IV.
"Me he vuelto tan insensible."
5:24 a.m.
Hoy llegaba más tarde que de costumbre. Su jefe le había asignado a hacer un trabajo inexcusable en el centro comercial, y había llegado dos horas más tarde a casa. Si era que a esto se le podía llamar casa.
Esta vez, al llegar, no vio a su compañero de media noche y se sintió mal por un momento. La simple idea de que el ojiazul hubiera estado un rato esperándolo y que se hubiera cansado de tal acción hacía que se sintiera molesto consigo mismo. John y él solo tenían un total exacto de 3 días seguidos hablando. Hablando de banalidades y de tonterías que tenían un toque de profundidad realmente importante para él. En tres días, ya se sentía cómodo con un completo desconocido con el cual no cruzaba palabras en el día, solo en aquellas madrugadas teñidas de impotencia y de intranquilidad.
Mientras su cuerpo caía al suelo a la par de los latidos de su corazón, pensó en donde podía estar su compañero.
Unas pisadas se oyeron después de unos minutos, haciendo que Phil volteara su rostro para mirar con sus ojos verdosos como la silueta de su acompañante se acercaba a donde estaba él. Phil sonrió de soslayo mientras miraba como John se sentaba a su lado. Se le notaba aquella sonrisa acompañada de aquellos lindos hoyuelos, la cual embelesaba hasta al más recio.
—Lamento llegar tan tarde.
—Aún es de madrugada. Así que aún podemos conversar.
—Así que, ¿las madrugadas ahora son nuestras horas?
—Si así lo deseas.
—La verdad...no.
—¿Por qué no? ¿No te agrada mi compañía?
—No, John. Al contrario. Es solo que me gustaría tener un amigo todo el tiempo.
John miro a Phil, con esa mirada que solo recordaba que podía darle a él y a su complicado marido. Le dio esa mirada de ternura y magnanimidad que solo aquellos ojos azules podían ofrecer.
John era una persona naturalmente altruista, aunque su corazón estuviera roto en mil pedazos y su alma sollozara como una niña desolada.
—Siempre, Phil. —Sonrió él—. Siempre seremos amigos, Phil.
Phil sonrió, de manera espontánea y bizarra. John nunca había mirado la sonrisa de Phil, debido a que él solo ofrecía sonrisas de soslayo y de incomodidad. Era la primera vez que lo veía sonreír con tal serenidad.
—John... —Mascullo el ojiverde, mirando como el sol se alzaba de manera imperial por el horizonte clemente—. ¿Por qué eres tan bueno conmigo?
John miró al ojiverde, como si le estuviera gastando una broma de mal gusto. Muy mal gusto. Pero al ver como las mejillas del ojiverde se teñían de manera paulatina, supo que era en serio.
—Porqué...eres el único que se ha preocupado en escucharme después de tanto tiempo, Phil. Tal vez no te importe, pero al menos me escuchas, y eso es suficiente para mí. No tenía a nadie con quien hablar desde hace mucho tiempo.
—Yo tampoco. No desde que me fui de Chicago.
—Soy bueno contigo porqué por fin he encontrado a alguien que de verdad le gusta que sea bueno con él.
—Nadie ha sido con bueno conmigo desde que era un hijo de papi. Así que gracias, John.
—Para eso están los amigos.
Phil sonrió de soslayo.
—A veces creo que la vida me ha hecho esto, ¿sabes? Me he vuelto tan insensible. Me he convertido en un ser cansado, mucho más crudo. Pero tú...tú me haces ver las cosas y a la gente diferente, John.
El mencionado sonrió.
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