O3 ── Corazones rotos
O3.
CORAZONES ROTOS.
Parte 3 de "La chica del taller". TW: Contenido sexual explícito +18 (ya les cumplí con su smut, cielitos), angustia, malos mecanismos de afrontamiento y duelo.
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La mayoría acepta con resignación la partida de Bucky, para los que no son familiares, Bucky se ha enlistado voluntariamente, pero para sus seres queridos es menos agradable de aceptar. Becca llora horas enteras y hace un enorme berrinche como el que nunca antes presenciaron sus padres. Winnie solo abraza a su niño como si todavía pudiera subir a su regazo y protegerlo de todo.
Bucky tuvo apenas unos días para despedirse de todos, con el corazón en la mano Dannika tomó cada una de sus promesas y les convirtió en su mantra personal. Nunca había esperado enamorarse tan profundamente de James «Bucky» Barnes, con sus tendencias a perseguir faldas y su personalidad arrogante, pero allí estaba ella, con el corazón roto al ver partir al hombre que amaba.
—Voy a regresar —repitió por cuarta vez en ese momento, a Dannika le sabía mal la idea de que Bucky pudiera estar tratando de convencerse a sí mismo de eso—. Lo único que lamento es que ahora vas a tener que cuidar a todos por mí.
—Evitar que estafen a Holly y asegurarme de que Steve no se involucre en peleas, me dejas una labor difícil.
—Mi mejor chica es la más competente y perfecta de todas.
—Bucky, yo...
—No ahora —Bucky miró a su familia y amigos que estaban a pocos metros de distancia casi escondidos por la aglomeración de personas despidiendo a sus parientes y amigos que iban a la guerra—. Cuando regrese me lo dices, ¿sí?
—Piensa en mí —Se puso de puntillas y besó su mejilla afeitada.
—Cada día —prometió Bucky. Ya dentro del vagón asomó la cabeza por la ventana y despidiéndose con la mano gritó: —¡Cada día!
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Un año, tres meses y dos semanas es el tiempo que Bucky tarda en regresar. Pero cuando lo hace ya no es el chico encantador que pasaba su tiempo libre con el revoltoso de Rogers, ahora es el Sargento Barnes del Regimiento de Infantería 107º. Todos están orgullosos de él y se lo hace saber llenándolo de halagos, Steve está genuinamente consternado por el daño que le pueden causar al gran ego de su mejor amigo.
Dannika solo quiere que dejen de manosearlo por un segundo para poder pasar un poco de tiempo a solas con él, apenas había podido intercambiar cartas e incluso eso, no había sido suficiente.
Al caer la noche, los adultos mayores se retiraron y los jóvenes se congregaron en un bar para comer y bebida en las áreas más prestigiosas del distrito, dado que dicha noche era una jornada para celebrar. Es hasta que están todos instalados y cada quien ha cogido una pareja, que Dannika al fin tiene un momento a solas con Bucky.
—Salgamos de aquí.
—¿Qué? —Dannika mira a la distancia a Steve bailando con Holly, Eaton, Carl y Rocky, amigos de Bucky, disfrutando con sus citas—. No podemos irnos, vinimos aquí por ti.
—Lo siento, muñeca, pero no era una pregunta —Como si fuese una frágil hoja de otoño, la levantó de su silla colocando su brazo alrededor de su cintura.
—¡Bucky!
—Vamos, vamos —Camina con su pecho pegado a la espalda de Dannika, lo que la obliga a avanzar—. A nadie le importará.
—¿Cómo puedes decir eso sí...? —La réplica de Dannika muere contra los labios de Bucky. Oh, así que por eso quería que se fueran. Es muy diferente a los castos besos que recuerda ella, es exigente, brusco y sediento, como si él quisiera recuperar todo lo que la guerra le quitó en sus labios.
—Bucky, espera —Lo empuja con pena y la respiración agitada—. Alguien podría vernos.
—No hay nadie aquí —Bucky se niega alejarse con un agarre firme en sus caderas, ha querido apretarla contra él desde que la vio ese vestido rojo que era francamente una invitación a pecar—. Es una zona privada.
—Bruto —Lo golpea en el pecho—. ¿Sabías que esto existía?
Bucky no profiere una respuesta, solo se ríe flojo y sin preocupación contra su mejilla para seguir besándola. Dannika después culparía al whiskey por sus acciones. Sin alejarse de su boca, desesperada y acalorada mueve sus manos para desabrochar su chaqueta, él no la detiene demasiado ocupado apretando la suave piel sobre el vestido, lo que les hace ahogar los suspiros de satisfacción en la boca del otro.
—Muñeca, detente —Bucky frunce el ceño sin entender en qué momento él había acabado sentado en el sofá con esa preciosidad en su regazo. Entonces se da cuenta de que el lugar privado que le comentaron es básicamente una habitación de hotel—. No te traje aquí para que llegáramos hasta el final. Podemos esperar...
—Dios mío, Bucky —se queja Dannika—. ¿Esperar a qué?
—Bueno, mujer, ¿tal vez a casarnos? —Aunque suena exasperado, los ojos de Bucky son suaves y toda frustración abandona Dannika—. Hay una casa a veinte minutos de la de tus padres, hay que hacerle algunas reparaciones, pero nada que pá y yo no podamos arreglar, tiene tres habitaciones perfectas para nosotros y los niños...
—¿Niños? —exclama tan sorprendida que casi cae del regazo de Bucky.
—Cuando estés lista, por supuesto —dijo él mansamente—. No tenemos que pensar en ellos de inmediato, podrían quedarse allí Holly o Stevie a veces. La casa también está cerca de tu trabajo, tendrías que caminar menos hasta el taller. Yo sé lo que me dijiste sobre Andrew y sabes que yo no te pediría que dejaras de hacer lo que amas. De hecho, estoy ahorrando para comprar un auto, pero tú sabes...
—Bucky, cállate —Dannika negó con la cabeza sorbiéndose los mocos. Estúpido Bucky siento adorable en los peores momentos.
—Oh, muñeca. Es demasiado, ¿no? Lo siento, creo que estoy yendo tan deprisa porque te extrañé tanto.
—No es demasiado —se inclinó a besarlo enrollando sus brazos alrededor de su cuello, acurrucándose contra él—. Es perfecto, yo también te he extrañado mucho. Me gustaría que la casa fuese verde.
—¿Verde?
—Verde salvia, no verde limón o algo brillante.
—No tengo ni idea de qué color es ese —Bucky se encogió de hombros acariciando su espalda—. Pero acepto.
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Al final el tiempo que pagó Bucky por el cuarto privado se venció en lo que discutían sobre los planes de su futura casa, Dannika había estado temprano ese mismo día preguntándose si después de estar tanto tiempo lejos todavía la quería y ahora estaban discutiendo una posible vida juntos. Ella lo está persuadiendo de comprar un televisor —pues el dinero lo podrían invertir en otras cosas— cuando uno de los encargados tocó la puerta, Bucky pagó por el resto de la noche sin permitir que el sujeto viera a Dannika.
Era un lugar muy conocido por su higiene y discreción, no por nada era un lujo que pocos se podían dar, pero tampoco querría arriesgarse a que alguien viera a su chica.
—Pagué por toda la noche, pero podemos...
Dannika se sonríe con satisfacción cuando los ojos azules de Bucky se abren al máximo por la sorpresa. La tela de su vestido yace sin valor a sus pies, lo deja beber con la mirada cada centímetro de piel desnuda, que es mucha. Su pudor apenas cubierto por las medias hasta los muslos, la liga y la diminuta ropa interior de encaje blanco crema.
—Buen Dios, todopoderoso —La extrañez de usar esa costosa e incómoda lencería ha valido la pena por la mirada en el rostro de Bucky—. Vas a ser mi muerte.
—¿Y tú eres el galán del que tanto hablaban Dot y Bonnie?
Eso hizo que la perturbación de Bucky se convirtiera en hambre y desafío. Él sonríe con suficiencia mientras la levanta y recuesta contra el colchón que habían ignorado hasta entonces. La fiesta de abajo es apenas un murmullo y poco le importaba a Dannika, cuando los labios de Bucky descubrieron su cuello, se desplazó y besó, provocando calor directo a su estómago. Dannika inhala profundo mientras él acomoda un muslo entre los suyos, Bucky gime suavemente contra la tierna piel al descubrir la humedad entre sus piernas.
—Si no me dices ahora que ya lo pensaste bien y no quieres esto, no creo poder detenerme, muñeca—susurra su oído, lo que la hace tragar saliva. Él pasa sus dedos por el cuerpo de ella hasta su trasero, sus dedos mordiendo la piel, jadeando feliz de ver a su amada deshacerse en sus brazos.
—Hay una guerra, Bucky —susurra ella contra sus labios—, todos pueden irse al diablo, solo importamos nosotros.
Dannika se irgue sobre tus codos mientras Bucky se pone de rodillas, cerniéndose sobre ella con los labios entreabiertos. Manos cálidas descansaban sobre sus piernas, los callos de sus palmas ásperas contra sus medias, ella inhalaba con fuerza.
—Mira esta delicia —dice él en un murmullo bajo. Separa sus piernas con cuidado, sentándose sobre sus talones—. Cariño, esto es demasiado.
Acaricia la piel de sus muslos, apretando la carne antes de enganchar cada uno de sus pulgares en las bragas.
—Mírate, tan hermosa—Puro deleite en su rostro—. Esto es para mí, ¿no es así, amor?
Los dedos de Bucky apenas la rozan, hundiéndose ligeramente en su húmedo calor. Con una mano, tira de la prenda a un lado sin deshacerse de ella y fácilmente desliza un dedo dentro de ella.
—Oh, Dios —gime Dannika arqueando la espalda mientras tus aprieta las sabanas debajo de su cuerpo. La luz se propaga en vasto espacio, donde la figura de Bucky se percibe apenas al echar la cabeza hacia atrás y balancear las caderas contra su mano.
—Ese no es mi nombre, muñeca.
Con la otra mano, él presiona su pulgar contra el clítoris, Dannika se cubre la boca, sofocando un grito mientras Bucky sigue acariciando y penetrando su entrada virgen, no tiene control alguno de sus tus caderas que se mueven ritmo de sus manos.
Maldita sea. Dot y Bonnie habían tenido razón: Bucky conocía muy bien el camino hasta el placer de una mujer.
En medio de todo, Dannika intentaba liberar a Bucky de su chaqueta, así como tirada en alguna parte estaba su gorra militar. Pero vaya que esos condenados trajes tenían muchos botones, tampoco le era fácil concentrase con las deliciosas atenciones de Bucky.
—Déjame escucharte, cariño. Quiero recordar esto. Di que eres mi chica —ronroneó Bucky, la voz entrecortada levemente con el espectáculo con Dannika estaba montando para él, retorciéndose por sus dedos con la mirada desenfocada.
—Soy tu chica, Buck.
—Toda mía —gruñó, sus dedos se curvaron más profundamente dentro de ella, girando dentro y fuera mientras su pulgar trabajaba en su clítoris, el largo gemido fue imposible de retenerlo, estaba cerca.
—Esa es mi chica —elogió sin aliento—. Déjame ver cómo vienes por mí, amor.
Solo eso necesita para apretarse alrededor de sus dedos y que todo, excepto él, se desvaneciera mientras dejaba el orgasmo le inundara. Bucky la besó en la frente, en la mejilla, en el cuello y el inicio de sus senos con adoración, quedándose con el salado sabor de su sudor en los labios.
—Muñeca —La llama, seguro de que había vuelto en sí, Bucky se apartó para sostener su rostro, Dannika entreabrió los labios y chupó dentro de su boca uno de sus dedos aún empapados con su excitación, Bucky maldijo por lo bajo esperando todo menos eso.
Sonriendo de ver amedrentado a Bucky, Dannika al fin logra soltar los primeros botones de su camisa, tirando de la corbata que colgaba flojamente alrededor de cuello para atraerlo a un beso al que él cede gustosamente.
—Me gusta cómo te queda el uniforme —Dannika ve cómo ese bonito azul se oscurece y un segundo después tira de ella para caer juntos en la cama. Ella, avispada por años jugando a las luchas con su hermano mayor, le da vuelta en el último segundo y lo empuja contra la cama, se ríe entre dientes mientras golpeaba el colchón.
—A mí me gustas siempre.
Se terminan de desvestir con cuidado mutuamente, él finalmente se deshace de su camisa y pantalones, solo entonces Dannika desabrocha su sostén, pues tienen que estar en iguales condiciones de desnudez. Bucky está camino a quitarse los calzoncillos cuando ve ambos senos en plenitud.
Como hipnotizado, él desliza una mano por su costado, rozando suavemente un pecho. Los labios se mueven desde su cuello hasta el comienzo de sus senos, su aliento sobre la piel es sensual. Ella lo toca pasando las uñas cortas por su pecho, hay tanta adoración en la atención que ponen. La vibración de sus labios mientras chupaba su pecho le envía un hormigueo a través del cuerpo, la otra mano ahueca tiernamente el seno izquierdo, pero los dedos aprietan el duro pezón.
Un quejido se le escapa y podría jurar que el desgraciado sonríe con satisfacción, más no abandona su labor, adorando su pecho y envolviendo los pezones en su boca caliente. Ante el jugueteo tortuoso, Dannika siente que le fallan las rodillas, no tiene dudas de que se habría derrumbado si no estuviera a un paso de la cama, envuelta en sus brazos.
—Bucky... —jadea cuando la deposita con cuidado en el colchón, siguiendo la trayectoria entre tus senos, haciéndole que enredar los dedos en su cabello—. Vamos.
De los bolsillos de su pantalón saca un condón que con maestría que se coloca, él toma su miembro en su mano y pasa su virilidad por entrada mojada, arrancando de Dannika un sonido estrangulado de su garganta.
Con una respiración profunda se guía sí mismo y empuja dentro de ella poco a poco hasta el final. Dannika trata de respirar profundo, tensa mientras se ajusta al estiramiento, trata de concentrarse en otras cosas, como lo mucho que le disgusta lo rápido que Bucky se quitó la ropa interior y se puso el condón. ¿Estaba tan acostumbrado a hacerlo? ¿Cómo es que ni siquiera alcanzó a verlo?
Cuando él comienza a moverse y siente su mano recorrer su muslo hasta romper el cinturón de la liga para poder embestirla con comodidad, la cabeza de Dannika se queda en blanco. Sus manos, labios y todo el cuerpo es despiadado y dominante, se siente estimulada en todas partes. El beso que le da es obsceno, tan húmedo y la lengua de Bucky profana su boca como el resto de él la toma y la hace su mujer.
Dócil, Dannika envuelve los brazos alrededor de su cuello, aferrándote a él mientras sus caderas se hunden en las suyas, su pene deslizándose dentro y fuera con desespero.
Rompe el beso, apenas, sus narices presionadas, gimiendo cara a cara.
—No sabes cuánto esperé por esto —jadeó Bucky sin dejar de moverse—. Temía que no me esperaras.
—Voy a esperarte —susurra Dannika, cierra los ojos, abrumada con fuerza cuando él levanta más una de sus piernas para hundirse más profundamente. El ángulo el perfecto, pues incluso con los ojos cerrados puede verlo y sentirlo en todas partes, hay humedad en su rostro, cree que podría estar llorando de placer. Nunca se ha sentido tan bien y los susurros amorosos de Bucky son demasiado.
Cuando ambos se corren y recobran sus energías, Dannika mira a Bucky con una ceja alzada, los restantes tres condones intactos que se asoman de uno de los bolsillos del uniforme. Ella se burla él cuando tropieza por la rapidez con la que se pone un nuevo condón.
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Después de que Bucky se ha ido, la cosa se complica para los que quedan. Steve no escucha de razones, Dannika y Holly consideran necesaria una intervención cuando el muchacho es rechazado por cuarta vez en su empeño por enlistarse. Pero Steve hace oídos sordos, empecinado en que debe probar algo.
—¿Y qué vas a hacer? —gruñe Dannika con los dientes apretados un día cualquiera en el trabajo, cansada de tener la misma discusión siempre—. Imagínate el escenario milagroso en el que te acepten, ¿luego qué? ¿Vas a morir y ya?
—¿Eso es lo que piensas? ¿Qué ni siquiera tendré una oportunidad?
—No es lo que quise decir, Steve —aclara por la mirada herida de su amigo—. No quiero que mueras, ¿puedes comprender eso?
«Esta guerra ya ha apartado a Bucky de mí, no permitas que haga lo mismo contigo, gran tonto.»
Incluso su hermano Robert se vio influido por los aires beligerantes y ahora servía como médico en el frente. Le tranquilizaba que no fuera un soldado más, pero apenas era un consuelo. Lo último que necesitaba que Steve se fuera también.
—Lo siento, Danni. Tengo que hacer esto.
Con el tiempo Steve deja de trabajar en el taller, sin poder pagar más salarios extras en plena crisis y eso hace que el tiempo en ella ve a su amigo se acorte a medida se va apartando más y más con sus planes. La última vez que ven a Steve como lo conocen, el muchacho está lleno de emoción y les cuenta a ella y Holly que conoció a alguien que le dará una oportunidad.
Dannika está furiosa con él y quiere abofetearlo para que entre en razón, Holly, en cambio, llora un poco, pero le da un dulce beso en la mejilla y aunque apenas escucha por estar despotricando el nombre de Hitler, escucha un fragmento de lo que le murmura su mejor amiga a Steve:
—... Tú ya eres un héroe, Steve.
Llámalo despecho, pero pocas semanas después Holly conoce en los muelles a un muchacho rubio de ojos azules, larguirucho y de voz gruesa y le dice a Dannika que cree que está enamorada.
Dannika no le presta mucha atención, se centra en trabajar, no visita a sus amigas, no escucha a su madre parlotear, ni a Holly pretender felicidad, ella sigue enfadada con todo y todos.
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Cuando escuchan por primera vez sobre el Capitán América, ambas muchachas se niegan a creer que ese brillante bombón sea su Steve. Al resto de sus vecinos no les cuesta tanto, están tan orgullosos de verse representados por el gran Capitán América y su fiel compañero, el Sargento Barnes.
Al menos todo ese circo sirve para distraer la atención de Holly, quien ya está en su quinto mes de embarazo, de ese infeliz que desapreció con la excusa de ir a la guerra y la dejó allí, con su niñez arrebatada y centenares ojos viles para ser juzgada.
Toda esa austeridad endureció a Dannika, no permitió que su madre tuviera una opinión sobre Holly. Ella sabía bien quién era su mejor amiga y Holly, sin lugar a dudas, merecía mucho más, mucho más que lo que la vida le había arrojado.
Sin embargo, se repondrían, la guerra concluiría, Bucky y Steve regresarían y, ya verían si alguien más se atreviera a señalarles con ellos a su lado.
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Bucky estaba muerto.
No hay forma de endulzarlo, no existían palabras, consuelo ni paz. Dannika ni siquiera tenía la fuerza suficiente para mantener relación con los Barnes, la carita de Becca le recordaba tanto a Bucky que le producía un dolor que le enmudecía y la hacía sollozar como a una niña.
Evitaba los grandes almacenes donde se mostraban los vestidos de novia, en un ataque de rabia quema todas las revistas que su madre le compró cuando soñaban juntas sobre su boda con Bucky. En el momento en que entró en razón y quiso sacarlas del fuego, ya estaban en su mayoría chamuscadas y se quemó las manos. Lloró de nuevo hasta dormirse.
Pero no se permitió seguir llorando. No podía darse ese lujo.
De nuevo le tocó ser fuerte.
La señora Jones abandonó todas esas ideas sobre fiestas y bodas con volantes de encaje, dándole un respiro a Dannika. Su esposo había enfermado de un padecimiento cardiaco que no tenían la solvencia para saldar, Dannika no luchó cuando salió a colisión que podrían reunir lo necesario si juntaban algo entre todos los hijos y vendían el taller.
Su madre siempre le dice que mantenga la cabeza en alto, que no deje que las palabras y las miradas la aplasten; no es su culpa que Bucky muriera, que se burlaran de Holly, que su padre enfermara.
La figura adelgazada y ensombrecida de su hija era desalentadora, no sabía qué hacer entre cuidar a Dahlia y su esposo enfermo. Por primera vez agradeció la presencia de Holly en la vida de su hija, al menos Dannika mantenía un poco de su espíritu por el bien de sus ahijados que se aproximaban a su primer año.
—¿Te pagó la señora Smith?
—Me dijo que lo hará en unos días, no ha tenido mucho dinero en estos días.
—Holly, nosotras tampoco hemos tenido mucho dinero—dijo Dannika con los dientes apretados—. Regresa cuando su esposo haya llegado del trabajo, tal vez así le da vergüenza.
—Dannika, no puedo hacer eso.
—Claro que puedes.
Sin el taller, Dannika había trabajado un tiempo como secretaria en el despacho de uno de los viejos clientes de su padre. Cuando el anciano la invitó a su oficina en uno de sus turnos más largos en los que no quedaba nadie e intentó inclinarla sobre el escritorio, Dannika le fracturó la nariz y no regresó.
Así acabó con Holly tratando de mantener a flote la panadería de sus abuelos, con dos adorables bebés de cabecitas doradas, detrás del mostrador.
—Dicen que podría acabar pronto —murmuró Holly una noche mientras contaban el dinero—. Ya están acorralados muchos de ellos.
—Espero que Steve los mate a todos.
—Dannika...
Pero Holly no puede reprocharle mucho, en los días que su pecho duele por alimentar a dos niños sola, sus pies están hinchados por caminar para entregar el pan y sus manos arden por estar todo el día cerca del horno, pensar en que Steve está allí afuera haciendo lo correcto y vengando la muerte de Bucky, le da fuerza.
Entonces, un día de invierno en 1945, el país entero llora con la noticia: el Capitán América se estrella en el Ártico y es declarado muerto en acción.
Con la guerra, todos sabían que habría víctimas mortales. Se perderían amigos y seres queridos, pero Dannika había tenido fe como nunca antes en sus muchachos; nunca imaginó que los perdería. Hace unos meses, podría haber visto a Steve luchando en la televisión, no importaba qué, sentía que saldría victorioso. Y de repente había perdido a su mejor amigo y su novio.
Hubo muchísima gente del ejército en los funerales y todos lloraron su pérdida, pero nadie la lamentó tanto como Dannika Jones y Holly Davis.
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NOTA DE AUTOR:
Antes de que me linchen viva, ¡les avisé que se venía triste la cosa! Depende de ustedes si hay parte 4 con un final asegurado o no. Pero en fin, necesito que me digan qué les pareció el smut, ¿pasó la prueba? ¿Merece al menos un 7/10?
Por otro lado, no les voy a mentir, lloré imaginándome a Holly y Dannika apoyándose entre sí, donde Danni se llenaba de rencor por la vida, Holly se apagaba cada vez más triste. Mis niñas merecen desesperadamente cosas buena, ya mismo. Sentí que era necesario ser fiel a lo dura que era esa época para las mujeres, en especial las madres solteras :(((
Para mi querida follam3_ApoloHidalgo quien anda al pie de la bandera con los extras, tqm. <3
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