XVIII.

"Pasaría hambre, pasaría tristezas. Iría de rodillas por la avenida. No hay nada que no haría...para hacerte sentir mi amor."

5:12 A.M.


Phil bostezó, totalmente exhausto, mientras miraba hacia la cama donde John reposaba con sus celestiales ojos azules cerrados. Se mantenía sentado en el ventanal de la habitación, mirando a John fijamente por dos motivos:

El primero era que, John ya lo había tirado de la cama más de tres veces debido a sus constantes pesadillas. Y aunque Phil estuviera dispuesto regañarlo una y otra vez, a penas John le miraba con esos ojos bizarramente azules y ya todo estaba completamente olvidado.

Y el segundo, porque estaba esperando a alguien.

Bostezo una vez más, hasta que oyó como alguien tocaba la puerta de la habitación de hotel, de una manera leve e insegura. Phil sonrió un poco. Se levanto rápidamente de donde estaba y ando hasta la puerta de la habitación, para después suspirar, angustiado. Su mano se estiró hacia la manija de la puerta, para después abrir la puerta de la habitación.

La pelinegra mordía nerviosa su uña justo cuando Phil abrió la puerta. La mirada verdosa de los dos hermanos se cruzo, haciendo que se reconocieran después de tantos años sin verse las caras. Phil sintió un ardor acariciar su pecho ante la fraternidad que emanaba aquella fémina, con la cual compartía un vínculo sanguíneo.

—Selene... —Un mascullo salió de los labios del ojiverde, mencionando a su hermana menor.

—Phil... —Sonrió ella. Los brazos de la pequeña de los hermanos Brooks, abrazaron el cuello del mayor de los hermanos Brooks.

Phil apretó levemente la diminuta cintura de su hermana mayor entre sus brazos, escondiendo su rostro contra el cuello de la pelinegra. Entonces, sintió aquella plenitud que solo el hogar puedo ofrecer mientras Selene le abrazaba con el mismo entusiasmo de cuando eran niños.

—Estoy tan feliz de verte después de tanto tiempo. —Le sonrió ella, con un tono entusiasta y tierno—. Te extrañé mucho.

—Y yo a ti, Lene. —dijo él, besando la frente de su hermana menor, para después acercarla a él, acariciando su hombro.

—Ah. Tan lindos como siempre. —Se enterneció una voz femenina. Phil alzó su mirada, mirando entonces a la hermana de en medio, Shaleigh.

Phil sonrió, para después soltar a Selene y acercarse a la pelirroja llena de tatuajes. Phil la miro con una sonrisa socarrona, mientras ella colocaba sus manos en su cadera, haciendo postura de jarra.

—Te ves como una zorra. —Le dijo él.

—Y tú como un imbécil. —Le dijo ella.

—Algunas cosas simplemente no cambian.

Shaleigh sonrió, para después abrazar a su hermano mayor con una falta de cariño alucinante. De verdad que el trío de hermanos se necesitaba mucho entre sí.

Y a penas la figura de la mujer de edad mas o menos avanzada, Phil sintió como su corazón se partía lentamente. Trató de tragar aquel nudo que se había fijado en su garganta, pero fue totalmente imposible.

Phil se alejo lentamente de Shaleigh, para después caminar con dirección hacia la mujer con anteojos y cabello castaño rojizo que se estaba perdiendo en su cabellera infestada de canas. Phil sonrió de soslayo, mientras la mujer de edad avanzada le miró con idolatría. Una sonrisa sencillamente agraciada se pintó en la cara de la mujer, para después fruncir el ceño al mismo momento en el que Phil abrió sus brazos para abrazarla.

—Deberías enderezar la postura. Te saldrá una hernia si sigues así. —Se quejó ella.

Phil suspiro, para después bajar sus brazos y mirar a su madre con un mohín resignado, adornado con una pequeña y sincera sonrisa. De verdad, aunque se quejara la mayoría del tiempo, Phil había extrañado muchísimo a su madre.

—Yo también te extrañé, mamá. —Sonrió el ojiverde.

La mujer de mirada verdosa, aflojó su tensa e intimidante postura para cambiarla con una más serena y fraternal. La mujer sonrió levemente, para después abrazar a Phil rápida y emocionadamente.

—Yo te extrañé más, Phillip. —dijo ella, contra el pecho del ojiverdoso.

—Entonces, idiota... —Masculló Shaleigh—. ¿Nos dirás para qué estamos acá?

—Es cierto, Phil... —Intervino Selene—. Te oías muy preocupado en tu llamada de teléfono.

—Quiero que conozcan a alguien. —dijo él, simplemente. Phil suspiro y empezó a andar hasta la puerta de habitación de hotel, para abrir la puerta y observar como John mantenía sus párpados cerrados ante la noche templada. Phil se acercó hacia él, para después tocar levemente su hombro, con la intención de despertarlo. Observó como John empezó a abrir sus ojos bizarramente azules, mirando entonces la amigable sonrisa que Phil ya tenía preparado para él—. Hey, John. Ven. Quiero que vayamos a un sitio con unas mujeres fantásticas.

6:56 a.m.

Phil rodó los ojos mientras veía como el trío de mujeres se movía por toda Coney Island, llevando a John por todo el lugar como si fuera un muñeco que pudiera controlar a su antojo. Aunque sonreía de vez en cuando al ver como su familia se tomaba fotos con John y éste no tenía ningún otro tipo de alternativa mas que hacer todo lo que el trío de féminas ordenara. Al menos se veía como si se estuviera divirtiendo.

John no había pronunciado ni una palabra desde que había pasado lo que había pasado con Randy. Phil no había podido lograr absolutamente nada para que John se abriera con respecto a lo que sentía. Era muy complicado lidiar con su caso.

Además, Phil no podía estar siempre con él, pero no podía dejarlo solo. Así que siempre que era hora de volver al trabajo, Alba cuidaba de John. Hacían todo tipo de ejercicios para que John pudiera hablar con mayor fluidez después de su trauma y para que no estuviera las pesadillas y deseos suicidas que tenía la mayoría del tiempo.

Era tan complicado todo.

Lo peor, era como él se sentía después de fracasar. Phil sentía que esta situación se le escapaba de las manos y que estaba fracasando —como siempre—, con respecto al tema de John. Sentía que no era suficiente. Además tenía tanto miedo. Miedo de perder a su John para siempre.

No iba a poder sobrevivir a eso, él lo sabía.

Miró por la gran ciudad con zonas recreativas como el trío de mujeres, hacía que John tuviera que estimular su habla de maneras sumamente ridículas, enfrentándolo a situaciones incómodas. De verdad que, a pesar de todo, Phil estaba tan feliz de la presencia de sus hermanas y su madre aquí.

Miró entonces, después de alzar su vista, aquel lugar donde la gente iba a aclamar perdón y suplicar esperanza. Mordió el interior de su mejilla, pensando si sería lo ideal ir hacia allá a pesar de no ser creyente de lo que allá se manifestaba, pero sintió un ardor en su pecho que le obligó a ir hacia allá, y sus piernas se movieron solas.

El lugar estaba totalmente vacío, y la majestuosa imagen de aquel ser divino en la cruz, sangrando, con su singular corona de espinas se dio a mostrar. Phil tragó saliva, para después mirar con un hombre con túnica negra se daba a enseñar, caminando por el lugar con una sonrisa que no tardó en regalarle a Phil.

—Ehm... —Balbuceó él, nervioso hasta la médula—. Creo que he llegado en mal momento...yo...

— ¿Qué sucede, hijo mío?

Phil sonrió minúsculamente como un impulso del nerviosismo, para después empezar a andar hacia el hombre de túnica negra, sentándose una de esas sillas alargadas que las iglesias contenían y cuyo nombre no recordaba. El Padre se sentó a su lado, mirándolo con clemencia.

—No sé cómo se empieza esto...

—Por el principio, hijo.

—Bueno, ehm...quiero empezar creyendo que no creo en esto. Pero necesito fe y esperanza. Y siento que ahora como el único hombre me hacía tener fe está como muerto, debo buscar ayuda. —Phil le miró—. ¿Está eso mal?

—Las puertas del palacio del señor están abiertas siempre para ti.

Phil bajo la mirada, sonriendo levemente.

—Mi amigo...está pasando por algo muy difícil. —Comenzó—. Su pareja abuso sexualmente de él y ahora está sufriendo de un trauma que...le está comiendo el alma. —Explico, con un dolor que le hacía sentir tan miserable—. Y yo no sé cómo ayudarlo. Lo intento, lo intento tan fuertemente pero es tan difícil. —Sintió como su corazón se estrujaba—. Él es mejor amigo que alguna vez haya tenido en mi vida y no me perdonaré sino logro ayudarlo a superar esta tristeza que lo está consumiendo...no soy lo suficientemente fuerte. —Phil miró al Padre, con sus verdes ojos llenos de lágrimas—. No soy suficiente.

El Padre ladeó su cabeza, con un toque de clemencia que hizo que el alma de Phil se relajara un poco. El hombre de túnica negra pasó su lengua rápidamente por sus labios.

—Hijo mío... —Sollozo el Padre, sintiendo como su alma se enternecía ante la mirada de Phil. El hombre apretó sus labios entre sí, para después sacar un papel de uno de los bolsillos de su pantalón, y tomar el bolígrafo que descansaba en su túnica. Él empezó a escribir, rápidamente, Phil solo le miraba atento. El hombre le ofreció el papel, con algo escrito—. Lee esto cuando sientas que no eres suficiente. Para que sepas lo que te espera cuando lo logres.

Phil apretó el ceño y miro el papel.

El que va tras la justicia y el amor
halla vida, prosperidad y honra.

Proverbios 21:21

Phil mordió el interior de su mejilla después de leer el versículo, para después mirar al Padre.

—Y ten fe, hijo mío. —Hablo, colocando su mano en el hombro del ojiverde—. Sobre todas las cosas ten fe. La fe mueve montañas.

9:45 p.m.

A penas los dos quedaron solos, Phil no tardó en abrazar a John por detrás mientras el ojiazul se recostaba en la cama.

El trío de féminas se había quedado en una habitación que Alba les había regalado para el resto de la noche, debido a que ellas se irían mañana a Chicago y volverían a sus vidas normales, con una historia que contar.

Phil acercó sus labios al oído de John, para entonces, empezar a susurrar.

—Esta vez no quiero que me respondas, o al menos no te lo exijo. —Empezó a mascullar él, con una sutileza enternecedora—. Yo solo quiero que sepas, que nunca voy a abandonarte, John. Que no voy a rendirme y voy a pelear para que puedas...podamos seguir adelante. A penas te mejores, nos iremos de aquí. Y comenzaremos una nueva vida, no me iré de aquí hasta poder brindarte la paz que mereces, y tampoco sin darte la oportunidad que mereces. —John sonrió, con sus mejillas enrojeciendo—. Yo puedo hacerte feliz, hacer cada uno de tus sueños realidad. Pero esta es una batalla que debemos pelear juntos. Tú lo intentas y yo también. Mírame a los ojos y háblame, John. Te necesito... —Phil besó levemente la mejilla de su ojiazul, para después susurrar—. ¿Y sabes por qué? Porqué te amo, John.

John sintió como su piel se erizo de improvisto, y no tardó en voltearse y mirar a Phil justamente a los ojos.

—Yo... —Empezó a tartamudear, sintiendo un ardor en su pecho—. Yo también...también te amo. —Sonrió él, para después tomar las mejillas de Phil y besarlo.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top