08
En la preparatoria gran parte de los jóvenes habían regresado a la normalidad, y los que no era porque les gustaban demasiado los chismes. Con frecuencia seguían mencionando el ataque de la chica nueva que en realidad no había alcanzado a ser la chica nueva, pero incluso los que ya no hablaban de eso también esperaban con ansias que se realizara la autopsia para que se filtraran cuanto antes los resultados y lo que de verdad había pasado.
A Taehyung ya le dolía la cabeza de escuchar tanto al respecto, y eso que acababan de llegar. Tal vez todavía no podía controlar sus súper oídos o lo que fuera porque todo era muy nuevo aún, pero en serio deseaba que se callaran tan siquiera durante unos minutos.
Jungkook se enganchó a su brazo en ese momento, como si hubiese sabido que necesitaba sentir apoyo aunque no tuviese ni idea de por qué. Le miró a su lado a través de sus gafas de sol y le sonrió, agradeciéndole en silencio, y el azabache correspondió ese bonito gesto de la misma forma.
Cruzaron la entrada principal y avanzaron por los pasillos, atrayendo las miradas y comentarios de todos, o casi todos, como ya se había hecho una costumbre. Varios les saludaban, pero la mayoría prefería ocuparse en cuchichear de ellos. Hoseok se les acercó en cuanto les vio, saludando a ambos con un corto abrazo y su alegre actitud característica.
—Tae, ¿estás bien? Me preocupé ayer.
—Sí, sí, lamento haberte puesto en esa situación —dijo, de repente muy entretenido en marcar el código de su casillero.
—No te preocupes por eso, no preguntaré al respecto, pero deberías ponerte al día si no quieres que te reporten.
—Kim Taehyung. —Los muchachos se volvieron ante el llamado, encontrándose con la directora a unos pasos de ellos. Con solo verla, los tres supieron que ya era tarde para eso.
—Sí, señora.
—Acompáñame a mi oficina, por favor. Hay algo de lo que quisiera hablar contigo. —El aludido exhaló con fuerza y asintió, dio un suave apretón al hombro de Hoseok y revolvió el cabello de Jungkook antes de seguir a la mujer, escuchando a varios hablar al respecto pero conteniendo el impulso de mirar mal a alguno de ellos.
Sus dos amigos les observaron alejarse con una mueca, suponiendo que nada bueno podría salir de aquella charla siendo que la directora había ido a buscarle personalmente tan cerca del inicio de las clases.
—Oye, Kook —el menor miró al castaño y se encontró con que estaba jugueteando con los libros entre sus manos—, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, hyung —contestó, disponiéndose para escuchar lo que tenía por decirle, ciertamente curioso.
—Tú... ¿Te gusta Taehyung?
Y habría visto venir cualquier cosa menos eso. No era como que ya no estuviese acostumbrado a recibir ese tipo de comentarios, pero que fuera por parte de él le tomó desprevenido, más porque era su amigo y no quería decirle simple palabrería vacía como a todos.
¿Pero por qué le preguntaba eso de repente? ¿Él de verdad daba esa impresión? ¿Gustarle Tae? Claro que sí, pero no podía responderle eso porque sabía que la cuestión iba mucho más allá.
Tenía claro que ese chico había sido creado y esculpido por los dioses, mismos que se habían encargado de pulirlo con un fino y delicado pincel, prestando suma atención a cada detalle para que quedase perfecto, y que, como si su descomunal belleza no fuera suficiente, todas las cosas más maravillosas, admirables, magníficas y sublimes se habían unido para formar su personalidad; pero tampoco podía responderle eso.
—Hobi hyung, Tae es mi mejor amigo. —El mayor sonrió sin mostrar los dientes, mirando directamente sus ojos.
—Eso ya lo sé, Kook, pero me temo que no responde mi pregunta.
—Es que, hyung, ¿por qué lo pregunta? Él..., pues..., me gusta como mi mejor amigo —le dijo, porque eso era mucho más sencillo que intentar explicarle todas las dudas que tenía al respecto.
—¿De verdad? Ah, es que con todos comentando que ustedes dos se traen algo... No sabes el peso que me quitas de encima, ahora podré confesarle tranquilamente lo que siento.
—Espere, ¿qué? —inquirió, perplejo, sintiendo que la realidad se le iba encima como una cubeta de agua helada—. ¿L-le gusta Taehyung? —No, eso lo cambiaba todo, no quería ver a su mejor amigo con alguien más y no tenía reparo en admitirlo, fuera eso contradictorio o no—. ¿Desde cuándo?
—¡Pues desde hace mucho! Ya ni siquiera lo recuerdo, tal vez desde que lo conocí aquí en primer año tras mudarme al pueblo, no lo sé. Es solo que veía su relación y cómo se comportan con el otro y mis esperanzas disminuían... Pero ustedes dos siempre negaban tener algo romántico, aun así no quería hacer ni decir nada hasta hablarlo contigo. Te juro que si tú estuvieses enamorado de él, yo me apartaría. Eres mi amigo, jamás te haría eso. ¡Gracias, Kook!
El menor se mantuvo inmóvil, mirándole con la boca entreabierta y ojos tan confundidos como sorprendidos. Hoseok le dio un abrazo rápido luego de su tormenta de palabras, ladeando la cabeza al separarse y observar su expresión.
—¿Estás bien?
—Sí, sí, solo... me ha tomado por sorpresa, creo. No sabía que le gustaban los chicos —comentó para salir de paso o para convencerse de que era eso y dejar de sentir esa asfixiante presión en el pecho, pero no funcionó. Su acompañante se encogió de hombros con despreocupación.
—Kook, ¿estás seguro de que está todo en orden? —Jungkook le observó con sus grandes y oscuros ojos, sintiendo que algo dentro suyo ardía hasta el punto de querer gritar.
Ya era tarde y era así por su culpa, su compañero se miraba tan feliz con la noticia de que tenía vía libre que no podría soportar decirle ahora lo contrario, ¿quién era él para quitarle eso? Podía seguir como hasta ahora, debía convencerse de que no necesitaba más, porque Taehyung no dejaría de ser su mejor amigo.
Y, extrañamente, esa última frase no resultó alentadora como se suponía que fuera.
—Todo está en orden, hyung. Espero... que tenga suerte —añadió con una sonrisa, inclinándose en una pequeña reverencia antes de dar media vuelta para ir a su respectivo salón.
Entre tanto, Taehyung estaba siendo escudriñado por la severa mirada de la directora desde el otro lado del escritorio. Su pierna derecha se movía con impaciencia, y la mujer apartó la vista solo para revisar el expediente del muchacho que tenía sentado enfrente.
—Kim Taehyung, tus calificaciones son muy buenas y tu asistencia era perfecta hasta antes de ayer. Del mismo modo... ningún profesor se había quejado de tu comportamiento hasta ayer —dijo, pasando y leyendo las páginas antes de volver a cerrar la carpeta y dejarla a un lado—. También hay rumores de que tuviste una pelea con un chico de un curso inferior al tuyo, pero ningún estudiante ha venido a quejarse de eso y sé que todos suelen hablar mucho. ¿Algo que quieras decir?
—No, señora. —El vampiro apretó los labios ante la mirada que le dedicó ella, con la que le decía que esa en definitiva no era la respuesta que estaba esperando—. Es que no me sentía muy bien, creo que era un resfriado, por eso no pude asistir a las clases..., pero ahora ya me siento mejor.
—Muy bien, sabes que a la tercera falta tengo que suspenderte si no puedes presentarme una justificación decente. Si es por salud debes respaldarlo con un certificado médico o tendré que comunicarme con tu madre.
—No es necesario, ella no puede hacer mucho desde Daegu y solo se preocupará, yo puedo responder perfectamente por mí. Como le dije, me siento mejor y ya estoy aquí, también hablé con mi compañero y él me prestará los apuntes para ponerme al día.
—¿Y respecto al profesor Park? —Taehyung casi se desinfló en el asiento, la mujer apoyó los codos en el escritorio y entrelazó las manos—. Escucha, Kim, aquí no tenemos ningún inconveniente con la libre expresión de nuestros estudiantes, pero dentro del aula de clases debes obedecer las instrucciones de los docentes. No es apropiado que uses ese tipo de accesorios mientras tomas tus lecciones, es grosero para la persona que está al frente intentando impartirte algo, justo como ahora. Por favor guárdalos para después de clases.
—Está bien —musitó, la directora enarcó una ceja—. ¿Ahora?
—No podría haber un mejor momento. —El menor la miró por varios segundos con los ojos bien abiertos, pero no es como que ella pudiese notar eso. Se resignó porque sabía que no tenía escapatoria y se quitó las gafas de sol en medio de un suspiro, observando su expresión de sorpresa.
—Pero...
—Ya, ya sé, es la falta de sueño, se lo aseguro.
—¿Falta de sueño? —repitió con incredulidad, y se inclinó sobre el escritorio para verle desde más cerca, aunque Taehyung desvió la mirada incómodo—. ¿La falta de sueño no produce ojeras? Lo que yo veo son los ojos rojos de un adolescente que asiste drogado a la preparatoria.
—¿Disculpe? —cuestionó de inmediato, ofendido—. Directora Jun, no está bien que haga ese tipo de acusaciones tan serias —comunicó, cruzándose de brazos—. Me dijo que me los quitara y lo hice, las razones por las que los estaba utilizando ya son completamente extracurriculares siempre que eso no afecte mi rendimiento académico o mi relación con mis compañeros y docentes. —Su acompañante le observó como si no pudiera creerlo. Si bien sabía que no debía haber dicho aquello de forma tan premeditada, la enrojecida esclerótica del chico resaltaba demasiado alrededor de sus iris oscuros y eso le había impactado.
—Tiene razón, en ese aspecto me disculpo, pero sepa que estaré al pendiente de usted mientras esté en las instalaciones, Kim.
—No tengo problema con eso, también me disculpo por lo que pasó con el profesor Park, precisamente quería evitar esto. Si no es más me retiro, mi rendimiento también depende de que sea puntual y las clases ya comenzaron —expresó, con cierto deje de ironía que la mujer no percibió.
—Tome esto —le dijo, firmando rápido un papel que luego le extendió—, para que justifique el retraso.
—Gracias, permiso. —Se levantó y se despidió con una venia, suspirando de alivio una vez que dejó la oficina. Decidió aprovechar un poco más el certificado que le había dado y se dirigió a los baños de hombres, agradeciendo que estuvieran despejados a esa hora.
Sus labios se fruncieron en una mueca al observarse en el espejo. Desde el principio supo que utilizar lentes de contacto marrones para disimular el nuevo color que tenían sus ojos iba a ser una tortura.
Encima no bastaba con odiar la sensación de usar lentillas sino que parecía haber sufrido una reacción alérgica porque ahora estaban bastante irritados, aunque no le dolía ni nada. Sin embargo, apenas se los había puesto antes de salir de casa incluso se habían mirado peor, por eso se había visto obligado a utilizar gafas de todas formas, así que de verdad esperaba que el enrojecimiento siguiera disminuyendo con el paso del tiempo hasta desaparecer.
No tuvo otra opción más que regresar así a su salón, evitando hacer más contacto visual del necesario y caminando sin desvíos hasta su pupitre junto al de Hoseok, quien estaba, por alguna razón, muy sonriente.
✞︎
Jungkook no podía concentrarse; números, letras, la raíz cuadrada de no-sé-qué, la equis en un lugar que no era el abecedario, nada de eso tenía sentido en su cabeza o es que él no se estaba preocupando por dárselo, ¿y cómo podría? Si tenía a su buen amigo seguramente a nada de declararse a su mejor amigo.
Si lo hacía y resultaba que Taehyung le correspondía... estaba perdido, pero si no era recíproco estaba perdido también, porque entonces solo no podía correr hacia el pelivioleta como si lo que sintiera Hoseok no importara.
Ah, era todo tan complicado. Si tan solo le hubiese dicho a Hoseok que no estaba tan seguro de la respuesta... Pero se había paralizado. Aceptar que, puede ser, sentía algo por Taehyung no era sencillo, por más que tuviera la certeza de que sus reacciones estando cerca de él no eran precisamente muy vistas entre mejores amigos.
Es que ellos siempre habían tenido ese trato cariñoso, aunque no podía negar que en ese último tiempo algo había cambiado, no sabía lo que era, solo sabía que de repente todo era mucho más... intenso.
De todas formas, ¿por qué estaba dependiendo de él? ¿Por qué tenía que rayarse la cabeza por el hecho de que Hoseok se le adelantara? Es decir, Taehyung también podría intentar algo y no lo hacía, así que no, no era solo su culpa, era injusto ser el único que estaba sintiéndose de esa manera.
Se percató de que varios de sus compañeros comenzaban a susurrar y reír bajito entre ellos, lo que le hizo levantar la mirada de su libreta para averiguar lo que pasaba. El profesor se había quedado dormido en el escritorio, típico, y por fortuna, porque en ese momento seguro podría hacer cualquier cosa menos esos largos ejercicios.
Guardó sus cosas en el gabinete de su pupitre, esa era la última clase antes del receso y era obvio que ya podía darse por terminada. Se dejó caer en el respaldo, pero su plan de volver a enfrascarse en sus pensamientos poco inspiradores cambió cuando visualizó a un muchacho castaño abandonando el salón.
Se puso de pie y en cuestión de segundos ya estaba caminando detrás de su compañero por los pasillos, intentando alcanzarle.
—Minseok —llamó, consiguiendo que se volviera y que se detuviera al reconocerle, con lo que pudo llegar a su altura.
—Jungkook, hola —saludó, mirando hacia todos lados para asegurarse de que cierto joven de cabello violeta y manos fuertes no se aparecía de repente.
—¿Cómo estás? —inquirió, permitiéndose hablarle de una forma un poco más informal—. No hablamos de lo de ayer y-
—No te preocupes por eso —interrumpió, inquieto—. Huh, ven —le dijo, indicándole que le siguiera hasta el corredor que conducía a los baños, donde sería más difícil que alguien les viera, o que él les viera, más específicamente.
—Umh, ¿está todo bien? —le preguntó el azabache con extrañeza, notando que estaba muy al pendiente de su alrededor.
—No quiero que tu amigo nos vea hablando y piense que te estoy acosando —dijo sin titubeos.
—Minseok, Taehyung no es el chico terrible que crees que es, él lo hizo porque... ¿Sabes qué? No quiero que hablemos de él —expresó, cruzándose de brazos para verse muy seguro de sí mismo. Ahora solo se sentía irascible, si el mayor se iba a hacer su vida con Hoseok pues él también tenía que hacerse la suya—. Yo solo quería disculparme por lo de ayer, sé que tú no tenías malas intenciones.
—Ya, hubiese sido bueno que eso alcanzara a entrar en la cabeza de Kim, es tan impulsivo que no escucha nada que no sea lo que quiere —aseguró, Jungkook sintió el impulso de defenderlo porque nadie le conocía tanto como él, pero se contuvo.
—¿Qué te dije de no hablar de Taehyung? —El contrario entrecerró los ojos, mirándole con curiosidad.
—¿A qué se debe ese cambio repentino? ¿Se pelearon? Si es que no te molesta que pregunte, claro.
—No, y no nos peleamos, pero no es como que nuestra vida sea el otro.
—¿No? —El azabache abrió la boca y volvió a cerrarla, en un indeciso titubeo, ante su ceja enarcada.
—No importa, él no está aquí ahora y yo solo quería saber si estabas bien.
—Estoy perfecto, no fue la gran cosa después de todo, aunque, si te soy sincero, todavía me asusta que aparezca de repente y piense cosas que no son, así que-
Minseok se detuvo, y cuando Jungkook se percató de que sus ojos se abrían en demasía mientras miraba por encima de su hombro, ni siquiera necesitó voltearse para saber lo que pasaba.
—Oye, tú, qué bueno que te veo, hay algo que quiero decirte.
—¡Mira mis manos! ¡No lo estoy tocando!
—Pero si no he dicho nada...
—¿Tienes una alarma que te avisa cada vez que estoy hablando con alguien? —cuestionó el azabache con molestia, Taehyung le miró y frunció el ceño en señal de confusión.
—Jungkook, por favor espérame en los baños.
—No, ¿por qué? ¿Por qué siempre tengo que hacer lo que me dices? —El vampiro le observó perplejo, sin comprender el porqué de su actitud.
—Yo nunca dije algo así. Te estoy pidiendo unos minutos para que tú y yo hablemos a solas, ¿podrías concederme eso?
El menor le dedicó una mirada poco amigable que el pelivioleta en definitiva no veía venir. Su mejor amigo nunca se comportaba de esa forma con él, no le hablaba ni le miraba mal, no entendía su comportamiento ni lo que sea que hubiese hecho que le había molestado, estaban bien esa mañana y él solo había salido de clases para darse un respiro y no enloquecer de nuevo por estar rodeado de tantas personas.
Jungkook terminó dándole la espalda para caminar a los baños de hombres, cerrando la puerta principal detrás de sí, y Taehyung se quedó observando el lugar por donde había desaparecido durante unos segundos antes de recordar que tenía a un muchacho casi temblando al lado suyo.
—Oye, quería disculparme contigo por lo de ayer —le dijo, deseando acabar con él cuanto antes para ir a averiguar qué era lo que pasaba con el azabache—. No debí reaccionar así, pero tú tampoco debiste pasar por alto lo que él te estaba pidiendo.
—Sí, sí, tienes razón en todo, de verdad. No lo volveré a hacer. Ya sé que es tu mejor amigo y que le quieres como a un hermano pequeño, solo-
—Claro que no —le interrumpió con el ceño fruncido, el contrario le miró confundido.
—Huh, ¿no?
—Lo que quiero decir es... No tienes que darme la razón a mí, solo aprende a aceptar cuando te dicen no.
—Sí, señor. Huh, es decir... Claro, sí, es verdad.
—En fin, ya ve a tu clase o lo que sea —instó, palmeando su hombro, y el muchacho se sobresaltó exageradamente por el contacto antes de asentir y alejarse corriendo. Pues sí que se había ganado su respeto luego de la escenita de ayer, o su miedo, quién sabe.
Se acercó a los baños y abrió la puerta, sabía que el corazón del menor latía rápido por pura irritación, y le molestó que de repente fuera eso lo que ocasionaba en él. Volvió a cerrar a sus espaldas, observándole con ojos escrutadores mientras Jungkook estaba apoyado en la pared opuesta con los brazos cruzados sobre su pecho y la mandíbula tensa.
—¿Puedo saber qué te pasa?
—Nada.
—Jungkook, todavía no puedo leer mentes, así que te agradecería si haces esto más sencillo para los dos.
—¿Sencillo para los dos? —repitió, descruzando los brazos y dando solo un paso al frente—. Sí, eso estaría bien, pero resulta que apareces de repente y arruinas cualquier intento.
Taehyung entreabrió la boca en una expresión que combinaba ofensa, incredulidad y dolor, percibiendo como nunca antes que los ojos de ese muchacho no le decían nada.
—Oh, disculpa, es que pensé que mi presencia todavía era bienvenida por ti —espetó—. Ya ves, solo tenías que decir que querías que me alejara y te ahorrarías mi molesta intervención. Es decir, no es como que nuestra vida sea el otro, ¿no?
El menor se quedó pasmado en su lugar. Jamás creyó que Taehyung le diría algo así hasta que recordó que esas en realidad habían sido palabras suyas, y el impacto fue peor. No era solo por el hecho de que él le hubiese escuchado decir aquello, esa frase de verdad estaba haciendo eco en su cabeza de forma tortuosa.
—Yo... Eso no es lo que yo-
—No importa, lo entiendo perfectamente. —El azabache frunció el ceño y su semblante volvió a tornarse amargo.
—No, basta, no hagas eso. No me hagas sentir como si todo fuera mi culpa, no es justo. Tú seguirás con tu vida sin preocuparte tanto por mí ¿y yo qué? Tengo que hacer lo mismo porque no voy a depender de algo que ya no será bilateral.
—¿Por qué solo no me dices lo que realmente quieres? ¿Ah? —El vampiro dio un paso hacia adelante también, sintiéndole más indescifrable que nunca y todavía no podía comprender el motivo. Jungkook no estaba resultándole transparente y eso le disgustaba, porque tal vez no estarían en esa situación si no dependiera solo de sus palabras para desentrañar lo que pasaba por su cabeza—. Deja de decir lo que tú necesitas escucharte decir y grítame si es que es eso lo que deseas.
—¿Qué? ¿Quieres que te diga que no puedo mirarte a los ojos sin que mi cabeza se vuelva un desastre? ¿Que estoy celoso y que estoy odiándome por ser tan malditamente cobarde? ¿Eso es lo que quieres que te diga? Porque dime por favor qué mierda podría cambiar eso ahora.
Taehyung le observó con sorpresa, su mejor amigo se había acercado hasta detenerse justo enfrente y sus ojos solo se miraban demasiado oscuros y profundos.
—No soporto la idea de que fui tan estúpido como para permitir que algo que nunca inició termine y por eso no puedo estar cerca de ti ahora, ¿lo entiendes? Porque te amo, Taehyung.
—Y yo también te amo, Jungkook —musitó, con apenas un hilo de voz, demasiado ensimismado preguntándose si él realmente estaba diciéndole lo que creía que estaba diciéndole. El contrario solo atinó a reír sin gracia.
—No lo estás entendiendo, ¿por qué no lo estás entendiendo? —murmuró, negando despacio con la cabeza, y su mano derecha viajó hasta la nuca del de cabellos violáceos, atrayéndole hasta que sus labios apenas y se rozaron, y entonces se apartó, retrocediendo un paso porque estaba seguro de que lo había echado a perder todo.
Su abdomen cosquilleaba y su corazón casi estaba delirando, ilusionado como si tuviese vida propia, pero era una ilusión dolorosa porque su cerebro le repetía que lo que había hecho estaba mal.
—Jungkook... —El aludido se estremeció al escuchar su nombre de los labios de su acompañante, la forma en la que lo había pronunciado era... anhelante.
Taehyung se acercó hasta que hizo que la espalda del más joven se topara con la pared y apoyó ambas manos en la misma a cada costado de su cabeza. El menor deslizó la mirada por todo su rostro, fascinado con lo que veía, aunque creyendo que había algo diferente en sus ojos. Sus orbes marrones siempre le habían encantado, pero no sabía por qué ahora se miraban distintos.
—Jungkook, ya no puedo más —confesó en un susurro, inclinándose hasta que sus narices se tocaron—. N-necesito...
—¿Qué? —musitó, levantando la mano hasta empuñar la solapa de su chaqueta. En ese momento, teniéndole así de cerca, no le importó si lo que estaba haciendo era moral o no.
—A ti, te necesito a ti —expresó sobre su piel, y sus dedos se enredaron en las hebras azabaches para tirar un poco de ellas hacia atrás, presionando sus labios juntos.
El menor suspiró, cerrando los ojos y abrazándose a su cuello, con los pensamientos revueltos y el corazón desbocado. Sus labios se movían con delicadeza los unos sobre los otros, sintiéndose, conociéndose, dándose la bienvenida y abriendo las puertas a un sentimiento que no hacía más que acrecentar.
El mayor rodeó su cintura con firmeza a la vez que profundizaba en su boca, acercándole más a su cuerpo porque deseaba tener más de él, porque tenerle entre sus brazos era jodidamente todo lo que necesitaba. Lo tenía claro, ahora sí, su deseo por Jungkook iba mucho más allá de su sangre, se sentía fuertemente atraído por él y eso se había vuelto innegable.
—Eres un tonto —le dijo, hablando bajito, sin separarse más de lo estrictamente necesario—, no tenías razones para creer que iba a apartarme.
«Yo sé algo que tú no, que es diferente» pensó él, pero prefirió no decirlo y lanzarse a su boca otra vez, arqueando la espalda y atrayéndole consigo hasta que su cuerpo le presionaba contra la pared. Besar a Taehyung era muchísimo más increíble de lo que pudo haber imaginado. Y por fin supo que eso era lo que tanto venía queriendo de él y que no había comprendido hasta ese momento, tenerle así, de esa manera, solo ellos dos.
Kim atrapó entre sus dientes el labio inferior de su mejor amigo, tirando un poco sin lastimarle, y besándole con más intensidad después, encantado con su suavidad, con su calor, con todas las sensaciones que le provocaba y que le estaban volviendo loco.
Uno de sus brazos descendió hasta su muslo y ejerció fuerza para elevarle y hacer que enredara las piernas alrededor de su cintura, con lo que pudo dirigirle a los lavabos y sentarle ahí, acomodándose en medio, apoderándose de sus labios, de sus suspiros y de sus caricias, todo, lo quería todo de él. Sus manos apretaban levemente sus muslos mientras el azabache le sostenía del rostro, acariciando sus mejillas, jugando con los cabellos violetas de su nuca. Se sentía arder por más que la piel del mayor se percibiera fría.
Taehyung se obligó a separarse cuando sintió el impulso de buscar más, no iba a hacerle daño y se negaba a seguir tentando su suerte. Todo de Jungkook le estaba llamando como una indefensa abeja en busca de miel, sus encías hormigueaban porque se estaba esforzando por mantener sus colmillos ocultos. No podía perder la cabeza.
Sus ojos se encontraron, sus pechos subiendo y bajando con pesadez, sus labios rojos y entreabiertos, hambrientos por más. El menor notó cierto resplandor ambarino en sus iris que desapareció tan pronto como llegó, no podía creerlo, ellos dos, de verdad había pasado.
Entonces el vampiro observó a su izquierda, hacia la puerta cerrada, y no demoró en tirar de él para ayudarle a bajar de los lavabos, justo cuando la manija giró y alguien asomó la cabeza al interior.
—Ah, están aquí. —Jungkook se quedó estático al ver a Hoseok, quien se adentró sonriente al lugar, dejando la puerta abierta como se suponía que debía mantener. A sus espaldas, consiguió ver a unas cuantas personas en el pasillo, por lo que supo que el receso había comenzado y él ni siquiera lo había notado.
Un poco más y el castaño les habría visto. No supo cómo Taehyung alcanzó a escuchar que se acercaba, pero lo agradeció, por dentro sintiéndose terrible porque conocía sus sentimientos y en realidad acababa de traicionarle.
—Hey, hyung, me encontré a Kookie cuando venía así que me acompañó.
—Yo llevaba un rato buscándolos para que fuéramos juntos a la cafetería.
—Claro, vamos.
—Ah, pero yo... me gustaría hablar contigo primero —comentó, el pelivioleta ladeó la cabeza con curiosidad.
—Sí, dime.
—Yo... recordé que tengo que... ir por ahí —musitó Jungkook, sintiendo que se atropellaba con sus propias palabras, pero sabiendo que debía dejarles solos.
No esperó respuesta y abandonó el lugar a toda prisa, con la sensación de que dejaba una parte importante ahí dentro. Lo que sea que ocurriera ahora solo dependía de lo que Taehyung decidiera.
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