03

El camino al restaurante favorito de todos en el pueblo fue bastante silencioso para lo que solía ser una salida de ellos dos, quienes siempre encontraban algo de qué hablar o sobre qué bromear para hacer reír al otro. La tensión era palpable y eso les molestaba a ambos, pero ninguno se atrevía a romper el silencio.

La campanita colgada en lo alto de la puerta les recibió al entrar, haciendo que gran parte de los presentes les observaran, pero solo les siguieron hasta su mesa las miradas de un grupo de jóvenes ubicados cerca de la barra. Asistían a la misma preparatoria, en Natten era difícil no reconocer a alguien, cualquiera que estuviera dentro del rango de edad de la adolescencia sabía que donde se viera a Kim Taehyung estaría Jeon Jungkook y viceversa.

El azabache le guio hasta una mesa del fondo junto al ventanal y se sentaron el uno frente al otro a espera de ser atendidos. El mayor observó su alrededor cuando se encontró escuchando con sorprendente claridad el choque de los cubiertos con los platos y los sonidos provenientes de la cocina, su recuperada visión le tenía maravillado.

Creyó perderse por un momento, disfrutando de la sensación de que no había nada que se le escapara, y su mirada se mantuvo fija en una de las paredes cuando su mejorado sentido de la audición percibió una conversación en la que le nombraban.

—¿Son novios ya o todavía no?

—Son los mejores amigos desde hace años, ¿qué dices? —Fue un muchacho quien respondió, el vampiro volvió la cabeza apenas, casi sentía que podía verlos, por más que aquellos jóvenes estuvieran en la mesa ubicada a sus espaldas al otro extremo de la puerta.

—De todas formas no hay que acercarse demasiado a alguno de ellos —cuchicheó la misma de chica de antes—, todos saben que son bien posesivos con el otro.

—Pero si no son pareja tendrán que aceptar que en algún momento uno de los dos comenzará a verse con alguien. —A la conversación se unió la voz de otra mujer, quien hizo una pequeña pausa antes de añadir—: En plan romántico, claro.

Taehyung frunció el ceño. Por algún motivo, ese lógico razonamiento le disgustó más que el hecho de que estuvieran rumoreando acerca de ellos.

—¿Tae? —Regresó su atención de inmediato a Jungkook, sorprendiéndose al percatarse de que se había distraído lo suficiente como para no ponerle atención. Estaba por disculparse cuando notó que el mesero se encontraba al pie de la mesa, observándole como si esperara algo de su parte, porque lo hacía—. ¿Tú qué vas a pedir?

—Ah, con lo de él está bien —dijo, mirando al trabajador, quien asintió en comprensión y se alejó para entregar la orden en la cocina.

—¿Por qué no pediste nada? —le preguntó el menor, dedicándole una mirada de desaprobación.

—Ya había comido algo —se excusó, con una sonrisita inocente, y se inclinó en su dirección para dedicarse a él por completo, haciendo el esfuerzo de ignorar su ruidoso entorno. Había decidido que lo mejor para averiguar si su nueva condición le permitía la comida normal era estando solo, por si acaso.

—Es que, Tae, te miras tan pálido... ¿Estás seguro de que te sientes bien? —Acercó la mano a la frente del pelivioleta, su piel seguía percibiéndose fría, pero suponía que era por el clima.

El mayor alejó de su rostro la mano de su mejor amigo y la sostuvo entre las suyas, con una mirada cariñosa que Jungkook no pudo apreciar por desviar los ojos a ese punto de contacto, embelesado con esa sensación, como solía pasarle cada vez que Taehyung le tocaba.

—Estoy bien, si me siento mal te lo diré, ¿vale?

—No es cierto, nunca me dices cuando te sientes mal para no preocuparme, es injusto. —El contrario exhaló una sonrisa y llevó la mano derecha hasta la mejilla del más joven, brindándole una delicada caricia.

—Estoy perfectamente, confía en mí.

—Está bien —accedió, enfurruñado.

—De hecho, yo... —bajó la mirada por un momento, dejando de tocar su rostro para pasar a juguetear con los dedos del azabache— quería disculparme por lo de antes, no era mi intención ser distante contigo al principio, es solo que... me sentí frustrado por perder mi celular. Y lo que pasó después... Lo siento, Kookie, no quería incomodarte.

—No tienes que disculparte por eso, TaeTae, tu cercanía no me molesta en lo absoluto —le aseguró, con una hermosa sonrisa que formaba tiernas arruguitas en los costados de sus ojos. El vampiro creyó que se saltaba un latido ante esa imagen—. En realidad... me gusta, lo sabes...

No pudo responder, el mesero volvió con el pedido y él soltó la mano del menor para dejarle comer con tranquilidad. Se apoyó en el respaldo acolchado, observándole mientras tanto.

Jungkook era indiscutiblemente atractivo. Escudriñó al detalle sus facciones suaves y su piel lechosa, barriendo con los ojos sus cejas y pestañas, sus pómulos y nariz, luego ese incitador lunar justo bajo su labio inferior. ¿Su mejor amigo siempre se había visto tan guapo, sexy y adorable al mismo tiempo?

Se pasó una mano por el cabello para escapar de esos extraños pensamientos, mirando hacia otro lado antes de que su acompañante notara que no podía quitarle los ojos de encima. La radio local del restaurante resonó por el lugar y todos detuvieron sus conversaciones para escuchar la noticia de última hora que había acaparado la música suave de ambientación.

La institución educativa Black Swan confirma que la estudiante Lee JiUn, quien llegaba hoy al pueblo luego de realizar la transferencia desde Seúl para continuar con sus estudios en Natten, sigue sin poder ser localizada. La agencia de transportes confirmó que el viaje se habría realizado y que JiUn debió llegar al pueblo en horas de la mañana. Mientras siga desaparecida, se recomienda que si alguien sabe o escucha algo lo reporte de inmediato a la estación de policía.

Varios en el restaurante comenzaron a murmurar al respecto, la respiración de Taehyung se volvió pesada. Debía ser ella, la chica del bosque, quizá por eso no la había reconocido.

—Viste con jeans negros y sudadera marrón, de largo cabello castaño y piel clara. Ronda el metro sesenta y tres de altura. —El vampiro pasó saliva, ya no tenía ninguna duda y los recuerdos volvían a torturarle. Se había marchado, la había dejado tirada en el bosque, ¿cómo había podido hacer tal cosa?

Necesitaba buscarla, ya no podía remediar lo que había hecho, pero haberle dejado le pesaba como no podía soportarlo. Debía hallar su cuerpo primero.

JiUn solo tiene diecisiete años, se pide la colaboración de todos para encontrarla.

—Ah, está pasando como hace tantos años. —El de cabellos violeta miró a los señores de edad bastante avanzada que estaban a cuatro mesas de distancia de ellos, sintiendo un molesto retorcijón en el estómago, deseando dejar de escuchar hasta los más bajos susurros—. Así comienza, primero son las desapariciones —el hombre dio un trago a su bebida, el vampiro tuvo que contener el impulso de tapar sus oídos— y luego llegan los asesinatos.

—Es el bosque —dijo el otro, quien se notaba mayor, abría mucho los ojos a la vez que levantaba un dedo arrugado y tembloroso—, vuelve a tener hambre.

—Pobre chica, y todavía nos preguntamos por qué ya nadie viene al pueblo —comentó Jungkook, atrayendo de vuelta toda su atención.

—Sí... Ojalá que la encuentren pronto —musitó apenas, no muy convencido de querer eso realmente.

—De todas formas, ¿por qué alguien de Seúl querría venir a estudiar acá? —preguntó, revolviendo sin muchas ganas la comida en su plato.

—Es más económico, Kookie, los estudios en la capital del país no son algo que todos puedan permitirse. —El menor solo asintió y Taehyung le observó en silencio por unos segundos—. Come, ¿sí? No pienses en eso.

—Ya no tengo hambre —negó con la cabeza y empujó un poco el plato, dejando también los cubiertos. Su mejor amigo enarcó una ceja.

—Ven aquí.

—¿Q-qué? —El azabache levantó la mirada de inmediato, observando sus ojos mientras parecía preguntarse si había escuchado bien.

—Ven —instó, haciéndose a un lado para darle espacio. Jungkook titubeó antes de levantarse para sentarse junto a él. Si eran tan cercanos desde hace tanto tiempo, ¿por qué estaba sintiéndose tan nervioso en su presencia?

—No, no —gimoteó cuando el mayor trinchó la carne y le acercó un trozo con los palitos, se cruzó de brazos y volvió la cabeza hacia el otro lado.

—Jungkook.

—No quiero.

—Tienes que comer —le dijo, llevando la mano a su muslo para girarle en su dirección y hacer que le mirara.

—¿Por qué? Tú tampoco estás comiendo —se defendió, acomodándose bien en el sofá ahora que estaban de frente—. Si quieres morir de hambre, entonces me iré contigo —sentenció, el pelivioleta entrecerró los ojos.

—¿Por qué harías tal cosa? —inquirió, observándole con una sonrisita ladeada.

—¿Y por qué no lo haría? —contraatacó, aunque desviando la mirada.

—Jungkook —llamó, inclinándose más cerca una vez que sus ojos volvieron a encontrarse. Supo que el corazón del azabache comenzó a latir muy rápido cuando acercó el pulgar a su mandíbula, deslizándolo bajo su labio inferior, ahí donde descansaba su lunar, y consiguiendo que su boca se entreabriera.

Por un momento casi olvidó la razón por la que había hecho eso en primer lugar, se quedó embelesado mirando sus labios, complaciéndose con la calidez del contacto, y tuvo que pasar saliva para componerse, finalmente acercándole los palitos. El menor recibió la comida sin apartar la mirada, Taehyung de nuevo tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no saltarle encima.

Se apartó un poco, regresándole algo de su espacio personal, y dejó que Jungkook le quitara los palitos para que siguiera comiendo por su cuenta. Se sintió abrumado, era como si hubiese dejado de ser plenamente él en presencia de ese chico.

Ah, cierto, porque ahora era un vampiro, ja.

El azabache le acercó un trozo de fruta y él la aceptó sin pensar, solo deseaba que terminara rápido para que pudieran irse de ahí, porque de lo que comenzaba a ser más consciente de su alrededor no era precisamente los sonidos típicos de un restaurante, no.

Estaba rodeado de personas que sangran incluso si se cortan con un papel, estaba rodeado de comida, pero no solo de la servida en los platos. Para colmo de todo, ninguno de ellos le atraía tanto como Jungkook, no existía punto de comparación y eso le asustaba.

Sintió algo extraño nada más tragar, como si se removiera y ardiera en su cuerpo de una manera desagradable, lo que le hizo fruncir el ceño y toser. No se detuvo ahí, creía que se quedaba sin aire, pero aun así la sensación no era asfixiante.

—Tae, ¿estás bien? —El menor se preocupó porque su ataque de tos no cesaba, su piel pálida comenzaba a adquirir un tono sonrosado que hacía rato no le veía y se percató de que sus venas se marcaban mucho en el dorso de las manos—. N-no eres alérgico a las fresas, estoy seguro.

—Estoy bien, estoy bien —le dijo como pudo, notando que comenzaba a desesperarse al no saber qué hacer, consiguió evitar el volver a toser, pero su garganta escocía y por dentro se sentía arder, lo que no debía ser nada bueno considerando que la temperatura de su cuerpo había descendido notoriamente desde... desde esa mañana.

—Ten, bebe un poco. —Le extendió su bebida, acariciando su espalda con suavidad, pero el vampiro se negó porque no sabía si eso lo empeoraría.

—No es necesario, descuida, ya pasó. —Su acompañante le miró con desconfianza, por más que él estuviera haciendo el esfuerzo de sonreírle para que viera que estaba bien.

Los ojos ámbar del pelivioleta estaban brillando como no podría ser posible y Jungkook no conseguía comprenderlo. Casi creía que se verían con todas las luces apagadas, pero las lentillas no se supone que hicieran eso.

Alcanzó la mano derecha del mayor, percibiendo que su temperatura corporal se debatía entre el frío y el calor, y la acercó a su boca para besar sus nudillos. Taehyung le observó con sorpresa, sintiéndose derretir ante ese gesto.

Los labios de su mejor amigo se posaban sobre su piel con una delicadeza que estaba haciéndole flotar, dejando que sintiera la tibieza de su aliento cosquilleando de manera sublime. No era la primera vez que el más joven le daba besos que él decía calmaban el dolor, lo había inventado hacía varios años, cuando le había asegurado que podían curar cualquier herida porque estaban llenos de mucho amor.

Sin embargo, hacía bastante que Jungkook había dejado de hacerlo, ellos crecieron y esos mitos de niños se quedaron en el olvido, pero todavía funcionaba, funcionaba de maravilla.

El azabache sonrió cuando comprobó que en sus manos ya no había ninguna anomalía y que el color rojizo de su rostro también había desaparecido. Observó sus ojos, perdiéndose por un momento en su profundidad y en la mirada cariñosa que él le ofrecía, antes de extender la mano para acariciar sus cabellos decolorados.

—Vámonos ya, ¿sí? —le dijo—. Creo que todos nos están mirando —añadió, en un susurro confidencial que hizo reír a Kim. Imaginó cómo reaccionaría el menor si supiera que no habían dejado de hablar de ellos en todo el tiempo que habían pasado ahí.


✞︎


—¡Yoongi! —Su llamado resonó por todo el salón, rompiendo el habitual silencio espectral que envolvía esas cuatro paredes. Solo se escucharon los pasos acelerados del joven hasta que su figura fue alcanzada por la luz, posicionándose frente al hombre que reclamaba por él.

—¿Sí, señor?

—¿Le han encontrado? —Sus ojos de color lila examinaron al muchacho, a espera de una respuesta. Llevó la copa que sostenía con su mano derecha hacia sus labios y bebió de ella, deslizando el oscuro y espeso líquido por el cristal hasta su garganta.

—Nosotros... Todavía no, señor.

Por un momento, el salón volvió a quedarse en silencio. Yoongi estaba nervioso. El líder era bueno, siempre gentil, pero cuando se enfadaba resultaba intimidante de veras. Y no había algo que le enfadara más que su clan corriera el riesgo de ser descubierto.

—¿Acaso estoy pidiendo algo demasiado difícil? —inquirió él, con un tono alarmantemente tranquilo.

—Hyung, ha sido mi error. —Una tercera voz hizo acto de presencia, el dueño de ella se acercó a los otros dos y se detuvo a un lado de su compañero. Con ojos llenos de culpa, miró a su superior en busca de alguna reacción.

—Ustedes dos se encargarán de esto —les dijo—, encuentren a quien lo haya hecho y tráiganlo conmigo. Eso sí, asegúrense de que no se les haga muy tarde. —Los dos jóvenes se observaron entre sí y volvieron la mirada al líder, antes de hacer una reverencia en su dirección y dejar el lugar. Más les valía no perder tiempo.

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