Capítulo 20
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
Capítulo 20. Amigos
Jungkook atravesó el umbral de la casa, y Taehyung le soltó del brazo. Cerró la puerta trasera tras él, quitándose la chaqueta de pelo caóticamente, y llevándose un dedo a los labios para que guardara silencio.
—Espera. Creo que Eve continúa con Joon en el salón —susurró pasando de largo.
Tae se asomó a la puerta que daba a la cocina. Después le hizo una señal al compañero para que pasara y volvió a empujarle por un codo, escalera arriba. La atmósfera de la casa de los Kim conmocionó a Jungkook inicialmente, pues era cálida, olía a humanidad, a comida y a ambientador de vainilla. Creía haber detectado un aroma similar en el pelo de Taehyung, pero no estaba del todo seguro.
Al llegar a la parte superior de las escaleras, entró junto al chico a un dormitorio cuadrado, bastante amplio, con la misma decoración de madera blanca, tablones marrones en el suelo, y una enorme cama céntrica. Jungkook le echó un vistazo superficial al que era su dormitorio; lo sabía por el material escolar, la puerta del armario entreabierta que dejaba a la vista algunas de sus prendas, y los tontos peluches que había sobre una cómoda.
Jungkook agarró un esponjoso osito rosado que tenía un bonito lazo azul en el cuello, y se dejó caer cómodamente sobre la cama. Taehyung colgó la chaqueta en el respaldo de la silla de su escritorio, se dio la vuelta con los ojos volviéndose más grandes. Jungkook estaba tendido en su cama, con la cabeza en su almohada, el osito sobre el pecho, y las largas piernas cruzadas. Y él le miraba con esa simplicidad sibilina, como si todo estuviera en su sitio.
Taehyung le contempló en la distancia. Las facciones de Jungkook y Jimin eran distintas. A pesar de ser hermanos, Jungkook tenía el rostro más anguloso y menos ovalado. Si bien su nariz era similar, sus labios resultaban más finos y picudos que los de su pareja, con las comisuras preciosas. En cuanto a sus ojos, Taehyung ya los había observado otras veces de cerca; le fascinaban de forma secreta, puesto que al principio les rehuía, y ahora se sentía misteriosamente fascinado por aquel manto negro en el que podía encontrarse nadando.
—¿Q-Qué haces? —formuló Taehyung casi atragantándose.
—No deberías haberme invitado a entrar —suscitó Jungkook, desde su cama.
—Supongo que es tarde. Ya lo he hecho.
—Pues, ¿Te importa entonces, que me ponga cómodo?
Taehyung se frotó una sien y se tragó aquella respuesta.
—A tu gusto.
—¿Le pusiste nombre a este osito? —agregó Jungkook a su pregunta.
—No.
Tae cruzó los brazos, ruborizándose levemente —a Jungkook le pareció evidente su mentira—. El castaño apoyó las caderas contra el borde de la cómoda, observándole desde ahí.
—Oh, ¿cuál era? —insistió Jungkook.
—Nick —confesó rápidamente.
El vampiro apretó los labios, conteniendo un carcajeo. A Taehyung se le hizo un poco vergonzoso.
—¿Vamos a hablar sobre mis peluches?
—Nah, ¿Esas son tus medallas deportivas? —el otro redirigió la conversación.
—Sí.
—Es una lástima que lo dejaras. Apuesto a que lo disfrutabas.
—No me gustaba ser la estrella del equipo.
—¿Te da vergüenza ser el centro de atención?
—¿Vergüenza? No, es que...
—Te aburre.
—¿Podrías dejar de intentar adivinar qué es lo que pasa por mi cabeza? —le contestó Taehyung.
Jungkook parpadeó con más ingenuidad. Volvió a sentarse en el borde de la cama, pisando la alfombra deshilachada del suelo con los zapatos y abandonando al pobre osito junto a la almohada.
—¿Por qué lo dejaste? —preguntó cómo alguien más normal.
—Porque ya no me divertía como antes —respondió Tae.
—Ahá —asintió el pelinegro.
Jungkook ladeaba la cabeza lentamente, sin apartar los ojos de él. Taehyung se mordió el labio inferior y se mantuvo cabizbajo.
—Y ahora, ¿vas a decirme por qué me has traído hasta aquí? —volvió a preguntar con suavidad.
—No puedes irte —Taehyung sonó incluso más suave.
—¿Qué me lo impide? ¿Tú, cosita? —le devolvió Jungkook.
—Las cosas que suceden, todavía no sabemos quién es el asesino —le eludió de lo lindo—. Qué ocurre con Dave Trench, y si hay alguien más en peligro...
—Mnh —Jungkook se pasó la lengua por los dientes—. A ver, ¿Qué averiguaron de él?
—¿No te lo mencionó Jimin?
—Lo único que Jimin y yo hemos intercambiado han sido gruñidos —ironizó Jungkook.
—Pues, uhmn —Taehyung se acercó a él y luego se sentó en el borde de la cama, a su lado—, Jimin me contó que Joon le dio verbena, y nada sucedió. Tampoco llevaba anillo solar ni parece interesado en la sangre, pero claro, no están del todo seguros de eso último. Rayna lo contempló cambiar de forma cuando se enfadó, tenía una fuerza extraordinaria, exactamente igual que yo lo vi en ese callejón. Sin embargo, su mandíbula era más grande, como si fuera a salirse de su boca...
—Problemas de carácter, fuerza extraordinaria...
—Sí. Y, algo más, Dave siempre ha sido un poco... fanfarrón. Supuse que era normal, él es el líder del equipo de fútbol del instituto, ¿sabes? —le contaba Taehyung—. Abandoné el club porque no podía más con la presión. Por eso dudaba al pensar que él podía ser un vampiro. Le conozco de toda la vida, a pesar de que no fuéramos amigos.
—Está claro que no es un vampiro. Creo que podría ser un...
—¿Un...?
—Espera, una duda —se interrumpió Jungkook, y entonces levantó un par de dedos y le pinzó la mejilla—. Erais no-amigos, ¿de los que se daban besitos? —coqueteó directamente con él.
Taehyung le apartó la mano, notándose las mejillas arder.
—Tú eres idiota.
—Puede.
—A ver, ayúdame, ¿qué piensas que es?
—Un licántropo.
—¿Q-Qué? —Taehyung parecía muy sorprendido.
—Encaja con todo lo que has dicho —apuntó Jungkook, reclinándose levemente—. Hace años, pensaba que eran parte de los cuentos. Pero existen, solamente es que, están casi extintos y hace varias décadas que nadie sabe de ellos. Los licántropos no rechazan la verbena, sin embargo. Sus papilas gustativas deberían detectarla, tienen una fuerza sobrenatural, gran carácter (como tú, amor), y creo que el gen es hereditario.
—Entonces, ¿Los licántropos existen?
—Que haya uno en Shadowfell, sería un problema.
—¿Por qué? —ahondó Taehyung.
—Porque los licántropos no tienen ningún tipo de control. La noche de luna llena se convertirán y matarán a todo lo que vean.
El castaño se levantó de la cama y alcanzó su teléfono móvil.
—Es imposible, nada había ocurrido en Shadowfell hasta que vosotros llegasteis. Y, ¿si antes no era un licántropo? ¿Qué hay de los Trench? ¿Significa eso, que toda la familia lo son?
Jungkook encogió los hombros.
—Ni idea. ¿A quién llamas?
—A Rayna —Tae apoyó una mano en la cadera—. Tengo que contárselo cuanto antes.
Tras varios tonos, Rayna levantó la llamada. Taehyung le explicó la situación.
—¿Hombres lobo? Jamás había oído algo así.
—Jungkook me lo ha dicho.
—¿Jungkook? ¿Cuándo?
—Ahora.
—Espera, ¿tienes a Jungkook contigo?
Taehyung sacudió la cabeza.
—Rayna, ¡al grano! ¿Puedes buscar sobre los hombres lobo en tu grimorio o no?
—Hay como mil páginas, necesito un poco de tiempo —le pidió la chica.
—Vale. Llámame en cuanto lo sepas.
—De acuerdo, en un rato lo haré.
Se despidieron brevemente, y Tae colgó la llamada. Miró de soslayo a Jungkook, quien se había vuelto a tender en su cama, esta vez cruzando los brazos despreocupadamente tras la nuca.
—¿Qué es lo que sucedió en Nueva York? —preguntó Taehyung.
Tras un breve silencio, Jungkook le miró desinteresadamente y mantuvo los labios cerrados.
—Jungkook, ¿qué ocurrió? —repitió Tae, posando una mano en su antebrazo—. Dime la verdad.
Jungkook le apartó la mano, y seguidamente le agarro la muñeca, acercándose al chico a él de un tironcito. La marca del mordisco se veía suavemente en su blanca muñeca, cuyos iris negros rozaron suavemente.
—Si hubieras tomado mi sangre, mi hermano no hubiera tenido que verlo —dijo el pelinegro.
Taehyung se deshizo del agarre de su muñeca y se bajó la manga decididamente.
—No quería ocultarlo. Iba a contárselo, pero se enfadó antes de tiempo —suspiró el muchacho—. Y bien, ¿es Jimin el que te ha pedido que te vayas del pueblo?
Jungkook no le respondió a eso, no obstante, le ofreció una respuesta mucho más impactante.
—Sui Leone está vivo —reveló con un timbre grave.
Taehyung se quedó sin aliento, abrió la boca sin emitir ningún sonido, e inmóvil, se forzó a dejar escapar el aliento e intentar seguir respirando.
—¿V-Viste a Sui en Nueva York?
—No. No le he visto en 150 años. Ese es el problema, Taehyung —Jungkook sonó irascible—. Ya hay gente que sabe de él, le expresó el año pasado en Los Ángeles. Busca a Jimin De Fiore.
—¿Cómo puede estar vivo...?
—No tengo ni idea. Supongo que el muy condenado escapó.
—Espera, pensaba que estabas enamorado de él.
Jungkook volvió a cruzar los brazos tras la nuca, liberó una profunda y lenta risa que tintineó como una campana en sus oídos.
—Que le jodan a ese zorro. He roto psicológicamente con él. Me he pegado una juerga como despedida sentimental; sangre, música, calor físico y libertinaje... Ahora soy un hombre nuevo.
—Ugh. Qué asco, Jungkook —Taehyung exageró una cómica mueca de asco.
—No seas un mojigato —le llamó el vampiro.
—¿Por eso has venido a mí con la boca llena de sangre, los ojos húmedos y esa carita de lobo destripador, tristón?
Jungkook arrugó el ceño de inmediato. Tae estaba seguro de que le había visto ruborizarse, pero no estaba del todo seguro sobre si los vampiros podían tener algo de color en las mejillas, así que le observó detenidamente mientras él desviaba el rostro dramatizando su indignación.
—N-No tenía esa cara —replicó el pelinegro.
—Reconozco que te hubiera abrazado, si no fuera porque has saltado sobre mí como un perro en celo —añadió Taehyung.
—¿Me acabas de llamar perro en celo?
Taehyung soltó una risita al comprobar que había logrado picarle. Jungkook se quedó levemente atontado por lo genuino que resultó aquel gesto en Taehyung.
—¿Por qué crees que Sui volverá a Shadowfell? —preguntó el humano más serio.
—Porque Jimin está aquí. Le quiere a él —un leve dolor se reflejó en su voz.
—Pero lleva un siglo y medio sin pasar a por vosotros.
—Desconozco sus motivos, sin embargo cuando escuché que le buscaba, lo recordé. Recordé la realidad, Taehyung —decía lentamente Jungkook—. Él siempre le miraba así... Incluso la última noche que le vi... A antes de escapar, Sui se detuvo. Le dijo que le quería. Yo estaba al otro lado, ni siquiera giró la cabeza, ni siquiera me prestó un segundo de su aliento a mí. Perdí de vista a Sui, y yo me fijaba esa piedra rojiza y brillante cuya daga se clavaba en el suelo frente a mis narices. Todo cuando podía hacer era pensar en vengarme del cazador Jung... Pero ahora abro los ojos. Redirigí el dolor, la incertidumbre hacia una venganza infinita. Supuse que podría recuperar a Jimin en otro momento. Sin embargo, cuando despertamos como vampiros, él también había cambiado demasiado. Se volvió consciente de las manipulaciones mentales y cognitivas en las que Sui metió sus narices, recordó todo; recuerdo tras recuerdo modificado, su voluntad, sus sentimientos. Y estaba más lejos que nunca de mí. Buscaba volver a sentirse libre y dejar atrás hasta la última piedra que hubo en su vida: yo. Jimin siempre fue puro, tan puro como un pájaro blanco; se vendió a la sangre, vestido con el mismo manto níveo y entonces cayó tan profundo, que, durante tantos años, jamás pude acercarme a él —le contaba como si estuviera en un lugar muy remoto—. Tuvo un amigo, ah. No recuerdo su nombre, tampoco llegué a conocerle, aunque le vi una vez en 1926. Compartían juergas y se divertían, llamándose hermanos. Incluso la gente creía que lo eran. Cuando le vi, sentí que me había cambiado por otra persona, así que definitivamente tiré la toalla y me dediqué a lo mío —ladeó la cabeza y miró a Taehyung coquetamente—. Soy un poco celoso, ¿sabes? Me gusta ser la primera opción de todos, lo reconozco. ¿A quién no le gusta sentirte importante?
—Jimin no me ha hablado de esa persona —dijo Taehyung, concentrado en lo otro.
—Le habrá olvidado, al igual que el sabor de la sangre humana —simplificó Jungkook—. Le va eso de cambiar de forma de vida cada varias décadas.
Taehyung apoyó las rodillas en el suelo y los codos en la cama, junto a su lado.
—Escucha, tú no te merecías a Sui —agregó el joven—. Ni tú ni Jimin. Él se merecía ser libre, respetado, y tú... necesitaba a alguien que te amara de la misma forma que lo hacías tú.
—¿Y cómo sabes tú lo que me merezco? —formuló Jungkook con arrogancia.
—Porque eres de las personas que lo dan todo sin importar las consecuencias. Eres un kamikaze, Jungkook. Y aunque veas cómo la brecha de algo se está consumiendo, aguardas hasta su final, y después, te tragas el impacto sin huir a ningún otro lado.
—¿Has pensado en ser psicólogo, amor?
—Psicólogo, no —Tae sonrió un poco—. Pero sabía que eras especial. A pesar de todos tus entresijos, y de la oscuridad de la que hablas..., sigues teniendo algo de luz por dentro. Puedo verlo.
Jungkook se sintió brevemente asaltado por su dulzura, así que contraatacó:
—Hablas como si me conocieras. He hecho cosas horribles. Soy un ser horrible —se colocó de medio lado, y extendió unos dedos para rozarle la mejilla. El contacto resultaba ligeramente frío sobre el pómulo canela de Taehyung—; puede que te parezca vulnerable por lo que Nora y Gen hicieron el otro día conmigo. Y sí, reconozco que estuvieron a punto de matarme, pero cuando Gen perdió la oportunidad para hacerlo y se gastó todo su poder permitiendo que un simple humano le detuviera de forma tan absurda, salieron despavoridos de aquel sitio. Probablemente, no hayan vuelto a ese bar, y lleven días fuera de Manhattan, temiendo a una represalia. Y sabes, ¿por qué, amor? Porque tienen miedo de lo que pueda hacer. Porque soy un demonio, y puedo ser mucho peor cuando quiero.
—¿Es esta una especie de discurso de villano? —Taehyung rompió por completo el clímax del mal.
—¿Eh?
—Estás dejándome que te conozca, ¿no? Querido demonio, estás aquí, conmigo —Taehyung agarró los dedos que le rozaban sutilmente el pómulo y los bajó, si bien no se deshizo de ellos—. Me hablas. Podías haberte ido, pero has accedido a entrar en mi casa.
—¿No es eso lo que un demonio haría? Entrar en tu casa, adueñarse de tu cama...
—No sé, dímelo tú —dijo Tae con una leve dulzura—. ¿Los demonios te acarician, mientras hablan?
Jungkook bajó la mirada, depositándola en el par de dedos —el índice y el corazón— que tontamente se rozaban con los del otro, sobre la colcha de la cama. Las yemas calientes del humano le creaban un ligero hormigueo que calentaban las suyas más frías. Sus párpados se levantaron con un genuino interés en Taehyung; se sentía misteriosamente cómodo y agradado, su simpatía le estaba cubriendo la profunda herida de su alma, como un bálsamo analgésico. Y respecto a la sutil forma de acariciarle, no era que Jungkook fuese alguien usualmente cariñoso. Es más, no lo era para nada.
—Sólo lo hago porque tienes una cara bonita. Mis genes aprecian los tuyos, fin de la historia —razonó Jungkook.
—¿Te gusto porque te recuerdo a Sui? —formuló Taehyung.
—Te he dicho que ese bicho puede irse al infierno.
—Mnh, vale —Tae cruzó los brazos sobre el borde de la cama, apoyando el mentón en estos—. Y, ¿por qué lo haces? —quería saber.
Jungkook ya se estaba acostumbrando; Tae siempre parecía necesitar conocer el porqué de las cosas. Quería comprenderle, conocer sus motivos. Al principio se le había hecho molesto, pero ahora sentía como si conectasen un poco.
—¿El qué? ¿Besarte? —aprovechó para chincharle.
—No —Tae bajó la cabeza con una leve timidez—. Acercarte a mí.
—Me gustan las cosas imposibles —declaró Jungkook, murmurante.
—¿Te parece que soy imposible? —dudó ingenuamente.
—Mortal, tic. Novio de mi hermano, tic —dibujó una V en el aire—. Réplica exacta de Sui, tic.
—Jungkook, yo quiero mucho a Jimin. Mucho. Quiero ser tu amigo, pero no puedes volver a besarme.
Jungkook le contempló con una inesperada serenidad. Sus iris escudriñaban el rostro del muchacho, sintiéndose agradado por su integridad. A fin de cuentas, Taehyung parecía bastante honesto y sincero.
—Sé lo que no debo hacer.
—No te lo digo a mal —agregó en voz baja—. Es que... Jimin se ha enfadado mucho por lo del mordisco. Ni siquiera quiso escucharme. Me duele ver que...
—¡Taehyung! ¡La cena está lista!
La voz de Everly sonó tras la puerta, Taehyung dio un respingo y miró de soslayo la puerta del dormitorio. Por el ladrido de Mike más abajo, supuso que Soobin ya había regresado y probablemente estaría lavándose las manos en el cuarto de baño. Él se levantó, alisándose el pantalón con ambas manos, y dejó marchar un suspiro sonoro mientras volvía al mundo real.
—Sí, Eve. ¡Ahora voy! —exclamó Tae.
Jungkook le miraba desde la cama sin inmutarse.
—¿Vas a quedarte ahí? —dudó el humano.
—A no ser que quieras invitarme a cenar con tu familia —ironizó Jungkook.
—Mejor, no. No podría explicarle a Eve por qué estás ahí —reconoció Tae.
Él se quitó los tenis y los dejó a un lado, buscando rápidamente las zapatillas de andar por casa.
—Es eso, ¿o te da miedo decirle que tienes dos novios? —le tentó el compañero.
—Jungkook —dijo Tae en un semitono de desaprobación.
Pero de alguna forma, sabía que disfrutaba de juguetear con eso, y no lo hacía con una auténtica maldad. Tae se colocó finalmente las zapatillas y se fue hacia la puerta.
—No tardaré mucho. ¿Puedes esperar?
—Mhn.
—¿Eso es que sí, o qué no?
—Que sí —soltó casi como si fuera un fastidio.
Taehyung rodó los ojos, tiró de la manija de la puerta y salió del dormitorio, volviendo a cerrarla tras él. Cenó todo lo rápido que pudo en el comedor; arroz y unos filetes de pollo a la plancha que trató de tragarse a toda velocidad para no tardar demasiado. Su estómago hambriento le agradeció la ingesta (le costaba comer desde ayer, tras la discusión con Jimin), no obstante la leve agitación que le producía pensar en que Jungkook estaba esperándole en su dormitorio, le obligó a masticar más despacio.
—Vaya, ¿estabas muerto de hambre? —preguntó Eve.
—Tengo miedo de que me muerdas —ironizó Soobin, cenando justo a su lado.
Taehyung apretó los labios. «Si él mordiera como Jimin lo hacía, estaba seguro de que no bromearían tanto», se dijo.
—¿Namjoon ya se ha marchado? —preguntó Taehyung.
—Mañana tiene clase —contestó su tía.
—Como nosotros —agregó Soobin.
—Chicos, este fin de semana ha sido complicado. La fiesta en la casa de los Trench el otro día, y aquel accidente... Pobre chica —manifestaba Everly—. No puedo ni imaginarme lo que deben estar pasando sus padres.
—¿Podemos no hablar de eso mientras cenamos? —Soobin sonó más áspero.
Taehyung atendía a su tía, y su semblante de preocupación.
—Solo quiero que me prometáis algo —continuó su tía—; que vais a tener mucho cuidado, y no vais a cometer ninguna estupidez.
—¿Por estupidez te refieres a...? —dudó Soobin.
—Poneros en peligro. Si veis una situación peligrosa, ya sea con ese chico, David, o cualquier otra cosa, volveréis derechitos a casa.
Los dos asintieron, tejiendo la misma mentira. Taehyung ya se encontraba en la boca del lobo, saliendo con un vampiro, haciéndose amigo del hermano mayor de este (también vampiro), con una mejor amiga bruja y toda la parafernalia. Soobin, por su lado, no quería hacer el estúpido, pero deseaba investigar más a Jimin Park, y sin lugar a dudas, culpaba y guardaba un profundo resentimiento hacia Dave.
Taehyung terminó su plato, se levantó de la isla de la cocina y lo dejó en la pila, para seguidamente rellenar un vaso de agua y aclararse la garganta.
—Sí qué tienes prisa hoy —observó su tía.
—No he terminado un trabajo —inventó Taehyung—, y son casi las diez. Quiero acostarme temprano.
—Vale, chico aplicado. ¡Qué te cunda! —bromeó Everly.
Taehyung se despidió de ellos pretendiendo normalidad, y se largó del comedor para subir rápidamente la escalera. En unos segundos, empujó la puerta y entró, cerrándola tras su espalda. No vio a Jungkook en la cama, por lo que se sintió descorazonado. ¿Se había marchado? Él movió la cabeza, y de repente encontró su silueta, de espaldas, con el armario abierto y una camiseta en la mano.
El castaño parpadeó y fue hacia él, metiendo las narices en lo que hacía.
—No deberías estar tocando mis cosas.
Jungkook le miró desinteresadamente, se acercó la prenda arrugada a la nariz y sus párpados se volvieron más pesados mientras inspiraba. Taehyung se ruborizó levemente, agarró sus muñecas con velocidad, apartándole la prenda.
—¿Por qué haces eso? Pareces un perturbado.
—Huele a ti —dijo con una naturalidad acojonante—. Tranqui, no te veo como un bistec, de momento —aclaró Jungkook—. Estaba identificando tu olor. Así, ti te pierdo de vista, podría rastrearte en cualquier lado. Cuando eres humano, eres como un ambientador andante para cualquier vampiro.
—Oh.
Jungkook dejó la camiseta a un lado, y acto seguido, abrió un cajón donde había ropa interior doblada.
—Vaya, ¿quién diría que tienes tanta clase para la ropa interior? —el pelinegro sacó unos bóxers negros, que definitivamente alarmaron a Taehyung.
Él se los quitó de la mano con un gruñido gracioso, los introdujo en el cajón y lo cerró. Ahora se encontraba entre el armario y él, cortándole definitivamente la interacción con su ropa.
—Suficiente. Siéntate allí —señaló.
Jungkook se apartó con media sonrisa, mordiéndose la punta de la lengua. Era divertido ponerle en ese tipo de compromisos. Justo entonces, el teléfono móvil de Taehyung comenzó a vibrar sobre el escritorio.
—Ah, creo que es Ray —lo tomó y descolgó, llevándoselo a la oreja.
—Creo que tengo algo —dijo el timbre de su amiga al otro lado—. Mejor te lo cuento mañana. Deberíamos hablar de esto en persona.
Rayna parecía muy seria. Taehyung y ella quedaron por la mañana, en el descanso de clases. Cuando colgó el teléfono, vio a Jungkook guardando las manos en los bolsillos del pantalón. No sabía muy bien que decirle (se estaba haciendo tarde), así que Taehyung pasó por su lado y le echó un vistazo a su mochila, y a las cosas que debía dejar preparadas para la mañana.
—Te avisaré cuando lo sepa —decía Tae.
—Bien —Jungkook sonó neutral—. Debería marcharme.
Taehyung levantó la cabeza de su mochila. Sus ojos parecían más grandes, sorteó las cosas que había por el dormitorio y fue hacia Jungkook con una leve inquietud asomando tras sus pupilas.
—¿Voy a verte mañana? —dudó el castaño.
Jungkook pestañeó levemente. ¿A qué venía esa cara? ¿Por qué, de repente, Tae parecía estar... intranquilo?
—Vamos, hace un momento estabas olfateando por si no-sé-qué —agregó Taehyung—. No puedes decirme que todavía piensas en abandonar Shadowfell.
—A lo mejor solamente quería fichar a mi futura presa. Por si me apetece utilizarte como palillo de dientes.
Él ya entendía el humor sarcástico de Jungkook. Sólo era una cortina a lo que de verdad quería decir o hacer.
—Jungkook —pronunció detenidamente—. Espero que no te vayas. Si las cosas se tuercen, vamos a necesitarte.
Jungkook se mostró algo reticente. Se mordió el interior de la boca mientras desviaba la mirada. Realmente, quería irse de aquel lugar que le provocaba hastío y recordaba su desgracia. Quería marcharse. Olvidar a Jimin, a Sui, a todo el mundo. Y su lado más instintivo le pedía que sobreviviera, que desconectara su humanidad y se marchara para siempre... pero había un pequeño mosquito molesto que murmullando tras su oreja. Una personita, la cual ahora mismo tenía delante, y que, por algún motivo, le impedía correr del todo el telón. Taehyung Kim iba a ser una perdición, ya lo sabía.
—Me quedaré un tiempo —afirmó entonces.
Taehyung asintió con la cabeza, algo más contento. Jungkook trató de ignorar la notable satisfacción del castaño —aunque se sintió halagado—, alegó que debía marcharse, y fue hacia la ventana. Sólo tuvo que abrir el cristal para lanzarse desde la planta superior como un felino. Taehyung se apoyó en el poyete algo asustado; le vio abajo, de pie, y sin ni siquiera haberse despeinado.
—Kook, ¿E-Estás bien? —dudó desde arriba.
Jungkook le miró por encima del hombro y tras un movimiento de mentón, desapareció de su vista fugazmente. Cosas de vampiros.
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
Al día siguiente, Taehyung asistió a clases. En la entrada, advirtió a un puñado de chicos detrás de Dave. Alguien había escrito en su taquilla asesino con una llamativa pintura roja. Taehyung pasó de largo y vio a un grupo de chicas, Lexa, entre ellas, parecía muy preocupada.
—No es justo. Este pueblo está condenado —dijo Jade a un lado.
—¿Cómo pueden haberle escrito eso? —formuló Taehyung.
Ella giró la cabeza, y luego pasó de largo. Soobin estaba al otro lado del vestíbulo, con los iris clavándose en aquel evento que pareció atraer a todo el mundo. Él se guardó las manos en los bolsillos de la sudadera, y bajo la capucha, se marchó, considerando hasta qué punto un tío tan capullo como él se merecía eso. Ver el rostro desencajado de Dave era maravilloso, pero ser acusado públicamente de algo tan grave, podría destrozarle la vida a cualquiera.
Más tarde, Taehyung se sentó en el aula de historia. Vio a Jimin al otro lado, hundido en el asiento, con la vista sobre la pantalla del portátil. No interactuaron nada, Taehyung temía estropear las cosas si forzaba a Jimin a un acercamiento; ya sabía cómo funcionaba, él siempre necesitaba un tiempo. Y horas después, en la hora de descanso, Rayna les hizo una señal a ambos, y tras recoger las cosas, abandonaron el edificio en compañía, buscando un lugar más privado en el campus.
La ojiverde iba caminando por delante, con una mochila en la espalda, y un pesado libro entre los brazos.
—Lo he traído —decía mientras se desplazaban a grandes zancadas.
—¿El qué? ¿Ese enorme grimorio? —Jimin le echó un vistazo.
—Sí. Ara me obligó a prometer que no lo sacaría de casa, pero era necesario. Había demasiadas cosas que apuntar, de no haberlo traído.
—Y, ¿no has pensado en echarle una foto a las páginas? —formuló Tae, un poco más atrás.
Rayna le lanzó una mirada rapaz.
—¿Crees que soy tonta? ¡Claro que lo hice! Las fotografías muestran las páginas en tonos sepias. Nada puede leerse en ellas.
—¿En serio? —Tae abrió la boca.
—Lo único que me pregunto es, ¿por qué no dijiste nada en todo este tiempo? La maldición del licántropo sale en el libro, pero tú jamás mencionaste a los hombres lobo.
Jimin se encogió de hombros.
—En todos estos años, jamás he visto a uno. Pensaba que era un cuento de hadas.
Taehyung supuso que Jungkook había dicho lo mismo. Rayna encontró un punto donde sentarse, se dejó caer sobre una banca de madera y dejó el pesado libro sobre la mesa. No tardó en abrirlo, buscando justo donde se encontraba una tira de tela como marcapáginas.
—Esto es lo que encontré: la maldición del licántropo. El gen es hereditario, pero se encuentra sellado por los antepasados brujos. Una transformación completa tan solo sucederá después de que el sujeto desencadene la maldición. Desde ese momento, el individuo quedará expuesto a la brutal fuerza de sus genes durante cada luna llena, desatando así todo el potencial y la bestialidad de su raza durante las horas nocturnas.
—¿Se convierte en lobo? Quiero decir, ¿uno, con cola y cuatro patas? —dudó Taehyung, inclinándose a su lado.
—¿Cómo se desencadena la maldición? —exigió saber Jimin.
Rayna levantó la cabeza y posó los ojos sobre él.
—Matando a alguien —reveló.
—Dave mató a su hermana sin querer —razonó Jimin—. Joder, por eso los Trench jamás se habían convertido. Él es el primero en desencadenar la maldición.
—Y no sólo eso. El mordisco de un hombre lobo puede envenenar, y hacer enfermar a un vampiro. Con varios mordiscos —leía Rayna—, puede matar a uno.
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
Jungkook llegó a la casa de los Trench esa misma tarde. Su intención había sido sencillamente la de pasarse por una rápida reunión en el cabildo. Ese día, el pueblo de Shadowfell recibía a un nuevo miembro. La puerta de la casa se abrió por una cara que el pelinegro no había visto hasta entonces. Pero él ya tenía la información que Jimin —muy recelosamente— le había transmitido por teléfono, de parte de Rayna.
—Buenas tardes, señor De Fiore —le saludó un desconocido.
El hombre tenía el cabello castaño y los ojos de un verde claro. Su tez se veía bronceada, como si recientemente se hubiera trasladado desde una zona costera.
—¿Tengo el gusto de conocerle? —formuló Jungkook en la entrada.
—Soy Alex Trench, un placer.
—¿Hermano mayor del muchacho?
—En realidad, hermano menor del alcalde —matizó Alex.
—Oh —Jungkook estrechó su mano—. Qué gusto conocerle. Y, ¿qué hace por aquí, si se puede saber?
—La señora Trench, Anna, como yo la llamo, ha decidido tomarse un tiempo de tranquilidad, debido a la reciente pérdida de su hija. Yo ocuparé su puesto en el cabildo. Estoy al tanto de todo, señor De Fiore. Incluso de los peligros que recientemente se han detectado en Shadowfell.
Jungkook apretó la mandíbula. ¿Anna Trench abandonando su lugar? Sonaba raro, rarísimo.
—Me alegra saber que Anna tiene a quién cederle su trabajo —Jungkook sonrió falsamente—. Casi parece otro de sus hijos.
—Oh, no. Dave no se mete en estos asuntos, él todavía debe concentrarse en el instituto.
—Y en la ayuda psicológica, supongo —indagó el vampiro—. Quiero decir, después de lo sucedido, entiendo que deba estar pasando un mal trago en el instituto. ¿No es así?
Alex le devolvió la misma sonrisa falsa, seguido de una frase de preocupación:
—No tiene de qué preocuparse. Ahora me tiene a mí. Estoy aquí, señor De Fiore, para cuidar también de mi sobrino.
Jungkook lo detectó como un sabueso; tenía a un nuevo sospechoso en la lista de interrogantes de Shadowfell.
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
El atardecer ya había caído en el pueblo. Jimin se acercó a él sin decir nada, estaban en la salida de la biblioteca, y todavía no habían cruzado palabra. Pero Rayna ya se había marchado, posteriormente de estar compartiendo apuntes (y teorías sobrenaturales) durante varias horas en el interior del edificio. En el exterior, Taehyung se sintió temblar en el último momento, a pesar de haberse subido la cremallera del abrigo de plumas hasta el cuello. Jimin inclinó la cabeza y posó la frente en su hombro. El simple gesto le hizo sentirse débil, él extendió los brazos y estrechó la espalda de Jimin, apoyó el mentón en su coronilla y cerró los párpados. Así era como se disculpaba con él, un abrazo, un silencio que le tocaba el corazón y le hacía querer llorar por todo lo que le quería.
—¿Estás bien? —preguntó Taehyung en voz baja.
—Ahora sí, ¿y tú? —musitó Jimin.
—Ahora sí —repitió el humano.
—Siento tanto haberte gritado. Y haberte exigido que te fueras de mi casa —Jimin levantó la cabeza lentamente. Sus iris se veían tan castaños como el chocolate con leche, pero estaban empañados—. Estaba celoso. Me porté mal contigo, Tae. Y vuelvo a hacerlo, una y otra vez. Sólo sé hacerte daño.
—Jimin...
El pelinegro negó con la cabeza, sus ojos se encontraban brillantes por las lágrimas.
—Oye, Jungkook es un poco coqueto conmigo, lo reconozco —le decía Tae con suavidad—. No obstante, en Nueva York le ofrecí mi muñeca porque era tu hermano. Porque, sé que en el fondo te cuesta entenderlo, sin embargo, él se preocupa por ti, aunque sus maneras no sean las mejores.
Jimin le contemplaba mientras Taehyung le tomaba el rostro con un par de pulgares.
—La otra noche, él me dijo algo —dijo Jimin.
—¿Lo de Sui? —formuló Tae.
—Sí...
—¿Crees que, si vuelves a verle, traerá viejos sentimientos del pasado?
—No, no es eso —negó Jimin—. Sólo tengo miedo por ti.
—¿Por mí?
—Porque Sui era egoísta y caprichoso —expuso Jimin—. Si supiera que estoy saliendo con alguien que es clavado físicamente a él... Creo que intentaría borrarte de la ecuación.
—Pero no estamos solos. Tenemos a Rayna, a Joon..., a Jungkook...
—¿A Jungkook? —Jimin soltó una leve carcajada incrédula—. Sui era el amor de su vida, Tae. Si vuelve a verle, caerá a sus pies sin poder evitarlo. ¿De verdad crees que se ha desilusionado tan rápido? Jungkook De Fiore es la persona más testaruda que existe sobre la corteza terrestre. Jamás olvida a alguien que ama. Antes, vendería su alma al diablo.
—No sé. Parecía decepcionado con él.
—Da igual que se dé una juerga, está engañándose a sí mismo. Además, Sui también le quería. Es sólo que, es un inseguro —decía el pelinegro muy convencido—. Igual que yo, lo soy contigo. Es el gran defecto que nos define...
—Pues no quiero que eso te defina. Ven —Taehyung estrechó los brazos alrededor de su cuello y le besó los labios.
Jimin rodeó su cintura con los brazos, dejándose mimar un poco por él. Siempre se sentía débil por lo cálido que resultaba Taehyung, los tiernos besitos que él presionaba sobre sus labios, posteriormente sujetándole el rostro para verle de cerca con esos bonitos ojos.
—Te quiero. Recuérdalo —murmuró Tae sobre sus labios.
—Y yo a ti —le devolvió Jimin suavemente.
—Saldremos de esta.
Jimin asintió con la cabeza, él volvió a besarle y respiró sobre sus labios, manteniendo Taehyung contra su propio cuerpo. Después de abandonar sus labios, le abrazó como si fuera su gran osito de peluche. Podía sentir el corazón humano palpitando bajo el abrigo, contra el tórax silencioso que oníricamente también palpitaba por él.
Era tarde, Jimin tiró de su mano ofreciéndole acompañarle. Los dos fueron hacia el párking de estudiantes, subieron en el coche de Taehyung y el muchacho condujo hasta su casa. Estacionó el auto frente a la cochera familiar. Jimin y él pasaron por encima del cambio de marchas y se sentaron en el asiento trasero, buscando detenerse un rato y abrazarse un poco más. En el asiento trasero, el pelinegro se dio una palmadita en la pierna, instándole que su regazo quedaba libre. Taehyung lo invadió con una pierna, abrazó su cuello de medio lado mientras Jimin le estrechaba la cintura, proporcionándole un montón de besitos sobre el rostro. Las ventanas del comedor de la casa de los Kim resplandecían a la hora de la cena, el exterior estaba frío y la chapa del coche helada, pero en aquel asiento, juntos, no se estaba tan mal.
—¿Te preocupa el manejo de tu instinto? —le preguntaba Tae en voz baja.
—Ya no, pero...
Taehyung apretó su mano con firmeza.
—Sabes que confío en ti.
—No sabes lo mucho que envidio a Jungkook. Él puede parecer salvaje, pero disfruta de la sangre todo lo que quiere y aunque parezca perder el control, no lo hace. Empuja, se desplaza hasta donde quiere, y se mantiene ahí. Desearía ser así, por muy hipócrita que pueda sonar.
—Tú mismo lo has dicho; es un asunto peliagudo. Sin embargo, sé que tarde o temprano, lo tendrás bajo control. Eres fuerte, Jimin. Una de las personas más fuertes que conozco.
Jimin bajó la cabeza, se sentía agradecido por sus palabras. Estaba sujetando una mano de Taehyung, y deslizó los dedos para acariciar levemente el corazón de diamante que colgaba de la pulsera. Siempre estaba helado, pero era diminuto, brillante y precioso. Ya había observado a Taehyung toquetearlo con aprecio, siempre que estaba nervioso o su mente se perdía entre la marea de pensamientos.
—¿Sabes? Es extraño que Jungkook esté ayudándonos —expresó Jimin.
—¿Mnh?
—Estaba seguro de que se marcharía. Esta vez discutimos muy en serio, y... nos dijimos cosas horribles. Creí que no volvería a verle nunca más. Sin embargo, esta mañana me ha levantado el teléfono como si nada, e incluso ha accedido a ayudarnos. Debe estar realmente acabado para estar colaborando con nosotros —razonó en voz alta— Supongo que tienes un fuerte efecto en él.
Taehyung apretó los labios levemente.
—¿Yo?
—Lo tienes, en la gente. Aunque no lo hayas notado, casi todo el mundo se mueve alrededor de ti. Surges ese efecto —apuntó Jimin, y acto seguido le dio un golpecito en la nariz con el índice.
Taehyung se sentía más o menos halagado, pero respecto a Jungkook no sabía muy bien qué pensar. Sólo se sentía feliz porque no se hubiera marchado de Shadowfell.
—Debería entrar. Mi tía debe pensar que todavía no he llegado.
—Espera un poco más —murmuró Jimin, achuchándole.
Sus labios se rozaron suavemente en la corta distancia donde se abrazaban. Taehyung espiró en su boca con suavidad.
—Ven conmigo. Quédate a cenar y a dormir —sugirió.
—¿Dormir? Tae... —Jimin sonrió.
—Le preguntaré a mi tía si le importa. ¿Qué? ¿Piensas que Eve no me permitirá dormir con mi novio-semi-adolescente, un día entre clases? —formuló Tae cómicamente.
—Tú lo has dicho, bobo —Jimin le revolvió el pelo con afecto—. Y por mucho que quiera pasar la noche con mi novio-semi-adolescente, te dejaré dormir tranquilo esta noche.
Tae se mordió la lengua con media sonrisita. Los dos salieron del coche poco después, echándose la bandolera al hombro. Se despidieron con un beso, donde Jimin le deseó las buenas noches.
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
Posteriormente de las clases, Namjoon se quedó en su despacho para firmar los partes de faltas, pasar algunos datos de notas y valoraciones de alumnos al sistema del ordenador, y poner su trabajo como profesor al día. Sobre las seis, salió al pasillo para conseguir un café de máquina, que acto seguido se llevó a su despacho para continuar con unas últimas minucias antes de finalizar. Cuando entró en el despacho de vuelta, notó que la puerta se había quedado abierta en lugar de cerrada, justo como él la dejó.
El profesor Kim colocó el vasito de plástico sobre la mesa y giró la cabeza, en búsqueda de su nuevo visitante. No podía ser un alumno, esos eran desastrosamente ruidosos. Y desde luego, tampoco podía ser humano por la sutileza con la que había entrado.
Namjoon posó la vista sobre alguien ya conocido; Jungkook De Fiore. Era imposible que alguien que conociera el mundo natural no lo identificase rápidamente como un vampiro, se dijo Namjoon en ese momento. Alto, pálido, pero no una palidez de las que parecían enfermizas, sino de las que se admiraban en los países asiáticos. De piel nívea como un copo de nieve, y el pelo tan negro y frondoso como un bosque. Su mandíbula, sus labios, y sin lugar a dudas, el rico timbre de su voz, debía haber sido cincelado por algún tipo de atracción macabra, de esas que poseían los vampiros, para facilitar la caída de las presas en sus redes. ¿No era acojonante que alguien pudiera parecer tan guapo, sólo para arrebatarte la vida más fácilmente?
—Buenas tardes, Joon.
—Jungkook, qué dulce visita. ¿Vienes a partirme el cuello de nuevo? —Namjoon rodeó el escritorio y se sentó en la butaca plácidamente.
—Oh, no. Nada de eso. Tengo más modales de los que cree.
—Y, ¿bien? ¿En qué calidad puedo ayudarle?
—Verá, profesor Kim. Me ha surgido una inmensa curiosidad acerca de las criptas de Northwood. La mayor se encontraba bajo la propiedad de los Trench en 1880 —reveló Jungkook—. Ahora solo deben ser viejos recuerdos del pasado, no obstante, me gustaría hacer una pequeña excursión por allí para comprobar algo.
—¿En serio? Y, ¿por qué tengo que ir yo contigo? —Namjoon arqueaba una ceja.
—Técnicamente, eres el único inmortal disponible del pueblo —dijo con cierto humor—. Jimin está ocupado poniéndole ojitos a su novio, ugh —esbozó una mueca teatral—. Sin embargo, tú te has entrenado, tienes un perfil bajo, y sabes defenderte de las criaturas nocturnas, ¿no es así? ¿Qué tal te vendría tomarse unos días de vacaciones?
—¿Vacaciones? Bueno, todavía faltan unas semanas hasta navidad, pero creo podría pedir un adelanto —comentó Namjoon.
—Maravilloso. Prepare su material de caza, profesor. Nos vamos de acampada.
—Vacaciones con Jungkook De Fiore. Mi sueño —dijo Joon sarcásticamente—. Podría saber, al menos, ¿si lo que buscamos también muerde?
—Oh, sí que lo hace. Dígame, ¿Alguna vez ha visto a un hombre lobo? Yo tampoco —encogió los hombros—. Pero nunca es tarde para hacerlo.
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
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