Capítulo 23

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 23. Donde se aloja tu lealtad

El bosque. Esa masa verde en extensión, finita, de hojas, setos y árboles. Las copas altas en disputa bajo el cielo, en el más escrupuloso y eterno silencio. Los susurros de las hojas, los aullidos de las bestias corriendo sobre sus garras, el gorjeo de las aves sacudiendo las alas. Vida y crecimiento. Caza y muerte. Las ramas sacudiéndose por el murmullo del viento, el aleteo de las aves batiéndose en duelo. Allá, tras la mata donde se esconden los depredadores, por debajo del hoyo en cuyo hogar habitan sus miembros, yacía cada uno de los sentidos disparados de una criatura de la noche. No había nada más gratificante que correr tan ligero como el viento, con todos los sentidos expandidos en el tiempo. Con los pies sobrevolando por encima de las ramas, apenas rozando el suelo, se sentía como un pez moviéndose en su propio elemento.

Jimin De Fiore se detuvo súbitamente en mitad de un claro llano, se deslizó con velocidad hacia unos árboles y posó la espalda contra el recio tronco de uno. A escasos metros se encontraba un campamento. Podía escuchar algunas conversaciones, el intercambio de palabras entre el par de hombres de buena estatura que caminaba alrededor de aquel lugar bajo la luna menguante.

El vampiro se relamió los labios. Iba encargarse de ellos esa misma noche. ¿Matar dos pájaros de un tiro? ¿Por qué no?

Jimin salió disparado, si bien tan pronto se movió, alguien tiró de su muñeca, de sus hombros, una fuerza descomunal se antepuso a él y le empujó hacia el interior del bosque, poniendo mucha más distancia entre él y el campamento. La espalda de Jimin golpeó la corteza rugosa de un árbol más grueso. A él se le escapó el aliento, sus iris carmesíes se encontraron con los negros de Yoongi Leone.

—¿Qué coño haces aquí? —gruñó Jimin frunciendo el gesto.

—Podría preguntarte lo mismo. Estás en los territorios de Shadowfell, querido. ¿Debo recordarte que no se nos está permitido llegar hasta aquí? —murmuró Yoongi fastidiado.

—Voy a acabar con esos.

—Son lobos.

—¿Y? Quiero volver a mi casa. Es mi maldita casa.

—Jimin, eres un vampiro común. Uno, contra más de veinte licántropos. Te despedazarán.

—Hoy estoy muy enfadado. Me cargaré, por lo menos, a siete —repuso Jimin con picardía.

—¿Y los otros trece? —Yoongi arqueó una ceja.

—Te los dejo a ti —le dijo el rubio con un tono mimoso.

—Vamos, ¿no me digas que también quieres convertirlos en híbridos?

—El sur de Virginia no es mi problema. No me interesan.

—Entonces, ¿qué mierdas haces delante de mí? —gruñó Jimin.

—Te detengo ante una más que probable muerte —reprodujo Yoongi en un susurro.

—No me digas que me has seguido —masculló el otro, mordiéndose la lengua.

—No eres tan rápido —soltó Yoongi pedante—. Es más, te dejé algo de ventaja durante unas horas, antes de salir detrás de ti. Imbécil.

—Ouch. Estás dañando mi ego, Yoonnie —presumió Jimin.

En esos instantes de silencio, él tiró del cuello de su chaqueta y lo atrajo. Su cuerpo yacía contra el frío tronco de olor a resina, atrapado frente al de Yoongi, con una rodilla flexionada entre sus dos piernas. Sus rostros estaban muy cerca, el mayor le contemplaba con párpados bajos y alargados, con la sombra de las pestañas proyectándose con aire felino.

—Sabes lo peligroso que es. El linaje de las Castairs confabula para acabar con los vampiros puros que quedan. Y estos lobos, colaboran con ellas. Estaremos muertos en este terreno, si nos encuentran.

—Pensé que habías acabado con la última de las Castairs en 1920 —señaló Jimin.

—¿Debo recordarte que podían reproducirse?

Jimin chasqueó con la lengua.

—No, pero, ¿en serio te han seguido hasta aquí? Obsesionas a la gente, cielo. Esto te pasa por acostarte con brujas —le chinchó a propósito.

—Hace años que buscan recrear el ritual de luna —masculló Yoongi, ignorándole—. El que creó a los cazadores de raza. Una nueva especie, artificial, preparada para activarse a un tiempo determinado, y extinguir a los vampiros.

—Brujas y hombres lobo, están obsesionados, ¿eh?

Yoongi apretó los labios.

—No importa. No lo lograrán —dijo con certeza.

—¿Cómo estás tan seguro? —preguntó Jimin.

—Porque Basil hizo el ritual con su sangre; la misma corría por las venas de los cazadores de raza. Como si fueran sus propios hijos. Y para asegurarse de otorgarles poder a mortales, ató la fuerza de ellos a la piedra alma. El corazón de la bruja más poderosa sobre la tierra. Podía haber elegido a la amiga de mi madre, una Rey. Pero prefirió ir a por Aria Min. Aria Leone.

—Qué bonita y perversa simetría —murmuró Jimin, ladeando la cabeza—. ¿No te parece un psicópata encantador, tu padrastro? Pero si tan importante era su corazón, ¿por qué diablos pagasteis con ella a aquel aquelarre de Tahití?

—Porque era necesario, Chim. Los grupos de brujas son fuertes. Puede que una no pueda hacer mucho, pero juntas, pueden alcanzar niveles muy peligrosos. Sui volverá con la piedra.

—Yo diría que está tardando demasiado.

—No voy a permitirte que vuelvas a dudar de mi hermano. Es leal a mí, Jimin.

—Tu hermano es egoísta —repuso.

—Ha luchado toda la vida por sobrevivir —discutió Yoongi.

—Ya, por eso creo que, si tiene que dar un paso atrás y despegarse de tu lado para sobrevivir, como tú mismo dices, ¡te dará la espalda sin pensarlo! ¡Entiéndelo, Yoongi!

Yoongi le tapó la boca con una mano para que bajara la voz. O en su defecto, que cerrara la maldita boca.

—Tienes miedo a verte solo —agregó Jimin sin compasión—. La manada de híbridos, tu forma de negarte a ver la realidad. Sigues tragándote esa falsa lealtad.

—Es mi hermano —Yoongi reprodujo las sílabas muy despacio—. Y a pesar de nuestras diferencias, le amo. Un vínculo de hermanos nunca se acaba, Jimin, nunca se corta de verdad —le decía, haciéndole recapacitar—. Jamás desaparece del todo, no importa lo que te alejes, no importa el tiempo que pase, no importa que pienses que se haya acabado. Ni la rabia, ni la ira, ni todas las veces que te ha fallado, hace que un hermano deje de ser tu hermano. ¿Sabes por qué? Porque seguís compartiendo sangre; seguís siendo familia, como Basil Leone y el linaje de cazadores que creó para matarnos. Y él, Sui, es lo único que tengo, Jimin. Lo único que me ha quedado.

Jimin se mantuvo en silencio durante unos instantes. No pudo evitar que el recuerdo de Jungkook se le pasara por la cabeza; pero no podía sentir nada. Ni pena ni remordimiento, si bien notaba que había algo ahí, un poco más por debajo, enterrado bajo su conciencia, bajo las emociones en tonos grises que no lograba discernir.

«¿Jungkook está vivo?», se preguntó por primera vez, en mucho tiempo. No obstante, nada más se cruzó por su cabeza, así que descartó su interés de momento.

—¿Me podrías por encima de Sui, si te dieran a elegir? —preguntó Jimin seriamente.

Yoongi frunció el ceño.

—¿Matarías a Jungkook si viniera a por mí? —le devolvió Yoongi.

Jimin se quedó en silencio. El mismo silencio del bosque, tras el susurro del viento que rozaba las ramas de las copas de los árboles.

—A ese tío le das igual —Jimin sonó desganado.

—No lo creo. Me llevé a su hermanito, su tesoro secreto —dijo en relación a él.

—Créeme, le da igual. Nunca se preocupó por nada más que por su trasero.

—Está bien. Entonces, ¿matarías a Taehyung Kim?

Tras unos segundos, Jimin se humedeció los labios.

—Me muero por hacerlo —contestó con la más cruel verdad.

—Mientes —murmuró Yoongi.

—Oh, no. Lo haré, si le encuentro.

—¿Por qué? —le puso a prueba.

—Porque yo sí soy leal a ti. Yo, sí. —aseguró Jimin solemnemente—. Y créeme, Yoon, cuando te digo que vamos a acabar con todos ellos. Basil, el último cazador de raza, el aquelarre de las Castairs, así como todos los que se interpongan.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Taehyung estuvo haciendo de ejercicio antes de meterse ducha. Al caer la tarde, preparó algo para picar, en lo que repasaba el alfabeto coreano en la cocina. Mientras tanto, Jungkook se encontraba en el sótano. El más joven pensó que últimamente pasaba bastante tiempo allí, a veces leía, tocaba la guitarra en otro lugar para no molestarle o se sentaba en el porche trasero para dejarle concentrarse en sus estudios. Tae bajó la escalera mordisqueando una tostada con intención de visitarle.

Jungkook cerró un bloc de anillas, le miró de medio lado tras la estantería de botellas de licor que cruzaba la sala. Había Bourbon, algún vino dulce, y licor de whiskey (el favorito de Taehyung). Sobre la mesa, además del bloc, se encontraba un vaso de licor. Bajo la misma, había un baúl donde el pelinegro guardaba algunos objetos personales. Allí también estaba el pequeño refrigerador en el que almacenaba varias bolsas de sangre, y el armario metálico y empotrado, donde guardaban varias armas.

—¿Has terminado? —formuló Jungkook en lo que el chico se acercaba.

—Hace rato —Tae le pasó un brazo tras el cuello y besó en su mejilla cariñosamente—. ¿Vienes conmigo? Vamos a ver algo.

Jungkook, por supuesto, se levantó para ir con él. Solían sentarse juntos, más o menos acurrucados, hasta que el más joven tuviera sueño. El azabache tomó el vaso entre los dedos, Tae señaló el bloc que había sobre la mesa, interesado.

—¿Qué mirabas?

—¿Mnh?

—Pasas tiempo aquí. ¿Con qué te ocupas?

—Organizo algunas cosas.

Jungkook agarró su cintura y le empujó sutilmente para tomar la escalera, pero Tae se quedó estático.

—Kookie, ¿pasa algo?

—¿Qué? N-No —Jungkook se interpuso en su camino—. Taehyung, no —repitió.

—Jungkook De Fiore —dijo Tae con severidad.

—No digas mi nombre así —se quejó, con unos colmillitos puntiagudos bajo el labio.

Taehyung le sorteó, pasando por su lado. Abrió el bloc y encontró un puñado de recortes de periódicos introducidos en hojas de plástico. Las primeras eran de hacía unos años, por las fechas claramente visibles, y menciones directas a Shadowfell. Él se inclinó sobre la mesa, pasando las hojas con los dedos. Había notas tomadas donde se escribían datos sin conexión «dos víctimas, tres y cuarto. Cuerpos desangrados. Un desaparecido, probablemente, licántropo». El chico pasó una página más, Jungkook no le había detenido en ningún momento, es más, se había alejado, permitiéndole explorar aquello.

El mayor le contemplaba en silencio, tomando un trago de licor. Ya no había remedio. El último recorte de periódico era una hoja de papel impresa, metida en otra hoja de plástico. Taehyung se detuvo en una muy reciente: «23 de mayo. Un poblado cerca del extenso Buckingrock Wood, más de veinte personas desaparecidas. Se especula acerca de una secta».

«No es una secta», pensó Taehyung. En la última página, tiró con los dedos para despegar un mapa. Estaba garabateado, Jungkook había trazado líneas, rutas, con diferentes colores, y había colocado nombres de bosques concretos. La parte norte de Virginia se encontraba rodeada por un círculo que incluía varios poblados.

—¿Qué es eso? ¿Qué es todo esto? —preguntó Tae en voz alta.

Jungkook apretó los labios, tras él. El muchacho se dio la vuelta.

—¿Kook? —insistió Taehyung—. ¿Es esto información de...? ¿Esto va de Jimin?

Hubo una larga pausa, Jungkook no le miraba a los ojos. A Taehyung se le aceleró el corazón, tragó saliva pesada sabiendo que así era.

—¿De cuándo es?

—Algunos, tienen un tiempo —contestó, aproximándose a la mesa—. No es un rastreo, como tal. En Dikburg hay un pequeño centro con internet, desde el que puedes acceder a recopilaciones de periódicos online. Solo tuve que consultar el periódico local online de cada región, según la fecha, para poder trazar un camino. Calculo que se movieron por la zona este de Estados Unidos —musitó deslizando un dedo sobre el mapa—, ha habido rachas. Altibajos. Unas más llamativos que otros. No creo que todo esté bajo su mano, pero...

—Por eso me dejabas estudiando en la biblioteca —liberó Taehyung.

Jungkook continuaba sin mirarle.

—La primera vez, sólo tenía curiosidad. Encontré el archivo de periódicos digitales y quise consultar títulos de Virginia desde hace dos años. Las noticias de Shadowfell sobre los jóvenes que murieron, desaparecidos al norte y al sur —le contaba el mayor, reflexivo—. Un año después, cuerpos desangrados por toda la zona este, desde California a Florida... Creo que estaba pasándoselo bien. Y me apuesto a que... estaba con alguien más...

A Taehyung se le removió algo por dentro.

—¿Crees que Sui está con él? —preguntó ronco.

Jungkook negó con la cabeza.

—No lo sé. Honestamente.

Taehyung se desplazó por la pequeña sala y cruzó los brazos. Sus iris azules yacían fijos sobre Jungkook.

—No habías perdido la esperanza.

—La perdí durante un tiempo.

—Y, ¿qué te hizo recuperarla?

Hubo un silencio.

—Tú.

Taehyung bajó la cabeza brevemente, se mordía el interior de la boca.

—¿Por qué no me lo habías dicho antes? Yo también quería saberlo.

Jungkook tardó en hablar, parecía sumido en algún resquicio de su mente.

—He intentado todo dejarlo atrás. Pero tú me alentaste —respondió Jungkook en voz baja—. Tú me dijiste que no podía vivir así. Cuando me permití volver a sentir algo que no fuera resentimiento, lo primero en lo que pensé fue en Jimin. Me falló. Nos falló a los dos. Pero, sigue siendo mi hermano, Tae. Y tenías razón. Sé que está vivo, en algún lado. Puede que ya no sea él. Sin emociones, sin su humanidad activa, Jimin debe ser una bomba de relojería. Y apuesto a que sería capaz de matarnos a los dos. Bueno, a los dos no.

Jungkook levantó la cabeza, sus iris conectaron con los azules del muchacho.

—Con suerte, tú podrías ser el interruptor. Cada vampiro tiene un detonante emocional. Es como un interruptor de emergencia. No tiene por qué funcionar. No estabas allí cuando apagó sus emociones. Pero tal vez, si te volviera a ver...

—¿Yo? ¿Yo podría recuperar a Jimin? —formuló Taehyung sin aliento.

El vampiro tragó saliva pesada.

—No te lo he dicho, porque temía que dijeras lo que sé que estás a punto de decir...

—Vamos a buscarle. ¿Dónde está? ¿En Virginia? —interrumpió Taehyung.

Jungkook rodó los ojos.

—Lo sabía —declaró.

—Es tu hermano, Jungkook.

—No nos vamos a arriesgar. Te lo he dicho, podría ser muy peligroso. Nada es seguro. ¿Y si no es así? ¿Y si está tan implicado con ellos, que...?

—Pero podemos trazar un plan —dijo Taehyung, muy seguro—. Podemos inyectarle verbena. ¿Recuerdas cuando le dejaste inconsciente y luego le encerraste en una celda, en Shadowfell? Podemos hacerlo, hasta que le traigamos de vuelta. A lo mejor funciona.

—¿Ves por qué prefería cerrar la boca?

—Jungkook...

—Taehyung, ¡te olvidas en compañía de quién está! —exclamaba Jungkook precipitadamente—. ¡Sui y Yoongi Leone! ¡Dos vampiros puros! ¿Debo recordarte qué diablos eres tú? Apuesto a que Sui se muere por arrancarte la cabeza. Y que el otro, el híbrido, desea fervientemente acabar con el último cazador de raza, creado por su maldito padre. ¡Para ellos, sólo eres una presa!

Taehyung se sintió descorazonado. Exhaló su aliento, notaba el pulso disparado bajo el pecho y estaba sin palabras.

—Pero...

Por la expresión de su rostro, Jungkook le observó lastimado, desesperanzado. Jungkook se sentía exactamente igual que él, su gama emocional iba desde la frustración al miedo. Entonces se aproximó al chico le rodeó el cuello con un brazo, atrayéndole. La punta de su nariz se rozó brevemente con la suya, y luego le pegó a él, suspirando por encima de su hombro.

—No puedo perderte —murmuró Jungkook—. No puedo. Así que, por favor, no cometas ninguna locura. Haz lo que yo te diga.

—Tranquilo, Kook —le devolvió Tae, frotando las palmas suavemente tras sus omoplatos.

Sentía tristeza por el temor que Jungkook mostraba. Nunca le había visto tan frágil, excepto con él. Jungkook siempre se había esforzado en esconder su corazón, pero tenía uno muy grande, que podía torturarle con facilidad, así como ser fácilmente destruido. Siempre se lo negaba a sí mismo, pero amaba a la gente con facilidad, añoraba ser querido y ansiaba ese tipo de lealtad. Taehyung quería cuidarle de la misma forma. Le removía las entrañas pensar en que su esperanza, de alguna manera, había resurgido secretamente por Jimin. Era su única familia, al fin y al cabo.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Se encontraban a las afueras de Shadowfell, en una casa apartada, rodeada de caravanas. Las luces interiores brillaban con tonos dorados a través de las ventanas. Namjoon, Seokjin, y Dave entraron en la casa. Allí había varias personas más, que Namjoon identificó mentalmente como licántropos. Todos posaban la vista sobre ellos, desde el par de adolescentes que había al pie de la escalera, cerca de la entrada, al tipo que se asomó desde un arco que debía dar a un salón. Namjoon ladeó la cabeza y estiró el cuello, fijándose en la casa revestida de madera. Había una cocina al final del pasillo, a donde se dirigían. Era grande y espaciosa, en el interior se hallaba una mesa en el centro con numerosas sillas. Bajo ella, una alfombra amarilla con dibujos de flores coloridas.

Una mujer les escudriñó con la mirada, como si por un momento se preguntara si alguno de los dos podía ser vampiro. Dave y ella compartieron una mirada y se murmuraron algo ininteligible para sus oídos. A continuación, el muchacho les indicó con la cabeza para que se sentaran. Namjoon sabía que no tenía el porte de ser vampiros, aunque todos les revisaban como si lo temieran. Pero él no se veía tan absurdamente perfecto e inalcanzable, como una estatua griega. Y a pese a mantenerse joven por el anillo, se movía como cualquier mortal, necesitaba pestañear y respirar. Por no hablar de que tenía hambre.

—¿Quiénes son estos, Dave? —preguntó la mujer.

—El Doctor Seokjin, y uno de mis antiguos profesores de filosofía —contestó Dave a un tono más audible.

Él se quitó la chaqueta y se la entregó a otro chico más joven, que salió de la cocina.

—No lo dudaba. ¿Queréis comer algo? —formuló Layla, volviéndose hacia ellos.

—Un té estará bien —respondió Seokjin con amabilidad.

Pero Namjoon ya se había fijado en la canasta de magdalenas que había sobre una encimera.

—¿Usted tiene hambre? —le preguntó Layla al segundo, notando su visible apetito.

—Si no es una molestia... —respondió Joon.

Ella asintió con la cabeza, se acercó a la encimera dispuesta a rellenar una tetera y serviles algo. Mientras tanto, se sentaron en la mesa. David tomó un asiento frente a ellos, apoyó el codo sobre el respaldo de una silla de madera, contemplándoles con detenimiento.

—¿Dónde están todos los demás? —preguntó Dave—. Taehyung, los hermanos De Fiore...

—Perdimos el contacto hace tiempo —contestó Joon.

—Ya. ¿Y la tía de Taehyung Kim? —prosiguió David.

Namjoon notó como su garganta se comprimía.

—Murió. Un vampiro la asesinó.

Hubo un silencio, donde Seokjin apretó los nudillos. El sonido de la tetera de la que se encargaba Layla silbaba suavemente de fondo. Ella colocó las tazas sobre la mesa, y después, una diminuta bandeja con varias gruesas y pesadas magdalenas de color beige, con canastitas amarillo pastel y lunares blancos.

—Un puro, querrás decir —añadió el licántropo con perspicacia—. Sabemos que han estado aquí. Tenemos un pacto con un aquelarre de brujas, y con los humanos del pueblo. Los miembros del Cabildo de Shadowfell. Mi madre era la líder del grupo. Tras la muerte de mi tío, Alex, me largué del pueblo durante meses. Encontré a su manada, a la manada a la que pertenecía su pareja asesinada por Jungkook De Fiore. Me llevé el cuerpo de Soobin conmigo.

—¿Q-Qué...? ¿Qué hiciste con él? —preguntó Namjoon arrastrando las sílabas.

—¿Con Soobin? —dudó Dave, movió el brazo que apoyaba sobre el respaldo y lo posó en la mesa—. Darle un refugio, por supuesto. Un hogar.

El corazón de Namjoon se precipitó en su pecho.

—¿Soobin está vivo?

—Claro que lo está —Dave sonó ligeramente molesto, y levantó el mentón con orgullo.

—Pero, me dijeron... No estábamos seguros sobre si...

—Y llevas ese anillo, por lo que veo —Dave señaló a su mano. Namjoon rozó el metal con el dedo pulgar y la bajó, escondiéndola bajo la mesa—. Revivió por él. Pero los mordiscos de mi tío Alex fueron demasiado; se infectó con el gen licántropo.

Namjoon tenía el rostro desencajado. ¿Soobin estaba ahí afuera, en algún lado?

—No te preocupes por él, profesor —agregó Dave, desconcertándole—. Le ayudé a aceptar a su nuevo yo. Se encuentra está en perfecta armonía con nuestra manada. Ascendí a líder desde el día en el que entramos, así nos gané nuestro propio lugar —Dave se detuvo, bajó la cabeza. Los dedos de sus manos se enlazaban, con los huesudos nudillos apretándose—. Él estuvo ahí... en mi peor momento... En el pasado, fui un terco. Un niñato superficial. No podía abandonarle.

—Te lo llevaste. Te lo llevaste y pensábamos que...

—Hice lo que tenía que hacer. Era mi responsabilidad, y la de nadie más.

—Dave, es mi sobrino. Y tiene un hermano mayor, y ese es Taehyung.

—Ya, no. Pertenece a nuestra manada. Debes entenderlo. Él elige donde estar, y ese lugar, por supuesto, es y siempre será junto a los suyos —expresó Dave con dureza.

Namjoon frunció el ceño.

—Bien, quiero verle —exigió.

—No está aquí. Se ha mantenido lejos de Shadowfell, en los bosques del Sur de Virginia, acompañado por otros miembros de la manada. No puedo reclamar que venga, es libre de hacer lo que quiera.

—Dave, me dan igual los códigos que tengáis los licántropos. ¡Dile que estoy aquí, y que quiero verle de inmediato! —exclamó Namjoon.

—Qué curioso que tengas tanta prisa por verle ahora. Me pregunto qué habrás estado haciendo durante dos años completos junto a su exnovia bruja, maltratada por los hermanos De Fiore —soltó Dave con un absoluto descaro.

Namjoon no lo pudo aguantar más. Jin vislumbró por el rabillo del ojo el golpe que pegó en la mesa con la mano, visiblemente molesto. El profesor se levantó precipitadamente, arrastrando la silla tras él.

—¡Todo este tiempo, pensábamos que había muerto! —Namjoon le señaló con un dedo acusatorio—. ¡Era menor, Dave! ¡Te llevaste a un menor!

—¡Le salvé la puta vida! Permitías que tu sobrino saliese con un vampiro, a expensas de su tía humana, ¡a quien también asesinaron! —rebatió el más joven con el mentón alto.

—¡Los hermanos De Fiore no tienen nada que ver en eso!

—¡¿Así pues, Jimin De Fiore no se largó con los mismos que asesinaron a Aramintha Rey, y a Everly Kan?! Tienes una doble moral, Namjoon Kim. Una doble moral demasiado cuestionable para estar en nuestro bando —reprodujo Dave con lengua filada.

Layla se acercó a la mesa con una tetera, sus ojos se clavaban sobre Namjoon y sus malas formas. Dave, sin embargo, le indicó con la cabeza lo que parecía la simple orden de que dejara allí el recipiente y se marchara sin darle más importancia. Seokjin observaba la situación con detenimiento, presionó con los nudillos bajo la nariz y le masculló a Namjoon:

—Vuelve a sentarte, por favor. Estamos en una casa llena de licántropos.

Namjoon le miró de soslayo con irritación, pero volvió a tomar asiento en lo que la mujer lobo les dejaba a solas. No obstante, el estómago se le había cerrado, apiñado. Ya no tenía hambre, ni siquiera le apetecía una taza de té.

—Tengo entendido que la maldición del licántropo se activa una vez que el sujeto en cuestión mata a alguien —intervino Seokjin, tratando de calmar las aguas—. ¿Cómo sucedió?

David suspiró muy lentamente, posó los iris sobre él con una faz más sosegada.

—Para los que heredan el gen, sí. Pero él fue infectado. Su organismo se activó al despertar, por eso le llevé a otro lugar —le explicó Dave pausadamente—. Fui al apartamento de mi tío y durante días, busqué la información que necesitaba para encontrar a la manada. Me gané el liderazgo hace un año. Establecimos nuestro propio hogar a unos kilómetros de Shadowfell. Al cabo de unos meses, unas brujas nos ofrecieron con pacto. Regresamos para buscarlos a ellos.

—¿Un pacto? —preguntó Jin.

—Sí. Los rumores de que los vampiros puros habían vuelto se extendieron. No permitiremos que ningún otro vampiro se alimente, obligue o utilice a ninguno de los residentes —Dave se detuvo un instante—. Por otro lado, matar a los vampiros puros es la raíz para acabar con todos los demás. Ellos fueron los originales, los primeros en convertirse, y, por lo tanto, los culpables de que la plaga vampírica se esparciera por el mundo. Por si fuera poco, pueden reproducirse, aunque afortunadamente ninguno parece haberlo intentado.

—¿Quiénes son esas brujas? —cuestionó Namjoon, más calmado.

—Las Castairs. Durante cien años, han guardado rencor hacia uno de los Leone. Quieren acabar con él a toda costa. Y conocen un método.

—¿Cuál es? —agregó otra pregunta rápidamente.

David negó con la cabeza. Pero no era porque no quisiera contárselo, es que, no estaban al tanto. Su clan de lobos deseaba proteger al pueblo humano, y ellas tan sólo les habían ofrecido un pacto.

—Sólo sé una cosa. Toda nuestra manada lo sabe —dijo David entonces—. Va a morir gente, tanto de un lado como del otro. Tenemos que estar preparados, una guerra se avecina. Yoongi Leone ha convertido a hombres lobos en híbridos; a nuestra raza, en una abominación de colmillos y sed. Ahora tiene un clan completo de su lado. Está formando su ejército, así que nosotros, nos estamos preparando de la misma forma. Y vosotros, ¿de qué bando estáis? —le preguntó, en la mesa—. Con los que somos mortales, ¿o con esos chupasangres?

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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