada.

—Sí... Decidí aprovechar el receso para adelantar unos ejercicios de álgebra y no tener tantos deberes para el fin de semana —explicó, saltándose la parte de que lo hizo escondido en la cancha de juego para no encontrarse con él y Hoseok.

¿Cómo se suponía que iba a ir con ellos tan tranquilamente como si nada hubiese pasado? ¿Y por qué él sí que lucía tan tranquilo como si nada hubiese pasado?

—¿Ustedes... hablaron? —se atrevió a preguntar, notando que el mayor observaba hacia la carretera como si estuviese buscando algo, y le observó asentir.

—Sí, y... hoy no podré irme contigo —mencionó, volviendo a mirarle.

—¿Por qué? —musitó Jungkook, como si en realidad temiera conocer la respuesta.

—Es que... quedé con unos amigos —se excusó, guardando las manos en los bolsillos de su chaqueta, sintiendo las gafas de sol y el estuche de los lentes de contacto.

—¿No es que vas a salir con hobi hyung?

—¿Con Hoseok? —El vampiro le miró con confusión—. No, ¿por qué?

—¡Hey, V! —El menor no hizo caso a ese llamado al principio pensando que no era para ninguno de los dos, pero acabó mirando su lugar de procedencia cuando Taehyung hizo lo mismo, encontrando a dos muchachos que parecían estar esperando a su mejor amigo desde un punto algo apartado.

—¿Esos son los amigos de los que hablas? —preguntó, con una mueca que mezclaba extrañeza y tal vez disgusto, observando sus cabellos extravagantes y ropas oscuras, una combinación curiosa si es que lo que querían era pasar desapercibidos. Sospechaba que tuviesen algo que ver con las recientes desapariciones de su hyung.

Nunca los había visto antes y eso era mucho decir para un pueblo como ese. Se preguntaba desde cuándo su acompañante se veía con ellos, pero estaba seguro que no podía ser desde hace mucho y, sin embargo, ahí estaban, esperando para llevarse al chico con el que se suponía que le urgía hablar.

—Sí, son ellos. Tengo que irme ahora, pero si me necesitas llámame y vendré contigo, ¿de acuerdo? —Jungkook se limitó a asentir y mirar sus ojos cuando el mayor llevó la mano a su mejilla y se inclinó en su dirección, detallando todo su rostro por unos segundos para luego solo dejar un dulce beso en su frente.

El azabache cerró los ojos, preguntándose por qué esa vez ese gesto le resultaba insuficiente, y su mente se llenó de dudas cuando el muchacho le sonrió, dando media vuelta para caminar hacia el lugar donde le esperaban, después de un suave:

—Ten mucho cuidado.

Le observó alejarse, sintiéndose de repente alicaído. ¿Y si él no quería que nadie les viera, que nadie supiera lo que pasó entre ellos? Eso era lo último que quería, que la relación que tenían cambiara debido a sus sentimientos incontenibles, pero, en ese momento, cuando sus corazones habían latido como uno en los baños, no había dudado. Se había sentido correspondido, seguro. Pero, claro, eso fue antes de que Hoseok seguro se declarara a su mejor amigo.

Suspiró sin quitarle los ojos de encima. Taehyung, quien solía resaltar donde sea con su sublime apariencia, ahora estaba contrastando divinamente en medio de esos dos chicos. Su ceño se frunció por un segundo, notando el inquietante hecho de que..., de alguna forma, se parecían.

Fue muy sencillo perderles el rastro, así que optó por abrazarse a su libro y dejar la preparatoria a pasos poco apresurados.

El pelivioleta caminaba con la vista clavada en el asfalto bajo sus zapatos, hubiese preferido llevar al menor a casa primero, pero se negaba a que Jungkook estuviese cerca de Jimin y Yoongi. También hubiese preferido quedarse con él, pero igual sabía que tenía que resolver su error antes. Tal vez al terminar con eso por fin tendría algo de paz.

—¿El muchacho con el que estabas es Jungkook? —preguntó de repente el de cabellos color menta.

—Sí, ¿por qué lo preguntas? —inquirió, levantando la cabeza para observar su perfil.

—Sentí tu tensión desde lejos. Tienes que reprimirte mucho estando cerca de él, ¿no? Pero admito que eres fuerte.

—Se llama querer mucho a alguien. —El mayor le miró de vuelta.

—Sé lo que es... ¡Hombre! ¡No quería saber eso!

—¿Qué cosa? —le dijo, confundido, mirando su mueca de desagrado a la vez que se detenían.

—¡Hey, mírame cuando dejes de pensar en eso!

—Pero... ¡¿Puedes leer la mente?! —saltó, creyendo que, por más irónico que fuera, esa era la explicación más razonable para la reacción del chico. Estaba seguro de que a Yoongi no le gustaría de a mucho conocer sobre su escenita en el baño con Jungkook, y después de todo no podía sacarse aquello de la cabeza—. Eso es increíble, ¿también puedo leer mentes?

La mano de Jimin se acomodó en su hombro para hacer que se girara en su dirección, por lo que sus ojos se encontraron con los verdes de él, quien tenía el ceño fruncido.

—¿Qué es eso? —cuestionó, refiriéndose a los lentes de contacto. No lo había notado hasta ese momento, pero que Yoongi hubiese podido leer la mente del menor le hizo reaccionar.

—Lentillas —respondió—, es mejor que explicar por qué el color de mis ojos cambió de repente. Aunque al principio de todas formas solo fue un problema, estaban tan rojos que la profesora me acusó de consumir drogas, por suerte desapareció al rato.

—Eso pasa porque bloquean tu poder y él busca la manera de resistirse. Tendrás que quitártelas —dijo Yoongi, recuperando su característico semblante serio.

—Es la segunda vez que escucho algo parecido hoy —resopló—. De todas formas, ni siquiera sé cuál es mi poder, así que ¿qué importa? ¿Y por qué demonios siempre se miran de esa forma cuando lo menciono? —Ellos dejaron de compartir miradas para regresar su atención a él, y Jimin prefirió esperar a que fuera su compañero el que respondiera al no tener idea de qué decir.

—Como sea, no descubrirás cuál es si lo bloqueas. Sigamos. —Los más jóvenes no rechistaron y retomaron el camino, avanzando a la par por el andén.

—Ah, hay tanto ruido aquí —se quejó el de cabellos anaranjados—. El bosque es todo el tiempo tan tranquilo...

—¿Y por qué no nos reunimos en el búnker? —preguntó Taehyung, rodando los ojos al notar que volvían a mirarse entre ellos.

—Está bien aquí. Hay que cambiar de aires, para variar.

—Cuando fui anoche a avisarles lo de JiUn casi me sacaron a empujones del bosque —señaló—. El líder dijo que ahora también había un lugar para mí en el búnker.

—Y el líder no mintió —dijo Yoongi, con un tono aburrido—. Solo pensamos que te sentirías mejor aquí en tu ambiente.

—¡Oh! ¿Ese es el restaurante que dijiste? —intervino Jimin, aprovechando que ya se encontraban en la calle paralela al establecimiento—. No existía cuando yo vivía aquí —comentó, manteniendo la sonrisa que hacía ver sus ojos muy pequeños—. Vamos, vamos.

Les empujó un poco para que cruzaran la carretera y la puerta golpeó la campanita en lo alto que anunció su llegada, parecía que su función era más bien informar de la entrada de un nuevo blanco de chismes. Caminaron hasta una mesa desocupada con las miradas de la mayoría detrás de ellos, recordando a Taehyung la última vez que había estado ahí con Jungkook.

Sus acompañantes tomaron asiento, pero él fue al baño para quitarse los lentes de contacto antes de acomodarse en el sofá alargado frente al que estaban ellos. Suspiró de alivio, sintiéndose mejor al ya no tener esas cosas en los ojos. Sus orbes ámbar casi destellaban como si tuvieran vida propia y gritaran libertad, lo que hizo sonreír de aprobación a Jimin y Yoongi.

—Bien, ¿cómo haremos esto? —dijo, disponiéndose para escuchar el gran plan.

—Tenemos que llevarnos el cuerpo, es la única manera —respondió tranquilamente el mayor de los tres.

—¿Dices robarlo de la morgue? —inquirió, ¿ese era su fantástico plan? ¿Tan siquiera aquello era un plan? ¿Dónde estaba la parte no inhumana en eso?

—No podemos permitir que realicen la autopsia.

—¿Y qué si tiene familia? Por lo menos deben poder sepultar su cuerpo.

—Lo haremos nosotros. —El menor resopló, dejándose caer en el espaldar de su asiento, y sus ojos viajaron hasta Jimin en busca de ayuda, pero él se encogió de hombros.

—Hyung tiene razón.

—Está muerta —dijo Yoongi, sin molestarse en sonar empático—. Ya no hay nada que puedas hacer por ella, ¿lo entiendes? Ahora que haces parte de esto, debes ser fuerte o no sobrevivirás.

—Fuerte no es lo mismo que desalmado.

—Entonces mira el lado positivo, la mataste con el alma.

Taehyung se tensó, observando los tan oscuros ojos del contrario, por un momento preguntándose cómo alguien podía ser tan crudo, pero por alguna razón estando seguro de que él lo decía porque creía que así le estaba enseñando a ser frío y a no dejarse tambalear por algo que ya no podía arreglarse.

—¿Cuándo? —masculló, negándose a mantener el rumbo que había tomado la conversación, y volvió a mirar al de cabello anaranjado, dando a entender que quería que le respondiera él. Tal vez era inmaduro, pero tenía muchas ganas de aplicarle la ley de hielo a Yoongi.

—Dijiste que la autopsia está planeada para mañana temprano, así que debe ser hoy. Lo haremos alrededor de la medianoche cuando el lugar no tenga tanta vigilancia y los internos estén descansando. Entrar al hospital no es problema y escabullirnos tampoco, lo notarán solo cuando descubran que el cuerpo no está.

—Lo conozco bien, la morgue está al fondo en el primer piso, cruzando un pasillo largo. En la puerta principal no suele quedarse ningún guardia porque cierran bien, pero hay cámaras de seguridad —explicó—. Podemos entrar por una ventana que hay en el ala este del segundo piso, nunca está bloqueada. Después de todo, no es como que alguien pueda meterse por ahí, ¿no? Solo hay que tener cuidado con el enfermero que esté haciendo ronda.

—Entonces está acordado. Nos encontraremos en el hospital, pero al margen del bosque.

—Bien. —Y como si el universo supiera que se estaban quedando sin qué más decir, su celular comenzó a vibrar en el bolsillo delantero de su pantalón, por lo que lo sacó para revisar de qué se trataba, suspirando con cansancio después—. Es un recordatorio, en una hora comienza mi turno, siempre lo olvido.

—¿Turno? —repitió Yoongi.

—Trabajo los fines de semana, ¿cómo crees que me mantengo?

—Yo no trabajo e igual me mantengo.

—Sí, porque matas.

—Ya —intervino Park, como siempre siendo la luz de paz cuando se trataba de ese par—. Hyung, por favor deje de ser tan conflictivo.

El mayor rodó los ojos, chasqueando la lengua antes de volver la cabeza para observarle.

—Jimin, realmente odio que me hables de esa manera tan formal —le dijo—. Es... porque me hace sentir viejo. —El aludido rio bajito cuando él desvió la mirada y el pelivioleta levantó las cejas en una mueca de «quién lo diría...»

—Ugh, no han dejado de hablar del Kim Taehyung ese desde que llegamos, estoy harto —expresó de repente, llevándose las manos a la cabeza y desordenando sus cabellos tintados de naranja. Entonces se quedó quieto y cerró los ojos, suspirando con fuerza—. Tú eres Kim Taehyung, ¿cierto?

—Mucho gusto —confirmó, con una sonrisa un tanto irónica que no enseñaba los dientes, y el contrario pegó la frente a la mesa.

—No quería saberlo —musitó.


✞︎


Jungkook pasó el seguro y se apoyó en la puerta, esa solo sería otra noche terrible más, pero esperaba estar bien mientras se mantuviese alejado de ese hombre, de sus comentarios y de sus botellas de alcohol voladoras.

Se arrojó bocabajo en la cama, hundiendo el rostro en una de sus almohadas y pensando en Taehyung, amaría que él estuviera ahí, quería su apoyo, abrazarle para ya no sentirse triste o llamarle para relajarse escuchando su voz. Tuvo que aceptar el hecho de que no podía tener ninguna de las dos en ese momento, si sus cálculos no fallaban él ya estaría en su trabajo.

Se incorporó cuando escuchó el pitido ahogado de su celular, que le indicaba que había recibido un nuevo mensaje o una notificación inservible de alguna aplicación que seguro no utilizaba pero que no quería desinstalar. Lo encontró debajo de toda la maraña de cobijas, confirmando que era de KakaoTalk.

[21/4, 7:20 p. m.] Minseok: ¿Por esto me hablaste hoy? :(

Jungkook leyó el texto con extrañeza, clicando en el enlace que acompañaba el mensaje, buscando comprender a qué se refería su compañero. Le llevó directamente a una publicación de Instagram, el nombre de usuario solo le hizo fruncir el ceño.

Confesiones Natten.

—¿Hicieron una cuenta de chismes del pueblo? —inquirió, escéptico, pero a fin de cuentas no fue eso lo que se llevó toda su atención.

La fotografía publicada era una donde aparecía la persona que era dueña de la mayor parte de sus pensamientos. Estaba en una de las mesas de un restaurante que reconoció sin problema y en el sofá frente a él estaban esos dos muchachos que le habían recogido en la preparatoria.

Sus ojos se detuvieron por un rato en el atractivo rostro sonriente de su mejor amigo, de nuevo tenía esos lentes de colores que le lucían tan bien, estaba mirando al que tenía el cabello naranja, quien parecía reír con ganas ante algo que de seguro le había dicho. El otro muchacho, de cabello color mentolado, ocultaba una pequeña sonrisa con la pajita de su bebida, se percató de que Taehyung era el único que no tenía una enfrente.

El pie de la publicación le desagradó incluso más que la misma.

Le apuesto a que Kim Taehyung practica el poliamor.

El azabache todavía juzgaba en su cabeza a las personas que hacían esas cosas, no comprendía la necesidad de entrometerse de esa manera en la vida de los demás, pero quizá estaba siendo uno de ellos en ese momento porque no se contuvo a abrir los comentarios, donde había un montón de usuarios hablando al respecto, el último era de hacía tres minutos.

¿Y Jeon Jungkook?

¿Qué con él? Solo son buenos amigos.

Lástima, yo sí los shippeaba.

¿Y quiénes son ellos? ¿Alguien los había visto antes?

Han de ser nuevos en el pueblo.

Uy, ojalá no les pase lo de Lee JiUn...

Cerró la aplicación y bloqueó la pantalla, dejando el celular a un lado con cierta brusquedad para dedicarse a observar el techo con las cejas muy fruncidas. No sabía qué pretendía Minseok con eso; si creía que respondería felizmente su mensajito y se pondrían a charlar para luego caer enamorados y comer perdices como en los cuentos, pues estaba bien equivocado.

Lo que dijeran todos esos adolescentes entrometidos de él y Taehyung en realidad le importaba un carajo, si algo como eso estuviese pasando su mejor amigo se lo diría. Jamás desconfiaría de él por una ridícula publicación, menos luego de lo que habían vivido ese día, e incluso se preguntó cuántas habrían de ellos dos, pero no le interesaba averiguarlo.

Se cuestionó su existencia ahora que no sabía qué hacer para despejar la mente de todo eso, sintiéndose tan solo como ya acostumbraba cada vez que estaba en esa casa. Optó por disponerse a hacer la tarea de ciencias y se levantó para buscar el libro, pero su mirada viajó de inmediato a la puerta cerrada al escuchar un fuerte golpe que pareció provenir del primer piso.

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