Capítulo 27
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
Capítulo 27. Primavera Gris
Curar. El proceso de sanación nunca fue fácil. Juntar las piezas, los pedazos, era como intentar resolver un puzzle imposible. En ocasiones, las piezas cambiaban tanto que no volvían a encajar. Al final, la imagen se distorsionaba, y con el tiempo, volvía a dibujarse una nueva, similar a la anterior, pero con puntos muy distintos.
Taehyung decidió llevar la pulsera en su muñeca, puesto que recordó por qué Jimin se la había dado; protección. Protegía su mente de los vampiros, de las criaturas que intentaran manipularle. Y en Shadowfell, el riesgo no había disminuido, si bien los días se habían vuelto más tranquilos con el paso del tiempo, y las semanas tras la vuelta a clase, comenzaron a fluir con una horrible cotidianidad.
Jimin había encontrado su anillo solar bajo la almohada. En ese momento, lo sujetó entre los dedos y valoró su importancia: podía largarse de Shadowfell... o quedarse. Finalmente, tomó la decisión de recuperar el curso, los exámenes que había perdido y lograr graduarse. Realmente, no lo necesitaba. Pero había dentro de él algo que le impulsaba a hacerlo: Taehyung.
Pensaba cederle su espacio, tal y como él se merecía. No obstante, su cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina, dos meses más, y su marca de cazador despertaría nuevos y peligrosos instintos en su persona. Lo habían dejado, pero Jimin amaba a Taehyung profundamente y no pensaba marcharse de aquel lugar sin encontrar un método para liberarle de aquel destino. Él se merecía mucho más: ir a la universidad de Nueva York, decidir sobre su vida adulta...
Taehyung vio a Jimin regresar al instituto un poco después. Cuando le vio junto a las taquillas, casi se atragantó con su corazón. Le dolía. Sin embargo, de alguna forma, volver a verle por allí también le hizo sentir que todo podía volver a la normalidad. Esa difícil normalidad que tanto había echado de menos.
—Ha vuelto —le dijo Rayna en voz baja, posicionándose a su lado.
—Sí —murmuró Taehyung.
Su amiga le miró de medio lado, pero Taehyung no le devolvió la mirada. Él bajó la cabeza, mordiéndose el interior de la boca. Todo era demasiado complicado.
Quería a Jimin, le quería muchísimo. Le aliviaba vislumbrarle de vuelta allí. Relacionándose con estudiantes, pasando por el comedor del instituto mientras Jessie le perseguía, ofreciéndole hacer un trabajo juntos.
Taehyung a veces se sentaba en el campus, cerca de las pistas de fútbol, y veía a Jimin salir de las clases de la tarde. Él iba directo a su coche, sin cruzar ni un instante la mirada con él. Tae sabía que lo hacía apropósito. Que, de alguna forma, podía detectarle y le evitaba a toda costa. Y bien, él no quería molestar. Se mantenía al margen y se conformaba con saber que estaba bien y que estaba llevando una vida normal.
Sin embargo, las cosas eran distintas por las noches para Taehyung. Estudiaba duro esos meses y trataba de concentrarse lo máximo posible en casa. Más de una vez se quedó dormido sobre el escritorio, con la marca de la libreta clavándose en su mejilla. En ocasiones se despertaba de un sobresalto. Escuchaba el ruido de unos neumáticos y sentía el impulso de la inercia y la velocidad impactando contra algo.
Eran recuerdos del accidente de coche que vivió hacía casi dos años con sus padres. Habían vuelto, a pesar de que estuviera una medicación para reducir el estrés que tenía por exámenes y otros asuntos más profundos. De vez en cuando, se llevaba una mano al cuello, como si todavía sintiera el mordisco frío y doloroso que le propició Jimin.
A veces también se despertaba por eso. Revivía la escena. Soñaba con un Jimin que no era el que conocía. Que no era su adorable y dulce novio, sino la criatura que le partía el corazón y le empujaba lejos, recordándole que él tan solo era un humano insuficiente.
En parte, Taehyung sabía que su cabeza tan sólo jugaba con él. Pero era inevitable que algunas madrugadas despertara perturbado, y el resto de su día se encontrara carente de emociones y raro. Él se tocaba la marca que yacía detrás de la oreja y se preguntaba si sus recientes pesadillas con vampiros tenían algo que ver en eso.
Una tarde, repasaba los apuntes de historia sobre la cama, y terminó haciéndose un ovillo sobre algunos folios desordenados. Se quedó profundamente dormido.
En el sueño, Jimin estaba besándole. Lo hacía con ganas, apasionadamente, trazando su lengua con la suya y ahogándole por el deseo, mientras unos destellos de fuego estallaban en su interior. Jimin le empujó hacia atrás y la espalda de Taehyung se posó en algo más duro. No era una pared, sino el pecho de alguien. Unos segundos brazos le rodeaban, sujetándole la cintura con uno, mientras que, con el otro, le acariciaba la garganta en sentido ascendente hasta sostener su mentón.
Los labios de Taehyung se liberaron de los de Jimin para tomar aliento, él giró la cabeza suavemente hacia su izquierda y vislumbró a uno de los seres que más le perturbaban en el mundo. Jungkook De Fiore inclinó la cabeza, probando sus labios abiertos suavemente. Taehyung pensó que iba a derretirse, a desmayarse entre ambos.
El fuego le quemaba la garganta, mientras Jungkook tomaba más de él, ciñéndole a su espalda con una extraordinaria presión. Taehyung no podía más con el hambre y la ansiedad que sentía por su boca, se volvió entre sus brazos y los de Jimin, y los enredó alrededor del cuello para besarle más intensamente.
Al principio se tambaleó, pero él niveló su fuerza, sujetándole el rostro y navegando en sus labios deliciosamente. Taehyung percibió unos segundos labios húmedos, más gruesos, en su hombro, en su cuello desnudo, deslizándose por toda la longitud hasta mordisquearle el lóbulo de la oreja con un suave tirón.
A continuación, escuchó aquel bufido, el aliento frío de Jimin y los dientes hundiéndose con un fiero mordisco en su cuello. Taehyung gritó y gimió en la boca de Jungkook, pero él le obligó a quedarse quieto, manteniéndole firmemente entre sus brazos.
Tae se despertó de un sobresalto que empujó sus apuntes fuera de la cama. Jadeaba rápidamente, el corazón iba muy rápido. La erección bajo el pantalón le indicó que estaba excitado, pero también notaba la carne de gallina en los brazos y en el cogote, la adrenalina navegándole y el miedo. Ese absurdo terror del que no lograba librarse. Él se tocó el cuello y movió la cabeza tratando de desprenderse de la molesta sensación. Quería llorar de nuevo, pero se contuvo. Era su paraíso e infierno personal.
Y eso era lo que más le perturbaba, puesto que Jimin y él ya no se hablaban, y llevaba un montón sin cruzarse con Jungkook De Fiore.
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Rayna y Soobin no habían hablado de aquel beso. Pero quedaban, iban al cine juntos y a veces, Rayna le ayudaba con las matemáticas. Soobin tenía talento para el dibujo, ella lo descubrió al pasar de página en sus blocs de notas, donde de vez en cuando esbozaba increíbles retratos de hombres lobos y vampiros.
Un viernes por la tarde, Taehyung salió a correr cubriéndose con capucha y auriculares. Se cruzó a Rayna en un parque, e inmediatamente se detuvo, tiró de un auricular que colgaba de su oreja y la saludó con una mano. Ella le devolvió el saludo un poco más tímidamente, y de repente, Soobin se dio media vuelta y regresó a su lado, trayendo unas banderillas de una furgoneta de comida.
«¡¿Qué cojones?!», gritó en su cabeza.
—¿Desde cuándo? —le preguntó Taehyung al día siguiente, en la casa de la chica.
—N-No hay nada. Sólo somos amigos.
—Ray, sales con él. A mis espaldas. ¡¿Por qué me lo estáis ocultando?!
Ella estaba tan roja como un tomate.
—Es menor que yo. Nunca le había visto así. Es más, todavía me cuesta pensar en que...
—Oye, eres mi mejor amiga —Tae posó una mano en su antebrazo—. No me importa que estés con él. Pero, joder, ¿Soobin y tú? Dios. Me habéis estallado el cerebro.
—Creo que le gusto —encogió los brazos.
—¿Crees? —repitió atónito.
—Me besó en navidad —aclaró la joven.
Taehyung se atragantó con su propia saliva, y comenzó a golpear la cama con los puños y codos.
—¿¡Te besó!? ¡¿Mi hermano?!
—¿T-Te parece que está mal? ¿Es demasiado raro? —titubeó Rayna.
—Casi siento como si lo hubiera hecho yo —Tae hizo una mueca de asco.
La chica se rio un poco.
—No sé. Él es... Bueno. Es adorable —agregó cabizbaja—. No sé si realmente me atrae, pero...
—De todas las cosas que han pasado últimamente, creo que por fin puedo alegrarme por algo.
—¿Estás siendo sarcástico?
—Oye, es mejor que la gente de confianza quede en familia. Joon con Eve, tú con mi hermano...
—Que no estoy con él —repitió suavemente.
Tae le frotó la espalda con una mano.
—Desde que sale contigo, le veo más animado. Ya no fuma, ni tampoco está faltando a clases —dijo el castaño.
—Eso no es por mí. Lo ha hecho por sí mismo. Es un buen chico.
—¿Quieres ser su madre, o su novia? —soltó Taehyung con humor, ella le pegó un manotazo en el pecho.
En las siguientes semanas, Soobin trató de mover ficha con Rayna. Ella le gustaba. Es más, nunca le había gustado tanto alguien en Shadowfell. Lo suyo con Tessa Trench había sido diferente; coqueteos directos, besos descarados y sexo rápido. Ella fue una chica divertida y extrovertida, algo complicada y muy contradictoria. Soobin pensaba que se había estado enamorado, y cada domingo de cada fin de semana visitaba el cementerio de Shadowfell para dejarle flores a sus padres y guardar silencio frente a la tumba de Tessa.
Rayna era distinta. Más alegre y noble, mucho más madura y dulce, pero eso no dejaba atrás su primera y única experiencia.
—¿Te gusta ese bombón? —Dave lanzaba una pelota de tenis al aire y la volvía a atrapar.
Usualmente, se reunían cerca de las afueras del pueblo o en los terrenos de la mansión de los Trench. Ya nadie se metía con Dave respecto a la muerte de su hermana, el par de gamberros que lo hicieron habían sido penalizados en el instituto. Y ahora, Dave había pasado de ser el líder del equipo de fútbol a un exiliado; abandonó el deporte, apenas veía a su gente, y había dejado de tomar alcohol cada fin de semana como un cosaco.
Irónicamente, su amistad con Soobin había sido la única que había proliferado.
—No la llames así —Soobin arrugó la nariz.
—¿Por qué no? Lo es. Ojos verdes, tez morena. Tiene el pelo demasiado rizado. Pero está buena, de todos modos —Dave le pasó la pelota de tenis a Soobin, y él la atrapó en el aire.
—¿Te ha gustado alguna vez? —preguntó sosteniéndola.
—No es mi tipo —justificó Dave—. Pero, ¿estás ligando con ella o no?
—¿Ligar?
—Ya sabes, preparar el terreno. Deja caer alguna frase que incremente el deseo.
—Eres penoso.
—Y tú, lo que eres, es un mocoso —le llamó el mayor—. Si no la conquistas, ¿cómo planeas que esté contigo?
—Ugh —Soobin puso cara de asco—. Cállate. Comienzas a darme vergüenza ajena.
—Tú sólo sé sutil. Es una bruja, esas se hacen las duras, sin embargo, por dentro están rellenas de fresa.
Soobin le lanzó la pelota de tenis, que impactó en su pecho. Dave soltó una risa, ante la cara de pudor de su compañero. Y bien, pensaba que era un tipo un poco cerdo, pero él tenía razón en algo; debía dar un paso con Rayna.
Soobin estuvo montones de veces en la casa de su abuela (siempre era bienvenido), hablaba con la joven, y la veía ojear el grimorio familiar en busca de mejorar sus dotes mágicos.
—He estado estudiando a los licántropos. Taehyung también estaba interesado. El gen es hereditario, pero también puede ser contagiado.
—¿En serio? ¿Cómo? —dudó él.
—No es fácil. Primero, el sujeto debe ser mordido muchas veces, la saliva de hombre lobo puede hacer enfermar a un vampiro, mientras que, a un humano, no le hace realmente nada —le explicaba ella, siguiendo las hojas de su grimorio—. Sin embargo, si el individuo recibe una gran cantidad de mordiscos, la fiebre provocada por las toxinas de licántropo puede provocar una mutación en su organismo. Algo así como lo que Jimin me contó sobre los vampiros puros; los primeros son nacidos, mientras que los vampiros de segunda categoría, son simplemente creados.
—¿Estás diciendo que pueden convertir a otros?
—Sólo en casos extremos, Soob.
—Mnh.
Él apoyó la espalda en el borde de la cama, dejando las piernas extendidas sobre la alfombra. Rayna le dio varias vueltas más al grimorio y después lo cerró. Suspiró profundamente y anotó algo más en su libro de notas.
—Enséñame algo —sugirió Soobin tras unos minutos.
—¿Cómo qué? —ella levantó la cabeza.
—No sé. ¿Qué más puedes hacer? Tienes una enciclopedia a medio construir, realizas pociones mágicas que libran a los hombres lobo del control de la luna llena...
Rayna sonrió levemente.
—Jimin me dijo que, una de mis antepasadas trabajó para los Leone, la familia de sangre pura. Fabricaban anillos solares para ellos.
—Oh, así que sois como una especie de alquimistas.
—Y mucho más que eso.
El dormitorio se encontraba iluminado por la tibia luz de unas velas, ella levantó la palma de una mano y las velas se apaciguaron. La luz se volvió anaranjada, más caliente y acogedora.
—¿Controlas el fuego?
—Sólo si me concentro —dijo ella, inclinándose a su lado—. Todavía estoy aprendiendo.
Soobin acercó su rostro al suyo, su nariz se rozó con la de la joven. Sus labios se encontraron en unos segundos, él pasó un dedo desde el pómulo hasta su mentón y sostuvo el dulce beso. Cuando se distanciaron, ella le contempló con cierto afecto, con curiosidad y sorpresa.
—¿Qué?
—Esto... Esto es...
—¿Raro?
—No. Mejor de lo que pensaba —confesó Rayna.
—Todavía puede ponerse mejor —exhaló Soobin.
Y entonces se colocó de rodillas, besándola con más fuerza. Empujó gentilmente sus hombros y ella cedió dejándose caer sobre la alfombra. Se encontraban a solas en la casa de la joven, por lo que la escena subió de tono mientras se besaban. Soobin sobre ella, quitándose la camiseta. Acababa de cumplir dieciséis años, pero estaba más musculoso de lo que parecía bajo esas camisas y sudaderas anchas que acostumbraba a vestir con un toque desaliñado.
Esa tarde, disfrutaron de una intimidad que jamás habían esperado. Rayna se dejó llevar y Soobin le demostró su pasión. Después de un buen rato besuqueándose, se acostaron en la cama y profundizaron en su relación. Rayna siempre había soñado con tipos oscuros, mayores y más sexys. Con conocer a alguien que le cambiaría la vida (tal y como las wiccas le habían dicho), pero Soobin era sano, familiar y conocido.
Se sentía increíblemente feliz por haber descubierto algo más en él.
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Llegada la primavera, Joon y Everly decidieron celebrar su aniversario de seis meses juntos como novios. Taehyung asistió a una comida familiar con ellos y su hermano menor. Se sentaron en un restaurante familiar y pidieron varios menús con extra de patatas fritas.
—Entonces, llegamos tarde, y cuando Namjoon entró, lo confundieron con el dueño del negocio —contaba Eve alegremente—. ¡La culpa la tienen esas gafas de sol! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Te dije que te daban un aspecto muy raro!
—¿Tenías que contarlo? Me estás avergonzando, Eve —sonreía Joon, chocando su hombro con el suyo.
Los dos se miraron de manera cómplice, con otra risita. Taehyung suspiró, contemplándoles. Removía la comida con el tenedor, apartando de vez en cuando la mirada. Everly parecía tan feliz; Joon le dio un beso en la mejilla y le preguntó si quería pedir algún postre de la carta. Su tía redirigió la pregunta a los dos muchachos, y al final pidieron unos deliciosos profiteroles rellenos de crema con chocolate.
—¿Cómo te va con Ray? —le preguntó Tae en voz baja a su hermano.
Él ni siquiera le miró. Se sonrojó inmediatamente, negando con la cabeza. Y luego se metió dos profiteroles enteros en la boca.
—Mngh-gmgngh —simuló una respuesta.
—Oh, vamos. Ya sé que estás con ella. Me lo ha contado todo —Tae le dio un codazo para chincharle—. Es mi mejor amiga, ¿recuerdas?
—¡¿De quién habláis?! —saltó Everly.
Soobin miró a Taehyung como si le fuera a estrangular.
—Os he escuchado, ¡ya basta de mentirijillas! ¿Quién de los dos tiene ahora novio? ¿O novia?
En un momento cómico, Soobin señaló a Taehyung, y Taehyung a Soobin.
—A mí no me miréis, yo me he retirado del romance hasta los veintidós.
—Serás capullo —le lanzó Soobin.
—¿¡Qué!? —Everly tenía la boca abierta y los ojos casi fuera de las órbitas—. ¿Con quién estás saliendo? Y, ¿por qué no me has dicho nada de nada?
—Porque es muy reciente. A-Además, no estamos saliendo. No se lo he pedido todavía.
—¿En serio? Pues Rayna piensa que sí que lo estáis —escupió Taehyung totalmente desvergonzado—. Creo que le da un poco de vergüenza que todavía te queden dos años para graduarte. Si no estuvieras repitiendo curso...
—¿Rayna? ¿Estás con Rayna Rey? ¿La exnovia de Taehyung? —preguntaba su tía muy atenta.
—¡Eve, que no es, ni ha sido mi novia! —Tae golpeó la mesa.
Namjoon comenzó a reírse mientras masticaba. Soobin se llevó una mano a la cabeza. Al final, Soobin reconoció que sí que era su novia, pero que llevaban veinticuatro horas saliendo y no le apetecía que nadie levantara una pancarta. Además, habían acordado no acercarse demasiado en el instituto (aunque a él le hubiera encantado poder fardar por tener una novia dos años mayor).
Después de un rato de cháchara, pagaron la cuenta junto a la barra y salieron juntos a dar un paseo en la caída del sol por Shadowfell. Había un montón de locales y pequeñas tiendecitas abiertas. Soobin entró en una tienda nueva de electrónica, y Everly le acompañó, puesto que todavía le debía un buen regalo de cumpleaños.
Mientras tanto, Joon y Taehyung se quedaron afuera; el más joven se compró una granizada de cereza que comenzó a sorber con una pajita. Estaba deliciosa, sin embargo, el color rojo era tan intenso que le recordó a la sangre. Un flashback atizó su cabeza: Jungkook acuclillándose frente a él, ofreciéndole un vaso con un poco de su sangre. Él, llevándoselo a la boca con una imperiosa ansiedad, notando cómo sus ojos se llenaban de lágrimas por las náuseas. Después, Jungkook, apretándole los dedos.
—Te pondrás bien —susurró la voz del vampiro en su cabeza.
—¿Sabes por qué no he ido a buscar a Sarah? —preguntó Namjoon.
Su timbre le sacó de aquel sueño, Taehyung sacudió la cabeza y se ubicó en la realidad donde se encontraba. Tragó saliva, tenía la boca fría y dulzona por la granizada, pero sus ojos se habían humedecido ligeramente por el recuerdo.
—¿Por qué? —formuló con una voz casi ronca.
—Quiero a tu tía, Tae —expresaba Namjoon—. A veces, por doloroso que sea, hay que pasar página. O si no, el dolor nos engullirá.
Taehyung bajó la cabeza.
—Estoy acostumbrado a lidiar con el dolor.
El silencio se hizo entre ellos, hasta que Namjoon tomó la palabra con un timbre mucho más cálido.
—Siento que haya sido así —le dijo, sin mirarle.
—¿Lo dices por lo de...? —cuestionó Taehyung—. He aceptado lo de que no quiere estar conmigo —sonrió con tristeza—. Él es... Era demasiado. Demasiado para mí.
—Y después de todo lo que ha pasado, ¿solo recuerdas las cosas buenas?
—Me dijo que no podía seguir jugando a ser humano. Y lo entiendo. No me hubiera importado seguir a su lado, así tuviera que sobrevivir a su peor faceta.
—Un amor por el que morirías —enunció Namjoon, poéticamente.
Taehyung le miró de medio lado.
—¿Por qué no?
—Yo también lo habría hecho por Sarah. Y lo estuve haciendo, durante un tiempo. Persiguiendo vampiros y dándoles caza. Buscando a J. De Fiore en cada país extranjero para llevar acabo mi venganza —Namjoon hablaba con una voz lejana, como si su mente volara muy lejos—. ¿Sabes, Taehyung? Pensar en que podrías morir por alguien a quien amas, vuelve todo muy intenso. Pero vivir... Vivir por alguien que te ha hecho volver a amar, puede superar todas las expectativas.
—¿Un amor por el que vivir? —reprodujo Tae en voz baja.
—Yo me he sentido así por Everly. Quiero vivir, Taehyung. Quiero tener una vida normal. Casarme con una buena persona, como Eve. También quiero estar a vuestro lado —Namjoon sonó emocionado—. Podemos formar una familia, los cuatro, juntos.
Taehyung se conmovió por su tono de voz. Le contemplaba con los ojos cargados de emoción.
—Hoy, cuando estábamos almorzando... Recordé a mis padres. Esos días en los que mi hermano y yo les acompañábamos a algún restaurante, íbamos de tiendas y paseábamos por ahí con el coche. Les echo de menos —dijo Taehyung, mirando al suelo—. Echaba de menos sentirme así de feliz.
—Lo sé. Queremos marcharnos de aquí. Everly y yo ya lo hemos hablado.
—¿De Shadowfell? —Taehyung sonó sorprendido.
—Podemos vivir en California. Sé que querías estudiar Medicina, en Nueva York, pero la universidad de allí también es estupenda. Everly trabajaba antes en una oficina. Le será fácil retomar su puesto tras unos cuantos papeleos.
—Pero, tengo la marca del cazador, Joon. Mi cumpleaños será dos días después de la graduación —dijo el muchacho más preocupado.
—Tu amiga lo solucionará. Tienes a dos brujas contigo, Tae —le alentó Namjoon—, estoy seguro de que podremos suprimir lo de tu marca. Te graduarás, haremos una mudanza, y dejaremos atrás todo lo que ha sucedido. Comenzaremos una vida nueva. Yo os protegeré, pase lo que pase. Los hermanos De Fiore continuarán de todos modos con su vida, ellos son vampiros, viven... a un ritmo distinto...
Joon le agarró una mano y se la apretó fraternalmente entre las suyas. Los ojos de Taehyung se colmaron por las lágrimas. No sabía muy bien por qué quería llorar; por la emoción, las promesas de futuro, por la idea de formar una nueva familia e irse de aquel condenado pueblo lleno de malos recuerdos. O por pensar que no volvería ver a Jimin o a Jungkook. Reflexionar sobre que, efectivamente, sus destinos estaban separados, puesto que eran seres muy distintos.
Tal vez, con el tiempo, él sería un novio más para Jimin. Jungkook encontraría cien mil amigos y viviría aventuras con otros amores. Puede que ni siquiera hubiera sido realmente relevante para el último, pues su vida era tan efímera para un vampiro. Los diecisiete no duraban para siempre; pronto sería adulto, tendría que enfocarse en sus estudios, en un trabajo, en tener un hogar propio y pagar sus propias facturas.
Cuando pensaba en esas cosas, ni Jimin ni Jungkook tenían espacio en aquel futuro humano. Ellos no podían pertenecer a su mundo.
—Está bien —asintió Taehyung, sorbiendo levemente. Un par de lágrimas se deslizaron por sus pómulos—. Iremos a California.
Namjoon le dio un abrazo y le frotó la espalda fraternalmente.
—Cuando se lo diga a Soobin seguro que le encanta la idea.
—¿Tú crees? Me imagino que le dolerá pensar que tal vez no volveríamos a ver a Rayna.
—Es un amor demasiado joven, Tae. La vida continúa, aunque con esa edad, es complicado de ver —dijo con un poco más de amargura.
Everly y Soobin regresaron un poco después, Taehyung ya se había limpiado las lágrimas si bien sus ojos continuaban vidriosos, como los de Joon. Vació su granizada mientras caminaban por la calle, y tras la puesta de sol, subieron al automóvil de Namjoon. Él les llevó a casa y luego se despidió de Everly con un beso, mientras los dos menores caminaban holgazanamente hacia el porche de la casa.
Taehyung encontró un nuevo punto por el que luchar, por el que mantenerse estable mentalmente y pensar que podía recuperarse. Salir de Shadowfell. Quizá era la mejor solución; dejar todo atrás, un borrón y una cuenta nueva. Una nueva familia, a su lado.
Él le echó un brazo por encima de los hombros a Soobin. Su hermano le miró levantando una ceja.
—¿Qué intentas? —bromeó.
—Nada, capullo —dijo en voz baja.
—Dave me dijo que así era como se ligaba.
—¿Ahora escuchas a ese pavo? Soy tu hermano, gilipollas.
—Ya, era broma —soltó Soobin más relajadamente.
Tae se quedó en silencio mientras caminaban.
—¿Cómo te van las clases? —le preguntó al más joven.
—Bien. Supongo —resumió Soobin.
—Mnh.
—¿Y tú...? Estas semanas, te he visto un poco...
—Estoy mejor —le cortó Taehyung.
Soobin aceptó sus palabras y no insistió demasiado.
—Sé que intentaste protegerme. Y que me enfadé por ello —expresó Soobin lentamente—. Pero yo también lo intenté, cuando te seguí la pista hasta ese bosque.
—Está bien, ha pasado un tiempo —dijo Taehyung más indulgente—. Está olvidado.
—¿De verdad? —dudó su hermano.
Taehyung asintió con la cabeza.
—Nos asustaste mucho la nochebuena —agregó Soobin.
—Lo de ser imbécil lo llevo en la sangre —Tae le dio un codazo cómplice—, como tú.
Ellos exhalaron una sonrisa amistosa. Se separaron y se detuvieron frente a la puerta de casa, mientras Everly aletargaba su despedida con Namjoon a unos metros, junto al coche.
—Oye, ¿sabes qué les pasa a estos? —Soobin les señaló con la cabeza.
Taehyung les contempló de soslayo.
—¿Por?
—No sé, se comportan como si se hubieran prometido. Menudos tortolitos —hizo una mueca de desagrado—. Mira lo que me regaló Namjoon ayer. Y pensar que antes sólo era un profesor.
Soobin levantó una mano, mostrándole un anillo. Taehyung parpadeó, sorprendido.
—¿Te ha dado el anillo revenant?
—¿Tan importante es?
—Es un anillo mágico —le contó Taehyung—. Protege a los mortales de la muerte por causas sobrenaturales. Por ejemplo, cuando Alex Trench le mató en ese bosque... Y Joon me dijo que Jungkook le partió el cuello una vez.
—Creepy.
—Sí.
Soobin se lo sacó del dedo.
—Entonces, llévalo tú —se lo ofreció a su hermano sin recelo.
—No funcionará conmigo —lo rechazó Tae.
—Eres humano.
—Sí, pero tengo lo de la marca esa —se mordió el interior de la boca—. No funcionará cuando cumpla los dieciocho.
—Uh. Supongo que por eso me lo ha dado a mí —reflexionó Soobin en voz alta.
—No, Soob. También te lo ha dado a ti, porque te quiere —corrigió Taehyung—. Joon se preocupa por nosotros.
Soobin volvió a colocarse el anillo en el dedo corazón.
—Y ese anillo ha ralentizado su envejecimiento —agregó Taehyung, volviendo a girar la cabeza para contemplarles en la distancia—. Ha decidido tener una vida normal con Eve, con nosotros. Quiere envejecer con ella, lejos de Shadowfell.
—¿Lejos?
—Me lo ha contado hoy. Quieren irse a California.
—Ah, esto me recuerda a papá y a mamá —murmuró Soobin.
Tae sonrió un poco, le dirigió una mirada mucho más dulce.
—A mí también —afirmó en voz baja.
—Pero no volvería a ver a Ray —apuntó Soobin.
—Ella pasa todos los veranos en California, te lo aseguro. Y es mi amiga, por supuesto que volveríamos a verla. Podría venirse a casa. Podría estar todo el verano en casa, con nosotros —le convenció Taehyung.
Soobin se mostró un poco más reticente, pero el mayor pensó que era natural. Era una idea precipitada, si bien creyó que terminaría aceptándolo. Lo que Tae no sabía era que, en el fondo, Soobin no quería abandonar Shadowfell. Aquel era su pueblo, y no le importaban los malos recuerdos, él se sentía más fuerte que eso: quería estar en Virginia, conocer los bosques de los que Dave Trench le había hablado. Y quería estar siempre junto a Rayna, seguirla a donde ella fuera, porque estaba enamorado, por fin, de alguien que le había hecho sentirse valioso.
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Anillos de compromiso. Jungkook lo había visto. Y sí, le habían dado ganas de vomitar. El simple hecho de pensar en el amor, en alguien casándose, en una iglesia, esos vestidos de novia antiguos, de su época, en los coches de caballos y la música de piano, le hacía sentir como si algo dentro de él estuviera muerto. Una gran oscuridad, profunda, densa, agobiante, viscosa. Había plumas negras, órganos mutilados y demasiada sal. Era asqueroso.
Y bien, Jungkook sabía que Joon era un buen compañero. Fueron amigos durante unos pocos meses, pero fue breve. Había decidido dejar de ir al Bell's después de ver aquel anillo. Si se quería casar con Everly, con una humana, no tenía nada que objetar. Pero eso les separaba. Llegaba el momento de recordar quién era. Quiénes eran. Joon, humano, y sin el anillo que le había protegido durante veinte años (Jungkook le dijo que lamentaría su decisión de deshacerse de él, así fuera con el mocoso de la familia Kim). Y él, un vampiro. Sólo un vampiro. No había subtítulos merecidos para Jungkook De Fiore, puesto que él no era mucho más... Y cuando se fueran del pueblo, estaba seguro de que no le volverían a recordar.
—Quedan dos semanas —dijo la voz de Jimin junto a la entrada.
Jungkook levantó la vista de su libro de Bram Stoker.
—Pensé que te habías convertido en un témpano de hielo.
—¿Crees que, si le digo que lo siento, podrá perdonarme algún día? —formuló Jimin, rodeando el sofá.
—Creo que, si se lo dices —Jungkook volvió a bajar la cabeza, concentrándose en su libro—, tardará veinte segundos en saltar a tus brazos.
—No lo creo —repuso Jimin.
—Qué poco conoces a la persona de la que te has enamorado.
—Jungkook, me he distanciado de él apropósito. Pero no le he abandonado —alegó el hermano más joven—. Sé lo que hace todas las tardes, todas las noches. Sé con quién sale, qué días va a correr, en dónde almuerza con Joon y su familia. Conozco hasta la hora en la que se mete en la cama.
—¿Ves? Díselo —Jungkook chasqueó con la lengua—. Sé el héroe romántico que todos esperan, Jimin De Fiore.
Jimin se sentó en la mesita de café, frente a él. Se mordisqueaba el labio inferior, mientras ladeaba la cabeza.
—Quiero preguntarte algo —enunció Jimin—. ¿Es verdad que tiró la pulsera? ¿Qué por eso acabó en el hospital? Rayna me dijo algo así algunas semanas. Al principio pensé que era mentira, pero...
—¿Eso era lo que de verdad querías preguntar? —dudó Jungkook—. Di la verdad.
Jimin exhaló media sonrisa, y luego sacudió la cabeza.
—Ah, no —reconoció con una amarga diversión—. En realidad, era, uhm, si tú... Si tú se la devolviste. ¿Te metiste en el río para encontrar algo que yo le regalé a Taehyung?
El silencio se extendió por el salón durante algunos largos segundos. La chimenea no estaba puesta, por lo que lo único que alcanzaron a detectar sus oídos fueron unos alegres pájaros piando en alguno de los árboles exteriores.
—¿Me preguntas si arruiné mi asombroso pelo para sacar esa baratija del agua? —teatralizó Jungkook—. Redoble de tambores... Sí.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Jimin siendo directo.
—Digamos que, me gustan los giros dramáticos. Cruzo los dedos para que al final de cada capítulo pueda dejar a alguien boquiabierto. Arrancar corazones, sacar joyas del agua —enumeró Jungkook—, cargarme a algún familiar. Eso incluye preparar una estupenda barbacoa para la Sheriff y los estúpidos miembros del cabildo, en el jardín de la mansión de los Trench. ¿Sabes que les encanta el cerdo, Chim? Y luego nos señalan a nosotros por hincarle el diente a los cerdos como ellos —condecoró con una elegante gracia—. Qué gracioso. Ja. Ja.
—Jungkook. Deja de disimular, sé que sientes algo por Taehyung —Jimin se inclinó, clavando los codos en las rodillas—. Tú tienes fama de corazón de piedra y yo de témpano de hielo. Pero a los dos nos ha calado. Y te conozco como si te hubiera parido.
—¿De qué sirve que lo reconozca, hermanito? —se cruzó de piernas.
—¿Ahora? De nada —admitió Jimin, encogiendo los hombros—. Él está mejor si los dos nos encontramos fuera de su día a día. No obstante, no me largaré hasta saber que Taehyung tendrá una vida plena.
Jungkook apoyó la sien en un par de dedos, masajeándose.
—No voy a matarlo. Te lo he dicho cien veces, cabezahueca —repitió aburrido.
—Ya. Sé que no lo harás. Te gusta demasiado para hacerlo —Jimin se cruzó de brazos—. Me refería a su marca; no me iré hasta que desactivemos el hechizo que ha transcendido a lo largo de siglos en su linaje.
—¿La brujita no ha encontrado nada? —preguntó Jungkook.
El otro negó con la cabeza.
—No —espiró su aliento—. Eso es lo que me preocupa.
—Pues que no te preocupe tanto.
—¿Mnh?
—Sabes cuál es la solución, ¿no? Oh, venga, Chimmy. No puede ser que haya sido el único en pensar eso —Jungkook cerró el libro sobre su regazo, sus comisuras se curvaban levemente—. Podría ser un 2x1, hermanito —masculló, y luego continuó con un timbre más malicioso—. Conviértele en vampiro. La magia se deshará de su sangre y será un no-muerto. ¿O debería decir, un no-vivo? No habrá más problemas con su instinto cazador. Y, por si fuera poco, podrías volver a estar con él. Me apuesto a que a él le apetecerá más morderte la yugular que a ti. Será gracioso verle con colmillitos.
—No puedo hacer eso —simplificó Jimin.
—¿Quién dice que no?
—Jungkook, no hemos tenido en cuenta su opinión.
—Oh, pues si vas a preguntarle por su opinión, mejor que lo hagas tú —Jungkook descruzó las piernas y se levantó—. A mí no quiere ni verme.
—A mí tampoco.
—Ese es tu problema, no el mío. Y mejor, apriétale las tuercas a la brujita. Ella fue quien prometió hacerse cargo de su amigo.
Jungkook pasó de largo, llevándose el libro con él. Jimin le siguió con la mirada. ¿Por qué últimamente estaba tan cascarrabias? No se había vuelto a quejar en un montón de tiempo, es más, últimamente, ni siquiera discutían. Lo cierto era que se habían estado llevando más o bien. Jimin había regresado a su dieta de sangre de animal, esquivaba las bolsas de sangre que Jungkook había repuesto.
Tras algún tiempo controlándose, sabía que tenían problemas con los suministros. No quería complicarle las cosas a Jungkook, desde que había brujas, licántropos y guardianes del pueblo que formaban parte de un cabildo de protección. Debían mantener un perfil bajo.
Al anochecer. Rayna se apoyó en la puerta que daba al porche trasero de la casa. Su abuela Aramintha estaba cortando un pequeño tallo de una planta medicinal.
—¿Alguna otra receta, abuela?
—Tu amigo nocturno ha venido a visitarte —contestó ella.
—¿Amigo? —parpadeó Rayna.
Rayna dudó un instante. Al principio pensaba que se trataba de Soobin, pero por el rostro de su abuela, razonó que la palabra nocturno no había encajado tan idealmente en su frase por nada. Ella entró en la casa y Rayna se anudó la bata a la cintura, cruzó los brazos y se aproximó a la barandilla de madera, levantando la cabeza. Del tejado, cayó una figura a dos patas, tan ágil como un gato. Ray reconoció su silueta, sus ágiles piernas y esbelta figura.
—Jimin —mencionó.
El crepúsculo se hundía en el horizonte de Shadowfell.
—Buenas noches —le devolvió, volviéndose hacia ella—. Aramintha es poderosa. Me detectó nada más salir de la casa.
—¿Qué hacías en mi tejado? ¿Ahora eres un gato? —bromeó Rayna.
Él no le devolvió una media sonrisa.
—Vengo a preguntarte por la marca del cazador. ¿Has logrado algún avance?
La bruja bajó la cabeza, liberando un profundo suspiro.
—No. El fin de semana pasado fui a Richmond. Estuve en una biblioteca, me traje algunos manuales de magia wiccana —le contaba ella—, y otros dos de marcas y runas. No he encontrado nada.
—No tenemos mucho tiempo —insistió Jimin, desplazándose hacia ella.
—Lo sé, Jimin, pero no logro saber qué es lo que necesitamos... No es un tatuaje, tampoco es una marca de nacimiento cualquiera, tiene una forma y una estructura, tiene un significado demasiado concreto —Rayna se pasó una mano por el pelo, su expresión mostraba su turbación—. Es una magia chamánica, muy antigua. Pero no reside sólo en su marca, sino en un linaje entero. Tendría que canalizar demasiadas ramas para llegar al origen de ese nudo mágico y deshacerlo. No soy tan experta para eso.
—¿Sabes lo que sucederá si no hacemos nada? No sólo no podrá irse a estudiar a Nueva York. No seguirá con su vida de manera normal; el impulso de cazar vampiros le obsesionará, así como encontrarse con ellos. Y si alguien más lo detectase, vampiros antiguos, más viejos que yo o mi hermano, irán en su búsqueda para darle muerte al último descendiente del linaje Jung.
—Ya conozco la historia. Me la habéis repetido miles de veces, tú, Jungkook, Joon. Todo el mundo ejerce presión sobre mí; vosotros, los Trench con sus pócimas anti luna, la maldita marca de Taehyung —Rayna posó una mano sobre su propio pecho—. Hago lo que puedo, Jimin. Te recuerdo que soy novata, y mi abuela tiene setenta y seis años. Ella no quiere colaborar con vampiros. Está haciendo todo esto para protegernos.
—¡Taehyung no es un vampiro! ¡Y tú, pierdes los días, las horas con tu novio! —exclamó el pelinegro duramente—. ¡Esta debía haber sido tu prioridad!
—¡El centro de mi vida no es Taehyung Kim! —le acusó Rayna.
Jimin abrió mucho los ojos.
—No vayas por ahí —escupió el chico.
—Todavía estás enamorado de él —continuó la joven—. Pero le has dejado sufrir, ¿no te carcome la culpabilidad, Jimin? Porque has destrozado a mi amigo, y hace tiempo, te prometí, no, te juré, que, si le hacías daño, acabaría contigo.
Jimin levantó el mentón orgullosamente.
—Muy bien, Ray. Pues hazlo ahora mismo —expresó con arrogancia—. No pondré objeción, es más, estarás haciéndome un favor. Pon fin a estos meses de sufrimiento, donde la incertidumbre me ha pelado los nervios con un raspador. Pon fin a la sed infernal que abrasa mis cuerdas vocales y me impide hablar, siquiera respirar, cuando él pasa por delante de mí para entrar en el aula. Encuéntrale un final a estos 150 años de pena, dolor y sufrimiento, ayúdame a alcanzar el nirvana así sea entre la pura luz de las puertas del cielo o las infinitas llamas del infierno que esperan por mi alma.
Rayna apretó la barandilla entre los dedos, clavándose la madera.
—Jimin...
—¿A qué esperas? Eres una Rey. Podrías hacerlo. Podrías hacer cualquier cosa...
—Y-Yo... No sé...
—Jungkook le matará —mintió, buscando presionarla—. O peor, le convertiré en vampiro. Así estará conmigo para siempre. Puede que al principio me odie, pero ya sabes cómo funciona eso del instinto; se enfadará, y después el amor arrasará su organismo y volverá a mí. Será alguien distinto, sí, pero estará vivo. Y libre de esa puta marca. ¡Cosa por la que tú no te has preocupado lo suficiente!
—No puedes hacer eso. Él tiene otros planes, Jim. Te has perdido demasiado —discutía la ojiverde con él—. Joon y Eve se han prometido, se irán a California el próximo año. Taehyung empezará allí la universidad. ¡No puedes decidir por él!
—No lo haré, si cumples con tu parte —Jimin sonó definitivamente oscuro—. Tic, tac, Rayna.
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
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