XI.
"Cazando motivos que me hagan creer que aun me encuentro con vida. Polveando mis uñas, ahogándome en llanto...extrañándote tanto."
4:56 a.m.
— ¿Tan rápido te vas?
Phil gruño enfadado mientras seguía vistiéndose frente al espejo, con una mueca en su cara que se notaba hasta el fin. Alba estaba recostada en la cama, con un cigarro de esos que te dan risa, sonriendo con sátira.
—Sí. Me iré a dormir. —dijo él.
—Puedes quedarte.
—No. Tu esposo viene a las seis. No pienso ponerme en peligro por tus caprichos estúpidos.
— ¿Por qué tienes qué ser tan desagradable?
— ¿Por qué tienes qué ser tan zorra?
Alba chupó del cigarro, mientras sonreía un poco debido a que molestar a Phil le hacía sentir vida.
— ¿Soy una zorra? Oh, inclúyete en esa oración. —Phil le miro sobre el hombro, sin entender—. Tú eres el que gemía "John" mientras follábamos.
Phil apretó sus labios entre sí, soltando una leve maldición. Phil se volteó mientras terminaba de apretar el cinturón en su cadera y veía como Alba se tapaba con la sábana, sin ocultar esa sonrisa intensamente burlesca.
— ¿En serio lo hice?
—Cinco veces. —dijo ella, chupando el cigarro.
Phil se sentó agotado sobre la cama, gruñendo. No veía a John desde más de una semana por lo del beso y estaba que se moría. Lo extrañaba tanto. Pero John ya no estaba en las madrugadas esperándolo, y nunca lo veía por ahí, y no podía obviamente expresar lo que sentía. Phil no estaba enamorado de John, no. Solo que se había equivocado de manera irreparable, había echado a perder la única relación mas o menos estable que ha tenido en su vida.
—Soy un desastre. —Masculló él, apretando sus labios entre sí.
—Vaya que sí. —Concordó la pelirroja—. Pero, todos en algún momento lo somos, Phil. No es malo ser un desastre de vez en cuando. —dijo ella, chupando el cigarro y sintiendo el humo nadar por su garganta. Ella guardo silencio por unos momentos, para después mirar la espalda de Phil—. ¿Te gusta mucho ese muchacho?
—No lo sé. —Respondió—. Simplemente que...me deje llevar por mis impulsos y ahora lo arruine todo. Es el mejor amigo que he tenido en mi vida. ¿Sabes? Uno de debería medir a los amigos por los años de conexión, sino por las largas e intensas conversaciones que han tenido. En mis treinta y seis años nunca había hablado con alguien como lo he hecho con él...es como si me sintiera a salvo de la depresión con él.
Alba le miró, con socarronería, pero con un toque de ternura colado en su mirada.
—Te gusta.
Phil respiro profundo mientras Alba seguía fumando, con avidez a su cigarro.
— ¿Tú crees?
— ¿Sabes, Phil? —Hablo ella, alejando el pedazo de papel con tabaco de sus labios—. El amor no debería tratarse de tiempo, sino de intensidad. Yo llevo treinta años con mi marido y nunca he tenido ese brillo en tu mirada que tienes al hablar de ese chico...le quieres. —Ella sonrió, maternal—. El amor no debería tratarse de quien te mueve el suelo, sino de quien te hace mantener los pies en la tierra y te brinda estabilidad. Eso es el amor.
—Es muy pronto para hablar de amor.
—Pero, créeme, Phil. Después será muy poco hablar solo de amor.
Phil cerró sus ojos por un momento, para después dejar caer sus hombros ante el cansancio. En un momento sorpresivo, tomó fuerza y tomó su camisa del suelo, corriendo hacia la puerta mientras un "Gracias, Alba" salía de sus labios de manera rápida y acelerada.
Alba sonrió.
—Ojalá que todo salga bien, Phil. Te deseo buena suerte.
Y, ante la mirada de unas paredes que no hablaban, chupo lo que quedaba de su cigarro.
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