Capítulo 6
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
Capítulo 6. Noche en el instituto
Apenas pudo pegar ojo por el miedo. Y no era un miedo irracional, no era miedo a la oscuridad, ni a figuras aleatorias y aterradoras. Era miedo real, miedo a que todo se derrumbase y no pudiera volverse a levantar. Tal vez, Taehyung se enamorado muy rápido de algo que escapaba a su control. Y no tenía ni la más remota idea de qué en embrollo se estaba metiendo, pero como se trataba de Jimin Park, o más bien, Jimin De Fiore, necesitaba meterse hasta el cuello.
El viernes por la mañana, los problemas llegaron.
—¿Park? ¿Qué apellido es ese? —cuestionó en el campus, tras el edificio—. ¿Por qué no me has dicho que eres un De Fiore?
—Porque eso da igual. Mi apellido realmente no cambia lo que soy —Jimin se cruzó brazos, con una aparente despreocupación.
Pero Taehyung observaba esa falsa capa de frialdad. Le pasaba algo. Podía notarlo. Había algo que no le contaba, y a él le irritaba todavía más.
—Tampoco me hablaste de tu hermano —le reprochó.
—No nos entendemos, es que... Es complicado —resumió Jimin.
—¿Lo es? Me contó lo de tu ex —continuó Taehyung—. ¿Sui?
Jimin desvió la mirada, luego suspiró con fuerza.
—¿Qué dijo de él? —formuló el pelinegro.
—Que te hizo daño.
—Eso fue hace mucho...
—Ya. Pero cuando alguien se va, deja una cicatriz. Justo aquí —Taehyung hundía los dedos por encima del pecho, en el corazón—. Para que tengas presente qué tan feliz fuiste una vez. Y qué difícil es liberarse del dolor.
—Tú no sabes lo que él hizo... Crees que, yo... Mira. Da igual. No quiero hablar de eso.
Hubo silencio. No había nadie por allí, por los alrededores, puesto que todo el mundo estaba en clase. Taehyung odiaba la forma en la que Jimin omitía algo de su vida tan importante. Él sabía del dolor mejor que nadie, y saber que le había ocultado cosas como que tenía un hermano, o que le había destrozado el corazón por amor en el pasado, le hizo recordar que, en realidad, apenas se conocían. Jimin giró la cabeza y de repente descubrió que los ojos de Taehyung estaban llenos de lágrimas.
—Taehyung...
—Está bien, Jimin. Lo entiendo —le interrumpió con un tono cortante—. ¿Hermano complicado? Lo sé. ¿Ex complicada? También lo sé —suspiró, y se forzó a pestañear para evaporar las lágrimas—. Está bien. Nos conocimos, hablamos, conectamos... Pero entonces salió el sol y la realidad se impuso. Y ha sido precioso, pero... Si tú no confías en mí, ¿por qué debería yo hacerlo?
Jimin estaba sin palabras. Se sentía molido, y le hería ver así a Taehyung. El humano se dio media vuelta y se marchó.
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—¿A qué juegas? —preguntó Jimin con un timbre tirante.
Jungkook levantó la cabeza y bajó la novela que estaba leyendo. Shadowfell era tan aburrido, que no tenía más remedio que, o salir con la falsa novia que se había echado o morirse de pena. Y desde que estaba allí, no había tenido más remedio que alimentarse de Jade Russo, la única a la que le estaba clavando los colmillos para alimentarse.
—A ser humano no, desde luego —contestó Jungkook.
—Jungkook, ¿por qué le has dicho todo eso a Taehyung?
El mayor suspiró profundamente.
—Oh, venga ya. ¿Piensas tener una relación con esa bolita de sebo humana, a base de mentiras? Abre los ojos. Él no es para ti.
—Él no necesita saber sobre Sui. ¡Sui quedó en el pasado! —gritó Jimin.
—Ese es el problema, Chim. ¡Sui quedó en el pasado para ti! —bramó Jungkook, se levantó del asiento, dejando caer el libro a un lado—. ¡Para ti! Porque, ¿recuerdas con quién iba a estar de los dos? ¿Sabes quién sufrió su muerte, mientras tú desaparecías?
—Sui era un mentiroso, Jungkook. No te quería a ti, ni a mí —soltó Jimin dolido—. ¡Date cuenta! ¡Jugaba con los dos!
—Puede que lo hiciera, sí. Pero a mí me decía la verdad. Yo lo sabía —mantuvo Jungkook, con un tono hiriente—. Sabía que estaba contigo. Pero nosotros escaparíamos juntos... Hasta que lo mataron.
Jimin estaba cansado de oírlo. No quería saber más.
—Y, ¿por eso vuelves a Shadowfell? Echas de menos a tu querido Sui. Y como Taehyung tiene la misma cara, piensas torturarme yendo tras él.
—Nah. Eso sería demasiado fácil. Reconozco que cuando le vi, su parecido me dejó sin aliento. Pero realmente, no vine por él.
—¿Vas a decirme que viniste por mí? —le reprochó Jimin.
Jungkook desvió el rostro sin darle ningún dato. Volvía a guardárselo.
—Como sea, Jungkook. Pero sé por qué no has tocado a Taehyung. Sé por qué no lo has hecho. Tú también pensaste lo mismo que yo cuando lo viste, ¿verdad? Te preguntabas si Sui estaba en él. Si su conciencia duerme, o si, de alguna otra manera, pretendía ser otro. Pero, ¡no lo es! —manifestó Jimin con firmeza—. Y, ¿sabes por qué lo sé? Porque yo llevo aquí, en Shadowfell, meses. He visto su parte hospitalario, el ingreso del parto de su madre. Los datos de su familia humana, los de su adopción en Shadowfell. Sus padres le trajeron aquí, pero es humano. He estado con él, créeme —hubo una pausa—. Sí. Sé que tú amabas a Sui, Kook... pero sabes que le odié. Por eso quería matarlo. Si Taehyung fuera quien tú querías que fuera, a estas alturas, ya estaría muerto.
Jungkook no reaccionó, ni siquiera abrió la boca. Sabía que en algo tenía razón: Sui no era Taehyung, y de eso estaba cien por cien seguro, aunque deseara creer lo contrario. Jimin lo hubiera matado, de ser así. Pero el motivo real por el que Jungkook había llegado a parar no era ese.
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El viernes por la noche, el instituto organizó una fiesta para todos los alumnos del campus. Había un cine al aire libre, bebidas refrescantes (nada de alcohol), palomitas y deliciosos sándwiches. Taehyung quería quedarse en casa, pero debía salir para tener un ojo puesto sobre su hermano, y, además, le prometió a Rayna que no la dejaría sola.
En las últimas veinticuatro horas no se había quitado a Jimin de la cabeza. Se preguntaba si había evitado mencionar al tal Sui porque todavía tenía sentimientos por él. No habían vuelto a hablar, ni en clases ni por teléfono. Se mantenían inexplicablemente distanciados, aunque uno siempre supiera donde estaba el otro y viceversa. Lo cierto era, que tenía un montón de preguntas. Pensar en que Jimin y él podían distanciarse le causaba pánico, pero él se merecía un día de descanso, de aislarse de aquello y pensar en lo que de verdad quería.
Jungkook le había estado merodeando por la cabeza desde que le conoció. Cuando se acordaba de él, se sentía raro. No se trataba de otro flechazo, por supuesto. Él era el hermano de Jimin. Pero Jungkook... Jungkook le traía una sensación que no podía calificar...
—Entonces, mi abuela me dijo que, técnicamente, ella es vidente, y que está emparentada con wiccas —parloteaba Rayna—. Yo que sé.
—O sea, ¿que tú eres una? —Taehyung no se enteraba de nada.
—No, no digo eso. Bueno, mira lo que me regaló el otro día —se sacó un colgante debajo del cuello de la blusa—. Es un talismán.
Taehyung lo contempló entre sus dedos. Era traslúcido, de color naranja. Parecía una piedra natural.
—Es bonito —comentó.
—Ya. Dice que era de mi madre.
Taehyung levantó la cabeza, atisbando a su hermano. Tras las pistas deportivas, vislumbró al grupo de colgados con los que Soobin se juntaba. Lo peor, es que también le vio morreándose con una chica. El castaño frunció el ceño, desconcentrándose por completo.
—Mírame hacer el ridículo —dijo, apartándose de Rayna.
Luego se desplazó sin perder el tiempo, atravesando las pistas vacías de fútbol. Soobin acababa de separarse de una chica que conocía de vista perfectamente. Ella se largaba del campus junto a un grupo de jóvenes, mientras Taehyung le alcanzaba. En cuanto Soobin le vio, le hizo el vacío y pasó de largo.
—Ten cuidado —le detuvo el mayor, agarrándole con insistencia del brazo.
—¿Qué? ¿Quieres parar? ¿Es que vas a tomarte en serio eso de humillarle allá por donde vaya? ¡Ya estoy yendo a clases! ¿No puedes olvidate de mí un viernes?
—No lo decía por eso, Soob —dijo Taehyung con cautela—. Tess es la hermana menor de Dave.
—Sé que su padre es el alcalde Trench, no te preocupes —soltó, liberándose de su mano.
—¿Por qué te estás liando con una chica mayor que tú?
—No nos liamos.
A Taehyung casi le colgaba la mandíbula.
—Espera, ¿Te acuestas con ella? —escupió.
Era flipante, porque Taehyung ni siquiera había tenido sexo todavía. Con Lex tuvo algún escarceó, roce, y en una ocasión, le masturbó. Pero de eso hacía muchísimo tiempo.
—Uso condón, ¿vale?
—Menos mal.
Soobin puso los ojos en blanco. De soslayo, vio a unos tipos fuera del campus del instituto y su rostro cambió por completo.
—Mierda —murmuró.
—¿Quiénes son esos tipos? —preguntó Taehyung.
—Unos un poco chungos.
—¿Un poco chungos? ¿Por qué? —le exigió saber.
Finalmente, Soobin confesó:
—Venden marihuana. Les debo dinero, y...
—¿Qué les debes dinero?
Taehyung se llevó la mano a la frente, sin poder creérselo. Todo era un desastre.
—¿Cuánto?
—No sé, ¿Ciento cincuenta?
—¡Ciento cincuenta dólares! —exclamó el mayor.
—¡Chst! Mira, será mejor que te vayas. Que no te vean conmigo —dijo con inseguridad.
—Soobin, yo soy el hermano mayor. No voy a dejarte a solas con ellos.
—Y, ¿qué coño vas a hacer? ¿Pegarles a cinco?
El gesto de Taehyung se volvió circunspecto.
—¿Dos contra cinco, suena a locura? —dudó, uniéndose a su hermano.
—Sí. Y mucho —le cortó Soobin—. Voy a tratar de evitarles, entrando en el instituto. Luego te mando un mensaje.
—Vale —Tae se mordió el labio.
Soobin se largó, y entró en el edificio principal por una de las puertas traseras, que daba al gimnasio. Se quedó allí unos instantes, contemplando cómo se marchaban.
—Por el amor de Dios —murmuró.
Y sólo tuvo que girar la cabeza para ver cómo llegaba un impresionante descapotable negro. Jungkook estaba al volante, y en el asiento de copiloto iba una compañera de clase.¿Jade Russo? Él parpadeaba sorprendido, el vehículo redujo la velocidad hasta detenerse a unos metros.
Jungkook giró la cabeza y sus iris se encontraron con los azules de Taehyung. Casi le provocó un respingo cuando este le guiñó un ojo. A continuación, Jade posó un casto beso sobre los labios de Jungkook y luego empujó la puerta para bajar del auto. ¿Qué diablos? No entendía de qué se conocían. ¿Por qué estaba con Jade? ¿Desde cuándo Jungkook merodeaba por Shadowfell, como si fuera uno más?
Después de que la chica bajara del auto, Jungkook volvió a mirarle y Taehyung se sintió asfixiado. Pisó el acelerador y pareció largarse a buscar un aparcamiento. Jade pasó junto a Taehyung y le saludó con la cabeza, después, le dijo algo a Rayna, quien se acervaba tras el muchacho.
—Ese es el tipo que te dije —dijo su amiga, apareciendo tras él—. Alucinante, ¿verdad? Parece mayor.
—¿Mayor? Es el hermano de Jimin. Tendrá, no sé, dos o tres años más.
—¿Jimin tiene un hermano?
Taehyung suspiró profundamente.
—Yo también me acabo de enterar.
—Tenéis una crisis, ¿no?
—No sé si es una crisis, es que... Siento que no me habla sobre algo. Y ayer, conocí a Jungkook y de repente me soltó un montón de cosas: su ex, su familia, en fin...
—Oh, Dios. Es de ese tipo de tíos a los que nunca conoces —adelantó Rayna.
En un rato, Taehyung había localizado finalmente a Jimin. Él estaba con algunos otros chicos, aparentando normalidad, pero igualmente ubicándole en mitad del mundo con esa asombrosa capacidad que tenía para helarle en la distancia.
Taehyung estaba cansado de mantenerse en silencio; quería ir para allá y hablar con él. Pero entonces, un puñado de conocidos asaltaron a Taehyung y Rayna. Landon, Jessie, Lexa, y varios más.
—¿Habéis visto a Jade? —formulaba Jessie como una cotorra—. ¡Está con ese tío potente!
—¿A ti no te gustaba Jimin? —dudó Lex.
Jessie le dio un codazo a la rubia, y después señaló a Taehyung con la cabeza como si le dijera «córtate, que el novio está justo delante». Jessie se quedó con cara de ridícula al verle. Justo entonces, Jade se acercó al grupo, del brazo de Jungkook.
Ella le presentó brevemente;
—Hola, chicos. Él es Jungkook De Fiore.
—Oh, hola —sonrió Jessie.
—Buenas noches, Jungkook —saludó Lex, más educada.
—Bienvenido a Shadowfell —agregó Landon amablemente.
—Un placer, muchachos —contestó Jungkook con un timbre de terciopelo.
—Hola, qué hay —dijo Rayna.
Rayna fue la última en estrecharle la mano a Jungkook. Y cuando lo hizo, un terrible escalofrío la atravesó desde la punta de los dedos hasta la nuca. La sensación le clavó una palabra en la conciencia; algo horripilante. El gesto amable de Jungkook se templó bajo sus ojos verdes. Sus iris conectaban, Rayna apartó la mano sintiéndose muy extraña. Nadie pareció darse cuenta, pero Jungkook sí que lo hizo, aunque el posterior saludo de Taehyung le distrajera de momento.
—¿Qué tal? —formuló sin demasiado ánimo.
—Taehyung. Qué placer volver a verte —Jungkook pronunció su nombre de forma muy especial.
Él quería decirle algo, pero no estaba muy seguro de qué.
—¿Os lo estáis pasando bien? —preguntó Jade.
—Así que esta fiesta es la que organizada el club de estudiantes desde la semana pasada —Jessie soltó una risita falsa.
—Claro que sí. Llevábamos toda la semana preparándola. ¿Habéis visto ya la exposición de historia? —Jade parecía orgullosa.
Los ojos de Jungkook se arrastraban entre Rayna y el muchacho, quienes de esporádicamente compartieron una mirada cómplice que él no pasó por alto. Taehyung se sentía confuso y curioso bajo sus ojos. Estaba claro que no se conocían, excepto por la conversación del otro día, y porque básicamente, el único lazo que les unía era que seguía siendo el novio de su hermano menor.
—¿De Fiore? ¿No era ese uno de los apellidos de las familias fundadoras? —preguntaba Rayna.
—Lo es —contestó Jungkook.
—La familia de Landon también es fundadora. Los Conte —informó Lexa.
—Tengo el placer de conocer el apellido —agregó el mayor.
—Jungkook es el hermano mayor de Jimin —Jade lo expuso como un trofeo.
Todos estaban asombrados. Parecía que ser el mayor le convertía en el más sexy y, por lo tanto, el mejor. Una cosa tonta de crías como Jade.
—Oh. Taehyung, no nos habías dicho nada —comentó Jessie, con cierto retintín.
—¿Jimin no era Park? —formuló Lexa.
—Se cambió el apellido cuando estuvo en Inglaterra —Jungkook se encogió de hombros—. Justo el día que cumplió los dieciocho.
—Qué guay. Yo me cambiaría el nombre —dijo Landon.
—Eh, chicos. Buenas —saludó otro muchacho—. ¿Por qué no os unís al juego que han abierto en el gimnasio? Hay un premio para el ganador.
—¡Oh, sí! ¡Yo quiero participar! —saltó Lexa.
—¿Juego? ¿De qué se trata? —preguntó Taehyung.
—De verdad y mentiras del siglo veinte de Shadowfell. Los del club de historia han preparado una exposición sobre la guerra civil. Va por tarjetas, si las aciertas todas, es como un bingo.
—Qué juego más tonto —bufó Landon.
—¿Por qué? Preguntar la verdad es abrir la puerta a un torbellino —decía Jungkook persuasivamente—. La respuesta puede aniquilar a la vez la pregunta y a quien la hace.
Sus ojos se posaron sobre Taehyung de forma nada casual. Él se quedó traspuesto. ¿Le acababa de enviar una indirecta? ¿A él?
—La verdad no mata. La verdad sólo expone la realidad de algo —discutió Taehyung.
—Y, ¿qué ocurre si ese algo es demasiado duro? —le devolvió Jungkook.
—A nadie le gusta vivir en una burbuja. Todos prefieren la verdad a la mentira piadosa.
—Porque las verdades mundanas son lo que todos esperan.
—¿Mundanas?
—Me pregunto si tu forma de hablar, Taehyung, se atiene realmente a lo que esperas de la realidad.
Él estaba alucinando. ¿Jungkook le estaba vacilando delante de todos? ¿O se lo decía por algo? Estaba seguro de que sabía algo de lo que había pasado entre él y Jimin, y le apetecía preguntarle si lo decía porque había algo peor de lo que imaginaba.
Pero entonces, Jimin apareció ante todos.
—Hola, chicos.
Jimin estaba allí, con las manos en los bolsillos. Taehyung y él compartieron una mirada significativa. No se habían visto desde que discutieron, pero a ninguno de los dos le faltaba ganas de hablar. Entonces, el castaño carraspeó y le saludó con un movimiento de cabeza, al que Jimin respondió. Los demás le saludaron alegremente, pero Lex y Jessie fueron a por unas bebidas, Jungkook se apartó (antes de que Jimin le desgarrase), y Landon fue a saludar a otra persona.
—Necesito ir al cuarto de baño —dijo Jade.
—Espera, voy contigo —Rayna se agregó a la lista, dejando a Jimin y a Tae a solas.
Jimin vio llegar a Taehyung un poco antes. No se había acercado hasta que tuvo claro que quería hablar con él. Pero cuando vio a Jungkook introduciéndose entre todos, quiso correr hacia él, agarrarle de la mano y llevárselo. Pensaba enfrentarlo tarde o temprano, pues si le había concedido esas horas de separación, solamente fue para que pudiera asimilarlo. Todavía estaba a tiempo de hacerlo; contarle la verdad. Una verdad que le atragantaría, y que probablemente provocaría el rechazo rotundo del muchacho. De ser así, le borraría la memoria. No quería hacerle daño, ni perturbarle, y pensaba que todavía estaba a tiempo de protegerle de lo que era a pesar de que no deseara renunciar a él.
—Vaya, has venido —suspiró Taehyung.
—Quería hablar contigo por lo de ayer.
Tae asintió con la cabeza.
—¿Vas a decirme alguna otra excusa?
—No, pero voy a ser sincero —dijo Jimin—. ¿Podemos hablar en otro lugar?
Taehyung aceptó su ofrecimiento y siguió sus pasos. Los dos rodearon el edificio del instituto, dando de lado a la fiesta y la multitud.
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Rayna seguía los pasos de Jade, todavía en shock. Entraron en el cuarto de baño de las chicas sin compartir ninguna palabra. Jade nunca había sido muy accesible para nadie. Apenas hablaba, siempre las miraba con superioridad, y nunca la había visto reírse o relajarse un maldito instante. Pero ella no le había acompañado al cuarto de baño por amabilidad, sólo lo hizo para quitarse de en medio.
—Voy a entrar. ¿Puedes sujetarme el bolso? —preguntó Jade, ofreciéndole un diminuto bolso negro.
Ella lo tomó en la mano y asintió. Después, Jade desapareció en un cubículo. Rayna se miró en el espejo. Su piel era oscura y sus ojos verdes claros. Tenía el cabello como una escarola, un fino vestido de tirantes con una chaqueta vaquera corta. Contempló su reflejo, con ojos muy abiertos y acongojados. Todavía tenía la horrible sensación que había sido estrechar la mano de Jungkook. Y lo peor, había visto cómo el reaccionaba, como si lo notara. Como si... supiera que... ella también sabía algo...
Rayna no sabía por qué, pero pensó en que debía decírselo a Taehyung. Es más, había estado a punto de hacerlo. Quiso agarrarle la muñeca y alejarle de él, pero cuando Jimin apareció, supo que Tae ya tenía algo más importante que hacer.
La chica dejó el bolso a un lado del lavabo, se humedeció las manos con agua y se refrescó la cara sin maquillar.
«Tal vez, las cosas sobrenaturales que últimamente me dice mi tía me están afectando», se dijo. Justo entonces, escuchó el ruido de la cisterna y Jade salió del baño. Ella vestía un vestido negro con hombreras, y alrededor del cuello, llevaba un delicado fular de color verde oscuro.
—¿Tú no vas a entrar? —dudó Jade.
—No, no —negó Rayna.
Se apartó del lavabo, observando distraídamente cómo Jade se lavaba las manos y después recolocaba bien el fular. Rayna no pudo evitar percatarse de algo; la compañera tenía unas extrañar marcas a un lado del cuello. Ella se acercó a la chica, extendiendo la mano para apartar el fular.
—Oye, ¿qué te ha pasado aquí?
Jade se cubrió rápidamente.
—N-Nada.
Rayna abrió la boca.
—¿Qué es eso? ¿Te has hecho daño?
—No. Un perro me mordió.
—¿Un perro? ¿En el cuello? —dudó la ojiverde.
De repente, Jade estaba muy nerviosa. Le dio un manotazo y salió corriendo del cuarto de baño.
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—Esto es lo que Jungkook ha causado —dijo Jimin—. Es un bocazas. Yo quería contártelo, pero... Necesitaba... Hay personas que necesitan tiempo, Taehyung.
—¿No os lleváis bien?
—No es eso, es que... Él está resentido, y yo... He cambiado bastante en los últimos años. Pero no siento nada por Sui. Es más —Jimin apretó los labios—, él ya no está con nosotros. Murió hace tiempo.
—Oh. Lo siento —Taehyung se quedó sin palabras.
Jimin negaba con la cabeza, restándole importancia. Cuando pensaba en lo de Sui y Jimin, jamás había creído que la relación se hubiera terminado por una muerte prematura. Era demasiado dramático.
—¿Cómo eras antes? —le preguntó Taehyung tras un silencio.
—Uh. Era el peor de los dos —soltó sarcásticamente.
—¿El peor? ¿A qué te refieres? ¿Acaso, te...? ¿Te drogabas o algo? —preguntó Taehyung—. ¿Lo hacías después de lo de Sui?
Jimin apretó los labios. Taehyung estaba en lo cierto, parcialmente.
—Podría decirse así. Y-Ya no. Ya no lo hago —Jimin decía la verdad—. Estoy reformado.
—Mhn, ¿Cómo te decidiste? —Taehyung se cruzó de brazos.
—No sé. Sentí que debía hacerlo.
—Creo que, entonces, a Soobin le vendría bien hablar contigo —pensó el otro.
Jimin ladeó la cabeza, meditándolo.
—¿Quieres que lo haga? Puedo hablar con él.
—¿Harías eso por mí? Está en problemas —dudó Taehyung, con los ojos muy abiertos.
—Oh, Dios, Tae. Haría cualquier cosa por ti —se rio levemente.
Taehyung se sonrosó al oírle decir eso. No obstante, bajó la cabeza con un semblante lastimero.
—¿Sabes? Estoy cansado de esconderme de la realidad, y la verdad, es que tengo miedo, Jimin. Miedo de que, si me permito ser feliz por un momento, el mundo se va a venir abajo y no sé si podré superarlo. ¿Es raro que sienta esto?
—Te cuento yo, ¿lo que escribí en mi diario, cuando te conocí? —enunció Jimin con un tono más dulce—. Se llama Taehyung. Hemos hablado. Ha sido precioso. Entonces, salió el sol y la realidad se impuso. Pero esta es la realidad: Taehyung es magnífico.
Jimin fue hacia él y le besó. Fue suave y dulce, y Taehyung no pudo soportarlo más. Con un impulso, Tae le besó con más ganas. Jimin se quedó sorprendido por su movimiento; la manera en la que le sujetaba la nuca, hundiendo sus labios sobre los suyos con esa fuerte necesidad.
—¿Q-Qué haces? —formuló Jimin respirando en sus labios.
—No puedo más. No sé si puedo confiar, pero... —murmuró el humano, sujetándolo contra él—. Te necesito.
Los párpados de Jimin se volvieron más pesados. Y es que no podía resistirte a Taehyung Kim. Sus labios volvían a unirse, él abría la boca mientras sus pulmones entraban en combustión. Entonces, empujó a Tae contra la pared de ladrillo, besándole con un nuevo apetito. Hundía los dedos en el suave cabello castaño oscuro del muchacho, sujetando su rostro, extendiendo la presión de sus labios sedientos por más.
Jimin se arrancó de su boca sintiéndose muy excitado. Tenía cosas que explicarle, pero ahora tan sólo quería besarle, devorárselo, comérselo como una magdalena de chocolate y frosting de café. Los besos le hicieron sentir una quemazón desesperada en la garganta. Se prendió como una cerilla, besándole con fuerza, siendo descuidado y desordenado, hasta que súbitamente, le gruñó a Taehyung.
—Jimin. ¿Jimin? ¿Qué te pasa? —se distanció unos centímetros.
Taehyung pudo verlo con claridad. El rostro monstruosamente ensombrecido, sus labios abiertos, mostrándole unos colmillos. De pronto, los dedos de Jimin se clavaban sobre sus hombros con ansiedad, pero él apartó con velocidad las manos de él, y se alejó desviando el rostro y respirando con una fuerza desconcertante.
—N-Nada, dame un segundo. Dame un momento, puedo...
—Joder, Jimin —jadeó Taehyung—. ¿Qué coño ha sido eso?
Él retrocedió cubriéndose la boca, notando un escalofrío atravesándole. ¿Qué acababa de ver? Tenía los huesos helados y sentía miedo. Mucho miedo. Cuando Jimin volvió a mirarle, aquel aspecto había desaparecido. Su rostro volvía a ser el de siempre, níveo y cremoso, con mandíbula triangular y preciosas facciones felinas que parecían esculpidas. Sus labios parecían más rosas, sus pupilas se encontraban dilatadas por la tensión y el deseo. Sus mejillas parecían muy calientes, pero él seguía allí. De pie. Muy quieto.
El ambiente había enrarecido notablemente.
Tae veía cómo sus ojos se apagaban lentamente, del caliente de las brasas al castaño de la madera apagada. Lo había visto otras veces, y no iba a volver a pasarlo por alto. Súbitamente, los dos escucharon unos gritos. Parecía una discusión, una pelea de tíos, muy cerca de su posición. Jimin y Taehyung giraron la cabeza, y de repente, el castaño cayó en la cuenta de algo.
—Soobin —jadeó.
Salió corriendo precipitadamente, con Jimin tras él. Al girar la esquina, vieron a chico chicos que no parecían para nada del instituto. Es más, Tae estaba seguro de que ni siquiera eran de Shadowfell. Pero eran los tipos a los que Soobin les debía pasta y él estaba en problemas. Taehyung se metió en la pelea para quitar a su hermano de en medio. Un tipo le empujó, él golpeó a alguien, y un segundo le embistió a Soobin. Un hombre levantó el puño para golpear a Taehyung, pero Jimin le detuvo la mano en el aire.
Sus ojos eran más negros.
—Ni se te ocurra —le lanzó.
El tipo no podía mover el puño, Jimin le apretaba los dedos, haciéndole sentir cómo estaba a punto de fraccionárselos.
—¡Jimin, cuidado!
De repente, otro hombre sacó una navaja y se lanzó. Taehyung lo vio a cámara lenta: él le puso la zancadilla para detenerle, y con un aspaviento, rasgó la palma de Jimin mientras el muchacho intentaba bloquearle. La hoja se manchó de sangre y los gritos del grupo continuaron.
—¡Jimin! —repitió Taehyung.
—Marchaos de aquí —ordenó Jimin a dos de ellos—. No miréis atrás.
Ellos se retiraron sin oposición. Y de un momento a otro, la sirena de un coche de policía les alertó y salieron corriendo. Taehyung giró la cabeza y vio a Jade con el teléfono en la mano. Había llamado a la policía.
—¿Jade? ¿Qué haces tú aquí? —dudó Taehyung.
La muchacha se dio media vuelta, y se también se marchó. Taehyung, Soobin y Jimin se movían en la confusión. Tae fue hacia Jimin, con una respiración entrecortada.
—Dios. ¿Estás bien? Dame la mano.
—N-No.
—Jimin, dame la mano. Te han cortado.
—No es mi sangre, es la de esos tipos.
Taehyung negaba con la cabeza repetidamente. Él había visto perfectamente el momento en el que le cortó, la punta de la hoja llena de sangre. Si no le hacía un torniquete e iban al hospital rápido, tendría problemas. Ante la insistencia del castaño, Jimin cedió y permitió que abriera lentamente la palma mientras la policía se acercaba. No se perdió detalle de la expresión de Tae, él le sujetaba el dorso cuidadosamente e iba a taponarle la herida con un pañuelo, pero entonces...
Descubrió que no había nada.
Su palma estaba ligeramente rojiza y manchada de sangre, pero no había herida ni marca. Ni un solo rasguño. Taehyung levantó la cabeza y le contempló con los ojos azules muy abiertos. Luego soltó la mano de Jimin, realmente confundido.
—¿Cómo...?
—Te lo he dicho.
—Pero si lo he visto. Sé lo que he visto —sostuvo Taehyung.
—Te equivocas. Has creído verlo —negó Jimin.
Soobin no estaba al tanto de lo que estaba sucediendo. Él llevaba la vista hacia sheriff de Shadowfell. Una mujer de mediana edad con un moño rubio.
—A-Agente Meester —dijo Soobin.
La sheriff era Alicia Meester, madre de la exnovia de Taehyung, Lexa.
—Agente Meester, buenas noches —saludó Taehyung.
—Hola, Taehyung. Soobin —les saludó, y después miró a Jimin—. ¿Qué está pasando? Una joven me ha llamado. He visto a esos chicos salir corriendo.
—Ha sido un incidente —contestó Jimin.
—Sí, uh...
—Ha sido mi culpa —soltó Soobin de repente—. Yo...
Taehyung le miró sorprendido. Agarró el brazo de su hermano para detenerle.
—No. Esos chicos han venido buscando pelea. Esta fiesta está llena de menores, ellos no lo son —defendió a su menor rápidamente.
La sheriff pareció tragárselo. Conocía a Taehyung y a Soobin Kim desde que eran unos críos, también había mantenido amistad con los padres, y para ella, aquel par formaban parte de la pacífica comunidad de Shadowfell. La mujer sacó el walkie-talkie del bolsillo y se lo llevó a la boca.
—Haced una ronda de vigilancia cerca del High School Elementary —solicitaba—. He visto a un grupo de chicos buscando problemas con gente joven.
Luego, volvió a guardárselo y les recomendó que tuvieran cuidado. Se marchó de allí, dejándoles a solas.
—Ni se te ocurra decirle que es porque fumas —le riñó Taehyung a su hermano—. ¿Qué quieres? ¿Qué a Eve le quiten tu custodia?
—No estaba pensando en eso. Quería asumir mi responsabilidad.
—¿¡Por qué no asumes de una vez todo esto es por tu culpa!? —le gritó el mayor.
Soobin apretó la mandíbula y cerró la boca. Taehyung tragó saliva, trató de controlar su respiración y se dio cuenta de que se había excedido con eso último.
Al mirar a Jimin, supo por qué era. Estaba confuso, irritado, frustrado, asustado. Habían pasado demasiadas cosas en un momento, pero ahora su cerebro viajaba rápido, buscando una explicación; los besos de antes, la extraña cara de Jimin, sus ojos, sus mentiras... ¿Su mano había sanado rápido?
Taehyung lo tenía en la punta de la lengua, pero no podía creérselo. Los iris castaños de Jimin le contemplaban en silencio, como si temiera su perspicacia. Eso fue lo que hizo dudar a Taehyung definitivamente, él le ocultaba algo más fuerte. Como lo que Jungkook le dijo un rato antes; una verdad que abría una puerta a un torbellino, una pregunta cuya respuesta podía aniquilar a la vez la pregunta y... a su curioso demandante.
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