Capítulo 21

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 21. La Cripta

Durante la semana, Jungkook había desaparecido por completo. Namjoon pidió un permiso en el instituto, y esos días, las clases de filosofía del High School Elementary estaban siendo impartidas por un profesor sustituto. Jimin estaba al tanto de en qué estaban metidos su hermano y Joon Kim; su interés por inspeccionar las criptas que colindaban con Northwood residía en si los Trench tenían algún secreto escondido por allí. Mientras tanto, él se había quedado en Shadowfell, echándole un ojo a Dave Trench, manteniendo a su novio ojiazul entre los brazos (nunca era mal momento para hacerlo), y recopilando más información junto a Rayna sobre los licántropos.

A las doce y media, en el descanso, estaban junto al vehículo de Taehyung, apoyando la espalda en el maletero.

—¿Quién es ese hombre? Le he visto venir a recoger varias veces a Dave —cuestionó Tae en voz baja—, pero no me suena su cara.

—El tío de Dave, Alex Trench —contestó Jimin.

—¿Su tío? Parece joven, como Eve.

—Jungkook duda de él. Se introdujo en el cabildo la semana pasada, parece que está relevando a la mujer del alcalde. Él cree que es sospechoso.

Los dos le siguieron silenciosamente con la mirada. Alex entró en el edificio y lo perdieron de vista. ¿Tal vez iba a hablar con el director, por las recientes mofas de estudiantes a Dave?

Rayna también estaba en el interior del edificio, salía de la cafetería con la mochila en la espalda, un termo de café en la mano y una caja de donuts que había comprado para ella y Tae. No pudo evitar fijarse en Alex Trench, puesto que cualquier figura nueva en el pueblo siempre llamaba altamente la atención. El director del instituto le acompañó a su despacho y cerró la puerta. Rayna continuó caminando, al girar el vestíbulo, dejando atrás las taquillas, advirtió a Soobin bajo su capucha, junto a una fuente metálica de agua que no funcionaba.

—Hola, Soob —saludó Rayna.

Soobin le miró de soslayo, se recolocó las asas de la mochila sobre sus hombros y aclaró la garganta levemente.

—Hola —contestó con un timbre ronco.

Algo le decía a Rayna que él también le había echado el ojo a aquel tipo, así como que seguía de cerca toda la situación.

—¿Sabes quién está haciendo esto? —formuló la chica de manera natural—. Me refiero a las pintadas, y el acoso que ha caído sobre Dave.

—Los capullos de siempre —respondió Soobin, cabizbajo—. ¿Quiénes van a ser? Ha dejado el club de fútbol, ahora ni siquiera se pasa por allí. Puede que sea un gilipollas, pero... No sé... Es todo tan, tan extraño.

—Déjalo estar —suspiró Rayna.

Soobin levantó la cabeza y clavó los iris castaños sobre ella.

—A mí no me mientes, Ray. Te conozco desde que era un bebé, sé que sabes cosas.

—Y técnicamente, sigues siéndolo —eludió la joven.

Soobin sonrió un poco.

—Sea lo que sea, cuida de él. Me refiero a Taehyung —le pidió su hermano—. No me gustan los De Fiore. Desde que llegaron al pueblo... revolotean a su alrededor como si fueran polillas.

Rayna asintió con firmeza.

—Déjamelo a mí —le dijo con seguridad.

—Yo me encargaré de echarle un ojo a ese —Soobin señaló al despacho del director, y acto seguido, metió las manos en los bolsillos y pasó por su lado.

—Espera, Soob.

—¿Qué?

—No te acerques mucho a Dave. No me fío, no sé qué... No sé lo que es —articuló.

Soobin entendió a lo que se refería, y era curioso, puesto que los dos querían hablar en términos sobrenaturales, a pesar de que aquello pudiera sonar como algo absurdo para Soob, y Rayna, por su lado, quisiera proteger su conciencia humana de aquello. Se separaron justo después de eso, Rayna salió del instituto y se fue hacia el párking. Allí encontró a Tae y Jimin, esperándola.

Taehyung atacó la caja de donuts que colocó sobre el capó del coche, el tema de conversación fue el jovencísimo Alex Trench.

—Está con el director del instituto —les contó Rayna.

—Posiblemente, estén hablando del acoso que últimamente le persigue a Dave —dijo Taehyung.

—Soobin está al tanto —agregó la muchacha.

—¿Soobin? No, joder —suspiró el castaño—. Está obsesionado con él. Lo sabía. Tengo miedo de que se meta en problemas. Desde la pérdida de Tessa, parece que ha enfocado todo su dolor en investigarle.

—Al menos, él no forma parte del club de los bullies del instituto —comentó Jimin.

—Eh, ahí está. Mirad —masculló Rayna.

Disimuladamente, los tres miraron desde allí hacia la salida del instituto. Alex salía con las manos guardadas en el fino cortavientos gris que vestía, y tras sus largas zancadas, le seguía Dave. Los dos se montaron en el estupendo coche del tío, y poco después, se alejaron del instituto.

—¿Se lo ha llevado? —evidenció Taehyung.

Jimin apretó los labios.

—Creo que es mejor así.

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Unos días más tarde

El sendero se perdía tras un montón de pinares, los troncos de los árboles se apretaban más allá, donde los hierbajos cubrían el suelo salpicado por las hojas y raíces. Las copas eran muy altas, Joon levantó la cabeza y apenas pudo ver unas cuantas franjas del cielo de la tarde salpicado por las nubes. Habían salido de madrugada y llevaban alrededor de diez horas recorriendo el bosque.

—Hemos peinado esta zona dos veces —dijo.

—No, es la primera vez que venimos por aquí —Jungkook caminaba más adelante.

—¿Por qué todo parece exactamente igual?

—¿Te lo parece?

—Bastante.

Jungkook encogió los hombros. Namjoon vestía unos jeans oscuros, sus mejores botas de montaña y una fina gabardina que le cubría del intempestivo tiempo que a veces arrasaba las noches de Virginia. También llevaba una mochila y un bastón de senderismo que clavaba en el suelo como apoyo. En cuanto a Jungkook, él tenía un look similar, teñido exclusivamente por el negro, desde las botas, hasta la chaqueta de cuero sobre una camiseta lisa. Él no llevaba mochila, ni alimentos, ni abrigo. No necesitaba nada más que su porte de vampiro rockero. Llevaba el pelo sin recoger, y los largos mechones se habían ondulado sobre su cabeza.

Jungkook se desplazaba sin brújula, sin Google Maps, y sin nada con lo que orientarse más que sus propios sentidos. Namjoon, unos pasos por detrás, sacó el teléfono móvil del bolsillo y lo levantó en el aire como si eso fuera a otorgarle más cobertura.

—Murió. Definitivamente, no hay señal. Ni siquiera tengo internet —dijo el hombre.

—No lo necesitas —le alentó Jungkook.

—¿Estás en contra del internet?

—En contra no, pero apenas tiene veinte años y todos habláis de eso como si no hubiera existido nada antes —dijo su voz a unos metros.

—Te entiendo, tío. Yo tampoco tengo Facebook —bromeó Namjoon—. ¿Tú preferías la correspondencia por carta?

Jungkook exhaló una leve carcajada. Continuaba caminando tras el sendero, sumergiéndose en lo más recóndito del bosque.

—Cuando estuve en el ejército, no tenía a quién escribirle mis cartas.

—¿En serio? ¿Ni novias? ¿Ni familia?

Jungkook no le respondió a eso, así que Namjoon continuó hablando.

—¿Por qué las criptas están tan lejos del pueblo?

—Porque las construyeron como un santuario —él llevaba la cabeza en todas las direcciones, cerciorándose del entorno.

—Vale. Me detengo. Necesito un alto —sentenció Joon.

Jungkook aceptó su parada.

—Ese tipo, Alex Trench... Ha llegado al cabildo, nos dio el discursito sobre proteger Shadowfell de las criaturas que en el futuro se presenten en Shadowfell, y literalmente ha salido de la nada —mencionó el vampiro.

—Tiene pinta de surfero.

—¿Tú crees?

—Parece joven para estar en el cabildo.

—Oye, ¿insinúas algo?

—Tú tienes 171 años, Jungkook.

—Morí con 21, guapete.

Namjoon hizo una mueca graciosa.

—Entonces, ¿qué piensas encontrar? ¿Hombres lobo campando a sus anchas por aquí?

—No me apetece encontrarme a ninguno. Sólo quiero saber quiénes son. Alex hablaba como si fuera el nuevo guardián de Shadowfell. Y la única guardiana de este lugar es la sheriff Meester —declaró Jungkook.

Después, le dijo que echaría un vistazo por los alrededores, antes del anochecer, y desapareció. Namjoon dejó su mochila en el suelo. Sacó una lata que abrió para comer algo, y mientras tanto, estuvo comprobando si la señal volvía en algún momento a su teléfono. Atardeció mientras comía, luego se levantó del suelo, se sacudió el pantalón y sacó algo del equipo técnico que llevaba encima; una bolsita de tela, una estaca de madera, un puñal, vendas, una cuerda, guantes y una linterna profesional de mano, y una lámpara de aluminio que se cargaba con aceite.

Su compañero llegó a posteriori.

—He encontrado los terrenos, están un poco más al este. A unos doscientos metros.

—Está anocheciendo —Joon posó la lámpara de aceite sobre una roca, y después se colocó los mitones, cerrándose el broche de velcro alrededor de las muñecas—. No deberíamos demorarnos demasiado. ¿Qué tal si hay hombres lobo?

—Joon —Jungkook apoyó un hombro en un tronco y cruzó despreocupadamente los brazos—, estaba siendo sarcástico con lo de salir a cazar lobos. Uno de esos podría ser tan grande como tú y como yo. Si hemos venido a las criptas es para comprobar algo.

—Y, ¿Vas a decírmelo de una vez?

—Tengo la teoría de que el gen del hombre lobo ha corrido en las venas de los Trench desde antes que la familia De Fiore llegara a Shadowfell. Recuerdo mi adolescencia aquí, previamente a que me alistase en el ejército —expresó Jungkook—. Mi madre solía decir que las noches de luna llena debíamos quedarnos en casa, porque los depredadores se sentían más excitados y salían a cazar a los pequeños. En aquel entonces, no había zonas asfaltadas, ni tantas carreteras. Shadowfell era más pequeña y los bosques se extendían por Virginia mucho más que ahora —se pasó la lengua por los dientes—. Cuando crecí, pensé que tan solo eran cuentos. Los típicos que se les cuentan a los niños para que no hagan cosas raras ni hablen con desconocidos.

—Era 1860, ¿qué ibas a pensar, siendo un niño?

—Lo que oí con quince años me hizo sentir curiosidad por los Trench. Ellos también formaban parte de las familias fundadoras, Nev Trench era un hombre de unos cuarenta años en aquella época. Su hijo, Jack, casi nunca salía por el pueblo. La gente contaba historias de miedo en las que, en ocasiones, mencionaban que Nev le pegaba a su hijo. Eran historias infundadas, por supuesto. Pero había noches donde se escuchaban gritos, chillidos, aullidos que atravesaban los muros de la mansión de los Trench, como si alguien estuviera loco. Los chiquitos contaban que tenía un sótano —Jungkook se detuvo brevemente—. Hubo una época donde normalicé que pudiera tener un padre abusivo —mencionó, si bien Namjoon no entendió realmente por qué lo dijo—. Lo curioso es que ellos desaparecían durante días, y días más tarde, volvían a aparecer caminando por Shadowfell como si nada hubiera ocurrido.

—¿Crees que se convertían?

—Lo cierto es que no lo sé. Tres años después, cuando regresé del servicio militar, los Trench se habían marchado. Eso es lo único que supe. Después, me vi deliciosamente distraído por otros de mis asuntos... Ni siquiera volví a perder el tiempo pensando en esas cosas. Para mí, como para cualquier mortal de la época, eran eso, historias tontas.

—Comprendo —Joon se pasó una mano por la mandíbula.

Jungkook se desplazó y le echó un vistazo a sus cosas. Se acuclilló frente a la mochila y el arsenal de objetos del hombre.

—Por cierto, ¿qué diablos has traído?

—Un puñal de plata —Namjoon lo levantó y se lo metió en el cinturón, bajo el cortavientos—. Polvo de plata —sostuvo una bolsita de tela frente a sus narices, que seguidamente se guardó en el bolsillo—. Vendas, un cabo, algo de luz... El cielo está poniéndose negro, ¿no creerás que yo tengo visión vampírica?

Jungkook apreció su precaución.

—¿Llevas gafas térmicas? —bromeó el vampiro.

—¿Me ves con tal presupuesto? —ironizó Namjoon.

—Está bien. Aun así, veo que vienes preparado —Jungkook le dio el visto bueno—. Así me gusta. Buen profe-caza.

—¿Qué has traído tú?

—A mí mismo; oído de lince, velocidad de guepardo, dentadura de tiburón —presumió Jungkook—. Y, ¿quiere que le eche un pulso, profesor?

—Bájate dos tonitos, chico —sonrió Namjoon—. Si fueras humano, aceptaría ese pulso. Estoy seguro de que tengo más músculo que tú.

—No sé yo —rivalizó Jungkook con una mirada felina—. Estuve en la guerra civil, ¿sabe?

—He matado a siete vampiros —apuntó Namjoon.

—Y yo a un linaje de cazadores —contraatacó Jungkook.

—Me entrené durante veinte años para matar a los de tu especie, únicamente porque odiaba a tu hermano —agregó Namjoon—. Ahora le doy clase, y permito que salga con el sobrino de mi novia.

Jungkook abrió la boca y luego volvió a cerrarla.

—Vale, tú ganas. Pero sólo porque tienes novia —bajó la cabeza y señaló a su cinturón—. Oh, y esa estaca de madera de ahí, ¿casualidad?

—Oops —Namjoon se subió la cremallera de la chaqueta—. La traje por si me picaba un vampiro.

—Descuida, no voy a usarte como carnada. Me gusta tu estilo.

—¿Cazador solitario y misterioso? —se nombró Namjoon.

—Profesor rarito y borracho —corrigió Jungkook.

Namjoon chasqueó con la lengua.

—Casi. Mejor, pongámonos en movimiento —dijo, acuchillándose para recoger la mochila—. No quiero que se haga demasiado tarde.

—Descuida. Estaremos de vuelta a Shadowfell antes de la medianoche.

Joon se echó la mochila al hombro, agarró la linterna y se la metió en el bolsillo de la chaqueta, y después prendió la lámpara de aceite para portarla en una mano. Sentía el leve hormigueo de la aventura, y nunca había creído que estuviera sumergiéndose en terrenos poco seguros en compañía de un vampiro, un De Fiore. Pero la vida daba muchas vueltas.

Namjoon caminaba con la lámpara en mano y todos sus sentidos puestos en el camino mientras los senderos se oscurecían cada vez más ante sus pupilas. Jungkook estaba a varios metros de él, veía mejor sin la luz.

—Es por aquí —indicó.

No tardaron demasiado en llegar, rodearon una ladera y posteriormente contemplaron varias viejas construcciones que parecían ruinas. Piedras amontonadas, formando antiguos muros. Una cripta diminuta cerrada por una cancela metálica, llena de polvo y telarañas. Jungkook se detuvo ante la cancela, Namjoon levantó la lámpara, comprobando todas las direcciones.

—Pensaba que sería más grande —dijo el hombre.

—Es subterránea —reveló Jungkook.

—Vale, ¿está abierta? ¿O vamos a tirarla abajo?

Jungkook tiró con los dedos y la reja chirrió.

—Abierta. Espera —detuvo a Namjoon antes de que pasara por su lado.

—¿Qué?

—Marcas —señaló con un dedo.

Namjoon acercó la luz, Jungkook tuvo que entrecerrar los ojos por lo molesta que se le hacía. El humano, por su parte, advirtió las huellas de unos dedos entre el polvo y la suciedad.

—En la puerta —expresó.

—Y en el suelo. Baja la voz —musitó Jungkook.

Había señales de zapatos en la entrada de la cripta. Namjoon retrocedió unos pasos mientras volvía a levantar la lámpara, la luz que arrojaba le mostró la sala vacía del interior de la cripta, y al fondo, una escalera que bajaba hacia las profundidades de algún lugar subterráneo.

—Puede ser reciente, pero será mejor que tengamos cuidado —agregó el vampiro.

—¿Y si hay alguien en este sitio? —formuló Namjoon, con una corazonada.

—¿Ahora?

—¡Agh! ¡Mha-ahhg!

Unos gritos asaltaron al dúo. Namjoon vaciló, y sus ojos apuntaron hacia la cripta.

—¿Has oído eso? —musitó Joon.

—Ssshh —Jungkook se llevó un dedo a los labios. Se apartó un mechón de cabello, metiéndoselo tras la oreja y afinó su oído.

—¡Aghagh! ¡Ah! ¡No lo soporto más!

En zona subterránea, tras una bajada de escaleras, y dos recónditos y húmedos pasillos que conducían a una mazmorra, Dave Trench se encontraba sin camiseta, sudoroso y encadenado a unos pesados grilletes que rodeaban sus piernas y muñecas.

—Esto es lo que debes sufrir, Dave —exclamaba su tío, golpeándose el pecho con un puño—. El legado de nuestra familia, ¡demuestra que eres fuerte!

—¿¡Por qué?!? ¿¡Por qué yo!? —bramó Dave, con los ojos casi fuera de las órbitas.

Un fuerte crujido hizo que su espalda se doblara bruscamente. Él cayó de rodillas, sus manos se curvaron como garras y sus iris se volvieron amarillos.

—¡Porque la mataste! ¡Mataste a Teressa, y si no aprendes, también irás a por tu familia! —gritó Alex.

Eso último lo escucharon tanto Jungkook como Joon.

—Tienen al chico abajo —dijo Joon—. ¿Lo está torturando? Debemos ayudarle.

Jungkook no declaraba nada, tenía la vista perdida en el hueco oscuro de la escalera, mientras un montón de cosas pasaban por su cabeza.

—¿Jungkook? Vamos, no podemos perder el tiempo.

—Esto es muy raro —dijo Jungkook.

—Tiene a ese muchacho abajo, haciendo Dios sabe qué —manifestó Namjoon con autoridad—. A lo mejor ese tío está loco.

Jungkook le miró de soslayo. Asintió con la cabeza a pesar de las dudas, y acto seguido Namjoon apagó la lámpara de aceite y la dejó en un lado. Se preparó, sacando de su cinturón el puñal, por si sucedía algo. Jungkook fue el primero en introducirse en la cripta, bajó las escaleras cuidadosamente, Namjoon le seguía casi ciego, apoyando una mano en la pared.

Cuanto más bajaban, más húmedo, frío y agobiante se volvía el ambiente. Las suelas de sus botas raspaban la roca mientras trataban de mantener el silencio más estricto posible.

—Tú no t-tuviste... no tuviste que sufrir esto —jadeaba Dave desde aquella sala—. No tuviste que vivirlo... Alex, por favor...

—Yo viví lo mismo que tú, Dave. Pero tu primera transformación debe suceder, antes de que lo afrontemos de otra manera. ¡Enfréntate a ello! ¡Libéralo! —le gritó sin compasión.

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Horas antes

Taehyung estaba sentado en el sofá del Bell's, entre las piernas de Jimin. Se había dejado caer hacia atrás cómodamente, su pareja apoyaba el mentón en su hombro y con un gesto cariñoso, se los abrazaba. Tras el par de horas de biblioteca en el instituto, habían ido al Bell's para descansar y tomar un chocolate caliente. Rayna todavía se hallaba comprobando algo de información sobre los licántropos.

—Acónito —repitió—. Es la hierba que les vuelve débiles, así como la verbena es el punto débil de los vampiros.

—Podemos cultivarla —dijo Taehyung—. Detrás de mi casa hay espacio, por si lo necesitamos.

Ray sacudió la cabeza.

—No, mi abuela debe tener en el jardín.

—Okay. Voy al cuarto de baño, ahora vuelvo —Tae se levantó del asiento, y atravesó la cafetería.

Jimin se deslizó hacia el borde del asiento, clavando los codos en sus propias rodillas.

—Oye, ¿cuándo es la siguiente luna llena? —preguntó de repente.

Rayna pareció caer en la cuenta de algo. Desbloqueó su teléfono y desplegó un menú.

—Pues —volvió la pantalla hacia él—, es hoy.

—¿Hoy?

Jimin se quedó paralizado. Lo habían casi obviado.

—La maldición desata todo su poder la noche de luna llena —reprodujo Jimin, tal y como ella lo había leído días antes del grimorio.

—Oh, Dios —Rayna se llevó las manos a la boca—. Dave podría matar a todo el pueblo.

—No es eso, Ray —intervino Jimin—. Un mordisco de lobo puede matar a un vampiro, ¿no es así? Precisamente hoy, Joon y Jungkook están ahí afuera, en el bosque Northwood.

Él se levantó del asiento, y Rayna le siguió, poniéndose muy nerviosa. Taehyung salió en ese momento del cuarto de baño. Se acercó a ellos mientras sus iris y los de Jimin se encontraban, transmitiéndole que algo no iba bien.

—¿Qué? —formuló, acercándose a Jimin—. ¿Qué ocurre? ¿Qué habéis dicho?

—Que Jungkook y Namjoon están en peligro; hoy es luna llena y ambos han salido al bosque Northwood para investigar la antigua cripta de los Trench —mencionó Jimin con tensión—. Tenemos que avisarles. Podrían estar en peligro.

Taehyung sacó rápidamente el teléfono del bolsillo. Marcó el contacto de Namjoon y se lo llevó a la oreja.

—Joder, vamos, vamos. No podían haber escogido otro maldito día para salir —mascullaba Taehyung.

El teléfono de Namjoon no tenía línea. Él se llevó una mano a la cabeza, e intentó volver a llamarle varias veces. Mientras tanto, Rayna y Jimin empezaban a plantear un plan B.

—Está bien, que no cunda el pánico, puedo ir a buscarles —dijo Jimin.

—¿A buscarles? ¿Qué dices? —saltó Tae.

—Creo recordar vagamente dónde quedaba la cripta de los Trench. Cuando tenía diecisiete, y Jungkook todavía estaba en el ejército, recuerdo que asistí a un entierro. Monté en un carro tirado por caballos con mi padre, visitamos la capilla y después, varias familias del pueblo fuimos hasta el exterior para presentar nuestras oraciones —declaraba Jimin, masajeándose la frente con un par de dedos—. Es la cripta que más lejos está de Shadowfell, la introdujeron en el bosque.

—No puedes ir solo. Puede haber un hombre lobo suelto, Jimin —le dijo Tae.

—Iremos contigo —declaró Rayna, sacándose las llaves del bolsillo—. Tengo el Fiat ahí afuera. Vamos, está a punto de atardecer.

Los tres se encaminaron hacia la salida del Bell's. Jimin parecía muy ansioso, no dejaba de mencionar el hecho de cómo habían podido pasar por alto que esa noche salía la luna llena.

Justo tras abandonar el Bell's, Soobin se levantó del rincón en el que había estado sentado hasta ese momento. Era su lugar favorito, apartado y siempre solitario, ni cerca de la puerta de entrada, ni de los cuartos de baño. Desde ahí, siempre había disfrutado de mirar a Tessa y esperar a que ella se atreviera a devolverle una mirada. Ahora era un rincón solitario desde el que sentía melancolía y cierto resentimiento. Pero desde que su hermano Taehyung y sus amigos entraron, no había podido evitar echarles un ojo.

Ellos habían abandonado el lugar precipitadamente, y Soobin se colocó la capucha y salió del Bell's, manteniéndose lo suficientemente lejos como para que nadie notara su presencia. Vio a Rayna, Tae y Jimin subir en el coche de la muchacha, por lo que él tomó la bicicleta, y mientras el sol se cernía en el horizonte trató de seguir la estela de los chicos, más allá de Shadowfell.

Era el momento de descubrir qué era eso que Rayna no se atrevía a decirle.

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Más allá del anochecer, Jungkook y Joon se sumergían en la cripta. La zona subterránea era extensa, una pared completa se encontraba ocupada por los nichos de los antepasados de los Trench, con grabados en placas metálicas y los restos de algunas flores secas. Al otro lado, había otro pasadizo desbloqueado por una cancela metálica que se encontraba abierta. Dos antorchas colgaban de las paredes en su interior, cuya refulgente luz iluminaba la estancia.

Al llegar, encontraron los pesados y largos grilletes que se clavaban en la pared, y que ahora retenían el cuerpo sudoroso de un muchacho. Joon reconoció al joven, pero advirtió que no parecía haber nadie más en aquel lugar.

Dave se hallaba en el suelo, con las manos y las rodillas clavadas sobre la roca, levantó la cabeza con los ojos resplandecientes por el mismísimo sol, y Jungkook se sintió perturbado.

—¿Qué te ha ocurrido, muchacho? —formuló Jungkook.

—L-Largaos —jadeó Dave con un timbre casi irreconocible.

—David, soy Joon Kim —dijo acercándose lentamente—. No temas, vamos a sacarte de aquí. ¿Dónde está él? ¿Dónde está tu tío?

Jungkook vislumbró cómo la espalda de Dave se arqueaba peligrosamente, con otro crujido, su mandíbula se descolgó y se volvió más grande, sus facciones se tornaron deformadas. Podía ver cómo las manos y pies de David se convertían en garras, en patas. Cómo su cuerpo se volvía más grande y se cubría de pelo. Su timbre de voz emitió un chillido agudo y entonces bajó una octava completa, para volverse más grave y animal.

—Joon, ¡Aléjate, es arriesgado! —exclamó Jungkook.

—¡Se está convirtiendo en lobo! —agregó el otro.

Alex Trench apareció desde el rincón más oscuro y saltó sobre Jungkook como una bestia. Él no tenía forma de lobo, pero sus globos oculares y cuentas eran negras, con los ojos amarillos. Su salto fue descomunal, digno de una bestia sobrenatural, se arrojó sobre Jungkook y le atacó con un puño. Él cayó al suelo y rodó bajo Alex, se deshizo de él con un brote de agilidad. Fugazmente, se distanció de él por unos metros y sus iris se encontraron. Alex se agazapó en el suelo como una bestia.

—Eres rápido —sonrió el licántropo, mostrándole un par de colmillos tan largos como los suyos.

—Y tú, fuerte —reconoció Jungkook.

—Tan estúpidos sois, ¿qué habéis venido hasta aquí? —Alex se incorporó y les dirigió un tono arrogante.

—¿Qué le has hecho? —inquirió Joon, mostrándole el puñal de plata—. ¡Es tu sobrino!

—¿Yo? —soltó una carcajada—. Nada. Él solito activó la maldición de la familia, y hoy es luna llena, imbéciles. Dave debe sobrevivir a su primera transformación antes de...

Un fuerte aullido se clavó en sus oídos. Los tres miraron a Dave, y presenciaron su forma completa de hombre lobo. La criatura tenía un pelaje gris plateado, y de cuatro patas, se irguió levemente sobre los cuartos traseros, con una extraña deformación humanoide.

—Oh, oh... Jungkook. Deberíamos salir de aquí —sugirió Namjoon.

Y Jungkook estaba completamente de acuerdo; aquello había sido un terrible error. El lobo tiró de las cadenas y trató de embestir contra ellos. La saliva salpicaba su boca dentada, la ira y furia rezumaba en sus ojos.

Jungkook le hizo una señal con la cabeza a Namjoon para que se marchara primero, pero un segundo alarido les desconcertó. Y esta vez provenía de Alex, y no del lobo.

—Puede que yo sea inmune hoy a la luna llena, Jungkook De Fiore, ¡pero estoy igual de furioso que Dave! —exclamó con agresividad—. ¿Crees que tu tapadera en el cabildo ha funcionado? Un licántropo podría detectarte a kilómetros. El tacto frío de tu mano cuando la estrechamos, tu porte elegante y sereno. Apenas pestañeas, no pruebas bocado y te mueves como si la gravedad no existiera. ¡Mi interior arde, anhela explotar con toda su fuerza! ¡Y tú...! Tú eres lo que más detesto; un vampiro. Un vampiro que puede entrar en la casa familiar de los Trench. El enemigo de Shadowfell. El enemigo del cabildo —se detuvo, provocándole un escalofrío—. Los lobos también nos alimentamos, Jungkook. Y nunca había deseado tanto tragarme a un vampiro —liberó con lascivia.

Antes de que Joon pudiera escapar de aquella estancia, Alex y Jungkook se sumergieron en una peligrosa trifulca. El licántropo se lanzó hacia él con una extraordinaria fuerza, agarró del cuello a Jungkook y golpeó su cabeza contra la roca. El impacto podía haber sido mortal, pero Jungkook le hundió la rodilla en el abdomen y le hizo dar una vuelta de campana sobre sí mismo.

Él se arrastró hacia un lado, notando como la cabeza le hormigueaba. Probablemente, le había provocado un traumatismo craneal, no obstante, su organismo se recuperaba rápido. Sin embargo, cuando levantó la cabeza, vio la mandíbula abierta de Dave frente a su rostro. Sus dientes se cerraron, provocando un chasquido seguido de un gruñido gutural.

Jungkook se distanció unos centímetros y tomó aliento. Eso había estado cerca.

A continuación, oyó un jadeó y se percató de algo que no esperaba que sucediera. Joon estaba atacando a Alex con el puñal, trató de apuñalarle y el licántropo lo esquivó, después se defendió de su ataque con agilidad y le lanzó una mirada a Jungkook esperando a que se levantara. «¡¿Estaba defendiéndole? ¿Se había quedado ahí, en lugar de poner su culo a salvo?», se preguntó Jungkook con sorpresa.

No era el momento para sentimentalismos, no obstante, agradeció mentalmente comprobar la espontánea fidelidad de Joon Kim.

—¡Profesor Kim! —jadeó Alex con una sonrisa torcida—. Esto no es personal, pero los que están del lado de vampiros, también deben ser expurgados de Shadowfell. ¡Es su momento para retirarse!

—Lo siento, Alex —Joon encogió los hombros cómicamente—. Yo llegué antes a Shadowfell, ¡y hasta donde sé, ese pueblo no es tuyo!

Joon trató de ensartarle con una puñalada, si bien Alex le agarró el antebrazo con una mano y apretó con una pasmosa fuerza. Joon reprimió un grito ahogado, el puñal cayó de su mano y tintineó sobre la roca, mientras el otro intentaba contorsionarle el brazo. Jungkook llegó rápidamente a su lado, le quitó a Alex de encima con el mismo movimiento y liberó a Namjoon de él. Luego empujó al humano hacia atrás.

—¡Corre! ¡Huye! ¡Vamos! —le gritó Jungkook.

Namjoon se mostró dudoso, pero en los ojos de Jungkook leyó que iba en serio. Tomó el pasillo de la cripta y salió rápidamente, después subió la escalera con un jadeo errático. La pelea y la excitación del momento provocó que la furia del lobo de Dave creciera en su interior; la criatura comenzó a tirar con fuerza de los grilletes, de las cadenas viejas apuntaladas en el suelo y la pared, y de repente, cedieron un poco, dejando en estado de shock tanto al vampiro como al otro licántropo.

—Oh, oh —masculló Jungkook.

—Dave, tranquilo —le pidió su tío—. Soy yo. Dave...

Otra fuerte embestida, y los grilletes se partieron. Alex se tambaleó, totalmente helado por la fuerza de la forma lobuna de su sobrino. Cuando giró la cabeza, Jungkook se había largado. Eso tenían los vampiros; eran más rápidos que un ave rapaz cuando se trataba de poner sus culos a salvo.

Namjoon acababa de salir por la puerta de la cripta cuando Jungkook le alcanzó como un soplido. Él le agarró por el codo y le dio una orden clara y directa:

—Ponte a salvo, el lobo de Dave acaba de romper sus cadenas.

—¿Qué? ¿Y qué pasa con Alex?

—Él es nuestro último problema ahora —declaró Jungkook—. No hay nada peor que un lobo. Correrá hasta que amanezca, estamos en su territorio y va a darnos caza tanto a nosotros como a su tío, ¿entiendes?

—De acuerdo. Salgamos del bosque.

—No tenemos tiempo. Trepa —exigió Jungkook—. Sube a una rama segura y procura que no te vea.

Namjoon parecía indeciso, impactado por su sugerencia.

—¡No pongas esa cara! ¡Yo puedo correr más que él, pero tú, no! —le gritó el pelinegro.

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Esa misma noche, fuera del bosque

El vehículo de Rayna se detuvo bajo la colina donde indicó Jimin. Él abrió precipitadamente la puerta de copiloto y salió del Fiat.

—Jimin, ¡Jimin, espera! —Taehyung bajó del asiento trasero, siguiéndole.

—No puedes venir —le prohibió Jimin con firmeza—. Es peligroso. Espera aquí, con Rayna. Si un lobo aparece, ella podrá apartarlo con su poder —miró de soslayo a la chica, a través de la luna del auto—. Marchaos y no os pongáis en peligro.

Jimin se dio media vuelta, entonces Taehyung le detuvo agarrándole el brazo. Ahí estaba su reticencia, su temor a perderle o a que resultara herido. Jimin podía verlo en sus ojos; y tras aquel gesto, posó una mano sobre la suya y se liberó lentamente, haciéndole entender que no iba a detenerse. Su semblante era serio, circunspecto. Taehyung sabía que no había alternativa, no le permitiría ir con él.

—Es mi hermano, Tae. No descansaría en paz si ocurriera algo, y yo no lo hubiera intentado evitar. Aunque sea, una vez —se marchó después de eso.

Taehyung le contempló perderse a metros de distancia, sumergiéndose a gran velocidad en el frondoso y oscuro bosque. Tenía miedo por Jungkook, por Jimin, por Namjoon. Él liberó su aliento y se pasó una mano por el cabello, revolviéndoselo.

Rayna salió del automóvil justo después.

—No podemos ir. Si hay uno en el bosque, ni siquiera sé si podría usar mi magia de alguna forma —le dijo Rayna.

Un fuerte aullido atravesó el bosque y llegó hasta ellos con un eco. Taehyung giró la cabeza, con los ojos muy abiertos. Las entrañas del bosque resonaron con varios aullidos más, que parecían atravesar la distancia como si cortara el viento.

—Oh, Dios. Dios, Rayna —jadeó Taehyung—. Jimin puede morir. También Jungkook.

—Tae, ¡Tae! ¡No! —ella trató de agarrarle, pero Taehyung se deshizo de sus manos y salió corriendo colina arriba.

Sus botas atravesaron los hierbajos y rocas, llegando a la zona más alta, donde los helechos y coníferas se volvían más apiñados y densos, cortándole la vista. Taehyung respiraba rápidamente, otro aullido le hizo dejar atrás a Rayna mientras ella le gritaba que se detuviese. Se sumergió en el bosque, dejándose llevar por el pinchazo de adrenalina.

No sabía dónde podía estar Jimin, o si de alguna forma, Joon y Jungkook se encontraban en algún lado de terreno selvático. Solamente se dejó guiar por su instinto a oscuras, el susurro de su corazón y de algo más, que fluía por sus venas. Era como si supiera hacia dónde tenía que dirigirse, hacia qué tenebrosa frontera se encontraba aquel ser de piel fría y ojos negro. ¿Formaba parte de su instinto de cazador de raza dormido? Tal vez era más útil de lo que creía, por lo que Taehyung comenzó a sentir que sabía hacia dónde se dirigía, como si una brújula invisible marcara su precipitado rumbo.

Mientras tanto, Rayna se encontraba fuera del bosque. Quería ir tras Taehyung, pero la espontánea aparición de una persona encapuchada en bicicleta la dejó paralizada. La bicicleta se detuvo frente a ella y la silueta masculina le apuntó con la linterna de un teléfono móvil que la cegó de momento. Rayna ladeó la cabeza.

—¿Quién eres?

Apenas podía discernir su rostro, hasta que él bajó de la bicicleta. Apartó el foco de luz y se aproximó a la chica con un paso desgarbado muy familiar.

—Reconozco que os perdí durante diez minutos. Pero tus gritos me indicaron dónde os encontrábais —comentó Soobin—. ¿Tae está en peligro, Ray?

Rayna se quedó sin habla. ¿Soobin les había seguido todo ese rato?

—Sí. Y no solo él, es probable que Namjoon también esté ahí.

—Pues vamos a por ellos —dijo con firmeza—. He perdido a demasiada gente, no pienso perder esta noche a mi hermano.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Aquel último aullido había impedido la escalada de Namjoon a un árbol. No tuvieron más remedio que correr, Alex pasó junto a ellos despavorido y Jungkook se esfumó en la oscuridad del bosque como un fantasma. Ahora sólo quedaba él y sus pisadas, su respiración rápida, mientras se ayudaba de una linterna para no tropezar estrepitosamente con una desafortunada roca o rama caída. Escuchó unos rasguños, el sonido rápido de unas patas y de un aliento furioso tras él.

Él apagó la linterna y se escondió tras unos arbustos. Sus rodillas se rasparon bajo la tela del pantalón, trataba de contener la respiración para hacer menos ruido, sin éxito. Con una mano temblorosa, alcanzó la bolsita de polvo de plata que guardaba en su bolsillo derecho, hundió los dedos y tomó un pellizco para sentirse más seguro. Fue entonces cuando vio una silueta al otro lado de su vista periférica; bajo la luz de la luna que caía a borbotones entre las altas copas de los árboles, apareció Taehyung.

—¡Jimin! ¡Namjoon! —gritaba

Los ojos de Namjoon casi se salieron de sus órbitas. ¿¡Cómo podía estar aquel muchacho allí!? ¿¡Y por qué diablos estaba gritando, con un lobo tan cerca!?

Súbitamente, la figura de una enorme criatura salió entre los árboles. Un lobo enorme, debía medir casi dos metros. Sus garras se clavaban en la tierra mientras su boca se tensaba hacia atrás, emitiendo un gruñido.

Taehyung se quedó muy quieto, retrocedió unos pasos con las palmas abiertas y desnudas.

—N-No, lobito... Tranquilo —murmuraba, esperando que funcionara—. S-Soy humano, tranquilo.

La criatura le mostró su irascibilidad con otro gruñido, sus ojos amarillos se clavaban sobre Taehyung como si fuera un buen almuerzo. Y entonces, se lanzó hacia él para acabar con la vida del muchacho. Namjoon le gritó para que corriera, pero era demasiado tarde y estaba muy lejos para poder ayudarle. Taehyung se encontraba inmóvil, víctima del terror, cuando algo le golpeó por la izquierda y le lanzó con tanta fuerza hacia un lado, que cayó en el suelo con un largo deslizamiento, arañándose la ropa y las manos dolorosamente.

Apenas quedaba oxígeno en sus pulmones cuando abrió los ojos, mareado, aturdido por el golpe. Vio la figura de alguien vestido de negro, pateando ágilmente al lobo para quitárselo de en medio. Era Jungkook; un golpe como ese requería diligencia y exactitud. Él le miró desde lejos y acto seguido, esprintó hacia Taehyung a la velocidad de la luz.

De un segundo a otro, tenía a Jungkook acuclillando frente a él, agarrándole por los codos y exigiéndole que se levantara así tuviera un hueso roto. Taehyung se levantó gracias a la adrenalina del momento, le dolía una rodilla y un codo, pero no se sentía impedido para moverse.

—¿Puedes caminar? Tenemos que movernos —dijo Jungkook.

Él tiró de su muñeca para que se moviera y comenzaron a caminar con grandes y rápidas zancadas. Se sumergieron entre los pinos y abetos, entre un montón de arbustos y zarzas que arañaban y le rasgaban las mangas del jersey, así como las mejillas.

Tae apenas podía respirar minutos después. La oscuridad era abismal, sólo se oían los ruidos de sus zancadas y los de su propia respiración.

—Jungkook...

Ssssh... Vamos, por aquí —manifestó él, susurrante.

Taehyung escuchó un crujido, y Jungkook le empujó tras el tronco de un árbol. Se posicionó frente a él, volviendo más estrecha su distancia. La cercanía de sus rostros se volvió más evidente mientras Taehyung recuperaba el aliento. Inevitablemente, el corazón del humano latía con más ritmo, entre la adrenalina y la visión de Jungkook. De sus mejillas níveas y angulosas, de la suave capa de pestañas que caían de su párpado superior, ensombreciendo todavía más sus ojos. Tae bajó un poco la cabeza, tratando de evadir el rostro del muchacho, pero su nariz le rozó sutilmente la fría mejilla de Jungkook, provocándole un suave hormigueo. Entonces, oyó un gruñido a unos metros y Jungkook posó un dedo sobre sus labios. Tae le miró de nuevo, contuvo la respiración tras aquel movimiento, entendiéndolo como un: «no hagas ruido». De los dos, él era el único que podía alertar a un animal de esas características. Jungkook carecía de pulso y tampoco parecía necesitar respirar de la misma forma que lo hacía un humano.

Lo siguiente que escucharon fueron las rápidas pisadas de la bestia. En unos segundos más el lobo se alejó de la zona, y Taehyung retomó su respiración con una bocanada de aire. Jungkook apartó el dedo de los labios y se miraron de cerca.

—¿Cómo coño has llegado a este sitio? —dudó Jungkook, realmente aturdido—. Cuando te vi, creía que estaba alucinando. Te quedaste quieto delante de esa cosa.

—No sabía cómo reaccionar. Jimin ha venido a buscaros —le contestó Tae rápidamente—. ¿No te lo has cruzado?

—No, pero, ¿cómo sabías dónde estábamos?

—No lo sabía. Lo sentí —expuso con misterio.

Jungkook se mostró un poco más escéptico.

—Estás fatal de la cabeza, amor —le dijo.

—¿Gracias?

Poco a poco, Jungkook se alejó de él. Miró hacia ambos lados, comprobando algo.

—Debemos alejarnos unos kilómetros o estamos bien jodidos —agregó Jungkook.

—¿Qué está buscando ese lobo? ¿Quiere vampiros? —dudaba Taehyung, siguiéndole.

—¿Buscar? Estamos en su zona, sólo quiere matar —evidenció.

—Rayna dijo que son peligrosos para los vampiros, que su mordisco puede ser letal.

—¿Por eso estáis aquí? Joder, Tae. Para una vez que debéis quedaros en Shadowfell, venís aquí a hacer el capullo —soltó Jungkook con irascibilidad.

—Queríamos avisaros —se excusó el humano—. En realidad, Jimin fue el que quiso. Vino a buscarte, Kook.

—¿A mí? —formuló sarcástico—. Venga ya.

Él estaba seguro de que a Jimin le habría encantado que le arrancaran un brazo. Taehyung no dijo nada más al respecto, advirtió como Jungkook comenzaba a caminar delante de él a un ritmo que apenas podía seguir sin jadear. Le miró varias veces de medio lado y desvió la mirada cuando los ojos azules de Tae se encontraron con él, esos preciosos ojos azules que hubiera deseado ver en cualquier sitio, menos en aquel lado.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Jimin se encontraba al otro lado del claro, tiró del brazo de Namjoon para que se pusiera en movimiento, sacándole de los arbustos tras los que se había ocultado.

—¿Jimin? —Namjoon parecía sorprendido.

—Te ha perdido de vista, vamos —insistió el vampiro.

—Pero, Taehyung...

—Se lo ha llevado Jungkook. Estará bien con él.

Estaban atravesando el bosque a toda velocidad, en búsqueda de una salida mientras Namjoon le contaba lo que habían contemplado ahí abajo.

—Dave estaba encadenado con unos grilletes —decía Joon—. Lo extraño, es que Alex ha mantenido su forma humana a pesar de la luna. Pensaba que todos los hombres lobos se convertían durante el ciclo.

—Debería ser así —dijo Jimin—. Tal vez haya descubierto alguna manera de bloquearlo.

—¿Crees que es eso? Por cierto, ¿qué hacéis aquí? ¿Has venido con Taehyung?

—Con Tae y Ray. Se suponía que esperarían en el coche, pero el muy condenado debe haber salido corriendo tras de mí —le explicó Jimin—. Creemos que las mordeduras de licántropos son peligrosas para vampiros, debemos largarnos de aquí.

—Oh, así que tenéis un auténtico rival. Esos dan miedo, lo reconozco.

Desde una rama, Alex Trench saltó encima de Jimin. Él rodó hacia un lado, recibiendo el primer golpe por despiste. Jimin le detuvo el segundo puño en el aire y su rostro se transformó en algo mucho más demoníaco, de ojos negros e iris inyectados en sangre. Golpeó a Alex con la cabeza, y luego le pateó, quitándoselo de encima. El licántropo jadeó que pagaría la cuenta pendiente de la familia De Fiore, le hizo una llave en la pierna y con una fuerza extraordinaria se la partió a Jimin.

A continuación, Jimin trató de arrastrarse, pero Alex le clavó una rama en un costado, que le dejó débil. Después le agarró el cuello con ambos brazos desde atrás, y tiró férreamente intentando arrancarle la cabeza. Jimin perdió todos los sentidos unos instantes; de repente Alex le soltó y su rostro golpeó el suelo. Namjoon le había ayudado, soplándole polvo de plata en los ojos.

—¡Hijo de puta! —gritó Alex frotándose los ojos abrasados.

Jimin todavía estaba en el suelo, recuperándose.

—¡Basta ya! —bramó Namjoon.

Y como era de esperar, Alex fue a por Namjoon.

—Tu vida por los De Fiore —masculló el licántropo, con los iris dorados prendidos.

Le agarró del cuello y a pesar de que eran casi del mismo tamaño, levantó a Joon unos centímetros por encima del suelo. Apretó los dedos un poco más y se lo fracturó, asesinándolo con facilidad.

Después, el cuerpo de Namjoon cayó al suelo como si no fuera gran cosa.

Jimin se arrancó la rama del costado, la giró la cabeza y vislumbró a Namjoon en el suelo. No podía creérselo. Alex caminaba hacia él con el hambre por continuar vengándose de ellos. Viejas rivalidades entre familias.

—Y a ti, te aplastaré como a una polilla —musitó Alex Trench.

—¡Phesmatos fractionem ossibus!

Los huesos de Alex crujieron y él cayó al suelo frente a Jimin. Los dos vieron una figura al otro lado, entre los árboles. Rayna extendía una mano, en dirección a Alex.

—¡Lárgate, ahora! —le gritó la chica al licántropo.

Y en un santiamén, Alex se levantó y tras recuperarse levemente, se largó corriendo. Rayna y Soobin compartieron una mirada de soslayo. Aquello había sido impresionante, rápido y eficaz.

—¿Dónde está tu varita? —ironizó Soobin.

Las comisuras de Rayna se curvaron, ella adelantó el paso para llegar hasta Jimin, quién parecía impedido en el suelo.

—¿Estás bien? —le preguntó.

—Eso ha estado cerca, Ray —Jimin sonrió levemente.

—Lo siento, me ha costado dar con vosotros —se disculpó la joven—. ¿Y Taehyung?

—J-Jungkook —sintetizó el vampiro.

—Ray, ¡Rayna! —gritó Soobin tras ella—. Joon no tiene pulso, ¡no respira!

—¿Q-Qué?

Rayna estaba helada, los tres escucharon el sonoro aullido de un lobo en la distancia. Jimin la agarró por una muñeca, atrapando su atención.

—Namjoon volverá a la vida —dijo el vampiro.

—¿Cómo lo sabes?

—Jungkook me mencionó algo de un anillo revenant.

—¿¡Qué es eso!?

—Después te lo explico... Ray... Si el lobo da con nosotros... Estamos muertos. Muertos de verdad —jadeaba Jimin con dificultad—. Tenéis que cargar con su cuerpo, debemos salir de aquí.

—Vamos, te ayudo.

Rayna trató de ayudarle a levantarse, pero Jimin todavía estaba herido, sanaba muy despacio y parecía más lento de lo normal.

—Es por tu dieta, ¿verdad? Te cuesta recuperarte —advirtió ella.

Jimin asintió con la cabeza, y acto seguido, Rayna se arremangó ofreciéndole un brazo desnudo.

—Muérdeme —dijo la bruja.

—¿Qué? ¡No!

—Si Dave viene, acabará contigo, conmigo, con el cuerpo de Joon y con Soobin —expresó la chica—. ¡No saldremos de este bosque si no estás en condiciones, Jimin! ¡Tienes que hacerlo!

Jimin sabía que estaba en lo cierto; un vampiro vegetariano estaba por debajo de la media. No tenía nada que hacer contra un lobo, y el único que podía ayudarles era Jungkook y probablemente se habría marchado para poner a Taehyung a salvo. La vida del resto era recaía en su propia responsabilidad.

—Sólo toma lo que necesites. Recupérate y vámonos —insistió Rayna.

Jimin ya no le miraba, sus iris se centraban en el antebrazo de Ray, donde la piel lisa y de un canela oscuro cubría unas cuantas venas azules. Él tomó el antebrazo entre las manos y notó cómo sus colmillos crecían, dispuestos a hundirse en la carne. El pulso latía de forma casi invisible bajo sus pupilas; él podía percibirlo, como si le llamase.

Entonces, inclinó la cabeza y con un jadeo, clavó los dientes sobre la piel. Soobin estiró el cuello para verlo. Rayna apretó los párpados y los dientes, la sensación de hormigueo del mordisco comenzó a extenderse por su brazo mientras el vampiro sorbía.

Las papilas gustativas de Jimin se estimularon al probar la sangre proveniente de una persona mortal. Rayna no era exactamente humana, puesto que sus dones como descendiente de las Rey se hacían cada día más fuertes, y su sangre se volvía amarga como método de prevención anti vampiros. No obstante, seguía siendo sangre, la misma de la que él se había privado durante dos décadas. La misma que había rechazado cientos de veces, ahora fluía en su boca, en su lengua, se mezclaba con su saliva y rejuvenecía sus células, prendiendo un montón de sentidos que hasta entonces habían permanecido apaciguados bajo una estricta ingesta de sangre animal.

Joon abrió los ojos escuchando aquel terrible sonido de succión. El bosque le daba vueltas, el suelo estaba húmedo, frío. Una rama se clavaba en su espalda, pero su nuca estaba siendo sujetada por Soobin. Sus iris se encontraron brevemente, Soobin parecía asustado si bien se mantuvo en silencio.

Namjoon se incorporó rápidamente, clavando la vista sobre Rayna y Jimin, a unos cuantos metros.

—Tienes que pararle —dijo Joon con una voz terriblemente ronca—, no podrá hacerlo él solo.

—Jimin, detente —ordenó Rayna.

El vampiro apretó con más ahínco su brazo, sus dientes se hundieron todavía más en la vena, y Rayna soltó un gemido ahogado.

—¡Jimin! ¡J-Jimin! —gritó Ray.

—¡Suéltala, chupasangre! —Soobin se levantó y agarró una rama con la que le amenazó.

Jimin levantó la cabeza en ese instante, tenía la boca llena de sangre, las cuencas de los ojos negras y llenas de oscuras venas. Él le bufó peligrosamente, mostrándole unos colmillos que helaron a Soobin.

Rayna levantó una mano y su poder emitió un chirrido que atravesó la cabeza del vampiro, haciéndole reaccionar. Instantes después, Jimin se llevó una mano a la cabeza y empezó a jadear. Sus ojos se aclararon, pero todavía notaba cómo el poderoso líquido de la sangre fluía bajo su lengua.

—¡Ray! ¿Estás bien? —Soobin se acuclilló para ayudarla.

Los ojos de Rayna todavía se encontraban sobre los de Jimin.

—M-Marchaos —liberó el pelinegro—. Marchaos. Soy peligroso.

—Pero...

—Idos. Ahora.

Joon se acercó a Rayna, la auxilió junto a Soobin para que se levantara. Ellos compartieron una significativa mirada.

—Hacedle caso. Esto también es difícil para él —agregó Namjoon indulgentemente.

Jimin se sintió terriblemente agradecido por ello. Sin moverse del lugar, les contempló alejarse en búsqueda de abandonar aquel bosque. Se quedó a solas, e inesperadamente todo lo que sentía era cómo una llama se prendía en su interior. La oscuridad sabía tan dulce como el néctar de una flor, y el chispeo de la vida chasqueaba como un yesquero de bolsillo en sus venas.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

—Muévete más rápido —bufó Jungkook.

—No puedo ir más rápido —se quejó Tae.

—Con todo el ruido qué haces... Pareces un elefante en una cacharrería.

—Oye, ¡no lo pagues conmigo! —exclamó el humano.

Jungkook se dio media vuelta con los ojos muy abiertos.

—¡Chst! ¡Deja de gritar! —masculló el pelinegro, lazándose hacia él—. ¡¿Tienes algo más que serrín dentro de esa cabecita?!

—¡Jungkook, estoy aquí porque me preocupabais! ¡Namjoon y tú también me importáis! —continuó con un timbre elevado.

Jungkook le tapó la boca con una mano.

—¡Mhnh-gmgmhn!

—Cierra la boca o voy a cargarte sobre mi hombro como la otra vez —le amenazó el pelinegro.

—Taehyung frunció el ceño cómicamente, sus ojos azules le expresaban una clara molestia. Él se quedó en silencio con ganas de zarandear al vampiro.

—Que sí, que ya sé lo que vas a decir —agregó Jungkook con un murmullo—. ¡Kook, tú a mí también me importas! ¡Kook, tu hermano también se preocupa por ti! —le imitó con un tono más suave.

Taehyung le agarró la muñeca, apartó la mano de su boca con el semblante arrugado.

—Mira, no te aguanto —escupió Tae en voz baja—. ¡Ni siquiera sé por qué tengo que lidiar contigo!

—¿No? Yo tampoco lo entiendo —le devolvió Jungkook, no tan seguro de ello.

—¿Sabes, qué? A veces, hablas como si fueras un animal —le chinchó Tae, gesticulando—. Es más, estoy convencido de que eres uno.

—Ah, ¿sí? Tú hablas como un pavo, ¡blublublublu!

—¡Eso no es verdad!

—Ah, tenía que haber sido licántropo en lugar de vampiro —añadió Jungkook a su sarcasmo—. Seguro que estaba menos rodeado de humanos psicópatas y bocazas que gritan en mitad de un bosque donde hay un hombre lobo suelto.

—Es que me pones de los nervios —se excusó Taehyung.

—Tú sí que me pones de los nervios —le devolvió Jungkook.

Y ahí estaban; un tipo de 171 años de edad, dejándose empujar por un adolescente de 17, que sin duda le estaba haciendo actuar como si volviera a tener cinco años mentales. Él no podía evitarlo, cuando oía decir a Tae esas cosas, le apetecía comportarse como el animal como el que él le había calificado. Ponerse a saltar entre los árboles como un orangután y volver a besarle para comprender —si es que era posible— por qué demonios le provocaba esa impaciencia que desbordaba sus nervios de acero.

A continuación, le miró de soslayo y sintió un pinchazo de afecto hacia el estúpido de Taehyung Kim. Y Dios, cómo detestaba que le estuviera produciendo ese tipo de sensaciones olvidadas. Se suponía que él no debía estar ahí. Se suponía que no tenía que encargarse de su seguridad o siquiera sentir aquella ansiedad pensando en que estaban en un lugar exponencialmente peligroso, con un hombre lobo suelto, y otro licántropo psicópata. Jungkook enlazó su mano y volvió a arrancar el paso a un ritmo más rápido. Taehyung no opuso resistencia, llevaba mucho mejor el ritmo de sus pasos cundo tiraba de su mano.

La mano del pelinegro estaba fría, y Taehyung casi temblaba. Dio un respingo al escuchar el lejano aullido de un lobo, mientras que el compañero no pareció inmutarse y continuó caminando en una sola dirección.

—Cuidado con esas raíces —señaló el mayor.

Taehyung apenas podía verlas en la penumbra del bosque, no obstante, caminaba con cuidado si bien rápido. Ayudándose del férreo agarre de su mano, sin dudar de él.

—¿Crees que están cerca? —expresó su ansiedad en voz baja.

—No —Jungkook sonó firme.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque ese aullido ha sido a un kilómetro.

—Rayna había aparcado el coche bajo una colina —le informó Taehyung—. Era al sur del bosque, cerca de la carretera. Ella debe estar allí, la dejé atrás hace un rato.

—Me lo imaginaba. Vamos para allá.

—No podemos irnos sin Jimin ni Joon —replicó Taehyung.

—No voy a dejarte aquí. Te pondré en ese coche, y te marcharás con tu amiguita, la bruja —resolvió Jungkook—. Yo volveré a por ellos.

—¿Qué? ¡No! —masculló Taehyung y apretó su mano.

Jungkook le miró de medio lado, arqueando una ceja.

—¿Tienes un mejor plan, cosita?

—Yo puedo ayudarte.

—No.

—Jungkook, no quiero que te hagan daño —aclaró el humano.

Jungkook desvió el rostro con un leve desaliento. Apretó los párpados brevemente, mientras continuaban andando.

—Taehyung, no hagas eso —le recomendó con una secreta aflicción.

—¿Mnh?

—No hagas eso.

—¿El qué?

—Hablarme así. No lo hagas.

Taehyung se sintió un poco herido, a veces le costaba comprender por qué a Jungkook le fastidiaba tanto aceptar que tenían un vínculo; así fuera amistoso, familiar, o cómo diablos pudiera calificarse esa extraña relación de tira y afloja que compartían.

Minutos después, llegaron a la linde del bosque casi jadeando. Dejaron atrás los árboles. La pendiente era suave y bajaba por una larga colina cubierta de hierba fresca. La luz plateada de la luna se reflejaba sobre algunos matorrales, y el Fiat 500 que Rayna había aparcado allí. Jungkook y Taehyung fueron directamente hacia él, y a medio camino, el pelinegro vislumbró que no parecía haber nadie en el coche.

—Decías que Rayna estaba aquí.

—Lo estaba —Taehyung liberó un jadeo—. Te lo aseguro. Cuando me fui, lo estaba.

Jungkook golpeó con la palma suavemente el capó del vehículo.

—Mierda —maldijo.

—¿Ha entrado en el bosque? ¿Crees que ha ido? —dudaba Taehyung.

Jungkook se deshizo de su mano y rodeó el Fiat.

—Las llaves no están puestas —manifestó en voz alta—. No puedo dejarte aquí.

Taehyung se frotó sus propios brazos por encima de la chaqueta. Estaba helado. Él vislumbraba a Jungkook claramente inquieto, como si estuviera dudando sobre qué debía hacer.

—Ve, si quieres. Ve a por ellos —dijo Tae con firmeza—. No me moveré de aquí, si es lo que quieres.

—Ni de coña —declaró Jungkook, sin lugar a debates.

Taehyung observó el destello de una luz a lo lejos, cerca del bosque y reaccionó velozmente.

—¿Qué es eso? Allí —señalaba el castaño.

Jungkook apareció velozmente a su lado, posó una mano en su hombro, moviéndole tras él con un reflejo protector.

—Viene alguien —murmuró Tae.

—Lo veo.

—Es una linterna, ¡Eh! ¡Aquí! —alzó la voz—. ¡Aquí!

Jungkook quiso zarandearle para que dejara de gritar, pero entonces se percató de que tenía razón. Era una linterna. Sus pupilas se volvieron más grandes y su visión le permitió ver mejor. Arriba, en la colina, presenció a varias siluetas conocidas. Rayna, Joon y el hermano pequeño de Taehyung, cuya presencia le desconcertó. Se fijó rápidamente en algo; Rayna colgaba un brazo por encima de los hombros de Namjoon, y Soobin estaba ayudándola a caminar. Estaba herida.

—Jungkook, ¿Es ese Soobin? —Taehyung estaba al borde de un ataque de nervios—. Y, ¿qué pasa con Rayna?

—Quédate aquí, amor.

Jungkook salió disparado de su lado, en unos segundos llegó junto a los otros y se detuvo frente al grupo. Soobin se tambaleó y liberó un gemido ahogado cuando vio llegar a Jungkook a una velocidad sobrenatural. Pero sus ojos no se posaban en él, sino en la muchacha. El intenso olor a sangre atrapaba su atención, tenía el antebrazo húmedo con un par de hilos de sangre fresca, con un nudo bien apretado alrededor de lo que parecía ser una herida.

—¿Qué ha pasado? ¿De dónde sale la sangre? —preguntó Jungkook.

Soobin y Rayna se miraron de soslayo.

—Hirieron a Jimin. Le di mi sangre —jadeó Rayna—. Estoy débil... Pero estoy bien.

—Parecía fuera de control —Namjoon sonó mucho menos indulgente.

Jungkook y él encontraron sus pupilas. «Fuera de control» era una simbiosis de palabras que no le gustaban nada, cuando se trataba de su hermano menor.

—¿Dónde está? ¿Dónde se ha metido? —exigió saber Jungkook.

—Nos pidió que nos separáramos —le excusó Rayna—. Él quería irse por otro lado.

Jungkook apretó la mandíbula. Miró hacia el bosque.

—Soob, ¿qué haces aquí? Oh, Dios, Rayna. ¿Qué ha pasado? —formulaba Taehyung atropelladamente—. ¿Dónde está Jimin?

Jungkook le agarró por el codo para apartar a Taehyung.

—Se ha ido —afirmó Jungkook.

El humano se volvió reticente a sus pasos, le miraba con esos ojos grandes que ahondaban en la verdad.

—¿Qué? ¿Se ha ido solo? ¿Por qué?

—Vamos al coche —le evadió Jungkook—. Contádselo todo ahí, no nos quedaremos aquí ni un minuto más —les dijo a los demás.

El grupo bajó la colina con cuidado. Taehyung no se lanzó hacia su hermano pequeño para exigir saber cómo había llegado hasta allí, porque Jungkook le tenía agarrado y le hacía caminar por delante en dirección al coche, como si no hubiera nada más importante que ponerse a salvo.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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