Capítulo 18

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 18. El profundo lago de una mente

Taehyung parecía preocupado cuando regresó al dormitorio.

—¿Estará bien? —formuló en voz alta en lo que cerraba la puerta del balcón.

—A lo mejor está ocupado chupándole la sangre a una ardillita —dijo Jungkook.

Él se encontraba tendido sobre la cama, con las rodillas flexionadas hacia abajo y la punta de los zapatos tocando el suelo. Taehyung frunció los labios.

—Espero que sea eso —reconoció el humano.

Volvió a enchufar el teléfono en el cargador y luego se sentó en un extremo de la cama, mirándole de medio lado.

—¿Cuándo regresamos?

—Saldremos por la madrugada. Pero ahora sí que necesito dormir —Jungkook ya tenía los ojos cerrados.

—Mnh, ¿Vas a dormir aquí?

—Sólo hay una cama, ¿dónde quieres que lo haga?

—No sé, pero esa no es la posición que alguien pondría para dormir —consideró Taehyung—. Ni siquiera te has descalzado.

Jungkook volvió a abrir los párpados y le miró desde su lado.

—¿Insinúas que me largue?

—Oh, no. No, no.

—Está bien. Ya —el pelinegro se levantó de un perezoso movimiento, a pesar de que la intención del muchacho no fuera la de echarle de allí.

Jungkook se quitó los zapatos y se dejó caer en la butaca, repantigándose y apoyando la nuca en el bajo del respaldo. El castaño le contemplaba silenciosamente desde la distancia. Jungkook ya había cerrado los ojos, por lo que él finalmente decidió prepararse para meterse en la cama. En primer lugar, fue al cuarto de baño, se lavó los dientes con el cepillo del hotel, las manos y por último la cara. A continuación, regresó y apagó la luz. Sus pupilas necesitaron unos segundos para acostumbrarse a la tibia penumbra de la habitación.

Se metió en la cama cubriéndose con el edredón, y se puso lo más cómodo posible, hundiendo la cabeza en la almohada con un suspiro. Había sido un largo día lejos de casa. Él miraba al techo pensando en todo eso; los brujos, el asunto de Sarah y el anillo revenant, y el propio Jungkook. Tae giró la cabeza lentamente, posando las pupilas dilatadas en el rincón del dormitorio donde el pelinegro se sentaba.

Podía ver la silueta de su figura, la tenue luz nocturna que entraba por la ventana se derramaba en el interior de la habitación sutilmente a través de la cortina, delineando su perfil mientras el extremo opuesto de su contorno se sumergía en el profundo manto negro donde sus ojos no podían ver. Taehyung tenía claro que Jungkook no era un alma caritativa, probablemente se trataba de una de las personas más complejas que hasta entonces había conocido, pero, algo le decía que había un lado extraordinario de Jungkook que todavía se reservaba para él. ¿Le dejaría meter la cabeza en ese interior lleno de tinieblas, para descubrirlo?

—¿Qué? —formuló el vampiro—. ¿No puedes dormir?

Su voz le hizo dar un respingo desde la cama. Jungkook no se había movido, pero él le contemplaba bajo el manto de la misma oscuridad, apoyando su mejilla en los afilados nudillos.

—Estaba pensando.

—Pues piensas demasiado alto.

—¿Puedes leer mis pensamientos?

—Podría hacerlo mejor, si estuviera más alimentado.

—Y, ¿cómo funciona? —preguntó Taehyung con curiosidad.

—Cuando un humano duerme su mente se vuelve vulnerable, fácil de penetrar y accesible —musitaba Jungkook en la distancia—. Podría introducir imágenes, un pensamiento, podría incluso redirigir el sentido de tus sueños hasta donde yo quiero.

—No hagas eso —Taehyung sonó suave, pero firme.

—¿No te gustaría que llevara tu mente hacia algún lugar desconocido?

—Eso no sería justo.

—¿Por qué tendría que serlo?

—Puedes entrar en mi mente, sí, pero, ¿Qué hay de mí? Yo no puedo hacerlo en la tuya. Deberíamos buscar algo equitativo.

—Los pensamientos son imprecisos. Si te abro mi mente, no puedo controlar realmente lo que puedas ver en ella. Y, si soy yo quien lee la tuya, es posible malinterprete lo que vea u oiga. Prefiero utilizar el lenguaje hablado y dejar que mis facultades mentales se expresen a través de él.... Para ser totalmente sincero, creo que el lenguaje es el mayor don que comparten mortales e inmortales.

—Quizá estás en lo cierto.

—Déjame mostrártelo...

Jungkook se levantó del asiento y fue hacia él. Taehyung trató de incorporarse, quería tirar de la cuerdecita que prendía la lámpara de la mesita de noche que se encontraba a derecha, pero Jungkook le alcanzó antes y siseó, apartándole las manos. Él se sentía vulnerable en la penumbra, tendido en la cama, con el otro sentándose a su lado.

Por la noche, los iris y pupilas del vampiro parecían unirse, como si no existiera la oscura y casi imperceptible línea que los delimitaba.

—Quieto. La oscuridad incapacita en mayor medida tus sentidos —sus dedos sujetaban las suyos—. Mientras que, para mí, tan sólo los vuelve más nítidos.

El corazón de Taehyung se zarandeaba en su pecho por la cercanía. Él tragó saliva, mientras Jungkook se inclinaba sobre él, deshaciéndose de las manos para tomar su rostro. Los pulgares se posaban en sus sientes, mientras que su frente topaba suavemente contra la suya, creando una absurda atmósfera entre ellos, que le hizo jadear.

Taehyung no podía imaginar lo que estaba a punto de suceder, pero al cerrar los ojos una luz inesperada surgió bajo sus párpados. El sol brillaba con tonos anaranjados en un cielo despejado. Podía ver una lejana pradera verde y lozana, como si se acercara a mucha velocidad hasta aterrizar en ella. Levantando la cabeza, observó la distante casa de campo al final de la colina. El lugar se encontraba rodeado de árboles jóvenes. Taehyung advirtió que sus pies desnudos pisaban sobre las frescas hierbas a pesar de que no pudiera sentir nada. Entonces giró la cabeza, y contempló a un muchacho pelinegro a lo lejos. Era Jungkook, pero él no vestía como acostumbraba, sino como alguien que pertenecía al siglo siglo pasado. Un blusón blanco, arremangado, con un cuello anudado, más pantalón marrón y abullonado con un par de botas de cuero. Llevaba un cinturón del que colgaban algunas herramientas, y su piel parecía un tono más rosada y menos pálida de lo que acostumbraba.

Él se acercaba a un caballo beige con manchas blancas, cuyas crines se encontraban trenzadas, y con un cepillo en mano, se encargó de cepillarle el lomo y después, de acariciarle el hocico. El castaño caminaba hacia él con los ojos muy atentos; y ahora lo entendía. Ese era el Jungkook, humano, probablemente un poco más joven por la redondez que presentaba su rostro.

Jungkook esbozó una sonrisa que desafiaba al sol de aquella mañana, y Taehyung se sintió ligeramente conmocionado por aquel descubrimiento.

—¿Tenías un caballo? —pronunció en voz alta, y su voz parecía todavía más remota pues él le hablaba desde su sitio en la cama.

—En realidad, era una yegua —murmuró Jungkook por encima de su rostro. Sus comisuras se curvaban levemente, pese a que Tae no pudiera verlas.

—Y, ¿cómo se llamaba?

—Fiera.

—Típico de ti.

—Era porque no se dejaba montar.

Taehyung se movió en el espacio de aquel sueño. Era raro. Podía sentir las manos de Jungkook en sus sienes, pero al mismo tiempo sentía que no estaba allí, y que el lugar donde se desplazaba era tan real como cualquier otro. Vio a Jungkook aprendiendo a montar tras una cerca de los terrenos familiares, también vio a gente del personal que debía cuidar e instruir al muchacho, y a lo lejos, vislumbró la figura de un crío pequeño que le recordaba a alguien.

El joven usó una mano de visera, tratando de averiguar quién era. «Jimin», se dijo a sí mismo. «Es Jimin». Quería correr hacia él y conocerle. Pero aquello no dejaba de ser un sueño, y él veía lo que Jungkook había contemplado de lejos, por mucho que deseara acercarse. ¿A caso sentía lo mismo en aquel momento?

Jungkook tiró de las riendas y frenó su montura, clavando los iris sobre el niño, mientras una mujer llegaba para llevárselo de la mano. El recuerdo se distorsionó entonces; la cerca familiar ya no estaba, y todo cuanto Taehyung podía ver era el exterior del establo bajo el manto de una fría noche.

—Sois una vergüenza para la familia —decía un hombre, arrastrando las sílabas—. Una vergüenza. Una vergüenza. Tú y tu madre. Tú y tu hermano. Tú.

—¡Papá! ¡No es verdad! ¡No es cierto!

Taehyung apoyó la espalda contra la pared del establo, llevándose las manos a la boca. ¿Ese era Jungkook? ¿Su padre estaba borracho? Lo siguiente que escuchó fue un golpe sordo, como el de una fuerte bofetada.

En el dormitorio, Jungkook abrió los ojos y separó su frente de la suya. Taehyung se quedó ciego en ese otro lado, dejó de oír, y a continuación volvió al mismo espacio, bajo el edredón de la cama, donde abrió más lentamente los párpados.

—¿Tu padre te pegaba? ¿Os lo hacía a los dos? —preguntó Taehyung con velocidad. Pero ante el silencio del pelinegro, cayó en la cuenta de algo más—. No. A Jimin no. Él era pequeño, tú lo protegías. Jungkook...

—Eso son las cosas que no puedo controlar que veas —expresó.

—Pero me lo has mostrado por algo.

—No.

—Jimin me dijo que vuestro padre fue difícil. Pero nunca que te había pegado. ¿No se lo has contado? —adivinó de nuevo.

Jungkook desvió el rostro, con el ceño ligeramente arrugado. Estaba cerrándose de nuevo, evitando hablar sobre algo.

—Espera —Taehyung atrapó sus manos con los dedos, y se incorporó ligeramente, deteniéndole—. Háblame. Estoy aquí. Puedes decírmelo a mí.

—No hay nada que contar. Él mató a Fiera cuando tenía dieciséis años para que aprendiera que no debía amar a nada demasiado. A los dieciocho, me alisté en el ejército para no volver a verle jamás y cometí el mayor error de mi vida. Abandoné a Jimin en casa, mientras nuestra madre se moría.

Taehyung estaba sin palabras.

—¿Sabes qué sucede cuando te conviertes en vampiro? Los recuerdos son demasiado claros, demasiado agudos; las cosas deberían gastarse por los bordes y lo irresoluto debería suavizarse. Sin embargo, ahora hay escenas tan cerca de mi corazón como fotos en un marco; son retratos monstruosos que ningún artista ni ninguna cámara jamás lograrían plasmar lejos de un corazón marchito.

—No todo puede ser malo, ¿no?

Jungkook no dijo nada, tan sólo bajó la cabeza con una carcajada vacía e irónica.

—¿Sabes lo fácil que sería hacer click? Desactivar todo lo que siento, y dejarme tragar por la vorágine del vacío... Para un vampiro es tan fácil.

—Jungkook —Tae insistió para que le mirara—. Los recuerdos están ahí, sí. Se quedan con nosotros como huellas, nos cambian desde dentro hacia afuera como si tuvieran ese fin, pero eso no define en lo que vas a convertirte...

Jungkook siseó, volviendo a inclinarse sobre el muchacho.

—Calla. Quiero hacer algo más...

Fue breve y rápido, su mente se deslizó por última vez en la suya, y Taehyung sintió como si algo le empujara muy lejos. Volvía a estar en aquel establo, pero Jungkook parecía mucho mayor. Tenía ese aspecto atractivo y apuesto, de pelo largo y ondulado, con hombros anchos. Era raro, porque Taehyung también pudo observarse a sí mismo como si presenciara a un fantasma. Jungkook se acercó él y le tomó, besándole con una irresistible pasión. Sus labios presionaban sobre los suyos, fundiéndose maravillosamente y devorándolos. Aliento contra aliento húmedo, como si Taehyung pudiera sentirlo.

Él besaba a su reproducción física con tanta fuerza, que Taehyung jadeó de verdad. La forma en la que le presionó contra la pared, apoderándose de su persona, de su boca, de su cintura, justo después deslizando una mano por el muslo que él levantaba, ciñéndolo a su propia cadera.

Y Taehyung quería más. Más de esa pasión que irradiaba ese calor extraordinario. Más de sus manos de oscuro terciopelo, y de su aliento calcinándole los pulmones hasta convertirse en sólo uno.

Jungkook salió de su mente, y de repente, Tae se encontró en aquella penumbra jadeando, con los labios intactos y los sentidos altamente confusos bajo las manos le sujetaba el rostro. Él le contemplaba desde arriba, con un nítido interés por su anhelante reacción, por la forma en la que Taehyung se relamió los labios resecos, cayendo en la cuenta de que había visto un recuerdo de Sui y él besándose, haciéndole creer que era él.

Y se lo había tragado.

—No hacía falta que hicieras eso —se quejó Taehyung, casi sin aliento.

—Sólo te he besado en tu mente. No te hagas ilusiones, amor —las comisuras de Jungkook se curvaron con maldad.

Taehyung iba a recriminárselo, pero él le soltó, desproveyéndole de su contacto, y después, se levantó de la cama en búsqueda de su chaqueta.

—Voy a salir un rato.

—Dijiste que ibas a dormir —repuso.

—Dormiré cuando vuelva. Necesito un trago ahora —dijo con simpleza.

Estar tan cerca de Taehyung era estimulante, y el ataque de que vivió esa tarde había sido demasiado de él. Necesitaba más sangre para sentirse satisfecho. Jungkook no tardó en abandonar la habitación del hotel, dejando a Taehyung a solas.

Él se quedó en la penumbra exactamente igual que antes, sólo que, sabiendo que Jungkook ahora no estaba cerca. Se encontró a sí mismo anhelando que no se hubiera marchado, extrañamente perturbado por el interés que sentía por él y por el deseo inconexo que sentía de que le besara. Aquella sensación provocó que apretara los párpados, y tratara de apelar a su conciencia. Era el hermano de Jimin. De su Jimin. Jamás le haría eso. No podía permitirse convertirse en Sui.

Finalmente, arrinconó la idea en un lado de su cabeza, y se libró de ello pensando en que debía volver a casa. No había nada que le apeteciera tanto como eso.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

En la madrugada, Taehyung abrió bruscamente los ojos tras una sacudida de su hombro por parte de Jungkook. Esa noche, él había vuelto un rato después de su marcha, y Taehyung, adormilado, le vio dejarse caer perezosamente en la butaca con las manos guardadas en los bolsillos. Cuando Jungkook le despertó más tarde, eran cerca de las seis de la mañana y el sol estaba por salir.

Taehyung se espabiló como pudo, más tarde, abandonaron la habitación del hotel devolviendo las llaves y el cargador de teléfono en la recepción. En el exterior, buscaron el vehículo del pelinegro. El trayecto de vuelta se hizo cómodo para los dos, pararon en la primera gasolinera que se cruzaron, justo un par de horas después de haber partido de Nueva York. Taehyung se hizo con algo para el desayuno y posterior almuerzo, y notó su teléfono vibrar mientras Jungkook repostaba gasolina.

—¿Sí? —se llevó el teléfono a la oreja—. ¿Jimin?

—Tae, por fin —contestó Jimin a través del teléfono.

—¿Estás bien? Ayer no tenía batería, pero por la noche estuve llamándote, y...

—Estoy genial —Jimin sonó más serio—. ¿Y tú? ¿Se está Jungkook comportando?

—Jungkook está siendo Jungkook —dijo con humor—. Y, estamos volviendo a Shadowfell. Calculo que llegaremos allí al atardecer.

—Me alegra escucharte así de bien —suspiró Jimin.

Tae le escuchó hacerlo, y sintió una leve nostalgia.

—¿Ha ocurrido algo, Jimin?

—En realidad, sí —Jimin fue sincero con él—. Creo que ha sido el mejor momento para que estés lejos de aquí.

—Pero, ¿qué...? —insistió Taehyung preocupado.

—No te preocupes, Eve y Soobin están bien. También Rayna, y bueno, Joon. Sin embargo, todo se torció anoche. Hubo una fiesta en la casa del alcalde... Nosotros estábamos allí, tratando de averiguar qué implicación tenía Dave Trench en el mundo sobrenatural. Esos chicos del instituto estaban borrachos, jugando al billar en la primera planta. De repente, las cosas se complicaron y Dave atacó a Soobin.

—Oh, Dios mío —Taehyung se llevó una mano a la boca.

—Su hermana Tessa se metió en medio, y... Todo fue una gran tragedia.

—Jimin, ¿qué dices? ¿Qué...?

Jungkook había terminado de repostar gasolina, se acercó a Tae escuchando la conversación que tenían por teléfono a través del fino oído.

—La golpeó en la cabeza con una estatua, y cayó por las escaleras —le contaba Jimin—. Está... muerta...

Los ojos de Taehyung estaban muy abiertos. No le tenía afecto a Teressa Trench, pero se trataba de una chica que había visto de toda la vida por el pueblo. Que su propio hermano la hubiera matado por accidente volvía las cosas aún más terribles.

—Dios —repitió Taehyung, parpadeando—. ¿Qué hay de Soobin? ¿Cómo se encuentra él?

—Le he visto esta mañana, está en estado de shock. Creo que te necesita.

Taehyung se pasó una mano por el cabello, sintiéndose muy hastiado.

—Vale. Estaré allí sobre las siete o las ocho, ¿Podemos vernos a esa hora?

—Claro. No sabes todo lo que te echo de menos.

—Adiós, Chim —dijo Taehyung.

—Hasta luego —le contestó con suavidad.

El castaño colgó la llamada y liberó un profundo suspiro.

—Y por este motivo es que la gente no sabe arreglársela sin nosotros, amor —dijo Jungkook—. Dos días lejos de Shadowfell, y ya hay una nueva víctima.

—No me puedo imaginar cómo debe sentirse esa familia. Pero si Dave le hubiera hecho daño a Soob —comentó Taehyung mientras caminaban hacia el coche—, no hubiera podido perdonárselo...

Jungkook reflexionó sobre el apego que Taehyung tenía a su hermano Soobin y su tía Everly. Se encontró misteriosamente inquieto con la fugaz idea de que Tae pudiera conocer el hecho que había estado a punto de matar a su hermano pequeño cuando desconocía quién de los dos poseía la marca del cazador. Ahora, no era capaz de discernir el motivo sobre por qué le agradaba el castaño; pero lo hacía.

Y mientras conducía de vuelta a Shadowfell, sentía cómo el punzón del dolor sobre Sui se acercaba lentamente a su alma para desgarrarle.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Rayna y Jimin acababan de llegar al porche de los Kim. Se detuvieron en el exterior unos instantes.

—Ha sido imposible volver a ver a Dave —decía Rayna—, la familia está preparando el funeral y parecen destrozados. Pero te aseguro que le vi transformarse a medias en algo, y de repente, lo contuvo. No sé cómo, pero, uh —se frotó una sien con los dedos—. Tenemos demasiados cabos sueltos.

—Mal genio, irritabilidad, una fuerza sobrenatural —enumeraba Jimin junto al porche—. No sé, Ray...

—Bueno, vamos a entrar —ella avanzó unos pasos y advirtió que Jimin se quedaba atrás—. ¿No vienes? Tenemos que hablar con Soobin.

—Me quedaré aquí. Taehyung debe estar a punto de llegar —dijo Jimin, y guardó las manos en los bolsillos del pantalón.

—Está bien, luego nos vemos —decidió Rayna.

Mientras tanto, Namjoon se encontraba en la cocina de la casa de los Kim. Sostenía una taza de café cappuccino en la mano mientras Everly se desahogaba, liberando todos sus pensamientos en voz alta.

—Está arriba —manifestó Everly—. No sé si debería insistirle para hablar.

—Déjale, tiene casi dieciséis años. Necesita su espacio —contestó Joon con serenidad.

—No puedo creerme que Taehyung no esté aquí. Me llamó esta mañana, diciéndome que venía desde Richmond y que había estado con no-se-quién. Pero eso no encaja con lo de que estaba con Jimin, porque él estaba en la fiesta, anoche. ¿Sabes? Creo que me está ocultando cosas.

El hombre apretó los labios, sin saber muy bien qué decirle. Estaba dispuesto a tirar de la cortina para cubrir algunas mentiras y proteger a Everly de los De Fiore, pero no iba a convertirse en un mentiroso compulsivo por ninguno de ellos.

—Seguro que está a punto de regresar, ¿a qué hora te dijo que sería? —formuló Namjoon.

Ding-dong. El timbre de la casa resonó en sus oídos, Everly giró la cabeza con cierta consternación.

—Oh. ¿Será él? —dudó ella.

Eve se levantó, dejando atrás la cocina americana y el comedor, llegó a la entrada de la casa y tiró de la puerta con esperanzas. Al otro lado descubrió a una joven morena de ojos verdes. Rayna llevaba una bufanda y una gabardina azul marino.

—Señora Kan, buenas tardes —saludó la chica.

—Rayna, hola.

—Venía a ver a Soobin. Él tenía un vínculo estrecho con Tessa. Creo que debe estar afectado, así que... Me preguntaba si podía hablar con él.

—Claro, entra —Everly se hizo a un lado, y luego le dio un abrazo a la muchacha.

Cerró la puerta tras ella, y a continuación compartieron algunas palabras sobre lo sucedido. Después, Eve le indicó que podía subir por su propia cuenta. Rayna se separó de Everly, tomando la escalera. Había estado cientos de veces en la casa de los Kim, cuando todavía los padres de la familia estaban con vida. Conocía la distribución, los dormitorios, incluso ese aroma a hogar que siempre había estado aclimatado por el ambientador a vainilla.

Everly se detuvo frente a la puerta del dormitorio de Soobin y tocó con los nudillos en varias ocasiones. Después acercó la oreja buscando escuchar algo, pero el interior parecía estar sumido en un pulcro silencio.

—Soobin —golpeó por tercera vez con los nudillos—, soy Ray, la amiga de tu hermano. ¿Te importa si entro? Eh, si no, me largaré. No quiero molestarte, es que...

Escuchó un clic y la puerta se abrió por una rendija. Rayna encontró al otro lado unos ojos marrones, ligeramente irritados.

—¿Qué?

—Hola. Quería decirte que mañana se celebrará el entierro. La capilla del pueblo estará abierta para todo el mundo.

—Bien. Gracias.

Rayna parpadeó varias veces; Soobin abrió un poco más la rendija y le permitió ver su rostro. No parecía estar de humor, pero al menos le había contestado.

—¿Querías algo más? —dudó Soobin.

Ella sacudió rápidamente la cabeza, y luego volvió a observarle con cierta timidez.

—¿Puedo quedarme? Todo el mundo habla de lo mismo en el Bell's. No sé si me apetece salir.

Soobin no le dio una respuesta clara, pero se alejó de la puerta, dejándola abierta, y Rayna tomó eso como una invitación abierta. Ella entró en el interior del dormitorio, se quitó la gabardina y se sentó en el borde de la cama, mientras el muchacho se dejaba caer en la silla giratoria del escritorio. Los auriculares estaban conectados, y la pantalla del ordenador resplandecía con un video de musical YouTube.

—Bueno, y, ¿qué hacías? —Rayna trató de romper el hielo.

Alrededor de diez años siendo la mejor amiga de Taehyung, y apenas había hablado con su hermano pequeño.

—Tú también viste lo mismo que yo, ¿no? —dijo Soobin mucho más serio.

—¿Qué cosa? —parpadeó Rayna.

—Primero, Dave. Él siempre ha sido fuerte, siempre ha estado furioso sin ningún motivo. Pensaba que era un matón, pero anoche, vi algo más en sus ojos.

Rayna se quedó con la boca abierta. ¿Qué debía hacer? ¿Alimentar sus sospechas o callarse?

—Yo también lo vi.

—Debemos decírselo a la sheriff.

—¿A la sheriff?

—¿Y si él es el responsable de las muertes que ha habido estos meses en Shadowfell? Cuerpos desaparecidos, después encontrados con marcas de mordiscos y violencia.

Rayna pensó que era curioso, puesto que, ella, Jimin y Joon habían estado tratando de encontrar huellas de culpabilidad en Dave Trench esos días, teniendo una base de conocimiento acerca del mundo sobrenatural. Pero Soobin no tenía ni idea, y había dado en el clavo rápidamente. Era un genio.

—Soob, lo que ocurrió anoche no es una prueba incriminatoria. Necesitamos algo más...

—No, escucha. Yo vi sus ojos amarillos —Soobin clavó los codos en las rodillas, inclinándose con un timbre era ronco—, su mandíbula... Y cuando estaba abajo, sujetando el cuerpo de Tessa, Jimin Park se acercó con la misma cara tenebrosa. No he fumado, Ray. Hace tiempo que no lo hago. Lo que he visto en esta ocasión, es real.

—¿En esta ocasión? —ahondó Rayna—. Quieres decir, ¿Qué ya has visto otras cosas antes?

—Ver, no. Pero tenía sueños.

—¿De qué tipo?

—Gente con colmillos. Ojos que se dilataban, como demonios. Empezó a sucederme hace unas semanas, así que definitivamente dejé la hierba —expresó el más joven—. Por eso, y porque Taehyung es como nuestra madre con esos temas.

Rayna le contemplaba al detalle. ¿Soobin soñaba con vampiros? Eso sólo podía tener una explicación. La joven se levantó de la cama y se aproximó a la silla donde Soobin se sentaba.

—¿Me permites hacer algo?

—Mnh.

Ella extendió las manos y posó los dedos en las sienes de Soobin. El muchacho la contemplaba desde abajo con cierta sorpresa.

—Necesito que cierres los ojos —sugirió Rayna.

Soobin lo hizo, y en unos instantes, ella comenzó a rebuscar superficialmente en su cabeza. Lo había leído y su abuela le había enseñado encontrar los bloqueos, los candados mentales creados por vampiros, que funcionaban como un método de borrado o eliminación de ciertos recuerdos a la fuerza. No tardó en impactar contra uno, el único, que parecía haber sucedido hacía no más de un mes o dos.

Era como un cristal templado, neblinoso. Al otro lado había información, voces, rostros, datos. No podía llegar allí sin dañar su cerebro (la compulsión vampírica era demasiado fuerte), así que ella abrió los ojos y apartó las manos.

—¿Qué? —exigió saber Soobin.

—No, nada —Ray guardó las manos tras su propia espalda.

—No me mientas, Ray —respondió el muchacho astutamente. Acto seguido, se levantó de la silla—. ¿Pasa algo en mi cabeza? ¿A caso tú también eres...?

—Soy, ¿qué?

—No sé. No tengo ni idea de lo que está pasando, pero cada vez confío menos en la gente en este pueblo. Dave está majara, sí, eso lo sabe todo el mundo. Pero Jimin Park es el novio de mi hermano, el cual, empezó a salir con él casi instantáneamente después de conocerlo. Para colmo, lleva dos noches sin volver a casa, dándole excusas tontas a mi tía. ¿Qué sabes de esto? ¿Está mi hermano en peligro?

—No, Soobin, ¡no! —exclamó Rayna—. Taehyung no está en peligro. O, al menos, Jimin no es el causante de que pudiera estarlo.

«Magnífico, aquella frase había sido demasiado sincera», se dijo la chica. Las cejas de Soobin bajaron aún más sobre su perspicaz mirada, y Rayna sabía que lo que había dicho tan sólo despertaría su interés por saber a qué se refería.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Quién es Jimin Park? ¿Qué sabes tú de todo esto?

—No es lo que piensas —le detuvo Rayna—. Soob, tienes que mantenerte al margen, ¿de acuerdo?

—No, si no me dices qué está sucediendo.

—No puedo decírtelo, ¡ese es el problema!

—Pues entonces, lo averiguaré yo mismo.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Las lentas zancadas de Jimin le desplazaban por encima del césped del porche delantero de la casa de los Kim. Su oído le permitía escuchar las voces de Joon y Everly conversando en el interior. Pero Soobin había elevado la voz desde la planta de arriba, y ahora podía percibirle algo más irritado. Rayna y él discutían sobre algo que él no lograba discernir.

Jimin estaba preguntándose qué diablos sucedía, pero entonces, escuchó el rugido del motor de un coche conocido y se volvió sobre sí mismo. Reconoció el vehículo de Jungkook acercándose desde el otro lado de la calle. Jimin fue hacia la acera, y sus iris vislumbraron a Taehyung en la ventanilla y su hermano mayor al volante.

No iba a reconocerlo en voz alta, pero notó una punzada recelosa al verlos llegar juntos. El mayor estacionó el coche frente a la casa de los Kim, y Taehyung abandonó precipitadamente del auto, sin cerrar la puerta tras él. Posó las botas sobre la acera y adelantó el paso para lanzarse a los brazos de Jimin.

Jimin le recibió con un abrazo estrecho, envolviéndole confortablemente.

—Por fin. Te echaba de menos —murmuró Taehyung en su hombro.

—Menos mal que ya estás aquí —le devolvió Jimin con párpados bajos.

Sus iris se levantaron en dirección a su hermano, quien salía más perezosamente del auto, cerrando la puerta de piloto y posteriormente rodeándolo para cerrar la de copiloto. Jungkook le devolvió la mirada desde el auto y Jimin se comportó como un felino celoso, volviendo su atención exclusivamente a su Taehyung. Le liberó de sus brazos y le sujetó las manos, le tocó una mejilla, el pelo, y luego le echó un vistazo a su vestimenta, comprobando si estaba en condiciones.

—¿Estás bien? ¿Has comido algo?

—Sí Nos detuvimos en una gasolinera para comprar comida. Y luego, a mediodía, Jungkook se detuvo en un bar de carretera para que pudiera almorzar.

—Oh. Fantástico —girando la cabeza hacia su hermano, Jimin esbozó una sonrisa falsísima—. Un secuestrador que se preocupa por la salud física de su rehén. Qué majo.

—Corta el rollo, Minnie. Taehyung y yo nos lo hemos pasado bien —le arrojó Jungkook a unos metros.

El mayor se cruzaba de brazos, apoyando la cintura ligeramente en la puerta del auto. Jimin arrugó el gesto, y luego advirtió que Taehyung no se lo había cuestionado (si es que a eso podía llamarlo pasarlo bien).

—¿Qué?

—N-No es eso —Taehyung carraspeó—. Jungkook y yo llegamos a una tregua durante el viaje.

—Y bien, ¿por qué te lo llevaste a Nueva York?

—Porque Sarah Ben, la chica a la que casi mataste hace veinte años, ahora es la reina de la noche en la ciudad de oro.

—¿Qué coño dices? ¿Sarah Ben está allí?

—Ya lo creo que lo está. Me encargué de hacerle una visita.

Jimin se separó de Taehyung, lanzándose agresivamente hacia Jungkook.

—¿¡Te has llevado a Taehyung con esa tía tan peligrosa!?

—No —contestó Jungkook con sequedad.

Jimin le miraba con una terrible aspereza, con la desconfianza palpitando dentro de él. Taehyung llegó tras su espalda, posando una mano cálida en su hombro.

—Jimin, no me llevó con ella. Yo me quedé en el hotel —le tranquilizó.

Jimin se volvió, dudoso.

—Lo importante es que estoy bien, ¿Vale? —insistió el humano—. Y Jungkook ya no va a volver a hacerlo. Me lo ha prometido —se sacó de la manga con otro tono.

—¿Lo he hecho? —dudó el vampiro.

—Sí, lo hiciste al convertirte en mi amigo —apuntó Taehyung.

Jungkook se encogió de hombros.

—Oh, la letra pequeña del contrato amistoso —aceptó de buenas.

Jimin rodó los ojos, suspiró y dejó pasar aquel momento tras una mirada que rivalizó contra los aires despreocupados de Jungkook. Quería decirle cuatro cosas, pero no era el momento; ahora debía atender algo más importante.

—Rayna está dentro, con tu hermano —dijo Jimin.

—Quiero verle. Vamos.

Sus manos se enlazaron con naturalidad, Taehyung giró la cabeza para despedirse de Jungkook, pero él miraba hacia otro lado, con los iris perdidos como si su cabeza ya estuviera muy lejos. Supuso que Jungkook no tenía mucho interés en eso; él no confraternizaba con el resto.

—Adiós, Jungkook —dijo Tae.

—Adiós —contestó poco después, con un timbre lejano.

Jimin le apretó la mano mientras se dirigían a la casa.

—¿Seguro que está todo bien? —musitaba Jimin.

—Después te contaré algo —murmuró Taehyung.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top