XX.
"Querido Señor, cuando yo llegué al cielo. Permítame llevar a mi hombre, por favor. Cuando Él venga dígame que me dejará llevarlo al cielo. Padre, dígame si usted puede. ¡Oh, esa elegancia! ¡Oh, ese cuerpo! ¡Oh, ese rostro, qué me hace querer festejar! Él es mi sol, él me hace brillar como diamantes..."
3:45 a.m.
Phil respiraba con el mayor nerviosismo que su cuerpo pudiera registrar. Sus piernas temblaban, su corazón amenazaba con salir de su pecho y sus brazos dolían sin cesar. Pero nada, ningún tipo de dolor físico, podía compararse con la infinita angustia que sentía de no saber donde estaba John.
La lucha había sido exigente, y había durado bastante, pero Phil lo había conseguido. Había conseguido la presea máxima de su empresa y ahora podía considerarse un campeón. Y aunque varios de sus compañeros y amigos —y con amigos, se refiere a Alba—, y estaba celebrando felizmente, él necesitaba a John.
—Pudiera al menos fingir que te estás divirtiendo. —Le susurro Alba, con una sonrisa de soslayo llena de sátira.
—No sé donde está John. Me dijo que vendría y...
—Entonces, vendrá, Phil. —Alba le miro—. John está bien.
—Ni siquiera me dijo a donde iba... —Mascullo Phil, ignorando las palabras de su amiga—. No debí haberlo dejado irse.
—John no es un bebé. —Le recordó ella, apretando el entrecejo—. Sabe cuidarse solo.
—¿Acaso no recuerdas lo qué pasó la última vez que lo deje solo?
—Por supuesto que lo recuerdo. Y eso fue hace años, deberías olvidarlo. —Le recriminó ella, haciendo que Phil gruñera iracundo. Alba rodó los ojos—. Él estará pronto acá. Ya verás.
Phil suspiro, y no tardó en asentir. Alba le sonrió de soslayo con ternura, para después empezar a caminar por el pequeño local donde estaban celebrando la victoria de Phil. Phil acaricio con la yema de sus dedos el título que reposaba sobre su hombro derecho, tocando levemente el oro, para después suspirar con una miseria casi transparente.
El oro no se sentía igual sin John a su lado.
Sus ojos verdes miraron hacia la puerta, esperando que en algún momento John pasara por la misma. Pasaron alrededor de 20 minutos cuando eso pasó, y John había pasado por la puerta, hablando con alguien que se encontraba detrás de él. Phil sonrió gigantemente a penas vio como los ojos azules de John le miraron.
Phil alzó la presea dorado por sobre su cabeza, viendo como John se inflaba el pecho con orgullo. Phil estuvo a casi nada de ir a abrazarlo y a decirle lo mucho que lo quería, pero entonces vio como aquella figura más o menos madura se daba a ensenar. John cerró la puerta justo después de que aquel anciano con cuerpo corpulento se dio a enseñar.
Phil miró al hombre, con una confusión casi imponente. Entonces, fue cuando los ojos verdes de aquel señor le miraron, y entonces sus ojos pintados de verde chocaron entre sí. Phil sintió como un nudo se creaba en su garganta y casi tuvo ganas de irse a llorar como un niño. John apretó sus labios entre sí, sintiendo como el anciano se tensaba a su lado.
—Papá... —mascullo Phil, con un toque confundido acompañado de incomodidad.
4:15 a.m.
Phil gruño cuando John le cerró la puerta justamente en su cara. Phil relincho, para después voltear a mirar a su padre, el cual le daba la espalda y se servía un vaso de whiskey. No sabía cuál era el punto de John haciendo esta bochornosa reunión, mucho menos porqué su padre había aceptado. Pero sabía que John le había cerrado la puerta en la cara y que lo había dejado encerrado en esta habitación con su padre para que arreglaran sus diferencias.
Aunque eran cosas que no podían arreglarse. Las diferencias no podían arreglarse. Su padre siempre sería un arrogante egocéntrico y él siempre seria un excéntrico orgulloso. La idea no era arreglar diferencias, sino sobrellevar esas diferencias que tanto los habían alejado.
Igualmente no quería, si podía ser sincero.
—Prometiste buscarme cuando fueras un luchador reconocido. —Recordó su padre, con aquel tono de voz tan duro y directo—. Pero, ahora que eres campeón, igualmente no me buscaste.
Phil se volteó, mirándolo con desprecio.
—No quería tu benevolencia barata y falsa. —Espetó el ojiverde, con la mirada clavada en la espalda de su padre.
El hombre rió por lo bajo, con un toque sátira pero complicidad en su risa. Entonces, se dio la vuelta, sosteniendo en su mano un vaso con whiskey escocés.
—Por supuesto que la querías, Phil. Todo hijo quiero ver el orgullo en los ojos de su padre. —El hombre bebió de su bebida, para después dar pasos lentos hacia su hijo mayor—. Quiero que sepas, Phil, me creas o no, que estoy muy orgulloso de ti.
Phil miró la mirada verdosa de su padre, y sintió ese calor en su pecho que no sentía desde que era un niño mimado por mami y papi.
—Gracias. —Susurro Phil, con una presión en su pecho que no le dejaba continuar.
—Lamento mucho lo que te hice sufrir en el pasado. Sé que te hice falta al igual que te rompí el corazón miles de veces. Pero todos estos años sin ti, conociendo todo el esfuerzo que has tenido que hacer por la boca de un extraño, me ha hecho notar la falta que me hiciste. —El hombre al cual llamaba padre cuando era un crío, sonrió con orgullo y clemencia—. Espero que algún día puedas perdonarme, Phil.
Y entonces, abrazo a su padre con las ganas más grandes del mundo.
4:56 a.m.
Unos brazos abrazaron su cintura de manera ávida, mientras unos labios besaban incontrolablemente su mejilla. John rió, mientras sentía sus mejillas teñirse de rosa. John miró por encima de su hombro, mirando entonces como los ojos de Phil le miraban.
— ¿Cómo te fue? —Preguntó John.
—Bastante bien. —Sonrió el tatuado—. Creo que las cosas mejoraron entre nosotros.
—Eso es genial.
John se volteó por completo, y sintió como las manos de Phil tomaban su cintura entre sus manos. John sonrió, con ternura. Sus manos tomaron las mejillas de Phil, mirando directamente a la mirada transparente de su amante.
—Muchas gracias, John.
—Es un placer.
—No solo por esto. Sino por todo. —Phil sonrió—. No habría logrado nada sin ti.
John sonrió.
—Bueno, por si nos recuerdas. El que va por felicidad y amor...
—Halla vida, prosperidad y honra. —Sonrió Phil, acariciando la cintura de John.
Y entonces, sonrieron secuestrados por la belleza del momento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top